Ana María del Re: La noche todavía

Por Armando Rojas Guardia

Como el mismo título del libro lo indica, el más inminente e inmediato símbolo que nos es accesible en este poemario de Ana Maria Del Re, editado por bid & co 2008, lo constituye la noche. Puede afirmarse que, sin duda, toda la cadena metafórica que engranan sus versos, y la misma rítmica respiración de éstos, están al servicio de ese símbolo primario y ancestral.

En primer término, la noche como el privilegiado escenario de la revelación del misterio. La noche como el espacio y el tiempo del hallazgo más íntimo y de los más hondos contactos con la realidad. La noche como el momento prístino de la autocomunicación del alma: «Cuando llega la noche / y se adormecen / todos los sonidos / la música que sientes / está en el alma»; «canta un pájaro / otro le responde / bastan dos voces / para llenar la noche».

No se trata, en la poesía de Ana Maria, de la noche del insomne, de la tiniebla desconcertante y desesperada; no se trata de la noche como experiencia infernal. Por el contrario, la noche de este poemario recuerda aquella otra «noche sosegada / en par de los levantes de la aurora» de la que san Juan de la Cruz nos dice: «Porque así como la noche en par de los levantes ni del todo es noche ni del todo es día, sino, como dicen, entre dos luces, así esta soledad y sosiego divinos […]». Al respecto, escuchemos a Ana: «dichosa madrugada / la que muy suavemente / me deslumbra»; «la noche junto a mí / y tanto sol / adentro», «descansa / alma mía / déjate seducir por el silencio / aún no ha cesado / la noche».

Pero hay otro aspecto del símbolo nocturno, tal como lo erige la poeta en este libro, que me gustaría destacar: es la noche como ascesis, como el momento de la maceración espiritual, del oscuro rigor que afina tanto al alma como a la palabra: «Ten paciencia / alma mía / aún te aguarda / un largo tiempo / de vigilias e intemperies / aún no te es dado escuchar / plenamente / el inmenso pálpito / del mar.» «La rosa blanca / está sola / en medio de la noche / no siente miedo / conoce su destino / ser rosa blanca / hasta que llegue el alba». Cabría recordar aquí a Rafael Cadenas: «Templa la noche el habla / que busca ajustarse / más allá de todo efecto». Sí, la noche le ha enseñado a Ana Maria a templar una dicción parca y económica, que huye de cualquier efectismo, de toda charlatanería exuberante, para habitar en la médula de lo esencial. La noche le ha enseñado a Ana Maria la delgadez de la contención.

Y es que hay un omnipresente y quedo misticismo en su poesía. Es mística esta poesía porque en ella palpita de manera tangible la aspiración a la plenitud «en nosotros -nos dice- / la plenitud / del relámpago». Mística porque apuesta por el despojamiento y la desnudez dentro de los cuales, y sólo dentro de los cuales, nos es accesible la experiencia inefable de un amor transfigurado: » La noche todavía / y tú tan lejos/ acaso te despierten / otros amaneceres / otras voces / aquí las aguas / se lo han llevado todo / menos tu nombre»; «Necesidad / de tenerte a mi lado / en la penumbra / de una habitación / intacta / uno en el otro / uno soñándose / en el otro / mientras sigue / la noche».

Para finalizar, quiero resaltar el hecho de que este poemario de Ana Maria del Re es un vibrante y sostenido canto al y del instante. Canto al instante porque celebra la dádiva que el tiempo a veces nos depara, ese obsequio cognoscitivo, anímico o sensorial con el que el transcurrir de los días nos colma en ocasiones. Hay un soterrado eco de aquella trémula solicitud de Fausto («instante, detente, eres tan hermoso…») en los versos de Ana María. Y canto del instante porque el poema, en este libro, brota como fruto de la aprehensión y la vivencia, profundas ambas, del momento al que se ha accedido. A la luz de lo vivido intensamente en el instante, el poema irrumpe como un relámpago de clarividencia: «acaso lo fugaz sea lo perpetuo».

Con un fraseo cuya musicalidad recuerda al laconismo elocuente de Ungaretti, la poesía de Ana Maria festeja de este modo las nocturnas íntimas nupcias de un cuerpo refinadamente espiritualizado con la plenitud del instante, interiorizada y compartida con nosotros en el texto.

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Ana María Eiras publica «Los secretos de Aurora»

CÍRCULO DE ESCRITORES DE VENEZUELA INVITA

ANA MARÍA EIRAS
presenta su nuevo libro
Los secretos de Aurora

Los secretos de Aurora, indaga con maestría el cuerpo de la soledad.
Ana María Eiras recrea obsesiones, máscaras, tatuajes que el hombre
ha utilizado desde los comienzos de la civilización
para despojarse de las carencias existenciales.

Editorial Vinciguerra, Buenos Aires 2009
Colección breviarios

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Presentarán la obra las poetas Carmen Cristina Wolf
y Lidia Salas Rincón, del Círculo de Escritores de Venezuela

Fecha: Viernes 3 de julio de 2009 – Hora 7 pm
Lugar: Sala Mozart, Colegio Emil Friedman
Calle Emil Friedman, Urb. Los Campitos
Caracas

Brindis de honor

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Poema de Carmen Cristina Wolf: Serranías de Cádiz

SERRANÍAS DE CÁDIZ

Por Carmen Cristina Wolf

Aquellos seres recios me contaban
de sus viajes al bosque de las vírgenes.

Árboles femeninos con sus trajes de corcho
esperan a los hombres que en hilera
atraviesan las sendas pedregosas.
Nueve años en silencio, el bosque se despliega
mientras borda dibujos en su cuerpo.

Alcornoqueros rudos
que cantan sus saetas en las noches
después de un largo día de faena.
Tumban sus hachas cerca del fogón
empinan las botellas y la bota de mosto
antes de sumergirse en la negrura.

Se venera a los árboles
antes de desnudar el tronco altivo.
Vírgenes, se enamoran y se entregan
el talador despoja de su traje liviano
en golpes delicados y precisos
como un diseñador de alta costura

Ignora el alcornoque
que ha de ocupar su sitio en las botellas
y servirá de ayuda al estudiante para pinchar papeles
al profesor para poner las notas.

Luego bajan, los hombres, sus borricos y mulos
sus mujeres esperan con el puchero humeante
ellas también son vírgenes de nuevo.

Desde entonces,
imagino aquel bosque, sus ardillas
y sus amantes que cortejan vírgenes.

Árboles con sus faldas de ropaje liviano.

Caracas, 2009

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Despertar

ALMA MATER

Por Alejo Urdaneta

DESPERTAR

Ha estado en coma por varios días. La trajeron a este lugar aséptico del Hospital Universitario, porque aquí cuenta con la atención médica apropiada, sin riesgos. Una complicación pulmonar que le impide respirar, y por eso la conectaron al tubo respirador. Ella no se opuso y, por el contrario, dio a los médicos esta solución que hemos consultado.

Nadie dice una palabra de la enfermedad de Cora ni de la sanación pedida a santos y doctores. Hay que esperar, es la única frase que se escucha en la puerta de la gran sala blanca. Y es tan joven para cargar con esto. Todos aguardan el momento de su despertar, sorprendida en la ruptura del sueño, y mientras tanto salen a ver las noticias de la televisión con la violencia cada vez más creciente: Cora en la Universidad en una toma del camarógrafo, delante de un grupo de sus compañeros de la facultad de Medicina, a los que arenga con decisión y claridad, en defensa de la autonomía universitaria y la libertad del pensamiento que el gobierno pretende cercenar. Allá detrás del parapeto improvisado para Cora se ve el humo de los gases y puede percibirse el miedo. Fue allí la caída de Cora a causa de un golpe de perdigón en el pecho. La protesta es justificada, dicen los parientes y amigos de Cora que pueden verla con autorización del responsable de la sala. Cora en la cama clínica, llena de tubos y pausas en la respiración, todo equilibrado para que el corazón funcione bien.

El sueño es controlado con sedantes, pero aun así hay momentos en los que Cora parece despertar, se mueve inquieta y ha abierto los ojos. Buen síntoma de mejoría, dice la madre a su lado en este momento de visitas, y aprovecha este despertar para hablarle a Cora al oído, quedamente, y le dice que la ama y que Dios la sacará de este dolor que es el dolor de todos, dalo por seguro hija mía. Y el tiempo pasa y Cora flaca y pálida, inconsciente y con un tubo en la boca y la respiración en ritmo calmado, repetido sin saltos. La respuesta de los médicos es siempre la misma: «todo sigue estable».

