Tres Sonetos al majestuoso Ávila

Tres Sonetos al majestuoso Ávila

I

 ¡Señor! De frente a tu quietud perfecta

mirando esa estatura majestuosa

bañada en blanco, en actitud alerta

me inclinaré ante ti, respetuosa.

 

Tranquilo, mi Señor… Tu mal aquieta.

Sosiega esos impulsos en ternura.

Devela dones de imperial poeta

que tu nobleza incógnita conjura.

Serena ese silencio que te asiste

y esa quietud que envuelves en tinieblas,

da un paso breve, en cada anochecer.

Tu cobertura que en verdor insiste

bajo el mítico don y que esas nieblas,

se tornen en hermoso amanecer.

II

 Imponente Señor Ávila, inquieto.

Desde aquí, sosegada y en mutismo

en plenitud de emocional secreto

comulga en tu verdor, mi misticismo.

 

Que en reposo prosigas, te lo exijo.

Que no conviertas tu potencia en reto,

la densidad de tu verdeante alijo

desgranado en vertientes de concreto.

 

Señor de mis saudades y alegría…

¡Cuánto amor hacia ti! Tanto embeleso

¡que de felicidad mi mente llora!

 

Quiero decirte, desde el alma mía

que este afán de mirarte, nunca avieso

atenúa el sentir que me devora.

III

Aquí estoy frente a ti, mirando firme

tu elegante estatura, siempre erguida.

Yo, desde mi ventana, conmovida,

plegarias doy al Dios que nos redime.

 

La blancura que hoy nimba esa tu frente

no es corona de plata, ni es diamante

sino el casquete, que en girar andante

mora imperial, en forma permanente.

 

Una vez más, como otras, te contemplo

y en mi silencio, que decir quisiera

todo un sentir, en fervoroso ejemplo.

 

Tu presencia contemplo y hechicera

deifico tus bondades en el templo,

de mi sagrada beatitud, sincera

Nery Russo, 2001

 

1 comentario

  1. Inmensamente bello cantarle al majestuosa Ávila
    para permanezca incólume al daño de los humanos
    conserve su esplendor, flora y fauna
    y a nosotros que lo respetamos con acierto
    nos brinda siempre su ejemplar abrigo
    para seguir viviendo felices y enamorados
    de este montaña que Dios nos ha regalado
    y que nadie se atreva a cambiarle su destino y acierto
    de ser sustantiva esencia de los venezolanos
    cuando, de nuevo, gritemos, GLORIA AL BRAVO PUEBLO.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *