Héctor Silva Michelena fue padrino de nuestra Promoción de Economistas UCV 1967. Entonces dictaba la Catedra de Desarrollo Económico donde lo acompañaba, Judith Valencia. Sus clases se caracterizaban por la pasión que desplegaba en la discusión de todas las corrientes que interpretaban el origen y las salidas al subdesarrollo.
Hijo de un trabajador petrolero, estudió junto a sus hermanos con los Jesuitas, en el San Ignacio, de los cuales contrajeron su pasión por el estudio y la rigurosidad intelectual.
Comenzó estudiando Medicina, pero por razones económicas y prácticas, se desplazó hacia la economía. No andaba lejos, si nos seguimos por la Escuela Fisiocrática francesa, que planteaba el modelo económico inspirado en el sistema circulatorio humano.
Al igual que él, sus hermanos también se dedicaron al cultivo del intelecto. Su hermano Ludovico Silva Michelena fue poeta y filosofo, profesor de filosofía de la Universidad Central, y especialista en Marx. José Agustín Silva Michelena, fue sociólogo, participó en la fundación del CENDES, culminando su carrera en ella. Su trabajo emblemático fue Estudios Conflictos y Consenso (1966).
Formó parte de un connotado grupo de economistas latinoamericanos que promovió la tesis de la Teoría Marxista de la Dependencia, al abrigo de la Revolución Cubana, que negaba los beneficios del comercio internacional que promulgaba la economía liberal clásica. Liderada por André Guden Frank (Alemania), Samin Amin (Egipto), Theodino Dos Santos y Celso Furtado (Brasil), encuentra su resonancia en Venezuela con Armando Córdoba, quien le sirvió de ductor a Silva Michelena, cuando ambos colaboran en el libro Aspectos Teóricos del Sub Desarrollo, en 1967, traducido al alemán.
Héctor Silva Michelena, como muchos de sus contemporáneos, entre ellos Teodoro Petkoff, Américo Martin, y Emeterio Gómez, que se iniciaron en el marxismo, a partir de la invasión soviética a Checoslovaquia, en 1968, siguiendo en la izquierda, comenzaron a revisar su posición.
Haciendo vida dentro de la Universidad, participó activamente en el movimiento para la reforma universitaria en la UCV y escribió en esa época con Heinz R. Sonntag, Universidad Dependencia y Revolución (México, 1971). En el tiempo de esa experiencia me contó que fue infortunada, pero como hombre maduro, me dijo: “sin embargo, no me lacero”.
A principio de los setenta, trabaja para las Naciones Unidas en África y produce, entre otros el ensayo: Migraciones Modernas en África Oriental, publicada en Dakar en 1972.
Luego, con Domingo F. Maza Zavala y Héctor Malavé Mata producen, dentro de la misma línea de investigación, Venezuela, Economía y Dependencia (1973) y a renglón seguido un artículo, Estructura y Funcionamiento de una Economía Subdesarrollada Madura (1973).
Posteriormente, dentro del contexto de las discusiones respecto a la incorporación de Venezuela al Grupo Subregional Andino, publica Inversiones Extranjeras y Subdesarrollo: el modelo primario exportador imperialista, con Armando Córdoba (1979).
Héctor Silva, como venezolano de su época tenía una pronunciada vena poética que lo llevo a producir y publicar en este género. También fue bohemio, como muchos de los profesores de su generación, recordemos nuestro profesor, su colega y amigo, Orlando Araujo y todo el grupo de intelectuales asiduos a La Republica del Este, constituida en la Avenida Solano colindante con Sabana Grande y las tertulias en el Gran Café. En esa época escribe Economía Política de la Democracia en América Latina (1986).
Se casó dos veces, en segundas nupcias con a la profesora Alicia Castillo con la cual formó una inseparable pareja.
A raíz de las políticas económicas del Gran Viraje, durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, escribió el ensayo: Análisis del Impacto de las políticas comerciales y cambiarias recientes sobre el patrón del comercio internacional: El Caso de Venezuela (1993).
A partir de 1998 con la llegada de Chávez al poder, desde la oposición comienza a escribir una serie de libros denunciando las políticas económicas del gobierno. De esa época es Estudios Selectivos para el Análisis de la Pobreza (2002).
Silva Michelena se preocupa por preservar la memoria histórica nacional cuando escribe El Pensamiento Económico Venezolano en el siglo XX (2006) y respecto al estudio de economía en el país, al publicar Orígenes de la escuela Libre de Ciencias económicas y Sociales (2008). En el 2009 ingresa como Individuo de Número a la Academia de Ciencias Económicas.
Cuando llega Maduro al poder y se produce la debacle económica, escribe una serie de estudios acordes con el momento: Estado de Siervos-Desnudando el Estado Comunal (2014); Escasez y Pobreza en el Socialismo Bolivariano (2015) y Venezuela, Crisis Humanitaria y Represión (2018).
Para mí fue emblemático cuando Héctor Silva fuera invitado a CONINDUSTRIA, bastión del capitalismo productivo criollo, para dar el Discurso de Orden en su Asamblea Anual, se da uno cuenta del camino que había recorrido. En el plano personal, aun cuando me encontraba, desde los días en la Universidad, en la acera de enfrente del espectro ideológico, siempre me inspiró como profesor por su honestidad y recta conducta. El formó parte de un conjunto de dedicados profesores: Cesar Salazar Cuervo, Pedro Esteban Mejía, Juan Bautista Salazar, Edmundo Aray, Domingo F. Maza Zavala, Romano Suprani, Ernesto Peltzer, Carlos Rafael Silva, Tulio Vázquez, Tomas Enrique Carrillo Batalla, Héctor Malavé Mata, Lupercio Salas, Ramon Tovar, Orlando Araujo, Luis Mata Mollejas, Carlos Urdaneta Finuci, Guillermo Márquez, Domingo Alberto Rangel y otros, así como sus talentosos asistentes, los cuales nos motivaron a seguir en el camino de la investigación económica y social y la preocupación por lo venezolano.
El caracol canta el rocío de la ola. La rosa besa el sereno de la noche. La tarde se llena de ocasos a la hora del crepúsculo y esos ocasos cantan la vida, los caminos y los muros, los amores y afectos, ventanas y postigos, los recuerdos, la memoria. Benditos sean los ocasos de la tarde, benditas sean sus semillas de nuevos amaneceres.
Un día sin ocaso, pero gustoso de su esencia como bullente danza, Cumaná, ciudad de poetas y mariscales, ciudad de la sal y del origen, amable como sus castillos, su santa Inés y su riqueza india, vio la sonrisa de una madre y el llanto primero de un niño. Era el 15 de enero de 1922. Hoy, 99 años después, ese niño lleva la sonrisa y olvida el llanto: habla con enjundia y luce entre sus logros el título de miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por su nativo estado Sucre. Poco antes de su nacimiento se había celebrado el centenario de la batalla de Carabobo. Ahora, en unos meses que se nos vuelven semanas por la prisa, se ha de celebrar el bicentenario de aquel buen suceso para la causa patriota. Y Luis Beltrán Mago, cantor de héroes y damas, cantor de paisajes y emociones, ha de celebrar el rito como quien ha recorrido todos los templos y todos los actos en cien años.
Poeta de oficio diario, escribió no un poema, como dice hacer para cada cumpleaños suyo, sino seis sonetos. Esos 84 versos se suman a los 15 años de su espíritu aún festivo y dan el número exacto que sirve de llave al jubileo centenario. “Cumples 99 y entras en 100”, me parece escuchar a las abuelas. Y Luis Beltrán entra y sale, sin cese ni cesura alguna, de su edad y de las edades de la expresión poética. Luis Beltrán Mago es un poeta de olas y espuma, de rosas que transmutan en pétalos las espinas.
En uno de esos sonetos de cumpleaños, exclama el poeta que se acerca ya a los 100 con fuerza para remar duro en los ríos de la vida, diría Jorge Manrique:
Ahora que son noventa y nueve
siento que voy hacia los cien
y presiento que va a caer la nieve
con la nostalgia rondándome la sien.
Como sé que la vida no es tan breve,
la caminé con todos y con quien
sabiendo que el tiempo me conmueve
me acompañó para vivirla bien.
Por eso seguiré sembrando pinos.
Con mis amigos beberé mis vinos
y con amor le cantaré al futuro
Estaré para querer y para amar
mirando cómo va mi barco al mar
y está su capitán remando y duro
En otro de los sonetos alude al silencio, que estará más allá del futuro por el que todavía ha de transitar y remar su barca:
Ahora que camino hacia los cien
converso con los días y hablo a las horas.
Frente al mar y junto al río también
porque siento que brillan mis auroras.
Soy de los que aman por quererlos bien
de los recuerdos y de las sonoras
tempestades del alma que ya sabe a quien
le regalo mi amor sin más demoras.
Seguiré como soy: siendo el amigo.
Mañana beberé vino contigo
y hablaré de la paz frente a algún pino.
A los cien les hablaré otra vez:
de la noche y de lo que después
le contaré al silencio y al destino.
Sea propicio recordar, empero, que ningún poeta, cuando lo es de verdad, entra de verdad al silencio imperecedero. Su voz perdura y resuena a pesar del olvido de los lectores cuando dejan de repasar línea a línea, verso a verso, los textos de un poeta. Una obra excelsa continúa más allá de la noche. No en balde es “palabra en el tiempo”, según el decir de Antonio Machado, una palabra que se proyecta y trasciende, que germina sentimientos y emociones aunque los lectores no conozcan el ritual de los dioses que se invocan sino en la creación poética misma, como nos sucede con los habitantes del Olimpo cuando leemos las epopeyas homéricas.
Recientemente, en noviembre de 2020, el ensayista y poeta Edgar Vidaurre, presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, publicó en formato electrónico bajo el sello editorial de “Diosa Blanca” el libro de Luis Beltrán Mago titulado Los ocasos de un poeta que consta de seis cantos o sonetos. Vidaurre, en sus palabras introductorias, resalta la noción del ritmo como elemento esencial del texto poético y subraya “la maravilla que encierra el ritmo en la poética de Luis Beltrán Mago y su rima (que solo obedece a la sabia y original fuerza que resuena en nuestra alma o caja sonora)”. Para ello cita palabras del propio don Luis Beltrán Mago: “Quiero decir con la seriedad y relevancia del Soneto, de dónde viene y adónde van los versos de un poeta. Hacerles ver que el personaje pudiera ser yo, o cualquier poeta. Los versos, los que vienen y nacen de esa escritura visceral y continua. El propósito es el de darle al lector de poesía, la oportunidad de conocer lo íntimo y a su vez lejano del poeta. Eso que hace vivir a la poesía y que a su vez hace que el poeta viva”. Ese ritmo al que aluden Vidaurre y Mago lo podemos evidenciar en el soneto final del libro, el sexto, que cierra el volumen y a la vez reafirma la poética de Luis Beltrán Mago:
Así son los versos del poeta
Así su devenir por esta vida
Cuadros para el pintor de una paleta
Sueños para el amor que nos convida
Viajes para llevar una maleta
En tiempo de recuerdo y a la medida
Con que cuida el amor una violeta
Y sueña el corazón su despedida
Versos para el azul de los azules
Para ensoñar los tiernos abedules
Sembrados al azar y sin premura
Para reacompañar la soledad
Y hablarle al mundo por la vecindad
Con que el alma en el sueño se extramura.
La poesía es, en síntesis, el relato de la recreación de la vida, su corrección e idealización, porque “el alma en el sueño se extramura” como el poeta en el ensueño cuando escribe “versos para el azul de los azules”. Y así lo rubrica el poeta Mago.
De don Luis Beltrán Mago se puede decir, rememorando los versos con lata fortuna de Machado, que no es
Ni mármol duro ni eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.
Feliz preámbulo asombroso de los cien, doctor Mago. Feliz cumpleaños, Luis Beltrán. Gracias por tanta palabra bella, poeta de ese océano con mil playas que es el amor. Dios te alargue los años para la poesía y multiplique tu “palabra en el tiempo” para que oigamos los sonetos centenarios que nos prometes. Adelante, capitán cumanés que va “remando y duro”. Otros puertos aún te esperan para que cantes sus aires y sus sones, cada balcón y cada calle, las sonrisas y los afectos. Bendícenos con tu poesía, Luis Beltrán.
Horacio Biord Castillo. San Antonio de Los Altos, a enero 15 de 2021
Fuente: https://reportecatolicolaico.com
Luis Beltrán Mago nació en Cumaná en 1922. Es abogado, ha publicado una extensa obra poética, recogida en la Antología Esencial, selección recopilada por José Tomás Angola y publicada por el Círculo de Escritores de Venezuela. Ha sido presidente de esta institución en varias oportunidades. Recibió el premio internacional de Poesía Gabriela Mistral. Actualmente es Secretario General del Círculo de Escritores de Venezuela.