Afuera continúa el ruido de los disparos, lo ven en las noticias de la sala de visitantes, separados de Cora por una puerta que impide el paso a quienes no sean médicos o auxiliares. Gente corriendo por las avenidas sombreadas de árboles de la universidad. Pueden verse los murales de Vasarely en la plaza central, y un vitral de Léger en la limpia construcción de la Biblioteca. Las cámaras de cine van presurosas detrás de las imágenes del polvo y la violencia, hasta el colorido fresco de Alejandro Otero en las paredes del patio cubierto, antesala del Aula Magna. El documento fílmico muestra a la Universidad – Alma Mater – en su serena luz de conocimiento y humanismo, y denuncia también la violencia que nace del odio y del dominio del poder por encima del cosmos: orden y armonía del espíritu.

Nadie sabe si esa bruma que aprecian en el movimiento es la nube tardía del verano seco, o es la explosión de las armas sobre estudiantes y todo aquel que pase cerca. Los policías están armados de odio cuando apuntan al joven que se oculta detrás de un árbol, y gritan y maldicen y avanzan sin pausa hacia un lugar cualquiera. No tienen plan de ataque, sólo la orden de atacar.

La hora de visitas ha terminado y la madre cuenta que ha visto reaccionar a Cora de su inmovilidad e inconsciencia. Sube el tono de la voz porque los disparos de la televisión llegan a la puerta de la sala, o así lo percibe ella.

Se pondrá bien.

También algunos médicos confirman que Cora parece haber tenido un despertar de la consciencia, ya en varias ocasiones. Pero no dura mucho y vuelve al sueño y a la respiración pautada y sin alteraciones. Entre ellos tratan del estado de salud de la paciente y se dicen que son reacciones físicas involuntarias y que en ningún momento ha recuperado la consciencia. Lo dicen a los parientes cercanos de Cora, no a la madre.

Habían disminuido los ataques policiales a la hora del mediodía. Los cuerpos caídos aumentaban la tragedia y continuaba la arremetida a pedradas de los estudiantes y muchas personas que acudían en su apoyo. Todo parecía apaciguarse salvo la angustia de Cora moviendo el brazo, abriendo los ojos como queriendo decir algo.

En el atardecer de ese día de convulsión y dolor, está la joven estudiante en la sala de cuidados intensivos, despegada del caos en la ciudad universitaria. Se ha movido y sus ojos han buscado la luz de la lámpara como única orientación. No escucha las noticias que transmiten los medios audiovisuales, y no sabe qué le ocurrió ni lo que sucede en la universidad, cerca de ella, de su Hospital Universitario donde ha aprendido mucho del ser humano.

Y es ya noche cuando Cora se sienta en el borde la cama y se quita las sábanas. Hace el intento de levantarse pero está débil y no sabe cuál es el lugar de su blanca prisión, durante días en los que no tuvo conocimiento de nada ni a nadie reconocía. Los enfermeros guardianes la ven con sorpresa y alarma y siguen sus movimientos: el rostro ha tomado color, los ojos ahora pueden ver y miran hacia el techo iluminado, como bajo el efecto de una alucinación, ya limpios del velo que los cubrió por tanto tiempo. Se acercan más los enfermeros, atentos a la joven mujer que no debe hacer ningún esfuerzo; pero ella se quita bruscamente el aparato que la auxilia para respirar, y en su boca de juvenil belleza aparece una sonrisa de triunfo y alegría. Casi no puede hablar, ella lo sabe ahora, pero se escucha su voz grave y profunda, como una oración pronunciada con recogimiento en el templo, y dice que la violencia cesó y que el rector de la universidad ha declarado la terminación del conflicto. Esas pocas palabras, pausadas y claras. Los enfermeros callan pero no comprenden.

El orden se ha impuesto y todos regresan y abandonan el campo de batalla, donde algunos han muerto y quedan otros heridos, todo regado de pólvora y balas y piedras y ruina; de sangre y de llanto.

Cora está sola.

Una sensación de sosiego llega a Cora en su espíritu confuso. La invade una exigua y serena paz que no le basta, y por eso la seguirá conquistando cuando salga del Hospital Universitario.

Caracas, 18 de junio de 2009

El Autor es Abogado narrador y ensayista venezolano. Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela

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Fernando Yurman: «La identidad suspendida»

El psicoanalista y ensayista Fernando Yurman (1945) nos sorprende de nuevo con su más reciente obra, La identidad suspendida, editado por Alfa en 2008. Ha publicado textos y libros vinculados al arte y la cultura, entre ellos, Metapsicología de la sublimación (1992); Lo mudo y lo callado (2000); La temporalidad y el duelo (2003); Psicoanálisis y creación (2002). Con experiencia clínica y docente en Venezuela y Argentina, dicta cursos y conferencias sobre arte y psicoanálisis y publica en diversos medios nacionales y extranjeros.

Sobre La identidad suendida escribe Manuel Llorens en el Papel Literario de El Nacional del 20 de junio de 2009:

…»la recolección minuciosa de huellas, el trato cuidadoso a través de la palabra, la variedad de materiales con que urde la trama y la originalidad de algunas de las propuestas que adelanta, hacen del libro una nueva referencia fundamental para pensar en el tema de la identidad venezolana, así como un ejercicio de lectura lleno de delicias.»

Este texto contribuye a entender el fenómeno social venezolano y su mirada plena de agudeza abre nuevas discusiones y puntos de vista a lo que ha sucedido y actualmente ocurre en nuestro país, donde «lo providencial y heroico sustituye a la ley… a falta de padre, el patriarca, a falta de instituciones, la frase grandilocuente».

* Fernando Yurman es integrante del Círculo de Escritores de Venezuela

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Tarde de poesía jueves 25 de junio

Jueves 25 de junio de 2009

Círculo de Escritores de Venezuela invita a la
TERTULIA POÉTICA: TRES POETAS VENEZOLANOS
HOMENAJE A LUZ MACHADO, ENRIQUETA ARVELO LARRIVA Y MARCO RAMÍREZ MURZI

Participan las Poetas Lidia Salas, Magaly Salazar y Carmen Cristina Wolf

Lugar: SALA CABRUJAS, CENTRO CULTURAL CHACAO 3ª Avenida Los Palos Grandes
cruce con Avenida Francisco de Miranda, Centro Comercial El Parque Nivel C1
HORA: 5:30 pm

Lidia Salas es Licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia. Cursó Maestría en Literatura venezolana en la Universidad Central de Venezuela. Crítica y ensayista, colabora con diarios y revistas venezolanos y extranjeros.

Magaly Salazar es Licenciada en Letras, Magíster en Literatura Hispanoamericana, Doctorado en la Universidad de Barcelona, España. Obra publicada; No apto para los ritos de la sacralización; Ardentía: La Casa del Vigía; Bajío de Sal; Levar fuegos y sietes. Cuerpos de Resistencia En coaturía: Lo visible, lo indecible; Quaterni Deni. Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela.

Carmen Cristina Wolf es Licenciada en Leyes con estudios en Poesía iberoamericana. Obra publicada: La llama incesante, Atavíos, Escribe un poema para mí, Prisión abierta,
Huésped del amanecer, Canto al Amor Divino, Canto al hombre, Retorno a la vida, Fragmentos de isla.

Vino de Honor

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Poesía de Lidia Salas

(Cartagena, Colombia 1953, reside en Caracas)

En barras
de bares solitarios
quedan rastros extraviados
de palabras
¿Llegarían a sus destinos
esos mensajes en papel de servilleta?
¿Qué somos además de estos intentos
agotados, repetidos de alcanzarnos?

(Del Poemario Mambo Café, Mención de Honor I Bienal Ateneo Casa de Aguas, ediciones Círculo de Escritores de Venezuela 1994)

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Candela

De algún junio remoto
viene esta luz: esquiva transparencia
me ciñe como si fuera un exiliado Dios
atrapado en un perfil de lluvias y lodo.
Exige en su palabra
una ciudad de almendros temblorosos
asediada por todos sus costados
de espumas y de arenas.
Se mecen en el hueco de la brisa
los pájaros de luto
abajo,
los ojos de perros desolados
reflejan su hambre en las esquinas.

Partió
de la candela de sus calles
la andadura del poeta solitario.

(Del poemario Luna de Tarot, Círculo de Escritores de Venezuela 2000)

Lidia Salas es Licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia. Cursó Maestría en Literatura venezolana en la Universidad Central de Venezuela. Crítica y ensayista, colabora con diarios y revistas venezolanos y extranjeros. Es integrante de la Junta Directiva del Círculo de Escritores de Venezuela.

Cuadernos de Poesía
Selección de Carmen Cristina Wolf

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Poema de Magaly Salazar Sanabria

(La Asunción, Estado Nueva Esparta 1953)

Poema V

Si hay alguna pantalla
En lugar de Dios,
«En caso de incendio»,
favor rescatar los mitos y los sueños
¿Acaso, la «Aventura de los Galeotes»,
del Hombre de la Mancha,
o el «Abra Solar» de Alejandro Otero,
no son revelaciones del espíritu humano?

