La polaridad dramática de las ofrendas en la poesía de Lidia Salas

Por Magaly Salazar Sanabria

Como un eco que se escapa de una página abierta a la vida, para cumplir su destino poético, se siente esta frase definitiva: «Ten en ti nuestras venas, palabra». Así decía la gran poeta venezolana, Enriqueta Arvelo Larriva, en su ofrenda a la poesía. Y de qué otra manera se puede comenzar un diálogo poético sino con una voz abrigada por el tiempo y sostenida por el silencioso palpitar de palabra única. Como dice Enriqueta en sus conversaciones con Dios, «No me des nada / pero déjame intuirlo todo» y es el descubrimiento del poema en vías de decirse, lo que espero vislumbrar en la poesía de Lidia Salas.

Entre el claro oscuro de la muerte y la esperanza se trazan simultaneidades cercanas y profundas que imprimen a la obra de esta escritora un carácter de unidad que parece enfrentarse a la rotura, a la conflictividad y a la soledad. Y si antes se habló de polaridad dramática, es precisamente por esas convocatorias conmovedoras establecidas entre la desdicha y la posibilidad de la vida, entre la muerte y el eros; «furia y presa», astilla y permanencia, llagadura y encuentro, embriaguez y deseo, jazz y nostalgia, sexo y derrota; todos los sentimientos expresados o sugeridos con pasión como una palabra que se guarda cual semilla concentrada de significaciones que brota y se propone, como ofrenda y busca una orilla que la albergue, la alimente y la sostenga.

Arañando el silencio (1984), Venturosa, (1993), Mambo Café, (1994), Luna de Tarot, (2000) y Sedas de Otoño, (2007), conforman una obra que intensifica y le da vivacidad a lo vivido. Hay una añoranza, un esplendor, que singulariza esta poesía, pero también un estremecimiento de la sensibilidad.

Entretanto, el amor recorre cada página como una «aguja en los estambres,» de su alma para tejer en sílabas: el apetito de ser, el exilio, las saudades, la oquedad, los extravíos, el naufragio. Así, leemos de Venturosa: «Rutas» «¿En cuál meridiano es el reverso? / ¿Dónde el país de extraña latitud? / Tanto sitio ilusorio, tanto lugar de no llegar/ Allí, en llamas congeladas / la fiesta del encuentro /el dulce instante grabado en la memoria de la sangre. / ¿Dónde la débil quebradura / la fractura / la íntima rendija?» Como podemos observar, las metáforas propuestas se sustentan en la tensión que se ejerce entre el significado y el significante. «el país de extraña latitud» y «el dulce instante, se alejan; luz y oscuridad, como extremos de la quebradura, la fractura, la rendija. En ese momento, la fuerza poética se torna evidente.

Lo de adentro del ser y lo de afuera, lo oscuro y la claridad de la esperanza despliegan su deseo hacia la desmesura del encuentro donde Dios habita ¿Es acaso el reverso de la soledad el que se busca? ¿Y cuál es el lugar de los hallazgos? El hablante poético se encuentra subversivamente con su piel en lo cotidiano, en el espejo, que refleja su yo oculto en el reverso, en la imagen invertida del mundo, porque el alma nunca se ensimisma, ella responde a la llamada de manera dramática, y declara su ofrenda con imágenes, contenidos sensoriales, símbolos, que impregnan el espacio poético de ritmo y calidad estética de verdadera oficiante de la poesía, como se observará en un poema de Sedas de Otoño: «Oficio de Maga»: «Me acecha desde la magia de este oficio / de trenzar palabras/ la soledad, ese ejercicio de vivir muriendo, / la belleza y el amor que es otra forma / de aprehender el latido de Dios» (…)

¿Y quién es Dios sino una polaridad del vivir muriendo y una ofrenda al Creador que pernocta entre la belleza y el amor? La vivacidad de los poemas se constituye en la unión de esos opuestos; una pasión de fuego en la que juegan la energía de la vida y de la muerte.

* Magaly Salazar Sanabria es Licenciada en Letras, Magíster en Literatura Hispanoamericana con Doctorado en la Universidad de Barcelona, España. Es poeta, ensayista e investigadora en literatura hispanoamericana, Actualmente es Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela.

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