Cinco poemas de Kornelius Dekker

5 poemas de Kornelius Dekker

Evanescencia (2015)

Kornelius Dekker

(heterónimo de Jerónimo Alayón)

Cita APA

Dekker, K. (2015). Evanescencia. Autoedición.

Aquí

Aquí, es decir, un hombre que conozco.

Paul Celan

Aquí ~ en este lugar negado por las enciclopedias ~ en esta hora mentida por los relojes ~ en esta palabra abjurada por el silencio ~ en este sueño escindido

Aquí ~ que es menos que allí ~ he aguardado por la espada que amenaza con decapitar la mañana del día señalado

Tú has venido a mí ~ cada noche ~ en medio de una pesadilla de légamo y feroces vientos ~ tú sabes dónde acaba el lecho del río que nunca engendró su agua ~ tú me salvas cuando la última campana grita mi nombre contra las rocas del arrecife ~ aquí es la tempestad y el paso desnortado ~ allí ~ contigo ~ los mares se abrazan al fuego que viste de canas el dolor

Aquí ~ un hombre ~ solo eso ~ esquivo las sierpes de letras que inoculan su ponzoña más allá de las gramáticas ~ bebo un vaso de coñac destilado de la ubre del mundo ~ de noche me arropo con la tierra que sobra de los cementerios ~ aquí ~ un hombre como todos ~ una letra de cambio girada contra el tiempo

Tú sabes que danzamos sobre la esfera de un reloj ~ dijiste ~ callé ~ pensé ~ solo necesito una nostalgia para navegar hasta el nunca ~ no lo comprenderás ~ tendrías que habitar la garganta de una campana rajada ~ cueva poblada por sombras de los árboles que caminaron hasta el desierto

Aquí ~ donde el viento es una promesa apuñalada bajo los libros quemados en Berlín ~ aquí ~ al norte del infierno ~ al sur de Armagedón ~ aquí ~ muy lejos de allí

La Taciturna

Yo estaré sentado en el borde del nunca cuando la Taciturna me circunde con su lazo de niebla ~ para entonces ya nadie sabrá que estuve allí ~ aguardando cada siglo bisiesto ~ nadie

Habré mirado tanto que olvidaré mi nombre y el rostro de mi cansancio ~ ella vendrá a ofrecerme la promesa que no crecerá en los resquicios de las cercas ~ ella disfrazará mi fatiga con el tañer de los últimos adioses

Me iré sin pisar los charcos ~ sin salpicar la lluvia que otros despreciaron ~ sin huella que duela a los esclavos de la persistencia

Pero los perros del viento sospechan mi secreto ~ que la Taciturna ya ha venido ~ sin trompetas de cristal ~ me ha mirado y se ha ido ~ otro será el día más largo sin mí ~ el candado de humo aún aguarda por su pestillo de tiempo

No ha sido ~ sin embargo ~ la Taciturna quien me ha inquietado ~ sino su sombra ~ esa pastosa oquedad que aún tiene mi nombre

Tarda tanto la luz

         Supimos que el delirio era

        una forma de sostenernos

        en los precipicios.

                    Martha Kornblith

 

3:13 a. m.

Llegan ~ el ceño de José Antonio ~ la mirada de Alejandra ~ la sonrisa de Sylvia ~ el silencio de Paul

De entre todos ~ el poeta de la ofendida belleza me trae antes del alba el mandamiento de alejarme en silencio ~ y lo mismo que él ~ recuerdo apenas el lugar de mi ausencia

Martha y Anne llegan después de las palabras rotas ~ y hablan de versos que no caben en este mundo

Se sientan aquí ~ en esta hora execrada por el reloj

Me prestan sus voces

Les digo gracias ~ hace mucho que no tengo una

Solo Paul calla ~ no hay voz posible ~ me dice ~ y miro mis manos ~ que ayer eran ciertas ~ cadáveres de letras alucinando su vitalidad

Otra vez el filo de la madrugada se desliza sobre mi cuello

Miro el espejo de mi estudio ~ está vacío de mí ~ solo libros y su quietud

Tarda tanto la luz

Lucidez

La poesía es un ojo sin párpado ~ lucidez que arruina la cordura

Mi voz reniega del eco ~ me miro ~ ¿soy eso? ~ hoja en el borde del camino ~ boleto caído en una esquina del andén

Tú me has visto precipitarme desde el campanario ~ me has recogido del suelo donde habitaba desde entonces ~ y has comprendido la señal que porto sobre mi carácter ~ tatuaje del infortunio

Cuando los pájaros de la tarde pregunten por mí ~ diles que hui al fondo del espejo

La última lucidez es la persistencia de no estar más en uno mismo

Qué cansancio

Tengo cansancio de la noche ~ que no cesa de hendirme con su luz de pájaros ~ que no cesa de evaporarme en su ataúd de voces

Camino por entre las sombras de los barrotes ~ el mundo es el recuerdo de una celda tallada en el ojo de la noche ~ miro mis manos ~ su eruptiva de fracasos ~ yo pude tener el nombre del viento que embiste al arrecife

Huyo hacia el espejo ataviado con sábanas ~ las velas urden su sombra ~ y tú no llegas

Autor: Jerónimo Alayón y su heterónimo

 

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