Acompáñame para solicitarte
antes que la globalización nos uniforme.
Dime si tu patrón se impone
o me voy en vuelo,
antes que Poncio Pilatos dramatice
y me quede con la verdad por fuera.
Si así se virtualiza, prefiero ser Dulcinea desnuda
que una Maja con retama.
Poema XLIII
Arriésgate en la equivocación,
también mi traje se arrepiente y cae
y tú no estás, ni ese extraño conjuro
que hace balanza entre desnudo y seda.

(Del libro Cuerpos de Resistencia, 2004)

La Autora: Licenciada en Letras, Magíster en Literatura Hispanoamericana, Doctorado en la Universidad de Barcelona, España. Obra publicada; No apto para los ritos de la sacralización; Ardentía: La Casa del Vigía; Bajío de Sal; Levar fuegos y sietes. Cuerpos de Resistencia En coaturía: Lo visible, lo indecible; Quaterni Deni.
Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela

Cuadernos de Poesía
Selección Carmen Cristina Wolf

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Benito Raúl Losada: Señales nuevas

Poemas inéditos

Por Benito Raúl Losada

1

Todos saben que el hombre agricultor
fue hacia la era de la industria
y luego primaron los servicios.
Después la ciencia y la tecnología
dieron la alternativa al
conocimiento.

Todo en la búsqueda del hombre nuevo.

Y hay quienes no comprenden
que muchas veces
ese hombre ya está viejo.

2

Repasamos caminos,
paisajes, costumbres, gestos.
¿Qué hacer para que «cada amanecer nos lleve más lejos que hoy»?
¿Bastará encender lámparas nuevas,
remozar pasajes cansados
o romper el cerco?

A veces nos refrescan vientos insospechados
y despiertan claros augurios
desde adentro.

3

Cuando las raíces afianzan querencias
y seres y paisajes se funden con la sangre
somos custodios del tesoro.

Entonces descubrimos acechos, emboscadas,
dimensiones siniestras.

Momentos de la voz
que apresura el latido
para que el signo solidario
resplandezca y responda.

Junio de 2009

Autor venezolano, con más de veinte libros publicados. Premio Municipal de Literatura

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Luis Enrique Mármol: «La locura del otro»

La locura del otro»: toda una loca vibración inmóvil

Por María Cristina Solaeche Galera

«Voy bajo tempestades y tormentos,
ciego de ensueños y loco de armonía.
Ese es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruenta
que llevo sobre el alma»

Rubén Darío

Luis Enrique Mármol nace en la Parroquia Santa Rosalía de Caracas, Venezuela, en las postrimerías del siglo XIX, el 21 de agosto de 1897. Hijo único del médico y poeta Luis Mármol y de doña Rosa Amelia Infante.

Cursa educación primaria y secundaria en el Colegio de los Padres Franceses de Caracas, donde forja una entrañable amistad con Fernando Paz Castillo y Enrique Planchart, quienes llegarán a ser esclarecidos poetas del país. Se gradúa de Bachiller en Filosofía, el 27 de septiembre de 1912, a la edad de 15 años.

Cuatro días después, el 01 de Octubre de ese año, para sofocar las protestas estudiantiles que se oponían a la autocracia que imperaba bajo la férrea dictadura gomecista y la huelga decretada por la Asociación General de Estudiantes (organizada a raíz del derrocamiento de Cipriano Castro), que culminó con el encarcelamiento de Leopoldo Ortega Lima, fundador de la Sociedad de Estudiantes de Derecho, el gobierno del General Juan Vicente Gómez clausura la Universidad Central de Venezuela; esta grave situación se prolonga casi diez años, hasta el 7 de julio de 1922.

El 25 de mayo de 1913, con apenas quince años, publica en «El Nuevo Diario», el que se conoce como su primer poema, el soneto «Misantropía», título y versos que ya dejaban entrever el carácter sentimental, atormentado y pesimista que impregnó la mayor parte de su obra literaria:

Ante la casa una huerta solitaria, añeja,
guardada por un mastín de sempiterna fobia
más allá de la herrumbrosa y blasonada reja
que trasciende el perfume de la mística orobia.1

La trágica muerte de su padre, el poeta Luis Mármol, acaecida en San Fernando de Apure el 16 de febrero de 1914, quizás profundiza aún más su natural temperamento melancólico.

En 1915, el poeta oriental José Tadeo Arreaza Calatrava, presenta en la página literaria de «El Nuevo Diario», un encomiástico comentario sobre el jovencísimo poeta donde lo llama:

«…el raro y armonioso Luis Enrique Mármol».

Presentación más elogiosa no pudo recibir Luis Enrique Mármol, tal elogio lo hacía, uno de los más notables poetas del Modernismo de Hispanoamérica.

Mientras la Universidad Central permanece clausurada por la dictadura gomecista, Luis Enrique Mármol, se desempeña como redactor de «El Universal» y colaborador en diversos diarios y revistas de Caracas; en el semanario «Cultura», resultado de las tertulias en la librería del mismo nombre, donde forma parte de ese círculo literario y es él uno de los promotores de esa revista. Escribe en «El Nuevo Diario» (dirigido por Gil Fortoul y Vallenilla Lanz), en «El Heraldo», «El Sol», «El Día», «Actualidades» y Perfiles» entre otros. Colabora junto a las firmas más relevantes de la «Generación del 18» en la revista semanal «Fígaro»(1919), en la revista «Elite» (de Juan de Guruceaga) y, como Jefe de Redacción del magacín semanal ilustrado «Flirt» (1921), dirigido por el poeta Ángel Miguel Queremel.

En 1921, la noche del 25 de febrero, el poeta lee en la Confederación de Estudiantes de Venezuela, sus «Comentarios acerca del Criollismo», en ellos, arremetía contra la explotación ordinaria y prosaica del teatro venezolano, particularmente, contra los sainetes de Rafael Otazo, Rafael Guinand y otros autores nacionales, a excepción de las obras de Eduardo Innes González y Leopoldo Ayala Michelena:

«No, el teatro nacional no está en esas obras que nos hacen el efecto de acericos de paja para clavar chistes malos»

Estos comentarios fueron publicados bajo el mote «Mandoble a diestra y siniestra». El mismo año, el 8 de septiembre, Mármol lee algunos poemas de su autoría, en un recital poético en el Teatro Capitolio de Caracas.

Tenía por costumbre, firmar sus escritos con variados seudónimos: «Cómodo Comodián», «L`enfant de Marbre», «Renato Molina», «Luis Valenzuela», «Gregorio Iturriza», «Cándido Pérez», «Kara-Keño», «L.E.M»; con este último publicó un folleto titulado «Pastiches Criollos» (1924), con un estilo festivo, lúdico, irónico, humorístico y caricaturesco, contrapuesto a todo el resto de su obra poética, entreverado de avisos comerciales, caricaturas de escritores venezolanos y una caricatura suya en la portada «a la manera de», tal como un ejercicio ensayístico que duplica y desdobla la voz del discurso poético del otro; algo mucho más que una parodia y un ejercicio estilístico, mostrando un Luis Enrique Mármol de aguda penetración en la psicología de la palabra, que estudia los léxicos, las formas cristalizadas de cada uno de los novelistas y las maneras de ser de cada uno de los poetas que él imita.

En la carta-prólogo de los «Pastiches Criollos», el ensayista y periodista caraqueño Pedro Emilio Coll expresa:

«Revela usted en sus «Pastiches» el más fino y comprensivo espíritu. Burla burlando, leídos con atención, son, a mi entender, la mejor crítica que tenemos de los estilos y pensamientos de los escritores venezolanos de nuestro tiempo.»

Entre los trabajos de Luis Enrique Mármol, se encuentran las crónicas que en 1924, como redactor de «El Universal», escribió acerca de los templos caraqueños, en las que intentaba rectificar, el error ya generalizado que consideraba a todos esos templos sin excepción, de arquitectura colonial; varios artículos de crítica literaria sobre los poetas nuevos de su generación y, otros de contenidos filosóficos. Todo escrito con una prosa colmada siempre de un ardor misterioso. Son estos artículos, su afición a las lecturas filosóficas y a la cavilación, los que le dieron fama en su medio, de un pensador espiritual con un temperamento extremadamente sensitivo.

«Veo con demasiada veracidad; me duelen los ojos.»
Julián Renard.

Obtuvo su título de Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela, el 14 de febrero de 1925, con la tesis titulada «El aparte tercero del artículo sexto del Código Penal».

Antonio Arráiz lo describe físicamente, como un hombre de contextura delgada, de porte erguido y arrogante, con un rostro de frente amplia, diestro en la esgrima y aficionado al fútbol, los caballos y la bicicleta.

