EN TORNO A «CELAJES», DE NADA SALAS

Por HELENA SASSONE
 
El título de una obra funciona a modo de clave enunciativa, de guía del sentido que debemos seguir para una  mutua posesión.
 
«Celajes» de Nada Salas, el libro de poemas que hoy presentamos, responde a una organización espejeante de los fenómenos naturales frente al caos.  Su estructura poética está engarzada en la palabra culta en tanto que sea vocablo vivo aunque escondido, pues a su lectura llega antes la musicalidad que el significado, tal como si una corriente  tonal nos atravesara como rama de oro.  Y ahí está la raíz del escalofrio poético, en el tono, como dijeron Antonio Machado, Hierro y Eliot, este último al expresarse acerca del verso libre.
 
Creadora de un estilo único y personal que llenó de asombro a la aparición de su primer libro de poemas «Lapislázuli», pleno de luces que no agotan su esplendor, en «Celajes» el poema avanza por ilación de sensaciones: los celajes son dioramas paisajísticos, por ello, lo mejor de esta obra es el goce de la comunicación de lo mirado, el canto en expresiones centelleantes sumerge en la poesía verdadera, sin olvidar la hondura del sentir, derivado de un  nombrar antinómico que enfoca la existencia en  su límite temporal.
 
En Nada Salas, poeta en español, tres mundos culturales: Croacia (por sus ancestros), América del Norte (nace en Chicago) y Venezuela (por matrimonio) evocan instintivamente otras tantas esencias culturales, no obstante, instrumentalmente predomina en ella el castellano en sus hasta ahora felices obras de poesía lírica descriptiva en lengua española.  La búsqueda de un determinado léxico encauza su fervor verbal.  Los temas recreados a lo largo de 108 poemas integrantes de «Celajes» tipifican una personalidad poética excepcional que  leemos con especial optimismo: no es desconocido el deterioro de la poesía como género literario en el mundo, espejo de la faz deforme de nuestra civilización impaciente.
 
De los 108 poemas que integran «Celajes» 19 corresponden a «Rescoldos», parte final y de temas diferentes.  Ratificación de una conciencia activa
  que la lleva a avanzar, aclarando los propios códigos o valoraciones temáticas entre el resplandor de la belleza y la Brusa** menuda resguardada por la emotividad en «Rescoldos»..
 
**Antigua ciudad turca del Imperio Otomano.
 
Helena Sassone: Poeta, crítico literario, semióloga. Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela                                                             
 
 

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Facundo Cabral no es cantautor, es un profeta

El Universal, 21 de junio de 2007 12:00 AM
Por Ángel Ricardo Gómez
Facundo Cabral no es cantautor, es un profeta. Lo de Facundo Cabral no es un concierto, es comunión. Facundo Cabral practica su propia religión y los feligreses lo siguen.

Conversando una vez con un hombre que vivía feliz en un basurero, Cabral comprendió que era un príncipe, que todos los hombres son príncipes, porque son hijos del rey, de Dios.

Pero el Dios del argentino no está en las iglesias, en figuras de barro con rostros cándidos y miradas perdidas, sino dentro de él y de cada individuo. «El paraíso está en todas partes», dice, por lo cual la única misión del hombre es amar y ser feliz, el resto, no importa.

El argentino habla desde el comienzo hasta el final del encuentro. Recuerda cuando vino a Venezuela en los años 70 y fue invitado al programa de Renny Ottolina. «Gracias». Cuánto significan estas dos sílabas para el artista.

Se pasea por sus orígenes. No puede esconder su pasado pueblerino, de mucha hambre y pobreza, y cómo se ha convertido en un hombre cosmopolita.

En el escenario de la sala Ríos Reyna se ve pequeñito, pero su aura es gigante. Apenas un par de micrófonos, dos retornos, su silla y una pequeña mesa donde reposa una copa de vino tinto, conforman la escenografía. Cabral luce como siempre unos lentes oscuros y viste ropa casual; a diferencia de los 70, unas canas destacan en su cabello y barba, y un bastón apoya su andar acompasado.

Facundo Cabral reflexiona, es libre. Cuenta que conoció a una mujer que iba a todos sus shows y una vez ésta le confesó que no entendía nada de lo que él decía, entonces le preguntó por qué iba siempre a escuchar a un hombre a quien no entendía, y la mujer le respondió: «De vez en cuando me gusta ver a un hombre libre y feliz». Parece que muchos en la sala buscaban lo mismo.

Finalmente toma la guitarra. Cabral canta la primera canción que escuchó cantar a su madre, para luego proclamar con música: «Yo soy hijo del tiempo, no del espacio». Un par de canciones más y retoma el monólogo.

El humor es muy importante en la religión del argentino, y en la del venezolano también. Más reflexiones y pensamientos inundan la escena. La palabra tiene un gran valor para Cabral.

Para terminar toma la guitarra de nuevo. Una canción por aquí, un verso por allá y para finalizar la que se ha convertido en un himno: No soy de aquí.

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CARACAS DE MIS AMORES, por Lidia Salas

Llegué a esta ciudad en Agosto de 1973. Era una mañana soleada, el cielo era de un azul irremediable. Fue amor a primera vista. En uno de los días más hermosos de mi vida, subí al Ávila. Desde uno de sus miradores contemplé a Caracas, por el espacio luminoso que el sol había abierto entre la niebla. En ese momento me dije que quería amar y vivir por siempre en sus lares. He guardado fidelidad a este propósito, y jamás me he arrepentido de haberlo hecho.

Amo la manera de intercalarse en una misma época, los chubascos de invierno y el aire dorado y cálido del verano. Esto sucede a veces en un mismo día. Disfruto de sus árboles confundidos, que transforman los matices del verde en amarillo o en dorado coincidiendo con el otoño del Sur o del Norte del Ecuador. Adoro las tonalidades amarillas, rosadas o rojas de las flores, que se aprietan en gajos en las altas ramas. Me gusta contrastar, en una misma calle, la elegancia de las palmeras con la frondosidad de las ceibas. No pierdo la costumbre de atisbar cómo el atardecer tiñe de sepia los muros y paredes de las casas, que puedo divisar desde mi ventana. Adoro cómo la calle donde vivo sube retorciéndose por la colina, lo cual me permite despertar con la serenata de los pájaros y dormir con el susurro de las cigarras y el croar de las ranitas que habitan pozos secretos.

Conozco todos los atajos en el Noreste y en el Sureste de la ciudad. Me fascina burlarme del caos del tránsito en las autopistas y avenidas, manejando mi carro a través de intrincadas conexiones. Ellas me conducen a los túneles de bambúes del Country para llegar Al Bosque o por los declives de Las Mercedes, El Cafetal o Bello Monte hasta los Chaguaramos. Cuando conduzco por esos senderos estrechos, tengo siempre la sensación de que las tapias, las flores, el verde de la vegetación, no pertenecen a Caracas, sino a alguna ciudad imaginariamente bella en la que me he extraviado.

Todavía, puedo leer El Nacional, saboreando un buen café, en la panadería de la esquina de mi casa. He descubierto en Los Galpones, un espacio dentro de la ciudad para aislarme, admirando una pintura o escuchando un buen conversatorio.
Llegar los sábados por la tarde a la zona de los Palos Grandes, para ir a sus Cafés, caminar por la Plaza Eugenio Montejo, o mirar la montaña, desde la Terraza de El restaurante, El Rey David es todavía uno de mis placeres exquisitos.

