Escrito a propósito de la muerte de María Laprea, viuda de Aquiles Nazoa

Jesús Peñalver
Jesús Peñalver

Por Jesús Peñalver

A Claudio Nazoa.
La madre es en la tierra el centro de todos los afectos más puros y el término de las acciones más nobles. Por algo el vientre de la madre fue como el horno donde se cocinó la materia del corazón y se forjó el carácter; por algo los brazos maternales la primera, dulce y suave cuna en donde se meció el cuerpo del hijo; por algo el pecho de la madre fue el primer surtidor de alimento y el más tierno regazo para el hombre en formación; por algo sus labios fueron los primeros en dejar caer sobre los recién abiertos labios infantiles la dulzura de los besos; y su lengua la que enseñó a balbucear las primera palabras; y sus gestos, los que dieron expresión a las primeras ideas y trazaron para siempre, como el camino de estrellas, los caminos del bien.
La madre es la gran modeladora. La mano que mueve el mundo. La madre es la luz que nos ilumina, el faro que aclara nuestro firmamento, la que agranda nuestra suerte, por eso la amamos y la veneramos.
Los hombres son lo que quieran las madres. Por eso digo a mis hijos, y a todos los hijos del mundo, que sigan siendo ejemplo del amor y la alegría de la vida; que se acerquen a la poesía que es una madre noble y sigan amando a su mamá; regálenle flores y caminen tomados de su mano.
La muerte de la madre va mezclado con un doblar ronco de campanas, porque los labios de una tumba robaron, en hora de angustia, lo que la madre tiene de arcilla, lo que se corrompe en el sepulcro. Porque la Madre ha partido a dormir el sueño eterno de la tierra, y muchos han quedado sin su madre cerca. Pero no es menos cierto que este dolor se aclara con el recuerdo de la inmortalidad y de la resurrección feliz; el cristiano va tras la sombra de la muerte, el aleteo de la eternidad y sabe que no todo muere, ni todo se trunca ni todo se acaba. También la ausencia de las madres muertas, es recuerdo de paz y de alegría, máxime cuando al morir dieron la última de sus lecciones y el más elocuente de los ejemplos.
La verdadera muerte comienza con el olvido, y la bondad y el pan infinito del amor de madre son inolvidables.
Jesús Peñalver
Los Caobos 25 de febrero de 2024
*Jesús Peñalver, abogado y escritor venezolano
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Editora: Carmen Cristina Wolf

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