LIBROS PROHIBIDOS EN EL TRANSCURSO DE LA HISTORIA

Por Carmen Cristina Wolf
Expreso mi más profunda gratitud al escritor Jon Aizpúrua por la conferencia que ofreció el 28 de mayo, a las 11 de la mañana, en la Sala Cabrujas del Centro de Cultura Chacao, en Los Palos Grandes, Caracas. Se eligió la fecha y el tema, por tratarse de la semana del tercer festival de la lectura, organizado por Chacao en la Plaza Altamira. Aizpúrua nos recordó cómo el poder, bien sea religioso, político, académico, científico y de cualquier índole, cuando cae en manos de ideologías totalitarias y excluyentes, condena a la desaparición determinados libros que no están dentro de la ortodoxia dominante. En esencia, la causa de la quema de libros y la persecución de los escritores que piensan libremente, es una manera de atentar contra la libertad de expresión y contra los derechos humanos universales.

Aizpúrua hizo un repaso de las jerarquías sacerdotales que quemaron y persiguieron libros y a sus autores, como la Iglesia Católica en épocas pretéritas, con su Index Librorum Prohibitorum, comenzando por la Biblia, que no podía ser leída por los laicos, y mucho menos, traducida a otra lengua distinta al latín. También la Iglesia Luterana, los fundamentalistas islámicos … En épocas no muy lejanas fueron censurados los libros de astrología, ocultismo, espiritismo, alquimia, publicaciones de los masones y de los rosacruces… Hasta los libros de ciencia fueron censurados, si sostenían tesis distintas a las aceptadas por la jerarquía. En el siglo XX, estas posiciones han sido revisadas por las Iglesias Cristianas, comenzando por la Católica, a partir de la posición ecuménica del Papa Juan XXIII y de Juan Pablo II.
Se refirió a la destrucción de la biblioteca de Alejandría y a la feroz censura de los nazis, fascistas, comunistas y de todos los regímenes dictatoriales, bien sea de izquierda o de derecha.

Fue una charla inteligente y amplia y en esta breve nota no vamos a nombrar todos los autores condenados y las atrocidades referidas por el conferencista, que han sufrido los libros. Pero el público le hizo a Aizpúrua la petición de que publique el contenido de la conferencia.
Josep Fontana, catedrático de Historia y director del Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens i Vives de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, escribió lo siguiente:
… ¨Me gustan los libros prohibidos, que son los que expresan las ideas del futuro que no acepta todavía el orden establecido, pero que ayudarán a construir el mundo de mañana. Como sucedió, por ejemplo, con l’Encyclopédie de Diderot, que, pese a las condenas y prohibiciones de que fue objeto, consiguió extender su influencia por toda Europa y ayudó a cambiar el mundo. Por lo menos en lo que se refiere a la parte más o menos racional de la especie humana, en la que no figuran, evidentemente, los redactores de índices de libros prohibidos. Confieso que he aprendido mucho del Index librorum prohibitorum del Vaticano en su edición de 1948, que se mantuvo en vigor hasta 1966. Allí se prohíbe la lectura, bajo pena de excomunión, de Erasmo, Montaigne, Diderot, Hume, Balzac, Sartre, Spinoza, Tom Paine y de la mayor parte de los libros que importa haber leído. Se puede recomendar, por ello, a los jóvenes para que lo utilicen como un manual de las lecturas necesarias¨…
Caracas, 28 de mayo de 2011

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ENTREVISTA A ELIZABETH SCHÖN

LA POESIA TRANSFORMA LA REALIDAD

Conversaciones con Elizabeth Schön

por Laura S. Leret

Conocí a la poeta Elizabeth Schön una tarde de octubre de 2004 en la librería Macondo durante una tertulia sobre su obra. Nos leyó algunos de sus poemas e intercambió palabras con el público. Yo le pedí que me dedicara su libro Ráfagas del establo (2002): “A Laura. Su nombre tiene el sonido del arpa para después convertirse en poemas”.

Se interesó por mi poesía. Me dijo: “Yo puedo ayudarte”. Me invitó a su casa, así como lo hizo con tantos aficionados a la poesía y al estudio de la literatura.

Compartí la invitación con las compañeras del taller de poesía, que por aquella fecha nos dictaba la poeta Yolanda Pantin.

Llegamos a su casa en Los Rosales, un viernes por la tarde. Ella nos esperaba con entusiasmo, nos ofreció una tisana de frutas que bebimos en un vaso transparente de cristal rojo. Las paredes del estudio, donde nos recibió, mostraban cuadros y esculturas que habían sido obsequios de sus amigos artistas: Elsa Gramcko, Mercedes Pardo, Alejandro Otero. Un patio interior sembrado de jazmines y matas de mango, impregnaba el ambiente de aromas y flores.

Cada una de nosotras fue leyendo un poema de su autoría. Elizabeth Schön nos escuchaba con atención y hacía los comentarios de rigor, que nosotras apuntábamos al margen de las estrofas.

Unos meses después de aquella visita, Elizabeth Schön sufrió un derrame cerebral que le paralizó la pierna izquierda y le dificultó el habla. No volvería a caminar sin la ayuda de una andadera.
Regresé por mi cuenta varias veces a conversar con ella. Elizabeth Schön solía esperarme sentada en una amplia silla en su cuarto. Al escuchar mis pasos, su perra Shirley salía a mi encuentro, mostraba sus caninos y sus ojos me amenazaban por un instante, para después regresar a su sitio, debajo de la cama de su ama.

Así fue como descubrí a una mujer en la última etapa de su vida, entablamos una amistad que fue interrumpida por su muerte en mayo de 2007.

Me hablaba sobre su infancia y sobre sus facultades extra sensoriales que se hicieron evidentes a muy temprana edad. Era frecuente que Elizabeth Schön percibiera la sombra de su madre o la de su abuela y que conversara con ellas. “No hay porque tenerle miedo”, me decía. “Al contrario, me satisface sentirlas, saber que están cerca”. Otro día me comentó sobre un sueño que la estremeció, y me preguntaba “tú ¿qué crees? que fue cierto”. Yo le contestaba que sí, que su sueño tenía todas las características de un viaje astral. Una experiencia que le sirvió de inspiración para su libro Visiones Extraordinarias (2006).

Cada vez que la visitaba, conversábamos sobre las fotos de las paredes de su cuarto. La de su esposo Alfredo Cortina con lentes grandes y redondos se asomaba entre los libros del estante; la de su hermano, el profesor universitario en los Estados Unidos, colgaba de la pared detrás de su cama junto a la de su abuela Columba Ibarra Delfino, y al frente, se veía a la joven Elizabeth Schön, de unos 20 años, con pantalones negros y bombachos, rodeada por sus compañeros y profesores de la escuela de Filosofía en la U.C.V.

Cuando platicábamos sobre poesía, me explicaba que el poema es capaz de transformar la realidad con sus metáforas. Por ejemplo, “fíjate en este verso” de su libro La flor, el barco, el alma (1995)

“Para mirarla / raspamos el cielo y se desprenden las nubes / la lluvia, la centella / aun lo luminoso, esférico, espacial / desde el primer instante del sol”.

Y yo entendía que no es cierto que raspemos el cielo ni que como resultado de nuestra acción se desprenda la lluvia, lo esférico espacial, y sin embargo la poesía tiene la facultad de crear una imagen nueva, otra realidad, y por ello me decía: “la poesía es la expresión artística más innovadora, más que cualquier otra, la poesía transforma la naturaleza, la poesía une cielo y tierra”.

Es un concepto que el artista plástico Jesús Soto comparte cuando dice: “yo creo que es una idea magistral el hecho de asociar las cosas más desasociadas del mundo en un poema (…) Pero las mismas cosas, exactamente los mismos temas, pintados en un cuadro bidimensional, hacen una vulgar naturaleza muerta (…) Los artistas pasan a ser ilustradores, imaginarios del pensamiento revolucionario de la poesía.”(Garrido, 2005, p.41).

LA TRAPECISTA
“Yo iba al parque y les preguntaba a las niñas “¿tú tienes madre?” “¿y está viva?” y si me decían que estaba muerta yo me iba corriendo para la casa porque yo sabía que eso me iba a suceder a mí. Yo llegué un día de una piñata y me dijeron que mi madre estaba muerta…”

“Me gustaba caminar por los techos de las casas, me parecía divino, yo sentía plup plip plup plip…tenía una terraza, y ahí yo me encaramaba y brincaba a la otra casa, caminaba por los techos y me montaba en las matas de mango de Las Mercedes.”

“Me encantaba un árbol, subirme a las ramas, yo me sentía una trapecista hacía todas las maromas que hacían en los circos, me enganchaba las piernas en las ramas y miraba para el piso, entonces ya había muerto mi madre y mi tía me regañaba, “mija, bájate de ahí que te vas a caer” y yo pensaba cómo se le ocurre decir eso, si yo no me voy a caer.”

“Yo no era de muchas amigas porque a mí lo que me gustaba era montarme en los árboles y bailar, no me gustaban las muñecas, el muñeco es una cosa falsa.”

“Viví en Caracas hasta los doce años hasta que nos mudamos a Puerto Cabello, yo me fui contenta porque yo sabía que me iba a conseguir con el mar y con el cielo que vive dentro del mar.”

LA SELVA

“Yo iba mucho a San Esteban y me bañaba en un río con unas piedras enormes, el río me embrujó. En San Esteban conocí la selva y a las culebras. Yo no le tenía miedo a las culebras, yo las veía, se metían debajo de las camas, por las ventanas, ellas bajaban por las paredes. Todos los fines de semana íbamos a San Esteban caminábamos por las carreteras de tierra y cuando veíamos a una culebra enrollada, agarrábamos un palo y la pinchábamos por la cabeza y no se podía mover.”

“Cuando veías una culebra debajo de tu cama te ibas a dormir a otro cuarto, eso era lo que hacíamos. Una vez la abuela de unas amigas, las Konecke, era una viejita encantadora, ella se fue acostar y resulta que tenía debajo de la cama a una mapanare y se armó aquel escándalo, ella dijo “déjenla quieta, no la despierten” y a las cinco de la mañana se fue la culebra por las ventana de la casa. Nunca matábamos a las culebras, ellas eran una compañía, si las culebras se arma ¡ya está! te dan el picotazo. A un niño le mordió una mapanare y pasaron un día para conseguir el carro para llevarlo al hospital de Puerto Cabello, no sé si vivió.”

LAS HERMANAS GRAMCKO Y ALFREDO CORTINA

“En Puerto Cabello vivía una colonia de descendientes de alemanes, allí conocí a Ida y a Elsa Gramcko todas las tardes ellas salían con su papá a casa de las tías y yo las veía pasar desde el balcón de mi ventana, y me decía, estas se ven inteligentes y ellas se me quedaban mirando. Un día en la iglesia Elsa le regaló una tarjetita de su primera comunión a mi hermana y mi hermana le regaló la suya y así comenzó nuestra amistad.”

“Yo me sentaba con Ida Gramcko a leer a Azorín, a los escritores españoles de la época, yo tenía que acompañarla y leer todo lo que ella leía, siempre fuimos muy unidas, sobre todo con Ida quien era la más necesitada de cariño. Yo le di todo el cariño que pude, te digo sinceramente es la mujer más inteligente que he conocido, tenía una memoria…era un monstruo.”

