LA SEGURIDAD NACIONAL EN MI CASA

                                           Isaías Medina Felizola. Foto: @elucabista

El Círculo de Escritores de Venezuela rinde merecido homenaje al amigo y Miembro de esta Asociación, Isaías Medina Felizola, que se nos fue demasiado  pronto y a quien no olvidamos, por su nobleza y bonhomía. Publicamos uno de los relatos de su libro Hablando bajito. Egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, mención Summa Cum Laude. Con estudios superiores en la Universidad Complutense de Madrid. Docente en la Escuela de Derecho de la UCAB y con extensa carrera como jurista. Publicó dos libros: El hacedor de Derecho y El derecho soy yo. 

LA SEGURIDAD NACIONAL EN MI CASA

Por Isaías Medina Felizola

Yo era un niño de 9 años cuando los esbirros de la Seguridad Nacional llegaron a mi casa. No recuerdo con precisión si era finales de 1957 o los primeros días de enero del 58. Lo que sí es cierto es que ese día andaba yo faroleando por ahí en una mañana fresca y despejada con un cielo muy azul extraordinario.

Con una bata del mismo color rojo de sus uñas estaba Mamá-jefa con Rafaela, su manicurista, en la salita de arriba frente a su cuarto. Nervioso y apurado llegó José, el mesonero de años en la casa, un gallego muy buena gente, quien casi trémulo y estremeciéndose dijo:

– Señora, la «Seguridad Nacional” está abajo frente a la puerta principal. Dicen que cuándo pueda baje a recibirlos. Que no hay apuro. Que tome su tiempo.

Y ese fue el anuncio que disparó a mi Mamá-jefa de la silla donde todos los lunes a las 10 de la mañana Rafaela hacia su trabajo. Y con soma dijo:

-Tanta amabilidad me confunde.

Pausada, dueña de sí misma, se puso de pie e indicó:

-Gracias José. Dígales que bajo enseguida. Eso sí, no los deje pasar y cierre bien la puerta. Y hágame un favor:

– A su orden Señora.

– ¡Aquiétese!

Entonces Rafaela, cauta y temerosa, pero con la autoridad que le daban sus años, dijo:

-Cuidado, señora, por el amor de Dios tenga cuidado con esa gente Bien sabe usted que son capaces de cualquier cosa.

Para aquella buena mujer, el solo nombre: “Seguridad Nacional», la estremecía. Sus manos, entrenadas para ser precisos, temblaron asustadas y perdieron todo aplomo y maestría. Sabia de sus prácticas y torturas. De sus métodos horrendos, de su carencia de escrúpulos. Y casi en tono de orden  dijo:

-Señora, váyase con los niños a una de las embajadas vecinas. Los embajadores la conocen y la recibirán sin problema. Salgan por el portón de atrás.

Mamá-jefa, agradecida y cálida contesto:

– No te preocupes Rafaela. Si ellos tienen la fuerza bruta, también la maldad y ensoberbecidos en el mando, se sienten todopoderosos y omnipotentes, yo también tengo mis protecciones. Quédate tranquila.

Y volteando hacía mí dijo, tomándome de la mano, sintiendo yo la ternura que solo una mano de madre es capaz de dar, me dijo:

-¡Acompáñame, hijo!

Yo, sin chistar, me puse en pie y obedecí. El tono de voz fue seco y los pasos, de regreso a su cuarto, firmes y decididos. Estaba seguro que mamá jefa buscaba ese momento y, convencida de sus ideales, lo disfrutaba a plenitud. Solo la frenaba la integridad de sus hijos quiénes para remate, huérfanos de padre, nada tenemos que ver con su furia indomable frente a la dictadura.

Parada frente a su escritorio en un santiamén, con tino asombroso abrió  el disfrazado y escondido cajón de la pistola. Yo, alérgico a las armas, hubiese querido que la gaveta se trancara, que la madera se cuarteara, que las patas del mueble perdieran su base y que el ambiente todo se pulverizara. Pero no fue así.

La pistola en su mano se deja colar en el bolsillo derecho de su bata que era una bata larga, con mucha tela, con muchos botones, del mismo color rojo de sus uñas. Contrastaba con su pelo negro, muy negro, casi azul. Manteniendo la mano derecha dentro de ese bolsillo, pero apurando el paso, me dijo tajante:

-¡Vamos!

No estaba seguro de conocerle ese tono de voz y, por supuesto, me inquieté.El camino hasta la puerta principal me pareció una eternidad. Las escaleras aunque alfombrados, las sentía de plomo y el crujir de su madera se convirtió en mi música de compañía, como una melodía de fondo.

Su espíritu aguerrido al máximo se incendió cuando, desde el descanso de la escalera vio la enorme camioneta negra y blindada que, con escudos y distintivos, fue el transporte de la comitiva que venía a ponerla presa por conspiradora y golpista.

Estaba convencida que en el plan macabro de estos desalmados de mala entraña y bajas pasiones había la certeza de nuestra huida por el portón de atrás. Si se escabullíamos cumplirían con un doble objetivo: el ejemplarizante de asustarse y sobre todo el de evitarle al gobierno el trago amargo de apresarla y justificarse ante una opinión pública más sensibilizada que nunca.

Allí respiró hondo, tomó aire, subió la cabeza y el paso que, disminuido en velocidad, ganaba en precisión y firmeza a medida que se aproximaba a la puerta principal.

Una vez en ese sitio ante la puerta, por supuesto sin abrirla, me soltó la mano y con inusitada parsimonia sacó la pistola, la miró con detenimiento, también con profundo desprecio, le retiró el seguro y la colocó otra vez, con el mayor cuidado, dentro del bolsillo derecho de esa bata que ahora me parecía más larga que nunca.

Cuando sintió que ese protocolo se había cumplido en perfecto orden y precisión quirúrgica, con movimientos muy cuidados, siempre con la mano derecha en el bolsillo y muy serena pero desafiante, abrió la puerta. Pude ver entonces a cuatro hombres fuertes y mal encarados de mirada agresiva y despierta, de aspecto resuelto, armados hasta los dientes.

En fracciones de segundo, de los cuatro personajes, tres quedaron con la poca vergüenza que tenían pintada en la cara. Era como si por algún fenómeno físico muy extraño, los rostros en lugar de tenerlos en su sitio se les hubiesen desprendido, confundidos y desquiciados, para quedar caídos en el piso rogándole a la tierra que, comprensiva y solidaria, los tragara y sepultara.

Vergüenza pura ante aquella viuda joven de bata muy larga, ex Primera Dama de la República quien, acompañada de un mocoso, dio la cara y no escapó.

Memorable escena cuando el cuarto del grupo, atrabiliario, altanero y atrevido, quiso entrar. En ese momento sentí un torbellino a mi alrededor y a mamá jefa agigantarse. Fue tal su autoritario e imponente:

-Si usted pone un pie en mi casa yo lo coso a balas  -que la comitiva entera, impactada y sorprendida, retrocedió.

La Seguridad Nacional permaneció en casa unas tres semanas eso sí, en el jardín, nunca adentro. El jefe máximo orden de ser el caso, «casa por cárcel».

Y como nobleza obliga, cuando el 23 de enero el gobierno cayó y la turba enardecida y alegre, en camiones y con banderas a la casa se acercó para buscarlos y lincharlos, ella y nadie más que ella rotunda y categórica los escondió: «no están aquí, se fueron”.

A la hora del desquite le tocó a mama-jefa cuidarlos. Junto a esa cara de acero estaba esa otra de generosidad y grandeza. Esa piel de dulzura.

¡Bravo Mama-jefa!

REFLEXION DEL AUTOR

Cuando recuerdo esta escena, bastante cercana en el tiempo, no puedo menos que asombrarme. No sé si lo digo con nostalgia o con tristeza. Lo digo, porque hoy en día, busco en mí y a mi alrededor gente parecida y por mucho que la busco, no la veo. Mirando atrás veía gente con una mezcla admirable de generosidad y determinación, valentía y arrojo que hoy no encuentro. Gente que se jugaba el todo por el todo. Gente en la que no cabía el temor a ser identificado, gente a la que no importaba retaliaciones, venganzas ni pases de factura. Su único respaldo y fuerza era obedecer a ideas, a principios por los que no se doblegan y a los que rendían tributo. Gente que no conocía el miedo y si lo conocían no les importaba. Era un venezolano distinto. Diciendo esto no quiero sonar a fatídico al decir que la gente de ahora es boba y blanda o tonta y cómoda, o que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no pienso ni creo eso, pero digo lo que digo de aquellos que nos preceden solo porque es una verdad y eso, para mí, es suficiente.

Pero también me pregunto: ¿Qué pasó? ¿Dónde está la causa? ¿En dónde nació el enredo? Quizás el origen del cuento está en ellos mismos, en esa generación fuerte y dura que nos antecede y que no quiso entender que los valores que ellos tenían también servían para la modernidad y la post-modernidad. Es de preguntarles (lástima que no están vivos) por qué ellos no se sintieron contentos con transmitimos esos hábitos y ese estilo de vida. ¿Por qué no incentivaron en nosotros el riesgo y el desafío? Será que de tanto que nos quisieron y de tanto que nos protegieron consideraron que era un peligro innecesario. Ellos eran fuertes para eso y nosotros debíamos serlo también, pero no para eso que era medio salvaje y medio primitivo, quizás hasta rural y provinciano. Tendremos que luchar y luchar muy duro por nuestros méritos intelectuales donde privan la razón y la inteligencia, el esfuerzo del estudio y el cultivo del conocimiento. Pensaron, de eso estoy casi seguro, que ese venezolano aguerrido estaba pasado de moda, que había ya cumplido su misión y que eran etapas superadas en nuestra vida republicana. Lástima que se hayan equivocado. Y nosotros cómodos (no quiero decir «cobardes» pero me pasó por la mente) seguimos el juego ¿Y qué ha pasado? Que la fuerza y el empuje, Ia determinación y el arrojo, la falta de miedo y la osadía que son la cara luminosa de la valentía y el riesgo, ha quedado para nuestra desgracia, en las manos casi exclusivas de los de los bajos fondos y de los corruptos, de los criminales y los delincuentes.

         Fuente: «Hablando bajito», libro publicado en Caracas, 2021. Coordinación editorial: Gisela Cappellin. Revisión de manuscrito: Ana Teresa Rodríguez y Carmen Cristina Wolf. Corrección de textos y diagramación: Silvia Beaujon

Gisela Cappellin, Coordinación editorial Caracas Foto: Manuel Sardá/ El Nacional

 

Isaías Medina Felizola. Hijo del general Isaías Medina Angarita, presidente de Venezuela entre 1941 y 1945 y considerado como uno de los primeros artífices del proceso de democratización  de la República, luego del fin de la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Sin embargo, para este abogado ucabista  llevar el nombre de su padre constituye un legado complejo que lo obliga a repetir una dinámica con los interlocutores que se cruza en la universidad.
«Cuando se les ocurre decir lo de siempre, inmediatamente los detengo y les digo: no me presentes como el hijo del expresidente, preséntame como Isaías Medina Felizola, un profesor con trayectoria dentro de la universidad».
Fuente: https://elucabista.com/2019/06/03/profesores-que-inspiran-isaias-medina-felizola/
Comparte esto:

TERESA CARREÑO

 

Teresa Carreño

Por Heberto Gamero Contín

 “¡Pues se hace como yo digo porque yo soy Rubinstein!”, le dijo Anton Rubinstein a Teresa Carreño al no estar de acuerdo con la interpretación de un pasaje. Anton, altivo, con el cabello tan abundante como la melena de un león y sus ojos azules a punto de arder, se señalaba el pecho con el dedo y la miraba como si estuviese a punto de devorarla, de tragársela viva o de por lo menos echársela sobre las piernas y darle unas cuantas nalgadas. Y claro, por su mayor edad, vasta experiencia e incontables reconocimientos como pianista, imaginaba que la niña bajaría la cabeza y apenada se disculparía ante el prestigioso maestro a quien había osado contradecir… Teresa, de apenas quince años, se quedó inmóvil, perpleja, sorprendida ante las palabras del gran artista ruso. Y claro, no era para menos, Anton Rubinstein no solo era un afamado director de orquesta y compositor sino que, como pianista, se le consideraba el rival de Franz Liszt y uno de los grandes virtuosos del piano. Fue también fundador del conservatorio de San Petersburgo, dos veces rector del mismo y profesor de música durante años. Asombraba a todos con su amplio repertorio y su deseo de ser el mejor lo llevó a interpretar casi todas las grandes obras que para piano existían hasta la fecha. Había escrito conciertos para violín y violonchelo, óperas, tríos, sinfonías, poemas tonales…, un currículo que a cualquiera impresionaría y más aún a una niña recién llegada de Nueva York y nacida en un desconocido y lejano país llamado Venezuela.

 

Todo esto lo sabía la joven Teresa que sentía sobre sí el poder avasallante de aquel hombre que la miraba como una fiera y que esperaba sus disculpas, pero aún se encontraba en shock, sin saber qué hacer y con la mirada fija y perdida en los azules ojos de Rubinstein, cada vez más inquisidores. “¡Pues se hace como yo digo porque yo soy Rubinstein!”, resonaba en la mente de la niña como las molestas cuerdas de un violín desafinado. Pero, ¿qué podía decir ante tal gigante? No estaba en su naturaleza reaccionar como una de esas damitas mansas y disciplinadas como tal vez Rubinstein imaginaba, ella era diferente: aguerrida, de carácter, que difícilmente aceptaría tal humillación… Sus antecedentes familiares podrían darnos una señal de cuál sería su respuesta. Era nieta de Cayetano Carreño —hermano de Simón Rodríguez (aunque de apellidos diferentes), gran filósofo y educador venezolano— militar, organista y maestro de Capilla de la Catedral de Caracas. Su padre, Manuel Antonio Carreño, fue también un destacado pianista, organista, compositor, matemático, científico, traductor; desempeñó importantes cargos públicos y fue autor de un famoso libro sobre urbanidad y buenas maneras titulado Manual de Carreño, que aún hoy se reedita en su país. Clorinda García de Sena y Toro, su madre, era sobrina política del libertador Simón Bolívar y pariente del famoso Marqués del Toro. Así que Teresa podía sentirse orgullosa de sus ancestros. En 1862, cuando tenía nueve años, decidieron abandonar Venezuela. José Antonio Páez había tomado el poder y la familia Carreño, claros opositores del régimen, marginados de cualquier cargo público y tratados como ciudadanos de segunda, no vieron mejor opción que la de emigrar a los Estados Unidos. Además, Venezuela en aquella época no era el país ideal para que una niña con el talento de Teresa se labrara un mejor futuro: las escuelas no eran muchas, los teatros escaseaban y los conciertos y la llegada de intérpretes internacionales de renombre eran toda una novedad en la pequeña república. Así que vendieron la hacienda familiar y demás propiedades y se marcharon al país del Norte. No fue fácil la transición. Hay raíces que por más que se intente nunca podrán ser sacadas del todo de la tierra, y si se lograra quedaríamos desgarrados, como las últimas hebras de un cabo roto. Desde la borda del barco la niña decía adiós a las casitas de techos rojos que adornaban la bahía de La Guaira, al resto de sus familiares, al país que la vio nacer y al que no regresaría sino hasta treinta y dos años después… El silencio en el estudio es notorio: el piano espera, Rubinstein espera y la música de Meldelssohn también espera sobre el atril.

¿Qué piensa esa niña?, se pregunta el ruso. ¿Cómo se atreve a desafiarme, a poner en

tela de juicio mi criterio musical? Pero es que la pequeña Teresa tiene bases de sobra para ello. Desde muy chiquitita fue considerada una niña prodigio. Parece increíble, pero su padre, Manuel Antonio, le confió una vez a un amigo que la niña seguía el compás de la música mientras se amamantaba: movía su cabecita con armonía y dejaba de hacerlo cuando la melodía paraba. Y cuando apenas tuvo control de sus deditos repicaba en las teclas del piano canciones que ya había escuchado de su padre o de algún amigo de este. Tenía a todos impresionados. Al mismo tiempo que aprendía a hablar comenzaba a cantar, y al mismo tiempo que aprendía a caminar comenzaba también a bailar, una cosa y la otra, palabras y cantos, pasos y bailes, se mezclaban en las aptitudes de la niña con infinita naturalidad, sin esfuerzo: la espontánea maravilla de lo divino, de lo que por alguna razón desconocida e incomprensible solo toca a algunos

 

seres privilegiados. A los tres años de edad ya estaba recibiendo clases de piano con su padre, con quien practicaba cientos de ejercicios musicales que este había ideado para que la niña lograra mayor destreza rítmica y técnica en sus interpretaciones; ejercicios que ella luego emplearía para enseñar a sus alumnos. A los cuatro años ya tocaba con soltura, con ambas manos, y podía memorizar piezas completas con tan solo escucharlas unas pocas veces, sin que nadie la guiara o le dijera cómo hacerlo, y de ellas surgían originales improvisaciones que dejaban pasmados a sus oyentes. Muy pronto comenzó sus estudios con el pianista Julio Hohené. A los cinco años compuso su primera obra y a los siete interpretaba a la perfección obras como Fantasía sobre Norma, de Thalberg, la cual aprendió en tan solo cuatro días. Un año después, en 1861, compone una Polka para una banda militar… La niña no descansaba de estudiar y aprender. A los siete años ya es reconocida como una virtuosa del piano. Decenas de invitados asisten a su casa para escuchar a la graciosa niña que los deleita con las obras de los grandes músicos y con valses y danzas de su propia creación; hablan maravillas de ella, los críticos se quitan el sombrero como si estuviesen en presencia de una deidad y hasta las aves del hermoso valle de Caracas parecen callar para escuchar a la pequeña genio de cabellos oscuros y ojos vivaces… Cecilio Acosta, escritor venezolano que participó en uno (o en varios) de esos encuentros musicales, lo dijo con estas palabras: “Era cosa singular verla concebir la obertura y tocarla, y ponerse después a desenvolver sin parar, todo el argumento, con tanta propiedad de expresión, con tanta alteza de conceptos, con tanta armonía imitativa, tan bien dialogado, tan animado en la acción, tan caracterizado en las pasiones… No se para, no vacila, se sienta al piano como quien va a reinar y reina en efecto…”.

Aunque había guerra al Sur del país, al Norte, en Nueva York, las cosas parecían diferentes: se podía caminar por las calles, leer el periódico en los parques y el mundo musical se desarrollaba sin grandes altibajos. Manuel no perdió tiempo y desde su llegada comenzó a hacer los contactos para promocionar a su hija. La economía familiar se había venido a menos y confiaba en que los ingresos de la niña los sacaran del apuro. Y así fue. Se reunió entonces con dueños de teatros, músicos, periodistas, críticos, organizó conciertos privados y, no mucho después, logró su objetivo: comenzaron a aparecer artículos de prensa donde se resaltaba el talento de la niña sudamericana de expresión infantil que tocaba como toda una mujer, que podía improvisar una ópera al mismo tiempo que a viva voz le explica al público el argumento de la obra. Un talento que deslumbra a los expertos, que deja sin palabras a los críticos. Un periodista del Ilustrated News dijo: “…la oímos tocar la música más deliciosa compuesta por ella a medida que ejecuta…”. Y el compositor J. G. Maeder comentó: “Primero tocó un nocturno compuesto por ella, después una primorosa composición entrelazando a la vez hasta tres temas diferentes. Luego tocó la Norma con gran entusiasmo y fuerza, pieza que tiene dificultades como para cuatro manos, con más razón para dos, y siendo las de una niña”. Pero, si el próximo paso era ofrecer su primer concierto público en la Gran Manzana, entonces debían estar bien seguros de su éxito, para ello nada mejor que asesorarse con el gran virtuoso de la época, el estadounidense Louis Moreau Gottschalk, creador de más de doscientas piezas para piano. Simón Camacho, amigo de la familia y también músico, describe así el encuentro entre la niña (siempre acompañada por sus

 

padres) y el famoso pianista: “… se oían los latidos del corazón de una madre; el rostro severo de un padre había cambiado con la expresión de la agonía de la incertidumbre… A los pocos minutos Gottschalk, el rey del piano, llevaba con la cabeza el compás de una brillante fantasía de Thalberg tocada por Teresa Carreño… Un segundo más y la palabra ¡bravo! se escapó de los labios de Gottschalk”. No era mucho lo que quedaba por hacer: unas pocas lecciones, uno que otro detalle técnico y la niña quedaría lista para enfrentarse al gran público. Así, en noviembre de 1862, Teresa ofrece su primer concierto público en el Irving Hall de Nueva York, luego otro y otro, su éxito fue abrumador, en toda la ciudad solo se hablaba de la simpática venezolanita que tocaba el piano con las manos de Dios. Las giras por otras ciudades importantes no se hicieron esperar, ofreció veinte conciertos en Boston, otros tantos en Cambridge, Salem, Providence, New Haven… Los periódicos no dejaban de hablar de la niña prodigio y ella no paraba de trabajar: imprimen sus obras, viaja a Cuba, dedica una de sus composiciones al país y ofrece otra serie de conciertos en Matanzas y en La Habana… De regreso a Nueva York se encuentra con la gran sorpresa de haber sido invitada por el presidente Abraham Lincoln a ofrecer un concierto en la Casa Blanca. La emoción no cabe dentro de la familia Carreño. El concierto privado fue todo un éxito, aunque la niña, espontánea y poco política como todos los niños, se quejó del piano porque lo encontraba algo desafinado… Ya con trece años viaja a Europa, nunca sería considerada una gran pianista si no triunfaba en Europa, todos lo sabían, así que Manuel Antonio comenzó a repetir todo aquel trabajo promocional que había hecho en Estados Unidos, pero ahora con la facilidad de tener algo que mostrar: una valija llena de triunfos y recomendaciones. El éxito no se hizo esperar, se presenta en la sala Erard de París, la prensa exalta su talento, conoce a Rossini, a la soprano Adelina Patti, a Liszt, a Gounod, a Berlioz… En 1886 visita Inglaterra, España, interpreta a Osborne, a Aubert, a Beethoven, a Beriot, a Chopin, cerrando siempre las presentaciones con sus propios valses. De vuelta a Londres, y ya con quince años, Teresa es invitada por la princesa de Gales a ofrecer un concierto privado en su palacio. Se siente eufórica, lo considera el máximo honor que puede tener un artista, el aire puro que solo se respira en la cúspide de la montaña o en la cresta de una ola en medio del océano… Fue poco después de este encuentro cuando conoció a Antón Rubinstein, de quien recibía algunas lecciones.

Anton esperaba una respuesta: hacía sonar su zapato repetidas veces contra el suelo, una gota de sudor se le deslizaba por la frente y en sus ojos había la seguridad de que finalmente la joven aceptaría que las cosas en materia musical debían hacerse como él decía, porque él era Rubinstein. De pronto, en el segundo que se cuenta una vida, la expresión sorprendida, asustada y quizás un poco sumisa que en un primer momento había mostrado la joven Teresa comenzó a cambiar. Su ceño se frunció, levantó la cabeza con la violencia de un látigo que se eleva por los aires, hizo puños sus manos y dijo con sobrada seguridad: “Pues se hace como lo digo yo, porque yo soy la Carreño”.

Heberto Gamero Contín

(Del libro «Músicos», 2015).

Heberto Gamero, venezolano,  es cuentista y novelista, con una extensa obra publicada. Ganador del Concurso de Cuentos de El Nacional con su relato «Los zapatos de mi hermano». Fundador y presidente de la Fundación Aprende a escribir un cuento. Ha impartido numerosos talleres y ha formado a escritores exitosos.

Comparte esto:

EMILY DICKINSON: POESÍA SIN TRAMPAS DE LENGUAJE

Por Carmen Cristina Wolf

¿Qué daría por ver su rostro?

Daría mi vida, naturalmente”.

