Víctor Guédez y los Aforismos

Enrique Viloria Vera

Aunque proceda de un género discutible,
el aforismo constituye un ejercicio de pudor,
ya que permite soslayar la inconveniencia de la plétora verbal.
E. M. Cioran. Desgarradura

No deja nuestro querido amigo Víctor Guédez de sorprendernos en el ámbito de la creación intelectual por su constancia y perseverancia, y por su pasión por lo prolijo y lo minucioso. Pacientemente ha venido construyendo, a lo largo de 30 años de meticuloso trabajo, una verdadera enciclopedia de los aforismos, una suma de lo lacónico, donde lo breve y conciso se hace grande y explayado: 1899 aforismos de 815 autores son evidencia incuestionable de la tenacidad y minuciosidad de Guédez, quien confiesa sin tapujos: “al principio, los aforismos fueron apareciendo según la célebre sentencia de Picasso: “yo no busco, yo encuentro”. Pero, después, el proyecto adquirió un sentido más orgánico que me llevó a buscar deliberadamente”

Hace más de dos décadas en la fría pero cálida Bogotá de sus amores, fui testigo de la acuciosidad del autor cuando emprendía su paciente formulación de escolios sobre aforismos y la recopilación inicial de aforismos sobre el arte que hoy, ampliados, corona en el libro recientemente presentado con prólogo de Joaquín Marta Sosa: El Arte de los Aforismos y los aforismos del arte  (Fundavag Editores, Caracas 2012). En aquella gozosa ocasión le obsequié El Arco y la Lira de Octavio Paz que grandemente lo conmovió, a cambio recibí de sus siempre generosas manos las Desgarraduras de E. M. Cioran que todavía me emocionan.

Guédez no puede prescindir de los aforismos, de esas oportunas y breves citas que le dan sazón a sus enjundiosos textos y a sus vigorosas presentaciones. Es un reconocido experto en colocar en su correcto sitio el aforismo pertinente, el laconismo que corresponde, la cita que promueve la curiosidad y la reflexión del lector o del oyente; en virtud de esa creciente necesidad de apoyar sus ideas con pensamientos de otros autores, el propio autor confiesa: “a partir de esas convicciones y en función de su frecuente utilización, se produjo una secuencial y sostenida acumulación de ellos que, con el tiempo, se convirtieron en una cantidad significativa”.

El libro de marras recoge, además de los propios y significativos escolios de Guédez sobre el aforismo: aforismos sobre el aforismo, aforismos sobre el arte, aforismos sobre la obra de arte, aforismos sobre el artista, aforismos sobre la crítica. Tanto el libro como el autor son un gran aforismo lejano de la aridez, de de la sequedad, del marchitamiento, como bien sentencia Jorge Luis Borges en uno de los 1899 aforismos recogidos por Guédez en su exuberante texto:

“Los aforismos van más allá del texto escrito; no son un final sino un comienzo…podemos sospechar que son el singular misterio de cada instante”

* Enrique Viloria Vera y Víctor Guédez pertenecen al Círculo de Escritores de Venezuela

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San Agustín: «La medida de amar es amar sin medida»

José Gabriel Escala

Para San Agustín el concepto de FIN es muy claro. Este fin al que debemos unirnos es lo único que nos dará la felicidad, que es Dios mismo como causa final, por ello debemos volcar todo nuestro esfuerzo al realizarlo, por ser un esfuerzo, es un movimiento de la voluntad, una acción y si la vida transitoria desea alcanzar la permanencia, ha de aferrarse a la eternidad del objeto del deseo y volverse uno con él, que no es otro que Dios mismo, es decir el movimiento es el amor, este puede ser amor cupiditas que es el que sentimos por los “bienes” materiales y el Amor Caritas que es el único verdadero y que apunta a un solo “Bien” que es Dios, San Agustín decía que uno debía tener mucho cuidado con lo que amaba, pues tenía que buscar calidad sobre cantidad. “Uno es lo que ama” si amas un objeto del mundo entonces tú serás un objeto del mundo, por lo tanto podrás ser utilizado y manipulado y perecerás como tal.

Si amas al Ser Verdadero serás Ser Verdadero que no está limitado a la temporalidad del mundo, ya que la Verdad no puede estar limitada por el tiempo, porque entonces no sería verdadera.

La doble acepción de fin la recoge San Agustín, cuando distingue entre el “fin de consumación” y “el fin de consunción”. El primero, es el fin que consume, por ejemplo cuando te comes una torta al acabarla se termina, es “finitum est”, es decir que deja de existir, éste se acaba en su extensión y finitud. Mientras que el fin de consunción, es el fin de lo que se perfecciona, por lo tanto cuando se completa, pasa a ser inicio, por lo que es eterno. El ejemplo que da, es cuando se termina de diseñar un traje, éste acabamiento sería el comienzo del mismo, uno termina un traje para luego usarlo y dice San Agustín, “ahora hablamos del fin que es Bien; no del que consume para no ser, sino del que perfecciona para ser pleno”. Y esta causa final como amor solo puede ser el Amor “Cáritas”, ya que lo bueno es lo apetecible, lo deseable, el fin que perfecciona y da felicidad y por ende Libertad.

Por eso el amor «cupíditas» como fin, no tiene la posibilidad de alcanzar la felicidad, ya que la felicidad es un estado y no un instante, los instantes son felicidad aparente e ilusoria, no permanente, porque lo que termina siendo el objeto del deseo no es la propia felicidad, que sería el fin que es Dios mismo, sino el objeto en cuestión, limitado a las cosas del mundo y a su permanencia transitoria, por eso solo el Amor Cáritas es el único que como causa eficiente nos puede llevar a la causa final, que es Dios, es decir la Felicidad, lo Bueno y nuestra propia Libertad. Claro esto no es tan fácil porque el movimiento amoroso para obtener este Fin no solo es teorético sino que debe ser practico y a Dios solo se le ama por triangulación, es decir amando al otro, pero no a los amigos o vecinos, esto sería demasiado fácil, se debe amar al que consideras más diferente e inferior y en el último caso al que te hace daño, si logras amar así entonces no tendrás limites en el amor y estarás amando a Dios, a Dios no se le puede amar con amor humano sino con amor divino de allí parte la dificultad…

No es para nada fácil pero vale la pena intentarlo. San Agustín dice que en lo único que no se puede tener mesura es en el Amor. Primero se ama para ser libre, sino tenemos que conformarnos a ser entes cosificados (corotos) y a ser consumidos y consumidores y perecer como cualquier objeto que se consume a sí mismo en su propia vanidad. Ese sería el verdadero “fin de mundo” para cada uno de nosotros.

*JOSÉ GABRIEL ESCALA, filósofo venezolano

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Poema de Maite Ayala Brandt: Verde aire, solsticio

un lamento en la subida, huerto

la más obscura subida

el día en que lastimada,

gemía y se agitaba la tierra

un hecho rapaz

que enturbia el agudizado grito

en un cuerpo que sólo anhelaba

abastecer con pan

llevándote a los abismos

derribaron sordos

tu mansedumbre de niño

tu medida de lucero

y trasegaron tu cuerpo

a la gran casa de lo abyecto

donde pulula el levantisco hedor

de aquellos que no deseaban

perder la moneda

así derramaron lo turbio

de su ceguera

dejando al odio nacer

como una chispa

a la que el viento mueve

donde quiere

trasluciendo las más feroces intenciones,

de quienes somos

y todo lo que podemos hacer.

