LUPE RUMAZO: SOBRE LA POESÍA DE ANDRÉS ELOY BLANCO Y UN NUEVO SISTEMA CRÍTICO-LITERARIO

Por Carmen Cristina Wolf

El estudio sobre la poesía de Andrés Eloy Blanco, es uno de los ensayos publicados en el nuevo libro Los Marcapasos, de Lupe Rumazo, mujer ecuatoriana y universal, que representa un valor inestimable en el pensamiento crítico hispanoamericano. Los Marcapasos es un revelador registro del acontecer de la cultura en América. Autora de quince libros de ensayo, relato corto y novela, algunos de ellos han sido prologados por Ernesto Sábato, Mariano Picón Salas, Gonzalo Zaldumbide, Leopoldo Zea, Benjamín Carrión y Juan David García Bacca. Lupe Rumazo es representante de la Sorbonne Nouvelle en la Literatura Comparada y de la Sociedad Europea de Cultura. Es Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela. Ha participado como ponente en numerosos Congresos internacionales.

La sensibilidad y el conocimiento de la poesía en Lupe Rumazo, se pone de relieve este original enfoque crítico literario de la poesía de Andrés Eloy Blanco, con sustentación en el sistema de aproximación filosófica de Juan David García Bacca, aplicado por este a otro poeta, el francés Mallarmé, en su poema Un golpe de dados jamás abolirá el Azar, poema que constituye un universo “de palabras, de sonidos musicales, de constelación astronómica y ontológica”, como escribe Lupe Rumazo en el ensayo “POESÍA DE ANDRÉS ELOY BLANCO Y UN NUEVO SISTEMA CRÍTICO-LITERARIO”.

El análisis de Rumazo, parte de que la poesía de Andrés Eloy Blanco no se centra exclusivamente en el ámbito visible, terrestre, va mucho más allá en cuanto a los conceptos, ideales y valores del poeta. Y transcribe unos versos de La Parábola del Volcán y las Siete Estrellas:
“La Parima que era un volcán pero era al mismo tiempo un refugio de estrellas/ Por las mañanas, los luceros del cielo/ se metían por su cráter,/ y dormían todo el día en el centro de la Tierra”. La reflexión de la autora sobre estos versos, es que la tierra está unida con el cielo no por una visión de “poeta romántico, sino por consustanciación con un hecho de la realidad física, con una verdad.” Las estrellas de Andrés Eloy tienen una dimensión ontológica, puesto que representan, cada una de ellas, el dolor, la piedad, la libertad, la muerte, la ley, la voluntad de vida y el hombre, en el Orinoco de las Siete Estrellas. Lupe Rumazo advierte un contrapunto entre lo perdurable, simbolizado por la patria, y el tiempolo efímero, simbolizado por el río Orinoco, “la barca del instante, el sorbo de hombre apenas, también una pluma en un vuelo”. Esa pluma que, en el poema de Mallarmé, representa el azar. Rumazo contrasta la Necesidad y el Azar, “el gran tema de Parménides y de Mallamé”, y hace un símil afortunado, acertado, con la poesía de Andrés Eloy Blanco, al cual le concede no solo una “feliz y madurada exhortación”, sino una profundidad ontológica, visto el “transitar heraclitiano” de los versos que siguen a continuación:
“…porque si un día se nos muere (la patria) te devolverás –se refiere al Orinoco- del Océano.” Y luego escribe en La Barca Futura: “Río de las Siete Estrellas/ camino del Libertador/ sangre del Corazón de América/ ¡aorta que no sale del corazón”. Luego, el poeta nombra la guerra, el pensamiento, la esperanza, como si fuesen ríos. Los ríos terminan siendo espejos de nuestras almas. Para Lupe Rumazo, los versos de Andrés Eloy son partituras “de modalidad sinfónica…un poema sinfónico.”