Me gusta admirar la arquitectura de los edificios de la Avenida Victoria, de Altamira, de San Bernardino o de La Carlota. Siempre encuentro líneas, tonalidades u ornatos que no había descubierto antes. Creo que esta ciudad tiene un espacio privilegiado en el mundo a los pies de esa gran montaña, que ofrece refugio a una fauna de especial belleza y relax a quienes día a día transitan por sus senderos.

A finales de los setenta disfruté la época dorada de Sabanagrande con su callejón de la puñalada y su triángulo de las Bermudas. Escritores, pintores y bohemios compartimos momentos inolvidables. Hoy desde la mirada del recuerdo se puede decir, que la vida era bella.
Mientras casi todas las capitales de los países Suramericanos, progresaban por los proyectos de embellecimiento para ofrecer a sus habitantes una mejor calidad de vida. Caracas ha sido víctima, de una maléfica conspiración para su destrucción.
La administración del Distrito Federal y de la Gran Caracas fue entregada a la incompetencia de una corrupción vil y marginal que de manera consistente ignoró los proyectos de extender los servicios de la ciudad a los cerros donde se apiñaban las viviendas de los más pobres. Estos proyectos han dado buenos resultados en las comunas de Medellín y en Guayaquil, Ecuador. Por el contrario, se permitió la marginalización de la ciudad a través de los buhoneros, quienes se apoderaron por años de todos los espacios de la ciudad y se permitió la toma ilegal o invasiones de edificios y galpones.
Después de largos años, cuando recuperaron el bulevar de Sabanagrande, arrasaron con los nombres, ornatos Decó de los años cuarenta y cincuenta. Nos devuelven calles sin personalidad, pintadas del rojo sangre hasta el abuso, sin seña alguna del pasado que embellece con su pátina de hermosura.

Lo más vil, lo imperdonable, es haber instaurado el reino de la violencia y de la inseguridad en los barrios y avenidas de esta Caracas de mis amores. Sin embargo, cuando junio llega, ese azul cristalino del verano vuelve a teñir sus cielos y las ceibas perfuman el espacio con sus brotes nuevos. En el Ávila se reclinan las nubes más blancas que la nieve. Entonces, me vuelvo a enamorar de esta ciudad sufrida y arrasada, pero persistentes en su elegancia, en su belleza natural y en la agradable cordialidad de la gran mayoría de sus habitantes. .

l

*Lidia Salas, poeta, crítico literario, Miembro de la Junta Directiva del Círculo de Venezuela

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Editor y Colaboradores

Editor: Carmen Cristina Wolf

Directora Editorial: Inés Muñoz Aguirre

Colaboradores:

— Ana Teresa Torres
— Eduardo Casanova
— Carolina Jaimes Branger
— José Tomás Angola
— Lidia Salas
— Alvaro Pérez Capiello
— Magaly Salazar Sanabria
— Ildemaro Torres
— María Isabel Novillo
— Enrique Viloria Vera
— Enrique Gracia Trinidad (España)

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FEDERICO GARCÍA LORCA: LO MITOLÓGICO GITANO

EL ROMANCERO GITANO.PARA ABRIR LAS CELOSÍAS EN ESTOS DIAS DE JULIO

Por Magaly Salazar Sanabria

Un perfume se regodea desde la Alhambra, es el jazmín. Me arrimo a la vera de su viento fino y la magia irrumpe vestida de lunares. Mientras celebramos,la sangre se agita por tientos ¿Habrá quién robe el goce a Andalucía?. Guitarra, voz y mano: Qué alto desvelo .El decir del cantaor arde en la intimidad de los amantes. Aguardan los cuerpos las ondas del braceo y el vino lame el amor y la pena como gato que gulusmea un líquido feliz. Se estira y arquea la copla; temple y quejío. Vehemente el felino trepa cuando arranca el cante. Desde los trastes, la marea del movimiento crece, porque nadie supo “apuntarse” como tú, nadie inflamó tanto la caja sonora y con brío, tu mano despertó farfulleos, ligera, juncal, encima del deseo. Para robarnos el sentío apareció el Duende y asumimos los jazmines con ramos de locura. Cruje el regocijo, jondo, jondo y asumimos los jazmines con ramos de locura.

Busco entre la cal y el mirto, albahacas y canelas de los romances, los aromas de esta voz de la invención mitológica y amatoria. Y es Preciosa quien se levanta en la página para camuflar al poeta Federico García Lorca. Así dice:

“¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¿Preciosa, corre, Preciosa!
¿Míralo por donde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.” 1

El poeta se expresa a través de los romances porque estos nos han dejado sabor a caballeros, relatos legendarios, historias amantes, monarcas, y para muestra, la queja de Jimena al rey, quien se lamenta porque no puede ver a su marido, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, sino una sola vez al año:
“¿Qué ley de Dios vos otorga
que podáis, por tiempo tanto
como ha que fincáis en lides,
descasar a los casados? (…)
Y como otro bien no tengo
y me lo habéis quitado
en guisa le lloro vivo
cual si estuviera enterrado” 2

Y García Lorca se manifiesta en versos asonantados de ocho sílabas como los antiguos romances, pero los plena de una gran sensualidad, de aromas, enigmas y también, de mitos y relaciones con el presente. Según sus propias palabras, el intentó conjugar lo mitológico gitano con lo cotidiano de sus días, de esta manera logró dar brillo a las historias de la gitanería. La inventiva erudita de mitos clásicos, helénicos, bizantinos, etc, o la representación de una tradición oral frecuentemente cambiante y de recuerdos populares nacidos muchas veces de ingenuas procedencias, refuerza la idea de hombres anteriores a nosotros, para ellos, la vida necesitaba de las fábulas para enriquecerse y es así como la crítica histórica ha recogido los mitos debido a que hay tanta realidad en las leyendas como en la historia.

El Romancero gitano, es una especie de mosaico del andalucismo. Los gitanos son, como la luna, uno de los leit motiv; el hilo conductor de este poemario. A García Lorca le fascinaba el esoterismo de los gitanos. El profundizó en las costumbres atávicas, en los orígenes oscuros que le acercan a la magia, al fatalismo y exorcismo que puede tener la vida. Sortilegios, misterios y colores trascienden del lirismo de sus páginas. La luna, crece, decrece y desaparece. Su existencia con relación a la del hombre está sujeta al destino del universo. Es vida o muerte y su ancianidad está ligada a esta última; simboliza, también el mundo de las tinieblas y por la pasividad que le caracteriza, por recibir la luz del sol, se le da una significación femenina y voluble. Por eso, García Lorca, coloca lunas de locura y muerte en su Romancero.
“La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
-Huye, luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos” (…) 3

Federico inventa sus propios mitos como el de “Preciosa y el Aire” o la niña del pandero, a quien el yo poético llama: “Su luna de pergamino”. La fábula , está constituida por la presencia de Preciosa rodeada de un ambiente de cristales, laureles, “noche llena de peces”, “gitanos del agua”, “glorietas de caracolas”. En ese embrujo, entre tierras y cielos, se va tejiendo lo mitológico. El mitema del viaje se concreta desde la aparición de Preciosa. La persecusión a la que es sometida por “el viento- hombrón” con su espada caliente, hasta su huida y recogimiento en casa de los ingleses, que en el contexto real, no eran personajes muy queridos por los andaluces. Todo el Romancero está concebido como una gran cosmogonía. Así el autor logra la mitificación del mundo como evidenciadora de una realidad. Esa realidad es la de la heroína indefensa, la de las pruebas a la que debe someterse la pureza de la niña en contraposición con la fuerza de los carabineros y los ingleses y la del propio viento, que es también representación de lo masculino.