La colina verde, el huerto apacible

te esperan para escuchar

tu voz de azucena, que vierte

verdaderas y reales promesas

como el fulgor de un trueno,

el ala del cielo sobre él, baja

¿y quién ora?

sin devolver su oración

a ninguna parte

Cristo, el hijo del hombre

tumbado sobre sí desgrana

su plegaria:

_Abba, Padre, aparta de mí este cáliz

pero que se haga tu voluntad, no la mía_

vestida de sangre y agua

la noche de oración

mis ojos, tus ojos

los de todos, coronando el mundo

el cielo refleja ya

este huerto

medio verde, mitad negro

con sus estrellas

blancas, azules, metálicas

la agonía de las piedras

acogiendo los brazos

que se extienden sobre ellas

¿y quién habla, si todos duermen?

los ha rendido el sueño

aúlla la soledad, su hierro frío

obscura, sobre los cedros

los olivos

la grama húmeda

la túnica se descuelga

de los hombros

como se descuelga el sueño

se desvanece el calor

refulgente, tiembla

estertor de sombras

sobre el cielo

se proyecta

está sorda

la madrugada

no existen palabras aparte de las suyas

en el horizonte del cosmos

verde aire, verdes jardines

cien heridas.

Ahora hay un silencio

de noche

junto a mí cae el trigo amarillo

densamente aplastado

tu pesar me atraviesa

en el lento pasar de los siglos.

Tú, que eres la conjunción

del amor sin límites

has derramado también

tus lágrimas

para blanquear

nuestro desamparo.

Verde aire, verdes jardines

cien heridas

en el Getsemaní que está sólo.

Maite Ayala Brandt

2004/2005

Gracias a Maite Ayala, integrante del Círculo de Escritores de Venezuela

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Anabelle Aguilar: La loba y sus oficios

Carmen Cristina Wolf

Como quien se acerca a los libros sacros, me adentro en las páginas de Canis lupus, el nuevo libro de Anabelle Aguilar, cuyo nacimiento celebramos y, que en primera instancia nos enfrenta ante la dualidad del ser real y el yo poético de la escritora. Al leer un poema, no es fácil descubrir quien escribe, cual es la voz predominante, si la del escritor, con su historia, sus emociones y sentimientos, o la voz poética, creada por el escritor y en la cual se mezclan la invención y la imaginería del autor. Cuando se ha leído la obra entera del poeta, al igual que el detective de una novela, resulta menos difícil el descubrimiento del yo poético y el yo real. Estas dos voces, en el caso de Anabelle Aguilar, no están en conflicto, mas bien se complementan. En este libro, cuyo portal abre con la mirada de una loba blanca, la voz poética, como en el teatro griego, emplea la máscara de una loba que nos seduce con los secretos de su condición salvaje. Declara su condición indómita, arbitraria, irreflexiva, desacostumbrada a rendir cuentas para sentir y ser en libertad.
Leamos estos versos del poema Danzante:

… sobre el tambor de la tierra / onírica / alejada de la manada / por tres lunas /
acompasada / en ritmo / percutida / en luz. En este primer poema de Canis lupus, aparentemente no surge aún la mujer, pero es una máscara que la encubre detrás de la joven loba que inicia su aventura de existir.
Como en todos sus poemarios, Aguilar incluye poemas confesionales, íntimos, como aquel que revela su búsqueda de la sabiduría y su amor inveterado por la verdad. Ella “se aventura a buscar en la piedra de los sabios” y en un gesto de rebeldía, apelando al discurso de su amiga loba, expresa su descontento “cuando nace defectuoso / el verso que no se logra”. En el poema que lleva por título Transparencia, confiesa su estirpe de poeta, con un lenguaje de cautivadora belleza:

Dame el cáñamo / el papel / el fuego / (…) acércame el arce / que me inunda / desde la lejanía / no puedo dejarlo íngrimo / a la intemperie (…)

En la intención de estos poemas, subyace la inclinación muy femenina a la solidaridad, ese reunirse para compartir las vicisitudes y los pequeños detalles de la existencia. En el poema que lleva por título Ludus, se lee lo siguiente:

Leyó los ojos de la intrusa / era valiente la otra / orgullosa / de igual jerarquía /
(…) leal / valiente / (…) no era un verbo de loba / el caber /
pero así / conservarían el calor / y podrían conversar / ante un café con leche.
La envidia, los celos, el egoísmo, dañan las raíces de la sociedad. Y qué decir de las sangrientas guerras, de los pueblos que tienen que abandonar la tierra que los vio nacer, cargando con sus hijos, despojados de todo. Esos son temas reiterativos en la poesía de Anabelle Aguilar.
Por eso, ella escribe que caber no es un verbo de loba. No obstante, tal parece que los animales más fieros sienten que sí cabemos, cabemos todos, y la humanidad no quiere entenderlo.
El poema que lleva por título JUNCAL, nos advierte que el ser de la poeta no se conforma con plegarse a los convencionalismos, porque aunque son trece los poemas requeridos, ella quiere escribir más, mucho más, los que desee, sin cortapisas.

Este libro entrega al lector claves que dan a conocer el persistente anhelo de justicia y reconciliación que habita en el espíritu de Anabelle Aguilar, y que la lleva a ponerse en pie de combate ante las timieblas pavorosas del Mal. Anhelo que surge con fuerza en su poemario Sangre ( Editorial Eclepsidra, 2002). Ella nos dice en su poema Noctámbula, de Canis lupus: A través de (…) mi talismán que habita / en mi pata izquierda / le diré / de los oficios / de la fuerza / del misterio / … y de que no se deje engañar / de los lobos taimados / de osamentas hostiles. Estos no son unos poemas candorosos, más bien advierten a los corderos de aquellos hombres de apariencia noble, que se valen de su poder para manipular engañar a los inocentes. Las lobas saben ver en la oscuridad y advierten que en el camino pueden toparse con “armas hirientes, mortales y psicóticas”.

En la obra de Anabelle Aguilar se advierte una profunda rebeldía ante lo establecido. Entendamos aquí que la visión de Anabelle es de una espiritualidad honda, que no acepta los canones impuestos por los hombres, que han interpretado acontecimientos, enseñanzas y escrituras antiquísimas a su más absoluta conveniencia. Esto se puede observar en poemas como Arbitraria, Microcosmos y Temeraria.
Me encantaría continuar hilando en la rueca de la escritora, mas hay que dejar al lector la tarea de encontrar las piedras preciosas y los hallazgos aún por develar.

Gracias a la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice y a su directora Lesbia Quintero por haberme invitado a compartir esta celebración. A Anabelle, por haberme hacho partícipe de este encuentro con sus poemas, tanto de Canis lupus como de Consumidas por fuego, una delicadeza para los amantes del poema. Y a ustedes, gracias por haberme escuchado con tanta paciencia.
Carmen Cristina Wolf
@literaturayvida

Leído el 8 de noviembre de 2012, en la Librería Alejandría II, Caracas

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El enigma de la inmortalidad en la escritura de Álvaro Pérez Capiello

Carmen Cristina Wolf
“Reinventarse implica reconocerse, extraer señales de ese caos aparente del quehacer cotidiano, contemplar sin prejuicios el entorno como un niño que se asombra ante la poesía de las formas sin juzgarlas.” Estas son palabras escritas por Álvaro Pérez Capiello en su novela El desván de lo oculto. La publicación de la novela que hoy celebramos, Las pinceladas de la inmortalidad, revela la voluntad de Álvaro Pérez Capiello de “extraer” de manera magistral, los signos y las señales que le proporcionan sus observaciones y experiencias vividas en carne propia y en aquello que acontece a su alrededor.