Buscando nuevos horizontes profesionales como Abogado, se radica en la hermosa ciudad de Don Alonzo Díaz Moreno, en Valencia del Rey, Estado Carabobo, donde instala su bufete. Una noche de febrero de 1926, con un grupo de amigos, deciden recrearse admirando el amanecer frente al mar en Puerto Cabello, y en una peligrosa curva en las montañas de las Trincheras, sucede el fatal accidente automovilístico del que no logra recuperarse nunca, ocasionándole un profundo desequilibrio físico y espiritual. Sintiéndose algo restablecido, viaja a Caracas para entregar sus artículos a la revista Élite, en ese entonces, vocero de las nuevas tendencias literarias, y de la cual era asiduo colaborador; en esa entrega, figura el que será su último poema «El Apóstol Maldito» (1926):

Era sincero y triste y puro y desdichado.

(…)

—Dices que en mi palabra pauta y aliento hubiste,
¡oh corazón sencillo!, di, ¿qué encontraste en ellas?…

(…)
—Sencillo corazón candoroso:
que has encontrado mieles en la voz de mi duelo,
una palabra dame a cambio de las mías.2

Regresa a Valencia, y el 17 de septiembre de 1926, apenas cumplidos los veintinueve años fallece. Lo entierran en el cementerio de esa ciudad, abrigado por azucenas, lirios de la serranía de Carabobo y gladiolas de Galipan.

«Y en aquella mañana de oro y azul —oro cobrizo y azul plomo del estío— aquellos poetas que le amaron sembraron su corazón junto a las hojas secas, amarillas, que echó sobre su tumba el viejo monte, el Guacamaya secular»
Luis Augusto Arcay

Después de veinte años, sus restos fueron llevados a Caracas su ciudad natal, e inhumados en el panteón familiar en el Cementerio General del Sur, el 21 de septiembre de 1946. Ese mismo año murió su querida madre quien le sobrevivió esos, para ella tan amargos, veinte años.

«La vida de Luis Enrique Mármol, fue tan fugaz como el movimiento del estoque de esgrima que manejaba con destreza»
Rafael Arráiz Lucca

Posteriormente, en 1976, Monte Avila Editores publica una compilación de algunos de sus poemas, realizada y prologada por el poeta y crítico barinés Rafael Ángel Insausti, con el título «El viento que me nombra» tomado de los versos del poema Insomnio de Luis Enrique Mármol:

Tengo miedo, estoy solo, y el viento que me nombra
con un temblor enfermo hace crujir mis huesos

Miembro de la llamada «Generación del 18», Luis Enrique Mármol es considerado uno de los abanderados de esa concepción literaria de la cual forman parte también, Enrique Planchart, Andrés Eloy Blanco, Fernando Paz Castillo, Jacinto Fombona Pachano, Pedro Sotillo, Luis Barrios Cruz, Rodolfo Moleiro, Enriqueta Arvelo Larriva, José Antonio Ramos Sucre, entre otros, con obras tan personales, que suele a veces ser difícil establecer sus vínculos y sus pertenencias.

A esa primera promoción renovadora de jóvenes poetas que surge en Venezuela en medio de cruentas guerras en el mundo, se le conocerá con ese nombre «Generación del 18», la mayoría, eran escritores que nacieron a finales del siglo XIX y se formaron durante los años de la tiránica dictadura gomecista que padeció Venezuela entre 1908 y 1935; se moldearon intelectualmente bajo la influencia en su mayoría positivista de sus catedráticos, más no por ello, se inclinaron al materialismo, sino, a un espiritualismo racionalista.

En esa herencia literaria, e inserto en la tradición poética antes citada, irrumpe Mármol con un verso diferente en su poemario «La locura del otro» y es esa obra literaria, la que nos ocupa en este ensayo.

Escrito este poemario con un espíritu más libre de ataduras a los preceptos románticos, modernistas y posmodernistas, con una poética que inicia el trazo del sendero hacia la Vanguardia, en un tiempo de declive del Modernismo retórico y contra el abuso de patrones rítmicos y, temáticas en las que prevalecían el cosmopolitismo cultural y los referentes mitológicos. Para el poeta en búsqueda de un cedazo expresivo que desdeñara los excesos modernistas, el poema deja de ser adorno y se explica en medio de una absoluta necesidad interior.

«Rompen con el estancamiento Modernista y contribuyen a colocar a la literatura venezolana en una hora más ajustada con la que marcan los relojes del continente y el mundo»
Nelson Osorio

Pedro Sotillo, escritor, periodista y poeta, natural del Estado Guárico, miembro de la Generación del 28, nos dice:

«Luis Enrique Mármol sintió su vida estremecida por todas las inquietudes de su tiempo y fue uno de los más preclaros intérpretes de tales inquietudes. Inconforme, desorientación que clava los ojos en la estrella infalible, se da en una poesía elevada en la cual el sentimiento raya a una altura que sólo pueden alcanzar los excelentes»

Cuando muere el poeta, el introspectivo y anímico poemario «La locura del otro», había quedado preparado, listo para ser llevado a la imprenta, con dedicatorias hechas a sus amados padres:

A mi padre, el poeta Luis Mármol,
muerto trágicamente en San Fernando de Apure el 16
de febrero de 1914.

A mi madre, Rosa Amelia Infante de Mármol,
con amor, con devoción, dedico.
L.E.M. 3

Y será publicado por amigos y compañeros en la vida y la literatura, a un año de su muerte, en 1927.

Del poemario «La Locura del Otro» se desprende una resonancia diferente, una renovación del estilo con algunas reminiscencias románticas de tarde en tarde, un pesimismo intuitivo, una declaración casi nihilista sobre la inutilidad vana del trascender, donde la muerte comparece sin citación, sin invocación, como huésped sórdido que agobia con su latente presencia para cerrar el círculo de la existencia en cualquier momento. Los valores de las ausencias, las aflicciones rituales exaltadas, el grito para cantar el desasosiego, son plenamente marmolianos. Es el primero de esa generación del 18 en revelar al yo recóndito a través de las estrofas; en sus antecesores y aún en sus coetáneos, nunca se había producido una voz de tan extremado lirismo, donde la objetividad adquiere visos inesperados en su delicada sensibilidad, y el poeta escribe como siente y piensa sus poemas de extremada expectación interior.

Es una poesía introspectiva, manifiesto de su vida, ansias y desesperanzas; coloquial, confesional. Sobre los hombros del poeta, el desdoblamiento perfecto, el que vive y el que se ve vivir a través del «otro», donde ese «otro» es «él mismo», «el consigo», «él desde él», «la mismidad del conmigo», «la otredad del contigo y el consigo». Toda su vida en la transparencia de versos de fuerte connotación lírica, en un soliloquio vital, en un estilo donde en casi todos los poemas, el interlocutor es el poeta mismo y su única grieta abierta hacia la vida, el poema, su testimonio:

y el ensueño impasible, y el violento arrebato,
y el bien y el mal y el tedio y las exaltaciones!…
¿quién dirá si el mar ruge sollozos o canciones? 4

Julián Padrón, escritor monaguense del grupo «Viernes», reflexiona, sobre el poema «Canto absurdo» contenido en el poemario, afirmando, que ya por sí sólo, puede constituir el desiderátum, el Manifiesto de la Generación del 18:

Toda una loca vibración inmóvil
el colibrí. Una, dos… diez… inmóvil!
Angústiame de acción y de reposo
su inquietud en un punto detenida…
Liba en la flor y para sostenerse
vibra, y más vibra, y más; y a cada instante
su loca vibración se multiplica! 5

¿Útil, inútil, lírico aquel vuelo,
aquella vibración atormentada?…
Libó en la flor, pero era también lumbre…
Mas, ¿en qué cosas pienso?, esto es absurdo,
qué nimiedad, un pajarillo, un átomo!
¡Qué necedad! debo estar loco… pero,
¿útil, inútil, lírico su vuelo? 5

En este poema, Luis Enrique Mármol establece un símil entre la vibración inmóvil del colibrí agotando su vuelo en la nada, y el reflejo de la angustia del hombre en su afán de trascendencia. La imagen del colibrí representa la actitud creadora de la Generación del 18, identificada por la idea de la obra magistral y agitada por esa nueva sensibilidad que irrumpía el ánimo de la poesía de entonces. El ave detenida en el vértigo de su vuelo, la acción y el ensueño de quimeras que el poeta intenta alcanzar, y en su ansia repite el esfuerzo del pajarillo. Sabía muy bien, que el vuelo del colibrí simbolizaba en su poética el vuelo eterno de la humanidad, el ensueño inmaterial e imposible.