“A Puerto Cabello llegaban muchos turistas, y a nosotras nos encantaba verlos, yo en la noche acostada antes de dormir hacía un cuento con esos turistas… Me costaba dormir porque empezaban los presos del castillo de Puerto Cabello a tirarse al agua y yo sentía cuando se los comían los tiburones, eran presos políticos de Gómez, ellos lloraban con unas argollas que les ponían y yo los sentía, no podía dormir porque sabía que los presos iban a empezar a gritar.”

“Yo comencé a escribir creo que cuando estudiaba en la universidad y entonces cuando yo hacía esos trabajos sentía que tenía que decir otras cosas aparte de la escuela de filosofía y comencé a escribir poesía, creo acerca de una rosa y se lo enseñé a Ida Gramcko: “eso no me gusta, es muy cursi”, me contestó, “bueno, no es malo ni bueno, lo que sé es que no me deja nada”.

“Volví a escribir mucho tiempo después y deje esos papeles bajo otros papeles y cuando Ida llegó, creí que ella estaba leyendo un estudio sobre Kant que yo había hecho y ella decía “¡qué bello!” yo sabía que era un trabajo que yo tenía que entregar al profesor García Bacca, yo estaba confundida pero “¿cómo? ¿qué bello?”, “Ida, ¿qué estás leyendo?”, “La Selva” me contestó, “¿Eli, quien escribió esto?”, “¿quien tú crees Ida?” y yo callada, “pero Eli, tu tienes esos papeles ¿de quienes son? ¿tuyos?”, “Eli esto se puede publicar” y yo estaba horrorizada, entonces ella y mi esposo Alfredo lo mandaron para un concurso y salió ganador.”

“Desde el primer momento que vi a Alfredo Cortina me gustó. Me lo presentó Elsa Gramcko en Puerto Cabello, él era su tío. Una vez me llamó y me dijo: “vente para acá que te voy a presentar a tío Alfredo, él te quiere conocer,” yo le contesté: “estoy muy ocupada”, “que te vengas para acá,” me dijo.”

“Vi a un hombre de lentes, simpático y agradable, a mí me dio pena y me fui, él pregunto que quien era yo. “Esa es una amiga que vive al frente,” contestaron, “pues llámala para ir a pasear”. Elsa me fue a buscar pero yo no quería ir, “tienes que venir” me dijo, por fin me convenció y me metió en el carro y yo quedé al lado de él porque él estaba manejando, entonces viene un muchacho que también se llamaba Alfredo y me dice “¿cómo estas?¿cómo te va?”, “me va bien y tú”, “bien ¿no es que íbamos a pasear a la Plaza Flores?”, “hoy no puedo”, le contesto, “tengo un compromiso”, “bueno, adiós.” Alfredo Cortina me dice “¿ese se llama Alfredo como yo?”, “sí, se llama Alfredo como usted”, “y ¿ese es tu novio?”, yo le dije “no”, “bueno, ahora yo soy tu novio”. Desde ese momento me llamó su novia, yo me quedé horrorizada porque yo era una pifiola.”

“Alfredo fue el creador de la radio en Venezuela, yo lo quise tanto, nos casamos en Puerto Cabello, la hermana le dijo: “esa muchacha es como mi hija, pórtate bien, tú te dedicas a ella,” él le contestó,”yo, yo soy incapaz”, “¿cómo? si tú tienes una novia en cada parroquia de Caracas,” eso me lo contó Alfredo a mí.”

“Yo nunca más he querido otro hombre, él era una maravilla todos los muebles que tú ves los hacia él, la casa vivía llega de gente, él era un hombre agradable, inventaba charadas, inventaba cuentos y la gente venía acá a cada rato, mi matrimonio fue una maravilla, nosotros nunca peleamos. Cuando yo empecé a escribir él me apoyó.”

LA POESIA LO INVADE A UNO

“Sentí la necesidad de conocer, explorar sobre el silencio, un lenguaje que me llevara a mi madre, este es el mejor lenguaje pero no lo entendemos.”

“Existen distintas realidades, otra realidad, la realidad es múltiple, realidades que no se conocen. Cuando estoy en este cuarto y decidí no salir porque no puedo caminar entonces escribo en un cuaderno y cuando leo me doy cuenta que hay una tristeza en el fondo, un estado de ánimo muy íntimo.”

“La poesía lo invade a uno, la cara, los ojos, las manos, la vista, todo lo invade porque sino, no llega, lo que llega es un viento, y la poesía nunca es viento, es firmeza cuando es viento ¡qué va! La poesía viene de una fuerza interior, lo bello es que ese centro lo tiene uno pero vive a través de la poesía, el autor sale corriendo busca un papel y escribe y puede hacer hasta un libro, así comienza el trabajo.”

“Cuando nace un libro irrumpe como una montaña de la tierra que pareciera tocar el cielo.Cuando tomo una hoja, yo siento que allí está todo, ella misma se prepara, lo bello de la creación es darle el lugar a una cosa que está oculta que no se sabía que podía existir, cuando me pongo a pensar, las hojas caen en mi cabeza, un tumulto, un remolino de colores, la hoja de papel es seca, la mano es la que ayuda a la poesía, el cuerpo la ayuda, el cuerpo resiste, la poesía resiste a través del papel. El libro es el fondo del río, tú lo ves clarito.”

“El ser y la poesía es lo mismo, el ser es el fundamento, los poetas actuales siguen otro camino que es más fácil donde el ser no está a la vista, lo diario se ha usado para crear, lo malo es que se quede en eso. Los poetas actuales lo único que quieren es figurar.”

Enviado por la escritora Laura Leret para esta Revista.
Muchísimas gracias por esta entrevista tan densa y hermosa, que nos entrega momentos únicos en la existencia de nuestra amad poeta Elizabeth Schön.
Carmen Cristina Wolf, Editora

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SEMINARIO DE CREATIVIDAD LITERARIA INICIA EL 4 DE JUNIO

SEMINARIO DE REFLEXIÓN Y CREATIVIDAD LITERARIA
PROFESORA MAGALY SALAZAR SANABRIA

Propósito: El Seminario de Reflexión y Creatividad Literaria está dirigido a los amantes de la literatura y a los interesados en desarrollar la escritura.

Un espacio creado para acercar a los participantes a una lectura y escritura artística donde descubriremos que la literatura es una actividad con espíritu. Se trata de desarrollar la participación creativa e interactiva y el goce estético de los integrantes del grupo ante sus propios textos y ante las obras literarias propuestas para el diálogo.
Como fuentes de la memoria poética y narrativa se han incorporado las lecturas de algunos poemas, cuentos, fragmentos de novela y ensayo sugeridos por los participantes o el facilitador. No se aplicarán modelos preestablecidos de análisis, a fin de lograr el descubrimiento de las voces profundas y el esplendor de la escritura, el sabor y saber de la lengua y lo que está más allá de lo lingüístico para, de esta manera, apreciar el verdadero goce de la lectura. Sólo así se establecerá una complicidad entre el lector y el texto.

Duración del Seminario: 2 semanas, 9 horas académicas
N° de participantes: 15

Fechas:
Sábado, 4 de junio 3 a 6pm.
Jueves, 9 de junio, 3pm a 6pm
Sábado, 11 de junio, 3pm a 6pm
Valor: 200,oo BsF por persona.
Lugar: Calle 3. Número 7-16, Quinta Chamberi. Santa Cecilia. Caracas (Al lado de La Casona)

Objetivo General: promover la competencia y el placer por la lecto-escritura, en un proceso que comprometa las facultades de intelección del participante y lo aproxime al texto, considerando a éste como una obra de arte y como testimonio del espíritu y de la inteligencia del escritor.
Contenidos fundamentales: I. Aproximación a la poesía venezolana, latinoamericana y universal. II. Aproximación a la narrativa y ensayo de autores venezolanos y latinoamericanos.
Estrategia metodológica: Exposición e introducción a los contenidos. Lectura crítica y comentada de textos de autores seleccionados. Producción de textos de los participantes y análisis y reflexión de los mismos.
Facilitador: Profesora Magaly Salazar Sanabria, Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela, Magister en Literatura Hispanoamericana y Venezolana (UPEL-IPC) y actualmente cursa Doctorado en Cultura y Arte: América Latina y El Caribe (UPEL-IPC).

Interesados favor comunicarse con la Profesora Magaly Salazar a través de:

Teléfono 212-4432156 Caracas Venezuela
Celular: 0416-4968845

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LA MIRADA POÉTICA DE ELIZABETH SCHÖN

Por Carmen Cristina Wolf
A Elizabeth Schön, in memoriam

Cuando se cumplen dos años del viaje definitivo de la poeta venezolana Elizabeth Schön, vuelve a mi memoria su mirada límpida, su manera afectuosa y gentil de tratar a las personas. Un día fuimos a visitarla, los poetas Rosita Melo, Edgar Vidaurre, Ruth Vidaurre y yo. De la conversación y la lectura de poemas, pasamos a la música, y ella me prestó un cuatro. Al comenzar a cantar una tonada de Simón Díaz, Elizabeth comenzó silenciosamente a llorar. Nos
explicó por qué. Era la primera vez que se escuchaban las notas del instrumento desde que Alfredo Cortina, su esposo, falleció.

Todo el que que hablaba con Elizabeth Schön, no la olvidó jamás. En el transcurso de mi vida, la lectura de su poesía se ha entrelazado íntimamente con mis vivencias. Me siento bendecida por haber tenido acceso a la obra poética de esta mujer venezolana, voz fundamental de la literatura contemporánea. He aquí los versos seleccionados para la convocatoria del octavo encuentro internacional de escritoras que se celebró en abril del 2008:

“En el tránsito del asombro hacia otro asombro
se desborda lo inagotable del Ser”
(Elizabeth Schön)

Estos son algunos recuerdos de la niñez que regresaron a mí leyendo algunos poemas de Elizabeth. Memorias de nuestras vacaciones en San Esteban: El verano era un vaso de oro desparramándose. Las gavetas dejaban salir la ropa ligera, pantalones cortos, franelas, sandalias. Lociones para los mosquitos, bronceadores y sombreros. De vez en cuando, si no un ventilador, un abanico. Todo un verano para bañarse en el río, leer a Julio Verne, Louise May Alcott, Salgari y los cuentos de Julio Garmendia. Comer mangos y guayabas y echar cuentos de la playa que estaba a un kilómetro, como si el mar estuviera a millas, millas y millas de distancia. Y todo allí mismo, a diez minutos de Puerto Cabello, en las orillas del río San Esteban, cubierto de la sempiterna vegetación cerrada verdinegra.

Era la felicidad completa, sin preocupaciones. Los mejores días del año, el gozo del principio del vivir, la pubertad en plena ebullición, cuando todo parece estar en una cesta, en la cual basta con querer para encontrar en ella cualquier aspiración hacia el milagro de la realidad, del brillo con que aparecen todas las cosas que nos rodean. Elizabeth Schön escribe:

“Si miras el agua miras al cielo. / Si miras al niño miras al agua y al cielo.”

Levantarse al amanecer no costaba nada, eran días distintos, de otra tinta. Lavarse la cara, ponerse el traje de baño y desayunar un vaso de leche y mantequilla derritiéndose sobre una arepa caliente. Al frente, los árboles de caimito y los chaguaramos, las matas de limón y de lechosa, los cedros centenarios y los pájaros saltando como locos entre las ramas, arrebatándose ramitas.

