El tiempo y su legado

Por Ernesto Marrero Ramírez

Prefacio del libro «El tiempo y su legado»

Resulta difícil hablar de poesía con sentido en estos tiempos cuando lo cerebral ha suplantado a lo afectivo, elementos que antes solían caminar de la mano. Y en muchos casos el erotismo, en su forma más grotesca, llegó para sustituir al amor, que ahora se percibe cursi y pasado de moda. Recuerdo que una vez estuve en un taller dictado por una reconocida poeta y escribí unos versos en tono romántico, donde hablaba de las cualidades de una mujer y del sentimiento profundo que despertaba en mi persona, a lo que me respondió que ella no pensaba que pudiera existir ese tipo de relación sentimental en estos días, que ya la época del romanticismo había quedado atrás. Además, me dijo que le hubiese gustado escuchar la palabra pene dentro del poema, para que alcanzara la fuerza suficiente. También me llega a la memoria una anécdota que me comentó un colega escritor, quien había ganado un concurso de cuentos. Al respecto me comentó: “Te confieso que yo mismo no entiendo lo que escribí, pero al jurado le gustó”. En otro taller de poesía un profesor comenzó a leer unos poemas muy abstractos, tanto así que cuando finalizaba cada composición los participantes nos veíamos las caras para tratar de encontrar a alguien que lo hubiese entendido, pero solo reinaba un silencio sepulcral y una profunda incertidumbre ante la posible interpretación que daría el profesor. Ante mi crítica por ese vacío tan hondo que dejaban esos poemas y la comparación con otros autores, que argumenté diciendo que dejaban muchos mensajes, reflexiones y planteamientos serios de tipo social, me respondió de manera tajante: “la poesía no está hecha para entenderse”.

No cabe duda que los casos relatados anteriormente provienen de la llamada posmodernidad, o como la llamaría Lipovetsky: la época de la hipermodernidad, la cual nos ha conducido a un callejón sin salida, a una escalera sin peldaños. Estamos viviendo una crisis de valores morales y un hondo vacío que parece no tener salida. Entiendo que con esta corriente hayan muerto los grandes relatos[1], como decía Lyotard, esos elefantes blancos que prometían panaceas cuando en realidad eran utopías. También parece importante que se permita el respeto a las minorías, a los diferentes géneros, y que haya surgido el multiculturalismo como un camino hacia la igualdad, pero no podemos llegar a caer en la frivolidad o en la insensatez y hundirnos en una crónica indiferencia que nos mantenga adormecidos.

John Cage, el compositor estadounidense, creó una sonata en tres tiempos llamada 4’33’’ (cuatro minutos, treinta y tres segundos), la cual es un caso digno de análisis. Para ejecutarla el pianista se sienta frente a un piano que posee un reloj, levanta su mano como si fuera a tocarlo pero se queda inmóvil y, por este tiempo, guarda silencio, luego se para, agradece al público y se retira. ¿Esto es arte?, pues en esta época posmoderna, sí. ¿Qué diría Vivaldi, Schubert o Bach al respecto?, pues sería interesante imaginarlo. La obra de Félix Gonzales Torres llamada La perfección del amor, son dos relojes colgados en la pared que comienzan a la misma hora, luego, con el transcurrir del tiempo, se desincronizan y cada uno marca su propia hora, lo que para el autor simboliza el comportamiento del amor en las parejas. La obra Jaula con aves, de León Ferrari, consiste en una jaula con aves en su interior que defecan sobre unas imágenes del juicio final. Pero nada es tan abyecto como el performance, o body art, llamado Indiferencia, que realiza el artista colombiano Fernando Pertuz, quien defeca ante el público, en una galería de arte, y luego procede a untar las heces en un pan y se lo come con solemnidad. Recientemente un adolescente que visitaba, junto a unos amigos, el Museo de Arte Moderno de San Francisco (EEUU) tuvo la ingeniosa idea de dejar unos lentes tirados en el suelo para ver cuál sería la reacción de los asistentes, en efecto, al cabo de un rato, estaba rodeado de personas contemplando la profundidad de esta obra vanguardista, mientras que otros la fotografiaban con entusiasmo.

Bueno, en razón de lo expuesto, resulta de interés la idea del arte conceptual, y me parece loable el poder romper con viejos y rigurosos patrones que coartaban parte de nuestra expresión y alcanzar el libre despliegue de la personalidad íntima, pero tampoco se puede rayar en el sinsentido absurdo, en lo ascoso, en la frivolidad o simplemente en el espectáculo.

