DANIEL NAVAS. SELECCIÓN DE POEMAS

Daniel Navas nació en Caracas, Venezuela, en 1953. Desde septiembre de 2016 reside en España.

Es licenciado en Economía con un Master of Sciences (MSc) en Economía Industrial (Rumania, 1979). En 2015 se retiró de la profesión y en el 2017, de la mano de la poeta española Pilar García Orgaz se incorporó al taller de Poesía de Jesús Urceloy en Fuentetaja, Madrid. Hasta el momento su único libro publicado es “El salto del lugar más profundo” (Ars Poética, España, 2022). Poemas de su autoría fueron publicados en la antología: “Antología 54 poetas que corrieron la Maratón de Chicago” (Ars Poetica, 2018). Ha colaborado con la revista digital Aschel Digital (2020). Ha participado en varios recitales en Madrid (2018-2019) y en Barcelona, España (2021) y en los festivales de Poesía: Festival Internacional de Poesía (Asociación Cultural Diverbium, Centro Cultural Casa de Vacas, Madrid, Marzo 2019) y Festival Hispano Rumano de Poesía (Asociación Cultural Diverbium, embajada de Rumania en Madrid, abril, 2019).

En los versos de Daniel Navas, escritos durante el confinamiento de la pandemia del Covid-19, compilados en el libro “El salto del lugar más profundo” (Ars Poética, España, 2022) encontramos un salto a las honduras del alma, que indaga en la memoria, en lo pasado, lo perdido, pero al mismo tiempo mira hacia el paisaje del presente, la naturaleza que le rodea, los objetos, la luz, dotándolos de nuevo sesgo, de profundas resonancias. Lo mudo cobra forma y cobra voz al entrelazarse con esa alma quieta que observa, como sólo un poeta puede hacerlo. Mostrándonos ese asombro de lo real que produjo el confinamiento, ese asombro del ojo que mira largamente una calle vacía demasiado tiempo; que te arroja, te lanza al “lugar más profundo”, donde anidan los recuerdos más hondos y lejanos. Navas nos ofrece en estos versos llenos de lirismo, de verbo elegante, una suerte de compás de espera de un mundo que ve pasar los días y las estaciones, pero al mismo tiempo se encuentra de algún modo detenido. Lo que lo avanza quedó atrás, lo que lo avanza son los laberintos de la memoria.

Beatriz Alicia García N.

ABRIL Y LA HOJA VERDE DE LOS CÁRPATOS

«He soñado en el hombre
la víspera del adiós definitivo».
Jesús Urceloy

A Georgeta Cristea (Tutzi),
la hoja verde de los Cárpatos

Como un neón solitario de galería
el alba siempre desierta en el último cielo de abril,
el mar huérfano de horizonte
y sobre mis hombros la orilla del alfiler.

El reloj enmudecido se anida en el último solar
y la hoja verde de los Cárpatos
se inverna en un final de cerro mudo.

La misma huella dibuja el monólogo de la noche
y con el síntoma que inhala la metáfora
voy en la cuenta regresiva del musgo
sin otro misterio
que el último aire que cierra la ventana.

Sin la butaca y su incertidumbre
y bajo una cadencia de contraluz y neón,
abril se retira sin irse
con su enjambre de curiaras y canoas oscuras
en río que corre sobre un rumor de tierra.

Y en la seducción de la memoria:
la hoja verde de los Cárpatos.

AMANECER

La cortina me obliga a repetirme
entre sus pliegues
que al correr
despiden la penumbra.

El sol se derrama ciego de párpados
y teje un aterrizaje de inexacta sombra.

La ventana es una predisposición
de reflejo, rostro y ausencia
con síntoma de rastro, juicio y azar,
de lo que pudo ser y no fue.

El mismo bálsamo: un nuevo día,
todo se recobra, todo continúa.

Y escucho la celebración:
la hoja verde acoge el ave que la ronda.

AUSENTE CERCANO

A cierta hora
sin memoria
sin roce
sin brisa,
algo vuelve.

Pasa a mi lado como eco de llovizna y musgo.

Y vuelve con el mismo acento del crujir de una llama,
como la pisada de una ramita seca
en el sendero de un bosque detenido,
el columpio que le mece un ruido a la ventisca,
el abrazo de vidrio con olor a incienso antiguo,
la vieja caricia que anochece sin reestreno,
el borde sin sonido de mis tardes.

Y pasa a mi lado como eco de llovizna y musgo.

¿Cuál es el ausente cercano
que vuelve, que pasa y me sorprende
como un recuerdo mendigo?

AUTORRETRATO

Yo sé que no soy el que siempre soy.

Busco el matiz que despierta el rumor.

Me arrimo al selfie,
a la imagen fundida en la grieta y el polvo,
el espejo es fotomatón a mano alzada,
territorio inmune de indicios.
No hay ritual,
ocultan el ayer en el eco de hoy.

La mirada es un exilio de ojos abiertos,
un destello de foco amable,
un respiro de una somnolencia envejecida.

Mis labios son un silencio de pincel,
¿y la sonrisa?
siempre la misma pregunta en el mismo poste de luz,
como si fuera una mueca asfixiante que se lleva de sello,
solo es hebra,
es humo tenso quebradizo.

Tengo un perfil de red melliza
que arrastra algo de escarcha
y derrama la señal de que estoy en un atajo
que desciende hacia un final de almanaque.

Y siempre, estoy recostado a un fondo de aire sobrante
que redunda en una pared que sueña más allá de ella.

Editora: Carmen Cristina Wolf @carmencristinawolf en Instagram 
@literaturayvida en X

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