El autor de El paraíso perdido, John Milton, llevó una vida azarosa, signada por el infortunio familiar. A los 34 años se casó con Mary Powell, pero, al año siguiente, su esposa lo abandonaría; dos años después, regresó. A los 44 años, Milton perdió la vista, a su esposa Mary y a su único hijo varón, que apenas pasaba el umbral del año de vida; a los 48volvió a casarse, esta vez con Katherine Woodcock, pero ella y la hija que concibieronmurieron cuando el poeta británico tenía ya 50 años. En esa ocasión, Milton escribió el poema cuyo verso final hemos extraído a manera de epígrafe de este texto.
Estamos hablando del Soneto XXIII, mejor conocido como Methought I sawmy late espousedsaint (Me parece que vi a mi difunta esposa), en el que tendrá una visión de su esposa fallecida y que dejaremos de seguidas para conocimiento de nuestros amigos lectores:
Methought I saw my late espoused saint
Brought to me, like Alcestis, from the grave,
Whom Jove’s great son to her glad husband gave,
Rescu’d from death by force, though pale and faint.
Mine, as whom wash’d from spot of child-bed taint
Purification in the old Law did save,
And such as yet once more I trust to have
Full sight of her in Heaven without restraint,
Came vested all in white, pure as her mind;
Her face was veil’d, yet to my fancied sight
Love, sweetness, goodness, in her person shin’d
So clear as in no face with more delight.
But Oh! as to embrace me she inclin’d,
I wak’d, she fled, and day brought back my night.
No pretendo hacer una exégesis del poema ni una lectura crítica del mismo, que podría ser tema de otro artículo, más de índole filológica, sino acercarme a él en una perspectiva vivencial y filosófica.
Tenemos que comenzar resaltando que Milton nunca vio a su segunda esposa porque ya estaba ciego para sus nupcias, con lo cual, al menos de su parte, podemos conjeturar un amor fundado en intuiciones intelectuales y sensaciones, privado de la importante dimensión que la percepción visual otorga a los estímulos eróticos. Es probable que el poeta experimentara por su segunda esposa un amor sublimado. Me parece que este sería el contexto adecuado para leer el Soneto XXIII.
En tal sentido, los versos «And such as yet once more I trust tohave / full sightofher in Heavenwithoutrestraint (y como confío nuevamente en tener / completa visión de ella en el cielo, sin restricciones) establecen un contexto para —en la estrofa siguiente— plantear el que considero el núcleo semiótico del poema: «tomyfanciedsight» (a mi vista imaginaria) «love, sweetness, goodness, in herpersonshin’d» (amor, dulzura, bondad brillaron en su persona).Milton habla de un sentido no sensorial que podríamos concebir como el único idóneo para acceder al noúmeno kantiano, esto es, a las intuiciones intelectuales:«fanciedsight», visión imaginaria, con lo cual «Heaven» podría entenderse no solo como el cielo cristiano, sino como el cielo interior del alma.
Hasta aquí, nuestro análisis del extraordinario poema miltoniano y pasamos a extrapolarlo a nuestra crítica cotidianidad de una humanidad que pareciera haber perdido el trazo en el firmamento de su Stella Polaris.
¿Cuánto podemos ver, realmente, en medio de esta ceguera generacional? ¿Cuán seguros estamos de saber a dónde nos dirigimos? ¿Tenemos certeza del viaje o el viaje es nuestra mayor incertidumbre? Todo pareciera indicar que las respuestas a estas preguntas son aún más desoladoras que las interrogantes en sí mismas.
Hemos dado excesiva importancia al dato y hemos olvidado la intuición intelectual. Algo que noto con mucha frecuencia es una quiebra del capital racional, de la capacidad abstractiva y su poder de ascender hasta regiones insospechadas donde hallemos conceptos tan imposibles que necesiten crear un nuevo lenguaje para darse a sí mismos una corporalidad discursiva y una entidad en medio del mundo. Quizás hemos esperado demasiado por la tan ansiada revelación heideggeriana y hayamos obliterado la máxima novalisiana de que el infinito está dentro. En cada uno de nosotros reposa una eternidad.
¿La oímos? ¿La sospechamos? ¿Pretendemos alguna vez alzarnos hasta ella y sentir la tensión vibrante entre el lenguaje interior y un lenguaje exterior que está por romper su vínculo de contemporaneidad? La literatura y la filosofía—sin ánimo exhaustivo— nos dan señales de que existe un mundo semejante. Quienes allí estuvieron no fueron comprendidos por sus coetáneos y parecieron hablarnos desde un futuro ininteligible. Sería solo asunto de tiempo para que hiciéramos el mismo viaje abstractivo que ellos y entendiésemos las claves hermenéuticas de sus coordenadas existenciales, hasta comprender que también hay belleza en lo oculto, quizás la más sublime…y solo posible en la semiosis postergada…
En nuestro país, sigue siendo hermosa, por ejemplo, la «iluminación» que el grupo Sardio (1955-1961) halla en la obra del acaso más críptico de nuestros poetas: José Antonio Ramos Sucre, treinta años después de su muerte. Podríamos decir lo mismo de Novalis, Rilke, Bialoszewski y tantos otros poetas crípticos.
No es factible, sin embargo, alcanzar a desentrañar el misterio sin esta «fanciedsight», sin este sentido kantianamente noumenal. A menudo pensamos que la luz es el objetivo del viaje. Nada más falso: es el misterio en cuyo seno habita la luz y a la cual solo es posible llegar por medio de esta «vista imaginaria» que corra el velo de la noche.
No olvidemos, sin embargo, la advertencia final de Milton: «I wak’d, shefled, and daybrought back mynight» (me desperté, ella huyó y el día me devolvió la noche).Fuera del sueño de nuestra eternidad interior y al margen de nuestra visión imaginaria… nos acecha la invidencia de la racionalidad basada en el dato positivo y en la exclusiva intuición sensitiva, la noche de la razón ilustrada de la que se quejaba Novalis.
Quizás hemos pasado mucho tiempo atendiendo a los paisajes claros, diáfanos y definidos de nuestra exterioridad. Quizás sea tiempo de hundir la mirada en la imprecisa, inestable y siempre sorpresiva niebla de nuestros acantilados interiores, y desde allí alzar el ascenso a las impredecibles alturas de nuestra interioridad. Quizás sea tiempo de recordar que hay en nosotros una estatura inconmensurable… una eternidad interior.
Síntesis biográfica. Nací en Caracas el 11 de octubre de 1966. Me recibí de licenciado en Letras en 1993 por la Universidad Católica Andrés Bello. Cursé estudios en la maestría de Literatura Latinoamericana (Universidad Simón Bolívar) y me he dedicado de manera autodidacta al estudio de la filosofía durante veinticinco años. Desde 1994 soy profesor del área de español en la Universidad Central de Venezuela, así como de extensión en las áreas de oratoria y redacción profesional. Mis disciplinas de estudio son la retórica, la teoría de la literatura, los estudios del discurso, la filosofía del lenguaje, la ontología y la fenomenología del lenguaje poético.
He publicado siete libros y soy miembro de la Asociación Hispánica de Humanidades (Greensboro, Carolina del Norte, EE. UU.) y del Círculo de Escritores de Venezuela. Fui alumno del Taller de Poesía, de Leonardo Padrón; del Taller de Narrativa, de Bárbara Piano; del Taller de Literatura Fantástica, de Luis Britto García; y del Taller de Guion Radiofónico, de Ciro Acevedo. Quedé finalista del XXV Premio Internacional Juan Rulfo (París, 2008) con el relato El último tren, entre otros premios internacionales.
Desde 2012 desarrollo el Proyecto Literario Círculo de Akanthos, por medio del cual exploro —a través de seis heterónimos— los límites de la ontología del lenguaje poético, fundado en los postulados teóricos del idealismo mágico de Friedrich von Hardenberg (Novalis).
Publico semanalmente sendas columnas en el diario El Nacional (Caracas) y en ViceVersa Magazine (New York). Mis pasatiempos son la fotografía y el coleccionismo de plumas fuentes Parker.
En 2019, a mis 53 años, fui diagnosticado en SOVENIA como autista nivel I (síndrome de Asperger) con 90 % de los rasgos de la condición, es decir, un índice de autismo bastante alto para el nivel, al que he logrado sobreponerme parcialmente, según los especialistas, por un IQ también alto; esa inteligencia, sin embargo, es solo abstractiva… y no social ni emocional… Entre los muchos rasgos de mi condición, padezco trastorno sensorial, así que mis sentidos son hiperestésicos… Ahora empleo esta experiencia en ayudar a sensibilizar y educar a quienes ignoran, mucho o poco, qué es el síndrome de Asperger; también en acompañar a quienes lo tienen y a quienes conviven con nosotros. En mi blog, bajo la etiqueta #Asperger del menú, se pueden leer mis textos al respecto.
Nacida en Costa Rica y residente en Canadá desde 2014, Anabelle Aguilar Brealey ha decidido compilar “She Wolf Trail”, una antología que incluye selecciones de nueve libros de poesía, y publicarla en su lengua materna española, así como en inglés y francés, los idiomas oficiales de su nuevo país. Cuando nos conocimos en un festival en Val-David, Quebec, hace unos años, me pidió que tradujera estos poemas al inglés con su apoyo. Trabajar en este proyecto me ha ayudado a descubrir una escritora sofisticada que sublima las referencias culturales, combina imágenes atroces y graciosas, da sentido a experimentos formales y defiende apasionadamente los derechos humanos y especialmente los de las mujeres. ¡Piensa en un activismo sociopolítico caprichoso pero feroz!
Los siete poemas publicados en el Mes Nacional de la Traducción tienen unidad temática y diversidad visual, al tiempo que brindan emocionantes desafíos de traducción. Forman parte de la colección Consumidas por fuego, publicada en 2011 por Uruk Editores en San José, Costa Rica. Según la reseña de Lidia Salas para El Círculo de Escritores de Venezuela, este libro se basa en “una investigación de la vida y obra de pintoras, escultoras y fotógrafas. La lista, que se extiende por los últimos tres siglos, tiene entre otros, los nombres de Rachel Ruysch, Mary Cassalt, Georgia O´Keeffe, Frida Kahlo y la costarricense Margarita Bertheau”de tres continentes. Como parte de la próxima antología de Aguilar Brealey, estas obras tienen las características de toda la colección original, como las explica Salas. La poeta no describe las vidas y pinturas de las artistas, sino que crea sus propios “daguerrotipos que cuelga en cada página, a manera de una galería [utilizando] del diálogo, de las imágenes, de los contenidos afectivos y conceptuales que atraviesan el discurso” (Salas). También devuelve a estas mujeres sus voces desde una perspectiva cívica aún más urgente del siglo XX y fusiona referencias históricas con alusiones a la agitación política en Venezuela, donde Aguilar Brealey vivió durante más de cuatro décadas. En As such, por ejemplo, las reflexiones ficticias de la fotógrafa italiana Tina Modotti sobre su participación en la Guerra Civil española se hacen eco de la propia experiencia de la poeta con la Revolución Bolivariana «in thisdeath / wecalllife «.
Para traducir esta serie, primero leí o releí las biografías de los artistas y miré su trabajo. Esto me ha ayudado a comprender mejor cómo Aguilar Brealey transfigura detalles específicos en la vida y el arte visual de una manera freudiana, agregando varias capas semióticas y metáforas literarias. De hecho, los oradores de los poemas nos recuerdan la pasión creativa, el espíritu independiente y la dignidad de estos artistas que desafiaron al patriarcado y su tratamiento de las mujeres como activos domésticos. «Vegetal » parece hacer realidad el deseo de Georgia O’Keefe, al pintar sus flores de gran tamaño, pero sin la mirada masculina hipersexualizada que la artista deploró públicamente: «Bueno, hice que te tomaras un tiempo para mirar lo que vi y cuándo te tomaste el tiempo para notar realmente mi flor, colgaste todas tus propias asociaciones con flores en mi flor y escribiste sobre mi flor como si yo pensara y viera lo que tú piensas y ves de la flor, y yo no «. El simbolismo de Black Iris (1926) y Oriental Poppies (1928), por ejemplo, determinó mi elección de palabras, caminando por la delgada línea entre la sensualidad y la obscenidad, como «the provocative black iris » y, respectivamente, «the boister ous be wilderment / of red poppies».
Como no conocía el trabajo de Remedios Varo antes de este proyecto, el poema onírico “Departure” me tomó por sorpresa. Cuando pedí aclaraciones, Aguilar Brealey me habló de la “artista misteriosa y extraña que creó sus pinturas como una alquimista”. Aún así, las líneas “hicimos cadáveres / con dibujos colectivos” revelaron su significado sólo después de que aprendí sobre la técnica surrealista “exquisitecorpse” y miré una de las obras creadas por Varo y otros que la usaban. En mi traducción, me he tomado la libertad de agregar “exquisite” para facilitar la comprensión de esta alusión cultural: “wemadeexquisitecorpses / throughcollectivedrawings”. El final de este poema es un ejemplo de la alegría posmoderna y la ironía propia de Aguilar Brealey, con la hablante cambiando abruptamente de imágenes morbosas a sus gatos: «mis gatos / irán al paraíso / porque su realidad / no es cotidiana». Me encontré con un dilema con el que me he encontrado muchas veces: entendí perfectamente su significado pero no sabía cómo traducirlo. Después de varios días de probar sinónimos de «quotidian», que no hacían justicia a la naturalidad del original, opté por «because the every day / isn’t their reality», invirtiendo la sintaxis.