Las pinceladas de la inmortalidad de Pérez Capiello, confieso que me ha fascinado en cada una de sus páginas. No me atrevo a aseverar que es el mejor de sus libros, pues esto sería capaz de herir la sensibilidad del escritor, considerando además, que leí con fruición sus libros anteriores, Guardatinajas, Laberinto de ilusiones, el Bar de Luso, Entre la verdad y el engaño y El desván de lo oculto.No obstante, su lectura me ha obsequiado una plenitud y una emoción que hacía tiempo no experimentaba con una novela.
Me permito afirmar que la escritura de Álvaro Pérez Capiello tiene mucho que ver con la poesía, si se toma en cuenta el valor metafórico y el refinado tratamiento de las imágenes, logradas en la narración de los hechos más sencillos, hasta en los sucesos de mayor trascendencia. Los viajes por diversas ciudades de España, Italia y Francia son subyugantes. Recordemos que el lenguaje es un campo de energía muy poderoso. Por las obras se conoce quien está alineado con algo superior.

Martin Heidegger se refiere a la creación poética como «alumbramiento», utilizando este término en su sentido más amplio. Explica la poiesis como «el florecer de la flor, el salir de una mariposa de su capullo, la caída de una cascada cuando la nieve que comienza a derretirse». Mediante las dos últimas analogías, Heidegger subraya el momento de éxtasis producido cuando algo se aleja de su posición como una cosa para convertirse en otra. La escritura es poder y este poder es, como dijimos, un elevado campo de energía. Afortunados quienes conectan con esa gravitación.
Es a partir de esta concepción que, en el campo de las artes, poiesis se refiere a la fascinación provocada en el momento en que, mediante múltiples fenómenos asociativos aportados por la percepción, los distintos elementos de un conjunto, se interrelacionan e integran para generar una entidad nueva, denominada estética.

El eje de esta novela es la interiorización de las vivencias del protagonista, y su relación con los objetos y los hechos que se van sucediendo a lo largo de la narración. Este indaga sobre los enigmas de su origen y sobre sus frecuentes estados oniricos. Su existencia apacible le permite dedicar largas horas a reflexionar acerca de hechos inusuales, que solo una mirada esclarecida puede desentrañar.
No deja de ser original que el protagonista lleve el mismo nombre que el autor, y se puede entrever, para los que hemos tenido la fortuna de conocer personalmente al autor, que este relato tiene mucho de autobiográfico. Los que conocemos a Álvaro, damos fe de su aguda observación de las cosas, su amor por la verdad, su temperamento más bien silencioso, que no pierde detalle de lo que acontece. Y el uso frecuente de la ironía y de un fino sentido del humor.

Lejos de mí la pretensión de abrir el abanico de sucesos en los que se ve inmerso nuestro protagonista, mas no puedo dejar de mencionar que este relato toca un tema de trascendencia, que durante siglos ha sido objeto de desvelos tanto para personas del común como para pensadores, teólogos y filósofos. Se trata del desencubrimiento de vidas pasadas, es decir, del fenómeno de la Reencarnación, del cual, si me permiten, he vivido experiencias que me inducen seriamente a creer en ella.

Jesús, a quien podemos considerar Maestro de maestros, nos abre una senda a esa búsqueda de la Verdad, Él dijo (Juan 14.6): “Yo soy la verdad”. En griego, la palabra verdad se traduce del griego aletheia, cuyo significado literal es el estado de algo que no esta oculto o escondido, el estado de lo evidente.” Uno de los pasajes hermosos de la novela Las pinceladas de la inmortalidad, es la referencia del autor a la vida de Marcos el evangelista, que devela la condición de creyente del autor. En el griego clásico , lethe significa “falta de memoria” o “secreto”, en la mitología griega Lethe es uno de los ríos del Hades, el lugar donde llegan los que mueren, aquellos que bebían de él experimentaban completo olvido, falta de memoria. Por lo que aletheia es el estado opuesto al “completo olvido” o “falta de memoria o conocimiento”. Etimológicamente, sería “la revelación de lo escondido”. Si consideramos la Verdad como la “revelación de lo escondido”, podemos creer en Jesús como aquel que puede revelarnos lo que esta oculto a nuestra razón.
En la novela hay pasajes de una verdadera belleza. En los viajes que realiza el protagonista buscando respuestas, surgen personajes de otras épocas, que logran fascinarnos al punto de no querer interrumpir la lectura. Qué relación tiene el Conde Carlo Cesare Malvasia y el pintor Giuseppe María Crespi con el narrador? Escribe Pérez Capiello: “…no pocos hechos y circunstancias de la vida, en apariencia inconexos, adquieren sentido bajo la esperanza de que nos reconciliemos con la realidad”… Cuanto sufrimiento nos ahorraríamos si creemos que los que nos sucede tiene un por qué, una explicación, y que esta vida es una escuela donde hemos venido a aprender.

Álvaro Pérez Capiello nos recuerda que vale la pena aceptar “que primero debemos creer para poder ver. El Reino de Dios, la certeza de nuestra permanencia en el mundo, yace anclada en nuestro interior”…
Esta novela es un clásico, a mi entender, porque nos mantiene con el corazón en vilo, con un perfecto uso del lenguaje y también por las enseñanzas que brotan de la pluma del autor sin este pretenderlo. Como cuando nos señala que “la vida nos regala, a diario, pequeñas claves o toques de campana, capaces de conectarnos con esa verdad interior”…

Alvaro Pérez Capiello es venezolano, nacido en Caracas, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello como Economista, con postgrado en Bercelona, España. Ha escrito libros de ensayo, y ha sido articulista de algunos diarios y revistas de prestigio.
Se muestra profundamente crítico ante el derrotero de la civilización actual, cegada por los adelantos de la tecnología y el festín del consumo a ultranza, sin detenernos a volver la mirada hacia adentro de cada uno de nosotros, con descuido de lo verdaderamente esencial del espíritu. Muestra de ello, este pasaje escrito por Alvaro: “…la alternativa es apelar a la vida como un don precioso capaz de estallar y reconstruirse eternamente … Aceptar nuestra herencia divina para así poder crear, indagar y ser libres.”

En su escritura destaca la influencia de sus interminables lecturas e investigaciones acerca del pasado, para descubrir en él claves de la causalidad
Finalizo con esta frase de Pérez Capiello: “Somos aquello que hemos sido y también aquello que seremos … En definitiva, sólo quienes creen en la muerte pueden desaparecer.”

Carmen Cristina Wolf wolfcarmencristina@gmail.com
Twitter @literaturayvida
Leído en el bautizo del libro, el 9 de diciembre de 2012
En la Sala Mozart del Colegio Emil Friedman

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Dos poemas del español Juan Ruiz de Torres

BAMIYÁN

Dinamitaron
los talibán la estatua milenaria.

El excesivo ruido
no consiguió turbar el sueño
de quienes miden
su recompensa eterna
en número de huríes.

Ahora
invitarán a los turistas
a contemplar no-estatuas
en un país de no-mujeres.

(2001)

EL AUTOBÚS

Él, su mujer, sus hijos y cientos de paquetes,
esperaban el último autobús.

Apresuradamente,
cada cual con lo suyo, se apretujaron todos
en el precario estribo.

Mas había, aquí y allá, los bultos
que la prisa olvidó.
El autobús partía;
él, sin querer abandonar ninguno,
recogía, angustiado,
esta maleta, aquel par de altavoces.

Cada vez más aprisa el autobús,
él no alcanzaba a sujetarlo todo
entre sus brazos, confiando
que podría subir.
Ahora corre
tras la siniestra máquina, ya lejos.
pero la vieja pierna no responde.

El autobús se pierde entre las calles
con su carga preciosa, inalcanzable.

Y sigue aquí sentado,
rodeado de inútiles paquetes,
esperando, con su dolor de ciática,
un autobús que no llegará nunca.

Juan Ruiz de Torres
(1993)
Juan Ruiz de Torres
Nació en Madrid el 13 de julio de 1931. Es un poeta, narrador y ensayista. Después de una carrera como profesor e ingeniero principalmente, se dedica a la promoción cultural desde 1980, en la Asociación Prometeo de Poesía, y a la creación en poesía, narrativa y ensayo literario. Es Miembro Correspondiente del Círculo de escritores de Venezuela.

Gracias a Juan Ruiz de Torres por colaborar con nuestra revista. Los Editores

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Las peñas y las tertulias: puentes de saber, cultura y cordialidad

La Fundación Venezuela Positiva, presidida por Heraclio Atencio Bello, con motivo del vigésimo aniversario de su creación, publica un nuevo libro: «Las peñas y las tertulias: puentes de saber, cultura y cordialidad». Esta valiosa publicación recoge el acontecer de numerosas peñas y tertulias que han hecho vida en Venezuela, entre ellas las siguientes:

La tertulia de la escultora Lía Bermúdez en Maracaibo; las tertulias de La República del Este, que se reunían en tres restaurantes de la avenida Solano, paralela al bulevar de Sababa Grande, y formaban parte de ella Caupolicán Ovallés, Pepe Barroeta, Elías Vallés, Miyó Vestrini, Adriano González León,Mario Abreu, Luis Camilo Guevara y José Balza, entre otros. Teodoro Petkoff, Rubén Angel Hurtado, Raúl Illarramendi, Oscar Romero, Angel Fuentes… Participaron también Ludovico Silva, Víctor Valera Mora. Salvador Garmendia, Francisco Massiano, Baica Dávalos, Elí Galindo.

Otras tertulias: Los desayunos en casa de Carlos Rafael Silva; la Fundación Anala y Armando Planchart; el Círculo de Escritores de Venezuela; La Peña de Luis (Ugueto); la tertulias de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar; Los Corsos y sus tertulias en Venezuela; Desde el Grupo Sardio al Techo de la Ballena: El Café de Sócrates, fundado en Caracas por Carmen María Ravelo de Salge; el Grupo Jirahara; el Espacio Anna Frank; el Grupo Santa Lucía.

Hemos mencionado solo algunas de las peñas y tertulias de las que da cuenta este libro. Escrito por un escogido grupo de intelectuales y artistas y bellamente ilustrado con obras de Emilia Narciso Farías.

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¡SOMOS UNA GANDOLA ATASCADA!

Enrique Viloria Vera

La realidad cotidiana, cada vez más castigada por la ineficiencia y negligencia gubernamental que la acompaña, es suficiente para calificar al in crescendo desgobierno bolivariano – caracterizado por no hacer, dejar pasar o hacerlo mal – como una gandola atascada.

En efecto, una gandola atorada por 16 horas en la principal vía rápida de Caracas es la guinda que adorna la inmensa torta gerencial que pone cotidianamente la V República. A esta surrealista situación – verdadera expresión de nuestro Realismo Mágico Bolivariano – se suman otras que, en su conjunto, rivalizan con las andanzas de la familia Buendía en Macondo.

Registra la prensa nacional e internacional inauditas situaciones dignas de algún record mundial. Una grúa de peso y alcance descomunal deambula por el país a los ojos de todos y de nadie; una iguana paraliza una central eléctrica; un cachicamo incendia una refinería; un zamuro derriba dos aviones chinos en el desfile de nuestra gloriosa aviación nacional; un mercenario chiquito y flaquito es contratado para asesinar al LÍDER y – hambriento – es apresado mientras asaltaba una arepera armado con una pistola de utilería.

Igualmente, se publica un mapa oficial con las capitales de estado equivocadas; se nombran embajadores en países inexistentes o con los que no tenemos relaciones diplomáticas; se insulta a troche y moche al Presidente del Imperio sin que éste se entere o se dé por aludido; se ponen diez veces primeras piedras para edificar cualquier cosa que nunca se construye; se contrata una fábrica de helados que no puede producirlos debido a que no cuenta con electricidad, como tantos otros denostados ciudadanos de esta ineficiente V República.

Pero como lo de la gandola atascada nada. Primero llegaron los representantes de las comunas – asesorados por la inteligencia cubiche – para echarle hombro y músculo al asunto al son de ¡Así! ¡Así! ¡Así es que se gobierna!, protegidos de los ojos escuálidos por los Círculos y Colectivos Armados de la Revolución Bonita. Vista la imposibilidad de mover a la bestia, fueron convocados expertos rusos y bielorrusos, quienes sugirieron volar con explosivos el puente y la gandola. Afortunadamente la respuesta del Ministro de turno fue nacionalista y contundente: “Ya la Patria cuenta con suficientes puentes derruidos”.

Finalmente, a las 15 horas de iniciado el atasco fueron traídos, clandestinamente por La Carlota, dos técnicos gringos de una reconocida empresa transnacional de tractores que en media hora resolvieron el asunto.

Fidel y Raúl fueron ampliamente informados de este importante logro de la Revolución. El LÍDER todavía no lo sabe…para contento de todos sus súbditos, duerme plácido como un bebé, oxigenándose en su moderna y exclusiva cámara hiperbárica.

¡NO J.. ! ¡QUÉ COSA MA GRANDE SOMOS!

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Celebración del Día del Escritor y Premios

Día del Escritor 30 Noviembre 2012

Ayer, 29 de Noviembre, El Círculo de Escritores de Venezuela celebró el Día del Escritor. Un acto que se inició con el discurso de su Presidente Carlos Alarico Gómez, que versó acerca de la figura de Don Andrés Bello. Carlos Almenar Otero, distinguido intérprete del canto lírico, deleitó a los asistentes con el Ave María de Gounod. Luego, Heraclio Atencio Bello, Presidente de la Fundación Venezuela Positiva, disertó acerca del libro: “Las peñas y las tertulias: puentes de saber, cultura y cordialidad”, obra que se bautizó con una lluvia de palabras impresas en papeles multicolores.

La valiosa publicación se regaló a cada uno de los asistentes que llenaron la Sala de Usos Múltiples de la Universidad Humboldt. Enseguida, se procedió a la Condecoración de apreciados escritores: Se distinguió con la Medalla Internacional Vicente Gerbasi ,a la poeta y Editora Belkys Arredondo Olivo, presentada por la poeta Carmen Cristina Wolf.

El escritor novelista Alvaro Pérez Capiello, fue distinguido con la Medalla Internacional Lucila Palacios, lo presentó la poeta Lidia Salas y al escritor Ildemaro Torres, médico, ensayista, articulista, se le otorgó la Medalla Internacional Tomás Polanco Alcántara. La reseña de su biobibliografía le correspondió a la poeta Magaly Salazar Sanabria. El acto culminó con el beneplácito de todos y un brindis.

Magaly Salazar Sanabria

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Día de Andrés Bello y del escritor venezolano

Por Carlos Alarico Gómez

Palabras pronunciada por el escritor Carlos Alarico Gómez,
Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela

Apreciados amigos, muy buenas tardes para todos. Bienvenidos a este acto organizado por el Círculo de Escritores de Venezuela para conmemorar el DÍA DE ANDRÉS BELLO Y DEL ESCRITOR VENEZOLANO, el cual ha contado como siempre con el tradicional apoyo de la Universidad Alejandro de Humboldt y de la Fundación Venezuela Positiva.