Nos esperaban las pelotas de goma húmedas sobre la grama. El abuelo, rastrillaba las hojas con sus botas de hule que casi le llegaban a las rodillas. Bajábamos la escalinata, había llovido la noche anterior. Las hojas brillaban de punticos mojados. Cargando nuestros tobitos abríamos la reja y allí estaba: el río, “con infinito blusón deslizante”, con su borboteo como “un reguero de polen multiplicándose”, el agua, ella sola, ella misma consigo, tan cerca “y tan siempre lejos, entre la tierra y la fugaz distancia”.

“El agua hace al árbol permanecer y al hombre ser fiel a su propia e innata transparencia”.
El agua del río conducía un millón de años de hojas caídas, ramas, rayos de sol y brisas influyendo en las coreografías del agua, brisas metiéndose en el agua, alborotándola. El abuelo Federico había construido un muro para encauzar el río e impedir que las crecidas tumbaran los árboles cercanos a la orilla. El muro se había puesto verdoso y estaba corroído por el tropel de las aguas.

En el río aprendimos a confiar, no nos angustiaba su fondo, gozábamos la inquieta curiosidad de no saber las cosas que guardaba. No teníamos miedo de los peces pequeños, ni de los grandes que nos imaginábamos podían aparecer algún día, ni siquiera de la gran serpiente que tenía su casa bajo las piedras. Abuelo nos decía que ella “no hacía nada”, porque era una culebra buena. Era inofensiva como una jirafa. En el libro de Schön ¨Es oir la vertiente¨ (1973), Elizabeth publica poemas sobre la realidad del miedo, unos poemas que hasta hace muy poco me hacía daño leer:
“Hay miedo. / Ya el árbol se achica / en tanto va angostándose la luz / hasta cerrar la última hendija. … Piérdese el pulso / olvídase el ritmo / en la piel sólo agotamiento / y sobre ella el aire, / el sol / el agua / el hombre, / la tierra” … Estos poemas no los leí en la época en que escribí esta nota, no forman parte de estos recuerdos de la niñez, que continúan así: Y entrando en la frescura poblada de medallitas luminosas, no había otra cosa en el mundo que más nos hiciera quedarnos con nosotros mismos, flotando, meciéndonos, oyendo susurrar los ramajes. En esos instantes, el tiempo no existía, o se entretenía entre el cielo y el murmullo de la vegetación.

Podíamos creer, escuchábamos una promesa y creíamos en ella, esperábamos. Vivíamos en pulsación, en latencia, vivíamos en todas las semillas y en nuestros cuerpos: redondeados, flacos, morenos y rubios, orondos. Vivíamos “en el centro de la oscura y primaria semilla”

No existía nada que no nos fuera familiar, que no mereciera alegría, celebración, nuestros maravillosos y escandalosos miedos pasajeros y perennes.
Todo estaba en los bandos. Casa cosa tenía su bando. Pájaros, perros, gatos, ciempiés, los fugaces y groseros monos, las arditas, los sapos y las ranas, los inoportunos y nocturnos murciélagos, las insoportables perezas. Los ruidosos pericos y las mariposas con su rastro de oro. Las tenebrosas mapanares, las determinantes enredaderas, el olor a monte, el olor a cena, siempre únicos y siempre maravillosamente lo mismo.

En la infancia todo era sorpresa, no obstante nada nos era extraño. La vida era cercanía (y lejanía) imaginada. Con todo se hablaba, con cada cosa se iniciaba una historia, una amistad, un juego.

Una de nosotras se parecía a una semilla de onoto, la otra era de algarrobo, la otra intrigaba hasta que descubrimos que era idéntica a una semilla de níspero. Los varones parecían semillas de mango, de cedro, de guanábana: “son aquellos los de la faz rodante del grano quienes oyen / e incendian los fulgores con los que día a día aflora la vida”…

Nuestros cuerpos no dejaban de jugar, de reír, de llorar para contentarnos y volver a pelearnos enseguida. No sabíamos del miedo, no sabíamos cómo se definía la vida y a nadie se le podía ocurrir intentar saber lo que era. Ninguno de nosotros habría querido, ni intentado pensar ¿qué es la vida?.

No sentíamos miedo, porque nos enseñaron que el universo había sido creado por alguien profundamente enamorado, a quien podemos llamar padre. Aquel que ama a la humanidad tanto como se ama a sí mismo.
Esa infancia todavía está intacta en mi corazón y cuando alguien actúa de manera perversa, creo que sufre la enfermedad de ausencia de amor. Las ofensas, las acusaciones nacen del miedo, brotan porque ignoramos que todos somos hermanos. La gente pelea como las células de un organismo enfermo, y terminan destruyendo su capacidad de confiar en la vida y en su propio ser.

No hay que sentir miedo, ni ahora ni nunca, lo máximo que podemos perder es esta vida, que es un regalo y no es nuestra propiedad. Porque la vida pertenece a la Vida.

* Todas las citas corresponden a los libros “Del antiguo labrador” y “Es oír la vertiente”, de la poeta venezolana Elizabeth Schön, Premio Nacional de Literatura.

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EVENTOS Y NOVEDADES EDITORIALES MAYO 2011

MAYO DE 2011

VIERNES 20
«LA NOVELA EN LA HISTORIA DE LA LITERATURA», conferencia y presentación del libro «RAZÓN Y PASIÓN DE LA NOVELA» de Jon Aizpúrua.
Organizado por la U. C. V. en la FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO»
6 pm

SÁBADO 21
PRESENTACIÓN DEL LIBRO LA LLAMA INCESANTE, DE CARMEN CRISTINA WOLF. Publicado por el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca y la Editorial Diosa Blena, 2011. Con la participación de los poetas Lidia Salas, María Isabel Novillo y Edgar Vidaurre.

VIERNES 27
«EL SIMBOLISMO EN LA DIVINA COMEDIA», Charla y presentación del CD de Jon Aizpúrua. Organizado por SOPHIA PRODUCCIONES.
7 pm

SÁBADO 28
«LOS LIBROS PROHIBIDOS», Conferencia de Jon Aizpúrua. Organizada por el Círculo de Escritores de Venezuela. En la Sala Cabrujas, Centro Cultural Chacao, 3a Avenida Los Palos Grandes con Francisco de Miranda, Torre El Parque.
11 am

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ARTHUR RIMBAUD, EL VÉRTIGO DE LAS PALABRAS

Por Carmen Cristina Wolf

«Y así ascender despacio
en un inmenso amor
de la prisión terrestre
a la belleza del día.»
Arthur Rimbaud

Cuando alguien se adentra en el silencio de la reflexión se crea un descalabro magnífico. La persona entra en ebullición, en una relación oficiante palabra-tiempo-acto. Y se siente impelido a que sus acciones acompañen intensamente a sus ideas y sentimientos. Deja de estar escindido. Abandona la tentación de pensar una cosa y decir otra distinta.
Una manera de adentrarse en el alma consiste en despojarse de la máscara y abandonarse en caída libre al centro de sí mismo. Desde allí se mira descarnadamente el desfile de frases que se entrelazan en nuestras cabezas. ¿Acaso no está en ese desfile la raíz de la lealtad o la traición, de la benevolencia o la crueldad, de la sinceridad o el engaño? La manera como las palabras se organizan en nuestra conciencia conforma en buena parte nuestro espíritu.
Vuelvo a leer los poemas de Arthur Rimbaud, Las iluminaciones, Una temporada en el infierno, Carta del vidente, con una sensación de delicioso vértigo, como quien tiene todo el tiempo, e imagino que el poeta ha escrito su obra hace pocos meses, y en cualquier momento llegará a mi puerta y me dirá:
“Y así ascender despacio en un inmenso amor”. Vivimos con la esperanza de alcanzar el amor, si no hay amor, nadie quisiera vivir. Añoramos cada día, cada minuto, cada segundo, cumplir nuestro amor. El arrebato del amor todo lo transforma, se es capaz de conquistar al mundo y escapar de todas las prisiones.
Versos de Rimbaud que expresan la fe del creador-creyente en la palabra, aunque solo fuese durante los días en los que escribió los poemas y luego le atormentara la duda sobre la significación que podían tener sus textos: “la fuerza y el amor que nosotros, de pie ante las furias y las penas, vemos pasar por el cielo tormentoso y las banderas del éxtasis”.
Se encuentra en buena parte de la obra de Rimbaud una insidiosa desesperación, desolación, el exilio del alma, un desierto sin oasis y poblado de espejismos: “El hombre es triste y feo, triste bajo el vasto cielo / Lleva vestidos porque ya no es casto.” Pero es así que el mundo, por más desolador que pueda parecer, guarda también su belleza, sus promesas. Y el joven poeta arde de deseo e ilusiones y escribe: “Por momentos olvido la miseria en que caí / …viajaremos, cazaremos en los desiertos, dormiremos en las calles de ciudades desconocidas, sin preocupaciones, sin penas. ¡Oh! Esa vida de aventuras que existe en los libros infantiles para compensarme, he sufrido tanto.” La añoranza de la niñez, el anhelo de viajar a ciudades desconocidas, señala un sitio en el mapa de la ilusión, un lugar donde resplandece la belleza y se puede vivir sin preocupaciones, donde hay bailes, risas, alegres atavíos y sobre todo amor, porque Rimbaud jamás podrá “tirar el amor por la ventana.”
Cuesta mucho poner a las palabras a decir lo que el poeta quiere que digan. Él quebranta sus nexos de costumbre, desgrana las cuentas de la conversación para que las palabras regresen a ser ellas mismas, como recién estrenadas.
El poeta venezolano Eugenio Montejo en el libro Muerte y Memoria escribe: “Algunas de nuestras palabras / son fuertes, francas, amarillas / otras redondas, lisas, de madera…” (…) Y en el libro Terredad, el poeta dice: “Esas voces que digo / han rodado por siglos puliéndose en sus aguas, / fuera del tiempo. / Son ecos de los muertos que me nombran / y me recorren como peces.”
La poesía rompe las frases gastadas y ellas –las palabras- relucen sin sus usos habituales. Les arranca la des-significación y la herrumbre que han acumulado de tanto ser pronunciadas.
Las palabras se lanzan y recogen, se re-unen con otras hasta que van adquiriendo un nuevo esplendor. El poeta las teje en la simultaneidad de sus sentimientos y pensamientos, propicia la amistad o la enemistad entre ellas, en la eclosión del impulso de crear.
Se patentiza así la pasión entre las palabras, la seducción de una palabra por otra, el enamoramiento. Y el poema surge con serenidad o fiereza. Las palabras escapan de su cárcel, se ponen bellas, terribles. Como diría Rimbaud:
… “en un golpe de arco… la sinfonía desarrolla su movimiento, en las profundidades.”