Con Nietzsche muere Dios, pero más que Dios muere la razón de la ilustración. La moral del individuo y la verdad son controladas por la voluntad de poder, como lo demostraron Hitler, Stalin o Mao Tse-tung. El manejo del discurso para manipular masas, se manifiesta en su esplendor con Joseph Goebbels, el secretario de propaganda del partido Nazi, quien llegó a decir, de forma contundente, que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. A partir de este axioma, la mentira práctica y el adoctrinamiento de las masas, han causado muchos estragos sobre todo bajo la sombra de los regímenes totalitarios. A partir de Nietzsche toda verdad comienza a ser relativa y con esto muere la moral y se reemplazan los valores por aspectos prácticos que beneficien intereses particulares y no a la sociedad como tal. Lo no-racional se convierte en un arte expresivo, surge el psicoanálisis y el inconsciente comienza a ser un objeto de estudio.

No obstante, a la importancia de lo antes señalado, la razón y las fuerzas oscuras del inconsciente deben complementarse para que exista un mundo equilibrado. Muchos han hecho del arte una expresión de lo no-racional, de lo incoherente o del sinsentido, y aunque esto es también reflejo de la condición humana, si no se acompaña de una dosis de racionalidad podemos hundirnos en un foso muy oscuro que nos aparte del sentido del vivir. Si revisamos la mitología griega observamos que al principio todo era el Caos y luego apareció el Cosmos para establecer el orden: Ordo ab Chao.

Aunque es bueno permitirles a las fuerzas dionisíacas –lo instintivo– que salgan y se expresen, como proponía Nietszche, también las fuerzas apolíneas –las de la razón– deben estar presentes. Las emociones desnudas deben revestirse con los ropajes de la razón, este equilibrio es el que permite sostener a las sociedades, a las familias, al mundo. Todo Mr. Hyde debe tener a su doctor Jekyll y todo Hulk a su doctor Banner.

Cuando los Titanes gobernaban la Tierra prevalecían las fuerzas inconscientes, la naturaleza pura, en su esencia más primitiva, luego los dioses olímpicos los derrocaron, en una gran guerra llamada la Titanomaquia, y establecieron una armonía entre las energías más primitivas y básicas con las más sutiles y elevadas.

Para Nietzsche la verdad es determinada por la voluntad de poder –el que domina puede establecer su propia verdad– y para el posmodernismo la verdad la determina el discurso, o sea que todo es producto del lenguaje. ¿Pero no es cierto que existía una realidad antes de que naciera el ser humano, antes de que se creara el lenguaje? Y aunque el lenguaje nos permita comprender o intentar comprender a la realidad, ella persistirá con o sin los seres humanos. Tal vez el mismo egotismo humano nos ha llevado a pensar que sin nosotros nada existiría, algo realmente absurdo.

Kant decía que el noumenoo cosa en sí, resulta incomprensible para el hombre, quien solo puede comprender el fenómeno, es decir, lo que percibe nuestros sentidos. Por eso hay que tener claro que más allá del fenómeno existe una realidad que siempre seguirá existiendo aunque nosotros no la comprendamos, por eso es importante entender los límites del “lenguaje” y no considerarlo como una especie de ente metafísico que moldea las realidades de la humanidad, tanto así que los posmodernos han llegado a afirmar que el hombre no es más que un cruce de discursos.

El lenguaje debe ser visto como un canal de comunicación que puede manifestar su belleza a través de las diversas figuras literarias, con el fin de crear un estilo comunicativo más original y depurado. Y más allá de la expresión estética, la poesía debe cultivar su fondo, su esencia. En mi poemario El jardín de la existencia propuse un estilo de poesía que inspirara nuestras vidas, que se valiera de metáforas, símiles, aliteraciones, anáforas, hipérboles, elipsis y alegorías, para transmitir mensajes, reflejar injusticias, aflorar sentimientos reprimidos, sanar heridas y realizar aportes a la sociedad, a nuestro tiempo histórico que tanto lo necesita[2].

La vida requiere de legados reflexivos, de propuestas que ayuden a encaminar los derroteros de la humanidad, ejemplos virtuosos que ensalcen el honor y la dignidad; necesita de escritores que trabajen de la mano con su tiempo histórico, de pensadores que esparzan sus ideas en el aire de la eternidad, para que otros tengan un modelo a seguir, porque así aprende el ser humano, con los ejemplos de los demás.

¿Qué sería de la humanidad sin un Gandhi, un Tolstoi, un Beethoven, un Sócrates, un Whitman, un Einstein, un Buda o un Jesucristo?, ¿sin el cincel de Miguel Ángel Buonarroti, el pincel de Rembrandt, los acordes de Mozart o la pluma de Dostoievski?De igual manera, sería imposible hablar de poesía en Venezuela sin mencionar a Andrés Bello, Pérez Bonalde, Andrés Eloy Blanco, Fernando Paz Castillo, Vicente Gerbasi, Eugenio Montejo o Rafael Cadenas. Así como imaginar el mundo de la prosa sin las recordadas letras de Mariano Picón Salas, Rómulo Gallegos, Pedro Emilio Coll, Cecilio Acosta, Fermín Toro, Manuel Díaz Rodríguez, Arturo Uslar Pietri, Mario Briceño Iragorry o Juan Liscano.