También ha sido necesario investigar los objetos cotidianos para comprender y luego preservar la especificidad de cada cultura y época, que Aguilar Brealey inculca en estos poemas. “Now Suzanne”, por ejemplo, evoca a la pintora francesa Suzanne Valadon. El poema comienza con “El cauterio de hierro / se clava / inflamando / mi cuerpo”. Al principio, pensé en los cinturones de castidad de hierro, pero rápidamente comprendí que estaba equivocado. Como descubrí a través de la investigación y la autora ha confirmado, «El cauterio de hierro» se refiere al cauterio de hierro, «una varilla de metal calentada en una llama», según el Diccionario de Medicina Collins, utilizado desde la Antigüedad para detener el sangrado abundante. Para Aguilar Brealey, esta es una metáfora de la opresión patriarcal, “un arma que hace que las mujeres artistas creen pinturas o cualquier cosa en las artes con una pasión ardiente”, como me dijo.
Traducir en contexto cada poema y ocasionalmente cada palabra ha sido mi principal estrategia para lograr precisión lingüística, cultural y poética, cuando se trata de referencias complejas, así como de las connotaciones cronológicas de algunas palabras en los idiomas de origen y / o destino. Por ejemplo, he utilizado «paintings » en lugar de «pictures » («Poppies «) para asegurarme de que ningún lector del siglo XXI pueda pensar en fotografías; aunque normalmente me preocupa la foreignization, me he quedado con los guitarrones españoles más matizados (“Frida o Sadja”); siempre que me fue posible, elegí el sinónimo de raíces latinas más cercanas al original, como en “tempestuous / tempestuoso”, “inflaming / inflamando” y “vigorous / vigorosos” (“Now Suzanne”). Sobre todo, he hecho todo lo posible por reflejar en inglés la sorprendente gracia e ingravidez de estos poemas que reflejan la opresión de género y las mujeres artistas consumidas por la necesidad de crear.
Agradecimientos
Estoy muy agradecida con Anabelle por esta oportunidad que ha enriquecido mi comprensión de las mujeres artistas visuales y la poesía latinoamericana, por sus generosas y reflexivas aclaraciones y su encantadora auto-ironía. También agradezco a mi hijo, Tudor Manole, por corregir los textos en inglés, a Diego O’Brien y Andrés O’Brien, nietos de Anabelle, y especialmente a Sharon Goodier, mi amiga poeta de Toronto, que comprobó la corrección de nuestras traducciones.
Diana Manole es dramaturga, traductora, escritora y periodista
Anabelle Aguilar es nacida en Costa Rica, reside en Canadá desde el 2014. Algunos de sus libros publicados: Orugaria, Canis lupus, Herbario, Consumidas por fuego.
Hace un tiempo, participé en el Taller de Cuentos de Heberto Gamero. Fue una interesante experiencia, primero por Heberto, quien ha logrado desarrollar una excelente metodología para ejercitarse en la difícil aventura de escribir un buen cuento y segundo, porque compartir con los demás participantes permite establecer un contraste entre las diferentes visiones y perspectivas personales, algo que nos enriquece muchísimo. Heberto nos propuso escribir un cuento para llevarlo al taller. Me fui a casa buscando el tema para mi narración. Al llegar, mi hermana -con quien compartía apartamento- me advirtió que tuviera cuidado en los buses de la zona pues a varias personas le habían robado sus monederos. Me contó entonces lo sucedido esa tarde a una conocida. Pensé entonces: “¡Bingo! Ese será mi cuento para el Taller.” Al día siguiente me senté en mi escritorio y de un tirón lo escribí. Esa semana había quedado con tres amigas en encontrarnos para almorzar en el centro de Madrid. Luego de comer, cada una siguió su camino. Yo debía tomar dos trenes de metro. En el segundo andén abrí la cartera para buscar una menta y ¡Oh, sorpresa! ¡Me habían robado el monedero! Me resultó increíble. Unas horas antes había escrito el robo de un monedero y ahora yo estaba viviendo algo similar. ¿Azar concurrente? ¿Casualidad? No lo sé, pero este es el primer cuento:
EL MONEDERO
El bus está abarrotado como siempre a esta hora. Los abrigos, las bufandas y el cansancio hacen más pesada la temprana oscuridad. Una mujer sube, lleva a una niña de la mano. La mujer empuja un carrito del mercado y aprieta un bolso contra su costado. No hay donde sentarse. Los olores que flotan en el bus son como tenazas para su asma crónica: cebolla, sudores, perfumes baratos. Nadie se mira, el bus es una multitud en soledad. La gente va pegada a sus móviles, unos pasan sus dedos sobre la pantalla y otros exponen sin pudor íntimas conversaciones.
–Hagan puesto, hacia atrás, hacia atrás. –Indica el conductor con impaciencia.
Luego de varios empujones y bregando por no soltar a la niña, la mujer voltea a un lado y atisba una gorra tricolor. Le da una punzada en el pecho. Quien la lleva no tiene más de veinte años, luce muy flaco y sus ojeras delatan un hambre atrasada. Ella suspira, le recuerda a su sobrino que está en Finlandia. La proximidad es tal que siente el resuello de una conversación sobre su abrigo.
–Marico, ¡Na’ güevonada! No fue buena idea la tuya. Esa chama nos dejó el pelero. ¿Para qué le diste esa plata? –reclama una voz al de la gorra tricolor.
La mujer mira de soslayo y detalla a un joven que lleva un escorpión tatuado en el cuello. El aguijón, asomado a la camisa, se estira con una ira creciente.
–Dime güevón, ¿cómo vamos a hacer ahora?
El acento corrobora lo que ya sabía: son venezolanos, como ella. El bus frena y un empellón la hace trastabillar. La pequeña se suelta y se escabulle entre los pasajeros.
La mujer no puede moverse por el apretujamiento. Se pone en punta de pies y alcanza a ver el lazo rosado de la nieta. Logra estirar el brazo y le da un tirón hacia ella. El joven de la gorra tricolor se aparta para que la niña pueda llegar donde la abuela. Vuelve otra vez la punzada. Los dos muchachos andan muy desabrigados. Afuera el frío ha recrudecido con el agua nieve que se esparce sobre la ciudad.
–Permiso, permiso… –La fila de pasajeros comienza a abrirse paso para bajarse del bus.
La mujer también avanza hacia la salida y la niña tira de su abrigo.
–La bufanda, abuela, dámela. Abuela, que me des mi bufanda. La tienes en el bolso.
Se hace un lado para sacar la bufanda y se percata de que tiene el bolso abierto. El monedero ha desaparecido. Se detiene y no se baja del bus. Camina hacia el lugar donde estaba hace solo unos minutos. Rastrea el suelo con la esperanza de que se le haya caído.
El joven de la gorra tricolor se dirige hacia ella y le pregunta de sopetón:
–Señora, ¿le robaron el monedero?
Ella levanta la vista y se percata del codazo que el muchacho del escorpión le clava en las costillas a su compañero. Se le atropellan los pensamientos y no reacciona. ¿Cómo sabe que me devolví por el monedero? Seguro fueron ellos. ¿Y si no fueron? ¿Cómo lo demuestro? ¿Y si los ponen presos?
–Señora, por si los necesita, tome estos dos euros. –Le dice el de la gorra tricolor, extendiendo la mano y mostrando una moneda.
Ella niega con la cabeza. Sus ojos se encuentran y se mantienen fijos hasta que el muchacho desvía la mirada. No sabe quién de los dos está más triste.
El bus da una curva cerrada y la brusquedad del movimiento la acerca al joven del tatuaje. Ella mira fijamente su mochila. Piensa y repiensa. ¿Y si grito y los acuso de haberme robado el monedero? ¿Y si los deportan? Imposible decidirse… La lástima ha podido más que los 20 euros que había en el monedero.
El bus se detiene en la parada. Ella saca la bufanda del bolso y se la coloca a la niña. La toma de la mano y empuja el carrito del mercado.
Hoy llega a nosotros la buena noticia de que el premio de poesía Federico García Lorca a sido concedido a la poeta venezolana Yolanda Pantin. ¡Qué gran alegría para las letras venezolanas y para el Círculo de Escritores de Venezuela!
Todavía, a las hojas,
las hacía bailar el viento
una danza melancólica, de esperanza ciega,
bajo la tormenta. Yolanda Pantin
Leemos en el diario ABC:
«Es la decimoséptima ganadora del Premio Internacional de poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con 20.000 euros, que reconoce el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la literatura hispánica.
Tras anunciársele hace escasos minutos que había obtenido tan importante condecoración, la artista ha declarado: «Estoy en shock, acá son las 7 de la mañana. Es una noticia extraordinaria para mí, estoy muy emocionada. «Este premio nos rescata a todos los poetas venezolanos», nunca pensé que podría tener tan alto reconocimiento».
El alcalde de Granada, Luis Salvador, ha hecho público el fallo del jurado, que ha destacado el «largo y profundo viaje por los recursos poéticos» de la premiada, que ha explorado los «lenguajes de la sentimentalidad» para retratar la «sinuosidades de la condición humana» a través de una mirada «perturbadora y novedosa».
Pantin nació en Caracas en 1954. Poeta, ensayista y editora, ha publicado numerosos poemarios como su «Casa o lobo», «Correo del corazón», «La cancion fría» o «Lo que hace el tiempo», obra por la que fue premiada con el Premio Casa de América de Poesía Americana en 2017. También, en 1989, recibió en Caracas el Premio Fundarte de Poesia y en el 2015 obtuvo en Aguascalientes, Mexico, el Premio de Poesia Poetas del Mundo Latino Victor Sandoval. En el 2004, además, recibió la Beca Guggenheim.
A esta decimoséptima edición de este galardón, que nació siendo el de mayor cuantía económica en su género,han concurrido 41 candidatos de 16 nacionalidadesque sido propuestos por un total de 74 instituciones. Además de la brillante escritora venezolana, desde que el Consistorio granadino instaurara dicho premio en 2004 un total de 16 poetas han recogido la estatuilla lorquiana en Granada, comenzando por el ovetense Ángel González, primer escritor en alzarse con el galardón.
Tras él, José Emilio Pacheco en 2005; la peruana Blanca Varela en 2006; el escritor valenciano Francisco Brines al año siguiente; Tomas Segovia, también valenciano, en 2008; José Caballero Bonald en 2009 y la malagueña María Victoria Atencia en 2010.
También se alzaron con el galardón los poetas Fina García Marruz, Pablo García Baena, Eduardo Lizalde, Rafael Guillén, Rafael Cadenas, Ida Vitale, Pere Gimferre, Darío Jaramillo y la poeta sevillana Julia Uceda. Además del premio en metálico, los galardonados reciben una réplica de la escultura «Luna», inspirada en un dibujo del poeta y obra de Miguel Moreno.» Fuente diario ABC
“Divino tesoro que yace en la primavera incesante de quien la posee.”
Se hace frecuente encontrarse ante el comentario de la celeridad con la que está pasando el tiempo y la admiración de quienes admiten estar poniéndose viejos transitando el camino de los 40 años de edad y más. ¿Se puede ser realmente viejo a los 40 años o a cualquier otra edad?
Los factores para obtener una visión ampliada como realidad son los juicios y creencias que se establecen al respecto. La sociedad como ente influenciador marca tendencia en cuanto al desenvolvimiento mediante modas y estereotipos. Lo realmente sensible es que la vida posee tanto fecha de nacimiento como de expiración. El recorrido puede afianzarse con gran energía y vitalidad en el crecimiento, evolución y desenvolvimiento personal que hacemos de sus etapas. La actitud manifiesta representada en la inspiración, la motivación y la aceptación ante las circunstancias que como retos y desafíos se nos van presentando a lo largo y ancho del territorio que habitamos. Nuestra disposición para mantenernos actualizados enraizados en tiempo presente y la valiosa activación para movernos y avanzar. Relacionarnos, comunicarnos y establecer desde un estado flexible los cambios necesarios para consentir un propósito existencial gradualmente ajustable a cada una de las etapas o ciclos de nuestra existencia.
Como el equilibrio del claro-oscuro o el Yin-Yan es probable que, en cada vuelta de la esquina en el maravilloso universo de nuestras mentes, nos visite el oponente quien será portador de la resistencia, el temor, la inseguridad, y el ego entre otros muchos acechadores de importancia. Será clave para un abordaje constructivo e igualmente exitoso, el reconocimiento que hagamos para encarar, confrontando desde la intimidad del “Yo conmigo mismo” y desde el más genuino respeto, amor y consideración con nosotros y los demás a cada uno de estos personajes que identificados como emociones pueden recibir el otorgamiento para sabotear nuestros estados de serenidad, confianza y aprendizajes.
