A PROPÓSITO DEL LIBRO “LO QUE QUEDA EN EL AIRE”

Jesús Peñalver
Jesús Peñalver.

Por Jesús Peñalver

Rodolfo Izaguirre nació en Caracas el 31 del siglo pasado. Caracas contaba entonces con doscientas mil almas. Se hablaba de almas y no de habitantes. Prefiere decir quien escribe almas porque sugiere algo más leve, espiritual; algo menos banal o cotidiano que habitantes. En la hora actual, Caracas debe andar tal vez cercana a los cuatro o cinco millones de habitantes, pero –al decir de Rodolfo– “muchos hemos perdido el alma”.

No existían clínicas y la Maternidad Concepción Palacios se inauguró en diciembre de 1938 durante la administración de Eleazar López Contreras; de modo que Rodolfo nació en su casa, en la parroquia San Juan, cuando se hicieron presentes el doctor Osío y una comadrona que le servía de ayudante, y hoy sobrevive a sus padres y a sus hermanos. Supo por ellos que la comadrona al no más nacer lo alzó y dijo: “¡Parece un cochino inglés!”.

Era un halago –sostiene Rodolfo–  porque los cochinos ingleses deben ser lindos y rosados, “¡pero me estaba diciendo cochino! “Lo que nunca ha logrado establecer es si su primer llanto fue de rechazo a la exclamación de la comadrona o si, por el contrario, fue de saludo al mundo que lo veía llegar con tan curiosa exclamación.

Después de llamarlo cochino, sostiene él, que lo han insultado millones de veces, pero lo de cochino resultó tan fuerte, tan crispante, que no le molesta para nada cuando lo zarandean diciéndole vulgaridades o zalamerías de toda naturaleza.

De niño yendo rumbo a la escuela y pasar por la plaza donde se erigía la estatua de Andrés Bello, Rodolfo le sacaba la lengua, hasta el momento en que supo cabalmente de quien se trataba. Fue entonces cuando le saludaba con reverencia, y hace apenas unos meses fue él, el mismo Rodolfo, designado orador de orden en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) con motivo de un aniversario más del nacimiento de tan ilustre venezolano, hecho chileno.

Vivió tres dictaduras: La de Gómez cuando niño, la de Pérez Jiménez cuando adolescente-adulto, por lo cual sufrió cárcel, y en los momentos actuales, de lo cual no vale la pena ahora musitar siquiera una palabra. Pero eso sí, Rodolfo sigue deslumbrándonos cada domingo con sus magníficos artículos con su estilo muy particular, revelador, estimulante y pleno de esperanzas.

Me agrada contar la historia que sigue porque vive en ella la luz de la imaginación y los resplandores de la libertad que viven en Rodolfo Izaguirre.

Guillermo Sucre –preso con él en la Seguridad Nacional- se le acercaba, lo veía y decía: ¡Vámonos! y caminaban dos o tres pasos en aquel pabellón de tristezas y de pronto estaban en Paris en el boulevard Saint Germain des Prés, viendo a Sartre y a Simone de Beauvoir tomando café en Les Deux Magots; bebían una cerveza en La Coupole, en Montparnasse o caminaban por el Boul´Mitch y cuando se sentían cansados regresaban a la prisión. “Nunca –ha dicho Rodolfo “me he escapado tantas veces de una cárcel como entonces. Pero era mucha la tristeza y la nostalgia”.

Dice Claudio Nazoa: “Rodolfo Izaguirre es el hermano perdido de Augusto y Louis Lumiére. En realidad, la idea fue de él”.

Conversar con Rodolfo Izaguirre siempre ha sido y será interesante, enriquecedor, sublime y, desde luego, placentero al oído y a la imaginación. Porque bien lo dice: “Soy un hombre de imágenes, así me expreso, con imágenes”. Y agrega “Con el cine me convertí en escritor”.

Para beneplácito de los lectores, y los que aquí lo acompañamos, esta novela, o poema largo y hermoso, mejor dicho, dedicado a su mujer y madre de sus hijos, Belén Lobo, servirá seguramente para la esperanza del país que queremos andar junto a él, como queriendo alcanzar el sol. Porque eso logra Rodolfo, quien ha acumulado tanta juventud, tanta brillantez… esa lucidez que nos arropa, enternece y también nos tambalea la conciencia de país.

De él afirma Elías Pino Iturrieta: «A Rodolfo Izaguirre nos lo dejaron Adriano González León y Manuel Caballero, como recuerdo de un tiempo acogedor en el que se construyeron muchas cosas positivas y hermosas que nos mantienen pendientes del futuro”.

Alguna vez, hace quizá setenta años, Rodolfo propinó una bofetada a un compañero de liceo y todavía hoy se arrepiente. Entendió que, en lugar de la violencia, por sus venas navega una sorprendente sensibilidad que acaricia las artes.

Desde entonces vive sumergido en la poesía, es decir, en la música, el cine, las artes plásticas, la literatura. Al hacerlo, ha ido acumulando conciencia del país que lo vio nacer en 1931 y a la muerte de Juan Vicente Gómez pocos años después, y de crecer noventa años a la sombra de dos tiranías militares: la de Marcos Pérez Jiménez y la de la actual pandilla, y entre ambas, cuarenta años de vacilante alternabilidad democrática.

Dice Rodolfo haber sido una flor de loto porque al igual que ella nació en el pantano de un país esencialmente violento. No solamente él. ¡Todos nosotros! Y si hay un secreto que explique su atolondrada “juventud” es la de no tomarse nada en serio.

Sostiene Carolina Jaimes-Branger: «Es inspirador ver a mi querido Rodolfo Izaguirre tan brillante, lúcido y activo a sus 92 años. Si no llego como él, prefiero quedarme por el camino. Admiro su talento, su dedicación y su pasión por la escritura. Sus libros y artículos han dejado en mí una huella imborrable, porque cada palabra que escribe tiene su razón de ser y estar. Agradezco haberlo conocido, conocerlo -mejor dicho-  y haber compartido tantos ratos felices. Mi abrazo apurruñado y celebro feliz esta nueva creación que hoy nos presenta”.

Fue en París, cuando estudiaba derecho en La Sorbona, yendo rumbo a la universidad cruzó en una esquina para toparse con la Cinemateca francesa, sin imaginarse nunca que le tocaría dirigir la venezolana por algo más de cuarenta años. Vale decir que, durante su gestión, la que él y muchos conocieron, se iluminaba con las más gloriosas obras del cine mundial, con sus conferencias y las tertulias o cine-foros que allí se realizaban.

Crítico, escritor, gerente, docente, conferencista de cine, entre otros desempeños vinculados al área cinematográfica, y a la cultura en general, merece toda la admiración y el reconocimiento. El Techo de la Ballena y el Grupo Sardio también tienen su impronta.

Con el cine se le ocurrió algo inesperado: ¡Se hizo escritor! Para expresar con palabras a los lectores su júbilo por la gloria visual de las películas de Akira Kurosawa, para poner un ejemplo, se vio obligado a aprender y dominar su idioma, pulirlo, afinarlo, y así fue convirtiéndose en escritor. Supo que finalmente lo era cuando descubrió la misteriosa música que se oculta detrás de las palabras.

Rodolfo nos enseña que no hay oscuridad. Que la sombra es nuestra propia alma, una parte vital de uno mismo, nuestro alter ego. Una extensión de nuestro cuerpo. Allí donde vayamos ella va; y con ella, el país que también somos. Y nosotros, los afligidos, los perseguidos por los desafueros militares y déspotas civiles, somos la luz que ofrece claridad cada vez que el país se hunde en la oscuridad, y es entonces cuando la sombra reina iluminando su espíritu y el de todos nosotros.

Sus artículos son la expresión política de un hombre de la cultura y no necesariamente de un político de profesión y mucho menos de un aprendiz. Al mismo tiempo, se esfuerza por mejorar cada vez más su escritura, su manera de decir con elegante mordacidad cosas que desagradan. Quiere que no sean ellas, sus palabras, las que estremezcan a los lectores dominicales sino la manera de decirlas. Y es cierto, porque la manera más eficaz de opinar políticamente es refiriendo pequeñas historias personales llenas de vida porque en ellas persiste algo del país que somos.

Seguramente un tema recurrente en sus frecuentes y mudas conversaciones con Soledad, es decir, Belén, la amadísima esposa, mujer y compañera de vida, madre de sus tres amados hijos, es el edénico y maravillado estupor del pas de deux. [No olvidemos que Belén Lobo fue bailarina clásica y luego abrazó la Danza Moderna o Contemporánea liberándose del rigor académico del Ballet).

El pas de deux los acerca, enlaza sus cuerpos, susurra palabras de amor. Y la soledad se llena de rumores, cantos y voces que no parecen ser de este mundo. Y Belén vuelve a decirle lo que le dijo dos días antes de morir: “¡No olvides lo que hice de ti! ¡No permitas que estos chavistas acaben con el país!”.

De eso hablan, creo yo, Rodolfo y Belén. De la danza y del país. Y su amada le pregunta por los hijos. Y cuando es él  quien le pregunta, ¿Cómo es el lugar donde ahora vives?,  le contesta diciendo que, justamente, es más bello que el águila y el relámpago que hoy es Rodolfo.

Hoy asistimos al bautizo y presentación del libro que le prometió a Belén. Un libro sobre ella. No sobre el ballet sino sobre Belén. Por dicha, Rodolfo promete escribir uno sobre su propia vida. Noventa años (y algo más) pueden significar todo un siglo en la riesgosa aventura de vivir en un país como el venezolano.

Rodolfo se ha convertido en un termómetro de la opinión pública con sus acertadísimos y muy leídos artículos dominicales. Lo sé porque lo comentan, porque lo leen con asiduidad y en las redes sociales se replican religiosamente.

Rodolfo Izaguirre es venezolano ejemplar y un escritor de acento estremecido y vibrante. Su prosa acierta como la diamantina hebilla de un personaje de novela fantástica en el bosque oscuro de la historia. A Rodolfo lo ilumina la belleza del lenguaje y los caminos de la libertad. Porque, a sus 90 años, es un atleta de la democracia y la pluralidad como en sus años mozos. Al igual que la gente de su generación se viera sorprendida en plena adolescencia por el derrocamiento en la presidencia de don Rómulo Gallegos. Fuera de la escena de la vida los protagonistas del grupo Sardio, queda él como el último adalid. La madera con la que está hecho el lápiz de escritor de Rodolfo tiene virutas del bastoncito risueño de Charles Chaplin, de quien aprendiera tanto en torno a las maravillas del cine. El coraje con que Rodolfo Izaguirre cuida de los helechos de su jardín es la dádiva de un Patricio para la mirada amorosa de un país.

Y aunque no se lo haya imaginado, sus escritos suscitan tanta atención. Aunque dice ser de naturaleza muy humilde y dar de correazos a su ego cuando trata de alzarse o envanecerse, con tan frecuentes elogios que recibe, debe terminar agotado con la correa en la mano.

Ha dicho Laureano Márquez: «Rodolfo Izaguirre es memora de las cosas más hermosas y conmovedoras de nuestra tierra. En Rodolfo prevalece la dignidad venezolana que cada vez más se extraña y se precisa. Rodolfo es amor hecho persona, es florecimiento cultural, es luz orientadora que se proyecta en momentos de oscuridad, es sensatez, es cordura y, como si todo esto fuera poco: ese bastón que lleva le da una elegancia propia de un gentleman inglés».

Concluyo con esta anécdota reciente, que da cuenta de la generosidad y la sensibilidad de Rodolfo que lo enaltecen y exaltan en grado sumo.  Fuimos juntos a las exequias de un prominente líder político. A los pocos meses cerró sus ojos un reconocido cineasta venezolano. Cuando hablamos por teléfono Rodolfo me dijo:

“Si fui al velorio de Carlos Canache Mata, un demócrata decente, cómo no voy a ir a darle el último adiós a mi amigo Román Chalbaud”.

