Ofrenda desde el reflejo de su faro: Escribe un poema para mí de Carmen Cristina Wolf

Por Milagro Haack

I

Gocémonos, Amado,

y vámonos a ver en tu hermosura

al monte ó al collado

do mana el agua pura;

entremos más adentro en la espesura.

Juan de la Cruz

«pero que algún verso perdure

en la noche propicia a la memoria

o en las mañanas de los hombres»

Jorge Luis Borges

Inicia el anhelo de otra voz y da su peregrina ofrenda, dialogando con el regocijo nacido del asombro del que escucha la esencia del agasajo sellando lo originario, donde se encuentra la partida húmeda con su erótica flor, lanzando sus pétalos hacia todos los confines de palabra constante, dilatando su aroma, su febril aroma, para concebir de lo delicado del callado reflejo sobre un cielo isla, cuando desde el reflejo da su gran faro, guía los nocturnos ensortijados a una poética, libre, del alma consciente de la genialidad, y   corona su vuelo hacia un sin fin de vínculos cuando la palabra solicita de lo universal, imborrable: Si quisieras visitar mi alma:

Si quisieras visitar mi alma,

te pasearías por su incansable costumbre de amar

y encontrarías el camino al éxtasis.

Así es mi alma, mínima y amplia, un mar

donde el amor tiene su casa.

Lo humano se estremece, la imagen  abraza lo mítico, el hombre revive, y su permanencia sorprendente es palpable desde el espacio creativo, cuando la poeta nos dice Escribe, sobre el giro por acorde con lo fraterno en  afinidad con la poesía: Escribe un niño para mí /vestido con el coraje de vivir y morir por amor. Versos sostenidos, versos de una visión latente, como ser útero para el nacimiento de entes que por natura pertenecen a la vida pero con la fuerza del «amor«.

No es simple para un escritor derramar lo sabio de un instante,  el seguimiento del rito poético, que nos muestra, «Estamos, por cierto, frente a una imaginación ofrecida con toda sencillez, en la más simple de las intimidades, la de un libro y su lector.», como diría Gastón Bachelard.  Carmen Cristina Wolf, lo hace, da una lectura para honrar el mensaje de su respuesta a la poesía, a los labradores de la poesía: Escribe una ciudad/ de altos jardines luminosos /y  una calle de sol como tus manos. En estos versos integra espacios –una calle de sol-, lazo cósmico que sujeta –como tus manos-. Sólo por la gracia observadora, la metamorfosis, la lealtad hacia lo humano sensorial, nos va dando en este primer poema, lo visual de otras esferas: Escribe un país/ el país que me sabía de memoria/ y lo aprendí en mi infancia. /No lo encuentro. El retorno a lo no perdido, el deseo de la niña, -ella- con sus copas de ritmo, la herencia, lo indudable tras las ventanas, puertas del fuego en memoria del no olvido. Épocas y evocaciones, sentidas y deseando ser pronunciadas por el otro, su espejo, siendo la palabra el mágico cofre que nos ofrece: Auspicia una palabra que haga cesar para siempre las guerras / y entremos otra vez al paraíso. Transforma la rama seca en bosque/ y la selva en un trazo de tinta azul marino. Conciencia de su entorno, fidelidad hacia la evolución por la vida, siendo la natura parte de su ser  hacia la unión de voces en lo primogénito de la esencia, el azul marino, como el fuego del nacimiento de las aguas, cuando lo femenino busca a sus apariciones por todos los costados del universo en voz: Tendré motivos para la hermosura/ y hallar la voz perdida en lo innombrable, / / escribe/ un poema/ para mí. Núcleo y llegada, así, la poeta despunta el alma, lo creativo en este magnífico preludio.

II

Si pudieras contarme el secreto de los girasoles

la cayena indefensa en medio de la lluvia

si pudieras decirme el sabor rojo de los tulipanes

y el matiz verdinegro de las hojas.

Lo humano es presencia hacia la revelación que saborea de las palabras sin la jaula del entorno; se pasea por el edén con –presencias- universales humanizando la belleza de lo mágico que sólo un escritor pode alcanzar con sus ojos ilimitados a través del pasillo tenso que rehace lo luminoso del hechizo de la esencia, para luego ver salir de sus profundidades los brotes-entes, siendo reflejos de lo cotidiano en mágica presencia y continúa:

Dime cómo besan en la piel

sus colores de agosto

escribe un poema que sea ahora

no dejes que se pierdan tus versos vegetales.

