Alfredo Silva Estrada y su poesía. La transmutación para que algo se ilumine

Ensayo de Magaly Salazar Sanabria, leído en el  Homenaje en Memoria del escritor venezolano Alfredo Silva Estrada, realizado el 29 de abril en la Sala Cabrujas de Cultura Chacao

Alfredo Silva Estrada y su poesía. La transmutación para que algo se ilumine

Por Magaly Salazar Sanabria

Alrededor de un poeta con Mayúscula se reunían varios aspirantes   en las tardes  del Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos”. Elegante, encantador, sabio, amigo, digno, son sólo cinco palabras para describir al caballero de la voz iluminada. Mientras tanto, el tiempo se situaba en 1978. Unos se llamaban talleristas, él Alfredo Silva Estrada, poeta de resonancias filosóficas, creador de un ritmo de  sensualidad que traza en el espacio transmutado y en el tiempo,  un estilo definido y reverberante que acude a los llamamientos del espíritu. Aquel Señor poeta dijo alguna vez a la escritora Chefi Borzacchini, cuando lo entrevistaba para producir el libro Acercamientos a Alfredo Silva Estrada: “La dignidad no es un cliché, es un sentir. Seguiré siendo digno de compartir, digno de escribir. Seguiré siendo digno de ser un poeta”

Esas palabras que dijo muchos años después, se adelantaban y rebotaban como un eco entre los alumnos del Taller de Poesía, en el cual, Alfredo fungía de Director, de mago, de cantante, y sobre todo de lúcido iluminador. Desde entonces, la figura de Alfredo,  colocaba en el tapete  poemas de artistas nacionales  o extranjeros, textos relevantes de aquí o de allá y de los menesteres de los oficiantes. Se hablaba, se discutía, se aprendía de las sugerencias. Se gozaba de las confidencias creativas y se atemperaba uno que otro desaguisado entre los cofrades que en pequeño comité se llamaba Blanca Nieves y los Siete Enanos porque la compañía de Talleristas la conformaba siete hombres y una mujer. El Taller, como su casa, fue un lugar para la amistad y la celebración de la palabra poética. Allí se aprendió de la vida y del arte de “meditar lo sentido”.Y todos agradecen por siempre al Maestro.

El tiempo confirmaba que Alfredo es un poeta de manifestaciones vivaces, que alumbran la escritura como pavesas. Asumía criterios éticos, no sólo ante la vida sino  con respecto al lenguaje y por eso la lucidez  poética. Su voz adquiere múltiples reflejos que guardan un poder encantatorio. Un verso parece verse en el espejo de otro. Esta cualidad llena de vivacidad, de chispas a sus poemas.

En cuanto al acto creativo en sí mismo, el poeta  comprende el yo como la apertura y la evasión de una manifestación movida entre los polos de la creación embelesadora, sugerente, novedosa. Esta poesía tiene un espacio ilusorio que es el viaje para vulnerar los límites. La abstracción, entonces es síntesis de muchas lecturas concebibles que no se leen con la razón sino con el espíritu.

En el ensayo La palabra trasmutada, Silva Estrada acota: “poetizar, pues, nunca alejado de lo vivido, pero que nunca se conforma con instalarse pasivamente en este acopio. A partir y más allá de todas las vivencias, la poesía exige –el poeta se exige a sí mismo- una supervivencia, el lugar sorprendente del poema con estructura propia, que resista, hasta en sus vacilaciones y sus quiebres, todas las lecturas posibles”

Entretanto, Ludovico Silva decía refiriéndose al lenguaje poético de Silva Estrada: “Nada de hermético, ni oscuro” “ Silva Estrada realiza en cada poema un acto ritual. De ahí su pasión infinita por el verso muy trabajado, lleno de vocablos precisos. Silva Estrada es un amante de la perfección y cree más en la inteligencia creadora que en la simple intuición, aunque de la intuición  vengan siempre los atisbos de inteligencia”(p.121) Se cita:

“Meditar lo sentido/ Un orden una morada simple aun en el desgaste/ Hacerse una visión y a las manos nacidas al crear/ una efusión confiada al emerger de un mundo/ meditar lo sentido donde mana el origen ya dócil de la forma”

Para apuntalar lo afirmado por Ludovico Silva, se reconoce en la obra de Silva Estrada un proceso de trasmutación circular un verso atrae la sustancia de otros y a la vez, los convoca en un centro imantado que los va llenando de sentimientos y luces.

Si quien escribe se acoge a lo que afirmaba Reverdy que “en poesía nada vale ser dicho sino lo indecible”, se concluye que Silva Estrada es un poeta visionario porque convoca al lector a oir lo indecible, a ver lo que no se ha visto hasta ese momento. Esos vocablos precisos de los que habla Ludovico Silva son códigos cifrados, como flashes de alguna cámara indiscreta. A la oscuridad le sigue una llama reveladora. Eso es lo indecible descubierto.