De este modo Rodolfo hizo honor una vez más a una de sus máximas de vida:

“La amistad es deshacerme de mi sombra y regalarla a mi mejor amigo”.

 

Jesús Peñalver es venezolano, abogado graduado en la Universidad Santa María (USM 1988), poeta, destacado articulista y humorista.

 

Carmen Cristina Wolf: Acercamiento a la palabra de Lidia Salas

Acercamiento a la palabra de Lidia Salas

Por Carmen Cristina Wolf

 

Leer las páginas de “La palabra. 7 secretos de su energía creadora” de la escritora Lidia Salas, es toda una aventura espiritual para los lectores, que nos induce a una reflexión profunda por la manera de abordar un tema tan importante como el lenguaje, el mayor de los dones que  ha sido otorgado a la humanidad. Cito lo siguiente: “Es propicio el reconocimiento de los dones que se nos han otorgado. Energías aliadas que se pueden despertar en la palabra (…) Aprendamos a usarlas para que no falten las provisiones del camino (…)

Es importante el recordatorio de Lidia Salas al advertir cuánto valor necesitamos para “derrotar los enemigos”, que se encuentran no solo fuera de nosotros sino en nuestros pensamientos. La existencia nos expone constantemente a nuevos desafíos. Ella pregunta dónde encontrar la verdad que nos sostenga ante “la fuerza arrasadora” de la sociedad, del mundo.

Lidia Salas mediante este libro nos invita a emprender el estudio de las palabras, que van desde lo cotidiano al misterio de lo Divino. Insiste en la energía creadora del lenguaje, que es nuestra visión del mundo. Tengo muy presentes las palabras de Rafael Cadenas:

Un pueblo sin conciencia de la lengua termina repitiendo los slogans de los embaucadores, es decir, muere como pueblo.

Hace algunos años escribí un ensayo sobre el Ser y la Palabra y decía que los seres humanos no tenemos otro apoyo ni otro refugio más que el lenguaje y el amor. Nos vamos haciendo, crecemos y nos construimos a través de lo que pensamos, decimos y creamos. O nos conformarnos con un molde ya hecho, lo que significa repetir patrones, o nos damos a la tarea de construir nuestro propio mundo. Ahondar en el ser del lenguaje permite encontrar caminos y avizorar horizontes para encarar el peor de los males de este mundo: la pérdida de sentido de nuestra propia existencia.

Salas considera de vital importancia que ahondemos en la energía creadora de la palabra. Nuestro universo personal se transforma mediante lo que decimos. No hay palabras inocentes que caigan en saco roto. Toda frase construye un mundo de significados y genera acciones constructivas, respetuosas, amorosas o perversas. El lingüista Mortara Garavelli señala que uno de los secretos del buen empleo de la teoría de la argumentación es saber guardar silencio cuando es menester. Es preferible hablar menos y reflexionar más sobre lo que pensamos y decimos. Este ejercicio puede convertirse en un juego fascinante, en un arte placentero. Ya la vida está muy enredada últimamente para pretender algo que vaya más allá de pensar apasionadamente en las cosas.

La autora escribe: “La energía  creadora que tiene la palabra,  es un conocimiento estudiado por  un grupo reducido de maestros, desde la más remota antigüedad. Con esta energía se puede alcanzar, siempre  que se tenga el  entendimiento para sintonizarse con la vibración de la realidad posible,  el propósito  que se espera al decirla.  De esta manera,  mediante su potencia, la palabra  transmite sabiduría y amor, es el medio   para   compartir experiencias vividas, aumentar  la salud, la abundancia, la justicia, y la paz. Conseguir sueños y proyectos, propiciando el dulce sosiego de la felicidad verdadera.”

No me parece adecuado develar los siete secretos de la energía creadora que propone este libro, solo deseo hacer énfasis en mi recomendación de la lectura de este libro, que he leído varias veces y debo detenerme en algunos párrafos esclarecedores de mi propia realidad. Por fortuna, se encuentra en librerías de Caracas como El Buscón y Kalathos. También en Amazon para los que se encuentren en otros países.

Lo cierto es que las grandes transformaciones de las sociedades se inician con palabras.  El poeta alemán Hölderlin escribió: “Al hombre se le ha dado el más peligroso de todos los bienes, el lenguaje, para que atestigüe lo que es”. Y yo agregaría: lo que es y también lo que no es, porque el lenguaje está al servicio del albedrío del ser humano, para manifestar lo mejor de nosotros mismos y también para generar confusión y guerras. Agradezco de todo corazón a Lidia Salas por haberme permitido leer este libro que hoy se presenta en Caracas, porque ha sido un instrumento de nuevos aprendizajes y de grandes sorpresas. Su observación sobre la trascendencia del ser humano en su paso por este mundo estoy segura que hará sentir una inmensa emoción al lector.

Deseo concluir esta breve nota, citando un párrafo que esclarece el contenido de este libro:

Todas las personas pueden… “convertir el lenguaje en instrumento de evolución espiritual, y conseguir mediante su adecuado uso, todo lo que se necesita para vivir. Para conectarse con esta  energía creadora, se  debe cambiar la manera de pensar, vigilar para que las imágenes de la mente sean creadas  desde  la parte iluminada del espíritu; sólo así, los pensamientos resuenan en alta vibración, y como las semillas, germinan en tallos de bien, proporcionando amor, salud, sabiduría, abundancia, inspiración y consuelo. Por esta razón se le llama también: palabras vivas. Porque sólo lo que tiene la génesis de la vida, puede engendrar realidades positivas.”

Carmen Cristina Wolf

Caracas, octubre de 2023. Leído en la Sala Cabrujas de la Fundación Chacao,  en la presentación del libro

#carmencristinawolf

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JOSÉ PULIDO: ACEITE DE NARDO

José Pulido (Villa de Cura, Aragua, Venezuela, 1945).

 

ACEITE DE NARDO

José Pulido

El agua crea, el agua canta,

su ausencia mata

la tierra se disuelve con el agua

el agua se disuelve con el fuego

el fuego se disuelve con el aire

el aire se disuelve en la conciencia.

Eso dice el libro de los muertos.

 

No dejes que tus pensamientos

vaguen errantes, escucha lo sabido

habiendo luz puedes concentrarte

en hallar el lugar donde es posible

cultivar cepas de amor y compasión

como una misma casta del sentir

 

El “Nardostachys jatamansi”,

nace en el Himalaya desafiando

el colérico y pacífico y poderoso frío

una pequeña planta tan endeble

en el inmenso cielo congelado

 

desde la más lejana antigüedad

sobrepasa el misterio de las cimas

cuando su olor sagrado se desprende

como el alma del cuerpo agonizante

 

Perfume de nardo puro

vertió sobre Jesús

la agradecida María de Betania

y al perfumar los ampollados pies

ella usó como paño su larga cabellera

y después de aquello, todo el tiempo

los cabellos de María de Betania

olían a Jesucristo

 

José Pulido nació en Villa de Cura, Venezuela. Destacado poeta, narrador,  periodista y editor.  Actualmente reside en Génova, Italia. Es Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela.

 

RAQUEL MARKUS-FINCKLER: LAS HORAS NEGRAS

Palabras de Raquel Markus – Finckler en la presentación del poemario «Las Horas Negras. Poemas que expresan emociones de manera profunda y conmovedora relacionadas con el “Holocausto». El acto tuvo lugar en la Feria del Libro del Oeste de Caracas FLOC UCAB 2023, en los espacios de la Universidad Católica Andrés Bello el pasado lunes 27 de noviembre:

Muchas gracias a quienes me honran con su presencia en la tarde de hoy, gracias por acompañarme en esta presentación.

Gracias a mis editores: los hermanos Rodolgo, Tomas, Miguel Osers por creer en mí y llevar adelante esta publicación con su Editorial Osers & CO. Gracias Judith Osers Muller, quien diseñó y maquetó esta publicación y es la autora de las hermosas ilustraciones que lo acompañan.

Gracias al autor del prólogo más poético, sincero y estremecedor que ha podido tener mi poemario, Jesús Peñalver.

Gracias a Luis Alejandro Aguilar Pardo y a don Rodolfo Izaguirre por las hermosas, profundas y enaltecedoras palabras que le dedicaron a mi poemario en la presentación de hoy.

Gracias a mi niña grande, Samantha Finckler, por ser la conductora de este evento.

Tomas, Jesús, Luis Alejandro, Don Rodolfo, Samantha: estuvieron impecables, inmensos, impresionantes… cada uno dictó cátedra… cada uno dio grandeza, determinación, conocimiento y sensibilidad… les agradezco que ofrecieran un espectáculo precioso en honor a todas las almas presentes, de aquellas que estamos hoy aquí y las de los muertos que honramos … sé que fue una ofrenda espiritual y que en algún lugar invisible así llegó y así se sintió. Honrada y agradecida con ustedes por haberme dedicado sus más elevados vocablos. Yo los aplaudo de pie.

Como autora tengo algunas impresiones que quiero compartir con ustedes. La más importante, tal vez, es que en este libro no pretendo ponerme en los zapatos de quienes vivieron y sufrieron el horror que significó persecución y aniquilación sistemática, auspiciada por el estado, de los judíos europeos por parte de la Alemania nazi y de sus colaboradores entre 1933 y 1945. Yo no pasé por ello, no logro imaginarme lo que se debe haber sentido estar atrapado dentro de esa feroz e inhumana maquinaria, y no pretendo hacerlo en mis poemas.
Las Horas Negras refleja lo que mis abuelos paternos, y otros sobrevivientes que he conocido a lo largo de mi vida, lograron transmitirme sobre el dolor, la tristeza, la desesperación, la soledad, el miedo, la rabia que atravesaron en un viaje físico y emocional que les permitió salvarse del Holocausto, salvar sus vidas y escapar como pudieron de la muerte, la deshumanización y la destrucción total.
Mis abuelos paternos Mordejai y Haike Markus sobrevivieron y buscaron refugio en las hermosas, amables y muy humanas costas venezolanas, en donde pudieron comenzar sus vidas nuevamente, formar una familia; trabajar, vivir y aportar en una sociedad que los valoraba, en donde eran bienvenidos y necesarios.
Mis abuelos me enseñaron que se puede trabajar para crear luz sin importar que por dentro estemos llenos de sombras. Ellos no quisieron transmitirme la tristeza y el dolor que seguramente llevaban por dentro debido a todo lo que dejaron atrás, por todo lo que perdieron en su periplo hacia la vida. Sin embargo, se podía adivinar en sus miradas, en sus expresiones, en sus manos y en todo lo que callaban…
En el silencio era mucho lo que se decía y también era mucho lo que se callaba… pero las almas siempre terminan por entenderse entre ellas, y aunque yo era bastante joven cuando ellos dejaron este mundo físico, tuve oportunidad de aprender mucho de ellos… de lo bueno de la vida, de la esperanza, de las lucha y de la fe… pero también de lo malo que puede llegar a habitar dentro de seres que alguna vez fueron humanos y que se transforman en otra cosa… en una maquinaria aniquiladora… en una herramienta para la maldad, la depravación y la muerte…
Las Horas Negras es un grito desesperado, una advertencia, una señal de neón en la carretera… pues aquello que pasó una vez, puede volver a repetirse si nos equivocamos, si llegamos a olvidar, si no insistimos en repetir una y otra vez que eso sí pasó, que eso sí nos pasó. Los judíos, los humanistas, los que estamos del lado de lo humano tenemos que gritar más fuerte que los negacionistas, los revisionistas y los relativistas del Holocausto. No podemos rendirnos, no tenemos derecho a cansarnos, no podemos quedarnos callados. Nuestra consigna es y debe seguir siendo “no olvidamos, esto no debe volver a ocurrir nunca más”.
Este poemario pretende representar la voz de la tercera generación de sobrevivientes del Holocausto… no de la segunda, y ciertamente, no de la primera, es decir, la de mis abuelos. La poesía es un excelente puente para llegar, tocar y sacudir las emociones humanas… espero que mis palabras tengan el poder de hacerlo… el poder de crear sensibilidad, de hacer conciencia, de sembrar preguntas importantes, de poner a pensar y especialmente de poner a sentir a sus lectores… Sólo cuando hay una conexión emocional las personas podemos lograr la empatía, el entendimiento, la comprensión… y eso es lo que necesita este mundo, más personas capaces de conectar con su lado más humano por medio de la cultura y del arte… siempre he creído que la poesía nos salva, hoy más que nunca sé que la poesía nos salva de nosotros mismos.