La máxima en todos estos casos pudiera estar dada en que los seres humanos somos únicos e irrepetibles, donde cada quien se reserva en la más estricta intimidad de su ser el derecho a tomar acciones para decidir quién decide ser y cómo avanzar hacia sus logros.
Sin lugar a dudas, la vida es lo mejor que nos puede pasar alguna vez, por lo que vale la pena esmerarnos en atender la misión de prepararnos en el día a día para ofrecernos lo mejor, lo merecemos. Mantenernos en forma en un renacer de consciencia integradora de nuestro cuerpo, mente y emociones es una manera de alinearnos con la juventud del ser que se anima a trascender.
Farah Cisneros Escritora – Pinealista y Mentora
Facilitadora en Procesos de Cambio y Transformación Personal. Master Coach Neuro-Linguistic Programming PNL. Certified Heal Your Life Teacher Philosophy Louise Hay Fundadora y Directora de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores. Autora del libro ¡Haz lo que te dé la gana! Produce, coordina y desarrolla el Programa de Entrenamiento y Desarrollo Integral Personalizado-PEDIP de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores
Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela
Eugenio Montejo: Un viaje de la memoria a la eternidad
Por Magaly Salazar Sanabria
Entré en el Alfabeto del mundo (1986) para buscar “El canto del gallo”, llegué tarde porque lo había encontrado primero que yo, mi maestro Adriano González León, a quien Eugenio Montejo, le había dedicado el poema. Además, Adriano, después de haber escrito el hermosísimo “Cántico de Jajo”, -se celebraba entonces, el IV Centenario de la muerte de San Juan de la Cruz- se había ganado unas cuantas indulgencias y un puesto en el cielo pidiendo al Santo que perdonase las palabras de Quevedo, Cervantes, Baudelaire, Rimbaud, Anaís Nin, César Vallejo, José Antonio Ramos Sucre, otros y él mismo, y Dios y San Juan le confirieron ciertos privilegios. Así pudo acercarse al canto del gallo primero que todos nosotros. Confieso que la vinculación del poeta Montejo con la naturaleza y sus elementos me conmueveporque el poeta andaba en la búsqueda del alma de las cosas. Descubrí, como dice el poeta, que: “El canto está fuera del gallo; / estácayendo gota a gota entre su cuerpo,/ ahora que duerme en el árbol. / bajo la noche cae, no cesa de caer / desde la sombra entre sus venas y sus alas /El canto está llenando, incontenible,/ al gallo como un cántaro;/llena sus plumas , su cresta, sus espuelas, / hasta que lo desborda y suena inmenso el grito/ que a lo largo del mundo sin tregua se derrama. / Después el aleteo retorna a su reposo / y el silencio se vuelve compacto./ El canto de nuevo queda fuera / esparcido a la sombra del aire. / Dentro del gallo sólo hay vísceras y sueño / y una gota que cae en la noche profunda, / silenciosamente, al tic-tac de los astros”. Luego de reposar los latidos del alma, me atrevo a decir que en Montejo, las palabras de su escritura se constituyen en un espejo que refleja el complejo mundo interior del poeta, de esta manera, se universaliza su mapa íntimo, sus obsesiones, preocupaciones, su sensibilidad.
Se trata de vivir en el poema, hacer de él una escritura vinculada a la vida con toda su energía trascendente. Por eso, se alimenta de la memoria y del subconsciente. La memoria tiene para el poeta una capacidad de resurrección. De tal manera, va creando símbolos e imágenes que nos revelan su visión del mundo totalmente conectada con el subconsciente colectivo y a un conocimiento de sí mismo, al onirismo que restituye poderes mágicos y que proporciona a su poesía un valor semántico firme y muy característico de la obra del poeta, sobre todo, en lo que se refiere a su percepción de la muerte, de la vida, de lo efímero del tiempo, de la desposesión y la nostalgia. Por eso, su voz se inscribe entre las mejores de la poesía venezolana contemporánea y en la más hermosa tradición de la lengua castellana. Según, López Ortega(2005), en Letras libres,expresa: “Pocas lenguas, en verdad reúnen en un mismo seno a: Quevedo y Octavio Paz, a Góngora y Lezama Lima, a San Juan de la Cruz y Rubén Darío, a Antonio Machado y Jorge Luis Borges, a García Lorca y César Vallejo, a Sor Juana Inés de la Cruz y Blanca Varela, a José Antonio Ramos Sucre y Juan Sánchez Peláez”
Y para tatuar su nombre entre los grandes de la lengua castellana, Montejo acude a la memoria que es el manantial de donde procede toda la sustancia poética del autor deElegos, (1967) Muerte y memoria (1972), Algunas Palabras (1976), Terredad,(1978),Trópico absoluto, (1982) Alfabeto del mundo (1988), Adiós al siglo XX (1997),Partitura de lacigarra, (1999), Papiros amorosos(2002),Fábula del escriba (2006) y también de los ensayos: Laventana oblicua (1974), El taller blanco (1983). Y los libros de escritura heteronímica: El cuaderno de Blas Coll (1981), Guitarra del Horizonte por Sergio Sandoval (1994), El hacha de seda por Tomás Luden (1995) y Chamario, libro de rimas para niños por Eduardo Polo (2004).Es importante señalar que en la obra poética de Montejo el recuerdo es una convocatoria. La memoria ocupa el sitio del presente. Instante y memoria son lo mismo.Hay magia en la recuperación de los mithos, y èsto lo podemos observar en las imágenes hechas palabras. La poesía de Montejo, se constituye en un sí a la vida y en un ansia de trascendencia existencial. Sus palabras sencillas permiten la comprensión, pero guardan con celo la sabiduría atávica, que de alguna manera, propone una reflexión acerca de lo que somos o pretendemos ser tras los meandros interiores, los miedos, los problemas existenciales. El poeta apela a la memoria afectiva personal, mira al interior del yo para después hablar a lo exterior, a través de esa mirada, se acerca a la nervadura del subconsciente colectivo y lo expresa en metáforas e imágenes vinculadas a su visión del tiempo, de la vida y la muerte hasta llegar a Dios.
La imagen, según La poética del espacio de Bachelard (1995) “es una manifestación del psiquismo del individuo”. En las imágenes de Montejo van unidas el alma y espíritu, o sea,intuición e intencionalidad.
En cuanto a los símbolos más utilizados por el poeta caraqueño ensayista y crítico literario,nacido en 1938,encontramos: la casa, los pájaros, la tierra, el árbol, la ciudad, el viaje, el río, el caballo. Son trascendentes los elementos simbólicos que revela la mirada interior del poeta: a) La ausencia / presencia de Dios, b) La dicotomía vida/ muerte c) El tiempo.
Asimismo, el poeta marca distancia con respecto a la sociedad en que vive, el hombre se presenta como un ser exiliado. Con relación a la muerte la considera como un espacio más de la vida. Los vivos y los muertos se reencuentran en el presente, y los habita un sentimiento de orfandad. En Trópico absoluto (1982) leemos el poema “Mis mayores”
“Mis mayores me dieron la voz verde/ y el límpido silencio que se esparce /allá en los pastos del Lago Tacarigua / Ellos van a caballo por las haciendas. /Hace calor. Yo soy el horizonte / de ese paisaje adonde se encaminan”. Como podemos observar, los muertos se mueven, actúan y viajan. La figura del caballo, como en otros poemas, hace que la vida y la muerte se encuentren. La memoria le da sentido a esta coincidencia. Del libro Terredad (1978), En el poema “Labor”, hay una aproximación a la ausencia y presencia de Dios: Leamos:” Para que Dios exista un poco más /-a pesar de sí mismo- los poetas/ guardan el canto de la tierra./ Para que siempre esté al alcance / la cantidad de Dios / que cada uno niega diariamente / y que puedan ser al fin ateos / los hombres, las nubes, las estrellas,/ Los poetas en vela hasta muy tarde / se aferran a viejos cuadernos. / Dios rota en sus eclipses / y se deja soñar desde muy lejos. / En medio de la noche/ las sombras borran las ventanas / de rectos edificios /. Son pocas las lumbres encendidas / que tiemblan a esa hora / en la intemperie /, son pocas, pero cuánto resisten / para inventar la cantidad de Dios /que cada uno pide en sueño”.
En el poema “Nocturno al lado de mi hijo”, del libro Algunas palabras (1976) destacamos el tratamiento del tiempo: “Despacio la noche me reintegra / al áspero silencio / que esparcen atónitas estrellas / mientras mi hijo duerme /. Allí en su sueño, tras las nieblas / que nos separan, crece el árbol / por donde torna hacia otro día / mi sangre que aún en él es verde. Allí mi infancia se reencuentra / entre la magia de sus ríos / al otro lado del espejo (…) De padre a hijo la vida se acumula / y la sangre que dimos se devuelve y nos recorre en estremecimiento. / las horas caen de estalactitas / con un ardor silente / que empaña las vidrieras. Quedan pocas estrellas. Es tarde./ Llegan más sombras a mi mesa/ que se añaden al coro / de almas que me preceden./ Junto a la transparencia de mi hijo / sigue el bracero de los labios / mezclándonos las voces / en un salmo de amarga sobrevida / que da terror y quema.” El tiempo ha girado y se cierra con dolor y angustia. La transmisión heredada de padres a hijos, al final del ciclo,es de gran desamparo. Montejo acerca el tiempo imaginario al real.
Todas estas consideraciones confirman que nuestro poeta juega con su memoria y crea persecuciones, encuentros, búsquedas, viajes, ausencias. Es como si el tiempo se mirase a sí mismo. El universo es visto con cierta intimidad, como dice Guillermo Sucre, en La máscara, la transparencia (1975): Un mundo poético que se sitúa entre “ la nostalgia de lo cósmico inmortal y la desacralización del presente(…) pero sin entregarse a ningún patetismo, sin acentuar una dualidad irreconciliable”. Así, la ciudad es un pretexto para que el poeta exprese el conflicto entre el sentido mítico del mundo y el desarraigo.
“La vida toma aviones y se aleja/ sale de día, de noche, a cada Instante / hacia remotos aeropuertos,”dice el poeta en el Poema La Vida de Algunas Palabras. Pero la vida no sólo toma aviones sino barcos, trenes, caballos y en este peregrinaje tropieza con obras pictóricas como la de Uccelo, hoy 6 de agosto, cuya razón de ser es un caballo que estuvo en Hiroshima. Es un caballo del exterminio,” Uccello lo cubrió con capas de pintura / lo borró de su siglo,/ y hoy aguarda en el fondo de la cuadra/ con los jinetes del Apocalipsis.» También se quema al mirar el autorretrato de Rembrant pintado en su final de vida. Recuerda la línea de Mondrian sobre sus ojos, la talla antigua de La Anunciación y su terrible momento, se acerca a los compases del jazz, descubre la casa en el cuerpo de la mujer “porque al entrar nunca se sale”.
Añora la Caracas de su niñez: “Tan altos son los edificios que ya no se ve nada de mi infancia”. Además, Islandia es para él una imposibilidad donde se demuestra su insatisfacción y la importancia del deseo. “Nunca iré a Islandia. Está muy lejos/ A muchos grados bajo cero./ Voy a plegar el mapa para acercarla./ Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras”. Se detiene a oír la conversación de los árboles y al escuchar el grito de “un tordo negro, ya en camino a casa,/ grito final de quien no aguarda otro verano, / comprendí que en su voz hablaba un árbol, / uno de tantos/ pero no sé qué hacer con ese grito, /no sé cómo anotarlo”. También escribe sobre la soledad del mar o reflexiona sobre Los Amantes: “Se amaban. No estaban solos en la tierra; tenían la noche, sus vísperas azules, sus celajes” así manifiesta que el cuerpo es un lugar común que pertenece “al tiempo de la tierra, no al de los relojes . Se detiene a contemplar el Orinoco que (…) “pasa por nosotros/ pero su extraña transparencia/ algo siempre se lleva”. El Orinoco es como la vida.En su deambular, el poeta se encuentra con Bolívar y dice:“Bolívar es el primero de todos nuestros ríos pero el más solitario” (…) “Cuando sale al océano ya se encuentra muy pobre” o estos versos: “Adentro de nosotros Bolívar se desborda,/nos hundimos en su rumor profundamente/ y dejamos que en las ondas nos lleve/ despacio, de la mano, entre el sueño y el agua”. Como podemos observar, la escritura de este gran andariego está frente a un mundo en movimiento.
La Ciudad la representa en Manoa del libro Trópico absoluto (1982). La Imaginación hace de esa ciudad legendaria una ciudad real. Según Francisco José Cruz Pérez, expresa: “La ciudad también es la metáfora de la imposibilidad y del desarraigo, así como el espacio real del extravío, de la soledad, de la incomunicación.” En «Mural escrito por el viento» del libro Trópico absoluto, El poeta lo dice de esta manera: “Una ciudad no es fiel a un río ni a un árbol / mucho menos a un hombre”
Y para culminar, deseo que tomen con amor su cantidad de Dios y sea de provecho y también les dejo un mensaje del poeta: El canto del gallo, que oímos al principio es un canto de esperanza para Venezuela. Este mensaje se los envía desde el lugar donde las voces de las cigarras convergen con el canto del tordo, los pájaros, los ríos, los árboles, el mar, las casas, los viajes, desde el lugar donde “La poesía cruza la tierra sola /apoya su voz en el dolor del mundo / y nada pide /ni siquiera palabras (…) Del libro: Adiós al siglo XX (1992).