“Busca tu alma”, leo en la Carta del Vidente: “Mírala bien, tócala, cultívala.” ¿Sólo los poetas, o todos hemos sido invitados a esta fiesta de búsqueda? Se requiere coraje y fe para mirar hacia adentro, hacia lo desconocido. Se necesita espíritu, hay que calzar las botas del explorador para recorrer los caminos de nuestro proyecto de ser, algunos bastante transitados. Otros hay que inventarlos.
Es necesario “ser vidente, hacerse vidente”, pues “sólo aquél que transforma su mirada y su corazón se encuentra a sí mismo en premio a haber cultivado su alma.”
Mientras somos únicamente espectadores del curso de las cosas, la existencia nos trae de aquí para allá, nos zarandea, nos empuja y detiene. ¿Me gusta ser llevada así, sin oponer resistencia, o prefiero rebelarme, intentar transgredir la ley de la inercia, para que no sean los valores impuestos desde afuera los que determinen mi existencia?
Si no salvamos nuestras palabras del naufragio, ¿quién lo hará? Los hombres viven en el mundo creado por su propio lenguaje. Cuando éste se empobrece todo aparece descolorido, muerto. La sociedad se desmorona desde los cimientos hasta el friso. Se propaga la farsa, la mediocridad. Si dejamos de amar lo que nos es más ínsito, más nuestro, entonces dejamos de amarnos a nosotros mismos y a los demás.
Es inteligente observar, fluir con los cambios como un barco de vela que aprovecha el viento a su favor. Se esperan las corrientes propicias, aunque no se puede aceptar que sean otros los que conduzcan nuestra nave, cuando no nos gusta el mapa que usan, ni confiamos en su brújula. Y no podemos confiar en la gente que no ama el lenguaje.
La poesía arranca las frases de sus caminerías de costumbre. Los poemas que rescatan a las palabras de la tiranía de los usos y significados establecidos, inventando “formas nuevas”, celebran el ritual de una relación simultánea entre pensamiento y sentimiento. Son poemas de vocación perdurable. Estrenan sus ritmos avasallantes, enloquecen la sintaxis y van más allá, mucho más allá, en una “terrible celeridad de la perfección de las formas”, abriéndose en una “fecundidad del espíritu”, hacia “la inmensidad del universo.” Carta del Vidente, de Rimbaud)
En la Alquimia del Verbo, Rimbaud dice su conocidos y luminosos versos:

«Inventé el color de las vocales!… Ordené la forma y el movimiento y me jactaba de haber inventado, mediante ritmos instintivos, un verbo poético accesible, un día u otro, a todos los sentidos.»
Nos fusionamos unos a los otros gracias a las frases, cuando quedamos metidos en los ritmos que entran por nuestros sentidos. Con sus cadencias, sus asperezas o suavidades; entran por los ojos de la mente, con sus matices y claroscuros; las frases son saladas, picantes, ácidas, amargas o dulces. Ellas tienen su aroma peculiar, su perfume.
Rimbaud se enorgullece de haber inventado “mediante ritmos instintivos”, un verbo poético accesible a los sentidos. Todo está en el ritmo, cada cosa tiene su ritmo: los planetas, las estaciones, la sociedad, los cuerpos, también la conversación y el poema. Las frases se forman a intervalos de inspiración y espiración, de graves y agudos. Cada palabra tiene su tiempo de silencio. Conforman el significado gracias al silencio: sonido-silencio, sonido-silencio, y así.
El silencio está formado de “cientos y cientos de instantes en movimiento”, escribe Rainer M. Rilke. Instantes en los que se expresa lo dicho, que a veces significa tanto como lo no dicho. Todo, desde una frase amorosa hasta las que brotan de la indignación y el odio, está inmerso en el ritmo.
Crear un lenguaje que penetre en los sentidos, es hablar de un verbo que seduzca el cuerpo con sus significados, a través de la forma, la movilísima forma. Un verdadero poema fija vértigos y significa algo distinto para cada uno. Escribe lo inexpresable con palabras plenas, desbordantes, que se salen del borde de las páginas a fuerza de significar.
En un golpe de arco, los versos se vierten en las intensidades del alma, en un in crescendo sostenido, y ya no pensamos en nada que no sea el poema. Estamos atrapados en el poema, no podemos librarnos de su influencia. Todo lo que no es el poema se desdibuja, pierde peso.
La poesía nos lleva al resplandor del lenguaje y la prisión se abre para asaltar la belleza del día sin proclama alguna, ni arma de fuego.

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JULIÁN PADRÓN, ACTIVISTA DE LAS LETRAS

Por Eduardo Casanova

Julián Padrón fue un provinciano. Pero pocos provincianos se han adaptado tan pronto y tan bien a la capital, al extremo de ser mucho mejor que la mayoría de los capitalinos. Además de ser un muy buen escritor, fue un verdadero activista de la literatura, y varias de sus iniciativas aún benefician a los lectores venezolanos. Nació en San Antonio de Maturín, en el estado Monagas. El 8 de septiembre de 1910, hijo de dos primos, José Julián Padrón Vivenes y Aguasanta Padrón Vivenes. Su infancia tuvo algo de dromomaníaca, pues de San Antonio de Maturín pasó a Sabana de Piedra, entre Santa María y Caripe, el pueblo de la Cueva del Guácharo, y de allí pasó a Cumaná, la capital del estado Sucre, para rematar en Caracas, en donde estudió la secundaria en el Liceo Andrés Bello, que acababa de cambiar su antiguo nombre de Liceo Caracas, y cuyo director era Rómulo Gallegos. Se trata del liceo en el que estudiaron, entre otros, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jóvito Villalba y muchísimos otros venezolanos ilustres, especialmente los que poco después conformarían la Generación del 28 por su acción en pro de la democracia durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Padrón obtuvo allí, en 1929, el título de Bachiller en Filosofía.

Luego de cursar la carrera de Derecho en la Universidad Central, en 1935, recibió los títulos de Doctor en Ciencias Políticas, otorgado por la UCV, y de Abogado de la República, otorgado por la Corte Suprema del Distrito Federal. Pero su vocación no era la de un abogado en el ejercicio. Sus inclinaciones iban por otros caminos que pronto se hicieron explícitos: siendo aún estudiante es derecho se hizo amigo de Arturo Uslar Pietri, Alfredo Boulton, Carlos Eduardo Frías y otros jóvenes intelectuales, y empezó a publicar textos en la revista Élite. En 1934 se publicó su primera novela, La Guaricha, una muy buena novela editada por Élite. Unos años después, Guillermo Meneses, en su Antología del cuento venezolano (1954), escribiría: “Con la novela “La Guaricha” se asomó triunfante Julián Padrón al escenario de la literatura venezolana. Antes había hecho poesía –luminosos poemas íntimos, sentimentales, americanos– pero desde su primer libro narrativo afirmó su poder para crear un mundo campesino, donde pasan personajes sencillos y hermosos como flores, como ríos, como animales. Seguía siendo poeta –un poeta fuerte y melancólico, capaz de mirar dentro de sí, a la sombra del recuerdo, la luz de una mujer, la frescura del agua, el peso de una fruta. Padrón publicó, luego de “La Guaricha”, otra novela –“Madrugada”– donde alguien podría descubrir entre las hojas del Trópico, el eco de una voz culta que dijera serenas consideraciones de escéptica sensualidad- Una colección de cuentos, titulada “Candelas de verano” apareció entre una y otra de sus dos primeras novelas, a las que bastante más tarde se ha unido “Clamor campesino”. Etcétera.” Una opinión muy calificada y desinteresada, a la que poco o nada habría que agregar.

Con Pedro Sotillo, Uslar Pietri, Boulton (que firmaba con el seudónimo Bruno Pla, fue fundador en 1935 de la revista literaria el Ingenioso Hidalgo, de muy efímera vida pero que dejó huella en la vida caraqueña y venezolana. Poco después, ya graduado de abogado, fundó un diario, también de muy poca duración, llamado Unidad Nacional (1936), cuyo nombre revela que por algún tiempo se sintió tentado por la política. Algún tiempo después se convertiría en articulista permanente de El Universal, y su firma aparecería en numerosas publicaciones del país. En 1944 agregó a sus títulos académicos el de Licenciado en Diplomacia. Se había casado con una mujer extraordinaria: Carlota Toro, con quien tuvo dos hijos: Manuel y Antonio Padrón Toro (autor de una muy buena biografía de Antonio Pérez Bonalde). Fue también Presidente de la AEV (Asociación de Escritores Venezolanos), fundada por Mariano Picón Salas a su regreso de Chile, y que después cambió el nombre por Asociación de Escritores de Venezuela para poder acoger a los extranjeros residenciados en el país. Allí tuvo una de las iniciativas más felices que ha conocido la literatura venezolana, al iniciar la publicación de los “Cuadernos Literarios”, que no sólo sirvieron para difundir ampliamente los textos de autores venezolanos, sino que en muchos casos dieron a conocer a escritores noveles que se impondrían magistralmente en el tiempo. También fue director de la Comisión de Literatura del Ateneo de Caracas y director entre 1952 y 1954, de la Revista Shell, una de las publicaciones más felices que ha conocido Venezuela.

Además de La Guaricha (1934), Padrón publicó cuatro novelas: Madrugada (1939),Clamor Campesino (1945), Primavera Nocturna (1950) y Este Mundo Desolado(1954), un libro de cuentos: Candelas de verano (1937). Fue autor de una Comedia Dramática: Fogata (1938) y un sainete: Parásitas Negras (1939). También produjo una notable
Antología del Cuento Moderno Venezolano (en colaboración con Arturo Uslar Pietri, 1940), y una antología (Cuentistas Modernos, 1945).
Lamentablemente, fue víctima de una muerte prematura el 2 de agosto de 1954.
De él y su oba dijo Domino Miliani: Cabalgando entre el criollismo y las vanguardias se fue haciendo el nombre narrativo de Julián Padrón (1910-1954). Entre los más jóvenes del 28, fundó junto con Uslar Pietri, Pedro Sotillo y Alfredo Boulton, una revista de interés para aquel movimiento: El Ingenioso Hidalgo (1935). Polemizó con Carlos Eduardo Frías, atrincherado entonces en La Gaceta de América, según refiere Meneses. Fue antologista y animador de otros narradores. Inicia su obra de creación con La Guaricha (1934). Antes había publicado textos en Elite, algunos de los cuales recogerá después en Candelas de verano (1937). Enamorado de su tierra venezolana, autodidacta, asimiló de las vanguardias los recursos que imprimieron dinamismo e intensidad lírica a su escritura. Mantuvo apego a los asuntos campesinos. Fue, en tal sentido, criollista; pero consciente de los defectos que minaron la vocación de Urbaneja Achelpohl, será él quien transfigure esta corriente y la dote de fuerza y tragicidad originales, soslayada la tendencia enumerativa y estática del regionalismo anterior, incluido Gallegos, de quien aprende recursos para el detalle, pero a quien elude en la omnisciencia rígida de las construcciones simbólicas. Candelas de verano tiene la intensidad y el ritmo atlético de la mejor narrativa regional. Madrugada (1939) es novela donde culmina su obsesión de captar el alma enigmática del campesino en tránsito a la ciudad, como bien apunta Picón Salas. Después vino el declinar, la novelística que torna a repetirse en procedimientos y situaciones cuando ya se agota el material de la vivencia evocada: Primavera nocturna (1950), Este mundo desolado (1954). Padrón fue además el fundador de los Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos, donde estrenaron forma de libro innumerables narradores contemporáneos. Su Antología de Cuentistas modernos (1945) seguirá por pasos propios la tarea difusora emprendida al lado de Uslar Pietri, con quien seleccionó la Antología del cuento moderno venezolano (1940) una de las más completas que se ha ordenado hasta ahora en Venezuela.

Como puede verse, hay en ese texto un sí pero no de quienes no quieren ver grandes valores en los escritores venezolanos, por estar empeñados en adular a los extranjeros, que es lo que en varios escritos he llamado el “Síndrome de Cenicienta”, que busca que a los venezolanos se nos perdone el habernos enriquecido súbitamente por el petróleo. Sin darse cuenta de que en realidad, si bien por la superficie de Venezuela ha pasado la riqueza petrolera, Venezuela no se enriqueció en absoluto. Al contrario, se ha empobrecido mucho, y lejos de buscar el “perdón” de nuestros vecinos, deberíamos exigir que se nos compense esa pérdida y se reconozca que el país ha tenido grandes valores literarios injustamente preteridos, como Julián Padrón.