La voz realiza su ida, lo natural es inmediato, humanizando la natura para el crear el milagro íntimo en el instante que sorprende lo inesperado, que aspira del alma: mundo indivisible para luego salir en una realidad transformada, asumiendo el giro, del girasolhacia los sonidos que atraviesa  la mañana en un santiamén. Situaciones renovadas por el intercambio natural llevadas a la palabra versificada y que además, tienen la  hondura de lo femenino para despuntar el alba, amanecer, junto al hallazgo de la palabra:

Con el atavío del amanecer

humedecidas de mar y de tiempo

tus manos siempre encuentran

el camino hacia mí.

Mi camino es el verso

Se habita en templos de buen estreno, así, continuo, en esta lectura de alma, despertando otros indicios donde la poética tiene audiencia y voz firme: «Mi camino es el verso», íntimo espacio para el logro de otros pedidos con búsquedas de oceánicos abrazos, junto a lo espiritual amoroso en sobrevuelo cuando «Somos la vida que comienza siempre. Carmen Cristina lo crea, cómplice de la mano tierra con amparo y defensa de la poesía desde su Casa ardiente de palabras, que está plena de sensualidad en el verso vuelto vuelo Salmo trayéndonos lo  curativo humedecido desde su propio vivero lírico:

Mi hogar es el poema.

Casa ardiente de palabras

aun sin pronunciar.

Desde el inicio de este libro, he ido recogiendo la visión futurista de permanencia, muy humana, incluso mística que transita por lo tejido en Escribe un poema para mí; es latente el lazo salino de vivencia, siendo un  libre recado para todos los telares, que desea planear con su único hilo: la palabra, ovillada a la continuidad de la misma; por ello, debemos perseverar rozando un poema, un verso, mientras sea, solicitud poética, su entorno, su pensamiento que al final se convierte en esta gran contestación digna de distinguir sin fronteras por todos los que pasamos y tratamos de miramos en la gran alfombra, mas, es la alfombra – universo – espejo del verbo, del signo, del enigma, de lo creativo regenerativo, tan leve como el vuelo del cóndor, alimentando la visión propia, observación interna creciendo con lo externo amoroso. Eso encuentro, con lo visual dado por Carmen Cristina cuando lo innova desde su cálido del silencio  para recorrerlo todo  desde la altura, dado – dadora- por este espacio con una gran reflexión muy íntima del ámbito poético.

Gracias, Carmen, Siempre Gracias,

Siempre


Milagro Haack


Carmen Cristina Wolf. Poeta, narradora y ensayista nacida en Caracas, Venezuela. Escribe cuentos y poemas desde la edad de 12 años. Es abogado graduada en la Universidad Católica Andrés Bello. Asistió al Taller de Narrativa de Oswaldo Trejo, impartido en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Se ha dedicado al estudio de la Poesía Mística Española bajo la orientación de Armando Rojas Guardia. Participó en el curso Literatura del Siglo de Oro en la Cátedra de San Juan de la Cruz ICREA. Ha realizado estudios de Retórica contemporánea y dicta talleres de Ontología del Lenguaje y Teoría de la Argumentación. Durante diez años coordinó las actividades de la Galería de Arte del BANAP. Su poemario Canto al Hombre fue llevado al teatro por «La Máquina» en el marco de «Un mes de Poesía para Caracas» (1998). Entre sus libros publicados: Canto al Hombre, Cármina editores 1996; traducido al francés y editado por Venezuela Analítica en 1999. Canto al Amor Divino, Cármina editores 1998. Escribe un poema para mí, Círculo de Escritores de Venezuela. 2001. Prisión Abierta, Editora Al Tanto, Colección Las iniciales del Tiempo 2002, Retorno a la Vida, Cármina Editores, Ensayo 2005. La llama incesante, Aforismos Editorial La diosa blanca 2006, publicado en 3a. edición por el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca. Atavíos, plaquette de Editorial El pez soluble 2006. Huésped del amanecer, Universidad Nacional Abierta 2008.  Escribe para Literanova y para PublicArte. Dirige Cármina Editores y es Miembro fundador del Café de Sócrates de Caracas. Colabora con Temas de Literatura para revistas especializadas, venezolanas y extranjeras.

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