Caracas, 24 de septiembre de 2017
Magaly Salazar Sanabria
Nació en La Asunción , Licenciada en Letras en la U.C.V., Magíster en Literatura Hispanoamericana en la U.P.E.L. Estudios de Doctorado en la Universidad de Barcelona, España en Filosofía y Ciencias de la Educación. Doctora en Cultura Latinoamericana y del Caribe de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Nombre de la Tesis: “El mar y la religiosidad en la canción popular y tradicional margariteña desdeuna visión poética”.Secretaria General de la Asociación de Escritores de Venezuela, Zona Metropolitana de Caracas.1989-1992 . Representó a Venezuela como Directora del Capítulo de Caracas (III Encuentro de las Academias Iberoamericanas de Poesía), en Georgetown University, Washington USA.1997. En University of West Indies de Barbados dictó el curso Cultura Latinoamericana, auspiciado por la Cancillería Venezolana, (sept-Dic 1998). Secretaria de Actas del Círculo de Escritores de Venezuela 1995–2000. Directora de la Casa de la Cultura “Monseñor Nicolás E. Navarro” de La Asunción, 2000-2003.Actualmente,Vicepresidenta del Círculo de Escritores de Venezuela, miembro del Pen Internacional y ExSecretaria de Actas de la Asociación de Profesores del Pedagógico de Caracas. .Condecoraciones: “Orden al Mérito en el Trabajo”, Primera Clase y “Orden Andrés Bello”, Corbata. Premio Regional “Casto Vargas León”, Mención Poesía. 2001, Nueva Esparta. Diploma de Honor, Concurso Lincoln-Martí, Miami, 2006. Orden Rafael “Fucho” Suárez,(2012) concedida por el Consejo Legislativo del Estado Nueva Esparta por Méritos Literarios. Segundo Lugar en Poesía del V Encuentro Nacional de la Asociación de Profesores Universitarios Jubilados y Pensionados de Venezuela. Maracaibo (2013). Orden Profesor “Augusto Núñez”. Única Clase, 27 de Junio 2014. Premio “Simón Bolívar”, a la Trayectoria Literaria, otorgado por el Teatro Internacional “Simón Bolívar de Juangriego. 2016..En 2011, fue Jurado de la XVIII Edición de la Bienal “José Antonio Ramos Sucre” Mención Poesía. Universidad de Oriente. En el Vicerrectorado de Extensión de la UPEL, dirigió la Revista de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador “Opinión Pedagógica”, Más tarde, fue Co-Directora de la Revista “Topoi” del Departamento de Castellano y Literatura del I.P.C.Obra publicada: No apto para los ritos de la sacralización,(1978) Ardentía, (1992)La Casa del Vigía, (Mención de Honor Fondene) (1993). Bajío de sal, (1996)Levar fuegos y sietes, (1998) Traducida al árabe por el Dr. Abdul Zabour. Cuerpos de resistencia(2006), Caudalía,(2010) Primera edición. Publicarte, Caudalía(2013) Segunda edición- El Pez Soluble. Andar con la sed(2016) . En Co-autoría: Lo visible, lo decible, Quaterni Deni. El verbo iluminado. Tópicos de Literatura Española. Foro del futuro.
Su obra ha sido reseñada en varias Antologías de Poesía, entre ellas: Antología de la Poesía amorosa venezolana, Editorial Espada Rota (1995), Quienes escriben en Venezuela. (Diccionario Abreviado) del Profesor Rafael Rivas Dugarte 2004, Antología de PoetasVenezolanas de José Antonio Escalona (U.L.A.2002 ) , Antología poética, del Círculo de Escritores de Venezuela (2005) , PoesíaCompartida.Fondo Editorial Los ojos de la lechuza (2008) Cien + 20 poetas Orientales. Fondo Editorial del Caribe.
Desaprender para aprender. Catarsis de integración
Por Farah Cisneros
“Barrer lo viejo para que salga el nuevo yo en nosotros, nos convalida a una nueva experiencia de vida”
Antes de ofrecerle término de cierre a la segunda edición de mi libro ¡Haz lo que te dé la gana! y en estrecho vínculo con la situación generada y entendida como una pandemia mundial con afección en más de 170 países, se presentó para mí como una necesidad personal reseñar desde mi mirada lo que estos eventos en absoluto desarrollo podrían traer como consecuencia. En muchos de nosotros puede estar resonando, ¿Cómo se configurará la vida en el mundo al término de esta crisis?
La aludida pandemia que se conceptúa para la Real Academia Española como una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región, llegó sin sospecha o anuncio previo. Esta enfermedad contagiosa ha obligado al confinamiento a toda la humanidad, ocasionando un caos determinante y al distanciamiento físico como la primera medida de protección ante este flagrante enemigo.
Esta época pasa a representar una enorme distinción y connotación histórica para la humanidad, por los cambios que deberá afrontar.
Hasta ahora ha sido un tiempo de vida donde la premura justificaba todo tipo de postergaciones en la atención de cuidarnos a nosotros mismos y al entorno familiar y social. Priorizaba la productividad y el consumo.
Las diferencias ideológicas y desencuentros en políticas discriminatorias que convulsionan ante la mirada de todos, suman la presencia no grata para nadie de esta temida pandemia que ha obligado a hacer un ¡Alto!
¿Cuál será entonces el rumbo a tomar de ahora en adelante?
¿Bajo qué premisa estamos dispuestos a relacionarnos entre nosotros después de pasar por estos altos niveles de contingencia globalizada?
Las preguntas y respuestas pueden ser muchas, resultado de lo nuevo en el acontecer. Empezando por los miedos experimentados, de haber tenido que salir todos abruptamente de nuestras zonas de confort. Es allí donde precisamente cabe acuñar los términos de desaprender para aprender ya que necesariamente estaremos confrontando un antes y un después. Ya lo conocido y practicado sencillamente no funcionará y tendremos que flexibilizarnos como lo estamos haciendo con esta estación de confinamiento voluntario, para pasar posteriormente a ensayar y probar con otras formas y maneras sociales que constituyan herramientas de cambio y transformación en positivo para proseguir el camino dejado en espera.
Estamos comprometidos en superar lo que ya comienza a ser pasado para conectarnos con el futuro. Ensayar y activar nuestros cerebros coherentemente a un nuevo tiempo.
Sin lugar a dudas me inclino a pensar que se abren nuevos espacios para crear y volvernos lo suficientemente habilidosos en la cultura de la creatividad. Romper con los esquemas y programas de lo conocido puede brindarnos valiosas oportunidades para sintonizarnos en coherencia con la evolución de nuestra humanidad y del sistema universal que habitamos.
Entiendo como un hecho notable por lo curioso en la crisis producida por este virus pandémico, que así como deja un saldo negativo por lo que arrastra consigo, en lo oculto y privado de cada quien direcciona una verdadera catarsis de integración por los efectos que pudiera ejercer como purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Esto lo digo en estrecha relación con los hechos que se generan cuando este azote viral ha dado lugar a establecer las necesidades del distanciamiento social, donde el confinamiento voluntario por así llamarlo, erradica o constriñe el hasta ahora normal y natural contacto físico para relacionarnos entre nosotros y socializar. Por mandato obligatorio de preservación hemos pasado a negarnos el encuentro cercano, las distinciones de afecto como los abrazos, los besos y hasta el mismo toque de rozarnos.
Con tiempo disponible para reflexionar seguramente se nos ha ocurrido o se nos ocurrirá más adelante, comprender la importancia que reviste aprender a vivir en la unidad como grupo social, sin distingo de ninguna naturaleza y donde cualquiera posee algo que compartir.
El tiempo alcanzado en aislamiento y soledad como medida preventiva para evitar el contagio del virus, puede haber recreado la suficiente atmósfera de intimidad para rendirnos ante nuestros egos y programas de conductas, juicios y creencias aprendidas y practicadas a la fecha, formadoras de nuestra identidad en el pensar-hacer y ser, cuya opción de valía es la de iniciar el proceso de soltarlas para desocupar y tener espacio para conectarnos con los cambios capaces de organizar la “nueva normalidad” que habremos de procurarnos entre todos. Implica esto limpiarnos en una especie de catarsis purificadora con sentido terapéutico sanador para abrirnos a una integración genuina en el logro de encontrarnos en solidaridad y responsabilidad como colectivo social.
“Elijo sintonizarme en una frecuencia mayor
en conexión con la unidad universal”
@FARAH CISNEROS
Abogado con estudios de postgrado en Derechos Humanos. Especialización en Sistemas, Procedimientos y Metodologías Organizacionales.
EZIONGEBER ÁLVAREZ ARIAS: LA FEROZ AMARGURA DE SU HUMOR
Milagros Mata Gil
“Yo soy lo que escribo, yo escribo lo que soy”
Eziongeber Álvarez Arias
ironía. (Del lat. iron?a, y este del gr. ????????). f. Burla fina y disimulada. || 2. Tono burlón con que se dice. || 3. Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice
Un maestro de la ironía
Si hay un tipo que relata un suceso, comenta un evento, de tal manera que, diciendo lo que dice, escribiendo lo que escribe, está diciendo exactamente lo contrario, o lo está diciendo indirectamente, o lo está escondiendo en el seno mismo de un manejo magistralmente desenfadado de la lengua, a veces procaz, y así está proponiendo al lector, al receptor, el trabajo de decodificar lo que en verdad relata o comenta, ése es seguramente el Chino Álvarez.
El discurso irónico, ya se sabe, es un discurso en clave y desfigurado que el receptor acepta con temor de equivocarse, pensando que al comentarlo puede incurrir en un error pues el autor no puede querer decir lo que dice. Es una especie de juego de espejos múltiples y distorsionantes. Lo que nos lleva a la afirmación que el Chino Álvarez hace al referirse a sí mismo: “Yo soy lo que escribo, yo escribo lo que soy” Dado que su tribuna ha sido hasta ahora Facebook, donde muchos se arriesgan a hacer comentarios, aunque sea solamente mediante un ícono o un avatar, resulta muy interesante ver cómo sus crónicas y relatos se ven replicados y fragmentados en numerosas interpretaciones que van desde la complacencia a la incomprensión, pero, sobre todo, donde los comentaristas buscan la liviandad de lo humorístico, le ríen la presunta gracia, lo consideran un chico muy simpático, muy lanzado, y solo algunos captan la profundidad amarga de sus textos donde rezuman con semejante dramatismo el dolor personal y el dolor patrio. La feroz amargura de su humor. Entre estos estuvo José Pulido, quien lo entrevistó acertadamente, pero en una longitud de onda distinta de esta que intento.
Eziongeber es muy popular en el barrio de Facebook donde se mueve. Lo sorprendente es que, a pesar de que transito con frecuencia las mismas veredas, no lo había visto jamás hasta que me encontré de lleno con la crónica sobre su abuela bailando charlestón en el pasillo del hospital donde él, niñito asustado, estaba recluido. Abuela de altos tacones y abrigo rojo. Abuela que leía y escribía. Abuela abrazada por los médicos al final de la función. Leí tres veces la crónica. Visité su muro buscando más y leí y enseguida le mandé un mensaje solicitándole amistad. O eso que así llaman los facebookhabitantes. Y conectamos. Buscando razones, nosotros, los racionalistas, encontré la referencia al Libro de Job: Dios me habló desde la PC ¿has visto el trabajo de mi siervo Eziongeber Chino Álvarez? Échale un vistazo porque anda por ahí y por ahí, todo disperso y vale la pena agruparlo.
La imagen
Tengo una foto de Eziongeber Álvarez Arias. La tomaron, me cuenta, el 30 de marzo de este año de 2020, día de su 56 cumpleaños. Está sentado en una vieja poltrona verdeoscuro y mira por la ventana estilo francés a algún sitio en lontananza, descuidado de la cámara que lo capta. Pantalones blue-jean de los formales, camisa blanca, zapatos casuales negros, gorra visera en azul, parece que se hubiera vestido para celebrar informalmente su fecha natal, pero que la reciente cuarentena lo obligó a quedarse en casa. Una de las manos se posa sobre la rodilla. Mano fuerte. Dedos gruesos. En realidad, todo él desprende una solidez que infunde cierto temor. No es un hombre fácil. Es un solitario o se ha vuelto. La otra mano se posa cerca de la nariz, en actitud quizás dubitativa. No se ve sino el celaje lateral de la mirada que ve, que no ve, que piensa, que reflexiona, que quizá no reflexiona sino solamente ve. Que sueña. Detrás, una pared de ladrillos oscurecidos, un armarito y una pequeña obra de arte que refleja una mujer con blusa azul. Fuera de la ventana hay una mesita de mimbre con una maceta que vagamente deja ver una planta violeta.