Este día es de particular regocijo para todos los que cultivamos el arte de escribir, pues se trata de la fecha en la que se produjo el natalicio de Andrés Jesús María y José Bello López, conocido en la historia como Andrés Bello, el hombre de letras de mayor trascendencia que ha tenido Venezuela, lo que se hizo patente desde 1800 cuando comenzó a escribir sus primeros poemas. Su obra fue ampliamente analizada por el intelectual ibero-venezolano Pedro Grases, quien estudió a Bello durante más de cuatro décadas, lo que dejó asentado en libros, epístolas y artículos que fueron recogidos en forma sistemática por la Fundación que lleva su nombre.

Además de la poesía, Bello se destacó como educador, correspondiéndole el honor de ser maestro de Simón Bolívar -a quien llevaba apenas dos años- y, además, fue el fundador del periodismo nacional cuando asumió la dirección de la Gazeta de Caracas, primer periódico editado en lo que hoy día es el territorio venezolano.
El grande hombre nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781, en el hogar de Ana Antonia López y Bartolomé Bello. Su padre fue músico, abogado y profesor universitario, mientras que su madre era hija del pintor Juan Pedro López y poseedora de una extensa cultura que influyó notablemente en la excelente formación de su hijo. En el hogar de sus padres recibió su educación inicial y tan pronto creció fue inscrito en la Academia de Ramón Vanlosten, donde tuvo como maestro al padre Cristóbal de Quesada, quien le enseñó el dominio del Castellano y del Latín, disciplinas que le serán muy útiles durante el desarrollo de su vida profesional.

Su primer logro intelectual importante fue la traducción de la Eneida, original del poeta Virgilio, labor que cumplió cuando tenía apenas dieciséis años. Pocos meses después ingresó en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, donde se graduó en Artes el 14 de junio de 1800, año en el que tuvo la inmensa satisfacción de conocer a Alejandro de Humboldt -epónimo de esta Universidad-, quien visitó Caracas en compañía de Aimé Bonpland, a quienes llevó a visitar el cerro el Ávila el 3 de febrero de 1800, hecho que el sabio alemán narró en su obra La primera ascensión a la Silla de Caracas (Caracas: Tipografía Mercantil, 1932). Con los sabios alemanes se comunicó en francés, idioma que junto con el inglés estudió por su propia cuenta. En 1802 ganó por concurso el cargo de Oficial Segundo de Secretaría del Capitán General, que para ese momento era Manuel de Guevara y Vasconcelos, demostrando tal capacidad en el ejercicio de sus funciones que durante la administración de Juan de Casas, Capitán General encargado (había sustituido a Guevara y Vasconcelos después de la muerte de éste en 1807), fue designado director de la Gazeta de Caracas , cargo que ejerció desde su fundación el 28 de octubre de 1808 hasta el momento de su viaje a Londres en 1810.
Pese al poco tiempo que tenía para atender lo delicado de sus funciones, Bello en ningún momento abandonó su actividad creadora y eso fue lo que le permitió traducir a Zulima, obra del filósofo francés Francisco María Arouet, Voltaire. Antes de los sucesos del 19 de abril tuvo la oportunidad de publicar el Calendario manual y guía universal de forasteros en Venezuela, que es en realidad un resumen de la historia de la Provincia de Venezuela, el Arte de escribir con propiedad (obra del Abate Condillac, que tradujo del francés), El romance a un samán, Soneto a la victoria de Bailén, A un artista, Mis deseos, Venezuela consolada y España restaurada.
La vida de Bello estaba totalmente dedicada a la actividad creativa y así seguramente habría seguido, si los sucesos de Aranjuez no hubieran generado gran intranquilidad en la Capitanía General de Venezuela, lo que condujo de manera progresiva a los sucesos acaecidos el 19 de abril de 1810, que lo condujeron a Londres ese mismo año en unión de Bolívar y López Méndez donde fueron muy bien recibidos por Francisco de Miranda, quien los asesoró en la misión que llevaban.

Sin embargo, la actitud de Inglaterra no fue del todo cónsona con las aspiraciones de los venezolanos y Bolívar regresó a Caracas, en tanto Bello permaneció en Londres trabajando como periodista y asistiendo a la Logia Masónica Nº 7 de Caballeros Racionales, fundada años antes por José de San Martín. López Méndez también se incorporó a la Logia con el cargo de Venerable.

Cuando Bolívar partió para Venezuela, Bello comenzó a trabajar como bibliotecario y periodista en el periódico El Español bajo la dirección del patriota peruano José María Blanco White y de Lord Henry Holland, uno de los líderes más influyentes del partido liberal, denominado Whig por los ingleses, desde donde pregonó la separación de Venezuela de España. Su labor en este medio le facilitó la ampliación de sus relaciones y entró en contacto con líderes de la categoría de Francisco Pinto y Antonio José de Irisarri, quienes se destacaron ampliamente en Chile. El primero como presidente de la futura República chilena y el segundo como diplomático. Fue Irisarri quien lo motivó a viajar a Chile en 1829. Otros amigos de Bello en Londres fueron James Mill, padre del filósofo del liberalismo John Stuart Mills; Jeremy Bentham, considerado el padre del utilitarismo; y Vicente Salvá, uno de los más influyentes filólogos de la ilustración española.
En esa época conoció a su segunda esposa, la británica Isabel Dunn, con la que contrajo matrimonio del que nacieron trece hijos. No abandonó jamás su labor como poeta y periodista, laborando en la publicación de El Censor Americano (1820), La Biblioteca Americana (1823) y como director de la revista El Repertorio Americano (1826). Bello plasma en esas publicaciones lo más relevante de su pensamiento. En la Biblioteca dio a conocer la Alocución a la poesía (1823), mientras que en El Repertorio publicó la Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida en 1826.

Los deseos de Bello de volver a América se vieron compensados cuando recibió una oferta firme para trabajar en el Ministerio de Hacienda de Chile, la cual aceptó y salió para Santiago el 14 de febrero de 1829. En el país austral tuvo el éxito que siempre deseó, llegando a desempeñarse como profesor, periodista, escritor, director de medios y legislador. Fue el principal redactor del Código Civil y fundador de la Universidad de Chile, institución de la que será su rector por más de dos décadas (1842-1865). Entre las principales obras que escribió en Chile, se encuentran: Principios de derecho de jentes, (1832); Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana (1835); Gramática de la lengua latina (1838); Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana (1841); El incendio de la Compañía (1841); Principios de Derecho Internacional (1844); Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847); Cosmografía o descripción del universo conforme a los últimos descubrimientos (1848).
Uno de los eventos educativos más resaltantes en los que participó fue el debate sobre la educación pública que sostuvo con Domingo Faustino Sarmiento, lo que enriqueció el pensamiento pedagógico de la época, dejando pautas para analizar las diferencias entre educación e instrucción, así como sobre el tema de la educación laica. En periodismo trabajó como redactor y coeditor del diario El Araucano (1840-1860). En 1832 recibió la ciudadanía chilena y en 1851 fue nombrado miembro honorario de la Real Academia de la Lengua Española. Falleció en la ciudad de Santiago el 15 de octubre de 1865.

A este insigne escritor y compatriota nuestro dedicamos hoy nuestra atención, dejando constancia de que lo recordamos todos los días y especialmente cuando estamos en nuestra labor de creación buscando utilizar apropiadamente las recomendaciones que nos hiciera el Gran Maestro en su Gramática de la Lengua Castellana.

Señoras y señores: Bienvenidos y gracias por acompañarnos.