En una manera novísima de interpretar la poesía de Andrés Eloy Blanco, Lupe Rumazo descubre la hondura metafísica del poeta en su decir lírico del tener y no tener, ser y no ser, y para demostrarlo se vale de algunos versos de Los navegantes: “Qué ciencia tan rebelde, hermano mío,/ es esta ciencia / de saber renunciar! Te escribo junto al mar, hay un navío, que está dejando el puerto en la evidencia/ de una cosa terrestre que se resigna al mar.” También se refiere a la reiterada obsesión por la blanco, como en el poema Mujer de Sal, que podría simbolizar la muerte, o también la “blancura de la página”: “Supón que esta hoja/ está en blanco y no dice nada/ pero acuérdate de mis ojos/ y escribe tú sobre la página.”

La fina agudeza de Lupe Rumazo, la hace detenerse en los siguientes versos de Andrés Eloy Blanco, en el poema Silencio: “Nadie sabe nunca que empezó el silencio,/ hasta que empieza la cigarra. Ella firma el silencio, ella lo subraya,/ es un silencio en bastardilla,/ … Si el silencio fuera mío,/ le pondría un lazo azul/ con un silencio de amor y lo tendría guardado/ hasta el día de tu voz.”

Lupe Rumazo llama la atención sobre sobrepasar la consideración de Andrés Eloy Blanco como el poeta descriptivo de la cotidianidad y de las emociones, para atender “las profundas verdades”, la aspiración del poeta por la unidad de todos los seres, más allá de las diferencias. Y establece un símil entre Andrés Eloy y Antonio Machado, refiriéndose a los versos del poema El extraño, en el que revela el paso del yo al nosotros: “Iba hacia el salto de las olas/ espantado,/ de no ser extranjero en ningún sitio,/ de escucharse su voz en las lenguas de todos,/… Luego, el poeta hace alusión a “la amargura anónima de las almas sin dueño”, Antonio Machado alude a ese yo que se transforma en todos, cuando dice”” soy un poeta, hijos míos, un hombre/ que nombra y que camina, sin camino y sin nombre”.

El ensayo de Lupe Rumazo es de lectura indispensable, para un comprensión entrañable y magnífica de la hondura y significación de Andrés Eloy Blanco, y para entender el análisis de la poesía como un todo, pues “no hay fragmentación, ni escritura rota; hay, como diría el propio Mallarmé, orquestación escrita.” Rumazo nos señala un horizonte amplio, “de textos que llenan un compás; otros que fragmentariamente se repiten, tanto como un tema se reitera en una composición musical. Pero hay un combate. Vencen los instrumentos que sostienen la línea melódica… El dado simboliza el Azar, tanto como lo revela la pluma, que en su caída, a la vez asciende y baja más allá de las leyes gravitatorias”.

García Bacca afirma que Un golpe de dados de Mallarmé es “una partitura verbal-conceptual-musical.” El sistema crítico literario del filósofo nos sirve para comprender a un Mallarmé de valor polisémico, y encontrar la relación de ser entre las cosas y el lenguaje, entre la realidad y la manera de nombrar.

Lupe Rumazo enfatiza que no toda obra literaria se presta para este análisis. Ella hace referencia a obras de la profundidad de Proust, En busca del tiempo perdido, Melvilla con su Moby Dick, por la “relación entre ser y cosmos, novela y estructura sinfónica”; Alicia en el país de las maravillas, y autores como Kafka, Saint-John Perse y Elliot, Valery y Whitman, Antonio Machado y Jorge Guillén.

Agrego, como lectura sinfónica, Los Miserables de Víctor Hugo, la obra completa de Tagore, Jorge Luis Borges, Fernando Pessoa, Rafael Cadenas, Albert Camus, Oscar Wilde. No podría nombrar aquí cuántos son los autores cuya obra merece y amerita un estudio con la aplicación del sistema crítico literario de Juan David García Bacca. Mas insisto en la lectura del ensayo de Lupe Rumazo, pues nos ayuda en la revisión de ciertos conceptos literarios: el valor polisémico de la literatura, la crítica psicológica con respecto a Mallarmé, y muchas otras aristas que nos permiten profundizar en los textos literarios, encontrando en ellos un abanico de significaciones y una riqueza infinita.

* El ensayo al cual hace referencia está publicado en el libro Los Marcapasos, de Lupe Rumazo, editado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Ediciones Bicentenario, Quito, 2011

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