Prefiero llamarlo Chino. Eziongeber es el nombre que le dio su padre, vendedor de Biblias, colportor evangélico, y que representa ¿un personaje? ¿un lugar? En Google se dice de un lugar legendario, un lugar citado en la Biblia y que estaba situado sobre el Mar Rojo, en el puerto de Aqaba, suerte de Avalon cuyos rastros arqueológicos no existen. Le pregunto cómo lidió con la carga de ese nombre en la escuela y me responde, obviamente, a coñazos. No cabía de otra. Este escritor cumanés pero caraqueño, o al revés (su voz está llena de los tonos y las expresiones de Caracas, su cultura cotidiana remite más bien al oriente) tiene una historia compleja, con múltiples raíces ymudanzas: sus padres, un militante prebisteriano que provenía de Mundo Nuevo, caserío kariña de Monagas, y una dama prebisteriana que escribía (y aún escribe: ella es Elisabeth Arias, su mamá, hija de Francisco Dimas Arias e Ignacia D’Aubeterre) desde la juventud obras de teatro que fueron presentadas en la iglesia, pasaron por el trance habitual de la emigración a Oriente. Con su prole de cuatro varones llegaron alguna vez a El Tigre (-Estudié en la escuela Simón Rodríguez y vivía en Pueblo Nuevo,en la 6ta. Norte, cerca de los Anderi, precisa, eso fue en 1971) y desde allí se desplazaron por todo el territorio hasta llegar a Cumaná, ciudad que el Chino reivindica como suya.
-Viví en Caracas hasta los 8. Y me alegro de que mi papá se arruinara y tuviera que buscar el interior. Ahora bien, Caracas es una vaina muy jodida. Mucho. Se pueden captar mil cosas en una sola pasada. Se puede encontrar uno, por ejemplo, a González León en “La Cachapa” y cotorrear de lo lindo. Alguna vez lo hice.
Porque Caracas fue el hábitat predilecto de este abogado exitoso y rumbero de postín que andaba en la búsqueda del ambiente propicio para encontrar una rendija que lo condujera a su condición escritural. Se metió en esa franja donde viven los intelectuales caraqueños. O algunos. Ansiaba empaparse de sus vivencias, de su formación, de sus experiencias, de sus emociones. En la crónica que escribió sobre su abuela la del abrigo rojo y en la entrevista que le hizo Pulido, él destaca al niño de cuatro años que entraba en la habitación de la abuela, en esa habitación donde la abuela escribía y allí encontraba el núcleo de su ser. En su casa finalmente recreó aquella habitación de la niñez en su imaginario Cuarto de Lo Imposible, donde todo puede suceder. Algo así como el Hotel California, pero sin drogas ni escapes fáciles. Algo que, finalmente lopercibió, no tenía que ver con toda la fauna intelectual que vislumbró. Había allí gente que lo motivaba. Patricia Guzmán y su misticismo. Rojas Guardia. Pero finalmente entendió que había que asumir la soledad como amplio compromiso para cumplir con el otro compromiso.La escritura como una forma de protección ante un contexto vital bastante rudo y hasta cruel (-Ese niño está allí. Nunca dejé de escribir, aclara)
Las influencias
Lo que más insistentemente reivindica es –Estoy enamorado de la palabra, lo que me atrapa es la palabra. Pero quizá él no se da cuenta de cuánto es el volumen de ese amor (si el amor tiene volumen, claro) y cuán importante es para la literatura. En efecto, sus crónicas, sus relatos, sus críticas musicales, sus reflexiones socio políticas, todo eso que ha publicado hasta ahora en Facebook, tienen como característica primordial un manejo literario de la oralidad que no es frecuente en los escritores. En Venezuela, por ejemplo, se dio el caso de que en los tiempos del Criollismo los narradores, los novelistas, trataban de captar en sus obras lo que ellos consideraban el lenguaje de la gente del pueblo, de los campesinos, los esclavos. Con frecuencia, aquellos escritores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX ni siquiera habían ido, o habían ido de breve visita, a los escenarios que proponían en sus obras.
Pero desde el Modernismo los escritores se propusieron (y no solamente en Venezuela) “apropiarse de un lenguaje que sentían como ajeno y convertirlo en algo más refinado y certero”, un poco parafraseando a Ángel Rama. Contemporáneamente, ha habido una intención vigorosa por recuperar la oralidad. Quizás la poesía ha tenido más aciertos en ese sentido: grupos como “Tráfico” y “Guaire” sellaron de manera magnífica sus trabajos, especialmente los iniciales, dando mayor frescura a un lenguaje que lucía anquilosado. Y un poeta como Ramón Palomares consigue maravillas con sus versos donde se expresa en el tono de su ámbito. Pudiera añadir aquí los poemas de José Pulido, precisamente. O lo que está haciendo Néstor Rojas en su poemario reciente, “Alguien enciende una luz”. Coloquialismo.
Desde finales de los 80, narradores como Wilfredo Machado, Ángel Gustavo Infante y Luis Barrera Linares incorporaron la fuerza del lenguaje oral a sus obras. Mucho más recientemente, Eduardo Sánchez Rugeles. Pero, para mí, casos emblemáticos son los de Golcar Rojas y Enzioberger Álvarez. Y emblemáticos porque pertenecen a lo que llamo “los hijos de Pocaterra”, es decir: narradores que se asientan con ambos pies en el mundo real y lo “traducen” por decirlo así, con un lenguaje irónico: narradores tropo. Hay otro vínculo lingüístico literario que no es posible obliterar en este contexto: el de Alfredo Armas Alfonzo, quien creó toda una comarca, La Cuenca del Unare, con sus relatos y el uso sin afectación del lenguaje de la gente.
[Por lo demás, anoto como al margen, la fuerza vital de toda la literatura española del Siglo de Oro radica precisamente en el rescate de las voces del pueblo (la Picaresca, Cervantes, Lope de Vega, Góngora después, Quevedo) con toda su obscena riqueza. Eso mismo dio aviso y fundamento a William Shakespeare]
La escritura, el escritor
¿Desde cuándo en verdad te sientes escritor?
-Desde que entendí que escribir era la mejor manera de comunicarme.
-¿Cuáles autores consideras que son tus influencias?
-Bueno… en una enumeración caótica, yo diría que Uslar Pietri, Herrera Luque,Oswaldo Trejo, González León, el Eduardo Liendo de “Los platos del diablo”. Y de los extranjeros Mark Twain, Melville, Bradbury, y Camilo José Cela, el de Pascual Duarte, que me impresionó mucho… Yo soy muy lector y siento que todas esas lecturas me han influido muchísimo. Me gusta leer.Y leo poesía. Por ejemplo, me gusta Thomas Transtömer:
Creído por nadie va el que vio un géiser,
huido de aljibe cegado, como Thoreau, y sabe
desaparecer en lo profundo de su verde interior,
astuto y esperanzado.
-¿Ves eso? “Astuto y esperanzado”. Pero también he leído a Hemingway, a Thomas Mann. Me gusta mucho Andrés Eloy Blanco. Era como un brujo. Hice un relato sobre su casa, “La Casa de Andrés Eloy”. Aunque siento que me faltan muchos por leer: Carlos Noguera, por ejemplo, por las historias de la Calle Lincoln, que es El Callejón de la Puñalada. Quiero leer otra vez a Andrés Mata. Me gustan mucho los ensayos de Germán Arciniegas. Escritores como García Márquez y Vargas Llosa, el de Pantaleón, el de “La Ciudad y los Perros”
-¿Escribes poesía?
-Tengo algunas cosas. Sonetos y décimas con el tono oriental. Pero me gustan los relatos. Leerlos y escribirlos. Puedes salpicarlos con lo que quieras. Si lo sabes hacer, quedarán bien. Pero reconozco que la poesía algo así como una alimentación más íntima. Por ejemplo, yo me alimento con los poemas de Pulido. Todos los días lo leo, casi con religiosidad.
-A veces he dicho que hay que leer poesía todos los días, como se lee la Biblia.
-La Biblia, sí. Tengo una Reina Valera de Estudio. La Thompson. Con notas explicativas.
Por cierto ¿qué tal tus relaciones con Dios?
-No son entregadas. Hay momentos llenos de dudas y acusaciones. Hay otros donde Él parece llevarme a través de una bahía con cuidado de que no caiga. Más es lo que lo acepta mi corazón que lo que no.
¿Cómo escribes, cuáles son tus ritos, tus manías, tus técnicas?
-No tengo manías. Todo arranca con algo conque me tope. Un detalle cualquiera. Lo guardo y lo destripo, lo edifico (lo construyo) al menos cuatro veces porque tampoco me interesa tirármelas de tiquititaqui sino de hacer el clinch sin hacer que decaiga el relato. He vivido lo suficiente como para saber qué quisiera leer un cumanés, un caraqueño, un anciano o un niño. Es decir, de lo que se trata es de irme a pasear un rato con el lector. Diría que el único rito es hacer un texto varias veces hasta que me guste. Tiene que gustarme, al menos en gran medida. Es verdad que a veces en las redes sociales, en Facebook, lo que hago es escribir rápido para conectarme con los panas, interactuar. En realidad, no hay ninguna otra ley que siga, salvo la de hacerme entender. De expresarme. Me doy con todo porque básicamente respeto el alma de los demás y hacia ella escribo. Y a la mía. Necesito comprenderme.
Sin embargo, yo creo que el escritor tiene un compromiso muy alto. Por eso me parece que hay que escribir con seriedad (aunque yo jodo el parque mucho) es importante. Muy importante. En realidad, no sé cómo nace mi escritura: sólo sé que tengo que escribir. Y de repente quizás haga en el futuro un poemario, una novela, una compilación de mis crónicas y relatos.
Aunque ratifico que no tengo manías, escribo de noche, abrigado y con medias. Me distrae el frío. También escribo de día a veces. Si estoy tranquilo.
¿A mano?
¿A mano qué?
Si escribes a mano.
–Sí, muchísimas veces a mano. En una libreta. Voy tomando notas.
He visto, por tus publicaciones en las redes y los comentarios de tus amigos, que te gustan la música y la pintura
-Siempre me ha gustado la pintura. Me gusta ver con cuidado las obras, internalizarlas, imaginar qué historia están contando porque cuentan una historia. Siempre. El caso de la música es igual, aunque distinto. Mis gustos musicales son variados variados variados y extensos. Me encanta estar recomendando. Y me encanta también sentir que la música es una construcción, un esquema de belleza.
Publicar porque ya es tiempo
Tengo muchas cosas archivadas: crónicas, relatos, poemas. Un caudal de cosas que he escrito y publicado principalmente en las redes sociales, pero que creo que ya es el momento de comenzar a publicar en forma de libros. Me gusta identificarme con Wallace Stevens, que también era abogado. Este gran poeta comenzó en serio a publicar después de los 50 años y obtuvo a veces premios y reconocimientos. En verdad, no aspiro más que a ser leído y leer a otros y seguir escribiendo y publicando. Creo que es el momento. Yo sé que eso significa asumir riesgos. Riesgos de todo tipo: económicos, morales, hasta espirituales, pero sé que eso es parte también del compromiso de ser escritor.
Voy a comenzar por crear un blog donde vaya sacando de manera más formal lo que escriba y lo que escribí y está represado en el disco duro de mi computadora. Me he convencido poco a poco de la necesidad de usar los recursos tecnológicos de edición de libros porque evidentemente los paradigmas están cambiando. Así que por ahí voy, como si fuera un Cyrano saliendo de detrás del arbusto.
Milagros Mata Gil. Reconocida novelista y ensayista, articulista de opinión, conocida por sus luchas en favor de los derechos humanos y de los animales, la tolerancia, la concordia, la libertad, y también de la difusión de la cultura de Venezuela, adalid en la defensa de los artistas y trabajadores culturales.