Gracias a Milos Alcalay, a José Pulido y a Rafael Rattia por engalanar este libro con sus palabras. Gracias a las instituciones que lo avalan: el Círculo de Escritores de Venezuela, Espacio Anna Frank y la Fraternidad Hebrea B´nai B´rith de Venezuela.

Gracias a mi alma mater, la Universidad Católica Andrés Bello por abrirme hoy sus puertas nuevamente, ya no como estudiante en formación, esta vez como una autora que se honra en presentar su tercer poemario en los espacios que tanto ama, añora y admira, en los espacios que la vieron crecer y prepararse. Gracias a los organizadores de la Feria del Oeste de Caracas FLOC UCAB 2023, especialmente a Marcelino Bisbal y Jonathan López, por permitirme este espacio dentro de su programación.

NADA

Raquel Markus – Finckler. Del poemario «Las Horas Negras».

Se construyeron monolitos de cemento

y tumbas simbólicas sin nombres ni apellidos.

Se erigieron museos dedicados al horror

y monumentos que impresionan por su arte.

Se colocaron zapatos de bronce frente a un río.

Se amontonaron pilas de maletas que no llegaron a destino.

Se revelaron fotografías que retratan cuerpos famélicos y agotados.

Se sacaron publicaciones que cuentan y muestran lo que nunca debió ocurrir.

Se proyectaron películas que conmueven hasta las lágrimas.

Hubo algunos juicios y algunas sentencias.

Los testimonios quedaron grabados, editados y resguardados

 

Todo para llenar el vacío de la nada…

con algo, con todo, con poco.

Pues no hay forma de llenar el vacío de la muerte…

El vacío de seis millones de muertes.

De seis millones de nada.

Nada, así como suena.

Nada en singular.

La nada no se puede conjugar en plural.

La nada es única y eterna.

La nada es indivisible e inevitable.

No hay seis millones de nada.

Hay una sola y absoluta nada.

 

Y nada de lo que hacemos puede llenar el vacío que nos dejaron.

Nada quedó de mi familia paterna.

Nada del pueblo donde nació mi abuela.

Nada de mi tía abuela ardiendo en una hoguera.

Nada del primogénito que no pudo ser enterrado

y que murió de hambre con menos de un año de nacido.

Nada de recuerdos.

No hay retratos heredados ni manuscritos

con firmas añejas que me conecten al pasado.

No hay libros ni joyas en mi legado…

Y son pocas las historias que me quedan…

 

Nada es la respuesta a la pregunta que no llegué a formular.

Nada es la excusa que no alcanza para nadie.

Tratamos de llenar la nada que nos dejó la muerte,

pero no alcanzamos, no abarcamos, no entendemos…

 

Pero lo que más temo no es la nada que ellos nos dejaron

como herencia de su paso por Europa…

Lo que más temo es que parece

que este mundo bruto, sordo y ciego

no ha aprendido…

NADA

no ha entendido…

NADA.

 

LAS HUELLAS DE UN POETA

Alvaro Pérez Capiello

 

Por Álvaro Pérez Capiello

Conocí a Juan Manuel Ramírez Pérez en Caracas, hace más de una década, cuando se desempeñaba como Consejero Cultural de la Embajada de Colombia en Venezuela. En aquellos días, Enrique Vargas estaba al frente de la misión diplomática de esta nación hermana. Doy fe de la extraordinaria gestión realizada por Juan Manuel en favor del arte y la cultura, cuestión que nos hizo coincidir en recitales poéticos, obras de teatro y conferencias, donde participaron numerosos intelectuales pertenecientes al Círculo de Escritores de Venezuela y la Academia de la Lengua. Hoy, ha llegado a mis manos el libro Huellas Cifradas, publicado en Cúcuta por Opinográfica Impresores. El primero de los poemas que componen este volumen está dedicado a esos días de lluvia, colmados de nubarrones, donde el paisaje natural se torna «lánguido y cetrino» a decir de Juan Manuel Ramírez. Esa oscuridad, empero, permite al caminante conectarse con su esencia, y ser partícipe de una revelación, de ese nuevo día luminoso, en ciernes, que el poeta es capaz de vislumbrar con su pluma. Definitivamente, resulta complicado seguirle los pasos a un poeta… Siempre he creído que todo texto, más que respuestas, debe proponernos interrogantes y llevarnos a territorios inexplorados, carentes de perchas, que acaban por desestabilizar al lector para, después, anclarlo a ese imaginario que el escritor ha recreado en las páginas del libro. Si bien en muchos poemas de Huellas Cifradas, la naturaleza adquiere un carácter protagónico, con sus manglares, sus montañas, sus salinas, el azul del mar Caribe y el sol del Trópico, la mirada del escritor no se contenta con describir la realidad sino que la reinterpreta para sacar de ella una reflexión existencial. En el jardín de rosas se contienen, pues, las ilusiones y las esperanzas, la nostalgia de aquello que dejó de ser, pero que Juan Manuel trae a la memoria con el tránsito de las hormigas y el rumor de las abejas.

Como espectador, me propuse seguir, a mi manera, el rastro de las huellas dejadas por el poeta en su andadura. En ese camino, surgen retratos de personajes históricos, artistas, políticos, y también, ¿por qué no?, Juan Manuel se mira a sí mismo en el espejo azogado de la España que conoció y en las sombras evanescentes de la vieja casa de sus recuerdos infantiles.

Al final, todo pasa… La vida es un ciclo interminable de nacimientos, muertes y nuevos comienzos. Más que el punto de partida o de llegada, importa el transitar. Recuerdo una frase colgada en la finca Twelve Oaks, propiedad de la familia Wilkes en el largometraje «Lo que el viento se llevó», basado en la novela homónima de Margaret Mitchell sobre el Viejo Sur: «No malgastes el tiempo, porque la vida está hecha de eso». Esa imposibilidad de volver atrás, de retornar sobre nuestros mismos pasos, sobre las huellas de lo ya caminado, habla sí de lo fugaz y de lo pasajero de todo cuanto nos rodea, pero, también, del valor de la experiencia.

Sabido es que los poetas le cantan al amor. En el recorrido que nos propone Juan Manuel Ramírez Pérez no podía faltar la complicidad de los amantes que han dejado huellas indelebles en la historia: la relación epistolar de Abelardo y Eloísa en el Paraclet, la pasión arrolladora que llevó a Juana de Castilla al borde de la locura, el amor imposible de Romeo y Julieta en el seno de dos familias enfrentadas, los triunfos que dedicara Don Quijote a la «Señora de sus Pensamientos», aquella campesina bautizada Aldonza Lorenzo a quien el caballero andante eleva por encima de todas las doncellas como Dulcinea del Toboso, y la lista sería larga… No faltó en esa escogencia Santos Luzardo y Marisela, los personajes de Doña Bárbara, la obra cumbre de Rómulo Gallegos. Poco a poco, vamos armando, entonces, ese rompecabezas de la existencia que Juan Manuel ha concebido a partir de muchas lecturas, recuerdos, sueños compartidos, paisajes, auroras y noches estrelladas sacudidas por el viento. Solo hay que atreverse a iniciar un viaje a través de la palabra, que, inevitablemente, nos llevará a reconciliarnos con la vida y sus protagonistas.

Álvaro Pérez Capiello

Economista egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas, Venezuela). Realizó un postgrado en Gerencia y Administración (Barcelona, España). Ha sido profesor universitario.

Algunos de sus libros publicados son: Ventanas (Ensayo), Guardatinajas (Novela), Sombras bajo el Sol (Novela), Razones para Vivir (Ensayo), Laberinto de Ilusiones (Novela), El Bar de Luso (Novela), Entre la Verdad y el Engaño (Cuentos), La Memoria de un Símbolo (Ensayos). (Ensayo), El Desván de lo Oculto (Novela), Las Pinceladas de la Inmortalidad (Novela), En el tiempo de las arañas (Novela),De epitafios y de tumbas (Cuentos) y Relatos de la Tierra Negra (Cuentos).

Ha formado parte de la junta directiva del Círculo de Escritores de Venezuela.

@circuloescritoresvenezuela en Instagram

Editora de esta revista: @carmencristinawolf

ACERCAMIENTO A LA PALABRA DE LIDIA SALAS

 

Por Carmen Cristina Wolf

 

Leer las páginas de “La palabra. Siete secretos de su energía creadora” de la escritora Lidia Salas, es toda una aventura intelectual y sensible por la reflexión tan profunda con la que aborda un tema tan importante como lo es el lenguaje, el mayor de los dones que  ha sido otorgado a la humanidad. Cito lo siguiente: “Es propicio el reconocimiento de los dones que se nos han otorgado. Energías aliadas que se pueden despertar en la palabra (…) Aprendamos a usarlas para que no falten las provisiones del camino (…)

Llega muy adentro el recordatorio de Lidia Salas al advertir cuánto valor necesitamos para “derrotar los enemigos”, que se encuentran no solo fuera de nosotros sino en nuestros pensamientos. La existencia nos expone constantemente a nuevos desafíos. Ella pregunta dónde encontrar la verdad que nos sostenga ante “la fuerza arrasadora” de la sociedad, del mundo.

Lidia Salas mediante este libro fascinante nos invita a emprender el estudio de la palabra, que va desde lo cotidiano al misterio de lo Divino. Insiste en la energía creadora del lenguaje, que es nuestra visión del mundo. Tengo muy presentes las palabras de Rafael Cadenas:

Un pueblo sin conciencia de la lengua termina repitiendo los slogans de los embaucadores, es decir, muere como pueblo.

Hace algunos años escribí un ensayo sobre el Ser y la Palabra y pensaba que los seres humanos no tenemos otro apoyo ni otro refugio más que el lenguaje y el amor. Nos vamos haciendo, crecemos y nos construimos a través de lo que pensamos, decimos y creamos. O nos conformarnos con un molde ya hecho, lo que significa repetir patrones, o nos damos a la tarea de construir nuestro propio mundo. Ahondar en el ser del lenguaje permite encontrar caminos y avizorar horizontes para encarar el peor de los males de este mundo: la pérdida de sentido de nuestra propia existencia.

 

La escritora Lidia Salas considera de vital importancia que ahondemos en la energía creadora de la palabra. Nuestro universo personal se transforma mediante lo que decimos. No hay palabras inocentes que caigan en saco roto. Toda frase construye un mundo de significados y genera acciones constructivas, respetuosas, adorables o perversas. El lingüista Mortara Garavelli acota que uno de los secretos del buen empleo de la teoría de la argumentación es saber guardar silencio cuando es menester. Es preferible hablar menos y reflexionar más sobre lo que pensamos y decimos. Este ejercicio puede convertirse en un juego fascinante, en un arte placentero. Ya la vida está muy enredada últimamente para pretender algo que vaya más allá de pensar apasionadamente en las cosas.