* * * * *

* Bibliografía de Eduardo Casanova: Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia «El solo de saxofón». Fue Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999- 2001. Obra Publicada: Los caballos de la cólera. Novela. Monteávila Editores, Caracas, 1972. La agonía del Macho Luna. Novela. Monteávila Editores, Caracas, 1974. Hacia la noche. Novela. Editorial Planeta, Barcelona, España, 1974. La región desapacible. Narraciones. Ediciones En la Raya, Caracas, 1974. El Arca de Daniel. Novela. Editorial Panapo, Caracas, 1991. Las Bejarano. Teatro. Cruz del Sur, Caracas, 1987. Las alegres campanas de la muerte. Novela. Cruz del Sur, Caracas, 1988. La noche de Abel. Novela. Monteávila Editores, Caracas, 1991. Las trampas de la luz. Poesía. Editorial Signo Contemporáneo, Caracas, 1991. Lento Laberinto de temor. Novela (Cuarteto en Sol). Editorial Actum, Caracas, 1993. Corazón de dinosaurio. Novela (Cuarteto en Sol). Editorial Actum, Caracas, 1993. Contra natura. Novela (Cuarteto en Sol). Editorial Actum, Caracas. La muerte del novelista. Novela (Cuarteto en Sol). Editorial Actum, Caracas, 1993. El señor de la montaña. Novela. Editorial Actum, Caracas, 1994. Los cantos del Libertador. Poesía. Editorial Giluz, Caracas, 1998. El solo de saxofón. Novela. Círculo de Escritores de Venezuela, Caracas, 2000. En los días de Bolívar. Ensayo Universidad Metropolitana, Caracas, 2002. La última muerte de Simón el triste. Novela. Editorial Actum, Caracas, 2003. El gigante doblado. Crónica. Editorial Actum, Caracas, 2008.

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RILKE: “ASÍ ESTABAN ENTREGADOS A LA ESCUCHA”

Por Carmen Cristina Wolf

Sobre Rainer María Rilke, la poeta venezolana Hanni Ossot escribe en el Prólogo a las Elegias de Duino: «Ante la dificultad de escribir, Rilke opuso siempre la paciencia y la espera. Por otra parte, una poesía de escucha. Rilke «escuchó» las Elegías y luego las transcribió. Él no se sintió dueño de ellas, le advinieron. Este oír, esta escucha se expresó en la PRIMERA ELEGÍA»:

«¡VOCES, VOCES! ESCUCHA, CORAZÓN MÍO, COMO SOLO
ESCUCHARON LOS SANTOS: TANTO QUE LA INMENSA LLAMADA
LOS ALZABA DEL SUELO; PERO ELLOS QUEDARON,
IMPASIBLES, DE RODILLAS Y NO ATENDÍAN:
ASÍ ESTABAN DE ENTREGADOS A LA ESCUCHA. »

Rilke ejerce un fervor sagrado sobre las cosas, los árboles, la tierra, la casa, las torres, las catedrales. También expresa una reverencia por lo que somos y podemos llegar a ser. Celebra en sus poemas la posibilidad de «ser».

Las Elegías nos hablan de una «pena primordial» debida a la soledad y la realidad de la muerte. El tono de sus Elegías exige una paciencia en el ser humano «desasistido existencialmente», para que se produzca en nosotros una transformación. Revela una armonía entre la vida y la muerte, que se muestran como una sola cosa en las Elegías. La muerte es el lado de la vida «que no da hacia nosotros, el lado que no nos está iluminado». Aun cuando Rilke ve en la muerte un modo de redención, de alcanzar lo infinito, él pide atención y reverencia hacia la Vida.

Nuestra gratitud a Carmen María Salge, por habernos enviado, con motivo de la visita de de la imagen del Nazareno de San Pablo a la comunidad de El Hatillo, unos fragmentos de la Décima Elegía de Rainer María Rilke, en vísperas de la Semana Santa.

Carmen Cristina Wolf. Caracas, abril del 2011

Santiago de León de Caracas, Ciudad Mariana:

Y nosotros que pensamos en una dicha
«ascendente»
experimentaríamos la emoción
!que casi nos sobresalta!
cuando algo feliz cae» R. M. Rilke

Cristo vino a visitarnos el domingo 10 de abril. El Nazareno de San Pablo fue llevado en procesión al Municipio El Hatillo

Rainer Marie Rilke /Fragmento de la X Elegia de Duino

Que un día a la salida de esta terrible visión, eleve yo
canto de júbilo y gloria hasta los ángeles acordes
(…)
¡Que mi rostro bañado en lágrimas
Me haga más brillante, que mi modesto llorar florezca!
(…)

Y más arriba las estrellas. Nuevas … las estrellas
del país del dolor. Lentamente la Lamentación las nombra.
«Mira aquí: el Jinete, la Vara y la más colmada constelación
la llaman: Corona de Frutos
(…)
…nuestro obscuro verde perenne…

…Y a través del extenso paisaje de las Lamentaciones
mostrándoles las columnas de los Templos……
o los escombros de aquellos Castillos, desde donde los Principes de las Lamentaciones
gobernaron una vez sabiamente el país..
Le muestra los altos árboles de lagrimas,
los campos de la melancolía floreciente (los vivos los conocen solo como follaje suave)

Y ELLOS ADMIRAN LA CABEZA CORONADA,
QUE PARA SIEMPRE EN SILENCIO
COLOCÓ LA CARA DE LOS HOMBRES
SOBRE LA BALANZA DE LAS ESTRELLAS

wiege, weg, das brennende buch, puppe , fenster…

…Y continua el elegido Rilke en su Elegia de Duino:

Cuna , camino, libro ardiente, títere

…PERO EN EL CIELO DEL SUR… PURO COMO EN EL INTERIOR
DE UNA MANO BENDITA
LA CLARA Y BRILLANTE M QUE SIGNIFICA LAS MADRES …

(…)

Y nosotros, que pensamos en una dicha
ascendente, experimentaríamos la emoción
que casi nos sobresalta
cuando algo feliz cae

/1912 Decima Elegia escrita en el castillo de Duino y concluida en 1922 /
Sobre un acantilado del Mar Adriático /cercano a Trieste/ en aquel entonces parte del Imperio Austriaco, el poeta Rilke, nacido en Praga en 1875 empezó sus Elegias, que le llevaron 10 años concluir y se cree que le fueron dictadas en el Castillo de Duino, destruido en la primera guerra mundial y es propiedad de la Princesa Marie Von Thurn and Taxis-Hohenlohe, en el tiempo actual.

Carmen María Salge
CAFE DE SOC RATES
SANTIAGO DE LEON DE CARACAS
CIUDAD MARIANA

Biografía de Rilke:
(Praga, 1875 – Valmont, 1926) Escritor checo de lengua alemana. Fue el poeta más relevante e influyente de la primera mitad del siglo XX; amplió los límites de expresión y extendió su influencia a toda la poesía europea.
Luego de abandonar la Academia Militar, ingresó en la Escuela de Comercio de Linz y posteriormente estudió historia del arte e historia de la literatura en Praga. Residió en Munich, donde conoció a Lou Andreas-Salomé en 1897. Quince años mayor que él, ejerció una influencia decisiva en su formación hacia la madurez. Decidido a no ejercer ningún oficio y a dedicarse sólo a la literatura, emprendió numerosos viajes. Visitó Italia y Rusia en compañía de Lou Andreas-Salomé, conoció a León Tolstoi y entró en contacto con la mística cristiana ortodoxa. En 1900 se instaló en Worpswede y un año después contrajo matrimonio con la escultora Clara Westhoff, con la cual tuvo a su única hija, Ruth. A su lado, escribió las tres partes del Libro de horas. Tras su separación, residió en París donde durante ocho meses y trabajó como secretario privado de Rodin. Allí escribió el Canto de amor y muerte del alférez Cristobal Rilke, y posteriormente Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Debido a una profunda crisis existencial, comenzó a viajar intensamente, a África del Norte (1910-1911) y a España (1912-1913). En 1911 y 1912, invitado por la princesa Marie von Thurn und Taxis, vivió en el castillo de Duino (Trieste), escenario en el que surgen los poemas que denominó Elegías de Duino.
Durante la Primera Guerra Mundial, vivió la mayor parte del tiempo en Munich. En 1916 fue movilizado y debió incorporarse al ejército en Viena, mas pronto fue dado de baja por motivos de salud. En esos años surge una apasionada relación amorosa con la polaca Baladine Klossowska, madre de P. Klossowski y del pintor Balthus, presuntos hijos naturales nunca reconocidos por el poeta. Tras la guerra, residió en Suiza y en 1922 vivió en el castillo de Muzot, donde finalizó las Elegías. Murió de leucemia, tras una dolorosa y lenta agonía, en el sanatorio suizo de Valmont.
Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), la única novela de Rilke, fue escrita a modo de diario y describe con la agudeza de un diagnóstico los contrastes sociales en París, la pobreza y la destrucción. La gran urbe provoca a Malte, el último descendiente de una gran familia danesa, el miedo absoluto. Enfermedad y finitud son en esta obra temas recurrentes. A la muerte deshumanizada y masificada, típica de la gran ciudad, Rilke opone la muerte individual y propia, representada por el recuerdo de un antepasado de Malte. Las evocaciones de infancia tienen un carácter redentor, igual que el tema del amor que, con el de la muerte, constituye el otro gran tema del libro. El amor no correspondido, que perdura como deseo y deja abierto el final de la novela que desemboca en una reelaboración de la parábola del hijo pródigo.
Estos temas reaparecen en su obra lírica Libro de horas (1905) formada por los títulos Libro primero, el libro de la vida monástica; Libro segundo, el libro de la peregrinación; Libro tercero, el libro de la pobreza y de la muerte que remite a las antologías medievales de plegarias privadas. La forma artística de la plegaria le sirve para abandonar la lírica de sentimientos propia de Canto de amor y muerte del alférez Cristóbal Rilke y experimentar con imágenes nuevas que, mediante evocaciones sensuales y visuales, amplían las fronteras del lenguaje.

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EL SOL QUE NOS MITIGA

-Alberto Hernández-

1.-
Con la noche morimos en el sueño. Volvemos de ese laberinto griego que nos ata a las imágenes, a los cuerpos asidos a las pesadillas y desmayos profundos. Con esa muerte que nos disipa, regresamos al baño, a vernos el rostro en el espejo, donde un fantasma plano y cóncavo nos enseña los dientes. La higiene de la mañana reformula preguntas, luego de la descomposición del cuerpo, de la carne hecha tufo de maldades oníricas.

2.-
De nuevo la muerte despierta. Pero más que levantarse de la cama, descansa ella en el fondo de un ojo callejero. La luz del sol la envuelve y la asesina. Un resto de murciélago nos sale de la boca, mientras apuramos el café en alguna esquina de esta ciudad que despierta. Un largo hastío nos estira frente al semáforo, nos confía la cortedad de la vida y la sarna de un perro que orina pegado a una pared.

3.-
La luz es nuestra salvación. A veces nos perturba, nos hace ahuas desde adentro y nos consume: perplejos y agotados regresamos a la sala donde la música, el licor y la palabra amagan a la señora que vuelve para tomarnos el cansancio.