Emily Dickinson

 

Emily Dickinson nació en Massachussets el 10 de diciembre de 1830. No escribía para deslumbrar a nadie, ponerse de moda ni obtener algún premio. No se exhibió en los salones. Se guardaba en casa, viviendo, no aparentando vivir. Escribiendo, no aparentando que escribía.

Fue su elección, tan válida como cualquier otra, o tal vez fueron las circunstancias que la llevaron a una existencia casi solitaria. No obstante, su soledad no la esconde, la revela en una manera propia de transformar su mundo en poesía.

Hoy me adentro en el jardín de Emily Dickinson, sembrado de violetas y tréboles, bordeado de “juncos de azul flexible”, atravesado por una fina agudeza y un sentido del humor no exento de ironía.  Imagino que ella se asoma a la puerta y mira a lo lejos “un aire alterado en las colinas”. Siempre está en la cabecera de mi cama la selección y traducción de Silvina Ocampo, con prefacio de Jorge Luis Borges quien escribe: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo… Publicar no era, para ella, parte esencial del destino de un escritor; después de su muerte, que acaeció en 1886, encontraron en sus cajones más de mil piezas manuscritas… No es cotidiano el hecho de un poeta traducido por otro poeta… la cadencia, la entonación, la pudorosa complejidad de Emily Dickinson aguardan al lector de estas páginas, en una suerte de venturosa transmigración”.

 

Así dice uno de sus poemas:

 

“Es todo lo que tengo hoy para traer

esto y mi corazón además.

(…)

No puedo bailar

en puntas de pie

nadie me lo enseñó

pero, a menudo, en mi mente

un júbilo me posee

que si tuviera conocimiento de ballet

–lo demostraría–

            en piruetas para palidecer una compañía de ballet

            o enloquecer a una prima donna”.

 

Me atrevo a pensar que ella escribió este poema en uno de esos días, en los cuales se sintió tan feliz que todo fue motivo de celebración: estrenar unas zapatillas de lazo azul, o recibir una carta. En ese instante único, surge el deseo de atrapar el sentimiento para que no se vaya. Las palabras se entrelazan y ocurre la necesidad de revelar ese instante de pequeño gozo. Impulso de fijar aquellas cosas hechas de fugacidades:

           “Algo en un día de verano

            una profundidad –un azul–

            un perfume

            trasciende éxtasis.

            (…)

¡Es tanta la alegría!

            Si tuviera que desfallecer ¡Qué pobreza!”.

 

En un día así provoca instalarse en la alegría. La vida es la vida, solo eso, cada cosa es lo que es, sin eufemismos. No queremos ir más allá: “Arrobamiento es solo arrobamiento”.

 

La felicidad y el dolor no están en conflicto. Se alimentan la una del otro. Cuando nos sentimos felices, de pronto, igual a un fantasma que gime desde el fondo de la casa, nos asalta el temor a perder la dicha que no puede asirse y no permanece.

Y cuando se apodera de nosotros la tristeza, una mínima estrella envía señales: mañana será diferente. Habrá un motivo para sonreír de nuevo: es la esperanza. Algo ha de suceder, otra vez él o ella vendrá y nos dirá:

“Vine a comprar una sonrisa –hoy–

una sola sonrisa, la más pequeña de tu cara

me agradará lo mismo”.

En la poesía de Emily Dickinson se percibe una existencia alimentada por el anhelo, aquello que aún no se ha cumplido. Nada más interesa al cuerpo, las cosas se desdibujan, pierden sus dimensiones de realidad y se regresa al bosquejo, a aquello en el anhelo bosquejado.

Pareciera que solo importa él, el amado, su pulso, su respiración:

 

“¿Qué daría yo por ver su rostro?

Daría mi vida, naturalmente.

¡Pero eso no es bastante!”.

Se está dispuesto a entregarlo todo, lo demás llega a ocupar un lugar secundario.  Y el amado lo ignora, no conoce la entrega de ese corazón porque está distraído en otras cosas, sumergido en su propia existencia. Dickinson está decidida a traerle “rosas de Zanzíbar, abejas –por millas– / desfiladeros azules, /  ejércitos de mariposas”.

Para el ser humano, el anhelo se convierte en el centro de la existencia, de penas y alegrías. Se enquista en el corazón una “(…) dolencia de amor que no se cura / sino con la presencia y la figura”, como escribió San Juan de la Cruz, del cual Emily estuvo siempre enamorada según lo revelan sus versos. Nada calma la sed ni remedia el mal. El adolecido de amor apenas respira, se quiebra, aguarda, desespera:

“¡Qué importa si digo que no voy a esperar!

¡Qué importa si violento la puerta carnal

y escapo hacia ti!”.

 

En los versos de E. Dickinson, la sed no se lee, no se piensa, se muere uno de sed. La angustia no es un concepto, no es de papel, de cuento, se muere uno de angustia. El desasosiego somete, muerde, desespera, ya no se quiere nada, no se sabe nada, no existe nada que interese al cuerpo. Cuando E. D. dice “angustia” no narra, no explica, es la propia angustia. Uno no puede permanecer impasible cuando lee un poema escrito por ella, no deja de sentir un estremecimiento. Ella no ha escrito poemas que hablan sobre el dolor y cuando vamos a leerlos, no sentimos la garra del dolor.

El poema es sufrimiento o alegría sin trampas de lenguaje, se dice a sí mismo como una palabra que “lleva una espada” y “puede atravesar a un hombre”. El poema deja sentir el rapto de la pasión, “como los hombres ciegos conocen el sol”. E. D. agoniza de sed, y sabe que corren arroyos por las praderas, pero esa no es su agua y la deja correr. Ella quiere la suya, no otra.

Los poemas de Emily Dickinson: un corazón en palabras de una belleza terrible y leve. Su corazón, es todo. Sin cartas de presentación, sin buenas referencias ni códigos aprendidos sobre cómo debe escribirse un poema en tal o cual época, sin recetas literarias.

El poema que es un verdadero poema se adentra siete centímetros en el pecho: suficiente, mucho, demasiado. Dickinson ofrece, muy segura, muy tranquila: “todos los campos”, “todas las praderas”, por si acaso no basta con su alma. Se aprende a no decir aquello que se quiere decir, se aprende a callar la frase exacta. Pero el poema no miente. Y si no le aceptan su entrega, musita, susurra, canta y dice: “Traigo mi rosa”.

El que ama le pierde el temor a la muerte, se acostumbra a ella. Su agonía no viene por el asalto de la muerte. Viene “en un cierto sesgo de luz / en las tardes de invierno / que oprime como / la profundidad de las catedrales”. El abatimiento conduce al sacrificio. Sus poemas están impregnados de una suave ironía y una prontitud de lenguaje que causa escalofríos:

 

“Morir

            lleva solo un corto tiempo

dicen que no duele

es solo un desmayo  –por etapas“   

Uno se queda en suspenso, suavemente quieto, parece que morir no es algo amenazante ni tenebroso, tampoco duele. Y es un orgullo morir sin hacer ruido, sin alharacas ni lamentos. Estar presto en esa hora:

 

“No lo menciones por esas calles

porque las tiendas me mirarían

que alguien tan tímido –tan ignorante–

tenga el descaro de morir”.

Algunos “entendidos” que leyeron sus poemas, menospreciaron su obra porque no obedeció a las tendencias que prevalecían en su época. Su escritura no estaba “de moda”.

Emily Dickinson, ella que se guardaba en casa casi siempre, nos permitió entrar en su mundo a través de sus poemas de extraordinaria belleza y hondo significado.  Es imposible leer sus versos y permanecer indiferentes.

Fuente: «Vida y Escritura», libro de Ensayos de Carmen Cristina Wolf. Publicado en Amazon

#Carmen Cristina Wolf

#Poesíaeningles #poetry

#EmilyDickinson

Biografía

(Amherst, 1830 – 1886) “Poeta estadounidense cuya obra, por su especial sensibilidad, misterio y profundidad, ha sido celebrada como una de las más grandes de habla inglesa de todos los tiempos.

Su padre, miembro del Congreso y tesorero del Amherst College, fue un abogado culto y austero, según el estilo burgués de Nueva Inglaterra. Dickinson estudió en la Academia de Amherst y en el seminario Femenino de Mount Holyoke, en Massachussets, donde recibió una rígida educación calvinista que dejó huellas en su personalidad y a la que se enfrentaría con su carácter escéptico. A través de Benjamín F. Newton conoció muy temprano la obra de Ralph Waldo Emerson. También leyó a Henry David Thoreau, y a los novelistas Nathaniel Hawthorne y Harriet Beecher Stowe.

Muy pronto decidió aislarse del mundo, manteniendo contacto solamente con unas pocas amistades, como el escritor Samuel Boswell, con quien sostuvo una larga correspondencia. A los veintitrés años, Dickinson tenía conciencia de su propia vocación casi mística, y a los treinta su alejamiento del mundo era ya absoluto, casi monástico. Retirada en la casa paterna, se dedicaba a las ocupaciones domésticas y garabateaba en pedazos de papel (con frecuencia ocultados en los cajones) sus apuntes y versos que, después de su muerte, se revelaron como uno de los logros poéticos más notables de la América del siglo XIX. En su aislamiento sólo vistió de color blanco («mi blanca elección», según sus propias palabras), rasgo que expresaba la ética y transparencia de su poesía.

Uno de sus biógrafos escribió acerca de su naturaleza poética: «Era una especialista de la luz». Su escritura puede ser descrita como producto de la soledad, del retiro de cualquier tipo de vida social, incluida la relativa a la publicación de sus poemas. De ella dijo Jorge Luis Borges: «No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y tenerlo». Algunos de sus poemas reflejan la decepción que sufrió por un amor (dirigía cartas a un hombre al que llamaba «Master», del que no se conoce su verdadero nombre), y la ulterior sublimación y trasvase de ese amor a Dios.

Sus primeros poemas fueron convencionales, según el estilo corriente de la poesía en esos momentos, pero ya a comienzos de 1860 escribió versos más experimentales, sobre todo en lo que respecta al lenguaje y a los elementos prosódicos. Su escritura se volvió melódica y a la vez precisa, despojada de palabras superfluas y exploradora de nuevos ritmos, unas veces lentos y otras veloces, según el momento y la intención y no como un patrón rígido, como era usual. Su poesía devino intelectual y meditativa, sin que esto supusiera una merma de su sensibilidad.

Actualmente algunos especialistas subrayan esa complejidad intelectual, pues por lo general la crítica había jerarquizado su lirismo como un valor supremo, o su feminidad como categoría poética que la separaba de los demás autores norteamericanos. En su poesía pesan la extrañeza y la oscuridad como cualidades esenciales, y la sutilidad dialéctica entre las imágenes, las sensaciones y los conceptos. Influyó en poetas posteriores (como E. Bishop, A. Rich, W. Stevens y otros) por esa capacidad de crear un lenguaje a la vez metafísico y emotivo.”

Fuente: Biografías y Vidas biografíasyvidas.com

Comparte esto:

JERÓNIMO ALAYÓN: FLUJO DE HUMANIDAD

Flujo de humanidad

PorJerónimo Alayón 

Todos estamos concernidos en el flujo de la humanidad. Lo admitamos o no, formamos parte de una prosecución causal. Nuestro ser obedece a este elemental principio, pues somos la consecuencia remota de una suma de actos volitivos ancestrales. Las decisiones de nuestros antepasados —incluso las que ignoramos— han condicionado nuestra actual existencia. Del mismo modo, cada acto de voluntad mío afectará a mis descendientes, a unos más y a otros menos, pero, al cabo, estarán tocados irremisiblemente, siquiera sea levemente, por mis actuales determinaciones.

El lugar en que nacimos, por ejemplo. No lo pensamos, pero o bien es una ruptura ancestral con la querencia o bien es su afirmación. En cada caso es consecuencia de la decisión de alguien que nos antecedió. Nadie decide nacer donde nació. Otro tanto pasa con el nombre y los apellidos, y con los paradigmas y valores familiares, y con algunos comportamientos atávicos. Todos recibimos al venir al mundo una alforja que no está vacía.