Preciosa, la gitana, es perseguida por el viento varón, el sátiro, como en las mitologías grecolatinas y la asechanza es por un “un amor que va a menos y una intención que va a más”, como decía Sor Juana Inés de la Cruz. Es el juego de la carne.

“-Niña, deja que levante
Tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre”(…)
¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por donde viene!
Sátiro de estrellas bajas”
con sus lenguas relucientes.” 4

Preciosa entra en la noche del miedo, al infierno del miedo.Tres carabineros, que cuidan las altas torres de los ingleses, vienen al oír los gritos pero ella se refugia en casa de los extranjeros que la protegen. Es el regreso a la casa, que a pesar de no ser la suya, le ofrece leche tibia y ginebra para calmar los miedos. De esta manera se cumple el mitema del retorno.

Otro leit motiv de esta poesía es el de la guardia civil, venida de un “silencio oscuro”.(Vuelve lo negro). .Por ello, entre “gritos largos” y “remolino de tijeras”, el fascismo se vistió de guardia civil y de carabinero. ¡Oh España padecida y en cauterio doloroso! El manotazo del hado acechaba. ¿Era acaso la intuición del misterio o la superstición propia de Federico las que le hicieron presagiar la adversidad sangrante?. La sombra de la muerte se hizo permanencia en el poema aquel día de julio de 1936, entre “salivillas de estrellas” y “enjambres de flautas” . Pero él dijo en algún verso.” ¡Si muero, / dejad el balcón abierto!”. Y el mundo despejó las celosías para que el poeta volviera por sus alas.


1. Federico García Lorca. Romancero gitano.p.17

2. Romancero Español. p.114

3. Federico García Lorca. Romancero gitano.p.

4. Opus cit. pp.16-17

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Poética del desatino: Exaltación del silencio y el tiempo

Por Edda Armas

Poética del desatino ancla en un espacio de oriunda y frenética libertad. Es corriente del pensar abrumado. Falta de prudencia por la urgencia del decir, lo que en este caso se celebra. Entresueño o entrenubes: orificio del ojo en todo caso, por el que Alberto Hernández pasa la agujilla para armar este nuevo traje, este nuevo libro. La permisibilidad que otorga la acción del desatinar: sea “fallar el tiro o la puntería” es lo que afila descomunalmente la punta de la agujagrafía en esta ocasión, pero paradójica y atinadamente, con el “don del acierto”, ya que la escritura hace un cristalino regalo al lector, al ubicarlo frente a las notas que podríamos llamar “al margen”, en protagonismo real. Memoria. Apunte. Idea para desarrollar. Lo que se duda. Lo que se exalta. Lo que se elige, lo que se reprocha o borra. Por tanto, intuyo, que el deseo que acá hizo realidad el autor, es el compartir lo que ha ido acumulando, reconociéndole un lugar. Acá tomó fuerza el sacar de las sombras y rincones: lo escindido. Lo que el autor llama “la zurrapa”, y que en el devenir de la lectura se aprecia como densa y carnal decantación reflexiva; de lo rumiado hacia dentro por años, en torno, alrededor, por encima y por debajo, en temas de importancia para todos: la estupidez, la muerte, el uso del adjetivo, el silencio, el sentido de las palabras, algunos nombres de la literatura de aquí o de más allá, o el cómo del poema no escrito aún.

Permitirse el humor, tal y como Alberto Hernández se lo permite. Cara directa del desvarío; a sabiendas de que no lo es, es el caso de este libro, una estrategia que coloca la palabra escrita cercana al lector de sus páginas. Ese lector capturado, ya libro en mano, pasará sus ojos por las letras del índice para advertir la densidad del bosque: Vértigos, Ajuste de cuentas, Paradojas, Limitaciones, Promesas, Iluminaciones, Necedades y Demiúrgicas, a manera de gavetas que podrán explorarse de manera aleatoria, sin peligro de perderse de nada, siendo –otra vez- una gran y redonda verdad aquello de “que las partes nos llevan al todo, siendo el todo más que la sumatoria de las partes”. Y es que, en el caso de Alberto, logra en la construcción de Poética del desatino, la sumatoria cómplice del poeta con el crítico (carril en el que se mueve con destreza y generosidad desde hace años, para bien de la crítica literaria en Venezuela) añadiendo entonces de manera precisa y exprofesa la intencionada observancia del periodista atento que lo habita. Es desde ese ojo, desde lo afilado de ese mirar –a la mejor manera del vértice- que estas páginas resumen lo que ha extraído de interminables lecturas, reflexiones, y también trances.

Así es. Y así lo hallarán, despellejadamente libre y personal, escribiendo lo que le dolía y duele, lo que percibía y percibe, lo que sopesa y calibra, lo que pasaba y sigue pasando por su cabeza, tras mirar lo de afuera, pero también aquello que se ha alojado en su corazón de escritor, porque también se permite revelar, marcar, ahondar, sus preferencias o dolientes cercanías con la obra de algunos autores, que de una u otra manera, en lo particular, han sido ejes desu concentrado mapa escritural, cuando de crónica o de críticas literaria se ha tratado, a la mejor manera de una Memoriabilia muy personal. Nombres acotados, como Renato Rodríguez, con su “Al sur del Ecuanil, que bien valió borrar el Ecuador”; Alfredo Armas Alfonso “con sus historias de golpes de estado, historia de la literatura: ficción y realidad en una competencia de heridas y gritos”; Cubagua, la novela de Enrique Bernardo Núñez –la que este año, por cierto, celebra sus 80 años-, recordándonos que “Dentro de su cuerpo, Leiziaga contiene otro cuerpo y la teoría del tiempo”; o Fernando Pessoa “y sus personalidades que obedecían a la frecuencia de las mareas”; o “escribir un recado donde hable Eliseo Diego”, o como “el demonio habita en la mirada inventiva del niño de Cassinelli”, según escribió Franz Kafka en la Muralla china; o el Diccionario del diablo “entre cuyas páginas encontró la agonía perdida su autor Ambrose Bierce, aunque alguien se la robó cuando llegó a la última página”; algunas acotaciones en Iluminaciones.

Gerbasi, Gallegos, Cantaclaro, Meneses, Francisco de Quevedo, Jorge Luis Borges, Diógenes, Contramaestre, Rafael Cadenas, Derrota, Liscano, Ezra Pound, Alfonso Reyes, Pepe Barroeta, Dulce maría Loynaz, Juan Rulfo, Vallejo, Rimbaud, Carlos Augusto León, Georges Bataille, Luis Alberto Crespo, Pierre Reverdy, Escritos para una poética, Juan Calzadilla, Juan Sánchez Peláez, Víctor Valera Mora, Teófilo Tortolero, Eugenio Montejo, Luis Barrios Cruz, Alejo Carpentier, Octavio Armand, Arnaldo Acosta Bello, Mario Briceño Iragorry, Garmendia, Los pequeños seres, Teresa de la Parra, Ifigenia, María Fernanda Palacios, Jaime Sabines, Adán y Eva, Disneyworld: algunas estaciones/ algunos domicilios re-memorados por el autor en Poética del desatino.