Como hemos visto, el hilo de la vida nos muestra ejemplos constructivos y benéficos, pero también nos enseña prototipos destructivos, legados del mal que dejaron una herida mortal, una brecha de oscuridad y atraso para el mundo: un Kim Jong-il, un Pol Pot, un Saddam Hussein, un Hitler, un Nerón, un Calígula o cualquiera de tantos dictadores que aplastaron, con su sangrienta bota, el futuro y el bienestar de sus pueblos, solo para satisfacer caprichos o con el maligno fin de perpetuarse en el poder. En estos extremos oscila el curso de la historia y es la responsabilidad de cada ser humano decidir en qué lado se colocará.

La vida es un corto sendero, y apenas comenzamos a comprender su rápida trayectoria empezamos a despedirnos. En ese camino se presentan muchas adversidades. Es una cuesta de supervivencia donde debemos aplicar nuestras mayores destrezas para sobrevivir, donde debemos decidir y sobre todo ser responsables de nuestras decisiones y comprometernos con nuestro momento histórico. Sartre decía que “…El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace[3].

El Tiempo y su Legado nace de esta responsabilidad, de aportar una reflexión ante un momento histórico, donde los sentimientos y la razón se vinculan para brindar, a través de la poesía, un llamado a la justicia, a la dignidad y al honor, donde la finitud de la existencia clama por un sentido de trascendencia y el amor sincero desea retoñar en los corazones resquebrajados o frívolos de tantas personas. Así como enfrentar un flagelo que siempre está latente para engañar y someter a las poblaciones posmodernas, aquellas que son arrastradas por la brisa seca de la indiferencia y el vacío torrente del hiperindividualismo: la tiranía y sus mentiras. Tal vez este libro no sea más que una gota de agua en el océano de la vida, en el inextricable mundo del pensamiento y la conciencia, pero como decía la Madre teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”.

En su libro La civilización del espectáculo, comentó el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa: “[…] creo que la literatura debe comprometerse con los problemas de su tiempo y el escritor escribir con la convicción de que escribiendo puede ayudar a los demás a ser más libres, sensible y lúcidos”[4]. Por eso el acto de escribir no puede convertirse en un acto banal, en un simple juego de palabras que buscan darse sentido a sí mismas. Escribir es rescatar los valores de una sociedad, combatir sus vicios y romper paradigmas. En una oportunidad escribí que el escritor debe equiparse de un martillo y un afilado cincel para poder derrumbar las paredes que conforman los paradigmas sociales.

Esta es la intención fundamental del presente poemario: mover las fibras más íntimas de cada lector y que broten nuevos derroteros que lo conduzcan a la libertad de pensamiento, a la virtud y a la formación de sociedades más conscientes, donde pueda reinar la tolerancia, la convivencia armónica, el respeto a la naturaleza y finalmente la paz. No obstante, queda claro que esto es solo una intención, porque una cosa es lo que quiera transmitir el poeta y otra la que se logra comunicar, porque la poesía no puede limitarse a cerrados espacios, ella es un ave de vuelo alto, es como un organismo mutante que siempre cambia para conectarse con la interioridad de cada lector y despertar sus mundos secretos. Así lo aclaró el poeta Octavio Paz en su momento: “Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro[5].

[1]La posmodernidad se caracteriza por el abandono de los grandes relatos o metarrelatos, esas supuestas panaceas del pensamiento que terminaron por convertirse en utopías. Lyotard se dedica a estudiar específicamente cuatro grandes relatos que influyeron de sobremanera en la historia: el cristianismo, el capitalismo, el iluminismo y el marxismo.

[2]Cfr. Marrero Ramírez, Ernesto. El jardín de la existencia, Caracas: Quirón Ediciones, 2014, p. 14

[3]Sartre, Jean-Paul. El existencialismo es un humanismo. Barcelona: Edhasa, 2009, p. 43

[4]Vargas Llosa, Mario. La civilización del espectáculo. Lima: Editorial Alfaguara, 2013. p. 33

[5]Paz, Octavio. http://www.proverbia.net/citasautor.asp?autor=743

#ernestomarreroramirez

1 comentario

  1. Hermano reciba Ud. Un cordial y afectuoso saludo de su hermano, amigo y eterno compañero de los caminos de las inexplicables respuestas a las preguntas de la vida, excelentes reflexiones y producciones de dialécticas que en raras ocasiones nos dan una síntesis, aún así hermano querido lo felicito, un fuerte abrazo, Que Dios ilumine y bendiga tu existencia…iii

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