Si largamos la mirada más allá de nuestra familia, notaremos que otro tanto pasa con la aldea, la urbanización, el pueblo, la ciudad o el país. También están inscritos en el flujo de la humanidad. Es un torrente muy antiguo que nació con el primer homo que tuvo conciencia de sí y acabará con el último individuo de la especie. Entre uno y otro nos hallamos todos, y sería ingenuo pensar que la acción criminal de un general romano del siglo I a. C., o el amoroso gesto de un emperador musulmán en Agra a mediados del s. XVII no tienen nada que ver con nosotros.

Una simple práctica contemporánea como lavarse las manos antes de comer tiene su antecedente más remoto en la cultura judaica de hace 5000 años —justificada por el hecho de que se comía con las manos—. O la costumbre de descansar el día domingo, asumida como tal desde el 3 de marzo del año 321 cuando Constantino decretó el Dies Solis (Día del Sol), reminiscencia aún conservada en el inglés: Sunday. Ambas son ejemplos de actividades que han pasado de padres a hijos, y evidencian el flujo de humanidad.

En cuanto a las palabras, tenemos algunas que usamos hoy lo mismo que se usaban hace 2000 años en latín como candela o libra, y otras más antiguas, provenientes del celta, a saber: carrocerveza y camino. Y ahora que hablamos de lenguaje, un ejemplo del flujo de humanidad es el sustantivo áncora. Así se denomina a la horquilla que en los relojes mecánicos se ubica entre el escape y el volante, y que es responsable del característico sonido de tictac. ¿Por qué la mencionamos? Porque áncora es una palabra latina que provino del griego, de modo que los relojeros se refieren a ella en latín antiguo… tal como si el tiempo no hubiera transcurrido.

Pero no es necesario remontarse tanto. Si miramos con atención a nuestra familia, reconoceremos usos y costumbres de los abuelos en los nietos: un modo de saludar, una manera de sentarse o de gesticular, un giro de palabras o una forma de preparar un plato. Quizás una canción cantada desde hace cien años, de la que nadie sabe ya dar cuenta, o tal vez un ritual para cierta festividad religiosa. En definitiva, notaremos una impronta, una identidad marcada nítidamente, un ADN cultural.

Todos estamos concernidos en el flujo de la humanidad. La prosecución causal ha hecho posible que hoy seamos quienes somos y que estemos donde nos encontramos. Entenderlo nos da la serenidad requerida para comprender que conformamos algo mayor. Se podría decir que, de algún modo, perder el sentido de la vida y, por tanto, la voluntad de vivir tendría que ver con una pérdida de esta conciencia de ser parte de un todo. Lo que soy se implica en el ser de los otros y allí, en dicha intersección, habita la conciencia de ser un vector existencial.

Esta conciencia nos tiene que decir que tenemos un rol fundamental en la humanidad: cada uno trasiega una manera de ser y existir de un punto a otro del flujo de humanidad, y lo hace de un modo único e irremplazable. En dicho trasvase, porta además el legado de sus ancestros y entra en contacto con otros, que serán parte del flujo. Por ello cabe preguntarse: ¿cómo afectará mi presente el futuro de quienes viajan conmigo en esta brevedad llamada vida?

© Jerónimo Alayón

Fuente El Nacional

Alayón, Jerónimo. «Flujo de humanidad». El Nacional. 2 de diciembre de 2022

#jeronimoalayon

Editores de la web del #circuloescritoresvenezuela: @carmencristinawolf @edvidaurre

Comparte esto:

JOINER BERNAVIL: SELECCIÓN DE POEMAS

 

El Círculo de Escritores de Venezuela presenta siete poemas del nuevo libro del escritor Joiner Bernavil, escrito en homenaje al dolor, uno que no se va, se convierte en arte de palabras y surca el corazón en una ola de recuerdos que conmueven las profundidades del ser.

Las letras del autor venezolano Joiner Bernavil destilan amor, hermosura y firmeza. Destaca por tener una capacidad creadora encendida como antorcha en el abismo de sus sentires, sueños, nostalgias, caminos y también en sus momentos de luz.

En la intrincada búsqueda del ser nos maravillamos al descubrir un poemario que se balancea en el pensamiento del poeta para demostrarnos que la belleza está implícita en la poesía a través de la brevedad, el silencio, el dolor, la añoranza y en el miedo humano. Su libro titulado «Un ángel me dice que le escriba», es una obra dedicada a su amor más grande: a su abuela amada, Enia Graciela Ordóñez Petit.

Es el Miembro más joven del Círculo de Escritores de Venezuela, uno de los autores zulianos de relevancia nacional a pesar de su corta edad de 26 años. En él habita la sabiduría necesaria para ilustrar su vida. Su actuar es noble y se enfrenta a lo imposible, porque como lo expresa su lema, solo ha necesitado agua y paredes para escribir.

A continuación, siete poemas del mencionado autor:

Corazones caídos

anidan en las manos de la tristeza

Y crecen recuerdos que me devoran en el silencio

como una ausencia

De los cielos y siglos vienen los pájaros en bandada

Hay una flor secándose

Mi madre llora…

Cuando la sombra florecida

alcance mi mente

y sea un hombre de arena y de ojos celestes

Me quedaré solo, en cascadas de luz

y en humedales terrestres

El agua cantará creando estrofas de fuego

El aire bailará esparciendo mis huestes

Escucha la rama, sigue desnuda

como la ha traído Dios, para que escriba sola un tiempo.

El día oscuro

Algún día vendrá la noche,

me pedirá que me vista de negro

y que me vaya con ella.

 

El poema de cinco cabezas

se desprende,

cae en una fisura para ahogarse en mí

después de tanto llorar.

Cae una gota

en el pensamiento…

No estás

Y si cierro los ojos se me inunda la cabeza

Algún día intentaré olvidarte, mientras tanto sufriré

de insomnio

y llenaré de miradas la casa

Pero hoy, te quisiera ver para que

habláramos como antes

 

Hoy siento la soledad.

Cicatrizo

para que te quedes dentro de mí

en un invierno sin versos

con retorno fijo a la soledad

Soy una isla solitaria y no lo entiendo

No entiendo las señales,

No entiendo el lugar del olvido

ni el pensamiento inmenso que reposa en el fondo

de mi corazón.

 

Llueve. Pero no por fuera

Triste tarde de abril, agrisada con sus nubes lentas

Los edificios siguen iguales con sus sombras cotidianas

y sus fachadas oscuras

Se me apagó el recuerdo en el corazón

Como un cigarrillo que apreté contra mi pecho

Y decoré mi silencio con la escritura, con la tinta

del cenicero

De su lejanía sufre mi casa: es mi aliento una bestia solitaria

¡Joiner! Por fa, no dejes de mostrarle que le amas

Y llueve…

Quisiera pasar por la primavera

Hundirme en hojas del otoño

Beberme el caliente verano para romper el hielo interior

Dios ¡No más inviernos!

Voy hacia el árbol que llora las lágrimas del cielo

Y allí me quedo

Está lloviendo. Pero no por fuera…

Joiner Bernavil. Nació en Maracaibo, Estado Zulia. Miembro del Grupo Bernavil Internacional.

@joinervil

@editorialjbernavill

 

Comparte esto:

WILFREDO CARRIZALES, SELECCIÓN DE POEMAS

“Símil de bisagra”, de Wilfredo Carrizales

 

“Símil de bisagra”, de Wilfredo Carrizales

Celebramos  el nuevo libro de Wilfredo Carrizales, «Símil de bisagra», publicado por la Editorial Letralia, y con este motivo le ofrecemos a los lectores poemas de sus libros anteriores «A merced del umbral» y «Textos de las estaciones.

Wilfredo Carrizales, (Cagua, Aragua, Venezuela) es un destacado escritor, sinólogo, traductor, cronista. Es fotógrafo, artista visual, conferencista. Estudió la historia de China y el idioma chino clásico y moderno.

 

SEIS POEMAS DE “MERCED DE UMBRAL”

(Colección Poesía Venezolana. Contemporáneos. Editorial el perro y la rana; Caracas, 2016)

V

Una manta, un cuenco roto, una sola oración.

Rendido al conocimiento del tono profundo del devenir el peregrino apalea las nubes y exaspera su materialidad.

Al confundir cena con ración u otra merienda, ordena el tiempo y presenta la inconfundible reclusión de su alma.

De rango en rango el ejemplo de la torpeza propaga la cera de los vitrales.

IX

La eufonía conlleva el rigor y la marca entusiasta de los labios en su hartazgo. Raramente se pronuncia una vaguedad que no contenga la capacidad de suplir los sonidos.

La garganta o la sugestión o la oreja. En la confluencia de las cuerdas el agrado se hace precario.

A falta de una indicación para los dichos, buenos serán unos versículos al alcance de la mano.

XVI

En papel de calco arreglo los momentos transitorios. Las hembras están de parto y se aproximan las mociones. Se levantan concordancias a una hora que se traga la medianoche. Todo ocurre; la sed deja su condado.

Una edad densa cava cerca un pozo. Círculos de urgencia acuden a los mercados. Leen los manuales y no toman decisiones. La práctica clínica se pierde entre las jeringas.

Adyacente a los quejidos un intrincado rumor denota la justeza de la despedida. Saltando algunos grados el diagnóstico se pone en cuarentena y recula hasta un rincón.

XXV

En la yema floral me siento a gusto. Me descubro próspero, polen de noticia fresca, recuperado. Gozo del paisaje hollado por pies descalzos. El júbilo sube hasta la desembocadura de las nubes.

Me complace saber que las magnolias bajaron sus cabezas ante los hombres de mandil. ¡Cuánta disposición de ánimo que conducirá a un insólito jardín!

Trabajo duro y no acepto palabras mordaces. Paso revista a las diferentes enfermedades de la corola. Me alivia el fugaz vuelo del colibrí debido a que con él acaba el flamante reino del desparpajo.

XL

Un cerrojo o una aldabilla, de lejos, aseguran las hojas a sus troncos. Muy diferente es el candado que, por su apego al solsticio, va en busca de matorrales.

En un apuro las llaves examinan las imágenes en un espejo de bronce y si notan aspectos turbios, cierran todas las portezuelas. Con trucos no se las convence; ni con amagos.

Los cerrajeros sacan sus lengüetas y escupen cuatro maldiciones. Ellos llevan resortes en las clavículas para resolver los destinos. Desencadenan tormentas frente a las enormes puertas. Echan las anillas al viento y engavetan las falsías.

XLVI

Brotan los ojos tras las lágrimas. No tienen ocasión de reflexionar. Quedan mojados el testamento, las viejas facturas, las olvidadas cartas… No es necesaria la enumeración.

Con milagrosa habilidad se agolpan máscaras en la pared. Se mofan del destino. Frente a ellas lo gigante se torna enano. La armonía de la languidez chorrea.

Las luces de las ganancias injustas iluminan los contornos de una pintura sobriamente acabada. Pesca y caza de los brillos.

Al aproximarse la noche los trastos de los botines quedan diseminados en las calzadas y los perros los olfatean y huyen.

SEIS POEMAS DE “TEXTOS DE LAS ESTACIONES”

(Editorial “La Lagartija Erudita”; Beijing, China. Mayo, 2016)

I

Me sumerjo en el fluido de verano de las hojas de bambú y siento en el paladar la textura de los tallos al doblarse, el rumor de la brisa y el movimiento de las raíces que avanzan bajo el agua para encontrarse consigo mismas.

Desde el “Pabellón de la Grulla Amarilla” en Wuhan contemplo al Yangtse y decido unir mi destino a los nudos de esa planta gramínea. A partir de aquí, ¿qué puede pasar que no sea el alborozo de la propagación constante?

IV

Puedo afirmar que me gustó estar en breve labor de subida con el estío de Qingdao. (Tal vez hubo un temor a una repentina bajada y quedar a perpetuidad atrapado entre las corrientes frías del Mar Amarillo y sus especies).

Mis pies se encargaron del recorrido correcto hacia las fronteras que el paisaje y la mente proponían. No aconteció prisa ninguna y el efecto de las colinas movidas por las nubes tuvo su repercusión al interior de los sueños.

