CNE: CONSEJO NEGADOR DE LAS EVIDENCIAS

Enrique Viloria Vera

Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos,
ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.
José Saramago

Hay algunos – en nuestro caso algunas – que creen que lo mejor es no ver lo que la realidad electoral demuestra de manera clara y evidente; aducen pues una ceguera ideológica, oficiosa y complaciente con el LÍDER que las impuso para salvaguardar sus pretensiones para mantenerse a troche y moche en el poder. El electorado no cuenta, la oposición democrática mucho menos.

Lo que está a la vista no necesita lentes, arguyen aquellos que constatan la evidencia notoria y concluyente que presentan a la consideración de un amañado CNE, sin embargo para este supuesto árbitro – interesado y torcido – no hay prueba indiscutible que valga a la hora de defender los intereses de un gobierno que predica y practica la concentración del poder en manos del LÍDER y que se burla de la constitucional separación de los poderes.

Desde su posición parcializada es absolutamente lógico que las mujeres venezolanas hayan parido trillizos y cuatrillizos que alteran sustancialmente la composición etaria de la población para hacer de Venezuela el país de mayor concentración de jóvenes en edad de votar… por el Comandante por supuesto.

Para las rectoras, militantes solidarias del proceso revolucionario, es absolutamente comprensible la cedulación masiva de los inmigrantes ilegales provenientes de las hermanas repúblicas andinas siempre y cuando voten rojo – rojito. Es lógico también que los empleados públicos sean intimidados y obligados a asistir a marchas y urnas a riesgo de perder su empleo. Los misioneros del Estado son verdaderamente del Señor Presidente a quien le deben devoción, voto y obediencia. El ventajismo electoral no existe, la migración electoral es consustancial para aquellos que no tienen domicilio fijo por esta siempre a las órdenes del Proceso, la malversación de fondos públicos es asunto de la IV República: todos los recursos del Estado deben estar al servicio no de los ciudadanos, sino del gobierno y de quien lo preside.

Nuestras obedientes árbitras del Consejo Negador de las Evidencias saben – en nómina propia y en chequera buchona – que cualquier desacuerdo, hostilidad, discrepancia, desavenencia, divergencia, disconformidad, con los designios electorales del Líder servirá para que sean expulsadas de inmediato del inclemente y despiadado Corazón de la Patria.

¡Es mejor ser ciega que indigente! proclaman todas a coro.

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