La autora escribe: “La energía  creadora que tiene la palabra,  es un conocimiento estudiado por  un grupo reducido de maestros, desde la más remota antigüedad. Con esta energía se puede alcanzar, siempre  que se tenga el  entendimiento para sintonizarse con la vibración de la realidad posible,  el propósito  que se espera al decirla.  De esta manera,  mediante su potencia, la palabra  transmite sabiduría y amor, es el medio   para   compartir experiencias vividas, aumentar  la salud, la abundancia, la justicia, y la paz. Conseguir sueños y proyectos, propiciando el dulce sosiego de la felicidad verdadera.”

No me parece adecuado develar los siete secretos de la energía creadora que propone este libro, solo deseo hacer énfasis en mi recomendación de la lectura de este libro, que he leído varias veces y debo detenerme en algunos párrafos esclarecedores de la realidad que transito.

Lo cierto es que las grandes transformaciones de las sociedades se inician con palabras.  El poeta alemán Hölderlin escribió: “Al hombre se le ha dado el más peligroso de todos los bienes, el lenguaje, para que atestigüe lo que es”. Y yo agregaría: lo que es y también lo que no es, porque el lenguaje está al servicio del albedrío del ser humano, para manifestar lo mejor de nosotros mismos y también para generar confusión y guerras. Agradezco de todo corazón a Lidia Salas por haberme permitido leer este libro que hoy se presenta en Caracas, porque ha sido un instrumento de nuevos aprendizajes y de grandes sorpresas. Su observación sobre la trascendencia del ser humano en su paso por este mundo estoy segura que hará sentir una inmensa emoción al lector.

Deseo concluir esta breve nota, citando un párrafo que esclarece el contenido de este libro:

 

Todas las personas pueden… “convertir el lenguaje en instrumento de evolución espiritual, y conseguir mediante su adecuado uso, todo lo que se necesita para vivir. Para conectarse con esta  energía creadora, se  debe cambiar la manera de pensar, vigilar para que las imágenes de la mente sean creadas  desde  la parte iluminada del espíritu; sólo así, los pensamientos resuenan en alta vibración, y como las semillas, germinan en tallos de bien, proporcionando amor, salud, sabiduría, abundancia, inspiración y consuelo. Por esta razón se le llama también: palabras vivas. Porque sólo lo que tiene la génesis de la vida, puede engendrar realidades positivas.”

Lidia Salas. Poeta colombiana residenciada en Caracas. Magister en Letras, con varios libros publicados y numerosos reconocimientos.

Editora: @carmencristinawolf en Instagram

@literaturayvida en X (antes twitter)

Carmen Cristina Wolf en Facebook

 

POEMA DE RAQUEL MARKUS – FINCKLER

HOY NO QUIERO PALABRAS HUECAS

Por Raquel Markus – Finckler

Hoy no quiero palabras huecas.

Hoy necesito que sean sinceras.

Hoy solicito oraciones certeras.

Palabras que pesen y encierren.

Semántica que marque una diferencia adentro y fuera de mí.

Frases que curen pesares,
construcciones que alivien temores, que sean consuelo
o elixir de amores.

Vocablos que lleguen directo,
que sumen certeza,
que calman la rabia,
y entiendan el ruego sincero
de una voz desgarrada.

Tan solo deseo que respeten el duelo.

La tristeza suplica
un espacio de calma.

Ya no sé contener estas lagrimas
que de tanta fluir están devaluadas.

¿Cómo hago para refrenar tantos gritos que de tanto esconderse
se han vuelto delirios?

No logro entender esta sangre sufrida que de tanto hervir se ha vuelto amarilla.

Quisiera seguir aferrada a mi fe
mientras ordeno a mi pecho que se olvide de arder.

No encuentro lugares para engañar la esperanza
para librarla del odio que aprieta las gargantas.

No acopio las fuerzas
para seguir caminando
en este mundo incierto,
con mil grietas en su centro,
con una antorcha viva que consume la fe,
con este miedo hambriento que se recuesta en la piel.

Aprieto los puños,
me muerdo la lengua,
me clavo las uñas
convoco al dolor.

Cualquier herejía hoy parece buena.

Cualquier pesadilla
es mejor que el temor.

Por eso hoy no quiero más palabras huecas.

Por eso hoy no quiero verdades a medias.

Prefiero la sal escociendo en la herida.

Prefiero llorar que pelearme con Dios.

Nota de la autora:
Escribo este poema a nueve días de empezada la guerra que un movimiento terrorista le declaró a mi pueblo, a mi país, a mi gente… Todos en Israel son mi familia. Todos los muertos son mis muertos. Todos los heridos son mis heridos. Todos los secuestrados me duelen y temo la suerte de cada uno de ellos. Soy judía y soy sionista. Estoy orgullosa de pertenecer al pueblo judío y de mi amor por el Estado judio. Pero ante todo soy miembro de la especie humana y a pesar de lo que dice mi poema ni mi sangre ni mis lágrimas son amarillas. Para entender lo que siento no es necesario ser judío, no es necesario ser israelí o ser simpatizante del pueblo o del Estado de Israel… tan solo hace falta ser, y no solo parecer, un humano.

Raquel Markus-Finckler. Poeta, periodista, Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela.

 

JOSÉ PULIDO: UN POEMARIO DE CARMEN CRISTINA WOLF

 

Un poemario de Carmen Cristina Wolf. Donde no cuenta el iempo

Por José Pulido

 

Charles Baudelaire vivió un infierno cuando publicó su poemario Las flores del mal, y sufrió un poco más después de escribir Un comedor de opio, el libro que habla con mucha nobleza y pasión sobre uno de los autores que más admiraba: Thomas de Quincey, quien vivió una mala temporada afectado por las drogas y por la incomprensión pública.

Baudelaire escribió con el deseo de ver valorada la obra de Thomas De Quincey en toda su extensión poética, intelectual y ensayística. Y una de las interrogantes que planteó en esa tarea fue la siguiente: “¿Lo Bello no es acaso tan noble como lo Verdadero?”

Entre otros libros, Thomas De Quincey escribió Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Y de acuerdo a lo que tantos investigadores literarios han señalado, no solo influyó en Baudelaire: también marcó a Virginia Woolf, Lewis Carroll, Charles Dickens, Chesterton, D.H. Lawrence, Proust, Edgar Allan Poe y Jorge Luis Borges. Probablemente, quienes más lo mencionaron en su escritura fueron Baudelaire y Borges.

Comienzo de esta manera lo que quiero expresar sobre el recién publicado libro Donde no cuenta el tiempo de la poeta Carmen Cristina Wolf, porque precisamente ella destaca en el prefacio lo que opina Baudelaire sobre De Quincey, quien daba la vida por estar encerrado cálidamente y poder leer y escribir en protectora soledad, durante los aciagos días en que su adicción al opio lo mantuvo al borde de la muerte.

En relación con ese drama, Baudelaire escribió que afuera el invierno hacía estragos y adentro estaba De Quincey en su encierro pertinaz pero buscando la obra, la hechura del arte escrito:

“Una bonita habitación, ¿no hace el invierno más poético? y el invierno, ¿no aumenta la poesía de la habitación?”

Carmen Cristina trae a colación el tema, para comentar luego con toda propiedad: “Las fuerzas del cielo se desatan y somos como las ramas indefensas de un gran árbol. Ah, pero la casa nos protege, nos guarda, la habitación nos arropa y abraza para que nada malo nos pase. Adquiere la entidad de un ser amable y protector”.

Lo hace para recordar la casa de su abuelo donde la literatura transformó su infancia y su existencia. Aquella casa que era un refugio para los sueños, las ideas, la formación de un amor por la lectura y la escritura.

Y creo que todo esto ha sido una bella manera de dar inicio a un poemario que Carmen Cristina ha titulado Donde no cuenta el tiempo y en cuyas páginas van fluyendo poemas que contienen la sabiduría y la emoción que la poeta obtuvo desde la niñez, hasta convertirse en lectora y escritora. Sus alusiones a Baudelaire y De Quincey son el reflejo de las vivencias culturales y espirituales que los libros han dejado en ella.

También menciona a Rilke, Emily Dickinson y Armando Rojas Guardia. Es como una puerta bien alumbrada que ella abre para que sea visitado el jardín que en definitiva resulta ser su libro.  Allí se encuentran poemas que son motivos de emoción, de placer, que funcionan como espejos poderosos para las preguntas del lector. Como ejemplo, he aquí uno de sus poemas:

HE VISTO TANTO

(A Jaroslav Seifert)

 Me enamoro de las palabras

por eso olvido los hechos

cuánto quisiera decir

y aunque estoy atenta

enmudezco de pronto…

Leo tu canción de amor

y me enseña que oyes

lo que es silencio para los otros…

miras los pies descalzos

pisan la hierba y tú ves

lo que los otros no atisban

ciegos de tanta mente inútil

 Ves amor

donde otros no sienten más que indiferencia

EL RECORRIDO

Carmen Cristina recorre de nuevo con ojos de infancia los lugares que nunca desaparecen porque se alojaron en su memoria y los menciona usando la imágenes frescas, transparentes y completamente sinceras de la niñez: esa búsqueda de la magia, eso que solo ocurre la primera vez que se revela.

Luego va surgiendo la juventud con sus poderes, sus modos de mirar como los tifones leves que se lanzan a conocer la textura y los olores que la naturaleza surte para complementar transiciones. Y los ojos van madurando y las palabras también comienzan a tener alas, misiones de mujer, de amiga, de compañera.

Los lugares que ha visto y conocido comienzan a transformarse en patrimonio personal, en riqueza de recuerdos íntimos, solo compartidos en el momento en que se materializan en poemas y el libro abre sus alas para transportarlos.

Su voz alcanza un nivel muy alto con el poema Silencio y hoja en blanco que inicia el libro y posteriormente surge en una magnífica variación. Después ensayará el haikú y conseguirá un cierre precioso que hace girar el planeta de sus sensaciones y retorna al principio de la dulce y antigua idea:

¡Descubrimiento!

Todavía quedan libros

es mi consuelo

 

José Pulido. Destacado escritor venezolano. Narrador, poeta, periodista, ensayista y editor. Autor de siete novelas, cuentos, biografías y  entrevistas. Actualmente vive en Génova, Italia.

#JosePulido #literaturavenezolana #literaturahispanoamericana

#carmencristinawolf

LOS “INFIERNILLOS” DE ANABELLE AGUILAR. POR YADIRA CALVO

 

 

 

Por Yadira Calvo

 Infiernillos (Madrid: Verbum, 2023) es la octava publicación de narrativa de Anabelle Aguilar Brealley, quien también tiene en su haber once obras poéticas. Los 20 relatos cortos como pinceladas de vida que conforman este volumen, se refieren en su mayor parte si no en su totalidad, a niñas contemporáneas suyas o de las abuelas y tatarabuelas. Eran los tiempos en que influenzas y neumonías se curaban con sulfas “porque no había antibióticos” y se intentaba alejar “el mal aire” con jarabe de láudano, licor alcanforado, y germinados al pie de la cama.

Estas historias de infancias que hoy solo viven en el papel, ven reforzado su sabor antiguo con las añosas fotografías esparcidas por el texto como un lenguaje adicional que nos ubica en un pasado de cabecitas con lazos y colochos hace tiempo resueltas en polvo y nada.

Alguna vez se intuye que la protagonista puede ser la misma autora, habitante de una sociedad urbana de mediados del siglo XX que se podría corresponder con el San José de su infancia y juventud. En el artículo “Corazón de oro”, Anabelle se refiere a las tres clases sociales representadas por ella misma y sus compañeras de aula “allá por los años cincuenta”, clasificadas según las cocinas de sus casas. Había las de “pocos recursos cuyos uniformes olían a humo”; las de clase media en cuyos hogares “se alternaban los hornillos eléctricos con los anafres de carbón, y aquellas en cuyas casas se cocinaba con electricidad. Todas se sentían iguales, —dice ella- y constantemente se les inculcaba del deber de tener un corazón de oro para los más necesitados”, como lo tenían Gabriela Mistral y sor María Romero.