Aquello que parece muro en Cercos es sonoridad, una expresión que busca contrapesos de volúmenes entre barrotes y algo tan delicado como los  estambres. “Espasmos de barrotes relevados por escoria de cactus/ hasta pedir rendidos un semblante de umbelas/ una demolición de felices estambres” Hay oposición al mundo. Observamos un desnivel, una encrespadura, una encrucijada que el poeta  pretende,“el remate siempre ausente” El poeta busca lo ilimitado. Se cita:

“Golpeo de nuevo el caos sobre la mesa del poema/ lo deletreo en alta voz/ lo ahueco /ahueco las manos que provocan la corriente para nombrarlo / no lo nombro/ el caos tiene un peso de fruto/ amaso su pulpa / todo un amasijo de vacío y silencio /caos sopesado/ musculosa espiral hasta en escuchar palpar laberinto instantáneo / sentir su sexo en este caos ahuecado y eréctil”

Asimismo, Arraiz Lucca escribe acerca de esta escritura: “Silva Estrada, fraguando cementos distintos, ha construido una obra de gran coherencia. Su poesía se nutre tanto de la observación disciplinada del filósofo como en un lirismo proclive al desamparo”.

También es importante señalar la cercanía de la poética de Silva Estrada con las artes. Por ejemplo, una obra suya titulada Lo nunca proyectado (1964) , se conformó a partir de la obra de Gego. Además, la música, imprime a su discurso estético formas abstractas. Su estancia en París lo vinculó a los artistas Héctor Poleo, Jesús Soto y otros que influyeron, “como cementos distintos” en su  poesía. Cuando se publica la serie de tres poemarios Transverbales (1967), se pone en evidencia el ludismo de la disposición de los versos que parecen constituir un juego de naipes. Pero es una reflexión cavilosa de esas pavesas  perceptivas con las que el poeta ha ido revelando el mundo. El poeta pretende entregar absolutos, como sensaciones del movimiento, el tiempo y el espacio. Esta experimentación guarda cierta vinculación, a nivel sonoro con piezas musicales experimentales del siglo XX. El poeta resguarda la voz interior, la subjetividad: “Del resguardo”: ¿Qué mueve a decir que nada espera, /ni se abre/ sobre la tierra tan simplemente/ reticente, /con su cielo rupestre, con sus horizontes sin arraigo? La lengua torpe, negándose/ y colmada en el olvido de su sed, dice, no obstante, desde el resguardo, /la abierta, la esperada señal”

Y qué decir de esas dos grandes mujeres poetas que lo iniciaron en la poesía: Luisa del Valle Silva, quien lo introdujo en la lectura de los clásicos y grandes poetas y Enriqueta Arvelo Larriva admiradora  y estimuladora de la obra de Alfredo? Quédense en el aire la luz de sus recuerdos.

En otro orden de ideas, a pesar de su universalidad, Silva Estrada no participó del discurso estético ni de los estilos poéticos de los años sesenta. No estuvo con Sardio, El Techo de la Ballena ni Tabla Redonda pero, junto a Sánchez Peláez, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Guillermo Sucre, Ramón Palomares,  Antonia Palacios, Elizabeth Schön y otros, inscribieron la literatura venezolana en la Modernidad.

En la obra de Silva Estrada es importante resaltar cómo el corpus de sus poemas busca una eclosión o revelación, pero si ella no llegara a consumarse, si permaneciera oculta, en estado latente, queda la sugestiva sensualidad de la búsqueda. Entonces, se crea un misterioso juego que está signado por una autenticidad provocadora. Lo dice brevemente en estas líneas de Acercamientos: (…) “por momentos/ franqueamos la niebla conjetural / y llegamos a ver”

Rafael Castillo Zapata, refiriéndose a la dedicación del poeta Del traspaso, dice: “A cierta familia de poetas se les reconoce desde lejos por su entrega incondicional a la fuerza del sonido. En ellos… el poema es una suerte de mancha sonora todavía no explicada en palabra… el poema se precipita como dictado por el puro desencadenamiento del sonido en la conciencia del poeta. A esta familia pertenece Alfredo Silva Estrada” (Castillo, 1992:p.8) De los poemas se desprende que uay una búsqueda de una rítmica absoluta de  sacralización de la escritura.

Es notable la unidad que mantiene la obra del poeta a través de su trayectoria, los libros publicados: De la casa arraigada, (1953), Cercos, (1953), Integraciones/De la unidad en fuga, (1954 y 1962), Del traspaso (1962), Literales, (1963), Lo nunca proyectado, (1964), Imposibilia, (1967) ,Trans-verbales I, (1967), Acercamientos (Antología), (1997), Trans-verbales I, Trans-verbales II y Trans-verbales III, 1972, Los Moradores, (1975), Contra el espacio hostil, (1979), Variaciones sobre reticuláreas, (1979), Los quintetos del círculo, (1978), Los quintetos del círculo y Variaciones sobre reticuláreas, (1982), Dedicación y ofrendas, (1986), De bichos exaltado, (1989), Acercamientos (Antología), 1992, Por los respiraderos del día y En un momento dado, (1999), Al través, (2000).La periodista Chefi Borzacchini recoge una selección de obras escritas entre 2001 y 2004 en un libro denominado Acercamientos a Alfredo Silva Estrada, publicado por Grupo Editorial Eclepsidra, 2005.La verdad es que “algo se iluminó” en el transcurrir de esta obra poética. Cito un poema publicado en el Papel Literario de El Nacional del 24 de octubre de 2009 en el que se rinde homenaje al poeta.”Hacer del tiempo” : “hacer del tiempo una vasija/ Mientras el tiempo labra y descalabra/ con manos invisibles en las manos visibles/ Ir construyendo el tiempo como fugaz morada /La casa de mi infancia la sueño blanca/ o con colores imprevistos/ Y es otra con sus muros más sólidos/ donde apoyar las espaldas cansadas/ Tiempo del sueño/ tejido con el tiempo vigilante. La plenitud suele escapársenos/ por la fragilidad del tiempo tormentoso.”

En cuanto a su clarividencia como traductor, se destaca que el material que se expone a la traducción ya existe, el poeta debe respetar sus significaciones y sustancias sensibles y llevarlo a un texto respetuoso de esos contenidos. Silva Estrada respeta lo oscuro y lo secreto del poema y descubre su luminosidad, porque él escucha íntimamente,  se interna, según dice el poeta: “ser uno con el otro, para exteriorizar y delimitar una confluencia que demostrará en cada nueva lectura la esencia universal de la poesía” De esta manera ha traducido a grandes de la literatura como Gaetan Picon, Ives Bonnefoy, Fernand Verhensen, Pierre Reverdy, Andrée de Bouchet, Robert Ganzó, Andrée Chedid y Francis Ponge

Referido al oficio de vivir, Alfredo Silva Estrada nace en Caracas el 14 de mayo de 1933. Es egresado en Filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Estudia Postgrado en la Sorbona de París. En 1960 contrae matrimonio con la excelente bailarina y coreógrafa venezolana Sonia Sanoja, su amiga, primera lectora y entusiasta de afecto y dedicación. De 1965 hasta  1982 dirigió el programa Homenajes en Radio Nacional de Venezuela. Fue distinguido Profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Desde 1959 representó a Venezuela en el Centre Internacional d’ Etudes Poétiques, con sede en Bruselas. Formó parte del Comité de redacción de la revista Internacional de Poesía (Multilingüe )2 Plus 2de Lausana (Suiza). Ganó el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía en 1981, por su poemario Contra el espacio hostil. En 1997 recibe el Premio Nacional de Literatura y en octubre de 2001 fue reconocido con el Gran Premio Internacional de Poesía de la Bienal de Lieja, Bélgica. Es el poeta decimonoveno laureado con este premio y el único venezolano que lo ha recibido, se integra así a las grandes voces de la poesía contemporánea como Giusepoe Ungaretti, Jorge Guillén, Octavio Paz, Saint-John Perse, Yannis Ritsos, Miguel Torga, Antonio Ramos Rosa, Roberto Juarroz, entre otros En 2005, la Semana Internacional de la Poesía de Caracas le rindió un homenaje en su Decima Segunda Edición.

No obstante, a todos sus logros tuvo momentos de aridez. De su libro Al través, se lee “Aridez”: Es el momento dilatado de aridez /Son los días de extrema sequedad bajo la lluvia torpe/ ¡Qué escándalo de puertas! /¡cuánto deslumbramiento de salidas falsas/ Bajo los pies relumbran arenas negras/ y el pavimento se desliza sin regreso / Esperamos de nuevo / con un cumulo de días atropellados sobre el pecho”

El 16 de octubre de 2009, se fue el Gran Poeta, en las entreabiertas  alas desmesuradas del escape sobre el aletazo del mar. Que algo se ilumine.

Arraiz Lucca, Rafael. (2009) Literatura Venezolana del siglo XX. Caracas:  Editorial Alfa.

Borzacchini, Chefi. (2005) Acercamientos a Alfredo Silva Estrada. Caracas: Editorial Eclepsidra

Castillo Zapata, Rafael (1992). “Encarnada Quimera, Atajo de Azar”.En: Alfredo Silva Estrada. Acercamientos. Caracas: Monte Avila Editores

Silva Estrada, Alfredo.(1989) La palabra trasmutada. La poesía como existencia.(1960-1988) Colección Medio Siglo. Caracas: Contraloría General de la República de Venezuela.

Silva, Ludovico (1975) “Alfredo Silva Estrada. La imaginación lingüística” En: La Torre de los ángeles. Caracas:Monte Avila Editores.

Magaly Salazar

 

 

1 comentario

  1. Estimados señores:
    Desearía saber si en la traducción de Alfredo Silva de Francis Ponge en Monte Ávila, entre los poemas extraídos de «Proemios» añadidos a «De parte de las cosas» , se encuentra el que contiene el célebre: «El hombre es el porvenir del hombre».
    Muy amables

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