SÓCRATES EN CARACAS, POR EDUARDO CATALÁN MORALES

SOCRATES EN CARACAS

A más de 2400 años de su periplo vital ( 470 AC-399 AC)  Sócrates hace vida en una ciudad bastante lejana de su nativa Atenas.  Su contemporaneidad en Caracas corrobora la dimensión Espacio-Tiempo Einsteniana.  El Café de Sócrates se ha dado en llamar a este pequeño milagro.

¿Quién era Sócrates?

Por regla general, la aproximación a un personaje de las dimensiones de Sócrates, olvida su condición cotidiana a favor de su obra, presentándonos generalmente un genio “deshumanizado”,  lleno de virtudes y prácticamente carente de defectos. Craso error, el conocer las debilidades de su condición humana no va en desmedro de su grandeza, le da una perspectiva real, alejada de una idealización bobalicona. Sócrates, en efecto, paseaba su figura desaliñada, vestido con una túnica raída que al parecer era la única que poseía, por el ágora ateniense, ajeno a los desvaríos de la política, sin que esa apariencia fuera obstáculo para que a su alrededor se congregaran un abigarrado conjunto de jóvenes: Ricos como Platón y Alcibíades, quienes disfrutaban al oír  los ácidos análisis críticos a la democracia ateniense,  pero también otros como Antístenes, para quienes la pobreza material del maestro era digna de admiración y casi objeto de culto religioso. Otros, como Aristipo cuyo desiderátum era un mundo sin amos ni esclavos y que todos pudieran ser tan libres como el mismo Sócrates.

Todos los problemas de la sociedad actual ya se discutían con vivo interés en ese grupo de pensadores, tanto que lo que hoy conocemos como liberalismo, socialismo y anarquismo ya era objeto de interminables discusiones entre ellos. Todos pensaban –como el maestro- que la vida sin controversia era indigna del hombre. El trabajo de Sócrates era pensar y discutir con sus discípulos, es decir, para los cánones comunes, no trabajaba. Como vivía, es un enigma, los discípulos lo invitaban a comer, presumiblemente en forma frecuente, dado su aspecto saludable.

Como sucede a veces, con quienes posteriormente la Historia considera grandes hombres, en su propia casa no era bien recibido. Para su esposa Jantipa, Sócrates era un vago inútil, cuyo principal aporte al hogar era un intangible: Fama, pero de eso no se comía en aquellos tiempos. Cierto que no se ocupaba ni de ella ni de sus tres hijos, pero Jantipa lo amaba, como lo demostró su dolor al momento de su muerte.

Este “vago inútil”, junto a su discípulo Platón y al de éste, Aristóteles, contribuyó a establecer las bases fundacionales de la cultura de Occidente.  El punto de partida de su filosofía es el celebérrimo  “Sólo  sé que no sé nada ”  que nos plantea que el inicio del filosofar es partir de nuestra ignorancia, dudar de todo, desarraigarnos de creencias, de dogmas y de supuestos axiomas, de pre-juicios en definitiva. No puede existir filosofía si el espíritu no se examina a sí mismo. “Gnothi seautón”  dice Sócrates,  “Conócete a tí mismo” Aunque esto ya lo había dicho uno de los Siete Sabios de Grecia: Quilón, el Lacedemonio.

Existe el espíritu del hombre? ¿Qué es el Hombre? ¿Qué puede llegar a ser? Así Sócrates busca escudriñar en el alma, con preguntas de carácter moral y psicológico, ¿Qué entendeís vosotros por honor,  moral, virtud, patriotismo? Y la Justicia ¿Qué es?

Sócrates fué también hoplita (soldado de infantería) en la guerra del Peloponeso, en una de cuyas batallas, a riesgo de su vida, demostrando gran valentía, salvó la de Alcibíades.

Sirva este ligero esbozo heterodoxo de la vida de nuestro epónimo, como excusa necesaria para justificar su presencia en Caracas. Gracias al decidido impulso de una entusiasta discípula –en el tiempo y la distancia- de Sócrates, se creó “El Café de Sócrates” en la ciudad de Santiago de León de Caracas, con el fin de que se pudiera discutir –literalmente- sobre lo divino y sobre lo humano.

Carmen María Ravelo de Salge, es el nombre de  la dama de nuestra sociedad, alma y causa eficiente del “Café”,  que decidió llevar a cabo esta loable iniciativa, auxiliada por otros mecenas que ofrecen sus residencias para las reuniones, en las que participan, en una extraña selección aleatoria, personajes disímiles de nuestro acontecer nacional, lo que le da un toque esotérico a las reuniones.

 

Eduardo Catalán Morales

Nota: En la reunión en donde se trató el tema ¿Qué es la verdad? A la cual, ocurrentemente, nos podríamos referir a ella como in vino veritas, quien suscribe, consideró indispensable citar el criterio de verdad en Aristóteles. Carmen María me solicitó que también lo escribiera en esta reseña de “El Café”.  Así lo hago:       “ Decir de lo que es que no es, o que no es lo que es, es lo falso; decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es lo verdadero”  Aristóteles. Metafísica T.7.1011b 26-8.

Vale.  Eduardo Catalán Morales. Caracas

Abogado. Destacado escritor venezolano, Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela

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