Asombros más que desatinos, resultan estos viajes medulares del pensamiento anotado por Alberto Hernández, en diferentes extensiones según el capítulo, pero incluso algunos breves, a la mejor manera del arte del aforismo (1), que ha tentado a escritores y artistas de todos los tiempos. Sea el caso de Los cien aforismos: la segunda visión del pintor Franz Marc (1880-1916), un verdadero testamento filosófico escrito durante su movilización como soldado en la I Guerra Mundial, un año antes de ser abatido por una bomba. O Voces, del maestro Antonio Porchia (1886-1968), un único libro de aforismos, editado la primera vez en 1943, con sucesivas reimpresiones hasta nuestros días, con el que “Porchia restituye al aforismo su exacta dimensión de aforismo, su identidad que no consiste en una mera enunciación abreviada, sino que responde a leyes propias que se fundan en esa necesidad de proveer a la lectura múltiple, que hace del aforismo un género poético irreductible a otras formas del discurso” (2). Y esta precisión nos resulta válida y genuinamente extensible, para los aforismos que llamándolos Dichos (3), viene publicando en nuestro país el maestro Rafael Cadenas, navegando a voz propia el arte reflexivo en brevedad.

Es entonces, en esta tradición con historia, que se apuntala con tino el nombre del poeta Alberto Hernández, con las 86 páginas del libro que hoy queda bautizado entre ustedes; exaltado su silencio y su tiempo detenido en el mirar del afuera desde el adentro, ensañada su palabra cuando escribe: “El silencio es verbal. Ninguna palabra tiene sentido si no obedece a su propio silencio”. Recórranlo pues, sin prisa, ya no la tuvo el autor al escribirlo; y sí temblor y sí dolor al apreciar que es lo que se decanta cuando evocas lo vivido; lo amado; lo que no quieres perder.
(Palabras leídas en la Librería Kalathos. Sábado 28 de mayo 2011).

Notas:

(1) Aforismo, según el DRAE: Sentencia breve y doctrinal.
(2) Cerrato, Laura. En: Prefacio a Las Voces abandonadas de Antonio Porchia. Pre-Textos, Valencia, España, 2001.
(3) Cadenas, Rafael. Dichos. Ediciones la oruga luminosa. Colección El Paso de la Danta. San Felipe. Venezuela, 1992.

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MARIO VARGAS LLOSA: LA LITERATURA Y LA POLÍTICA

Mario Vargas Llosa: “La política puede ser un veneno para la literatura”

«Cuando la literatura se convierte en un instrumento de propaganda política el resultado generalmente es muy mala literatura,» dice Mario Vargas Llosa

El escritor y Premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, tuvo en Pekín un encuentro con escritores e hispanistas chinos, a los que recomendó alejarse de la política en sus obras, pero no del compromiso social:

“Ha ocurrido mucho en América Latina y también en España que la política muchas veces ha sido un veneno para la literatura. Cuando la literatura se convierte en un instrumento de propaganda política el resultado generalmente es muy mala literatura.
Cuando quiere ser un vehículo de propaganda y defender ciertos puntos de vista políticos, ideológicos o religiosos es una literatura en la que la forma ha pasado a ser una preocupación de segundo orden y el contenido prevalece sobre la forma, cuando es la forma la que tiene que prevalecer siempre sobre el contenido.
Muchos escritores latinoamericanos han escrito para combatir dictaduras brutales y corruptas, textos que moral y políticamente eran correctos: panfletos, manifiestos de protesta, denuncias, documentos, pero no literatura. Mi caso es el de un escritor que se preocupa mucho por la política, pero cuando quiere opinar de la actualidad escribe un artículo, un ensayo, da una conferencia o participa en un debate.
Tampoco se escribir una literatura que evita del todo problemáticas sociales y políticas es efímera, más bien un juego y un divertimento.”

Fuente: www.prodavinci.com

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A OSCAR SAMBRANO URDANETA, IN MEMORIAM

Por Luis Beltrán Mago

Hoy amanece el corazón dolido.
El llanto aflora y la mirada vaga.
Se fue un amigo amado y presentido
caminante de un sueño que lo embriaga.

Hoy el recuerdo vive conmovido
por este viaje que la vida paga.
El camino de ayer comprometido
lo recorre la voz que amando indaga.

Se fue el Maestro, se marchó el Amigo.
Bien sabe Dios que siempre fui testigo
de como daba con amor su mano.

Viaja a lo eterno, viaja a lo infinito.
Con su partida va el dolor contrito
y al lado de la vida, Oscar Sambrano.

Luis Beltrán Mago poeta venezolano. Con una vasta obra publicada, su último libro, Antología esencial, publicado
por el Círculo de Escritores de Venezuela. Selección de José Tomás Angola.

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FALLECIÓ OSCAR SAMBRANO URDANETA

Esta madrugada recibimos la dolorosa noticia del fallecimiento de nuestro amigo el escritor Oscar Sambrano Urdaneta, después de haber rendido batalla a su corazón, durante los últimos meses. Luz a su alma.

Falleció un notable intelectual venezolano y un hombre de bien. Durante muchos años perteneció al Círculo de Escritores de Venezuela, como Miembro Emérito e integrante del Consejo Consultivo.
Oscar Sambrano Urdaneta nació el 06 de febrero 1929 en Boconó, Estado Trujillo. Escritor, ensayista y crítico literario, especializado en la vida y obra de Andrés Bello.

Se trasladó a vivir en Caracas durante su juventud, estudió en el Instituto Pedagógico Nacional y la Universidad Central de Venezuela , donde se graduó como Doctor en Literatura.
En la década de 1940, gracias al escritor Pedro Grases , Urdaneta fue designado miembro del grupo encargado de la selección de las obras completas de Andrés Bello, presidido por el Dr. Rafael Caldera. Desde entonces, Urdaneta estuvo involucrado en el mundo literario. Ha sido un estudioso de la obra de Andrés Bello. Entre 1959 y 1978, fue profesor en el Instituto Pedagógico Nacional y desde 1965 hasta 1990, en la Universidad Central de Venezuela. Fue director de La Casa de Bello Fundación (Andrés Bello Instituto). A partir de 1977, fue jefe de redacción de la Revista Nacional de Cultura (1959-1963) y director de colecciones como la Biblioteca Popular Venezolana y el Tricolor. Fue Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela. También fue Miembro del consejo consultivo de la Biblioteca Ayacucho y de la editorial Monte Ávila Editores.

En 1978, obtuvo el Premio Municipal de Literatura con la obra Poesía contemporánea de Venezuela. En 1984, fue designado Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, la cual presidió hasta el año 2009. También es miembro honorario del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá . Durante el segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-1999), fue presidente del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), y en 2003 fue miembro de la Comisión de Homenaje a Andrés Eloy Blanco.

Desde el año 2006 ha sido director cultural del programa de televisión «Valores», transmitido por Vale TV. El tema principal de este espacio fue el aprendizaje de la cultura venezolana en todas sus dimensiones. En junio de 2008, propuso a la Academia Venezolana de la lengua la creación de un centro de investigación literaria y lingüística.

Bibliografía: Cecilio Acosta, Obra y vida, Apreciación literaria, «El Llanero», Problema de las Naciones Unidas de Crítica Literaria, Cronología de Andrés Bello, El Epistolario de Andrés Bello, El Andrés Bello universal. Verdades y Mentiras Sobre Andrés Bello. Poesía contemporánea de Venezuela. Literatura hispanoamericana (en colaboración con Domingo Miliani). Del Ser y del Quehacer de Julio Garmendia

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LA ÚLTIMA MUERTE DE SIMÓN EL TRISTE DE EDUARDO CASANOVA, EN AMAZON.COM

La apasionante novela de las últimas horas de vida del Libertador, ahora puede ser leída en todos los países de habla española a través del LIBRO ELECTRÓNICO, en AMAZON.COM

La novela “La última muerte de Simón el triste”, de Eduardo Casanova acaba de ser editada en formato digital, e-book, compatible con el lector Kindle de Amazon.com.