Los pinos trastabillaron un poco, pero esto redundó en la contemplación de un inusitado fenómeno.

VII

El invierno no se disimuló en la antigua ciudad de Pingyao y desembocó en una situación de nieve y de soledad en las estrechas calles.

A la vuelta de cualquier esquina te atrapaba el olor de las comidas. El estómago bullía y fluía por donde estaba su azar. ¿Acaso no fue el primero en alcanzar una conclusión?

Un arrebato de imágenes del pasado hizo en la memoria un salto portentoso. Olvidados iconos regresaron para exponerse a la permanencia de los cambios. Los ancianos y los niños asumieron sus variantes en las callejuelas andadas y recurrieron o echaron mano a fórmulas mágicas que preservaran la grandeza de los patios.

Sólo un comerciante decidió marcharse y montó en su cortejo fúnebre.

XV

Encontré, en el arquetipo del azul, a la muchacha que entonaba vernales baladas. Juntos, pero solitarios, nos tornamos sentimentales y más y más creció nuestra pugnacidad por aprehendernos.

Naufragaron por nosotros los ríos de las nocturnidades y si no se enmendaron fue a causa de pérdidas en las corrientes.

La muchacha, oriunda de las planicies mongolas, se acostó desnuda sobre las mantas que el cielo había depositado en la extensión verdeada de ondas. Me mostró sus nalgas esplendorosas y yo le hablé del serrallo de Kublai Khan. Luego, me aposenté en ella con mi caravana de camellos de tela. Su llamada de apellido me supo a reino y a kumis que se adormila.

¡Desde hacía centurias la luna no giraba con tal vértigo por aquellos contornos y ya se la echaba de menos!

XIX

Hice míos aquellos rincones del “Monasterio del Caballo Blanco” que nadie visitaba. Las palomas salvajes (entrevistas en muchos sueños) organizaban sus zureos en las copas de los pinos, a despecho del incienso de los budistas.

Maitreya se apareció con su hinchazón de arroz y en su pensamiento los otoños adquirieron  formas de otros cuerpos, leonados o de displicentes dragones.

Junto a las plegarias y a las rogativas de los creyentes el mediodía se enfebrecía y yo intuí una salpicadura de ocio en la máscara de un dios protector.

Lloviznaba desde los cometas y la isla se amparaba bajo sus ramajes y sus leyendas. Una bandada de palomas quiso volar y el general del cielo se lo impidió. Se elevó un pedazo de periódico y la noticia se leyó en medio de las nubes. En la distancia, un punto negro tremolaba, impávido.

La “Pagoda del Este” tuvo miedo de la ventolera. (Ya su cabeza había caído en otra historia lejana). Una paloma le aportó tranquilidad posada en su árbol inmediato. Su impoluta presencia hablaba de un sagrario en todos los nichos y de velas encendidas en las noches de los naufragios.

 

Wilfredo Carrizales, (Cagua, Aragua, Venezuela) es un destacado escritor, sinólogo, traductor, cronista. Es fotógrafo, artista visual, conferencista. Estudió la historia de China y el idioma chino clásico y moderno.

 

 

“Símil de bisagra”, de Wilfredo Carrizales

Comparte esto:

CELEBRACIÓN DÍA DEL ESCRITOR

Círculo de Escritores de Venezuela            Academia Venezolana de la Lengua         

invitan a la celebración del Día del Escritor.

Bienvenida: Edgar Vidaurre Miranda 
                       Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela
Discurso de Orden: Magaly Salazar Sanabria
                                    Vicepresidente 
Palabras por los escritores: Gisela Cappellin
Clausura: Horacio Biord Castillo
                  Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua
Presentación del libro
Las Cuatro Estaciones Memorial de ausencia
de Luis Beltrán Mago
 
Sábado 26 de noviembre de 2022
10:30 am
Librería Kalathos
Centro de Arte Los Galpones, Caracas
*   *   *   *   *  *   *
«Que cada palabra lleve lo que dice
Que sea como el temblor que la sostiene
Que se mantenga como un latido» …
Ars poética
Rafael Cadenas
Premio Cervantes 2022
#DíadelEscritor
#RafaelCadenasPremioCervantes2022
#CirculoEscritoresVenezuela
@circuloescritoresvenezuela Instagram

 

Comparte esto:

LA POESÍA DE BELKYS ARREDONDO OLIVO

La poesía de Belkys Arredondo Olivo:

puertas y caminos para un resplandor

Por José Napoleón Oropeza

En las primeras décadas del pasado siglo, una estirpe integrada por  grandes poetas venezolanas, abrieron, con sus obras poéticas, nuevos cauces a la labor poética. Insurgieron como propulsoras de una nueva forma de concebir y dar forma a un poema que, en las primeras décadas del pasado Siglo XX, signaría  maneras y puntos de vista novedosos en la  exploración de ese género en nuestro país: Enriqueta Arvelo Larriva, Ida Gramcko, Luisa del Valle Silva, Luz Machado, María Calcaño, Ana Enriqueta Terán, Elizabeth Shoen y  Antonia Palacios,  definitivamente echarían las bases y fundamentos para nuevas visiones formales del género.

A partir de esa base y fundamento, constituido en un gran continente poético, erigido para un cruce de espejos, tales propuestas y hallazgos, serían reinventadas, con otros aportes formales, nuevas miradas al entorno humano, con bríos que renovaron las visiones del hecho poético, desde nuestro país, tal vez, a la sombra de los hallazgos de las primeras voces nombradas. insurgirían, casi de inmediato, las voces de las insignes poetas Miyó Vestrini, Hanni Ossot, Yolanda Pantin, Carmen Verde Arocha, Edda Armas, Ana María del Ré, María Antonieta Flores, Jacqueline Goldberg, Belén Ojeda, Mariozzi Carmona Machado, Esdras Parra, María Clara Salas, Milagro Haack, Sonia Chocrón, Ruth Vidaurre y Teresa Coraspe, grupo al cual se agregaría el nombre y la figura de Belkys Arredondo  Olivo, quien, como otra gran poeta, abre de par en par, nuevas puertas que mostrarán insólitos  caminos, en la manera de concebir  y dibujar el poema,  al extraer aguas de un pozo de delirios y luces que,  van dejando caminos destellantes,  un reguero de resplandores espejeantes. Cada verso suyo, subraya que el universo real, el ser o la cosa que se nombra, crea y asoma, apenas, un destello de luz, una Impermanencia de visiones y rastros:

en el eclipse

lo cambiante alumbra

 

el árbol pliega ondulante

las hojas una y otra vez

 

esboza una montaña

una casa de papel perforada

a la que no se quiere regresar

 

los grillos suenan sus badajos

en una alarma constante

 

no queda más que penetrar su verdor

y dejarse llevar

 

Inmersos en “una casa de papel perforada”, nosotros, los fervorosos lectores de la poeta Belkys Arredondo Olivo, venimos de regreso, después de recorrer caminos esplendorosos de magia y de luz que resplandece entre los seres y las cosas, ante nuestros ojos, cada vez que nos situamos frente a un texto suyo. Leyéndola, seguimos el canto de los grillos, el salto de los peces, de los ríos que pasan y pasan sometidos a un hachazo de luz. Todo ello, como salido de los ojos de Dios que, junto a los de la poeta, nos somete al vaivén de un resplandor constante, de olas que esparcen y juntan y, a la vez, separan, ramalazos de luz en sus hermosos libros Sagita (1998); Abecedario roto (1999); De un grano de arena saldrá un pájaro (2001); Cóncavo (2005);  A ras del vidrio (2006); El llamado de los grillos (2010); Biombos de humo (2012) y Cayenas(2016).

En esta tarde, fechada sábado 05 de noviembre de 2022, convocados por la Editorial Kalathos, en la persona de  una de sus  gerentes,  la poeta Edda  Armas, dentro del marco de celebración de la Feria Internacional del Libro, FILUC, que organiza nuestra muy ilustre Universidad de Carabobo, nos hemos reunidos para celebrar la publicación de un nuevo volumen de textos de nuestra poeta Belkys Arredondo Olivo, en el cual se reúnen, los títulos Ejercicios de vuelo y A ras del  vidrio, libro con el cual Arredondo Olivo obtuvo el Premio Único de la Bienal Latinoamericana de Poesía “José Rafael Pocaterra”, que convocó y organizó, a lo largo de seis décadas, el muy glorioso  Ateneo de  Valencia.

Tras esta publicación que, con inmenso orgullo, presento en la tarde esplendorosa de hoy, nuestra poeta, pensamos nosotros y, así lo celebramos, anuda todos los hilos de luz dispersos en sus libros anteriores, en busca de un socaire a lo largo de un río poblado de ojos abiertos, grillos, escarabajos, lluvia y viento que agita dolores y caminos sembrados de luz, de esperanza. Pero, también de quejidos, envueltos en atmósferas de llanto, tal como ocurre, en buena parte de Ejercicios de vuelo, texto que, hasta ahora, se mantuvo inédito.

Este primer libro del volumen que presentamos hoy, recoge y registra, en muchas de sus páginas, el dolor de un alma que se duele ante el clima de violencia, de soledad y de moriencia vivido en Venezuela en los lacerantes tiempos de oscuridad por los que, desgraciadamente, atravesamos todavía. Un país dolido, fragmentado, reducido a tiras, bajo una lluvia inclemente de golpes y de llanto, titulado PAÍS:

 

las autopistas se arropan

con cuerpos de hermanos

 

por ejemplo, ahora ellas

tienen rayas blancas

que los dividen en dos

un río que grita

y puentes de lluvia

 

no sólo duele

si sintieras

este gemir del viento

la calle mojada

los golpeteos y los candiles

 

supieras

y no saber si este rostro es el mío

llorando entre sus manos

 

Entre dolores, tras el llanto anudado a manos que lo acogen, como depositario de ese río que grita, la autopista, muestra cuerpos de hermanos, cuya muerte, llorarán otros hermanos, sobre ella. La autopista, envuelta y arropada de dolor, termina siendo una raya de tiza. La grandeza de este texto, de esta gloriosa elegía que borda el dolor de un alma, al cantar y dibujar bajo la lluvia, un lamento sostenido, en la raya, en la imagen, radica en la expresión del dolor sin límites, a partir de un trazo, de una tiza que fija y desfija, como si ella, también, fuera una gota de lluvia:

…ahora ellas

tienen rayas blancas

que los dividen en dos

un río que grita

y puentes de lluvia

 

Tuve el inmenso honor de escuchar de labios de la propia poeta, las líneas de esta elegía con la cual Belkys Arredondo Olivo, expresaba su rabia, su gran dolor por la muerte de tantos inocentes muertos, de tantos estudiantes que dieron la vida en las calles de   Caracas y en otras ciudades del país, en medio de las trifulcas y luchas estudiantiles y buena parte de la población de nuestro país libraba en las calles, a lo largo de la pasada década. Quienes padecieron y, todavía padecen, luchando, a brazo partido, agitando manos y banderas en la lucha por recuperar la democracia, de manera total, como flor abierta a todos los encuentros, a todas las lluvias, a todos los cielos, a todos los sueños, a todos los ríos, retomarán, tarde o temprano, las banderas que llevaban en sus manos los estudiantes asesinados en las calles, con alevosía y mansalva, por francotiradores.

Ahora, en su nombre, y en el mío propio, pido a quienes me escuchan, a quienes organizaron esta fiesta, este bello encuentro de quienes nos crecemos en el amor a los libros y a la lectura que no desmayemos. Que sigamos creando, y leyendo, a brazo partido, también, en nombre de una lucha férrea porque en nuestro país se imponga, para siempre, la luz de un sol y una flor radiantes a todos los encuentros. En nombre del sueño de la democracia y de la libertad. En nombre de la gran poesía que se erige en elegía en la voz de la poeta Belkys Arredondo Olivo, que se crece y se expande en la risa de un niño y de una flor abierta a todos los abrazos, a todos los encuentros.