Como bien sabemos, sentirse iguales no es lo mismo que ser iguales. Como dice el refrán, “aunque sean del mismo barro, no es lo mismo olla que jarro”. Las niñas de estos cuentos pertenecen a esas mismas clases del artículo y lo único que las asemeja es la domesticidad que marcará sus destinos. Se percibe olor a humo, por ejemplo, en “Amanita Pazos”, exiliada no solo de su país sino de su clase social y de su propia niñez: “Los diez hijos dormíamos en dos camas, en un cuarto pequeño. […] Yo dejé la escuela y me dediqué a criar a mis hermanos”. Ya lo dice el epígrafe de Ana María Matute: “A veces la infancia es más larga que la vida”. “Larga y estrecha como un ataúd”, “oscura”, “siempre gañendo como un animalillo encerrado en un sótano y olvidado”, pudiera haber añadido la danesa Tove Ditlevsen.

El reducido y femenino mundo de los relatos de Anabelle queda patente en los objetos que lo ambientan: “La pequeña sala; sillones pequeños con almohadones y unas mesas con algunos de mis objetos personales. Están mis zapatos, mi cepillo de dientes, dos de mis trajes, uno azul celeste con lentejuelas plateadas y canutillos con brillo multicolor, el otro vino tinto, también adornado con lentejuelas rosadas y pequeñas plumas engarzadas en forma de corazón”. (“Desde la santidad”).

“Eugenia me bordaba las fundas y sábanas, que aún conservo, con motivos naturales, lo hacía con hilos de filoseda matizada” (“El espacio, un punto”).

“La nieta de Alicia vestía con un traje de algodón celeste, un delantal blanco, medias altas de algodón y llevaba un cintillo”. (“Un conejo sin suerte”).

“Acabo de hacer la primera comunión. Mamá fue donde la modista más económica. Llevó una tela vaporosa para el vestido, lo compró en la tienda Mil Colores. El velo me lo prestó la vecina […] Era un velo de tela delicada con una coronita de hiedra con nomeolvides” (“Desde la santidad”).

Velos, cintillos, coronitas, filosedas, conformaban el reducido espacio de la feminidad. Según la norma vigente, las mujeres tenían que llevar la casa porque los hombres llevaban el mundo, que pesaba mucho más. Y aunque la casa eran escobas, fogones y cubos de basura, la representaban metáforas de un mundo almohadilladamente engañoso de cintas de seda pluma y de algodón.

En Anabelle es claro que eso no logra encubrir lo que tiene de espina y piedra. Que la pequeña Emily exhale su último aliento entre aromas de canela y manzanilla, no aliviana la dureza de la muerte temprana; como no aliviana la desgracia de la retardada Gladys su propia idea de haber sido privilegiada en esta vida. La ironía le suma carga a unos infiernos cuyo diminutivo los vuelve mucho más temperados pero no menos crueles que los ríos de azufre y fuego con que alguna maestra imaginativa nos intentaba conducir al bien.

Concluida la última página de Infiernillos, cerrado el libro y echada la vista un buen tramo atrás, es inevitable volver al relato  titulado“ Y así”, resumen de todos los males y terrores sufridos por las niñas de lazos y colochos como lo fue Anabelle y como lo fueron su abuela, su bisabuela y su tatarabuela: “El hilo que no pasa por el hueco de la aguja, aunque sea fino”; “la mano peluda que sale de debajo de la cama”, “las sonámbulas con batas victorianas largas”; “el dedo acusador, de día, de tarde y noche”; “el pecado venial, no tan grave, pero que te lanza a las llamas”; “el pecado mortal, una peste sin perdón”; “el infierno caliente y eterno que produce un olor a carne y pelo quemados […] Y así es como crecimos”.

Leído esto y constatada su verdad en nuestra propia vida, no queda sino pensar, con Tove Ditlevsen, que “vayas donde vayas, acabas siempre dándote de bruces con tu infancia, y duele, porque es angulosa y dura, y no termina hasta haberte destrozado por completo”.

Foto: Anabelle Aguilar

Yadira Calvo Fajardo, filóloga de profesión y profesora universitaria actualmente jubilada, es una ensayista costarricense que ha venido dedicándose desde los años ochenta al análisis y denuncia de la situación de las mujeres en nuestra cultura. A esta labor ha destinado, desde 1981. Su obra incluye decenas de artículos, conferencias, ponencias, 13 libros y colaboraciones en obras colectivas.

Su obra le ha merecido diferentes reconocimientos, entre los que se cuentan dos premios nacionales en ensayo, el Premio Nacional de Cultura Magón y el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional de Costa Rica.

 

Poemas de Carmen Cristina Wolf. Traducción al italiano de Hebe Muñoz

 

DONDE NO CUENTA EL TIEMPO

(DOVE IL TEMPO NON CONTA)

 Autora: Carmen Cristina Wolf. Traducción de Hebe Muñoz

RENACER EN PRIMAVERA

                     A Odiseo Elitys

Dejar atrás la tristeza

olvidar los días de soledad

vivir el tiempo de los días felices

 

Renacer

como fresca primavera

en el pecho

RINASCERE IN PRIMAVERA

                    A Odisseo Elitys

 Lasciare la tristezza alle spalle

dimenticare i giorni solitari

vivere il tempo dei giorni felici

 

Rinascere

come la fresca primavera

sul petto

 AIRES DE LIBERTAD

Te pierdes tras los edificios

me quedaré con tu espuma y tus formas

los pies se quedan anclados en el polvo

tú flotas más allá de las copas de los árboles

hasta que cae la lluvia en algún prado

El aire es libre, más aun que las nubes

El hombre permanece asido a sus apegos

sembrado en algún punto de la tierra

va pegado a su sombra

a veces el alma escapa de su cárcel de huesos

Solo es libre su esencia

ARIA DI LIBERTÀ

 Ti perdi dietro gli edifici

resterò con la tua schiuma e le tue forme

i piedi restano ancorati nella polvere

galleggi oltre le cime degli alberi

finché non cade la pioggia in qualche prato

L’aria è libera, ancor più delle nuvole

L’uomo rimane aggrappato ai suoi attaccamenti

piantato da qualche parte sulla terra

è attaccato alla sua ombra

a volte l’anima fugge dalla sua prigione di ossa

Solo la sua essenza è libera

  Foto de Hebe Muñoz, traductora

A LO LEJOS

A lo lejos la montaña y él del otro lado

ella lo imagina en aquella ciudad

donde los días se vuelven largos

 

Cuando era joven preguntaba

si el amor aguardaría en la ciudad

dispuesto a venir

a solo un chasquido de los dedos

No hay distancia mayor

que la lejanía de los amantes

IN LONTANANZA

In lontananza la montagna e lui dall’altra parte

Lei lo immagina in quella città

dove le giornate si allungano

 

Quando ero giovane chiedevo

se l’amore aspetterebbe in città

disposto a venire

basta uno schiocco di dita

Non c’è distanza maggiore

che la distanza degli amanti

 

 DÍAS DE INFANCIA

(GIORNI D’INFANZA)

1

No eres flor de invernadero

tus versos son florecillas al borde del camino

entre hierbas y maleza palabras sin pretensiones

como hojuelas de avena

¿Serás digna de ser tomada en cuenta

por celebrar el milagro del día?

 

2

Cuando un poeta sufre te estremeces con él

si es magistral en el dolor del lenguaje

Si la niebla es densa prefieres no escribir

Otros rasgan sus vestidos en público

mientras tú cubres la herida

 

con el atavío de la seda

1

Non sei un fiore da serra

i tuoi versi sono fiorellini sul ciglio della strada

tra erbe ed erbacce parole senza pretese

come i fiocchi d’avena

Sarai degna di essere preso in considerazione

per celebrare il miracolo del giorno?

2

Quando un poeta soffre, tremi con lui

se è magistrale nel dolore del linguaggio

Se la nebbia è fitta preferisci non scrivere

Altri si strappano i vestiti in pubblico

mentre tu copri la ferita

 

con l’abito della seta.

 

9

No es un tiempo son tiempos

Se impone un inventario

que pasa como el tren de los deseos

Aquel que nos traspasa

sin ser notado y no hace ruido

 

No podemos detener las horas

el tiempo suele escapar

de nuestras trampas.

9

Non è il momento   sono i tempi

Viene imposto un inventario

che passa come il treno dei desideri

Quello che ci trafigge

inosservato e non fa rumore

 

Non possiamo fermare le ore

il tempo di solito sfugge

dalle nostre trappole

 

IV

A FUEGO DE ALMA

(A FUOCO D’ANIMA) Capítulo Completo

1

Pensar de nuevo al mundo

tomarlo por alguno de sus hilos

escribir en constancia

del asalto de dudas y afanes

Algunos días acostumbro

 

acariciar los prados y dejarme

cortejar por la brisa

de interminables filas de palmeras

mientras las mujeres dejan su huella

en las caminerías de la playa

 

2

En la habitación frente a la mesa

la mecedora de madera cruje

Soporta mi peso y las ausencias

la hoja en blanco y el silencio

 

Las horas se deslizan sin ruido

el poema halló su lugar en la página

 

3

Cada día llevo el golpe de la calle

ya no escribo como antes

los verbos peso y mido

los aquilato

 

en mi país

la libertad está asediada

 

 

4

Bajo mis pies la espuma dibuja frías panteras

se enrosca en mis tobillos como una serpiente de plata

 

Cuánto duele la piel de la palabra

desnuda ante la piedra

antiguos cantos surgen en el fondo de mis sienes

 

1

Ripensare al mondo

prendilo per uno dei suoi fili

scrivere con costanza

dall’assalto di dubbi e preoccupazioni

Alcuni giorni lo faccio

 

accarezzare i prati e lasciami

corteggiare dalla brezza

di interminabili filari di palme

mentre le donne lasciano il segno

nei marciapiedi della spiaggia

 

2

Nella stanza davanti al tavolo

la sedia a dondolo di legno scricchiola

Sostieni il mio peso e le mie assenze

la pagina bianca e il silenzio

 

Le ore scorrono senza rumore

la poesia ha trovato il suo posto sulla pagina

 

3

Ogni giorno porto con me il ritmo della strada

non scrivo più come prima

i verbi li peso e li misuro

li valuto

 

nel mio paese

la libertà è sotto assedio

 

 

4

Sotto i miei piedi la schiuma disegna fredde pantere

si avvolge attorno alle mie caviglie come un serpente d’argento

 

Quanto fa male la pelle della parola

nuda davanti alla pietra

canti antichi sorgono nel profondo dei miei templi

 

MANOS Y HUELLAS

(MANI E ORME)

 

1

Quisiera descansar en mis manos ahora

No deseo sentir el frío del volante

o la mínima curva del teclado

Prefiero la tibieza de la taza

a las noticias frías de la pantalla

Ya no soporto

oír la guerra en Ucrania,

la miseria en el sur los secuestros al este

los niños desnutridos las mujeres sin fe

 

2

Mis manos acarician la seda de la nieve

reconocen arenas del camino, verde de las riberas

desaplican las cartas, cascan nueces, aplauden

soportan asperezas

trenzan lazos, escriben

se vuelven rojas, pálidas,

se estremecen antes y después de la cocina,

del jabón, del carbón

 

3

Con la perseverancia de semilla

las manos interrogan la palabra

que cae bajo el peso de las cosas

y transportan cansancios de la sangre

la dulce muerte mínima

textura, impactos, roces

abrazos de las formas

 