Originalmente publicada en papel en el año 2004 por la Editorial Actum, de Venezuela, trata de la muerte y varios aspectos de la vida del Libertador Simón Bolívar. La edición caraqueña fue muy elogiada por la crítica especializada y por el público en general, pero sólo circuló en Venezuela, aun cuando en Colombia, fue llevada a escena en versión para teatro. Ahora, a partir del 6 junio del 2011 fue colocada para su venta en Amazon.com, con lo que podrá darse a conocer en todos los países de lengua española.
Con la publicación de esta, la decimotercera novela de Eduardo Casanova, y la próxima publicación de otras de sus obras, el catálogo de libros de autores latinoamericanos y de Venezuela se incrementará notablemente para disfrute de un público mundial que ha reconocido la importancia del libro electrónico pero admite la falta de opciones en castellano.

El acceso a la versión Kindle de “La última muerte de Simón el triste” es a través del siguiente link:

http://www.amazon.com/%C3%BAltima-muerte-triste-Spanish-ebook/dp/B0054KIYE0/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1307540963&sr=8-2

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TALLER DE NARRATIVA CONTEMPORÁNEA CONTADA A CINCO VOCES

Por Eduardo Liendo, Ana Teresa Torres, Antonio López Ortega, Fedosy Santaella y Antonieta Madrid

Narrativa venezolana es contada a cinco voces
Para quienes estén interesados en la narrativa venezolana actual, bien sea desde la escritura o desde la lectura, la Escuela de Escritores ha organizado el “Taller de Narrativa Contemporánea venezolana en la voz de sus autores”.

Durante cinco jueves, desde el 9 de junio al 7 de julio, Eduardo Liendo, Ana Teresa Torres, Fedosy Santaella, Antonio López Ortega y Antonieta Madrid, disertarán acerca de sus obras haciendo énfasis en el oficio y sus técnicas para escribirlas. Desde las 6 hasta las 8:45 p.m. estos destacados novelistas y cuentistas pertenecientes a distintas generaciones, revelarán parte de su proceso creativo, hablarán de sus intereses y estímulos así como de las dificultades que encontraron y los aciertos. El participante tendrá la oportunidad de intercambiar inquietudes y despejar dudas con estas cinco personalidades de las letras venezolanas, cada uno en una sesión única e irrepetible. Será también una forma de tener una perspectiva de lo que se está escribiendo actualmente en el país.

La inversión es de Bs.F.450.
Duración: 5 sesiones de 3 horas académicas cada una.
Fechas: Jueves 9, 16, 23 y 30 de junio, y jueves 7 de julio de 2011.
Horarios: Jueves de 6 a 8:45 pm

Lugar: SEDE ALTERNA en la  9ª transversal de Altamira c/c 6ª avenida, Quinta Armonía (casa de ladrillos rojos en la esquina). La 9ª transversal está 3 cuadras después de la Clínica Ávila y la iglesia D. Bosco. La salida de la cota mil en el distribuidor Altamira da directamente a la 9ª transversal. Es posible estacionar en la 9ª transversal y en la 6ª avenida. Habrá vigilancia.
Para inscribirse, reservar el cupo y obtener información detallada, visitar www.escueladeescritores.org.ve

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EL NACIMIENTO DE LA NOVELA VENEZOLANA

Por Eduardo Casanova

Cuando se publicó la primera novela venezolana (“Los mártires”, de Fermín Toro, 1842), la novelística española tenía siglos de existencia. Pero la hispanoamericana no, aunque muchas de las crónicas coloniales tenían muchas características de novela, sobre todo si nos atenemos a la definición que del género ha adoptado la Real Academia de la Lengua Española (“Obra literaria de cierta extensión y en prosa, que narra sucesos ficticios o reales en parte y describe la evolución de los personajes. 2 Género literario formado por estas obras. Alcanza su pleno desarrollo en el s. XIX con el realismo y el naturalismo. 3 fig. Ficción o mentira. Etc.”). Fray Pedro de Aguado, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Fray Toribio de Benavente, Pedro Cieza de León, Bernal Díaz del Castillo, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, José de Oviedo y Baños, Fray Bernardino de Sahagún, el Inca Garcilaso de la Vega y el resto de los llamados Cronistas de Indias y sus sucesores fantasean a más y mejor en sus obras que, por lo general, son inclasificables o, mejor aún, bien pueden clasificarse como novelas, puesto que narran en prosa “sucesos ficticios o reales”.
Quizá el caso más notable en ese sentido es el del propio Descubridor, Cristóbal Colón, que al ver por vez primera lo que después se convirtió en Venezuela (en su tercer viaje, aun cuando hay serias sospechas de que su encuentro con nuestras costas fue en el primero pero lo ocultó para no pagar derechos a los monarcas), a fines del siglo XVI, escribió aquello de “Yo no tomo que el Paraíso Terrenal sea en forma de montaña áspera como el escribir de ellos nos muestra, salvo que él sea en el colmo, allí donde dije la figura del pezón de la pera, y que poco a poco, andando hacia allí, desde muy lejos se va subiendo a él; y creo que nadie no podría llegar al colmo como yo dije, y creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea de lejos y venga a parar allí donde yo vengo y haga este lago. Grandes indicios son éstos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de estos santos y sacros teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro y vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia. Y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan hondo”, que bien podría ser parte de cualquiera de esas novelas que en pleno siglo XX han sido catalogadas dentro del realismo mágico o “lo real maravilloso”.

No en vano se ha dicho que esa forma de escribir novelas (el realismo mágico) se nutrió esencialmente de las Crónicas de Indias. Así como se ha explicado que aquellas crónicas tenían que ser fantasiosas por la religiosidad de sus autores, en cuyas mentes aún vivía lo mágico y lo milagroso, directamente relacionado con el mundo medieval. O, quizá, porque se sentían obligados, consciente o inconscientemente, a idealizar lo que encontraban para alentar a los que se habían quedado en el Viejo Mundo a emprender la aventura del Nuevo. En todo caso, como afirma Arturo Uslar Pietri, gracias a Colón y a los Cronistas de Indias, se supo en Europa que la magia estaba viva, y gracias a ese conocimiento científico nació la Utopía.
De lo que no pueda haber duda es de que la novela, la novela hispanoamericana, había nacido en textos como el de Bernal Díaz del Castillo (en referencia a lo que cuenta Francisco López de Gómara sobre la batalla de Centla, en la “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, que dice: «Aquí es donde dice Francisco López de Gomára que salió Francisco de Morla en un caballo rucio picado, antes que llegase Cortés con los de a caballo, y que eran los santos apóstoles señor Santiago o señor San Pedro. Digo que todas nuestras obras y victorias son por mano de Nuestro Señor Jesucristo, y que en aquella batalla había para cada uno de nosotros tantos indios que a puñados de tierra nos cegaran, salvo que la gran misericordia de Nuestro Señor en todo nos ayudaba». Es obvio que no se está haciendo historia, sino algo que, si no es gallo, es un ave que no vuela o vuela poco y tiene cresta, plumas, pico de gallo, ojos de gallo, patas de gallo y canta en la madrugada, aunque también canta de día y pisa a las gallinas.

De modo que no es del todo cierto que la novela no haya existido en tierras americanas antes de que se publicara “El periquillo sarniento”, de José Joaquín Fernández Lizardi en 1816, en pleno proceso de la guerra de independencia de México. La novela había estado entre nosotros desde mucho antes, escondida, disimulada, camuflada para engañar al censor español y para complacer a los protagonistas y sus relacionados. Pero eso sí, viva y presente. Y en aplicación del mismo racionamiento, no sería cierto que la primera novela venezolana haya sido “Los mártires”. Es la primera novela escrita y publicada en la Venezuela independiente, pero antes se habían dado a conocer en nuestro territorio, cuando era territorio del rey español, los textos de don José de Oviedo y Baños, que nació en Bogotá en 1671 y murió en Caracas en 1738.