Después, unas estrofas dialogadas que encarnan irónicamente el ambiente burgués y lleno de pamplinadas de esos tiempos, y la oquedad de las generaciones esponjadas de retórica:

Un buen burgués, su esposa, su niñito;
detiénense a coger florecillas.
Lanza una piedra el niño… todos ríen,
¡oh proverbial felicidad sin nubes!
(…)
De joviales muchachas se ha poblado
el parque atardecido… deliciosas!
(…)
Ellas, ellos, igual!… Señor, qué asco!
no tiemblan de inquietud, nada desean! 5

Ante esta falta de ideales, ante esta dicha frívola, ante esta cotidianidad absurda, ante tanta imbecilidad, frente a este taedium vital, que no comporta caídas morales ni nociones de culpas que se difundan más allá del bien y del mal; a través de una escisión, una fisura radical entre el poeta y el mundo, entre su conciencia, la existencia, la precariedad de los recuerdos y el poderío final del olvido, en ese hiato, el bardo, capaz de percibir las mediocres medias tintas de la vida, el juego de movimiento-inmovilidad que parece regir todo lo existente, se agobia:

Alma mía sin fe, desorientada
en la vacía mezquindad del ambiente:
están cerrados todos los caminos! 5
Mas reacciona incontinenti y vuelve a retomar el vuelo de la creatividad:
El colibrí! qué lírico su vuelo:
todo una loca vibración inmóvil! 5

Sobre el fondo y el trasfondo, la dificultad del vivir, el deseo y la molicie, el brete de florecer en un mundo hostil, el sentimiento agónico de la existencia, una imaginación visceral que evoca lacerantes sentimientos, son temas recurrentes que alcanzan un tinte que admite una doble lectura de sus versos: la simplemente literal y descriptiva, y la indagatoria en el alma humana, conmovedora e intensa, que ahonda en lo que todos de un modo u otro somos:

En las horas de indiferencia,
y en los días de desencanto,
y en los siglos de tortura,
y en los minutos de dicha radiante,
y siempre -si soy malo y si soy bueno-,
claro recuerdo, acompáñame!
En el instante banal,
cuando me alejo de mí mismo
y cuando me alejo de mí
en el torvo instante,
tú que eres lo único mío,
claro recuerdo, acompáñame! 6

Sus poemas son una ruptura con el Modernismo imperante, con el lenguaje en uso, fruto exhausto ya de las diversas vicisitudes del Romanticismo, las influencias francesas del Parnasianismo y el Post-parnasianismo; ruptura que podemos situar en el ámbito estilístico del lenguaje.

«Antes, la poesía venezolana no había tenido una expresión de tipo intelectual puro»
Rafael Clemente Arráiz

El poeta se presenta con su individualidad bien marcada, original y creadora, su aguda inteligencia, unas aptitudes intelectuales y unas angustias existenciales que no pudo fácilmente compartir o confrontar con su entorno, destinándolas a sus versos:

Íbame por la senda en soledad. La vida
abrió un largo paréntesis de noche en mi camino…7

Destaca un versolibrismo atento a la musicalidad; el poeta hace uso de las asonancias y las consonancias, utiliza en algunos de sus poemas la rima como cadencia lenta del canto en el verso, como el ritmo que marca la modulación de la palabra poética:

Siempre solo, callado, en los labios un dejo
de amargura, otras veces una vaga sonrisa,
aqueste ser huraño aunque en veinte años frisa
tiene ya la perfecta serenidad de un viejo.8

Ay! Yo vine a esta senda con el alma dolida
añorando el olvido, y el olvido tardío,
con sus brazos de sombras arrancó de mi vida
algo muy doloroso, pero que era muy mío…
y hoy añoro del alma esa parte perdida! 7

Soltura en algunos juegos metafóricos que contienen vigorosos contrastes entre reflexivos y confrontadores; con algunos ramalazos modernistas, como esa plena confianza en el poder sugerente de la metáfora, la alegoría, etc… sin perder la sobria elasticidad de orden impresionista en las ágiles imágenes:

«Se va borrando el prólogo violeta de la noche» 9
» hay carnes imposibles con olor de quimeras!» 9
«Viejos parques anémicos, mohosos, carcomidos,»10
» Y en estas dulces tardes de los grises neuróticos,» 10
» y la luna se arrastra, blanca, sobre el pantano…» 10
«Y mi canto se pierde como el cristal de un río» 11

Enfatiza la intensificación en cuanto a la sintaxis de la expresión final en el cierre oracional en algunos versos de todos, absolutamente todos sus poemas. Es la figura del phatos que expresa la fuerza del estado de ánimo del poeta, marcando la cima emotiva de la composición con la exclamación que cierra el verso.

La convicción con que Mármol escribe su poesía, nos muestra, un instruido y ávido lector, conocedor de la melancolía y ese hastío que son el leiv motiv de casi todos sus poemas; un eco diferente, un poeta lírico singular, rebelde, vigoroso y «enlutado»; versos abrumados de incertidumbre, anhelo trascendental y exaltación; poeta de lo predestinado, de la desgracia vital de ese sentimiento de fatalidad en la lucha vaga y eterna de la humanidad, con una mirada replegada en sí mismo, mirada íntima a la que asistimos en el debate del «yo» del poeta con el consigo mismo del «otro»:

Todos iban desorientados:
perseguían un objeto próximo;
unos iban a su trabajo,
otros al trabajo de otros…

Los ojos errantes y vagos,
hacia la mancha de los pinos
cruzo indolente un enlutado…
-A dónde vas?
-No sé- me dijo.
Todos iban desorientados,
y el enlutado hacia sí mismo! 12

Interrogando, increpando a Dios por no atender las súplicas, los ruegos angustiosos de los hombres, las lágrimas de las multitudes, las quejas dolorosas del destino por el que viven y luchan vanamente, en una poesía que empieza a filosofar:

Habló a su vez el Dios, con una voz extraña:
sorda como el rumor del viento en la montaña
a ratos; suave como una caricia, a otros;
y en veces dura como un galopar de potros
una voz que era de hierro, seda y dolor e ira:
-La dicha, la desgracia, la victoria: mentira!
Te digo que muy poco valen las realidades
-sombras, luz…¿qué más da?, sobre un agua corriente,
muchedumbre irrisoria en nuestras soledades
que quedan soledades irremediablemente… 13

Pero en cambio, nada pide para él, es el hombre quien se angustia en la búsqueda de ese «ardor divino» y «el otro» que atormentado por ese extraño mal escribe:

Pero tú, nada pides?
– Nada pido…
-De modo
que no tienes deseos?
– Sí, por Dios!
– Luego, ¿todo
cuanto deseas logras, alcanzas cuanto esperas?
– No, por mi fe; yo tuve mil sueños fracasados;
mas, qué importa! son bellos frustrados o logrados:
para que se renueven yo podo mis quimeras 13

«Un venezolano que hubiera nacido en las últimas décadas del siglo pasado -el 70, el 80, el 90- y cuya edad de razón correspondiera a los regímenes de Castro y Gómez, no habría visto en torno suyo ni podía aspirar ni desear otra cosa. Lo que entre nosotros se llama cultura no es propiamente la identificación o comprensión con la tierra sino la fuga, la evasión».
Mariano Picón Salas

Luis Enrique Mármol pertenecía a esa clase privilegiada de hombres; culto, inteligente e hipersensible, nacido en esos momentos de la historia venezolana, atrapado en ese ambiente político-ideológico; y en ese mundo gira su poesía en torno a su propia individualidad donde se refugia agobiado, atormentado y decepcionado del universo que le toca vivir, haciendo los primeros esfuerzos contra el Modernismo decadente y tan aplaudido frenéticamente en los recitales auspiciados por el tirano Gómez.

Y entonces, despliega el amor a su tierra, a su Patria:

«Y por dulce Patria este dolor de amor
cuya inmensidad íntima cabe en cada dolor!»
(…)
«Y esta emoción de Patria, donde apunta, seguro
y ansioso, el gesto del sacrificio futuro!» 4

En este poemario, como ilustre miembro de la Generación del 18, subjetiviza el paisaje melancólico como el alma del poeta, valora el entorno destacando elementos de los que no se ocuparon los anteriores movimientos, haciendo de la naturaleza un objeto de meditación, amigo de senderos solitarios, de follaje sereno y sombras apacibles, de bosques penumbrosos y tardes de grises nostálgicos:

Viejos parques anémicos, mohosos, carcomidos,
donde tuércese el viento, silbando entre los robles,
tus viejos robles, dolorosos como gemidos,
retorcidos cual fósiles esqueletos innobles!
(…)
El sol tenía anemia, como la luna, pálido,
la tarde extendía sobre la abrupta sierra;
un pino impresionista, puntiagudo e inválido,
temblaba bajo el frío que plateaba la tierra.10

En este marco que ya es asomos de la Vanguardia, se integrará perfectamente este poemario «La locura del otro», aporte peculiar a la poética central de la Generación del 18, de un idealismo filosófico de raigambre bergsoniana donde el hombre no sólo se percibe a sí mismo como durée réelle, sino también como élan vital.