José Napoleón Oropeza

 

 

José Napoleón Oropeza (BarinasVenezuela13 de octubre de 1950) es un novelista, cuentista, poeta, ensayista, gerente y promotor cultural. Con una amplia obra publicada, ha obtenido numerosos premios, entre ellos el Premio de la Crítica a la Novela. 2011

Graduado en la Universidad de Carabobo, obtuvo el Título de Licenciado en Educación. Desde 1978 a 1981, cursó estudios en el King’s College de la Universidad de Londres, institución en la cual presentó su tesis de grado y obtuvo su título Mph/Phd.

En la actualidad de desempeña como profesor titular de la Cátedra de Teoría y Análisis Literario en la Maestría en Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo?? y, ocasionalmente, dicta cursos de posgrado en la Universidad de los Andes. En 2015 fue elegido como Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.

 

Comparte esto:

EL ARTE COMO TESTIMONIO DE LO QUE FUIMOS Y LO QUE SOMOS

En una sociedad globalizada lo que ocurre en cualquier parte del mundo debe llamar nuestra atención. Para voltear la mirada hacia el grave problema del calentamiento global hay otras vías. No las terribles expresiones que estamos presenciando que agreden también el ideario de los florentinos.»

El arte como testimonio de lo que fuimos y lo que somos

Inés Muñoz Aguirre

Los habitantes de Florencia entendieron que el arte salvaría la ciudad en medio de la guerra. Nadie atentaría contra tanta belleza y así fue.  También tienen su historia trágica. Los estudiantes que no alcanzaban en sus obras la belleza en su máximo esplendor se lanzaban desde un puente.

*

En general los grandes artistas han vivido vicisitudes económicas, emocionales o relacionadas con sus formas de expresión. Van GOGH vivió eternamente atormentado y Monet luchó por el reconocimiento del impresionismo. ¿ No era acaso esa ansiedad suya por detener un instante de la naturaleza en sus cuadros la forma de hacernos ver la  Luz, el paisaje, la riqueza de lo natural?

*

Crear y trabajar son los verdaderos aportes. ¿Quién puede creer que atentar con una sopa de tomate o un puré de papas sobre la obra de los grandes creadores, (en este caso sobre “Los Girasoles” de Van Gogh y Los “Almiares” de Monet) contribuye a la reflexión sobre el medio ambiente?

*

Todo lo que significa agresión, falta de respeto, e imposición termina por ser ignorado. O en nuestro caso, por ejemplo,  cambiamos la historia cuando derribamos la estatua de Colón? ¿Cuándo se le arrancó un brazo a la escultura de los inmigrantes en la autopista Francisco Fajardo? O se cambió el nombre a un museo por posiciones políticas.

*

En una sociedad globalizada lo que ocurre en cualquier parte del mundo debe llamar nuestra atención. Para voltear la mirada hacia el grave problema del calentamiento global hay otras vías. No las terribles expresiones que estamos presenciando que agreden también el ideario de los florentinos.

*

No deberían ser los museos del mundo quienes tengan que “apretarse el cinturón” para evitar el acceso a sus salones y que los vándalos sigan atentando contra la historia de la humanidad. Atacar  estas obras de arte quiere decir que una vez más no ponemos el “foco”, donde debe estar.

*

¿Qué debemos hacer desde lo particular para contribuir con el medio ambiente? Tomar acciones conscientes, cómo consumir menos plástico o no comprar productos contaminantes para que se dejen de producir. O con más contundencia que los “líderes políticos” trabajen por la paz y no por la guerra. ¿No les parece?

Inés Muñoz Aguirre
T. 0414.3227814

https://inesmunozaguirre.wixsite.com/inesmunozaguirre

#atentadocontraobrasdearte

Inés Muñoz Aguirre es una destacada novelista venezolana, es periodista, dramaturga y editora de PublicArte. Dirige con gran éxito la página Pastón País, http://pasionpais.net

@carmen cristina wolf Editora en Instagram @literaturayvida en Twitter

Comparte esto:

ARTHUR RIMBAUD, ENTRE LOS CIELOS TORMENTOSOS Y LAS BANDERAS DEL ÉXTASIS

Arthur Rimbaud, entre los cielos tormentosos y las banderas del éxtasis

Por Carmen Cristina Wolf

Cuando el alma se adentra en un profundo silencio, en ocasiones ocurre un descalabro magnífico. Puede surgir una relación oficiante palabra-tiempo-acto. Y el ser se siente impulsado a que sus acciones acompañen intensamente a sus ideas y sentimientos. Deja de estar escindido. Abandona la tentación de pensar una cosa y decir otra distinta.

Una manera de adentrarse en el alma consiste en despojarse de  la máscara y abandonarse en caída libre al centro de uno mismo. Desde allí se mira descarnadamente el desfile de frases que se entrelazan en nuestras cabezas. ¿Acaso no está en ese desfile la raíz de la lealtad o la traición, de la benevolencia o la crueldad, de la sinceridad o el engaño? La manera como las palabras se organizan en nuestra conciencia conforma en buena parte nuestro espíritu.

Vuelvo a leer los poemas del francés Arthur Rimbaud, Las iluminaciones, Una temporada en el infierno, Carta del vidente, con una sensación de delicioso vértigo, como quien tiene todo el tiempo del mundo, e imagino que el poeta ha escrito su obra hace pocos meses y en cualquier momento llegará a mi puerta y me dirá:

“Y así ascender despacio en un inmenso amor”… Vivimos con la esperanza de alcanzar el amor, si no hay amor, nadie quisiera vivir. Añoramos cada día, cada minuto, cada segundo, cumplir nuestro amor. El arrebato del amor todo lo transforma, se es capaz de conquistar al mundo y escapar de todas las prisiones.

Versos de Arthur Rimbaud que expresan la fe del creador?creyente en la palabra, aunque solo fuese durante aquellos días en los que escribió los poemas y luego le atormentara la duda sobre la significación que podían tener sus versos: “la fuerza y el amor que nosotros, de pie ante las furias y las penas, vemos pasar por el cielo tormentoso y las banderas del éxtasis”.

Se encuentra en buena parte de la obra de Rimbaud una insidiosa desesperación, una desolación, el exilio del alma, un desierto sin oasis poblado de espejismos. Es capaz de escribir: “El hombre es triste y feo, triste bajo el vasto cielo / Lleva vestidos porque ya no es casto.”  Pero es así que el mundo, por más desolador que pueda parecer, guarda  también su belleza, sus promesas. Y el joven poeta arde de deseo e ilusiones y escribe: “Por momentos olvido la miseria en que caí / …viajaremos, cazaremos en los desiertos, dormiremos en las calles de ciudades desconocidas, sin preocupaciones, sin penas. ¡Oh! Esa vida de aventuras que existe en los libros infantiles para compensarme, he sufrido tanto.”  La añoranza de la niñez, el anhelo de viajar a ciudades extrañas, señala un sitio en el mapa de la ilusión, un lugar donde resplandece la belleza y se puede vivir sin preocupaciones, donde hay bailes, risas, alegres atavíos y sobre todo amor, porque Rimbaud jamás podrá “tirar el amor por la ventana.”

Cuesta mucho poner a las palabras a decir lo que el poeta quiere que digan. Él quebranta sus nexos de costumbre, desgrana las cuentas de la conversación para que las palabras regresen a ser ellas mismas, como recién estrenadas.

El poeta venezolano Eugenio Montejo en el libro Muerte y Memoria escribe: “Algunas de nuestras palabras / son fuertes, francas, amarillas / otras redondas, lisas, de madera…” Y en el libro Terredad, el poeta dice: “Esas voces que digo / han rodado por siglos puliéndose en sus aguas, / fuera del tiempo. / Son ecos de los muertos que me nombran / y me recorren como peces.”

La poesía rompe las frases gastadas y ellas –las palabras- relucen sin sus usos habituales. Les arranca la des-significación y la herrumbre que han acumulado de tanto ser pronunciadas.

Las palabras se lanzan y recogen, se re-unen con otras hasta que van adquiriendo un nuevo esplendor. El poeta las teje en la simultaneidad de sus sentimientos y pensamientos, propicia la amistad o la enemistad entre ellas, en la eclosión del impulso de crear.

Se patentiza así la pasión entre las palabras, la seducción de una palabra por otra, el enamoramiento. Y el poema surge con serenidad o fiereza. Las palabras escapan de su cárcel, se ponen bellas, terribles. Como diría Rimbaud:

… “en un golpe de arco… la sinfonía desarrolla su movimiento, en las profundidades.”

 

“Busca tu alma”, leo en la Carta del Vidente: “Mírala bien, tócala, cultívala.” ¿Sólo los poetas, o todos hemos sido invitados a esta fiesta de búsqueda? Se requiere coraje y fe para mirar hacia adentro, hacia lo desconocido. Se necesita espíritu, hay que calzar las botas del explorador para recorrer los caminos de nuestro proyecto de ser, algunos bastante transitados. Otros hay que inventarlos.

Es necesario “ser vidente, hacerse vidente”, pues “sólo aquél que transforma su mirada y su corazón se encuentra a sí mismo en premio a haber cultivado su alma.”

Mientras somos únicamente espectadores del curso de las cosas, la existencia nos trae de aquí para allá, nos zarandea, nos empuja y detiene. ¿Me gusta ser llevada así, sin oponer resistencia, o prefiero rebelarme, intentar transgredir la ley de la inercia, para que no sean los valores impuestos desde afuera los que determinen mi existencia?

Si no salvamos nuestras palabras del naufragio, ¿quién lo hará? Los hombres viven en el mundo creado por su propio lenguaje. Cuando este se empobrece todo aparece descolorido, muerto. La sociedad se desmorona desde los cimientos hasta el friso. Se propaga la farsa, la mediocridad. Si dejamos de amar lo que nos es más ínsito, más nuestro,  entonces dejamos de amarnos a nosotros mismos y a los demás.

Es inteligente observar, fluir con los cambios como un barco de vela que aprovecha el viento a su favor. Se esperan las corrientes propicias, aunque no se puede aceptar que sean otros los que conduzcan nuestra nave, cuando no nos gusta el mapa que usan ni confiamos en su brújula. Y no podemos confiar en la gente que no ama el lenguaje.

La poesía extrae a las frases de sus caminerías de costumbre. Los poemas que rescatan a las palabras de la tiranía de los usos y significados establecidos, inventando  “formas nuevas”, celebran el ritual de una relación simultánea entre pensamiento y sentimiento. Son poemas de vocación perdurable. Estrenan sus ritmos avasallantes, enloquecen la sintaxis y van más allá, mucho más allá, en una “terrible celeridad de la perfección de las formas”, abriéndose en una “fecundidad del espíritu”, hacia “la inmensidad del universo.” Fragmento de la Carta del Vidente, de Rimbaud)

En la Alquimia del Verbo, Rimbaud escribe sus conocidos y luminosos versos:

 

«Inventé el color de las vocales!… Ordené la forma y el movimiento y me jactaba de haber inventado, mediante ritmos instintivos, un verbo poético accesible, un día u otro, a todos los sentidos.»

Nos fusionamos unos a los otros gracias a las frases, cuando quedamos metidos en los ritmos que entran por nuestros sentidos. Con sus cadencias, sus asperezas o suavidades; entran por los ojos de la mente, con sus matices y claroscuros; las frases son saladas, picantes, ácidas, amargas o dulces. Ellas tienen su aroma peculiar, su perfume.

Rimbaud se enorgullece de haber inventado “mediante ritmos instintivos”, un verbo poético accesible a los sentidos. Todo está en el ritmo, cada cosa tiene su ritmo: los planetas, las estaciones, la sociedad, los cuerpos, también la conversación y el poema. Las frases se forman a intervalos de inspiración y espiración, de graves y agudos. Cada palabra tiene su tiempo de silencio. Conforman el significado gracias al silencio: sonido-silencio, sonido-silencio, y así.

El silencio está formado de “cientos y cientos de instantes en  movimiento”, escribe Rainer M. Rilke. Instantes en los que se expresa lo dicho, que a veces significa tanto como lo no dicho. Todo, desde una frase amorosa hasta las que brotan de la indignación y el odio, está inmerso en el ritmo.