Aunque quizá a Oviedo y Baños habría que considerarlo colombiano, salvo por el hecho de que hasta que se logró la Independencia todos los nacidos en nuestros territorios, incluidos Bolívar y Andrés Bello, eran españoles, y Colombia nació casi 80 años después de la muerte del cronista. Oviedo y Baños, cronista español de nuestras tierras, nació en Bogotá y luego de formarse en Lima, vivió la mayor parte de su vida en Venezuela, a donde llegó muy joven, huérfano de padre, con su tío, el obispo Diego de Baños y Sotomayor, y aquí escribió su “Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela”, uno de los libros fundamentales para conocer los primeros años de Venezuela, en el que buena parte, por supuesto, tiene mucho de novela en tono y en su fantasear, que además ha servido en más de un caso como “fuente” de novelistas..
En todo caso, lo que es innegable, es que la novela de Fermín Toro es la primera escrita por un venezolano en Venezuela como país independiente, aun cuando ni los personajes ni el tema tengan nada que ver con Venezuela. De ella hablaremos después.

*Eduardo Casanova Sucre nació en Venezuela. Novelista, ensayista y biógrafo con amplia obra publicada. Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela

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EL NIÑO QUE LLEVAMOS DENTRO

Por Alvaro Pérez Capiello

El hombre contemporáneo cada vez más ligado a la férrea dictadura de los relojes, a los vaivenes de la economía, al tráfico y la polución ambiental, busca escapar de los rigores de la cotidianidad usando diversos vehículos, entre ellos: la lectura. Un buen libro suele ser un excelente compañero para esas aburridas mañanas dominicales, donde hasta el sol le es difícil entrometerse en los patios y desnudar la intimidad del hogar. En años recientes, las cifras de ventas de textos de autoayuda, sanación holística, metafísica, yoga o medicinas alternativas para el cuidado del cuerpo y el espíritu, prácticamente se han disparado, así como los tirajes de libros de ciencia ficción, al más puro espíritu de Harry Potter, Las crónicas de Narnia, o El señor de los anillos. Tal vez, aunque suene un tanto descabellado, ese niño que todos llevamos dentro nos exija, por momentos, acudir a una escuela de brujos con escobas voladoras, mandrágoras parlantes, cuadros que cuentan historias y lechuzas mensajeras.

Quizás, el mito del león Arslam luzca más cercano al milagro de la muerte y resurrección de Cristo de lo que cualquiera estaría dispuesto a reconocer. La verdad, es que los autores de ficción toman elementos del mundo real para componer sus soñadas invenciones, ¿cómo no tributarle a la tuberculosis pulmonar de Virginia Clemm, un rasgo de paternidad en La máscara de la muerte roja? Será difícil aceptar que los viajes de Joseph Conrad marcaron mucha de la producción literaria del autor de Una avanzada hacia el progreso, o que las terribles condiciones de la Inglaterra, de la Primera Revolución Industrial, no estén descritas admirablemente en los mejores relatos de Charles Dickens. Sí, ningún artista es ajeno a su circunstancia, a pesar de que la obra terminada es una entidad viva, separada de las alegrías y las tragedias, de su creador.

Muchas compañías vinculadas al negocio del entretenimiento han obtenido excelentes dividendos vendiendo sueños anclados en los confines del reino de la imaginación. Tal es el caso de Disney Entreprises, con sus parques temáticos en California, Florida, París y Hong Kong. Cada ser humano puede llegar tan lejos como desee, montado en las alas de la fantasía. Este fenómeno no es exclusivo del siglo XXI, de la era de las microcomputadoras y los viajes al espacio, como muchos se verían tentados a creerlo. El Hombre Magdaleniense, habitante del Paleolítico Superior, nos ha legado importantes evidencias acerca de su particular visión del mundo, en cuevas como Lascaux (Francia) y Altamira (España), verdaderas catedrales plagadas de símbolos que nos remiten a un pensamiento mágico. Cruces, con o sin desarrollos laterales, flechas, figuras de grandes herbívoros en movimiento, nos hacen suponer que tenemos por delante una inmensa catedral hilada de asombros, una reverencia a lo natural. Recordemos el éxito de aquellas series televisivas de los ochenta y finales de los setenta: La dimensión desconocida, Mi bella genio, Hechizada, o Mork del planeta Ork. Ellas, nos envían a universos paralelos, puertas bidimensionales, encantamientos que desaparecen objetos, civilizaciones extraterrestres, entre otras menudencias del dilatado campo de lo paranormal y las ciencias ocultas.

La imaginación no es, entonces, un privilegio de los escritores, de los tontos y románticos, quienes se aferran a lo imposible como excusa en aras de evitar enfrentarse a los ejércitos de la realidad. Por el contrario, es una cualidad netamente humana, que ha potenciado el avance del arte y de la ciencia a lo largo de los siglos. Como lo diría Goethe, en 1781, en una carta a su madre: “A pesar de mi viva imaginación y de mi predilección de los actos humanos, siempre permaneceré ignorante del mundo en medio de una eterna infancia…”

*Álvaro Pérez Capiello es venezolano, novelista, cuentista, crítico de arte, escribe para diarios y revistas de Venezuela y del extranjero. Es Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela

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LIBROS PROHIBIDOS EN EL TRANSCURSO DE LA HISTORIA

Por Carmen Cristina Wolf
Expreso mi más profunda gratitud al escritor Jon Aizpúrua por la conferencia que ofreció el 28 de mayo, a las 11 de la mañana, en la Sala Cabrujas del Centro de Cultura Chacao, en Los Palos Grandes, Caracas. Se eligió la fecha y el tema, por tratarse de la semana del tercer festival de la lectura, organizado por Chacao en la Plaza Altamira. Aizpúrua nos recordó cómo el poder, bien sea religioso, político, académico, científico y de cualquier índole, cuando cae en manos de ideologías totalitarias y excluyentes, condena a la desaparición determinados libros que no están dentro de la ortodoxia dominante. En esencia, la causa de la quema de libros y la persecución de los escritores que piensan libremente, es una manera de atentar contra la libertad de expresión y contra los derechos humanos universales.

Aizpúrua hizo un repaso de las jerarquías sacerdotales que quemaron y persiguieron libros y a sus autores, como la Iglesia Católica en épocas pretéritas, con su Index Librorum Prohibitorum, comenzando por la Biblia, que no podía ser leída por los laicos, y mucho menos, traducida a otra lengua distinta al latín. También la Iglesia Luterana, los fundamentalistas islámicos … En épocas no muy lejanas fueron censurados los libros de astrología, ocultismo, espiritismo, alquimia, publicaciones de los masones y de los rosacruces… Hasta los libros de ciencia fueron censurados, si sostenían tesis distintas a las aceptadas por la jerarquía. En el siglo XX, estas posiciones han sido revisadas por las Iglesias Cristianas, comenzando por la Católica, a partir de la posición ecuménica del Papa Juan XXIII y de Juan Pablo II.
Se refirió a la destrucción de la biblioteca de Alejandría y a la feroz censura de los nazis, fascistas, comunistas y de todos los regímenes dictatoriales, bien sea de izquierda o de derecha.