Carlos Alarico Gómez. Periodista, biógrafo, ensayista, con una amplia obra publicada. Obtuvo la Medalla Internacional Tomás Polanco Alcántara en el 2011

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Al Gato de Ursaria, poema de Helena Sassone

Al Gato de Ursaria

«¿Quién ha dicho que
el mundo es una casa?»

Enrique Gracia Trinidad

Habitaciones desahuciadas
espacios vacíos
en los sueños seres extraños
rodean la conciencia
del jardín desflorado.

Sobre tu rostro
la aurora ha marcado sus signos
con las pestañas ígneas de la noche.

De su espesura liberada
va dibujando los contornos
de arpegios sedientos
mecidos a lo lejos por las ondas
de recuerdos.

Hacia el umbral del mediodía
se disuelve el espejo de hielo.

Helena Sassone

*Helena Sassone, poeta, semióloga, crítico literario. Parte de su obra ha sido publicada en francés y editada
en Venezuela y en Europa. Escribe en prestigiosos diarios y revistas

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A propósito del Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer

Por Magaly Salazar Sanabria

Me he sentido muy honrada de poder leer esta valiosa literatura defensora de los derechos de la mujer denominada: La mujer: Ciudadano de Segundo Orden, de la Doctora Sonia Sgambatti, en la cual se plantea la discriminación de género y se profundiza en el uxoricidio que consiste en la muerte ejecutada por el marido cuando sorprende a la mujer en adulterio. La ley sanciona el adulterio de la mujer pero es tolerante si lo practica el marido. Aplaudo todo el seguimiento que, través de la historia, ha realizado la Doctora Sgambatti, con mucha constancia y firmeza ante las instancias jurídicas del país para hacer valer la igualdad de la mujer en la legislación venezolana, sobre todo en los casos de uxoricidio.

Cuando empecé a leer el libro me tropecé con las escrituras de mujeres valiosísimas: Sofía Imber, Lucila Palacios, Virginia Betancourt, Mariglé Alarcón Vargas, Evangelina García Ponce, Cecilia García Arocha y la inefable Ernestina Salcedo Pizani, a quien acompañé en la Asociación de Escritores de Venezuela, Zona Metropolitana de Caracas, cuando ella era la ilustre Presidenta. Me detuve en sus palabras,  aunque todas las distinguidas damas mencionadas aportan significativos comentarios a la importancia de dos  obras de la Doctora Sgambatti: La mujer: Ciudadano de Segundo Orden y La familia en la Legislación Venezolana. Ernestina, quizás por haber estado más cerca de mi, me tocó el alma ¿o tal vez fue Santa Teresa?. La historia del tratamiento marginado y cruel hacia la mujer,  que plantea Ernestina a través de varios autores y épocas con un toque de hermosura literaria y la contribución de relevantes hombres y mujeres que osaron quebrantar los paradigmas de la época para establecer una lucha a favor de la igualdad de las mujeres, afirma la trascendencia de la labor de la autora, como mujer y jurista defensora de los derechos del género. He allí que Santa Teresa declara su divina pausa para señalar «los ánimos virtuosos y fuertes» de las mujeres, versus: las expresiones: «carente de alma», «lujuria de las lujurias», «ruina de los reinos» y otros nombres terribles que  colocaban al género en minusvalía con respecto al masculino.

La obra que nos ocupa destaca la defensa de la igualdad de derechos, en cuanto a los derechos humanos  de las mujeres incluyendo la visión política y democrática que contempla la igualdad como uno de sus principios básicos y también, el criterio de ciudadanía. La lucha por la eliminación del artículo 423 del Código Penal Venezolano que permite al hombre hacerse justicia por sí mismo y poder maltratar o matar a su mujer en caso de adulterio, ese delito mencionado, denominado uxoricidio por causa de honor, es bárbaro y la Doctora Sgambatti, valientemente, se ha enfrentado a varias leyes discriminatorias de la mujer en nuestra legislación. Su lucha se remonta a la presentación de una ponencia brillante ante el II Congreso de la Federación Venezolana de Abogadas en 1970. Más tarde, acudió a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, después a la Sala Electoral de la misma Institución. Presentó en 1971,  demandas ante la Corte Suprema de Justicia solicitando la nulidad del artículo 423 del Código Penal, aunque en 2005 se incorporó de nuevo el delito de Uxoricidio por Causa de Honor y otra vez volvió a pedir su nulidad en el Tribunal Supremo de Justicia cuyo fallo de declaración de nulidad del mencionado artículo  se realizó en abril de 2006. Han sido muchas  y eficientes sus diligencias jurídicas realizadas para que el hombre conozca los derechos que históricamente son negados a las mujeres que han elegido como pareja. También, en este libro, las mujeres, víctimas de esa discriminación, puedan conocer la violación de sus derechos y puedan sentirse como ciudadanos de Primer Orden y lograr una participación más activa en la sociedad, no sólo de ellas sino de la familia en general. Esta obra es de indiscutible referencia para abogados y personas interesadas en el tema de la violencia de género.

Las mujeres venezolanas agrademos a la Doctora Sonia Sgambatti su lucha y en este día celebramos su constancia, su honestidad, su esfuerzo. Un saludo para esta meritoria y valiente mujer venezolana.

Magaly Salazar Sanabria
Directora de Relaciones Institucionales
Círculo de Escritores de Venezuela

Poeta y ensayista venezolana

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CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

Dr. Luis Guillermo Pilonieta Linares

A finales de 1.935 Eleazar López Contreras encontró un país despoblado, analfabeta y atacado por múltiples enfermedades entre las cuales destacaba el paludismo diezmando la comunidad en varios países, especialmente  Venezuela por lo cual procedió a crear el Ministerio de la Salud, seleccionando  los más calificados especialistas de cada rama, asignando al Dr. Arnoldo Gabaldón para el combate del paludismo que afectaba tanto al sector laboral como al del turístico por la circulación de un mosquito llamado Anopheles, transmisor de los plasmodium Ovale. Vivax y Falciparum y así nació la Dirección de Malariología, que procedió a la fumigación utilizando el DDT, convirtiéndose en el primer país en controlar la circulación del agente transmisor.

Este éxito inicial abrió el camino para el control de todas las endemias que nos acosaban simultáneamente dando ingreso al Ministerio al grupo de José Ignacio Baldó, Félix Pifano, Jacinto Convit, Juan D’Prisco, César Rodríguez y una numerosa lista de calificados profesionales de gran mística, vocación de servicio y amplios conocimientos que organizaron las demás direcciones, lo que originó como consecuencia el control epidemiológico de la Lepra, la Tuberculosis, la Fiebre Amarilla, la Bilharzia, la Leishmaniasis, la Filariasis, el Sarampión y muchas otras que elevaron con orgullo a nuestro país a presentar los más altos niveles en los indicadores de salud, calificando la Escuela de Salud Pública de Venezuela como el más apetitoso centro de formación especializada en enfermedades tropicales para los médicos de Europa y otros países de América con los cursos que fueron iniciados en 1.944.

La indebida conversación de dos neófitos de la salud que dirigen una Isla venteada por los cuatro costados y a nuestro país originaron el falso concepto economicista de que son gastos innecesarios por no tener rendimiento económico, sin entender que los gastos en Salud son las inversiones más reproductivas porque representan la defensa del material humano que es el mayor tesoro de la nación, procediendo a la eliminación de la Dirección de Malariologia.

La materialización de ese falso concepto condujo a la eliminación de los programas de Saneamiento Ambiental y de Salud Pública que corresponden a la medicina preventiva y hoy no se vacuna casa porcasa, solo se hace a los que van a viajar o lo solicitan en los servicios públicos, no se fumiga, no se dedetiza, no se desratiza, se abandonaron los programas de prevención, han recrudecido enfermedades que no existían desde las guerras de la Federación como la Miasis originada en el desove de las moscas estercoleras, hay Chipos en Caracas, sarna en las urbanizaciones, piojos en los colegios, hace poco murió un Capitán de Navío muy conocido, buen orador, profesor. historiador y poeta, víctima de una Oncocercosis cerebral ahora presente por una importación de carne del Paraguay, volvió la Leishmaniasis, hay Tuberculosis, aumentaron la Diabetes y sus secuelas como la ceguera por desprendimiento de retina, la amputación de miembros por necrosis de ulceras varicosas, la insuficiencia renal y el infarto han aumentado porque no existen servicios especializados para el control de la Diabetes declarada hoy por la Organización Mundial de la Salud como la epidemia del siglo XXI.

No se consiguen las drogas antineoplásicas y sus elevados precios no le permiten acceder a la mayoría de la población, pero los altos dirigentes van a tratarse su Cáncer en otro país a costos muy elevados y con recursos del patrimonio público.

Es importante señalar que este crimen colectivo ha podido pasar desapercibido para la mayoría de las personas que no desarrollan sus actividades en el campo de la salud, porque la ineficacia de los programas de prevención no se manifiestan de inmediato debido a la existencia de un lapso en el cual se cumplen los períodos de incubación y cuando las enfermedades se manifiestan en forma pública, el hecho es desvirtuado por la propaganda gubernamental que demagógicamente por ejemplo informa que una comunidad indígena está siendo diezmada por una epidemia de sarampión, pero no advierten que es debido a la ausencia de inmunidad por la falta de la vacuna y hacen una campaña masiva de vacunación con gran despliegue publicitario encubriendo de esta forma la verdadera razón que radica en el abandono de los Programas de Saneamiento Ambiental y de Prevención que antes desarrollaba la Dirección de Malariología.
Todo esto constituye un conjunto de actos inhumanos contra la población Venezolana que encuadran perfectamente dentro de los parámetros que tipifican los delitos de Lesa Humanidad porque atentan contra el derecho a la salud de una comunidad en forma generalizada y de manera sistemática, violando las leyes que declaran la Salud como un Derecho inalienable y que el estado está obligado a preservar.

Dr. Luis Guillermo Pilonieta Linares, Médico graduado en la Universidad Central de Venezuela

Caracas, noviembre de 2012

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José Pulido: Conversatorio sobre novela negra

Lo que me ha fascinado de la novela negra es el arte de escribir que alcanzaron sus autores más emblemáticos. Ese arte crea una atmósfera visual y transmite los silencios, las soledades, las desesperanzas, los sentimientos y pensamientos que se dan en lo cotidiano. Pero también ejerce el humorismo como irónico escudo frente a cualquier tragedia.

Esa atmósfera y esas características de la novela negra, no son de su exclusividad: también resaltan en los cuadros de Edward Hopper, por ejemplo. No me he cansado de admirar esa obra de Hopper que muestra la barra de un bar donde sólo hibernan tres parroquianos: dos hombres oscurecidos por el morbo de lo íngrimo y una mujer vestida de rojo que parece no encontrarse a si misma. Por su parte, el cantinero quizás dice algo o asume la conformidad de lavar unos vasos.

Es la inquietante realidad sin misericordia que se cuela en los cuentos de Carver o en las descripciones abruptas de Bukowski. Es la transparencia preciosa y estremecedora que envuelve la poesía de William Carlos Williams.

En la novela negra se analizan y se aclaran misterios y crímenes, aunque en pocas ocasiones los personajes se muestran conmovidos por el dolor ajeno. Es más un campo de batalla por la recuperación de algún rasgo moral que un escenario para practicar la misericordia. Las víctimas podrían exigir justicia o venganza en un capítulo cualquiera. Pero nunca pedirán compañía en el dolor ni solidaridad con su padecimiento.
Quizás tengamos allí un buen ángulo para generar en Venezuela una novela negra propia, que alerte sobre la insensibilidad ante el negocio y el mercado de la muerte.
La novela negra venezolana puede comenzar a abordar esa circunstancia terrible que sacude a la sociedad: hemos creado una multitud de asesinos que matan por el gusto de hacerlo. Porque no hay consecuencias aparentes. Porque los demás no importan.

Yo, que nací y crecí en la pobreza y me mantengo fiel a ella porque la lotería me desprecia, he constatado con gran desconsuelo que el venezolano de todas las clases sociales se ha vuelto maluco, se ha dañado hasta el tuétano por la búsqueda del dinero mal habido. La inmoralidad y la falta de escrúpulos es total.
Y ello, por supuesto, se debe a que en nuestro país no se puede conseguir nada, ni paz ni satisfacciones con el trabajo asalariado y honesto, aparte de una sobrevivencia miserable. Y la impunidad complementa el panorama. Esa situación ennegrecerá nuestra novela y enriquecerá los anales del crimen: tendremos los criminales más visibles, ensangrentados y poderosos del universo. Podremos exportar algo más que petróleo totalizante y muchachas talladas con bisturí.

Lo cierto es que tenemos todas las condiciones para escribir una novela negra trascendente o por lo menos interesante. La afortunada y voluntariosa iniciativa de Ediciones B abre esa posibilidad.
En Venezuela el delito es casi folclórico. Aparte de todos los delitos que pueda imaginarse la mente más fantasiosa, hemos afinado un abanico de opciones para acabar con vidas y haciendas, tan enfermizas como el susodicho homicidio.

Se golpean y se violan mujeres y niños a domicilio. Se han visto constantes violaciones de abuelas de ochenta años y acribillamientos de niños dentro del vientre de la madre. Hay temas, claro que los hay. La mujer, permanentemente subastada y denigrada; la mujer, sobre cuya cabeza flota una nube de furia que se descarga en cualquier momento y en cualquier lugar de la sociedad.

Todo lo que podría parecer horror sacado de la ficción, lo tenemos en la realidad.

Pueden transformarse en novelas las incesantes acciones dirigidas contra la dignidad humana porque son crímenes que no se toman en cuenta. Es homicida el que explota; el que coarta libertades; es homicida el que vende armas y el que las compra; es un criminal todo aquel que tuerce el rumbo moral de una institución, de una familia o de una nación con actos de corrupción o de barbarie.

Hannah Arendt escribió: …el mundo no es humano por haber sido hecho por hombres, y no se vuelve humano porque en él resuene la voz humana, sino solamente cuando llega a ser objeto de diálogo. Por muy intensamente que las cosas del mundo nos afecten, por muy profundamente que puedan emocionarnos y estimularnos, no se hacen humanas para nosotros más que en el momento en que podemos debatirlas con nuestros semejantes. Todo lo que no puede llegar a ser objeto de diálogo puede muy bien ser sublime, horrible o misterioso, incluso encontrar voz humana a través de la cual resonar en el mundo, pero no es verdaderamente humano. Humanizamos lo que pasa en el mundo y en nosotros al hablar y, con ese hablar, aprendemos a ser humanos”.

La literatura siempre ha podido establecer un diálogo silencioso y profundo. Es una maravilla que podamos fundir dos pensamientos y dos ríos del sentir: el escritor y el lector. Siempre presumo que me he quedado a solas con Homero, con Kafka o con Jesús de Nazareth, hasta que suenan los disparos o gimen las sirenas y la ciudad, nuestra madre karmática, interviene con su crudeza en el asunto.

José Pulido
Poeta, ensayista y editor
Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela

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La Lisboa de Saramago

Enrique Viloria Vera

Ciudad como cicatriz quemada
lágrima que no se seca.

“Tuvo lugar ayer el funeral del doctor Fernando Antonio Nogueira Pessoa, soltero, de cuarenta y siete años de edad, natural de Lisboa, graduado en letras por la Universidad de Inglaterra, escritor y poeta muy conocido en los medios literarios”. Esta nota fúnebre aparecida en un periódico lusitano, o tal vez, un telegrama, corto, escueto, conciso, fue lo que motivó a Ricardo Reis a volver a Lisboa para re-encontrarse – quién lo sabe – con la ciudad o con el poeta muerto, que era como encontrarse consigo mismo.

José Saramago en su novela «El año de la muerte de Ricardo Reis», hace que su protagonista emprenda un largo viaje por barco, después de una estada de 16 años en Brasil, para que enfrente de nuevo a Lisboa, “esa ciudad cenicienta, urbe rasa sobre colinas, como sí sólo estuviera construida de casas de una sola planta, quizá, allá, un ciborio alto, un entablamento más esforzado, una silueta que parece ruina de castillo, salvo sí todo es ilusión, quimera, espejismo”. Enfrentamiento múltiple que implica para Reis, además de la vuelta a los orígenes, de las preguntas acerca de la propia identidad, un encuentro con el espíritu de Pessoa, con ese poeta amigo que murió “casi ignorado por las multitudes”.

Ricardo Reis desamarra Lisboa, la sufre húmeda, la recorre inundada, la pasea entumecido para comprobar si sus recuerdos se corresponden con la realidad, y no son como “un grabado a buril reconstruido por la imaginación”. El médico-poeta de Saramago va y viene, de un recuerdo a un olvido, de una añoranza a una constatación, para acudir a la cita que un destino común le había deparado con el fantasma de su alter ego Pessoa. Anduvo calles medievales que no han perdido su encanto, ruas y puentes, nuevos y viejos, contemplando como siempre y como nunca el castillo de San Jorge, el monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém, la casa de los Picos, las iglesias de la Concepción Vieja y de Santa Catalina, el Hospital de San Luis donde falleció el poeta, y el cementerio de Prazeres donde reposan los restos de su amigo muerto, para luego regresar al Hotel de Bragança en busca de una intimidad inexistente, porque como ya se sabe: “un hotel no es una casa, le van quedando olores de éste y de aquel un sudor insomne, una noche de amor, un abrigo mojado, y luego vienen las camareras a hacer las camas, a barrer, queda también su propio halo de mujeres”.

Antes de su cita con el verdadero Pessoa, el otro Pessoa, el heterónimo, el convocado Ricardo Reis, tuvo tiempo de asistir a fiestas y celebraciones que le daban la bienvenida a un nuevo año. En un ambiente de expectación y espera, de entusiasmo y nerviosismo, Reis contempló conmovido, en una plaza abarrotada de gente, como “la aguja de los minutos cubre la aguja de las horas, es medianoche, la alegría de una liberación, por un instante breve el tiempo dejó libre a los hombres, se besan hombres y mujeres al azar, esos son los mejores, los besos sin futuro”. Cuando el año viejo quedó en el pasado y el nuevo, 1936, se estrenaba con champán, bullicio y pitidos estridentes, Ricardo Reis regresó de nuevo a la habitación de su hotel para acudir a la entrevista que la Navidad y el recién llegado año habían postergado.

Pessoa se le apareció de súbito, sentado en el sofá del cuarto, vestido de negro “como si estuviera de luto o fuera de oficio enterrador”. Luego de los saludos, los abrazos y las emociones de rigor, un tanto intrigado por esa irrupción esperada pero incomprensible, el poeta vivo le preguntó al poeta muerto cómo había llegado, ¿había traspasado puertas?, ¿se desplazó por los aires?, ¿se filtró por las paredes?, para escuchar atónito la respuesta contundente de Pessoa “los muertos se sirven de los caminos de los vivos, y además no hay otros, vine por ahí fuera, desde Prazeres”.

Muertos que también recorren y disfrutan las calles de Lisboa, de “esa ciudad sombría, recogida en frontispicios y paredes” que le ofrece al transeúnte, independientemente de si respira o no, motivos para la alegría y la tristeza, para la rutina y la sorpresa. Así lo entendieron Pessoa y Reis, Reis y Pessoa, que como ya sabemos son el mismo, cuando en sus correrías por Lisboa, entre una que otra conversación paúlica o interseccionista, recorren, reflexivos, la ciudad baja o ese barrio “castizo, alto, de nombre y situación, bajo de costumbres, alternan las ramas del laurel en las puertas con busconas en los portales, aunque por ser hora matinal se reconozca en la atmósfera una especie de lozanía inocente, un soplo virginal”.

Encuentros de vivos y muertos en una ciudad “donde se pierde el Sur y el Norte, el Este el Oeste, donde el único camino abierto es hacia abajo”. Y justamente, hacia allí, hacia abajo fue donde se dirigió Ricardo Reis, comprometiendo su vida en amoríos incomprensibles: uno, lujurioso, con una camarera del hotel, otro, platónico, con una doncella lisiada; mientras Pessoa insistentemente le recrimina esos aires de Don Juan que no le sientan y no le van a un médico confundido que no sabe si permanecer en Lisboa para que, en el consultorio, sus pacientes sean “el enfermo médico de un médico enfermo”.

La mudanza de Reis del Hotel Bragança a la Rua Santa Catarina sirvió para que los poetas sostuvieran, en medio del frío, la lluvia y la niebla, una conversación acerca del sentido último de la soledad, de esa, sin límites, que se experimenta estando donde no se está, “la que anda con nosotros, la soportable, la que nos hace compañía. Hasta a ésa a veces no logramos soportarla, suplicamos una presencia, una voz, otras veces esa misma voz y esa misma presencia sólo sirven para hacerla intolerable”. Soledad constitutiva de la vida de las ciudades a la que Lisboa no escapa, no puede sustraerse, porque en ella también habita el desencanto, la frustración, la comprensión de que la ciudad en la que se vive no es la ideal para la realización personal, aunque indefectiblemente se tenga “que vivir en algún lugar, comprender que no existe lugar que no sea lugar, que la vida no puede ser no vida”, y que, como esperanza alienadora, al igual que ocurre con Lisboa, “también en el interior del cuerpo la tiniebla es profunda y, pese a todo, la sangre llega al corazón”.

Pero si la soledad es triste e inevitable, mucho más lo es el olvido. Con esa sabiduría despojada de intereses y prejuicios, que se adquiere cuando ya la experiencia y la madurez no importan porque la muerte se adueñó de todo, libertando e igualando a los hombres para hacer efectiva la verdadera democracia en el más allá, Pessoa le comenta a Reis que sabe a ciencia cierta cuanto es el tiempo requerido para que los muertos pasen al olvido: “son nueve meses, los mismos que pasamos en la barriga de nuestras madres, creo que aún no nos pueden ver, pero todos los días piensan en nosotros, después de morirnos ya no nos pueden ver y cada día que pasa nos van olvidando un poco más, salvo casos excepcionales, nueve meses bastan para el olvido total”.

Lisboa generosa, permisiva, complaciente, propiciadora de los encuentros de Pessoa con Reis, de Reis con Pessoa, para que uno y otro dejen de ser uno y otro, en el momento mismo en que el poeta vivo tomó la decisión de acompañar al poeta muerto desde hace nueve meses, a ese lugar desde el cual un solo y único poeta, Pessoa, podrá evocar a plenitud la ciudad del gran río, de la magnificente dársena, del imposible sosiego, esa donde se “acaba el mar y empieza la tierra”.

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