RAQUEL MARKUS-FINCKLER: LAS HORAS NEGRAS

Palabras de Raquel Markus – Finckler en la presentación del poemario «Las Horas Negras. Poemas que expresan emociones de manera profunda y conmovedora relacionadas con el “Holocausto». El acto tuvo lugar en la Feria del Libro del Oeste de Caracas FLOC UCAB 2023, en los espacios de la Universidad Católica Andrés Bello el pasado lunes 27 de noviembre:

Muchas gracias a quienes me honran con su presencia en la tarde de hoy, gracias por acompañarme en esta presentación.

Gracias a mis editores: los hermanos Rodolgo, Tomas, Miguel Osers por creer en mí y llevar adelante esta publicación con su Editorial Osers & CO. Gracias Judith Osers Muller, quien diseñó y maquetó esta publicación y es la autora de las hermosas ilustraciones que lo acompañan.

Gracias al autor del prólogo más poético, sincero y estremecedor que ha podido tener mi poemario, Jesús Peñalver.

Gracias a Luis Alejandro Aguilar Pardo y a don Rodolfo Izaguirre por las hermosas, profundas y enaltecedoras palabras que le dedicaron a mi poemario en la presentación de hoy.

Gracias a mi niña grande, Samantha Finckler, por ser la conductora de este evento.

Tomas, Jesús, Luis Alejandro, Don Rodolfo, Samantha: estuvieron impecables, inmensos, impresionantes… cada uno dictó cátedra… cada uno dio grandeza, determinación, conocimiento y sensibilidad… les agradezco que ofrecieran un espectáculo precioso en honor a todas las almas presentes, de aquellas que estamos hoy aquí y las de los muertos que honramos … sé que fue una ofrenda espiritual y que en algún lugar invisible así llegó y así se sintió. Honrada y agradecida con ustedes por haberme dedicado sus más elevados vocablos. Yo los aplaudo de pie.

Como autora tengo algunas impresiones que quiero compartir con ustedes. La más importante, tal vez, es que en este libro no pretendo ponerme en los zapatos de quienes vivieron y sufrieron el horror que significó persecución y aniquilación sistemática, auspiciada por el estado, de los judíos europeos por parte de la Alemania nazi y de sus colaboradores entre 1933 y 1945. Yo no pasé por ello, no logro imaginarme lo que se debe haber sentido estar atrapado dentro de esa feroz e inhumana maquinaria, y no pretendo hacerlo en mis poemas.
Las Horas Negras refleja lo que mis abuelos paternos, y otros sobrevivientes que he conocido a lo largo de mi vida, lograron transmitirme sobre el dolor, la tristeza, la desesperación, la soledad, el miedo, la rabia que atravesaron en un viaje físico y emocional que les permitió salvarse del Holocausto, salvar sus vidas y escapar como pudieron de la muerte, la deshumanización y la destrucción total.
Mis abuelos paternos Mordejai y Haike Markus sobrevivieron y buscaron refugio en las hermosas, amables y muy humanas costas venezolanas, en donde pudieron comenzar sus vidas nuevamente, formar una familia; trabajar, vivir y aportar en una sociedad que los valoraba, en donde eran bienvenidos y necesarios.
Mis abuelos me enseñaron que se puede trabajar para crear luz sin importar que por dentro estemos llenos de sombras. Ellos no quisieron transmitirme la tristeza y el dolor que seguramente llevaban por dentro debido a todo lo que dejaron atrás, por todo lo que perdieron en su periplo hacia la vida. Sin embargo, se podía adivinar en sus miradas, en sus expresiones, en sus manos y en todo lo que callaban…
En el silencio era mucho lo que se decía y también era mucho lo que se callaba… pero las almas siempre terminan por entenderse entre ellas, y aunque yo era bastante joven cuando ellos dejaron este mundo físico, tuve oportunidad de aprender mucho de ellos… de lo bueno de la vida, de la esperanza, de las lucha y de la fe… pero también de lo malo que puede llegar a habitar dentro de seres que alguna vez fueron humanos y que se transforman en otra cosa… en una maquinaria aniquiladora… en una herramienta para la maldad, la depravación y la muerte…
Las Horas Negras es un grito desesperado, una advertencia, una señal de neón en la carretera… pues aquello que pasó una vez, puede volver a repetirse si nos equivocamos, si llegamos a olvidar, si no insistimos en repetir una y otra vez que eso sí pasó, que eso sí nos pasó. Los judíos, los humanistas, los que estamos del lado de lo humano tenemos que gritar más fuerte que los negacionistas, los revisionistas y los relativistas del Holocausto. No podemos rendirnos, no tenemos derecho a cansarnos, no podemos quedarnos callados. Nuestra consigna es y debe seguir siendo “no olvidamos, esto no debe volver a ocurrir nunca más”.
Este poemario pretende representar la voz de la tercera generación de sobrevivientes del Holocausto… no de la segunda, y ciertamente, no de la primera, es decir, la de mis abuelos. La poesía es un excelente puente para llegar, tocar y sacudir las emociones humanas… espero que mis palabras tengan el poder de hacerlo… el poder de crear sensibilidad, de hacer conciencia, de sembrar preguntas importantes, de poner a pensar y especialmente de poner a sentir a sus lectores… Sólo cuando hay una conexión emocional las personas podemos lograr la empatía, el entendimiento, la comprensión… y eso es lo que necesita este mundo, más personas capaces de conectar con su lado más humano por medio de la cultura y del arte… siempre he creído que la poesía nos salva, hoy más que nunca sé que la poesía nos salva de nosotros mismos.