Fue una charla inteligente y amplia y en esta breve nota no vamos a nombrar todos los autores condenados y las atrocidades referidas por el conferencista, que han sufrido los libros. Pero el público le hizo a Aizpúrua la petición de que publique el contenido de la conferencia.
Josep Fontana, catedrático de Historia y director del Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens i Vives de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, escribió lo siguiente:
… ¨Me gustan los libros prohibidos, que son los que expresan las ideas del futuro que no acepta todavía el orden establecido, pero que ayudarán a construir el mundo de mañana. Como sucedió, por ejemplo, con l’Encyclopédie de Diderot, que, pese a las condenas y prohibiciones de que fue objeto, consiguió extender su influencia por toda Europa y ayudó a cambiar el mundo. Por lo menos en lo que se refiere a la parte más o menos racional de la especie humana, en la que no figuran, evidentemente, los redactores de índices de libros prohibidos. Confieso que he aprendido mucho del Index librorum prohibitorum del Vaticano en su edición de 1948, que se mantuvo en vigor hasta 1966. Allí se prohíbe la lectura, bajo pena de excomunión, de Erasmo, Montaigne, Diderot, Hume, Balzac, Sartre, Spinoza, Tom Paine y de la mayor parte de los libros que importa haber leído. Se puede recomendar, por ello, a los jóvenes para que lo utilicen como un manual de las lecturas necesarias¨…
Caracas, 28 de mayo de 2011

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ENTREVISTA A ELIZABETH SCHÖN

LA POESIA TRANSFORMA LA REALIDAD

Conversaciones con Elizabeth Schön

por Laura S. Leret

Conocí a la poeta Elizabeth Schön una tarde de octubre de 2004 en la librería Macondo durante una tertulia sobre su obra. Nos leyó algunos de sus poemas e intercambió palabras con el público. Yo le pedí que me dedicara su libro Ráfagas del establo (2002): “A Laura. Su nombre tiene el sonido del arpa para después convertirse en poemas”.

Se interesó por mi poesía. Me dijo: “Yo puedo ayudarte”. Me invitó a su casa, así como lo hizo con tantos aficionados a la poesía y al estudio de la literatura.

Compartí la invitación con las compañeras del taller de poesía, que por aquella fecha nos dictaba la poeta Yolanda Pantin.

Llegamos a su casa en Los Rosales, un viernes por la tarde. Ella nos esperaba con entusiasmo, nos ofreció una tisana de frutas que bebimos en un vaso transparente de cristal rojo. Las paredes del estudio, donde nos recibió, mostraban cuadros y esculturas que habían sido obsequios de sus amigos artistas: Elsa Gramcko, Mercedes Pardo, Alejandro Otero. Un patio interior sembrado de jazmines y matas de mango, impregnaba el ambiente de aromas y flores.

Cada una de nosotras fue leyendo un poema de su autoría. Elizabeth Schön nos escuchaba con atención y hacía los comentarios de rigor, que nosotras apuntábamos al margen de las estrofas.

Unos meses después de aquella visita, Elizabeth Schön sufrió un derrame cerebral que le paralizó la pierna izquierda y le dificultó el habla. No volvería a caminar sin la ayuda de una andadera.
Regresé por mi cuenta varias veces a conversar con ella. Elizabeth Schön solía esperarme sentada en una amplia silla en su cuarto. Al escuchar mis pasos, su perra Shirley salía a mi encuentro, mostraba sus caninos y sus ojos me amenazaban por un instante, para después regresar a su sitio, debajo de la cama de su ama.

Así fue como descubrí a una mujer en la última etapa de su vida, entablamos una amistad que fue interrumpida por su muerte en mayo de 2007.

Me hablaba sobre su infancia y sobre sus facultades extra sensoriales que se hicieron evidentes a muy temprana edad. Era frecuente que Elizabeth Schön percibiera la sombra de su madre o la de su abuela y que conversara con ellas. “No hay porque tenerle miedo”, me decía. “Al contrario, me satisface sentirlas, saber que están cerca”. Otro día me comentó sobre un sueño que la estremeció, y me preguntaba “tú ¿qué crees? que fue cierto”. Yo le contestaba que sí, que su sueño tenía todas las características de un viaje astral. Una experiencia que le sirvió de inspiración para su libro Visiones Extraordinarias (2006).

Cada vez que la visitaba, conversábamos sobre las fotos de las paredes de su cuarto. La de su esposo Alfredo Cortina con lentes grandes y redondos se asomaba entre los libros del estante; la de su hermano, el profesor universitario en los Estados Unidos, colgaba de la pared detrás de su cama junto a la de su abuela Columba Ibarra Delfino, y al frente, se veía a la joven Elizabeth Schön, de unos 20 años, con pantalones negros y bombachos, rodeada por sus compañeros y profesores de la escuela de Filosofía en la U.C.V.

Cuando platicábamos sobre poesía, me explicaba que el poema es capaz de transformar la realidad con sus metáforas. Por ejemplo, “fíjate en este verso” de su libro La flor, el barco, el alma (1995)

“Para mirarla / raspamos el cielo y se desprenden las nubes / la lluvia, la centella / aun lo luminoso, esférico, espacial / desde el primer instante del sol”.

Y yo entendía que no es cierto que raspemos el cielo ni que como resultado de nuestra acción se desprenda la lluvia, lo esférico espacial, y sin embargo la poesía tiene la facultad de crear una imagen nueva, otra realidad, y por ello me decía: “la poesía es la expresión artística más innovadora, más que cualquier otra, la poesía transforma la naturaleza, la poesía une cielo y tierra”.

Es un concepto que el artista plástico Jesús Soto comparte cuando dice: “yo creo que es una idea magistral el hecho de asociar las cosas más desasociadas del mundo en un poema (…) Pero las mismas cosas, exactamente los mismos temas, pintados en un cuadro bidimensional, hacen una vulgar naturaleza muerta (…) Los artistas pasan a ser ilustradores, imaginarios del pensamiento revolucionario de la poesía.”(Garrido, 2005, p.41).

LA TRAPECISTA
“Yo iba al parque y les preguntaba a las niñas “¿tú tienes madre?” “¿y está viva?” y si me decían que estaba muerta yo me iba corriendo para la casa porque yo sabía que eso me iba a suceder a mí. Yo llegué un día de una piñata y me dijeron que mi madre estaba muerta…”

“Me gustaba caminar por los techos de las casas, me parecía divino, yo sentía plup plip plup plip…tenía una terraza, y ahí yo me encaramaba y brincaba a la otra casa, caminaba por los techos y me montaba en las matas de mango de Las Mercedes.”

“Me encantaba un árbol, subirme a las ramas, yo me sentía una trapecista hacía todas las maromas que hacían en los circos, me enganchaba las piernas en las ramas y miraba para el piso, entonces ya había muerto mi madre y mi tía me regañaba, “mija, bájate de ahí que te vas a caer” y yo pensaba cómo se le ocurre decir eso, si yo no me voy a caer.”

“Yo no era de muchas amigas porque a mí lo que me gustaba era montarme en los árboles y bailar, no me gustaban las muñecas, el muñeco es una cosa falsa.”

“Viví en Caracas hasta los doce años hasta que nos mudamos a Puerto Cabello, yo me fui contenta porque yo sabía que me iba a conseguir con el mar y con el cielo que vive dentro del mar.”

LA SELVA

“Yo iba mucho a San Esteban y me bañaba en un río con unas piedras enormes, el río me embrujó. En San Esteban conocí la selva y a las culebras. Yo no le tenía miedo a las culebras, yo las veía, se metían debajo de las camas, por las ventanas, ellas bajaban por las paredes. Todos los fines de semana íbamos a San Esteban caminábamos por las carreteras de tierra y cuando veíamos a una culebra enrollada, agarrábamos un palo y la pinchábamos por la cabeza y no se podía mover.”