4.-
La noche fue hecha para resucitar de tanto día. Es como aceptar que dormimos para salir después de una sombra que nos rinde tributo. Nadie escapa del sueño porque la muerte es una forma de conquistarnos, de darnos confianza, de prepararnos el terreno. La sábana deja la marca del cuerpo, la ausencia que se transforma en fantasma. De esa animosidad salvamos el sudor, el baño frío para volver a la vida, a la seca instancia ade las formas.

5.-
Bajo el sol respiramos la sombra, la que se oculta dentro de todos. La que el poema hilvana lentamente, acomódase a los sonidos, a los gustos por el fondo de su intemperie. Bajo esta luz inclemente, sin voltear a mirar el desgaste de los otros, imaginamos el silencio de la próxima noche. Un espejismo nos asalta en la misma esquina donde el café fue la salvación.

6.-
Juan Rulfo sale del museo. Cruza a pie toda la capital. Se surte de figuras humanas. Salva los lagos desaparecidos, bebe de las aguas rocosas. Llega al desierto. Un lagarto verde y brillante lo conduce a la mirada única de un cóndor encendido.
Igual, relee el silencio como una hoja suelta. Calla mientras busca en la arena alguna respuesta. Desconocemos la pregunta, pero podemos especular sobre lo corto de su aliento. La dificultad de la respiración o las lagunas biliosas en sus ojos. Lo expresamos lejos en una fotografía, en la postal que nunca recibimos, mientras la noche nos acobardaba. Y el sol, el primer sol, pasaba sobre los cuerpos buscando las aguas y los ríos remotos. Con la noche morimos en el sueño. Quizás al levantarnos estamos sacrificando el tiempo, la hora de la llegada, la de la partida secreta.

& & & & & & &

Alberto Hernández: Poeta, ensayista y editor venezolano

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EL RESPETO: UN VALOR QUE DEBEMOS RESCATAR

Por Inés Muñoz Aguirre

Esta publicación es cortesía de http://www.nuevosurbanos.blogspot.com/

Un país se pierde en los pequeños detalles. Igual que como se pierden millones de litros de agua a través del bote de una tubería. Vamos perdiendo valores y casi sin darnos cuenta vamos cayendo en cometer errores que hemos criticado. Repetimos las equivocaciones, nos volvemos condescendientes y al final nos acostumbramos.
Cuando llegamos a la etapa de la costumbre creemos que el país está perdido sólo en sus grandes problemas y nos volvemos incapaces de entender que esa especie de debacle que sentimos a veces a nuestro alrededor, tiene su origen en lo que hemos ido dejando escapar.
En estos días vi una entrevista a la señora Virginia Betancourt realizada por un colega contemporáneo (hago referencia a esto para ubicar elementos de educación en un mismo contexto generacional) que trataba con todo desparpajo a su entrevistada de TU. La invitada quien estaba allí gracias a su libro “Vida en familia”, habló gran parte del programa de su papá Don Rómulo Betancourt, ex presidente de la República y poco de su reconocida trayectoria personal que como todos apreciamos va más allá de ser la hija de un ex presidente, hago referencia a esto porque son más razones para su jerarquía que merece respeto. Para completar el cuadro habló de su fecha de nacimiento lo cual nos permitió conocer de primera fuente, que la señora supera los 80 años de edad.
Sufrí de vergüenza ajena. Recordé las enseñanzas familiares que pregonaban respeto a los mayores, pero también recordé las enseñanzas universitarias que nos hablaban de la diferencia entre el periodista y el entrevistado. Preceptos que planteaban que en el proceso del trabajo debían guardarse las distancias entre el entrevistador y su invitado.
Como país deberíamos disculparnos ante la señora Betancourt. Tenemos que asumir que las teorías que buscan incentivar en la gente que todos somos iguales, no hacen más que desmerecer la trayectoria de todos los que trabajan por ser mejores y por contribuir al desarrollo de la patria. Tenemos que asumir que sí hay quienes desde sus posiciones, se hacen diferentes a la mayoría (Nos guste o no).
El país nos reclama la recuperación del respeto. Es importante asumir en la redención urgente de nuestros valores que el que haya personas que lo merezcan, de la misma forma que merecen el reconocimiento y tratamiento de usted, significa que aún tenemos ejemplos que seguir.

*Inés Muñoz Aguirre es periodista, dramaturga, poeta y narradora venezolana. Es Directora Editorial del Círculo de Escritores de Venezuela. Dirige PublicARTE, el periódico de la cultura.

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EL COMPROMISO DEL ESCRITOR, ENSAYO DE ILDEMARO TORRES

Charla dictada por Ildemaro Torres

Hablar del compromiso de un escritor precisamente en la casa de José Ignacio Cabrujas, en este espacio que lleva el nombre de él, de quien siempre fue por definición un escritor comprometido a conciencia, viene a ser en sí mismo un honroso cuan difícil reto y algo que me conmueve profundamente.
Estoy muy agradecido al Círculo de Escritores por la deferencia implícita en la gentil invitación a esta charla de hoy, e igualmente agradecido a Cultura Chacao y a todos los presentes por tan grata y estimulante compañía.

SON MUCHAS LAS PREGUNTAS A UNO MISMO Y ES SERIA
LA AUTODEMANDA DE RESPUESTAS CONVINCENTES
A la definición de la condición de escritor y qué lleva a serlo, habría que agregar las características que así lo definen, expresar cómo encarar ese ejercicio en términos de normas, costumbres, gustos e ideas básicas, y cualesquiera sean las respuestas se espera en principio como rasgo distintivo un responsable sentido crítico con la obra ajena y sobre todo con la propia, apego a altos valores éticos, una actitud digna ante el devenir político y ser fiel a la pertenencia a un continente, un país, una sociedad, una tradición y una historia.
Comienzo con la confesión del viejo deseo de precisar una definición. Cierto que he publicado varios libros, que durante años he sido articulista de distintos diarios, y que al paso del tiempo he participado como invitado en seminarios, foros y conferencias; pero cuando en las presentaciones que acompañan tales desempeños se alude a mí como escritor, me siento como usurpando un título que pienso debe estar reservado a quienes dedican de lleno la vida al hecho extraordinario de escribir; a personas cuya respiración y cuyos latidos existenciales determinan y a la vez derivan de esa dedicación, y porque además siempre recuerdo lo dicho por Rilke en su carta a un joven poeta.
Pero sucede que cuando escribo lo hago poniendo en lo que digo cuanto creo que debo decir, y bendigo esa posibilidad de volcar en una página lo que pienso y lo que siento, aspirando a tener los lectores a los cuales aspira quien quiera que responda al deseo íntimo de comunicarse; allí y entonces me es palpable lo mucho que me significa ese acto vital de escribir.
Pensando en factores determinantes del deseo de escribir, puede entenderse la escritura desde algo tan sencillo como respuesta a soplos de inspiración, y con la idea de que se trata igualmente de un oficio que demanda la consecuencia y la conciencia de responder a una exigencia concreta. En encuestas a propósito de la pregunta de qué lleva a alguien a escribir, para qué y para quién, la mayoría de las personas consultadas lo atribuye a un deseo de comunicación; y en cuanto a las opciones ante la diversidad de géneros, lo respondido suele depender de los conceptos que maneje en materia literaria quien responde y de sus inclinaciones al respecto.
Hay quien hace de la escritura un hábito y quien incluso tiene un horario preferido para escribir; por ejemplo, García Márquez lo hace diariamente de las 6 de la mañana hasta mediodía.
Algunos autores de reconocido rigor autocrítico, envían notas y páginas al cesto, a semejanza del tratamiento dado por Picasso a muchos de sus dibujos. Eugenio Montejo en un taller de poesía que dictara nos habló de Antonio Machado, y nos contó cómo alguien que alquiló y llegó a vivir en una habitación ocupada antes que él por el célebre poeta, revisándola y arreglando los muebles encontró en una gaveta numerosos manuscritos y páginas sueltas de aquel; reunió todo respetuosa y cuidadosamente, y fue a la Universidad a su búsqueda para entregárselos en persona, lo cual hizo. Machado los revisó al tiempo que agradecía el gesto de habérselos llevado, y al descartarlos hizo con afecto este comentario: “Son las virutas de mi carpintería”. Y una importante lección de Jorge Luis Borges a quien escriba, es la de la necesidad y el deber de leer; y muchas veces hacía una exaltación más entusiasta de lo que había leído, que de lo escrito por él.
Al definir lo que entiendo como Compromiso, lo siento referido a una diversidad de campos y aspectos, todos de significativa importancia: Humano, educativo, social, político, cultural (literario)
Otras confesiones: Deseos de escribir ficción, y envidia del poder de síntesis que poseen o alcanzan algunos poetas. En razón de mi envidia a dicha capacidad, una inolvidable lección recibida fue la demostración por Neruda en forma clara e inapelable, de la diferencia entre cómo dice algo un gran poeta y el montón de páginas que los demás necesitamos llenar y hasta estropear en el intento de decirlo y sin al final lograrlo. Ese hecho lo ilustra el bello recuerdo compartido con José Ignacio Cabrujas de haber visto juntos a Paul Robeson cantando en una plaza pública de Viena, a continuación de lo cual y todo emoción quise escribir festejando ese extraordinario acontecimiento, y tras borronear muchas cuartillas fracasado desistí de tal empeño; contribuyó a ello que cayó en mis manos una oda dedicada por Neruda al célebre intérprete, acerca del cual decía en sólo tres versos: “Porque tú cantas / saben que existe el mar/ y que el mar canta”.
¿Qué puede haber mejor que comenzar un día con una novedad que responde en positivo a una aspiración sentida profundamente y por años? Tal sucedió en la mañana del jueves 7 de octubre, al difundirse la información de haberle sido otorgado en Suecia a Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura correspondiente al año 2010. Fue palpable que el júbilo despertado y puesto a volar por ese veredicto recorrió el mundo, en el que tuvo además un clamoroso eco.
Una y otra vez hemos hecho un recuento de su obra, de sus relatos que han tomado posesión de nuestra imaginación y nuestros pensamientos, hasta hacernos sentir por admiración e identificación con ellos que nos pertenecen cual parte integral de nosotros mismos.
No es que América Latina habrá de interesarse ahora en él por el premio recibido, sino que este continente tiene a orgullo haber estado siempre en la mente y la preocupación de este gran escritor. Nos conoce por haber estudiado a fondo nuestro pasado, por haber vivido y vivir cada detalle trascendente de la historia en presente, pero también por la agudeza intelectual y la cultura en que descansan sus análisis prospectivos, que le han permitido hacer descripciones anticipadas de nuestros respectivos destinos nacionales.
A decir de Andrés Mariño Palacio: “Erenburg, Barbusse, Aragón, Neruda, en un aspecto; Mann, Hesse, Huxley y Mallea, en otro, son pruebas irrefutables de que la fidelidad del escritor a su ideal político o a un ideal de cultura nunca merman la substancia vital de sus obras; al contrario, les confiere una vertical estatura moral” A su vez Rosa Montero ha tenido el acierto de afirmar que: “Lectores y escritores (que a su vez también son lectores) formamos una larga cadena a través del tiempo y del espacio, y nos vamos pasando de mano en mano esas pequeñas llamas temblorosas que al final terminan iluminando el mundo. Leer y escribir son actos de reafirmación de la vida”.