Crear un lenguaje que penetrará en los sentidos, es hablar de un verbo que seduzca el cuerpo con sus significados, a través de la forma, la movilísima forma. Un verdadero poema fija vértigos y significa algo distinto para cada uno. Escribe lo inexpresable con palabras plenas, desbordantes, que se salen del borde de las páginas a fuerza de significar.

En un golpe de arco, los versos se vierten en las intensidades del alma, en un in crescendo sostenido, y ya no pensamos en nada que no sea el poema. Estamos atrapados en el poema, no podemos librarnos de su influencia. Todo lo que no es el poema se desdibuja, pierde peso.

La poesía nos lleva al resplandor del lenguaje y la prisión se abre para asaltar la belleza del día sin proclama alguna, ni arma de fuego

Carmen Cristina Wolf

En Caracas

Fuente: «Vida  Escritura», libro de Carmen Cristina Wolf publicado en Amazon

*Jean Nicolas Arthur Rimbaud, poeta francés, nació el 20 de octubre de 1854 y falleció en 1891 en Marsella. Su obra publicada: Una temporada en el infierno, Cartas del vidente,  El barco ebrio, Iluminaciones, Poesías, Mi vida bohemia. En octubre de 2016, Ediciones Atalanta,toda la obra literaria del poeta en francés con traducción al español.

#carmencristinawolf

#arthurrimbaud

Carmen Cristina Wolf nació en Caracas. Poeta, ensayista, gestora cultural, correctora profesional de textos literarios, académicos y corporativos. @carmencristinawolf en Instagram. @literaturayvida en Twitter.

 

Comparte esto:

BEATRIZ GARCÍA NARANJO: SELECCIÓN DE POEMAS

Beatriz Alicia García

UN HONDO SILENCIO

A veces

la vida parece

un hondo silencio

abriéndose

tomando

algo roto

que sin encontrar lugar

sangraba

 

INTEMPERIE

Cuando todo parece

trastocarse

trastocarnos

 

Cuando todo se derrumba

y cadáveres

se vuelven estadística

 

El camino a salvo

es adentro

 

Donde respira

lo amado

 

Donde late

la vida

 

PUERTAS

Comienzos

Finales

Infinitas

posibilidades

¿Las tomas?

¿Las dejas?

 

Y ¿el alma?

Ante cada puerta

se detiene

duda

sigue adelante

se devuelve

confía

desconfía

se entrega

se lanza a la aventura

encuentra

rincones de permanencia

se extravía

encuentra

trampas

trancas

nuevas experiencias.

 

Y ¿el cuerpo?

Se abre

se cierra

percibe

siente

disfruta

palpa

se aísla

se une

palpita

 

Puertas

 

abiertas

cerradas

Infinitas

posibilidades

 

¿Vas a seguir

al conejo, Alicia,

o te quedas

en el jardín?

 

LUGARES DONDE UNO NO VUELVE

Hay lugares donde uno no vuelve

puertas que el tiempo cierra

espacios que el tiempo borra

pero no del todo…

 

La memoria

tan humana

los talla en algún rincón nuestro.

 

Vivir es dejar atrás

ningún día se repite

ningún amor

ningún anhelo.

 

Hasta que llegue el olvido

la puerta

que cierra todas las puertas.

LABERINTO

Juego a perderme

en el laberinto de tu deseo,

abro puertas

sin fin,

cada vez,

el jardín se abre

para jugar,

cada vez

que te conectas

el gozo se abre,

cada vez,

el anhelo es promesa renovada.

 

POESÍA

Puerta abierta

baúl sonoro

que se abre

y vuela

aún en medio

de tempestades

pestes

y miserias

 

Poesía

te sumerges

en profundidades

insondables

oscuras

entregando luz

 

Poesía

corazón abierto

que respiras

entregándote

cuerpo que late

viajando por las venas

de lo humano

por los caminos del amor

y del sueño

 

Poesía

voz amamantada

en el silencio

fraguada en la soledad

que sin embargo

vienes de multitudes

que te han hecho

y que te harán

mientras el alma del poema

perviva.

(Los poemas pertenecen al libro inédito “La vida sigue”)

Beatriz García.
Poeta, ensayista y profesora. Egresada de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, Magíster en Literatura Venezolana de la misma casa de estudios. Ha publicado los siguientes títulos: «Matarilerilerón» (poesía para niños, El Pez Soluble, 1999); «Acto de fe» (La Liebre Libre, 2000); «Lugares olvidados» (Antología poética, Monte Ávila Editores, 2007); «Música de fondo» (Sultana del Lago, 2019).
Actualmente se desempeña como coordinadora de talleres de redacción y literatura presenciales y en línea. Así también, se desempeña como asesora literaria, correctora y editora de textos.

 

Comparte esto:

HEBE MUÑOZ: SELECCIÓN DE POEMAS

Uno de mis pasatiempos favoritos es mirar el mundo
escudriñar los corazones
tratando de entender
el cambio que el pasar del tiempo imprime en las miradas

Observo con detenimiento a las personas
sentadas en el tren
en el café
en los bancos de plaza
que caminan

Sucumbo ante la embriaguez de ciertas nostalgias que traspasan los párpados
de ciertas durezas en el gesto del rostro
de algunos hombros encorvados
del espíritu grave de «la gravedad»

Suelo inventar historias y cruzar destinos

Puedo así permitir que suceda

que ella ría de nuevo
que él la ame
que tengan hijos
que se encuentren y se conozcan en todas sus dimensiones
que se perdonen
que ella le hable
que él la escuche
que ellos vuelvan a ser o a estar
que ellos vayan a donde quieran
que ella grite
que él la sostenga

Otras historias
en cambio
son una suma de instantes vacíos blancos
de verdadero miedo
de sudor frío desde la sien hasta el infinito
absurdos como todo terror

Es allí donde se manifiesta
el poder de tu sonrisa sobre mí
devolviéndome todos los colores que se me van gastando
mientras
observo el mundo

Vivo esta vida
invento historias
escribo poesia
entretejo destinos

&   &   &

YA SABES

Me encontrará intacta

el amor

que de tus caricias
las manos volaron
alrededor de mis campanas

Me besarán los pies

tus labios

viandantes del tiempo antaño

 

huellas del regreso cotidiano

Me serás
por bien amado
en el relampago de la tristeza
rompiendo la lluvia de todos los tiempos

Me observarán
de cerca
tus pensamientos inquietos
que por hogar han escogido

los valles

después de las colinas

de mis ojos

Ya sabes
todo pasa

Cuando lo que queda
es la copa
cuando el vino nuevo rebosa
cuando el cuerpo se recuesta
cuando es el viento el que roza

ya sabes
todo pasa

menos tú

 

Ya lo sabes
más nada me importa

porque todo

 

lo que queda

lo que pausa

lo que marca con fuego

 

es sola y únicamente

 

lo que de ti se trata

©hebemunoz

 

Hebe Muñoz . Nacida en Pto. Cabello, Venezuela, reside actualmente en Italia. Es hija, madre, hermana, esposa, amiga, enseñante de idiomas, empleada administrativa, y poeta italo-venezolana. Ha publicado los poemarios bilingües: (it-esp) PEGASA, Renacida de las aguas (Editorial Feltrinelli. 2014), presentado en el Festival Internacional del Libro BookCity de Milàn, Italia-Sala Khaled al-Saad, MUDEC Museo de las Cuklturas. 2016; ESCUDEROS de la Libertad (Editorial Feltrinelli 2018) presentado con lectura pública en el marco del evento “Venezuela” del Festival Internacional de Poesía de Génova y EXILIADOS, historia de la diáspora venezolana en Italia (Editorial Mondadori. Crowfounding. 2019. En colaboraciòn con la fotógrafa Irene Nasoni. Edición en italiano) Ha participado como poeta invitada en diversas antologías poéticas internacionales de caracter artistico y como proyectos humanitarios, así como también, en distintos Festivales internacionales y Jamming poéticos, en vivo y on line. En el 2021, Hebe Muñoz es invitada a participar con sus composiciones en un maratón poético on line junto a varios poetas italianos. En el evento «Pesaggi dell’anima» (Paisajes del alma), organizado por  el Departamento de Cultura del Comune de Caltanissetta. Sicilia. Italia. El 30 de Mayo, ARCADIA CENTRO DE ARTES, la invita a un encuentro online (https://youtu.be/znDtj-O8HS8) : Encuentro con la Poesía de Hebe Munoz. Septiembre 2021, «El jurado de la IV Edizione del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Montegrotto Terme 2021, Italia, despuès de un acurado anílisis de las obras recibidas, hace publico su veredicto concluyente : Obra Ganadora del ventiunésimo Trofeo Mujer: «Estoy hecha de tiempo». Septiembre 2021. Hebe Munoz  es parte de la antología poética «Hacedoras», recopilación de voces poéticas venezolanas femeninas. Editorial Lector Cómplice. Editora: Les Quintero y Graciela Bonnet. Noviembre 2021: Una etrofa de su poesía EBBENE (Y BIEN) es seleccionada como vencedora de la iniciativa «Una poesía contra la violenza contra donne 2020» iniciativa prevista para la semana dedicada a la lucha contra la violencia hacia la mujer, organizada por la Alcadía de Fiesole, Florencia, Italia. 2021. La frase poética de Hebe Munoz quedará escrita en tres Bancas Rojas (símbolo de esta lucha) situadas en : Los Jardines públicos en Via Polifemo a Compiobbi, la Plaza Mezzadri a Caldine y en los Jardines públicos de Borgunto (“Campone”).  Enero 2022: El Círculo de Escritores de Venezuela ha resuelto designarla, Miembro Correspondiente de esta Asociación.

Publica en su blog y en su Pagina Facebook IMPRESSIONI E CERTEZZE, en italiano y en español: www.hebemunoz.com

 

 

 

 

 

 

Comparte esto:

JERÓNIMO ALAYÓN Y LA COMUNICACIÓN ASERTIVA

 

«Cuando un mensaje evidencie una «emisión de significados» fonética, gramatical y semánticamente adecuada, una precisa «intención» paralingüística y un acierto en sus «efectos» persuasivos, propiciará una pertinente cooperación conversacional entre hablante y oyente, y se puede asegurar, desde la pragmalingüística, que se tratará de un acto de habla performativo-asertivo cabalmente logrado.»


El carácter performativo de la comunicación asertiva

Los actos de habla asertivos son performativos, no constatativos. En la aserción comunicacional el enunciador valora el significado, fuerza y efecto del enunciado más que su constatación de veracidad/falsedad. En consecuencia, hablante y oyente han de cooperar, en términos de Grice, para inferir la intención informativa/comunicativa del discurso asertivo. Como se echará de ver, estamos haciendo una aproximación pragmalingüística al habla asertiva.

En 1962 se publicaron póstumamente, bajo el título How to Do Things with Words, las conferencias que John Austin había leído en 1955 en la Universidad de Harvard. En aquellas, su autor buscó comprender el lenguaje no en tanto que expresión o verificación de significados (decir algo), sino en cuanto realización de una acción (hacer algo). Era evidente que el filósofo británico estaba reaccionando contra una larga tradición que concebía el habla como enunciación verificativa. Piénsese, por ejemplo, en el episodio del papel y la tiza de Heidegger en La pregunta por la cosa, libro que si bien Austin no alcanzó a leer, ilustra el enfoque del cual se desmarcaba.

En aquellas conferencias, Austin desarrolló la noción de «actos de habla» para subrayar el carácter actuante del lenguaje, y ya en la primera lección concibió dos tipos: los «constatativos», en los que el receptor constata la veracidad del enunciado, y los «performativos», aquellos en que se realiza una acción sin que el oyente verifique la verdad del mensaje. Estos se dividen en tres: locutivos, ilocutivos y perlocutivos, todos de capital importancia en la aserción comunicacional.