Manos viajeras en los pasos del tiempo

1

Vorrei riposare nelle mie mani adesso

Non voglio sentire il freddo del volante

o la curva minima della tastiera

Preferisco il calore della tazza

alle fredde notizie sullo schermo

Non sopporto

ascoltare la guerra in Ucraina,

la miseria al sud i rapimenti all’est

bambini malnutriti le donne senza fede

 

2

Le mie mani accarezzano la seta della neve

riconoscono la sabbia del sentiero il verde delle rive

annullano le lettere, spaccano le noci, applaudono

sopportano la rugosità

tessono legami, scrivono

diventano rosse, pallide,

rabbrividiscono prima e dopo la cucina,

di sapone, di carbone

 

3

Con perseveranza da seme

le mani interrogano la parola

che cade sotto il peso delle cose

e portano la stanchezza del sangue

la dolce morte minima

consistenza, urti, tocchi

abbracci delle forme

 

Mani viaggiatrici nei passi del tempo

 

 MUJERES

(DONNE)

 

En las noches

luego de innumerables gestos me acompañan

sentándose conmigo en el sillón

Sin reposo

pasan páginas, cosen

dibujan geometrías en el aire

y lucen sus pulseras

 

 

Las manos hilan en su rueca de horas

sin importar presagios inquietantes

se yerguen más allá de su indigencia

no llevan cuenta de su desamparo

el corazón cosido a la galaxia

 

Si lo hicieran

no se moverían más

no encontrarían el rastro para volver al polen

 

ni hallarían gozo

en el vórtice de líneas en conflicto

esas coordenadas efímeras del alma

 

Es tarde

aún en el fondo de la noche

no abandonan su costumbre de amar

reclinan la fatiga en el silencio

retiran cobertores

sirven vasos de leche

y acompañan las últimas historias

Las hadas

las conducen al libro de los cuentos

así cumplen su ciclo

eterno de palabras

 

 

Nelle notti

dopo innumerevoli gesti mi accompagnano

sedendosi con me sul divano

Senza riposo

girano pagine, cuciono

disegnano geometrie nell’aria

e indossano i loro braccialetti

 

Le mani filano nel fuso delle ore

indipendentemente dai presagi nefasti

si elevano al di sopra della loro miseria

non tengono conto della loro impotenza

il cuore cucito alla galassia

 

se lo facessero

non si sarebbero più mosse

non troverebbero la traccia per ritornare nel polline

né troverebbero gioia

nel vortice di linee contrastanti

quelle effimere coordinate dell’anima

 

È tardi

ancora nel cuore della notte

non abbandonano l’abitudine di amare

adagiano la fatica nel silenzio

rimuovono trapunte

servono bicchieri di latte

e accompagnano le ultime storie

Le fate

conducono al libro di fiabe

è così che completano il loro ciclo

eterno delle parole

 

HAIKUS Y DIVERTIMENTOS

(HAIKU E DIVERTIMENTI)

 

15

Lavo mi cara

y cuido mi jardín

Solo eso sé

 

16

En la vitrina

reluce la manzana

¡Quién se resiste!

 

17

En la montaña

Niño, dame la mano

para subir

 

**********************

 

15

mi lavo la faccia

e mi prendo cura del mio giardino

solo questo lo so

 

16

Nella vetrina

brilla la mela

Chi resiste!

 

Carmen Cristina Wolf. Nació en Caracas, Venezuela. Poeta, ensayista, editora y correctora  literaria. Abogado graduada en la Universidad Católica Andrés Bello con estudios de Gramática española y Ontología del Lenguaje. Es Locutora con título obtenido en la Universidad Central de Venezuela. Ocupación actual: Escritora, gestora cultural, correctora literaria, asesora en publicación de libros. Imparte talleres de escritura. Actualmente es Directora Ejecutiva del Círculo de Escritores de Venezuela y Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua.

Obtuvo la Medalla Internacional de Poesía “Vicente Gerbasi”.

Obra publicada: Canto al Amor Divino, Cármina Editores,  Canto al Hombre, Cármina Editores, Caracas 1996, tres ediciones (traducido al francés y publicado por la Biblioteca de Analítica). Fragmentos de isla, Editorial Poiesis, Caracas 1988. Escribe un poema para mí, Ediciones Círculo de Escritores de Venezuela, Caracas 2000. Prisión abierta, Editora Al tanto, Caracas 2002. Atavíos, Editorial El Pez Soluble 2007. Huésped del amanecer, Ediciones de la Universidad Nacional Abierta, Caracas 2008. La llama incesante, Aforismos, Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca en coedición con Editorial Diosa Blanca, 2013 (4 ediciones). Vida y Escritura. Ensayos. Amazon.com 2014, Publicado por Editorial Diosa Blanca. Donde no cuenta el tiempo, Editorial Bernavil, publicado en Amazon.

Hebe Muñoz. Nacida en Pto. Cabello, Venezuela, reside actualmente en Italia. Es poeta ítalo-venezolana,  profesora de idiomas. Ha publicado los poemarios bilingües: (it-esp) PEGASA, Renacida de las aguas (Editorial Feltrinelli. 2014), presentado en el Festival Internacional del Libro BookCity de Milàn, Italia-Sala Khaled al-Saad, MUDEC Museo de las Cuklturas. 2016; ESCUDEROS de la Libertad (Editorial Feltrinelli 2018) presentado con lectura pública en el marco del evento “Venezuela” del Festival Internacional de Poesía de Génova y EXILIADOS, historia de la diáspora venezolana en Italia (Editorial Mondadori. Crowfounding. 2019. En colaboraciòn con la fotógrafa Irene Nasoni. Edición en italiano)

 

AURELIO GARCÍA MARTÍNEZ , SELECCIÓN DE POEMAS

 

AÑORANZA

 Recuerdos y deseos,

irreverente mezcla

en días de encierro.

 

Los rostros mutan,

se transforman en espejos,

reflejan por igual

alegría y melancolía,

rabia y serenidad,

pasión y apatía.

Caminos complejos.

¡Añoranza de un nuevo renacer!

.

 

LA SONRISA DE MI PADRE

En recuerdo de mi padre: Aurelio García Merlo

 

Siempre el rostro de mi padre

mantuvo una sonrisa.

Alegría innata de su ser.

Cantaba mientras trabajaba

viejas melodías de su tierra natal.

Contaba chistes por horas

al bromear con amigos y familiares

sin vicio que lo acompañara.

Laboró muy duro,

horas y horas sin descanso,

sus finas manos convertían

rústicas maderas en preciada mueblería,

trabajo fuerte y agotador,

pero regocijo de su espíritu.

Yo, de niño pensaba:

papá nunca se enferma

porque siempre está sonriente.

Desengaña el tiempo

llega el deterioro

empiezan a pesar los años,

sentidos y fuerza se reducen.

 

Al acercarse la cuerda de su reloj al fin

mi padre a sabiendas sonreía.

 

EL MUNDO PROHIBIDO

 

Llega la luz,

un día más de encierro,

afuera está el mundo prohibido,

ahí, detrás de la ventana.

 

Diviso algunos transeúntes

autorizados o irresponsables,

llevan barbijo y caminan rápido.

Un gato toma sol sobre un auto.

La vecina pasea a su perro,

no recoge la caca,

tal vez la considere abono.

.

Cruje la ventana con el viento,

los árboles se bambolean

empieza una pertinaz lluvia.

Me gustaría ser el cristal

donde rebotan las gotas.

¡Un beso bajo la lluvia!

 

El trópico fija sus reglas,

se abre el cielo

el sol resplandece.

Cantan los pájaros,

el gato sube de nuevo al auto.

 

Bajo el enorme jabillo del jardín,

debe ser agradable leer,

un clásico sería ideal,

aunque… el perro lo orinó.

 

Cargado de sutilezas,

un colorido caleidoscopio celeste

presagia la partida de la luz.

¡Se desvanece otro día de encierro!

 

LOS LIBROS Y SU DESTINO

Veo libros tristes en algunos lugares:

en las bibliotecas bajo régimen militar.

En las librerías en reclusión condicional.

Los colocan en estricta formación,

organizados por tipo, conocimiento,

nombre, aspecto, ubicación o moda.

Números y códigos los identifican.

En cambio,

en una casa se ven felices.

Se ubican en cualquier espacio,

el lugar no representa nada.

Pueden jugar al escondite,

llamar la atención

o desaparecer en manos ajenas.

No hay restricciones,

disfrutan de libertad.

 

Sin embargo, algún día…

por necesidad de espacio,

renovación, cansancio o nuevos dueños,

con suerte…

serán donados a una biblioteca,

o terminarán en ventas de libros usados.

 

En caso contrario,

¡florecerán cómo papel reciclado!

 

MI CONFIDENTE

 Mi encierro lo acompaña

una silenciosa confidente,

sobre ella derramo:

problemas, miedos y ambiciones.

 

Nos conocemos de siempre,

antes las noches eran nuestras,

ahora somos una constante.

 

Escuchó mis primeros versos,

supo de mis desamores.

Consuela mi soledad.

Ante cualquier desaliento,

abrazo su cuerpo con fuerza

y hundo mi cabeza en su ser

en busca de sosiego.

 

Nunca obtengo respuesta,

ella se impregna con mis lágrimas.

Solo escucha.

 

Si la rabia me invade,

maltrato con furia su fragilidad.

Y no le importa,

no se inmuta,

mantiene su actitud servicial.

 

Recluido en la casa,

cansado de la rutina,

corro a su lado

y ahí está ella,

esperando.

¡Mi inseparable almohada!

Reseña biográfica:

Aurelio García Martínez. Caracas. Ingeniero Electricista / UCV. Ha participado en diversos talleres literarios. Sus relatos han sido publicados en la Antología del Trasnocho (Fondo Editorial Caribe, 2007), en la Revista Nacional de Cultura (número 337, 2009), en la Antología Fiesta de la Ficción (bid & co, editor, 2010), en la antología Nudos y desenlaces (bid & co, editor, 2013), en la antología El nombre de la ficción (bid & co, editor, 2016) y en la antología Entre la vida y la ficción (IPD 2017). En el año 2016 le fue publicado el libro de relatos: “Sutilezas entre armas y delincuentes” (2016). Ganó una mención en el concurso de literatura Salvador Garmendia 2009 y en el concurso de cuentos de la Fundación en Plural 2019. Es miembro activo del Círculo de Escritores de Venezuela y forma parte de la Peña Literaria Sinenomine.

@aureliusg1    @AureliusG        aureliusag@gmail.com

 

CARLOS ALARICO GÓMEZ, A UNA ROSA CENTENARIA

 

A UNA ROSA CENTENARIA

Canto de amor filial

Por Carlos Alarico Gómez

 

Un dieciséis de abril nació una rosa

linda, sutil y llena de alegría,

una princesa que colmó de amor

el hogar de Carlos y María.

 

La niña creció feliz en su jardín de rosas,

con su muñeca de trapo y de papel,

y en el afán de cultivar mimosas

cada mañana regaba su vergel.

 

Su padre le escribía poesías,

que llenaban su mente de ilusión,

forjando hermosas fantasías

en su bello mundo de ficción.

 

Le contó una vez que fue en Canaima

donde el dios Amalivaca la vida concibió,

así surgió la tierra del Roraima

y junto al Imataca el macizo despuntó.

 

 

Rosita era feliz en su Guayana

hasta que un día se oscureció su amanecer

no la arrullaba ya su padre en las mañanas,

lo que hizo su voz enmudecer.

 

El Yuruari detuvo su carrera

su dolor en la Gran Sabana resonó,

mas un ángel acudió a su lado

y la reflexión su entorno iluminó.

 

En ese afán se encontraba ensimismada

cuando de pronto apareció el amor,

era un joven que venía de tierra extraña

y delicado le contagió su ardor.