Gracias a Milos Alcalay, a José Pulido y a Rafael Rattia por engalanar este libro con sus palabras. Gracias a las instituciones que lo avalan: el Círculo de Escritores de Venezuela, Espacio Anna Frank y la Fraternidad Hebrea B´nai B´rith de Venezuela.

Gracias a mi alma mater, la Universidad Católica Andrés Bello por abrirme hoy sus puertas nuevamente, ya no como estudiante en formación, esta vez como una autora que se honra en presentar su tercer poemario en los espacios que tanto ama, añora y admira, en los espacios que la vieron crecer y prepararse. Gracias a los organizadores de la Feria del Oeste de Caracas FLOC UCAB 2023, especialmente a Marcelino Bisbal y Jonathan López, por permitirme este espacio dentro de su programación.

NADA

Raquel Markus – Finckler. Del poemario «Las Horas Negras».

Se construyeron monolitos de cemento

y tumbas simbólicas sin nombres ni apellidos.

Se erigieron museos dedicados al horror

y monumentos que impresionan por su arte.

Se colocaron zapatos de bronce frente a un río.

Se amontonaron pilas de maletas que no llegaron a destino.

Se revelaron fotografías que retratan cuerpos famélicos y agotados.

Se sacaron publicaciones que cuentan y muestran lo que nunca debió ocurrir.

Se proyectaron películas que conmueven hasta las lágrimas.

Hubo algunos juicios y algunas sentencias.

Los testimonios quedaron grabados, editados y resguardados

 

Todo para llenar el vacío de la nada…

con algo, con todo, con poco.

Pues no hay forma de llenar el vacío de la muerte…

El vacío de seis millones de muertes.

De seis millones de nada.

Nada, así como suena.

Nada en singular.

La nada no se puede conjugar en plural.

La nada es única y eterna.

La nada es indivisible e inevitable.

No hay seis millones de nada.

Hay una sola y absoluta nada.

 

Y nada de lo que hacemos puede llenar el vacío que nos dejaron.

Nada quedó de mi familia paterna.

Nada del pueblo donde nació mi abuela.

Nada de mi tía abuela ardiendo en una hoguera.

Nada del primogénito que no pudo ser enterrado

y que murió de hambre con menos de un año de nacido.

Nada de recuerdos.

No hay retratos heredados ni manuscritos

con firmas añejas que me conecten al pasado.

No hay libros ni joyas en mi legado…

Y son pocas las historias que me quedan…

 

Nada es la respuesta a la pregunta que no llegué a formular.

Nada es la excusa que no alcanza para nadie.

Tratamos de llenar la nada que nos dejó la muerte,

pero no alcanzamos, no abarcamos, no entendemos…

 

Pero lo que más temo no es la nada que ellos nos dejaron

como herencia de su paso por Europa…

Lo que más temo es que parece

que este mundo bruto, sordo y ciego

no ha aprendido…

NADA

no ha entendido…

NADA.

 

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