Nació en Caracas, el 17 de abril de 1951. Profesora de Castellano, Literatura y Latín, periodista, narradora e investigadora en Literatura Venezolana. Miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua Española desde 2011. Autora de la letra del himno del Municipio Heres, “Cual Cúpula En Flor De Encaje Verde”, Ciudad Bolívar, 1995. Algunas obras publicadas en Narrativa son: “La Casa en Llamas” (1989), “Memorias de una antigua primavera” (1989), “Mata El Caracol” (1991), “El Diario Íntimo de Francisca Malabar” (2003). “Estación y otros relatos” (1986) Ensayos: “Los Signos de la Trama” (1989), “Balza, el Cuerpo Fluvial” (1987), “Tiempo y Muerte en José Balza y Alfredo Armas Alfonzo”, “Alfredo Armas Alfonzo, creador de la Cuenca del Unare”
María Isabel Novillo. Fotografía: Francisco Itriago
PUENTES A LA PAZ
Por María Isabel Novillo
“Para evitar ser heridos levantamos muros, Que quien construye muros no logra nada. Que casi todos somos albañiles de muros, Que sería mejor hacer puentes…. Que desde ellos se va a la orilla Y, también, se vuelve….” MARIO BENEDETTI
Quiero comenzar contando para ustedes un recuerdo. Algo pequeño, un detalle sin importancia en una librería de Caracas. Muchos seres del mundo de la cultura y las artes allí reunidos. Entre ellos, a mi lado, el poeta Rafael Cadenas. Cerca, una gran estantería de libros recién editados, novedades editoriales, de diversas disciplinas. Entre ellos uno, grande, llamativo en su portada “La cultura de la violencia” o algo así, muy parecido, que juntaba esas dos palabras “Cultura” y la otra. Me mira, entonces, Cadenas -quien ha dejado siempre en claro que cada palabra debe llevar lo que dice, ser la concordancia entre la cosa y lo nombrado – y, señalando el libro, profiere, con tono de disgusto:
“ ¿Crees que esas dos palabras pueden estar juntas? ¡Que tienen que ver una con la otra! ¡Son lo opuesto una de la otra! ”
Así, quisiera empezar diciendo que no se puede esperar otra cosa de la CULTURA que no sea servir de puente hacia una paz activa y constructiva. Lo contrario, sería barbarie. Los escritores -especialmente los poetas- son arquitectos de palabras. Constructores en varios sentidos: la obra de los ojos, es decir, la que se hace para ser leída por otros, y la del corazón, que es una actitud guíada por cierta calidad de sentimientos y pensamientos. Un alma dando un poderoso flujo de fuerza mental que sostenga un puente de luz y verdad con planos que hablen menos y realicen mayor decreto interior, mayor hecho pequeño cotidiano. Verdadera paz en sus entornos. Vivir en lo pequeño con belleza.
No escribir sobre la Paz, sino encarnarla. Se da el hecho “cultural” de que la mayoría del arte que se compromete con la Paz, lo hace desde la muestra de los hechos de violencia y guerra. El cine, la plástica, mucha literatura está re-energizando el hecho violento al llevarlo ante muchas miradas. Quizá de esta forma, que es denuncia, también se da una retroalimentación de los mismos elementos. “La obra de los ojos ya está hecha, hagamos ahora, la del corazón” según decía Rilke.
Por ello, la emisión de ideas y de pensamientos, llevados al poema, al lienzo, a la pantalla, al hecho creador, cualquiera que este sea, son un poderoso puente de energía mental y emocional para modificar condiciones en el entorno. Se dice siempre, pero sería bueno sentirlo como una verdad: la energía sigue al pensamiento. Sin embargo, la forma en que manejamos nuestra “cultura interior” nuestros hechos íntimos, personales, son los que determinan, en definitiva el mundo que nos rodea, el aire que nos envuelve. Nuestro nivel de obra.
Cito fragmentos de un poema de Rafael Arráiz Lucca, que ejemplifica, el hecho de la toma de consciencia en circunstancias donde quizá otro poeta, otro escritor, otro personaje, dejaría definida una situación de violencia, sin duda con anhelo de ejemplificar el daño del belicismo. Aquí, sin embargo, el texto de Arráiz Lucca libera, verdaderamente , una comprensión de paz a sus lectores. Una toma de parte y de voluntad decisiva, electiva, de quien siendo portador de algo letal, logra –por ejercicio de libre albedrío- ser un instrumento de valentía para no cumplir órdenes dictadas por el error y afianzar la humanidad clemente»
“Pero Gunther sabía que en cualquier momento la orden de despegar sería para él y ya no habría otro horizonte que alzar vuelo y lanzar las bombas. Allí estaba en la sala de espera de los pilotos sin saber cómo ni cuándo sus días grises lo habían encallado en este oficio económico de lanzar una bomba. Veintitrés años tenía y le gustaba remar en el río que pasaba por detrás de las casas de su pueblo. /…/ Sabía que matar no era cosa de niños, pero él mismo había escogido la gloria de ser piloto. Tampoco nadie lo enroló en el ejército. /…/Caminó hacía el bombardero, hizo girar las hélices y se fue a dejar en escombros la ciudad del enemigo. Estamos en guerra, murmuraba, en aquél pájaro mensajero de las peores noticias. /…/ Cuando ya el objetivo era inminente y tan sólo se esperaba de él apretar un botón. /…/ No pudo Gunther oprimirlo /…/ se fue al mar y descargó las bombas sin estropicio. Alzó vuelo y regresó a su base como si hubiera cumplido la faena.”
(Del libro Poemas Ingleses, Las Bombas, de Rafael Arráiz Lucca)
Quizá todo para la humanidad dependa de esas decisiones personales, solitarias y voluntarias. La sagrada importancia de lo pequeño, de las decisiones que quizá nadie, solo el propio corazón, llegue a saber. Pensemos en que por un momento, solo un instante a nivel planetario, en que cada persona, uno, individual, se negara, por principio de humanidad, a ejercer daño sobre cualquier otro ser. ¿Qué pasaría?
Un sólo instante de Paz, ¿a qué daría paso?. ¿Qué muros caerían en esa fracción mínima de tiempo? Porque, ¿Qué es más profundo en los humanos? ¿Su servilismo, su miedo, su incapacidad de ser quien es, de ser sí mismo, de dejar de ser esclavo de las decisiones de otros, o su violencia?
Quizá nuestro nivel evolutivo aún nos impide dar respuestas totalmente nobles a ciertas cosas. Dicen las místicas orientales que en algún momento el ser humano servirá de puente. Que hay un puente. El Puente de Antakarana. Nos concierne el intento. Concebirnos como puentes cambiará nuestros muros. Modificará el objetivo de nuestra fortaleza y de nuestro anhelo de servicio. Como árbol de Luz florecerá la Cultura, esa Dama, y por sus ojos -como por los ojos de Beatrice- según decía el Dante, en la Vida Nueva, fluirá lo único necesario:
“ En los ojos lleva mi Señora a Amor y, por ello, se ilumina todo lo que ella mira”.
Maria Isabel Novillo
Poeta, ensayista, imparte talleres de poesía y mística. Es Directora de Relaciones Internacionales del Círculo de Escritores de Venezuela.
Cuando salí del edificio donde vivo encontré una ropa tirada en el suelo. Había un vaquero, una franela de los Rolling Stone, una chaqueta de bluyín y una gorra con visera; también ropa interior, zapatos deportivos y una cartera de hombre.
Miré a mi alrededor y no vi a nadie. Era domingo, al amanecer, la calle estaba desolada y hacía un frío que picaba. Me senté en un banco cercano a disfrutar del nuevo día; el bulto de ropa ahí, en el suelo,frente al edificio. Por el tipo de ropa pensé que pertenecía a un hombre joven, pero cuando recordé el nombre del grupo inglés pensé que también podía ser de un sesentón de esos que viven en el pasado.
Un par de muchachos pasaron frente a mí. Trotaban a buena velocidad. Otros, un poco más allá, reían a carcajadas mientras se empinaban una botella de licor. Qué hace que haya seres humanos tan diferentes, pensé, hasta llegar al extremo de, por ejemplo, dejar la ropa a la entrada de un edificio. Una anciana que paseaba a su perrito dio la vuelta antes de llegar adonde yo estaba. Tal vez olvidó algo, o quizás el perrito la haló hacia el lado contrario y por eso se regresó… quién sabe.
Fui a un concierto de los Rolling Stone, una vez, cuando tenía algo así como veinte años. Estaba en primera fila y deliraba de la emoción. Sudaba, no paraba de saltar y de dar palmadas en el aire. Fue genial. La chica que me acompañaba —ya olvidé su nombre— gritaba y saltaba a mi ritmo. Era rubia de pelo corto. Recuerdo claramente sus ojos verdes como el césped recién nacido. Reía mucho. Sus dientes brillaban. Sus ojos brillaban. Toda ella brillaba. No la volví a ver, pero recuerdo su cabello rubio y sus ojos verdes en medio de unas facciones borrosas. Qué habrá sido de su vida, ¿se habrá casado?
Nadie venía por la ropa frente al edificio. Tenía la esperanza de que su dueño la recogiera. Saber por qué la dejó ahí. Me acerqué un poco y vi que los vaqueros eran más o menos de mi talla. Me los puse y, efectivamente, me quedaron como hechos a la medida. También la franela de los Rolling Stone y lachaqueta de bluyín. Por casualidad la gorra era del tamaño de mi cabeza y cuando me puse los zapatos me sorprendí de lo bien que me quedaban. Me senté en el banco de nuevo. Ya no hacía tanto frío.
De pronto una mujer se acercó, recogió la ropa interior del suelo, también la cartera y se sentó a mi lado. Le pedí disculpas por haberme puesto la ropa de un desconocido. Me dijo que no importaba. Era una hermosa mujer, a pesar de su edad. Tenía los mismos ojos verdes de aquella chica del concierto.
Fuente: Tomado del libro Tras la puerta de abril
@hebertogamero en Instagram
*Heberto Gamero Contín. Destacado narrador venezolano y estudioso del género breve. Novelista y cuentista. Creador de la Fundación «Aprende a escribir un Cuento». Dicta talleres y ha formado a numerosos escritores jóvenes. Cuenta con una amplia obra publicada.
¡Entérate! Puedes gestionarlos y sobrevivir exitosamente en el intento
Por Farah Cisneros
La aceptación. “Atrevernos a vivir es una consecuencia de hacernos cargo de prepararnos para avanzar hacia un mañana siempre inédito”.
Tomar los cambios como parte de los procesos normales de vida puede devolvernos la confianza necesaria para crear posibilidades. Libertad para explorar nuevas maneras y cambiar o fundamentar aún mejor el enfoque hacia el propósito o lo que consideremos en el momento es nuestra meta por alcanzar. Tener en cuenta que independiente a una previa estrategia para el logro, la flexibilidad para movernos y avanzar además de asegurarnos la llegada, nos obsequiará con el disfrute que ofrece el trayecto. Podrán ocurrir cientos de cosas pero, nos encontraremos dignificando la experiencia con una actitud siempre renovada y constante en el aprovechamiento de las vivencias propias del momento.
El enfoque. “Remar en las aguas de las posibilidades te hará consciente de quién eres para permitirte llegar a la orilla de tu realidad presente”.
Pudiera ser el caso que en la actualidad representan las diferentes situaciones que se nos van presentando desafíos que, por su acelerada constante y magnitud demandan de nosotros mayor observación y compromiso de atención. Se presentan como importantes retos que de no ser honrados en su justa medida, obstaculizarán nuestro libre y pleno desempeño y desarrollo.
Pueden mostrarse como claves de rendimiento y efectividad crearnos un verdadero estado de consciencia activa para mantenernos vigilantes y disponibles. Comenzar a darle mayor disponibilidad para ser incluidas en nuestras rutinas diarias el tomar espacio para relajar nuestros cuerpos y mentes, hacernos de un pasatiempo como la lectura, la música, incursionar en el arte de la pintura, o quizás la escritura o una nueva formación académica, y la meditación acompañada de una buena dosis de ejercicios físicos que incluyan estiramientos.
La activación. “Solo cuando te reconozcas a ti mismo, quien eres será una gran revelación”.
Para que un proyecto deje de serlo requiere de la gestión y ejecución. Es así como se llega a los resultados. Crear la metodología para convertir en nuevas habilidades y competencias los cambios, necesita de la práctica y constancia sostenida. Tomarnos desde la comprensión netamente individual para establecer acuñar los nuevos hábitos es un compromiso. Aquí juega papel de relevancia la calidad del pensamiento ya que de ellos dependerá la realidad que podamos establecer. Estrechar vínculos altamente nutritivos y positivos con entornos y personas afines en cuanto a las búsquedas y retos que nos hayamos planteado nos aportarán una excelente dosis de bienestar.
En Psicología Positiva se reza que “No es que a los optimistas le pasen menos cosas malas que a los pesimistas, Es que los primeros tienen más herramientas para saber qué hacer con ellas…” dicho por Martin Seligman. Efectivamente, cuando vamos a la práctica nos encontramos que, la conformidad y la falsa comodidad pueden corresponder al temor y a la inseguridad. Prepararnos con la inspiración de crear posibilidades, nos faculta para pasar al siguiente nivel donde la acción en el desempeño de nuestros sueños marcará las diferencias para convertir con el pasar del tiempo, todo lo vivido en nuestra historia de vida.
Farah Cisneros, Coach (entrenadora) Organizacional / Programadora Neurolinguística / Productora y Facilitadora del Programa de Entrenamiento y Desarrollo Integral Personal-PEDIP. Autora del libro ¡Haz lo que te dé la gana!
Coaching-PNL&Mentoring. Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela Inspiración – Preparación – Activación
Escribimos en memoria de Armando y plenos de sus enseñanzas, Yubi Cisneros Mussa, Marlenis Castellanos, Martín Abreu y Ángela Molina.