La palabra dicha y escrita. Es grande el placer de leerlas por su propio significado, como también cuando traducen la esencia de un texto en términos de cultura y profundidad de reflexiones; que es lo que sucede al leer, por ejemplo, a Freud, Alexander Lowen, Wilhelm Reich, Elías Canetti, Marguerite Yourcenar, de erudición perceptible pero no lanzada por ellos sobre el lector; autores de quienes uno se siente agradecido, porque a la conciencia de aprender leyéndolos se suma el enorme goce de leer su prosa culta, y es que además de amar la escritura como tal, tenemos palabras que en particular amamos.
José Balza creó en la Dirección de Cultura de la UCV, cuando dirigía el Departamento de Publicaciones, un programa de televisión en el cual entrevistaba a nuestros escritores más relevantes a propósito de la relación de ellos con las palabras y con la página en blanco que los aguarda; lo más revelador resultó ser lo referente a la reacción de cada uno ante esa superficie inmaculada, entendida por ellos ¿como desafío?, ¿compromiso?, ¿invitación?, ¿razón de preocupación? ¿o de goce?
Hay la fascinación del paso de lo abstracto, de las ideas, a la palabra como realidad gráfica; del cambio de aspecto del texto escrito a mano, o a máquina tipográfica o en computadora, a una página impresa como periódico o libro. Asistir a esa aventura y participar de ella me produce un enorme placer.
He estado vinculado a la escritura y al dibujo como dos formas de expresión queridas y entrañablemente sentidas. Palabras e ilustraciones, me consta que son muchos y felices los ejemplos de conjunción de ambas, y que son dignos de celebración los numerosos productos de esa simbiosis.
Hubo una época en la que el diseño aparecía integrado al propio poema, cual novedosa forma estructural. También se dio una valoración de las letras en sí mismas como símbolos gráficos. Y conocimos juegos de mayúsculas y minúsculas en la composición de obras de arte abstracto y geométrico. Recordemos al poeta surrealista Tristán Tzara y su escuela dadaísta. El lenguaje gráfico puede ir de lo obvio y elemental a lo elaborado, como en la escritura de lo banal a lo trascendente; de ideas primarias a la creación de alta jerarquía.
Aquiles Nazoa en su Historia de la Música contada por un Oyente, narra el camino recorrido por ella y su evolución como parte fundamental de la presencia humana en este planeta. Considera que no todas las creaciones del hombre facilitan un discernimiento para explicarlas, así la creación musical, que lo lleva a preguntarse ¿Por qué hace música el hombre? ¿Qué necesidades o qué emociones lo impulsaron a manifestarse en la expresión musical? ¿De qué parte o de cuál mecanismo de su ser le sale al hombre la música?
Nos cuenta el mismo poeta que la música, en sus orígenes, se asocia a la necesidad de comu¬nicación entre los seres humanos, y en tal sentido es seguramente ante¬rior a la palabra; además de que a la vez que inventaba la música, el hombre se descubrió a sí mismo como el primero de sus instrumentos musicales.

¿Qué estás leyendo? Es una pregunta frecuente entre amigos, contertulios en una mesa de café, o parejas en medio de un naciente romance; y la respuesta, como festivo inicio de gratas conversaciones, va del título de una novela a la mención de su autor, y si es bueno y conocido, a la mención de otras obras suyas ya leídas. La novela como género siempre ha tenido consecuentes seguidores, dados fielmente a su búsqueda y degustación.
José Balza, en entrevista publicada en El Nacional hace un año, consultado si podía reconocer talentos en la generación de autores contemporáneos, comenzó por aclarar que “Hablar de contemporáneos no significa referirse a una década sino, por lo menos, a 50 años”, y citó como ejemplos la poesía de Guillermo Sucre o la de Luis García Morales, las novelas de Carlos Noguera, Vagas desapariciones de Ana Teresa Torres y La otra isla de Francisco Suniaga, el trabajo de Rubi Guerra o de Rafael Arráiz, los libros de Krina Ber y Silda Cordoliani, los ensayos de Tomás Straka e Inés Quintero, la obra de Octavio Armand, “y de tantos otros.”
Asimismo en número reciente de la revista Pulso Médico, del Centro Médico de Caracas, el Dr. Ricardo Tobío Martell señala que “Es reconfortante que en la Venezuela de estos tiempos, tan fragmentada, tan ideologizada, encontremos un grupo de escritores de tanta calidad y oficio, y tan alejados del poder. Nombres como Alberto Barrera Tyszka, Oscar Marcano, Eduardo Liendo, Francisco Suniaga, Federico Vegas, Ana Teresa Torres, Fedosy Santaella, Victoria De Stefano, Inés Quintero, están en las manos de más y más lectores todos los días”.
El crítico Roberto J. Lovera De-Sola en la revista Conciencia Activa (N°21) llama la atención en relación con “un hecho literario que está sucediendo entre nosotros”; y es que dentro del panorama creador del país, también están apareciendo algunos escritores que han empezado a publicar sus obras a una edad de madurez plena. Y a comienzos del 2010 Miguel Gomes comentó en Papel Literario que “Tal vez los mejores retratos de la estructura de sentimiento con que se organiza la vida venezolana de los últimos tiempos los están ofreciendo sus narradores.”
Hemos sido afortunados de ser acompañados y muchas veces guiados por la visión inteligente y el buen decir de creadores como Adriano González León, Orlando Araujo, o Salvador Garmendia; y celebramos tener a nuestra Elisa Lerner, con su magnífica obra y su disposición a trazar caminos nuevos y luminosos. En un artículo de 1990, el escritor Arturo Uslar Pietri señaló que la novela: “De sus antiguas fronteras de ficción narrativa lineal, ha pasado a saltar muchas vallas, a incorporarse lo que parecía propio de otros géneros”, por lo cual él considera que “es el género más abierto, universal y vario que la literatura haya conocido” y que en verdad, “ha dejado de ser un género para convertirse en un lenguaje, en un medio de expresión, y casi en otra dimensión de lo humano.”

En lo personal oí hablar de exterminio, sacrificios y holocausto, por primera vez, en el liceo, cuando comenzamos en las clases de latín y raíces griegas a adentrarnos en el significado de las palabras; años después me reencontré con tales términos, en un contexto en el que calificaban experiencias padecidas por determinados pueblos. Junto al imborrable recuerdo de los incendios de librerías por las huestes hitlerianas a nombre de la supuesta superioridad de una raza, persiste aparejado en la memoria el desplante del presidente Lyndon B. Johnson a partir de su odio político y del convencimiento de su superioridad militar, de que reduciría a Vietnam a la Edad de Piedra. En Irán un ayatolá condenó a muerte a un escritor por considerar que una novela de éste «no reconoce que el Islam es la única religión verdadera en el mundo», y eso bastó para lanzar a millones de personas igualmente fanatizadas, a la caza de dicho autor para matarlo por blasfemo.
Da la impresión de que de repente dejara de importar cuánto ha hecho y avanzado el hombre en sus conocimientos humanísticos y científicos, y cuán lejos ha llegado en ejercicio de su imaginación, si a tan pocos años de haber comenzado a vivir un nuevo milenio se dispone de tales evidencias del poder del terrorismo, con lo que parecemos negar la observación de Bronowski de que representamos «el único experimento de la naturaleza con el cual comprobar que la inteligencia racional es más valiosa que la refleja».
Rosa Montero publicó en El País, el 30/5/2006, un extraordinario texto del cual copio este fragmento. Dijo: “Menos mal que, además de guerras y de hambrunas, además de criminales y fanáticos, existen también libros en el mundo”. Asimismo recordó a John Clyn, monje irlandés que en 1348, durante la Gran Peste, vio morir a todos sus hermanos de congregación, pero antes de caer él mismo víctima de la enfermedad, escribió el relato de lo sucedido, y cuenta Montero que él “dejó al final espacio en blanco en su pergamino para que otras manos pudieran continuar su trabajo”; también recuerda a Anna Frank, de quien dice que “con similar empuje, escribía su diario frente a ese otro Apocalipsis provocado por Hitler”, para concluir con que “de algún modo Clyn y Anna vencieron a la peste y a los nazis”, y “Cada vez que leemos sus textos o les recordamos, encendemos una vela contra la oscuridad”.

Años atrás, en texto leído en el Ateneo de Caracas me permití este comentario: Cuando se plantean “Los desafíos de la literatura ante la realidad latinoamericana”, se infiere una toma de posición por parte de los escritores, y ello se define en términos de compromiso o de indiferencia. La conciencia del compromiso puede ser teórica o vivencial; a este último caso se ha llegado entre nosotros a través –por ejemplo- de crueles dictaduras militares. Los escritores se ven afectados en unos casos por medidas de franco ensañamiento, y en otros por una suerte de operación de seducción que les aplica el sistema por vía de halagarles la vanidad y con un propósito específico de neutralización.
En Venezuela las evidencias permiten concluir que este es un Gobierno al cual la cultura no le es importante, y que es ajeno a apreciar y respetar el valor social de los intelectuales, creadores y artistas. Cuando los regímenes totalitarios perciben que la cultura no es un elemento decorativo y de mera distracción como les gustaría que fuera, sino que tiene una vigencia esclarecedora, le lanzan el típico asalto fascista y sobrevienen en tropel todas las expresiones del más primitivo hostigamiento al quehacer cultural.
Hemos asistido a la aplicación de medidas tales como el desmantelamiento de instituciones, la eliminación de talleres y escuelas, la cancelación de proyectos y la suspensión de subsidios a grupos artísticos. Como expresión del deterioro de la educación, un elevado número de bachilleres egresa sin conocer siquiera los rudimentos de una cultura básica, sin haber sido ni medianamente sensibilizados para la práctica o la degustación de las distintas manifestaciones artísticas.
El escritor latinoamericano de hoy enfrenta la certeza de que ya nadie está exento de riesgos ni goza de seguridad, el poeta o el pintor, el cantante popular o el novelista, porque a los ojos de la barbarie los creadores no conforman un núcleo humano a ser reconocido y respetado en su integridad, garantizadamente ileso; ni siquiera la fama sirve como escudo, e incluso llega a ser un riesgo adicional. Y observa Mario Benedetti que “Los países latinoamericanos en los que más duras medidas han sido tomadas contra la cultura, son precisamente aquellos donde esa misma cultura, por su desarrollo progresivo, por su labor suasoria, por su dimensión masiva, había ido adquiriendo una función de esclarecimiento ideológico y de movilización política”. El presente de América Latina pone igualmente ante el autor, un lector que es diferente en cuanto a que rechaza la condición tradicional de marginal de la literatura y se percibe a sí mismo como tema, con derecho a una participación activa.
En un agudo comentario al respecto Jorge Luis Borges señaló hace unos cuantos años lo siguiente: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad. Más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de líderes, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez… Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes de un escritor»
Javier Marías, en el discurso que pronunciara al serle otorgado el IX Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” (1995) formuló y contestó bellamente esta pregunta: “¿Por qué seguimos leyendo novelas y apreciándolas y tomándolas en serio y hasta premiándolas, en un mundo cada vez menos ingenuo? Parece cierto que el hombre tiene necesidad de algunas dosis de ficción, esto es, necesita lo imaginario además de lo acaecido y real”.
Y Angeles Mastretta al recibir dicho galardón, en su discurso de título “El mundo iluminado” dijo: “Considero un privilegio el oficio de escribir como lo hicieron tantas mujeres y tantos hombres a quienes sólo rigió el deseo de contar una historia para consolar o hacer felices a quienes se reconocen en ella. Aún menos certeros que los geólogos, más empeñados en la magia que los médicos, los escritores trabajamos para soñar con los otros, para mejorar nuestro destino, para vivir todas las vidas que no sería posible vivir siendo sólo nosotros.”