 

Ese ignoto virus embriagó su mente

motivaba su tierno corazón,

viajó con él a su privado ensueño

y muy pronto se convirtió en pasión.

 

Era entonces una linda damisela

cuando sucumbió al embrujo seductor

del joven Rubén que venció su casta estela

y con varonil tesón ganó su amor.

 

A Rosita no la atemorizó el peligro

su afecto en fervor se convirtió,

y llegó el día que en su regazo tuvo

a su primer hijo, al que llamó Almanzor.

 

Fue la madre más feliz de la comarca,

su primer retoño la hizo enternecer,

la linda niña del jardín de rosas

era ahora una mujer.

 

Rosita logró tenerlo todo:

la prole, la esperanza y el amor;

y para corresponder al hombre de sus sueños

año tras año le regaló una flor.

 

Ahora su realidad eran sus niños,

fueron flores que le dieron madurez,

y con el tiempo solo recordó a Guayana

con su muñeca de trapo y de papel.

 

Mas a Rosa no le alcanzó su tiempo

para ver a sus hijos despuntar.

Su misión la terminó en Caracas,

donde un ángel la vino a buscar.

 

Fue muy triste el día de su partida

dejó tras sí su espacio terrenal,

a su familia la marcó una herida

con un dolor inmenso y abismal.

 

Rosa descansa hoy en camposanto

hace un siglo que inició su trajinar

a mil kilómetros está su Tumeremo,

de donde se tuvo que marchar.

 

Se fue Rosita, la feliz muchacha,

la que en su niñez forjó un dulce vergel

quien con su risa cristalina y pura

prodigó su alegría por doquier.

 

Hoy está junto a Carlos y María,

la compañera de viaje de Rubén,

al lado de varios de sus hijos

que con ella están en el edén.

 

Y aquí termino de contar la vida

de quien pequeño me hizo comprender

la importancia de vivir queriendo

y de adquirir la dicha de aprender.

 

Poema escrito en endecasílabos al estilo clásico

Carlos Alarico Gómez. Destacado escritor venezolano. Magister en Historia y profesor,  con una amplia obra publicada. Sus libros se encuentran en Amazon.

Editora de la web: @carmencristinawolf en Instagram

@literaturayvida en Twitter

 

LA PROCRASTINACIÓN… Cuando tenga tiempo, empiezo

LA PROCRASTINACIÓN…   Cuando tenga tiempo, empiezo

Por Ernesto Marrero Ramírez

En la actualidad se ha puesto muy de moda el termino procrastinar, el cual consiste en posponer o retrasar tareas importantes para después, aunque se posea el tiempo para eso o se presente la ocasión y en muchos casos se sustituyen por otras situaciones más irrelevantes, ya sea por flojera, miedo o simplemente por el hecho de postergar las cosas para un mañana. Tal vez un mañana que nunca llegue.

La palabra «procrastinar» se origina del latín procrastinare y denota «dejar de hacer algo para mañana o para un mañana». Sus componentes léxicos son el prefijo pro, que remite a ‘adelante’, y el término cr?stinus, por ‘mañana’.

Es cierto que la rutina del día a día crea una especie de adormecimiento o sonambulismo en las personas que solamente piensan en cumplir el objetivo del día y ya, al día siguiente lo mismo y así continúan este círculo vicioso, otros son arrastrados como manada que corre a ciegas para seguir a los demás, guiados por modas que, en muchos casos, lo que hacen es deteriorar a la sociedad con antivalores, en vez de reforzar sus bases con patrones constructivos. Por otro lado, se suman las exigencias y distracciones que plantean las redes sociales que, en un alto porcentaje, transmiten ideas vacías, tan solo por incentivar el espectáculo y así poder captar más likes y seguidores. Todos estos factores tienden a alejar aún más a los individuos de plantearse objetivos profundos en sus vidas de tipo existencial o de cimentar legados que ayuden a encaminar los derroteros de la humanidad, ejemplos virtuosos que ensalcen el honor y la dignidad de las personas.

En mi artículo “La muerte, una oportunidad para vivir”, hablé sobre la necesidad de tener consciencia sobre la finitud de nuestras vidas, sobre ese corto período de tiempo que estamos en este mundo, tan corto que los orientales dicen que pasa más rápido que un parpadeo del ojo de Dios; y allí expliqué: “Esta conciencia (la que entiende la finitud de nuestras vidas) nos llevará a ser menos apegados a las cosas materiales, a ser más humildes y menos arrogantes porque entendemos nuestra fragilidad, a examinar nuestro comportamiento y corregir los errores, a revisar constantemente la vida que llevamos y preguntarnos si en realidad estamos luchando por nuestros sueños, si hemos perdonado a quien deberíamos perdonar, a hacer aquello que nos llena y a dejar de perder el tiempo en cosas triviales o a estar sumergidos en la sempiterna rutina de la cotidianidad que nos conduce al adormecimiento, y termina por convertirnos en esclavos de una sociedad que se especializa en fabricar nuestros deseos y hacernos olvidar que estamos de paso por este mundo. A no dejar pasar los días como si fuéramos a vivir para siempre y a no posponer para un futuro incierto lo que para nosotros es importante ahora, y después arrepentirnos de no haberlo hecho, en otras palabras, a preguntarnos si estamos cumpliendo con la frase de Gandhi que nos invita a vivir como si fuéramos a morir mañana y a aprender como si fuéramos a vivir para siempre”.

En este mismo sentido, tenemos la frase Carpe Diem del pensador romano Quinto Horacio Flaco, mejor conocido como Horacio, que se traduce del latín como “aprovecha el día”, expresión que también se ha puesto mucho en el tapete en estos días. En su oda número 11 verso 8, que habla sobre la inevitable muerte, nos dice Horacio: carpe diem, quam minimum credula postero, que se traduce como “aprovecha el día, no confíes en el mañana”. Aquí nos invita a reflexionar sobre nuestro tiempo presente, que en realidad es lo único que poseemos, ya que el ayer es solo un recuerdo, una experiencia y el mañana una proyección, una expectativa.

Esto nos lleva también a la confrontación entre Cronos y Kairós. El primero es el dios del tiempo, pero del tiempo lineal, cuantitativo, aquel que puede ser medido y que todo lo devora, como lo hizo con sus hijos, porque es indetenible. Él es el que nos recuerda los segundos, minutos, horas, días y siglos que transcurren en el hilo de la historia, el que se coloca del otro lado del espejo y nos muestra las marcas que la vida deja sobre nuestro rostro con el transcurrir de los años. El otro es Kairós, que es el dios de la oportunidad, la personificación de la Ocasión. Habitualmente es considerado el hijo más joven de Zeus, aunque no se conoce sobre su madre o descendencia. Es representado como un ser pequeño y calvo con un único mechón de pelo que colgaba en la parte posterior de su cabeza, si la persona era capaz de sujetarse de él en el momento preciso, le sonreía la suerte, la felicidad, pero si tardaba un solo instante más, sus manos resbalaban y perdía la oportunidad de alcanzar ese estado de plenitud. Él representa un lapso indeterminado en que algo importante sucede, son los momentos en que podemos vivir una situación o un evento y nos olvidamos de todo, es cuando se vive un presente con intensidad y el tiempo parece detenerse. Se dice que cuando Kairós se manifiesta en su totalidad vence a Cronos.

Y si solamente contamos con este presente, por qué postergar tanto esas cosas relevantes que debemos solventar o materializar, esos sueños que por años hemos querido cumplir y no nos atrevemos a hacerlo.

A continuación, transcribo este apólogo titulado “Cuando tenga tiempo, empiezo”, que extraje de mi libro, con el mismo nombre, y que intenta mostrar la importancia de ejecutar hoy las tareas que nos hemos propuesto, y evitar postergarlas para después.

 

Cuando tenga tiempo, empiezo

Era un hombre muy ocupado. Su vida transcurría entre el tráfico, el trabajo y su familia, pero para él no tenía tiempo porque era una persona que vivía envuelta en sus ocupaciones. Nunca disponía de un espacio para hacer las cosas que en realidad le agradaban, como ir al gimnasio, continuar sus estudios universitarios, cantar en una coral y buscar su realización interior, aunque en muchas ocasiones se le presentaba la oportunidad de realizarlas y terminaba diciéndose: «cuando tenga tiempo, empiezo».

En algunas circunstancias la vida nos enseña que estamos equivocados en nuestra forma de pensar, y así sucedió en esta historia:

Ese día había sido muy estresante; en la empresa le habían dado el cargo a un compañero que acababa de terminar su carrera universitaria, pero a él no porque carecía del perfil académico exigido. De regreso a su casa visitó al médico, y éste le dijo que debía hacer ejercicios y modificar su régimen alimentario porque estaba pasado de peso y, además, tenía el colesterol y los triglicéridos demasiado elevados. Los nervios lo invadieron y entonces recordó los comentarios de unas secretarias que hablaban sobre la visita al país de un reconocido sabio, que venía a pasar unos días en la ciudad para reunirse con sus discípulos y, además, dictaría unas conferencias. En ese momento decidió ir a conocerlo.

Cuando llegó al lugar estaba vacío, pero encontró varios cojines en el suelo colocados en forma de círculo, y se sentó en uno de ellos.

«Seguro que llegué muy temprano», pensó, «esperaré a que vengan los demás… Ojalá que logre relajarme, estoy muy tenso».

Un anciano tembloroso que caminaba con un bastón se acercó:

—Disculpe, ¿puedo sentarme en esta silla? —preguntó mientras señalaba con el índice a una que estaba junto a la pared—. Es que mi cuerpo ya no da para usar un cojín, eso es para los jóvenes.

Le acercó la silla al anciano y continuaron conversando.

—Yo estoy esperando a que lleguen otros asistentes; creo que me vine muy temprano, ¿y usted?

—Sólo venía a conversar con este famoso maestro de quien me han hablado mucho —manifestó el anciano.

—¿Y tiene usted algún problema? —indagó con curiosidad.

—Es que mi cuerpo ya no responde igual —comentó con una mueca de dolor—. Pasé muchos años trabajando para tener una casa, un carro y mi familia. Nunca tuve tiempo para hacer las cosas que deseé en la vida porque estaba muy ocupado y, ahora que lo tengo porque estoy jubilado y mis hijos se casaron, ya mi cuerpo no me responde como quisiera; además, sé que la muerte me espera y por eso he venido a buscar una orientación espiritual, y así encontrar un poco de paz en mi mente.

En ese momento, él comenzó a verse reflejado en el anciano; cuando transcurrieran los años seguramente terminaría igual.

—Pasé mi vida acumulando logros materiales —continuó con el relato—, pero nunca me dediqué a elevar mi conciencia, ni a escuchar las exigencias de mi espíritu; tampoco pude hacer realidad mis sueños más profundos. Para todo tenía una excusa y así fui postergando las cosas para después, pero los años pasaron más rápido de lo que yo pensé, y ahora mi cuerpo no responde igual que antes… Siento que el final se acerca.

—Nunca es tarde señor, todavía puede hacerlo, lo importante es que ahora sí tiene tiempo —dijo el hombre para alentarlo.

—Me siento alegre porque al menos podré iniciar mi búsqueda interior, pero estoy consciente que no llegaré a la meta final porque me quedan pocos años de vida, y lo ideal es entregarse a este camino con un cuerpo fuerte y una mente lúcida… Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y recomenzar; debí haber llevado un mayor equilibrio entre lo material y lo espiritual. Ahora entiendo que somos cuerpo y espíritu y, sobre todo, hubiese enfatizado en materializar mis sueños. La música y la pintura siempre me fascinaron, pero nunca les dediqué tiempo… siempre lo dejé para más adelante. Me pareció que tenía otras prioridades, pero ahora me doy cuenta de que todo lo que alimente el alma es necesario para conocernos internamente y alcanzar un equilibrio emocional, por eso nunca debe postergarse.