Armando Rojas Guardia. Fotografía: Mariam Krasner
Herida de poeta
En memoria de Armando Rojas Guardia
Existe, frente a la costa del desierto del Sahara, una pequeña isla llamada Gran Canaria. Tierra de artistas y, en particular, de poetas, sus calles acogen los nombres de éstos últimos. Tomás Morales, Saulo Torón, Eugenio y Manuel Padorno, Bartolomé Cairasco, Agustín Millares Sall, José de Vieira y Clavijo, Domingo Rivero, Luis Doreste Silva, pueblan la capital grancanaria y los más recónditos rincones de esta ínsula mágica en la que, por suerte del destino, nos ha tocado vivir. Un lugar que ensalza a sus artistas y desdeña los nombres militares, es, sin duda, un rincón de la Tierra donde nuestro amado Armando Rojas Guardia se hubiera sentido a gusto.
En esta ínsula, que vio partir a tantos canarios rumbo a Venezuela, al menos cuatro almas, lloran la partida de nuestro querido Armando. Lo recordamos con gratitud, con dulzura, con ese amor que él supo sembrar en cada uno de nosotros. Son experiencias múltiples, caleidoscópicas y únicas.
Escribimos aquí, en memoria de Armando y plenos de sus enseñanzas, Yubi Cisneros Mussa, Marlenis Castellanos, Martín Abreu y Ángela Molina.
Quien sabe del dolor, ya lo sabe todo. Dante
“El Ethos de nuestra padeciente Venezuela -escribe Martín Abreu junto a su esposa, Marlenis Castellanos- ha sufrido en estos días otra más de nuestras pérdidas profundas, se nos ha muerto un poeta, un poeta “nacido de sus entrañas”, como diría Violeta Parra: nuestro amado Armando Rojas Guardia, irreprochablemente venezolano, poeta hasta su pulpa”.
Cuando Martín y Marlenis se refieren a Armando con ese posesivo “nuestro”, es porque, definitivamente, así lo concebimos todos cuantos le conocimos.
Y continúan, “hombre de una inmensa espiritualidad, escindido en un principio en la dolorosa dicotomía entre su profunda fe cristiana y su autorechazada homosexualidad”. Y, en este punto del discurso, rememoran un poema del maestro:
Olvido involuntario
Yo sé que debo recordar algo que supe, algún sanguíneo secreto hoy coagulado, el nombre escuchado en la prehistoria (alguna confidencia prenatal), la raíz de mi memoria fisiológica, la luz del fondo que me alumbró de pronto y se quedó, como grano de anís, en mi cerebro, (…) el instante que me busca a cada hora, la fecha que me espera y que olvidé.
Armando Rojas Guardia
Las cuatro heridas
“Yo soy homosexual, soy poeta, soy pobre, soy esquizofrénico”, así de claro y tajante se asumía en voz alta, frente a sus condiscípulos. Pero, para arribar a esta confidencia serena, ya había sufrido mucho. Se tragó como pudo su atracción por el mismo sexo, pasó por hospitales psiquiátricos, fue tratado como un paria por tantos, su familia sufrió lo indecible. Detrás de la camisa raída, de la colilla del cigarrillo, de su noviciado con los jesuitas, de la carga que pudo haber supuesto el encontrarse como único hermano en una familia de cuatro mujeres, más su madre, se tejían los versos del poeta.
“Toda su vida después de la revelación de su camino espiritual fue una lucha por unificar en su experiencia vital, su herida – la herida fundamental que da paso a la poesía en cada ser humano-, la lucha dialéctica dentro de los dictámenes de su eros homosexual y cristiano. La aceptación de su condición como creyente y como homosexual”, escriben Martín Abreu y Marlenis Castellanos.
Su convivencia con Ernesto Cardenal, en el experimento cristiano de Solentiname (Nicaragua), fue seguramente decisiva en su vida.De allí, salió con la convicción de que sus heridas sanarían, de que no era el único. Y Armando necesitaba pertenecer.
Permiso para mentir
“En el taller de ensayo que tomé con Armando –recuerda Ángela Molina- estábamos tratando de los diarios. Como siempre, su Ángel de la Guarda, como él mismo se refería a Luisa Helena Calcaño, estaba presente. Recuerdo algunos otros nombres de los talleristas, pero prefiero no escribirlos porque seguro se me escapan otros tantos. Sus caras, en cambio, las tengo presentes y cercanas, el ambiente de La Guayaba de Pascal – que así se llamaba el sitio donde nos reuníamos-. Tanto afecto sólo puede suscitarlo un hombre bueno. Y Armando lo era.”
“En un momento, se planteó la pregunta: algunos compañeros no se ciñeron a la estricta realidad en sus diarios. Habían incluido escenas imaginarias, metáforas, encuentros deseados, pero nunca obtenidos. Esto los preocupaba. En la Guayaba, podíamos sernos muy sinceros. Y así lo fuimos. Detrás de su escritorio desvencijado, Armando escuchaba las dudas de los otros:¿Debían decir la verdad, estricta?”
“Yo, que generalmente me limito a escuchar, tomar notas y escribir, en aquella ocasión solté una frase suelta, como al descuido, y que Armando reconfortó con una amplia sonrisa: “Si alguna libertad tenemos los poetas, es la de mentir. No hay por qué ceñirse a la verdad en ese mundo.”
Trascendemos por mandato del Amor
Yubi Cisneros Mussa ha heredado de Armando la serenidad. Al recordar su primer encuentro nos escribe: “Su sobrino Luis Mariano me pasó su teléfono; y le dijo que yo lo llamaría. El día que lo hice, le conté mi interés por la poesía y por su obra. Le dije que quería conocerlo y él de inmediato me invitó a uno de sus talleres.
Desde el primer encuentro me sorprendió su enorme capacidad para escuchar, para conmoverse, ponderar y luego responder de forma sencilla y amable.Armando fue sobre todo un hombre amable.
Fue también un hombre prudente que, sin embargo, callaba pocas veces, especialmente ante la injusticia y el dolor del hermano. Allí donde advertía un atropello procedía a denunciar, porque no toleraba ningún maltrato contra la dignidad de la persona”.
Yubi, trasparente, nos confía: “Armando sonreía con especial ternura cuando me veía llegar con flores para él cada semana. Era un pequeño y muy respetuoso homenaje que nos rendíamos en silencio: la gratitud mutua caracterizó nuestra relación.
Durante el tiempo que pude estar cerca de él, en sus casas en El Marqués y en Los Cedros; y en las aulas de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, tuve el enorme regalo de compartir maravillosas lecturas con un grupo de personas fuera de serie: Leonardo Melero, Alejandro Sebastiani, Denise Márquez, Melba Marrero, Annabel Petit, Héctor Caldera, Damian Lambert, Julieta León, Gabriela Durán y José Gregorio Hernández, entre otros.
Además, durante ese tiempo, tuve la oportunidad de buscar a Armando y de regresarlo a su casa en mi carro. A veces íbamos angustiados debido al tráfico caraqueño, porque la puntualidad, para Armando, era un asunto serio. Casi siempre llegábamos justitos de tiempo, pero de regreso conversábamos de lo divino y de lo humano en un ambiente de profunda intimidad”.
“Armando – recuerda Yubi Cisneros Mussa- conoció el Amor de Dios en la tierra. Aunque sufrió amargamente por motivos diversos, siempre salió adelante gracias al Amor que desde muy joven lo marcó. A lo largo de toda su obra lo reconoce y lo proclama.
En sus últimos días y, ante la posibilidad de saberse frente al trance de dejar esta vida terrena, reiteró y difundió en los medios de comunicación su confianza en Dios y su creencia en la vida eterna. Tenía plena conciencia de que estamos de paso.
Armando tembló de miedo y emoción, se fue al encuentro del Padre con el corazón abierto, limpio: se fue confiado y en paz.”
E insiste, con nosotros: “De Armando nos quedan sus buenas obras, por ellas lo hemos conocido, por su capacidad de dar amor y de abrazar al pobre en cuerpo y alma. ¿Cuántos huérfanos lo encontramos? A todos nos amó, a todos nos repartió un poco de la gracia del amor fraterno”.
Y como la alegría, además de una virtud cristiana, es sobretodo una manera de enfrentarse a la vida, Yubi nos regala este poema:
Todo está soportado por la risa
¿Qué son los siervos de Dios
sino bufones que tocan el corazón
de los hombres llenándolos con el
buen humor del Espíritu?
Francisco de Asís
Todo está soportado por la risa,
la paciencia del humor.
A esta masa selvática de cosas
que hormiguean, al zumbido
de su abejear insomne, a esta mañana
obesa de la luz, a la lujuria
cromática y sonora de este día
amanecido apenas y ya ebrio
de su propio trajín trasnochador,
en fin, a todo el peso
que es el mundo grávido de sí,
solamente la gracia lo sostiene.
No hablemos de la historia.
¿Cómo no se disuelve, aniquilada,
la épica sangrante, la fatiga
de volver a empezar, el lunes cierto
que se muerde la cola, victimario
y desayunando su masacre?
Yo mismo no entiendo esta constancia
disonante, ruidosa de mi espíritu,
insecto alado que no puede
posarse al fin de una lumbre
que sin embargo lo convoca.
Nadie sabe que la gracia, sólo ella,
sufre el drama letal del universo
y su rutina exacta, establecida
en códigos de orden repetido.
Debajo de la ley flota el humor
que disuelve las cosas, las redime
en una ingravidez, un horizonte donde
se desanuda lo compacto
y lo justo, elevado de potencia,
ya no se reconoce ni se quiere
a sí mismo, monótono y puntual.
Es la misericordia de la risa.
Armando Rojas Guardia
Hasta luego, maestro
“Vivió con el afán de romper con los moldes, un ansia irreparable de buscar lo que no se le ha perdido, la nostalgia de algún punto solar del que yo lo único que sé es que no se encuentra acudiendo al horario de los trenes, y sin embargo es la única tierra que tenemos prometida, la Ítaca probable a donde podemos atracar con aires de certeza, la evidencia granular que muy de vez en cuando nos deslumbra, ese imprevisto coágulo de vida que nada tiene que ver con los minutos democráticos del reloj confederado y que es literalmente lo único que importa”, escriben Martín Abreu y Marlenis Castellanos.
“Que te ibas lo supimos muy tarde. Te faltaban apenas siete días para decir adiós. Y, al menos yo –escribe Ángela Molina- no lo presentía. Tan acostumbrada estaba a tu presencia. ¿Te pensaba inmortal? Quizás. Pero seguro, te sabía allí. Pronto, al próximo encuentro. Por eso no me preocupé de no encontrarnos en mi más reciente viaje a Caracas. Tú estabas allí, formabas parte del paisaje y del acervo ciudadano, no podías desaparecer.
Yo te quería, Armando. No más de lo que quise a mis padres, mis hermanos, mis hijos. Te quería como a un ser intangible y vaporoso, como a un ser hecho de nubes y de espuma.Y, escuchándote hablar, supe que no pertenecías a este tiempo”.
“¿Acaso sabes qué almas despobladas dejaste con tu ausencia? ¿Qué voces rotas?
En esta isla, al lado del Sahara, somos cuatro almas -quizás más-. Andamos todos con pasos sigilosos. No nos atrevemos a alzar la voz. Como si tú no nos pertenecieras, pero, sobretodo, como si no te perteneciéramos. Somos cuatro, Armando, y sabes que es más que suficiente. Jamás pudimos alcanzarte, pero nunca hemos estado tan cerca de hacerlo”.
Hasta luego, Maestro.
Armando Rojas Guardia (Breve reseña biográfica)
Caracas, 8 de septiembre de 1949-9 de julio de 2020
Hijo del poeta caraqueño Pablo Rojas Guardia (1909-1978) y de Mercedes Álvarez Gómez (1919-1973). Durante los primeros siete años de vida vivió en Praga, Haití y Nicaragua como consecuencia de los cargos diplomáticos de su padre. En su juventud vivió en Bogotá, en Friburgo (Suiza) y en Solentiname (Nicaragua), con Ernesto Cardenal. Posteriormente su vida transcurrió entre Caracas y Mérida y estudió con profusión la filosofía.
Su vocación como escritor se inició en su hogar y jugó un papel importante su participación en el Taller Calicanto de Antonia Palacios, la cual se cimentó con su activa participación en la formación del Grupo Tráfico (1981). Desempeñó una amplia labor cultural y docente vinculada con la literatura, y fue una de las voces fundamentales de la poesía venezolana contemporánea, así como un destacado ensayista. El Festival de Poesía de Maracaibo, en su tercera edición, le rindió un homenaje nacional a su obra poética y ensayística; y fue nombrado Miembro Honorario del Movimiento Poético de Maracaibo.
Elegido miembro de la Academia Venezolana de la Lengua en noviembre de 2015. Tomó posesión el 31 de octubre de 2016 con un discurso sobre la marginalidad y el acceso a la centralidad desde la alteridad y las periferias socioculturales y personales mediante una triple perspectiva: filosófica, histórica y literaria.
Entre sus obras destacan Del mismo amor ardiendo (1979), Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), Antología poética (1993), La nada vigilante (1994), El esplendor y la espera (2000), Patria y otros poemas (2008), Mapa del desalojo (2014).
Asimismo, Armando Rojas Guardia recibió el Premio de Poesía del Consejo Nacional de la Cultura de Venezuela, en 1986 y 1996, y el Premio de Ensayo de la Bienal Mariano Picón Salas, en 1997.