Herético, iconoclasta, ajeno a toda cultura escolástica, expresa:
Vida, dame la estúpida serenidad de un santo
o vuélveme mis locas inquietudes de ayer! 14
Y la verdad, glotona de sueños insaciable:
-Pobre espíritu enjuto, pobre carne maleable,
Alucinada de amor y de luz,
Encontrarás el tedio en todo lo invariable,
En dolor del anhelo en lo inestable,
¡y hasta después de muerto soportarás tu cruz! 14

Y el Dios vuelve hacia ellas sus pálidas miradas
pero se queda mudo, inexorablemente…13
Su ilusión revive al evocar la hermosa ingenuidad de la infancia en su constante soñar con bondad, ternura, belleza que sólo percibe el alma infantil:
Y así la vida toda, llena de perspectivas
renovadas sin tregua, con enorme fe lírica
en la bondad, en la ternura, en la belleza!…15

¡Ah mi loca confianza en el bien de la vida,
el balbuceo alado de las primeras rimas,15

Y aún le queda embeleso para la mirada de la mujer amada, convertida en categoría de ilusión, de don casi inalcanzable, es a ella a quien canta:

Viene a mí tu recuerdo, y tu recuerdo apresa
como un cristal a mi alma rebosante de sueños;
tu nombre es una lengua de llamas que me besa;
tu suavidad es bálsamo de ideales beleños! 16

Me juzgas simple y ser perversa quieres;
estás inerme y no has adivinado
que soy una emboscada de deseos! 17

Hay una conciencia pesimista en todos los poemas de este poemario «La locura del otro», es una convicción melancólica de la inutilidad del entusiasmo en la vida, la felicidad, que el poeta considera absolutamente inalcanzable. Luis Enrique Mármol se «encuentra» en sus poemas con el «otro», una versión de su mundo, y ese «otro» funciona como árbitro, como amigo confidente, como conciencia de ser, juntos recolectan sueños, divagan, objetan, sufren, cuestionan la existencia; y ellos «el poeta» y él, «el otro» se dan cabida dentro del desorden del mundo, en el turbio desaliento del desconcierto de la vida, en los en su mayoría codiciosos cambios sociales; donde cada rasgo poético deja de ser objeto de lujo verbal y se vuelca en la conciencia del alma:

Los bosques penumbrosos no me sugieren nada
nuevo; y me han invadido dolorosas angustias;
mi alma es como una casa hoscamente cerrada 11

¿Cuál es el yo recóndito y cuál el fútil, cuál el modelo y cuál la réplica en este inquietante acervo interior? No puede afirmarse, pues en el orden de la conciencia «el poeta y el otro» nacen simultáneamente en un sólo y mismo acto poético.

La dimensión ontológica de su poesía, su léxico conceptual y filosófico, nos recuerdan, las tendencias introspectivas en un camino sin retorno hacia uno mismo, del poeta boliviano José Eduardo Guerra (1893-1943), en su poemario «Estancias»:

«Por donde voy pasando voy dejando / algo que es de mi ser sin ser yo mismo / y me presento al mundo disfrazado / con disfraz de pasión mi escepticismo», «para vivir es ya muy tarde, / para morir es muy temprano».

Nos señala el escritor venezolano Rafael Clemente Arráiz:

«Pocos, como Luis Enrique Mármol, fueron, ni son, tan viva vena de intimidad derramada hacia la angustia. Fino cerebro inquisidor, mirada profunda y en permanente trance de hallazgo, la sustancia suya es aquella esencial a todo soñador veraz. De la intimidad, su poesía se nutre; poesía dramática, en densos remolinos reflexivos, que, culminantes, lo entregan a la desolación.»

Muere el poeta, tal como lo había presentido en su poema «Canto de ingenuidad» del poemario «La locura del otro»:

Y han pasado los años… y han pasado los sueños,
y la Vida ¡la vil! sólo se rinde a golpes…
y el alma que ha perdido su quijotismo impávido,
en el estremecido reposo del acecho
sólo el momento espera para el zarpazo enorme…
y ojalá la sorprenda la muerte antes de darlo! 15

(Ah! fue cuando mi ingenuo sentimiento mancharan
con mis heridas y las heridas de otro,
y un entreabierto lirio que llevaba en el alma
no se mustió de golpe, pero tornóse rojo!) 15

Y el libro primigenio, su primer y único poemario «La locura del otro» queda terminado y con él la poesía de Luis Enrique Mármol, de «aquel otro…» que anduvo por entre sueños «loco como la vida», entre los laberintos de su estro, dejándonos a la intemperie con él, en la antesala de su dolor, en el zaguán de sus tristezas, y… su lector será, un lector-poeta.

Un dolor transparente de mis pupilas rueda,
y esta rutina que pugna por ser, tan sólo queda
de aquel otro que estaba loco como la vida! 18

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Falleció el autor de El Manual del distraído: Alejandro Rossi

El escritor y filósofo Alejandro Rossi murió anoche en México a los 77 años de edad. Este domingo sus familiares, amigos y admiradores participarán en un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes. El filósofo padecía desde hace años de un enfisema pulmonar que lo obligaba a utilizar oxígeno.

Rossi nació en Florencia, Italia, en 1932 y llegó a México hace más de 58 años. Fue uno de los mejores amigos del poeta Octavio Paz, con quien trabajó en las revistas «Plural» y «Vuelta». Se graduó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y estudió en Friburgo y en la Universidad de Oxford, donde fue miembro del Magdalen College.Fue profesor en la Facultad Filosofía y Letras y especialista en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM desde 1958. Dictó cursos y conferencias en diversas instituciones culturales de México y el extranjero.

Escribió en sus Cartas credenciales: Celebro la ceguera que nos permite ignorar la imprevista noticia, celebro la agnosia que me abre paso hacia un posible hallazgo, celebro encontrarme, sin el menor presagio, frente a un rostro insuperable. Su obra ha sid traducida al español e italiano y la última editada fue el libro «Edén. Vida imaginada», que le valió el premio Xavier Villaurrutia 2006. El libro es un acercamiento literario a su segunda infancia, marcada por sus estancias en Florencia, Caracas, Roma, Montevideo y Buenos Aires.

Autor de ensayos y relatos, ha escrito los siguientes libros:

  • Lenguaje y significado (Siglo XXI, 1968, F.C.E., 1995, séptima edición).
  • Manual del distraído (Joaquín Mortíz, 1978, Anagrama, 1980, 1997, Monte Ávila 1987, F.C.E., 1996 séptima edición).
  • Sueños de Occam (UNAM, 1982).
  • Ortega y Gasset , en colaboración con otros autores (F.C.E., 1984, 1996).
  • Diario de Guerra (Editorial Vuelta, 1994).
  • El Cielo de Sotero (Anagrama, 1987).
  • La Fábula de las Regiones (Anagrama, 1997, Joaquín Mortíz-Planeta, 1998).
  • Cartas Credenciales (Joaquín Mortíz-Planeta, 1999).
  • Un café con Gorrondona (Joaquín Mortíz-Planeta, 1999).

Preparó la Antología José Gaos:Filosofía de la Filosofía (Crítica, 1989). Colaboró con diversos autores, en Philosophie und Rechtstheorie in Mexiko (Duncker & Humbolt, Berlín, 1989) y en Philosophical Analysis in Latin America Reidel Publishing Company, Dordrecht, Holanda). Pluie de janvier (Editions Gallimard, 2000). Die Flüsse der Vergangenheit/Sechs Geschichten aus dem Hinterland (Suhrkamp Verlag, 2000).Un cafe avec Gorrondona (Editions Gallimard, 2001). Regioni da Leggenda (Le Lettere, Firenza, 2002). Fue becario de El Colegio de México, la Fundación Rockefeller y de la Guggenheim Memorial Foundation. Recibió la distinción del Águila Azteca, otorgada por el Gobierno de la República Mexicana y la orden Andrés Bello, concedida por el Gobierno de la República de Venezuela. Investigador Emérito de la UNAM, miembro de la Junta de Gobierno de El Colegio de México. miembro de la Junta Directiva del Fondo de Cultura Económica. Miembro de El Colegio Nacional desde 1996. Premio Universidad Nacional 1999 en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura. Recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 1999. Doctor Honoris Causa por la UNAM 2001. SS.MM. los Reyes de España y el Gobierno le otorgaron la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica 2002. Recibió en el 2003 una distinción por 45 años como Investigador en el evento Formadores de las Humanidades y las Ciencias Sociales en la UNAM. El Manual del distraído es una obra maestra de la literatura. Libro hecho de ensayos breves, narraciones, textos y fragmentos cuya unidad reside en un tono literario de claridad y magistral uso del lenguaje. Pablo Sol Mora escribe al respecto: «… no se me ocurre calificativo más adecuado que borgeana (pocos autores han asimilado mejor la lección de Borges que Rossi, una lección que es, ante todo, estilística). Una de las peculiaridades de la trayectoria literaria de Rossi es que en su caso no hubo un proceso de aprendizaje visible, una serie de obras en las que paulatinamente fuera madurando su estilo. A la hora de publicar las entregas del Manual… era ya perfectamente dueño de él. Hubo, como se verá, una evolución, pero sus facultades estilísticas básicas ya estaban desarrolladas. En el primer libro de Rossi destaca, antes que nada, una insólita exactitud verbal, pero también la capacidad de observación, la fascinación por el detalle y por esa épica cotidiana que Eugenio Montale e Italo Svevo conocieron a fondo.»