Los actos de habla locutivos se corresponden con la locución conversacional, es decir, con la enunciación oral del mensaje, y suponen, a su vez, tres acciones o tipos de emisiones de cadenas: de fonemas o sonidos (nivel fónico), de lexías o palabras (nivel morfosintáctico) y de semas o significados (nivel léxico-semántico). Constituyen la base de todo enunciado asertivo, pues sin una adecuada construcción en los niveles ya mencionados, no es posible cumplir el principio de cooperación ni lograr la aserción comunicacional. Están asociados a los verbos decirpronunciarexplicar, etc.

Si la enunciación oral, por ejemplo, adolece de fallas en la fonética, aquella se traduce en yerros de dicción que dificultan su decodificación. Si los gazapos son de tipo gramatical, se afecta la cohesión del discurso, lo que disminuye la comprensión de este. Si los problemas están en el orden semántico, queda comprometida la coherencia y la semiosis del mensaje, todo lo cual merma considerablemente la capacidad de aserción comunicacional. Un enunciado comienza a ser asertivo cuando su locución es precisa.

Los actos de habla ilocutivos se realizan «al decir algo» y se corresponden con el modo o «intención» con que se dice. Tratándose de emisiones orales, atañen a la enunciación más propiamente y a su fuerza intencional. Así pues, la manera como se enuncia un mensaje (volumen, ritmo, tono, etc.) implica una intencionalidad que el oyente debe inferir, si el hablante la ha comunicado a aquel, tácita o explícitamente, con la propiedad del caso. Están vinculados a los verbos informarordenaraseguraradvertir comprometerse, etc.

Si un mensaje está adecuadamente construido como acto de habla locutivo, pero ilocutivamente carece de la intención necesaria —porque el volumen, el ritmo, el tono, las pausas o cualquier otro rasgo paralingüístico no esté pertinentemente codificado—, pierde la fuerza intencional y con ella el valor asertivo, pues esta es el segundo elemento esencial a una afinada aserción comunicacional. Una enunciación asertiva debe tener claridad intencional.

Los actos de habla perlocutivos se realizan «por haber dicho algo» y se corresponden con los «efectos» del decir. Guardan relación con el valor persuasivo (retórico) del discurso. Atañen al enunciado y su estructura argumental, por lo que podría decirse que se trata de lenguaje actuante que produce acción, el nivel más performativo de la enunciación. Se relaciona con verbos como persuadirconvencerdisuadirsorprender, etc.

Cuando un mensaje evidencie una «emisión de significados» fonética, gramatical y semánticamente adecuada, una precisa «intención» paralingüística y un acierto en sus «efectos» persuasivos, propiciará una pertinente cooperación conversacional entre hablante y oyente, y se puede asegurar, desde la pragmalingüística, que se tratará de un acto de habla performativo-asertivo cabalmente logrado.

Ahora bien, ¿qué significa exactamente «una pertinente cooperación conversacional»? Implica, en términos de las máximas conversacionales de Grice, que la cantidad de información manejada está ajustada, que esta no se falsea, que los hablantes consiguen inferir/contextualizar la intención informativa/comunicacional de su interlocutor y que el intercambio comunicacional se lleva a cabo en la mayor claridad posible. Todo, en su conjunto, hace, en resumidas cuentas, que los dialogantes expresen sus derechos y necesidades en libertad, con respeto y sin perder de vista su contexto.

La comunicación asertiva implica una profunda valoración de los rasgos performativos de los actos de habla, lo que supone asegurar el significado, fuerza y efecto de aquellos. Los hablantes no asertivos, por el contrario, prestan más atención a los aspectos constatativos del habla: no se preocupan tanto por el carácter actuante del lenguaje como por su validez en términos de verdad/falsedad, con lo cual suelen partir de la creencia de que los otros intentan falsear sus enunciados. En consecuencia, se sienten amenazados y en la obligación no de expresar respetuosa y firmemente sus derechos y necesidades, sino de protegerlos/defenderlos, pasiva o agresivamente.

En conclusión, el carácter performativo de los actos de habla asertivos exige que tanto el enunciador como el enunciatario cooperen no solo en la dinámica dialógica del intercambio conversacional, sino en la mutua construcción de un hablante asertivo. No hay emisor asertivo sin receptor asertivo, y viceversa. La aserción comunicacional pide dialogizar contenidos humanos, existenciales, más que solo conceptuales, esto es, poner en sintaxis la libertad y la responsabilidad.

© Jerónimo Alayón

Fuente: El Nacional
Alayón, Jerónimo. «El carácter performativo de la comunicación asertiva». El Nacional. 7 de octubre de 2022.

Comparte esto:

JOSÉ PULIDO: SELECCIÓN DE POEMAS

José Pulido (Villa de Cura, Aragua, Venezuela, 1945)

 

Antigua declaración de amor

Mi corazón nunca será tan amplio y transparente
Como la sensación de espacio donde caben los cerros
Con lunas, tunas, galaxias, almendrones, mercados persas, ferias quirománticas,
Escuelas y hospitales, calles de Nueva York, mangas de coleo,
Valles de proponer trigales y aceitunas
Pero al pensar que estoy en tu presencia
Lo inundas invocando verdolaga,
Jacintos de agua, margaritas libres desaforadas hadas,
Rebelión de grillos
Fresco pasto sobado por el aire que usaron los rosales
Y es probable que me sobrevuelen
Hasta amasar fortuna en mi diabetes
Mariposas de sangre revoloteando alegres
Y mi pasión se acerque en su caballo para beberse tu expresión de arroyo

 

Lo que mi madre quería

A mi madre le bastaba una taza de café
para mantenerse activa en el sueño y la verdad
creo que podía estar un año sin morirse ni entristecerse con apenas tener una taza de café en su mano derecha pequeña y delicada a duras penas

Pero jamás sabré a ciencia cierta qué preferían sus gustos ancestrales
resguardados como joyas en su particular espíritu
que se intuía como una racha antiquísima de vapores vegetales

Ella solo hacía cosas para los demás hervidos,
frituras, dulces de lechosa, de cabello de ángel, guarapos de llantén, emplastos de sábila
remedios para el asma y para el pasmo

Su jardín era una posesión tan adorada que sembraba sin parar hasta preguntarse a veces qué mata será esta

Sé que le encantaba vivir
aunque casi nunca la vi celebrar algo porque trabajaba sin horario
y se dedicó a morir lentamente a los 94 años de edad aferrada a un enorme corazón
hinchado de bondades y por la picada de un insecto
que la conoció en su juventud y no resistió la tentación

Vi un tigre entre el monte
desde la ventanilla
estaba echado en la hojarasca
y me miró a su vez

Eso que he visto

unos amigos molestos y ofendidos
me dijeron que aquí no hay tigres
Si el tigre parlamenta en su milenario idioma
contará que me ha visto en una ventanilla
y es seguro que los tigres le responderán:
las mujeres dicen que no hay hombres
Le conté a mis amigas que vi un tigre
preguntaron ofendidas y molestas
¿cómo sabes que no es una tigra?

Fui al oftalmólogo para que me viera
y terminó temblando como un conejo

(Poemas del libro «Poesía y lecturas de poesía», Editorial Ítaca 2021, Editores: Eziongeber Álvarez y Milagros Mata-Gil

José Pulido. Poeta, escritor y periodista venezolano, nació en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. Actualmente vive en Génova, ciudad de Italia. Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996.

En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.
Obtuvo el segundo premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.

BIBLIOGRAFÍA

Poesía:
Esto, García Hijos, editores. 1971.
Paralelo Lelo, García Hijos, editores. 1971.
Los Poseídos, Ediciones Pavilo. 1999.
Peregrino de vidrieras. Ediciones Pavilo. 2001.
Duermevela. Ediciones Pavilo. 2004. Los espacios del adiós y otros poemas, Editorial Ítaca

Es coautor de los poemarios: Linajes. 1994. Vecindario. 1994. Cortejos. 1995. Invocaciones, 1996, editados por Ediciones Pavilo.

«Poesía y lecturas de poesía», Editorial Ítaca 2021, Editores: Eziongeber Álvarez y Milagros Mata-Gil

Narrativa:
«Muro de confesiones», entrevistas. Ediciones Academia de la Historia. 1985.
«Pelo Blanco», novela, Editorial Planeta. 1987.
«Una mazurkita en La Mayor», novela, Premio Otero Silva, de Planeta, 1989.
«Vuelve al lugar que se te ha señalado», cuentos. Ediciones Contraloría General de la República.
Un cuento de este libro fue publicado en Narrativa venezolana attuale, Bulzoni Editore, Roma) (1995) (Consiglio Nazionale delle ricerche). A cura di Judit Gerendas e José Balza. Ulzoni Editore-Roma. 1995.
«Los Mágicos», novela, Monte Ávila. 1999.
«La canción del ciempiés», novela, Editorial Alfadil. 2004.
«La sal de la tierra», entrevistas, Banco Central de Venezuela, 2004.
«El bululú de las Ninfas», novela, Editorial Alfa, Colección Orinoco, 2007.
«Dudamel, la sinfonía del barrio», biografía, Libros de El Nacional. 2011.
«El requetemuerto», novela, Ediciones B. 2012.
«Los héroes son villanos tímidos», cuentos, 2013 Otero Ediciones.
Forma parte de la Antología en homenaje a Miguel de Unamuno, XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca 2012
«Luis Domínguez Salazar: El pintor de los misterios», biografía. 2013.
«Ponzoña de paisaje», novela. 2015, Editorial Negro sobre Blanco.
Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Antología en homenaje a las universidades de Salamanca y San Marcos de Lima, y a los poetas Diego de Torres Villarroel y Alejandro Romualdo) Salamanca 2018.
Invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova en 2018.
Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas desde hace más de treinta años en Serie José Pulido pregunta.

Biografía cortesía de © Escritores.org

#Josepulido

#EditorialItaca

Editora: #carmencristinawolf @carmencristinawolf en Instagram @literaturayvida Twitter

Comparte esto:

POEMA DE GISELA CAPPELLIN

Gisela Cappellin, escritora Caracas 26-10-2010 (Foto Manuel Sardá  El Nacional)

 

TRÍA

He aprendido a querer a las tres; vivo con ellas.

 

Una incita la vida, establece la casa, recorre el mundo;

atiende un empleo, riega las plantas y ayuda al prójimo.

 

La otra engendra gozo, se deleita con el cuerpo y con la mente;

disfruta las caricias, los aromas, la música,

el cine, la lectura y el ingenio.

 

La tercera recuerda, vacila, sufre;

a veces, en silencio, se inquieta y se desvela.

 

Una tiene las manos ocupadas;

la otra, una sonrisa en la boca;

la secreta trasiega un llanto entre el corazón y el alma.

 

Una es madeja, vínculo, sucesión;

la otra, eslabón, trozo, segmento;

la recóndita: cieno, grumo, unto.

 

Una es hueso,

la otra, piel;

la que está oculta, sangre.

 

Al escribir, como un prisma, enlazo las tres, inmaculadas.

 

 Gisela Cappellin (Caracas, 1959). Educadora, poeta, narradora y editora. Cursó estudios de Educación en la Universidad Metropolitana y de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello. Se ha dedicado profesionalmente a la Educación Pre-escolar.  En 1983 funda el Centro Infantil Vizcaya, institución educativa que desde entonces dirige. Ha publicado: Roraima: cuaderno de viaje (2005); en Poesía: Sicalipsis (2007), Poemitas. Palabras de estimulación sensorial (2016). En narrativa: La cena (2009), Primavera en Berlín (2010),  Espacios privados (2013), Lunas compartidas (2021).  En su sello editorial Gisela Cappellin Ediciones  ha publicado a importantes autores venezolanos como la reconocida poeta y editora Carmen Verde Arocha con su libro de poesía Canción gótica (2018), al productor musical, cronista escénico y libretista Federico Pacanins con sus  Haikus caraqueños (2019), y a la poeta María Dolores Ara y la diseñadora gráfica Elena Terife con  un libro titulado Recetas infalibles para sufrir con propiedad (2020).

 

giselacappellinedic@gmail.com

@giselacappellinediciones

https://giselacappellin.wordpress.com/

 

 

Comparte esto: