RAFAEL CADENAS, ESCRITURA ESENCIAL EN LA FERIA DEL LIBRO DE BOGOTÁ

Cuando Rafael Cadenas recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2009, en Guadalajara, se dirigió a los intelectuales hispanoamericanos, diciéndoles: “Cuiden su democracia, aunque sea deficiente, aunque no sea cabal, para evitar que pueda ser destruida por algún caudillo”. Se refería en particular a la realidad venezolana, que le duele profundamente, un país que ha caído en manos de un solo hombre que interviene en todos los ámbitos del poder, pretendiendo instaurar una “revolución”que es la copia de lo que han logrado los hermanos Castro en la isla de Cuba.

En cuanto a su visión y voz poética, comienzo haciendo mío un párrafo escrito a Rilke por Lou Andreas-Salome en 1914: “(…) empecé a vivir con el poema mismo, pues en los primeros momentos su sentido objetivo me subyugó demasiado como para poder hacerlo. Y ahora lo leo, o mejor, no paro de recitármelo a mí misma. Hay en él como un reino recientemente conquistado, todavía no se distinguen bien sus fronteras, se extiende más allá del espacio que se puede recorrer en él; se lo adivina más amplio (…)” (del libro Correspondencia, Hesperus 1989).
Así suele suceder con los poemas de Rafael Cadenas: son algunos de ellos una pluma de ave que penetra sin ruido a través de la ventana, otros rasgan silencios a tambor batiente, mas cada uno conduce a un reino de significaciones, y cuando creeemos haber agotado su sentido, surge otro y otro; es una poesía que mueve los cimientos de lo habitual y nos lanza hacia las profundidades del misterio que soymos.

EN LA FERIA DEL LIBRO DE BOGOTÁ 2012

Cadenas, a quien parece no gustarle la fama o el éxito, está acostumbrado a ser “elucidado, disecado, menguado, enriquecido, exaltado y maltratado”, haciendo valer las palabras que escribe Paul Valéry sobre sí mismo en el Prólogo al Cementerio Marino. Es un hombre pausado, de caminar distraído, a quien podemos encontrar en las librerías, a la puerta de los teatros, en las cafeterías o en algún parque, acompañado de sus amigos o alumnos. Se confiesa aprendiz, siempre joven ante el hallazgo que es la vida. A veces saluda con una secreta alegría y en ocasiones parece que hace un esfuerzo por saludar, como si no estuviera allí. sonríe enigmático, jovial, y sus ojos café se vuelven claros como el color de su portafolio de cuero. Vuelven a mi memoria unas líneas que leí siendo muy joven:
(…) “él había pensado más que otros hombres, poseía en asuntos del espíritu aquella serena objetividad (…) y sabiduría que sólo tienen las personas verdaderamente espirituales a las que falta toda ambición y nunca desean brillar, ni convencer a los demás, ni siquiera tener razón” (…) (El Lobo Estepario, Hermann Hesse). Rafael Cadenas es un personaje absolutamente distinto para cada uno de los seres humanos que le conoce; permanece siempre a contraluz, en los límites del misterio, transformándose día a día según crece su obra y se amplía su comprensión amorosa hacia el ser humano. Es lo que percibo en su poesía y siento que ninguno de sus poemas es prescindible, cosa poco frecuente en la obra de la mayoría de los escritores.

Su estar en el mundo crea la sensación de sentirse en paz consigo a pesar de las corrientes subterráneas. Gente que lo conoce y lo aprecia, suele decir que hay que sobreponerse a esos silencios suyos y armarse de valor para osar romperlos. Él es un postigo entreabierto, un vértigo hondo de presencia, tan dado a marcharse y regresar intacto más cercano cuanto más distante. Atravieso las páginas de sus libros y me dejo caer en el vacío, al fin y al cabo, según uno de sus poemas “Florecemos / en un abismo.”

En una entrevista concedida a El Nacional, el 30 de octubre del 2011, Cadenas se refiere a la poesía como escritura esencial que dice “sin decir todo. Por eso exige mucho al lector y suele dejarlo insatisfecho si busca en ella lo propio de la prosa” … Señala que vivimos tiempos espantosos, “basta leer el periódico o ver la televisión o escuchar la radio para horrorizarse… Si permanecemos inconmovibles hemos perdido capacidad de reacción”… Habla de las frases engañosas y de los privilegios de que gozan los que están en el poder, y considera una infamia criminal tildar a los opositores al gobierno venezolano actual, como “vendepatrias”.

En Últimas Noticias el 26/06/02, a la pregunta ¿Cuál es su forma expresiva? él responde: “Escribo poemas en prosa” Acerca de sus influencias, dice: “Durante un largo período la influencia principal fue de poetas franceses como Michaux, Rimbaud, Char. Después volví a la forma del verso libre.” (…) “De la India más que su literatura me ha interesado su filosofía clásica, el pensamiento que parte de los “Upanishads”. También se adivina en su obra lejanas reminiscencias de la lectura de Rilke, Lao Tse, Chuang Tzu, Li Po, Allan Watts.
Ante la interrogante sobre si la poesía debe tener o no un mensaje ideológico o religioso, Cadenas responde: “No. Lo que pasa es que lo que el poeta piensa se trasluce en lo que escribe. Si uno piensa en grande, figuras como Dante, uno sabe que detrás de su poesía había un pensamiento filosófico, el de Tomás de Aquino. En el caso de Shakespeare se ha señalado sobre todo la influencia de los estoicos, especialmente de Séneca (…) Hay un vínculo entre filosofía y poesía aunque no se deben confundir” (…).
En Conversaciones, traducción realizada por Cadenas a una selección de notas de Walt Whitman (Monte Ávila Editores Latinoamericana 1994), se lee este fragmento de Whitman: “Bueno, está muy bien la cadencia, sí bastante bien; pero hay algo anterior, más imperativo. Lo primero que se necesita es el pensamiento (…) Soy muy reflexivo, me tomo mucho trabajo con las palabras (…) lo que persigo es el contenido, no la música de las palabras.” En este aspecto coincide la escritura de Rafael Cadenas. No se pueden leer sus versos de un solo tirón, cada cuatro o cinco palabras parece imperioso detenerse y buscar dentro de sí alguna resonancia.

En un artículo de Darío Jaramillo Agudelo, publicado en la página bogotá.vive.in, del 26 de abril de 2012, este afirma: “Con frecuencia, el mundo de la poesía se considera deshabitado de lectores, en parte por culpa de los mismos poetas, que parecen formar un círculo aparte en el que unos poetas escriben para otros poetas en un ámbito hermético de iniciados. Rafael Cadenas es, hoy en día, uno de los muy pocos grandes poetas vivos. Si durante muchos años fue un muy consagrado y querido poeta en su natal Venezuela -nació en Barquisimeto en 1930-, acaso fueron la edición de su Obra entera por parte del Fondo de Cultura Económica (2000), primero y, luego, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de la Feria de Guadalajara (2009), los hechos que, fuera de su país, lo hicieron conocer como uno de los grandes. Cadenas se subleva contra esto -«no quiero estilo sino honradez», dice el poema de Gestiones -, y se propone una «soberanía de lo sencillo, lo natural lo que está ahí, todo lo cual es, al mismo tiempo, el misterio». ”

Finalizamos con este poema de Cadenas, de inmensa significación” «Que cada palabra lleve lo que dice./ Que sea como un temblor que la sostiene./ Que se mantenga como un latido./ Quiero exactitudes aterradoras».

Carmen Cristina Wolf
Caracas, 26 de abril de 2012
@literaturayvida

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