Las narraciones, en apariencia sencillas envuelven una reflexión sobre el acto de narrar, rasgo que se agudiza en sus obras posteriores.

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Premio Reina Sofía de Poesía otorgado a José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco gana el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía

Es motivo de júbilo para los escritores venezolanos, el merecido galardón otorgado al escritor José Emilio Pacheco, voz fundamental de la literatura hispanoamericana. Nacido en Ciudad de México en 1939, desde muy joven se destaca en el mundo cultural mexicano por el dominio de las formas clásicas y de vanguardia y por la visión universal de su poesía.

Poeta, narrador y ensayista, se ha dedicado también a la traducción. Director y editor de colecciones bibliográficas, publicaciones y suplementos culturales. Ha sido profesor universitario e investigador.

Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de Periodismo Literario, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato, Premio José Asunción Silva en 1996,el Premio Octavio Paz en el año 2003, el Premio Federico García Lorca 2005, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2004 y la XVIII edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2009.

De su obra poética destacan: Los elementos de la noche, 1963; El reposo del fuego 1966; No me preguntes cómo pasa el tiempo, 1969, Irás y no volverás, 1973; Islas a la deriva en 1976; Desde entonces, 1980;Trabajos en el mar, 1983; El silencio de la luna, poemas de 1985 1996 A continuación, dos poemas de José Emilio Pacheco:

MAR ETERNO

Digamos que no tiene comienzo el mar
Empieza donde lo hallas por vez primera
y te sale al encuentro por todas partes

MEMORIA

No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.

A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.

Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.

Literatura y vida

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Eventos, premios y galardones

EVENTOS Y NOTICIAS

Miércoles 27

Conversatorio de El Librero: La memoria de los inmigrantes, con la participación de Guadalupe Burelli, Alejandro Martínez Ubieda y Susana Soto, moderado por Harry Salswach
Lugar: Centro Cultural Chacao, Av. Tamanaco, El Rosal / Hora: 7:00 pm

Viernes 29

Noche de poesía para celebrar a los maestros del asombro, en homenaje a Ana Enriqueta Terán y Juan Calzadilla, con la participación de los poetas Eleonora Requena, Kevork Topalian, Carmelo Chillida y Leonardo Padrón, moderado por Alexis Romero, coorganizador junto a María Teresa Ogliastri
Lugar: Sala Experimental Centro Cultural Chacao, Av. Tamanaco, El Rosal / Hora: 7:30 pm

Sábado 30

25 Aniversario de UBIK, Club de Ciencia Ficción de la Universidad Simón Bolívar
Lugar: Concha de la Casa del Estudiante de la USB / Hora: 11:00 am

XLIX Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror, en su cuarto aniversario
Lugar: Kudasai Japanese Restaurant – Mesa VIP, Av. Ppal. de La Castellana, cruce con 1ra. Trans. / Hora: 5:00 pm

PREMIOS Y GALARDONES

ALFREDO PÉREZ ALENCART recibe la Medalla Internacional Vicente Gerbasi otorgada por el Círculo de Escritores de Venezuela.

Pérez Alencart nació en Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta y ensayista peruano-español. Desde 1987 es profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. También es director del Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS), de la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos «Alfonso Ortega Carmona» (SELIH) y de la revista «El cielo de Salamanca». Entre 1992 y 1998 fue secretario de la Cátedra de Poética «Fray Luis de León» de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Posteriormente, entre 1998 y 2005 fue coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que anualmente organizan la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, la Fundación Camino de la Lengua Castellana y el Ministerio de Cultura. Escribe en periódicos de España e Iberoamérica.

En poesía ha publicado La voluntad enhechizada (2001. Se publicó una edición portuguesa en 2004), Madre selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003; El cuaderno Itinerario de los huéspedes (2005, con grabados de Miguel Elías).
Vendimia Oriantal, en coatoría con otros autores 2008; Cristo del Alma, Editorial Verbum 2009. Su poesía ha sido traducida y publicada al alemán, inglés, italiano, portugués, árabe, serbio y coreano.

Ahora lo está siendo al griego. Ha publicado la poesía completa de Gastón Baquero y antologías de la obra de Gonzalo Rojas (Chile), Alejandro Romualdo (Perú), José Hierro (España), Olga Orozco (Argentina), Jesús Hilario Tundidor (España), Reynaldo Valinho (Brasil), António Salvado (Portugal), Ramón Palomares (Venezuela), Francisco Brines (España) o Carlos Contramestre (Venezuela), por señalar algunos.

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JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ gana Premio de Novela en España. Con su novela Tal vez la lluvia, el venezolano Méndez Guédez obtuvo el 40º premio de novela ‘Ciudad de Barbastro’, premio dotado con 15.000 euros, y que ha sido ganador anteriormente por autores como Javier Tomeo y Fernando Marías, entre otros. Tal vez la lluvia se impuso a las otras nueve finalistas del certamen, de un total de 133 obras participantes. Fernando Marías y Espido Freire, miembros del jurado, presentaron a Méndez Guédez como un «autor de lujo con una trayectoria deslumbrante» y de la novela ganadora destacaron «la nitidez y técnica excepcional, bien elaborada, de calidad homogénea y mucho ritmo en su contenido». La novela será editada por el sello español DVD.
La novela ganadora, Tal vez la lluvia, explora los conflictos de identidad que vive un venezolano que regresa a su país después de pasar años fuera años. Ya Méndez Guédez había abordado el tema de la inmigración de la España del siglo XXI con su novela Una tarde con campanas, publicada en 2004. El libro de Esther, Árbol de luna y Hasta luego, míster Salinger son otras obras de este narrador venezolano, del cual Ediciones B de Venezuela publicará una colección de sus relatos.

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XI Congreso «Presencia y Crítica» Literatura: Imaginarios y Certezas. Entre el 28 y el 30 de mayo de 2009 se estarán llevando a cabo el XI Congreso «Presencia y Crítica» Literatura: Imaginarios y Certezas, en el núcleo Trujillo de la Universidad de Los Andes, organizado por el Centro de Investigaciones Literarias y Lingüisticas «Mario Briceño-Iragorry» y la Maestría en Literatura Latinoamericana.
El objetivo que busca este congreso es porpiciar el encuentro dialógico alrededor de la literatura como eje vinculante con el mundo, sus realidades, imaginarios y símbolos, mediate el acercamiento reflexivo de investigadores, docentes y estudiantes, y en el mismo se tocarán temas como: Teoría y práctica de la imaginación y las realidades, formas de la realidad en la literatura. Lectura, escritura y formación literaria y la literatura y los imaginarios del siglo XXI, entre otros. Una excelente oportunidad para dialogar en torno a esos temas, para los que estén por trujillo en estos días.
Mayor información en http://www.nurr.ula.ve/cill.

Fuentes: http://ww.ficcionbrevevenezolana.org
http://literaturayvida.blogsome.com

Si desea enviar información de Eventos, Noticias, Concursos y Premios, puede comunicarse con

literaturayvida@yahoo.com

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Medalla Internacional Vicente Gerbasi recibe Alfredo Pérez Alencart

ALFREDO PÉREZ ALENCART recibe la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi otorgada por el Círculo de Escritores de Venezuela. El galardón será conferido el 26 de noviembre de 2009 en Caracas con motivo del Día del Escritor. Esta distinción le ha sido conferida al poeta venezolano Rafael Cadenas.

Pérez Alencart nació en Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta y ensayista peruano-español. Desde 1987 es profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía.

También es director del Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS), de la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos «Alfonso Ortega Carmona» (SELIH) y de la revista «El cielo de Salamanca». Entre 1992 y 1998 fue secretario de la Cátedra de Poética «Fray Luis de León» de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Posteriormente, entre 1998 y 2005 fue coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que anualmente organizan la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, la Fundación Camino de la Lengua Castellana y el Ministerio de Cultura. Escribe en periódicos de España e Iberoamérica.