Charla de Ildemaro Torres
Sala Cabrujas, Caracas, domingo 27/3/2011
Por invitación del Círculo de Escritores de Venezuela

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NOVEDADES EDITORIALES

CÍRCULO DE ESCRITORES VENEZUELA
NOVEDADES EDITORIALES, EVENTOS Y NOTICIAS DE ACTUALIDAD

LIBROS EN LA MESA

EL PAISAJE PROMETIDO
Autor: Alfredo Pérez Alencart. Sesenta y ocho poetas del mundo para la obra pictórica de José S. Carralero, un pintor de Castilla y León. Idea y edición de Alfredo Pérez Alencart. Editado por la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos de Salamanca 2010. Este libro como objeto, es una obra de arte. Alencart es Miembro Correspondiente y Emérito del Círculo de Escritores de Venezuela.
A cada lienzo de Carralero ( www.carralero.info ) corresponde un poema. Se eligió a 68 escritores europeos y americanos, entre ellos, 4 poetas de Venezuela: Edda Armas, Ramón Palomares, Carmen Cristina Wolf y Enrique Viloria.
De Carralero se ha escrito: “Ni expresionista, ni informalista, siendo todo, sino revolucionador de sus pasiones, de su paisaje… que contribuyen a la brillantez, a la apasionada claridad, al pálpito interior de su pintura, a su libérrimo albedrío, a su serena disciplina”. (Victoriano Cremer).

LOS ZAPATOS DE MI HERMANO, OFICIOS Y OTROS RELATOS
Autor: Heberto Gamero Contin. Editorial Equinoccio, Colección Papiros. Los zapatos de mi hermano fue el cuento ganador del Concurso de Cuentos de El nacional 2008. Fue presentado el 23 de marzo, en el Paraninfo de la Universidad Simón Bolívar, en el marco de la I Jornadas internacionales de LiteraturaVenezolana Contemporánea. Heberto Gamero es Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela.

PALABRAS Y MÚSICA para niños de 0 a 100 años.
Cosas de niños y canciones para jugar. Autora: Rosario Anzola.Contiene canciones de varios autores y algunas escritas por Rosario Anzola. Ilustraciones a color de Carmen Salvador. Editado por Alfaguara infantil 2010. El libro incluye dos discos de canciones con la voz de Rosario Anzola y la producción musical a cargo de Aquiles Báez. Un libro hermosamente editado, la selección y la música son admirables. Anzola ha obtenido numerosos reconocimientos por su obra dedicada a la literatura infantil y juvenil. Actualmente es Vicepresidente del Círculo de Escritores de Venezuela.

TODAS LAS CIUDADES SON ISABEL
Autor: José Tomás Angola. Editorial Equinoccio, Caracas, Colección Papiros 2011. Entre los relatos publicados se encuentra Plano amoroso de ciudad, ganador del Concurso de Cuentos de El Nacional 2005. José Tomás Angola ha sido Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela en dos oportunidades. El libro fue presentado el 23 de marzo, en el Paraninfo de la Universidad Simón Bolívar, en el marco de la I Jornadas internacionales de LiteraturaVenezolana Contemporánea.

PUERTAS DE GALINA
Libro del poeta, narrador y ensayista venezolano Alberto Hernández. Cuidada publicación de la Editorial Memorias de Altagracia 2010, a cargo del director editorial Israel Centeno. Transcribimos el poema La última puerta: “Velado por la noche / por la brisa que sacude las horas, / mi cuerpo retorna al linpio aire // Quien entra / cierra la puerta. / El mundo se rompe bajo mis pasos.”
Alberto Hernández ganó el Premio Juan Beroes por toda su obra literaria (2000). Es Miembro del Consejo editorial de la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Su poesía ha sido traducida al inglés, al italiano y al árabe. El autor es integrante del Círculo de Escritores de Venezuela.

EL REGALO DE PANDORA
Autor: El narrador y editor venezolano Héctor Torres, editado por Ficción Breve Libros2011. El 26 de marzo se presentó en la Librería Kalathos, en Caracas, el libro de cuentos El regalo de Pandora, que reúne una decena de cuentos del escritor venezolano Héctor Torres. Las palabras de presentación estuvieron a cargo de la escritora Krina Ver (Polonia, 1948). Al menos la mitad de los cuentos incluidos en El regalo de Pandora ya han sido publicados en otros libros del autor o en revistas digitales, aunque Torres los ha corregido de manera de ofrecer nuevas versiones en esta edición que, con portada de Paz Capielo, hace parte de la colección “N” del sello Ficción Breve Libros.

TESTIMONIOS DE ÉXITO
De la venezolana María Jesús D´Alessandro Bello, quien es Magíster en Psicología y especialista en Asesoramiento y Desarrollo Humano, egresada de la Universidad Simón Bolívar. El libro ha sido editado por Impresiones Casamayor 2010. Son 25 reseñas y entrevistas a adultos mayores. Entre los cuales se encuentran Jacinto Convit, Pedro Mendoza Goiticoa, Ramón José Velásquez, Ricardo Zuloaga, Flor Isava, Armando Scannone, Blas Bruni Celli, Carlos Rafael Silva, Guillermio Morón, Manuel Barroso, Armand Janssens, Yolanda Moreno, Emeterio Gómez, Jesús María Aguirre, Heraclio Atencio y otros. Una investigación valiosa para nuestro país, como estímulo de vidas que ejemplifican la constancia y pasión que se pone a aquello en lo que creemos.

UNA BARCA, RELATO DEL ENCUENTRO.
Autor: Christian Díaz Yepes, publicado por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2004. Poemario que nos hace emprender un viaje hacia lo profundo de la espiritualidad humana. Revela el anhelo de trascendencia del hombre que comprueba su limitación, el misterio del dolor y las posibilidades infinitas que ofrece el camino a quienes se adentran en él. Christian (Caracas1980), ha recibido premios nacionales de poesía juvenil por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde y el Ateneo de Caracas (1997). Ha publicado el libro Las Ruedas (Monte Ávila Editores, 2000) y colabora con diversas revistas de Venezuela y el exterior. Es Miembro Activo del Círculo de Escritores de Venezuela.

Caracas 1 de abril de 2011-04-01

Carmen Cristina Wolf

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JUEVES 7 DE ABRIL, VIAJE A TRAVÉS DE LA LECTURA

Autores Venezolanos, dirigido por la poeta Astrid Lander, invita a un viaje, a través de lecturas y crónicas, a Roraima, Nepal, India, África, Nueva York y Sevilla, con los autores venezolanos: Gisela Cappellin, Kira Kariakin, Joaquín Marta Sosa, Isabel Cecilia González y Astrid Lander.

Día y hora del vuelo: Jueves 7 de abril a las 6:30pm

Sala de espera: Sala Cabrujas. Centro Cultural Chacao, 3ra. Avenida de Los Palos Grandes. Edf. C.C. El Parque. Entrada lateral derecha. Estacionamiento enfrente, en Parque Cristal.

¡Te esperamos para que abordes este poético vuelo!

Entrada libre

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ARS POÉTICA HOY EN LA LIBRERÍA ALEJANDRÍA I

Hoy celebramos el Día Mundial de la Poesía. El acto ha sido organizado por las poetas Astrid Lander, Lidia Salas y Carmen Cristina Wolf. Será una lectura de poemas, con Edda Armas, Lidia Salas, Carmen Cristina Wolf, Magaly Salazar, Jorge Gómez Jiménez, Inés Muñoz Aguirre, Astrid Lander, Ligia Colmenares, y otros veinte poetas venezolanos que leerán en la Librería Alejandría, hoy jueves 31 de marzo a las 6 de la tarde. Habrá brindis en homenaje a la Poesía, el lenguaje primordial y esencial de los seres humanos.

«¿Cuál es misión de la Poesía en tiempos difíciles?», escribió el poeta alemán Hölderlin. Decir la palabra que roza el misterio de las cosas, mas no lo desentraña, «La Palabra que todo lo guarda y todo lo recuerda», al decir del poeta peruano Porfirio Mamani Macedo.

Les esperamos, en la Librería Alejandría Uno, en el Centro Comercial Las Mercedes, frente al Centro Venezolano Americano.

ccwolf
Twitter @escritoresvzla

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LA VOZ DE JOSÉ TOMÁS ANGOLA EN EL DÍA DEL TEATRO

EN EL DÍA DEL TEATRO
Por José Tomás Angola Heredia

No hay nada más parecido a la vida que un escenario teatral. Sobre las tablas las mujeres y los hombres reelaboran la existencia, la elevan a una dimensión metafórica, nos hacen llorar, reír, sentir, pensar, entender los crudos giros que nos acompañan en cada devenir vital. Un nuevo hito en el festejo de la vida. De esa manera podemos comprender la celebración del Día del Teatro. Mientras más artistas ofrezcan su arte a la común explicación del dolor, del olvido, de la solidaridad, del amor entre hermanos, más posibilidades tendremos de salir de los laberintos que los humanos hemos inventado con las guerras, con la persecución a las diferencias, con los egoísmos, con la estúpida imposición del poder como intento de dominar la libertad y el derecho sagrado a expresarnos.

Esta fecha es un buen momento para cuestionar el rol de los hacedores teatrales.¿En qué hemos convertido nuestros talentos?, ¿en formas de hacernos cómplices de injusticias o para denunciar los atropellos? Vienen a mi mente las creaciones universales de Brecht, de Beckett, de Lorca, de Shakespeare, siempre colocadas en la acera contraria de los opresores, siempre valientes, sin temor, asumiendo el rol superior que tiene un creador de construir un mundo de encuentros y comuniones. Celebro en este día a los que nos precedieron en nuestra tierra con sus obras de profundas implicaciones sociales, políticas y poéticas. Admirables seres como Cabrujas, Chocrón, Rengifo, Lasser, Pinto, Elizabeth Schön, Elisa Lerner o Ida Gramcko. Directores como Carlos Giménez, Enrique Porte, Juana Sujo, Paz y Mateos, Romeo Costea o Ricardo Acosta. ¿Qué nos dejan, más allá de la magia de sus creaciones? Pienso que la entereza, la entrega de decir lo que hay que decir, de señalar lo retorcido y abrir las puertas de la esperanza.

Los que hoy aún deambulamos bajo los reflectores, si no comprendemos esa misión, continuaremos sirviendo como payasos de un circo del que somos esclavos. Aunque muchos crean lo contrario, las cruzadas de rebeldía ante los abusos se gestan en esos cosos. El último bastión legítimo de dignidad está en el arte. ¿Qué nos queda entonces?, ¿el escape gratuito o encarar los dilemas de nuestro tiempo?

Rompamos los miedos, abandonemos las prebendas oficiales, deslastrémonos de los subsidios chantajistas que nos obligan a decir lo que no queremos decir. Sólo de esa manera el teatro vivirá con la eternidad del espíritu humano. Un día más para celebrar el teatro, ese que alienta la vida y entierra la muerte, ese que planta cara ante las injusticias y la prisión ideológica. El llamado está hecho, quien no quiera asumirlo que se quede en su rincón de miserias. Quien lo tome como bandera que sea voz eterna de los que no tienen voz. Allí radica la única, radiante y poderosa razón de ese arte milenario que llamamos teatro y hoy festejamos.

*José Tomás Amgola, dramaturgo, poeta, director de teatro y actor. Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela

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