“Cuando veías una culebra debajo de tu cama te ibas a dormir a otro cuarto, eso era lo que hacíamos. Una vez la abuela de unas amigas, las Konecke, era una viejita encantadora, ella se fue acostar y resulta que tenía debajo de la cama a una mapanare y se armó aquel escándalo, ella dijo “déjenla quieta, no la despierten” y a las cinco de la mañana se fue la culebra por las ventana de la casa. Nunca matábamos a las culebras, ellas eran una compañía, si las culebras se arma ¡ya está! te dan el picotazo. A un niño le mordió una mapanare y pasaron un día para conseguir el carro para llevarlo al hospital de Puerto Cabello, no sé si vivió.”

LAS HERMANAS GRAMCKO Y ALFREDO CORTINA

“En Puerto Cabello vivía una colonia de descendientes de alemanes, allí conocí a Ida y a Elsa Gramcko todas las tardes ellas salían con su papá a casa de las tías y yo las veía pasar desde el balcón de mi ventana, y me decía, estas se ven inteligentes y ellas se me quedaban mirando. Un día en la iglesia Elsa le regaló una tarjetita de su primera comunión a mi hermana y mi hermana le regaló la suya y así comenzó nuestra amistad.”

“Yo me sentaba con Ida Gramcko a leer a Azorín, a los escritores españoles de la época, yo tenía que acompañarla y leer todo lo que ella leía, siempre fuimos muy unidas, sobre todo con Ida quien era la más necesitada de cariño. Yo le di todo el cariño que pude, te digo sinceramente es la mujer más inteligente que he conocido, tenía una memoria…era un monstruo.”

“A Puerto Cabello llegaban muchos turistas, y a nosotras nos encantaba verlos, yo en la noche acostada antes de dormir hacía un cuento con esos turistas… Me costaba dormir porque empezaban los presos del castillo de Puerto Cabello a tirarse al agua y yo sentía cuando se los comían los tiburones, eran presos políticos de Gómez, ellos lloraban con unas argollas que les ponían y yo los sentía, no podía dormir porque sabía que los presos iban a empezar a gritar.”

“Yo comencé a escribir creo que cuando estudiaba en la universidad y entonces cuando yo hacía esos trabajos sentía que tenía que decir otras cosas aparte de la escuela de filosofía y comencé a escribir poesía, creo acerca de una rosa y se lo enseñé a Ida Gramcko: “eso no me gusta, es muy cursi”, me contestó, “bueno, no es malo ni bueno, lo que sé es que no me deja nada”.

“Volví a escribir mucho tiempo después y deje esos papeles bajo otros papeles y cuando Ida llegó, creí que ella estaba leyendo un estudio sobre Kant que yo había hecho y ella decía “¡qué bello!” yo sabía que era un trabajo que yo tenía que entregar al profesor García Bacca, yo estaba confundida pero “¿cómo? ¿qué bello?”, “Ida, ¿qué estás leyendo?”, “La Selva” me contestó, “¿Eli, quien escribió esto?”, “¿quien tú crees Ida?” y yo callada, “pero Eli, tu tienes esos papeles ¿de quienes son? ¿tuyos?”, “Eli esto se puede publicar” y yo estaba horrorizada, entonces ella y mi esposo Alfredo lo mandaron para un concurso y salió ganador.”

“Desde el primer momento que vi a Alfredo Cortina me gustó. Me lo presentó Elsa Gramcko en Puerto Cabello, él era su tío. Una vez me llamó y me dijo: “vente para acá que te voy a presentar a tío Alfredo, él te quiere conocer,” yo le contesté: “estoy muy ocupada”, “que te vengas para acá,” me dijo.”

“Vi a un hombre de lentes, simpático y agradable, a mí me dio pena y me fui, él pregunto que quien era yo. “Esa es una amiga que vive al frente,” contestaron, “pues llámala para ir a pasear”. Elsa me fue a buscar pero yo no quería ir, “tienes que venir” me dijo, por fin me convenció y me metió en el carro y yo quedé al lado de él porque él estaba manejando, entonces viene un muchacho que también se llamaba Alfredo y me dice “¿cómo estas?¿cómo te va?”, “me va bien y tú”, “bien ¿no es que íbamos a pasear a la Plaza Flores?”, “hoy no puedo”, le contesto, “tengo un compromiso”, “bueno, adiós.” Alfredo Cortina me dice “¿ese se llama Alfredo como yo?”, “sí, se llama Alfredo como usted”, “y ¿ese es tu novio?”, yo le dije “no”, “bueno, ahora yo soy tu novio”. Desde ese momento me llamó su novia, yo me quedé horrorizada porque yo era una pifiola.”

“Alfredo fue el creador de la radio en Venezuela, yo lo quise tanto, nos casamos en Puerto Cabello, la hermana le dijo: “esa muchacha es como mi hija, pórtate bien, tú te dedicas a ella,” él le contestó,”yo, yo soy incapaz”, “¿cómo? si tú tienes una novia en cada parroquia de Caracas,” eso me lo contó Alfredo a mí.”

“Yo nunca más he querido otro hombre, él era una maravilla todos los muebles que tú ves los hacia él, la casa vivía llega de gente, él era un hombre agradable, inventaba charadas, inventaba cuentos y la gente venía acá a cada rato, mi matrimonio fue una maravilla, nosotros nunca peleamos. Cuando yo empecé a escribir él me apoyó.”

LA POESIA LO INVADE A UNO

“Sentí la necesidad de conocer, explorar sobre el silencio, un lenguaje que me llevara a mi madre, este es el mejor lenguaje pero no lo entendemos.”

“Existen distintas realidades, otra realidad, la realidad es múltiple, realidades que no se conocen. Cuando estoy en este cuarto y decidí no salir porque no puedo caminar entonces escribo en un cuaderno y cuando leo me doy cuenta que hay una tristeza en el fondo, un estado de ánimo muy íntimo.”

“La poesía lo invade a uno, la cara, los ojos, las manos, la vista, todo lo invade porque sino, no llega, lo que llega es un viento, y la poesía nunca es viento, es firmeza cuando es viento ¡qué va! La poesía viene de una fuerza interior, lo bello es que ese centro lo tiene uno pero vive a través de la poesía, el autor sale corriendo busca un papel y escribe y puede hacer hasta un libro, así comienza el trabajo.”

“Cuando nace un libro irrumpe como una montaña de la tierra que pareciera tocar el cielo.Cuando tomo una hoja, yo siento que allí está todo, ella misma se prepara, lo bello de la creación es darle el lugar a una cosa que está oculta que no se sabía que podía existir, cuando me pongo a pensar, las hojas caen en mi cabeza, un tumulto, un remolino de colores, la hoja de papel es seca, la mano es la que ayuda a la poesía, el cuerpo la ayuda, el cuerpo resiste, la poesía resiste a través del papel. El libro es el fondo del río, tú lo ves clarito.”

“El ser y la poesía es lo mismo, el ser es el fundamento, los poetas actuales siguen otro camino que es más fácil donde el ser no está a la vista, lo diario se ha usado para crear, lo malo es que se quede en eso. Los poetas actuales lo único que quieren es figurar.”

Enviado por la escritora Laura Leret para esta Revista.
Muchísimas gracias por esta entrevista tan densa y hermosa, que nos entrega momentos únicos en la existencia de nuestra amad poeta Elizabeth Schön.
Carmen Cristina Wolf, Editora

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