En poesía ha publicado La voluntad enhechizada (2001. Hay edición portuguesa aparecida en 2004), Madre selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003); Cuaderno Itinerario de los huéspedes (2005, con grabados de Miguel Elías). Vendimia Oriental, en coautoría con otros autores; Cristo del alma, Editorial Verbum 2009. Su poesía ha sido traducida y publicada al alemán, inglés, italiano, portugués, árabe, serbio y coreano. Ahora lo está siendo al griego. Ha publicado la poesía completa de Gastón Baquero y antologías de la obra de Gonzalo Rojas (Chile), Alejandro Romualdo (Perú), José Hierro (España), Olga Orozco (Argentina), Jesús Hilario Tundidor (España), Reynaldo Valinho (Brasil), António Salvado (Portugal), Ramón Palomares (Venezuela), Francisco Brines (España) o Carlos Contramestre (Venezuela), por señalar algunos.

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El lenguaje, una visión del mundo

Charla dictada el jueves 22 de junio en la Sala Cabrujas, Caracas

Un pueblo sin conciencia de la lengua termina repitiendo los slogans de los embaucadores,
es decir, muere como pueblo. Rafael Cadenas

El ser de la palabra.

Los seres humanos no tenemos otro apoyo ni otro refugio más que el Lenguaje y el Amor. Nos vamos haciendo, crecemos y nos construimos a través de lo que pensamos, decimos y creamos. O nos conformarnos con un molde ya hecho, lo que significa repetir patrones, o nos damos a la tarea de construir nuestro propio mundo. Ahondar en el ser del lenguaje permite encontrar caminos y avizorar horizontes para encarar el peor de los males de este mundo: la pérdida de sentido de nuestra propia existencia.

Uno de los libros preciados que me acompañan en el viaje por estos rumbos, es Ontología del Lenguaje de Rafael Echeverría (Dolmen ediciones). Parece una exageración, pero identificar y ahondar en los actos lingüísticos básicos, tales como decir Sí o No, las Declaraciones, Afirmaciones, Juicios, Ofrecimientos, Peticiones y Promesas, en fin, todo lo que expresamos y callamos a cada instante, puede ser vital para entender un poco más nuestro universo personal y desplazarnos del desconcierto a la comprensión.

No hay palabras inocentes que caigan en saco roto. Toda frase construye un mundo de significados y genera acciones constructivas, destructoras, adorables o perversas. El lingüista Mortara Garavelli acota que uno de los secretos del buen empleo de la teoría de la argumentación es saber guardar silencio cuando es menester. Es preferible hablar menos y reflexionar más sobre lo que pensamos y decimos. Este ejercicio puede convertirse en un juego fascinante, en un arte placentero. Ya la vida está muy enredada últimamente para pretender algo que vaya más allá de pensar apasionadamente en las cosas.

El desarrollo o la decadencia de los pueblos se refleja en la riqueza o en la pobreza de su lenguaje, porque el lenguaje implica una visión del mundo. Somos de acuerdo a como hablamos. Todo fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico. Nosotros cortamos en pedazos el mundo, lo organizamos, lo conceptualizamos. Por ejemplo, cuando se habla de esencia y substancia, del ser y el ente, estas palabras están impregnadas de una visión que propusieron los griegos. Cuando nombramos los vocablos alma y cuerpo, nos enmarcamos en una concepción cristiana, estamos dejando sentado que existe una clara delimitación entre dos componentes del ser humano, uno visible, tangible, transitorio, el otro intangible e inmortal. Otra manera de entender la naturaleza humana, diría que no existe esta división entre alma y cuerpo, simplemente son estados distintos de energía y de conciencia. Sólo mencionar estas palabras representa la adopción de un sistema de pensamiento religioso, filosófico, científico y social.

Un gobernante o líder que posea un lenguaje constreñido a una ideología excluyente y pretenda ignorar las otras visiones del mundo, es un peligro para su pueblo, porque pretenderá encasillar a la sociedad en su visión, despreciando al resto de los ciudadanos que no piensan como él.

Hablar sobre la importancia del lenguaje es como constatar que el sol sale todos los días, pero con frecuencia es necesario insistir sobre lo evidente. Leer, escribir, es algo tan común que se pierde la percepción del carácter extraordinario del lenguaje.

¿No es sorprendente que las grandes transformaciones de las sociedades se inicien con palabras? El poeta alemán Hölderlin escribió: «al hombre se le ha dado el más peligroso de todos los bienes, el lenguaje, para que atestigüe lo que es». Y yo agregaría: lo que es y también lo que no es, porque el lenguaje está al servicio del albedrío del ser humano, para manifestar lo mejor de nosotros mismos y también para generar confusión, guerras y sufrimiento.

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Ha llegado el tiempo de que en Venezuela los maestros y los estudiantes aprendan teoría de la argumentación. La nueva lingüística reivindica la Retórica, expresarse con eficacia y con ética. Retórica no consiste en adornar las frases con floripondios y vocablos extraños, no es un simple artificio literario y mucho menos pretender engañar a los otros mediante la persuasión.

La retórica es una disciplina indispensable para transformar a la sociedad. Así como un cuchillo se utiliza para partir el pan y mondar una naranja, también puede ser empleada para herir. Es por eso que saber retórica debe ir indisolublemente unido a la ética. Es un daño irreparable privar a los maestros de su arma principal: la teoría de la argumentación, el arte de la expresión persuasiva.

¿Cómo vamos a inflamar los corazones de los jovenes de valores éticos, de ideales, cómo vamos a convencerlos de tener fe en ellos mismos y orgullo de hacer las cosas bien, si los maestros no conocen el arte de convencer porque carecen de los recursos de la Retórica?

La debilidad de nuestra nación se inicia en las aulas de clase.

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La seducción del ritmo.

El lenguaje cobra su mayor fuerza expresiva cuando está sustentado en el ritmo. El universo está inmerso en el ritmo. El ritmo rige el crecimiento de todo cuanto existe, de los hombres y de los imperios, de las cosechas y de las instituciones.

El ritmo nos atrae porque desde el vientre materno vivimos en los latidos del corazón de nuestra madre. Al nacer nos mecen y nos cantan tonadas que repiten sus estribillos una y otra vez: «Aserrín, aserrán, los maderos de san Juan…los de rique, alfeñique, los de roque, alfondoque, riqui, rique, riqui ran»…

El ritmo produce el placer de la espera, el placer de la realización y del recuerdo. El poeta siente el ritmo de sus pensamientos, de los sucesos, de los sentimientos. Se ha hablado mucho del ritmo interior del poema. Ese ritmo interior tiene que revelarse en intensidades, acentos, entonaciones, pausas, ritmo.

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Aproximación al Poema

Todo lo que pensamos y sentimos, lo imaginario y lo real, puede ser transformado en poema. Una vez escrito, el poema es propiedad de quien lo haga suyo, no de quien lo escribió. Berkeley decía que el sabor de la manzana no está en la manzana, sino en el encuentro de la manzana con el paladar, así el ser del poema está en el encuentro entre el poema y el ser humano que lo lee o lo escucha. El poema sólo existe a medias cuando no es leído. Y cuando el poeta dice que a él no le importa si lo leen o no, me permito dudar de su sinceridad, porque no hay nada más gratificante que encontrar a alguien conmovido con un verso escrito por nosotros.

Sin pretender ponernos a buscar imposibles definiciones, recuerdo a Octavio Paz cuando dice que el poema es una obra única, irrepetible, insustituible, es una unidad autosuficiente. El poema empieza y termina en sí mismo. No tiene valor de cambio ni utilidad tangible. No es fácil poner a las palabras a decir lo que el poeta quiere que digan. Él libera las palabras de la conversación, y vuelve a reunirlas en su condición de amigas, gracias a las frases: sonido-silencio, sonido-silencio y así.

Un poema que es un verdadero poema nos acelera el pulso. Puede hacernos sentir asombro, admiración, ternura, rabia, espanto, alegría, dolor. nostalgia. Pero jamás nos dejará indiferentes.

El poema es una confesión de fe: el poeta puede o no creer en Dios, puede amar la vida o aborrecerla, creer que el ser humano es bueno, o malo, o ambas cosas, no creer absolutamente en nada. Aun así, el poema es una confesión de fe.

El auténtico poema no es fruto de la inspiración. Se aprende a escribir, y es el fruto de una larga paciencia y de un intenso trabajo. Dice García Lorca:

«Si es que soy poeta por la gracia de Dios, o del demonio, también lo es que lo soy gracias a la técnica y al esfuerzo, y a saber de una manera absoluta, lo que es un poema.»

Conferencia dictada el 21 de mayo de 2009 en la Sala Cabrujas de Caracas

http://literaturayvida.blogsome.com
literaturayvida@yahoo.com

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