—Yo también soy así señor —confesó el hombre que hablaba con un nudo en su garganta— y usted me acaba de enseñar que debo cambiar y comenzar desde hoy a escuchar a mi corazón, porque mañana seguramente será tarde… Gracias por este mensaje.

El anciano se sonrió y, de momento, su cara tomó otro semblante; parecía que una fuerza celestial se había apoderado de él. Su espalda se enderezó, se puso de pie y dejó el bastón a un lado. Las arrugas desaparecieron de su rostro y se movió con mucha agilidad, luego se sentó en el cojín donde iba el maestro.

—Has aprendido la lección —dijo con una enorme sonrisa en los labios.

—Pe…pe…ro, ¿quién es usted? —preguntó perplejo.

—Soy el reflejo de tu conciencia y la vida te ha traído hasta aquí para que cambies. Tomé esta representación sólo para que te reflejaras en ella y empezaras desde ahora a vivir el presente, y a buscar dentro de ti tu verdadera identidad. Para todo hay tiempo en esta vida siempre que lo sepas distribuir. Los extremos te llevan al desequilibrio, el verdadero sendero es el del medio.

En ese instante comenzaron a llegar los discípulos para sentarse alrededor del supuesto anciano, quien en realidad era el sabio.

Desde ese día el hombre cambió su ritmo de vida y empezó a buscar el equilibrio entre el mundo material y el espiritual. Culminó sus estudios universitarios, entró en un gimnasio y actualmente canta en una importante coral; también entendió que la vida es transitoria, y que el proceso del autoconocimiento y la realización interior deben comenzar desde hoy.

Ernesto Marrero Ramírez. Es poeta, cuentista y novelista venezolano. Es licenciado en Administración, cursó estudios de posgrado en Filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello. También realizó estudios de psicología existencial en la Universidad de Winner de Lima. Y de Psicología Analítica  en el Centro de Estudios Junguianos de Caracas. Cursó un Diplomado sobre Narrativa Contemporánea en la UCAB. Es investigador, articulista, conferencista y productor de micros radiales.

Libros publicados: El pececito que quería ser humano, La leyenda del sabio de la montaña, Cuando tenga tiempo empiezo, Pasajes secretos del alma, El jardín de la existencia, El futuro nos alerta, El Tiempo y su legado. Algunos de sus títulos han tenido excelente acogida en el mundo literario y en las instituciones educativas.

Editora: @carmencristinawolf

 

 

CABALLOS, CABALLOS Y MÁS CABALLOS

Alvaro Pérez Capiello

 

CABALLOS, CABALLOS Y MÁS CABALLOS

Álvaro Pérez Capiello

Sánchez Espacio Arte, galería ubicada en el CC Terraza de Lomas de La Lagunita, inaugura el domingo 16 julio la muestra Equos Aeternus, una exposición colectiva que gira en torno a los caballos, como símbolos de libertad, resistencia, determinación y coraje. La cita, reúne obras de: Alirio Palacios, Jorge Dáger, Eduardo Azuaje, Leonel González, Alexis Fernández, Roger Sanguino y José Enrique González. Todos, creadores de reconocida trayectoria en el campo de la plástica, quienes ofrecen sus visiones del tema empleando diversos formatos y soportes.

Para los griegos, el primer caballo creado fue Pegaso, hijo de Poseidón y de Medusa, una de las tres parcas a quien Perseo cortó la cabeza. Este caballo de Zeus, residente alado del monte Olimpo, refleja el lado instintivo del ser humano, estando, por ende, a contrapelo de las emociones. Otro héroe de los tiempos heroicos, Aquiles, aquel de «los pies ligeros» de La Ilíada, también tuvo dos caballos legendarios: Xanthus y Balios. Asociado con el poder y la virilidad, este animal fue clave para la expansión del pueblo mongol en los años de Gengis Kan, al punto que se decía que: «un mongol sin caballo era como un pájaro sin alas». Los chinos, lo consideraron como la representación del amor y la estabilidad, usándolo como un signo del zodíaco. Lo cierto es que el caballo fue una pieza clave en la conquista y el poblamiento del Nuevo Mundo descubierto por Colón y, en la actualidad, continúa prestando un servicio determinante en la agricultura, así como en otras actividades productivas.

En el terreno de la literatura, resulta difícil no recordar a Bucéfalo, a Rocinante, fiel compañero de Don Quijote en sus hazañas como caballero andante, o a Babieca, el caballo de Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador). La lista sería larga, por lo que conviene detenernos aquí… Refiriéndonos a la pintura venezolana, grandes maestros han representado en sus creaciones a los caballos, colocando de manifiesto la belleza y la importancia de estos animales, cuyas primeras representaciones en el arte rupestre se remontan al año 3000 a. C. Me vienen a la memoria, cuadros de: Arturo Michelena, Tito Salas, Carlos Otero, César Prieto, y tantos otros.

La muestra que nos ocupa, refleja una acertada escogencia por la calidad de los trabajos exhibidos. En la acera de los motivos, vemos a caballos saltando obstáculos, a galope, en reposo, o simplemente bebiendo agua de un riachuelo. También, elementos asociados con la equitación, como: sillas de montar, fustas, o botas. Obras muy coloridas que, de seguro, transportarán a los espectadores a momentos de su niñez, o a citas tan emblemáticas como los clásicos corridos en el Hipódromo de La Rinconada o, en épocas más lejanas, en los terrenos de El Paraíso. Recomendamos, pues, visitar Equus Aeternus en Espacio Sánchez para dejarse conquistar por la magia de los caballos.

#alvaroperezcapiello

Áñvaro Pérez Capiello, destacado  novelista, cuentista y ensayista venezolano. Abogado, profesor universitario.

RAQUEL MARKUS-FINCKER: LA POESÍA Y LOS CONCURSOS

La poesía y los concursos

Tengo sueños grandes y siempre apuesto por ellos

 Por Raquel Markus – Finckler

Estos días he estado recibiendo buenas noticias de concursos internacionales de poesía en los que he participado recientemente. No logré el primer lugar; sin embargo, en ambos certámenes pude posicionarme en el top six de los finalistas escogidos por prestigiosos y preparados jurados calificadores.

En ambos certámenes resulté la representante de Venezuela que más lejos llegó en la calificación final, pues los primeros puestos quedaron ocupados por poetas procedentes de América del Sur (más específicamente: Uruguay, Chile y Argentina). Lo que no es de extrañar, pues en estos países hay un apoyo más evidente de la sociedad y del Estado al desarrollo de la cultura, de la literatura y de la poesía.

El primero de ellos fue organizado en España y tiene un gran renombre en el medio literario internacional. Sobre este logro solo puedo comentar por el momento que, entre los más de trescientos poemarios participantes (los cuales debían tener una extensión mínima de quinientos versos), el Comité de selección eligió doce trabajos que correspondían a poetas de España, Portugal, Uruguay, Cuba, Venezuela, Argentina, Perú, México y Panamá; y que al anunciar el veredicto final, el presidente del muy calificado jurado me informó que mi obra resultó calificada como una de los seis primeras de esta edición.

El segundo certamen al que hago referencia es la Competencia Poética Oscar Wilde 2023, organizada por el Grupo Editorial Bernavil Internacional de Venezuela, liderada por Joiner Bernavil quien, al igual que yo, es miembro del Círculo de Escritores de Venezuela. Esta tercera edición logró la participación de más de quinientos poetas provenientes de Argentina, Chile, Panamá, Colombia, México, España, Perú, Cuba, Guatemala, Bolivia y Venezuela que aceptaron la convocatoria realizada por el Grupo Editorial con la intención de salvaguardar y proponer espacios para la cultura poética en nuestros pueblos de habla hispana. El jurado calificador de este año lo integraron dos reconocidas poetas españolas: Patricia Crespo y Mónica Moranchel Matarranz.

Mi poema “Prófuga de la vida” quedó de sexto en la clasificación final, entre los cincuenta y dos Poetas Oscar Wilde Internacional seleccionados, y fue elegido como el mejor del team Venezuela, el país latinoamericano con mayor número de participantes en este concurso que es organizado por una firma editorial que ha logrado posicionarse en Venezuela como la de mayor prestigio en el occidente del país, específicamente en el estado Zulia.

Ambos resultados me llenan de orgullo, satisfacción y, por supuesto, de emoción; y también me convidan a preguntarme por qué me ha interesado tanto participar en concursos internacionales relacionados con el área literaria. Me miro en el espejo y me pregunto si será un asunto de ego, y para ser sincera conmigo misma, la respuesta me indica que no está relacionada directamente con ese asunto.

Entonces ¿de qué se trata?, ¿será acaso la adrenalina que despierta cualquier competencia en la que tengo oportunidad de resaltar?, ¿la posibilidad de medir mi talento con otras personas que no conozco y no me conocen?… Tal vez hay un poco de eso, pues reconozco que soy competitiva… pero sigue sin ser la respuesta que más me satisface… así que sigo viajando dentro de mí para llegar a algo más profundo y sincero…

Luego de meditar mucho sobre el asunto, la mirada en el espejo me devuelve la respuesta más certera, la competencia no es con los demás: la competencia es conmigo misma. Es una especie de pasión que arde en mi interior y que me lleva a querer llegar un poco más lejos, un poco más adentro y también un poco más alto…

Desde pequeña, la poesía me ha permitido salvarme, me permitió seguir creyendo y creando… Me permitió edificarme como ser humano… Llenó mis vacíos y mi soledad existencial con palabras sublimes, etéreas y preciosas… Me aportó la fortaleza que me transmitieron poetas que nunca llegué a conocer, pero cuyas palabras me acompañaban, me curaban y me animaban a seguir buscando dentro de mí el increíble manantial de esperanza, fe y valentía que significaba para mi alma la palabra poética… Mi búsqueda de la excelencia me ha llevado a convertirme, cada día, en un mejor ser humano, en una mejor escritora y, por lo tanto, en una mejor poeta…

Para mí la poesía es sinónimo de vida. Si tengo un estímulo o aliciente que me permita seguir en contacto con ella, (con la que leo, con la que siento, con la que creo) … es razón suficiente para zambullirme dentro de esos caminos que me conducirán nuevamente al encuentro de la Verdad y la Belleza, los dos valores más certeros que residen en la palabra poética. La participación en estos concursos significa una increíble motivación para seguir buscando dentro de mí los caminos más certeros, adecuados y directos que me permitan seguir bebiendo del manantial de la poesía y, por lo tanto, me animan a seguir descubriendo y desarrollando una voz propia y particular.

 Los concursos literarios son una invitación a seguir creando poesía creando buena y verdadera poesía o, al menos, una poesía que me satisfaga, que me llene, que me retrate y me desconcierte a mí… Pues, aunque al final sean otros los que me lean, evalúen y califiquen… la verdad, es que yo escribo para y por mí. Soy mi primera lectora, la más exigente y la más crítica. Soy mi primer jurado, el más severo y el más riguroso.

Luego de meditarlo mucho, aunque me resulté atractiva la idea de medirme con otros poetas en este tipo de certámenes, en realidad, en el terreno de la literatura, y de la poesía en particular; la competencia es conmigo misma. También logré entender que mi barra está cada vez más alta… tan alta como el vuelo en el que me llevan las alas de la poesía en que creo, y de la poesía que cree en mí. Tan alta como mis anhelos y deseos.

Ya lo he expresado antes: yo tengo sueños grandes y siempre apuesto por ellos…

El Círculo de Escritores de Venezuela felicita a la poeta, comunicadora social y periodista por este Premio obtenido en la Competencia Oscar Wilde 2023