Carmen Mannarino y Rosalina García en la Academia de la Historia


Cortesía de Panoramio-Photos by Angel
Cortesía de Panoramio-Photos by Angel
El día 4 de diciembre del 2014,  las escritoras Carmen Mannarino y Rosalina García, fueron designadas y juramentadas  como Individuos de Número de la Academia de la Historia del Estado Miranda, en sesión solemne ,en La Casa del Periodista del Estado Miranda, tomando en consideración sus altos conocimientos y su obra escrita.
Ambas son investigadoras, Manarino es biógrafa, narradora y editora. Rosalina García es poeta y biógrafa. Ambas han recibido numerosas distinciones por su obra literaria. Las dos son Miembros Activos del Círculo de Escritores de Venezuela, y Carmen Mannarino pertenece al Consejo Consultivo de la institución.
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DESPEDIDA A ZAPATA

Zapata

Por Magaly Salazar Sanabria

Notas para Zapata

Hasta hace poco, Pedro León Zapata dibujaba sus caricaturas con el mismo humor y sabiduría sarcástica de siempre. Su trabajo tomó un receso en la madrugada del Viernes, 6 de febrero de 2015. Ahora lo recordamos para que una obra como la suya no cese y la memoria cumpla con su papel recreador.

Pedro León Zapata es considerado como un genio de la caricatura latinoamericana. Este gran dibujante nació en la Grita , Estado Táchira el 27 de febrero de 1929 y se inició como estudiante en la Escuela de Artes Plásticas en 1945.

Apenas Zapata comenzaba en la Escuela de Artes Plásticas, cuando la caricatura en Venezuela empezaba a adquirir gran auge. Entonces, el comic y la historieta eran sobrepasados debido a la fuerza e inmediatez del mensaje planteado por la caricatura . Los artistas: Régulo Pérez, Zapata, Fonseca, Ras y Abilio Padrón, este último, ganador en 1956 del “Premio ARS para Publicidad Gráfica y Afiches, fueron los que impulsaron este movimiento. Las primeras caricaturas de Zapata se recogieron en la revista Fantoches que dirigía el poeta Aquiles Nazoa. También publicó en Dominguito, Una Señora en apuros, El Fósforo, La Hallaca enfurecida, La Pava Macha. El Sádico Ilustrado.

Abilio Padrón, junto con Zapata, Rayma, Fonseca, Weil, Edo y otros, han satirizado a los presidentes señalándole los errores cometidos a través de lúcidas y demoledoras caricaturas. En el caso de Zapata, si se observan las caricaturas recogidas en el libro: Caracas Zapata(1991) publicado por el Museo Sacro de Caracas, se constata que ellas asumen durante un tiempo de la historia, una posición crítica ante los gobernantes, que van desde Cristóbal Mendoza, hasta nuestros días: Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, Betancourt, Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins, Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro. Zapata, al igual que otros caricaturistas, ha tratado de interpretar la realidad social de una Venezuela desequilibrada y de contrastes dramáticos, de escándalos de corrupción, desabastecimiento, impunidad, violencia, ataques a la libertad de expresión, detenciones injustas y violación de los derechos humanos; oficio que todos han ejercido con firmeza tanto en la Democracia y con mucha más razón durante estos 15 años de régimen autoritario.

Retomando el hilo de la historia, Zapata empieza a publicar sus caricaturas el 21 de enero de 1965 en el diario El Nacional, trabajo denominado “Zapatazos” por el periodista Omar Pérez. El destacado médico y escritor, estudioso de la obra de Zapata, Torres, I.(1979), refiriéndose al primer “zapatazo” expresa en su libro Zapata: “Se trataba en esa ocasión de una caricatura a dos columnas, en la cual aparecía el boxeador “Morocho Hernández, recién coronado campeón de su peso, parado satisfecho en lo alto de un envase de leche”.

Por su excelente trabajo, Pedro León Zapata ha sido distinguido con los reconocimientos: Premio Nacional de Periodismo en 1967, Premio de Artes Plásticas en 1980 y dos Premios Municipales,1974 y 1978. Entretanto, sus exposiciones fueron muy elogiadas y concurridas en su oportunidad, entre ellas, se destacaron Las batacanas en 1970, Revolucionarias y Jijos de la Pelona (1972), 80 Dibujos Taurinos (1974) Guerra es guerra (1974) Todo el Museo para Zapata 1975), esta última realizada en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Una de sus grandes legados para la ciudad de Caracas es el Mural: Los Conductores de Venezuela, ubicado en la Autopista Francisco Fajardo cerca de la Universidad Central de Venezuela.

Pero hablemos de la caricatura como elemento de expresión artística y género iconográfico de opinión que le permitió a Zapata la interpretación de algunos asuntos, porque a esta manifestación artística la auxilian recursos psicológicos, retóricos y plásticos y muchas veces aparece fortalecida por un texto breve. La caricatura de Zapata tiene una intencionalidad crítica y editorial. Su temática se refiere a la situación nacional y la mayoría de las veces trata problemas sociales, morales, económicos y políticos de Venezuela.

Es muy importante tomar en cuenta los elementos retóricos en el humor gráfico y en el humor de origen verbal. Estos elementos son: el retruécano, la sátira y la ironía. La caricatura se caracteriza por la gracia, la distorsión, el chiste y la ironía. La distorsión es un recurso que se utiliza para exagerar ciertos rasgos de los personajes. El ingenio y lo grotesco se juntan en una aguda complicidad que le imprimen a las caricaturas de Zapata un sello de talentosa acidez porque, a veces, las visiones son incompletas o parciales, no se trata, entonces, de yuxtaponer materiales sino de colocar lo común, lo vital, aquello, expresado por Morin, (1972) “Hay una lógica de la vida más rica que la de nuestras ideas…La lógica de nuestras ideas es un producto secundario, por no decir, un subproducto de la vida” (p. 749).

En fin, a través de la comicidad, como hemos señalado, se logra desenmascarar a un personaje autoritario o famoso. Esto quiere decir que la caricatura de Zapata muestra al sujeto en su totalidad, a partir del análisis de su apariencia pero, también a través de lo que se percibe de su interioridad. Así, el dibujante es capaz de enseñarnos los defectos, truculencias y mañas del personaje reflejado en la caricatura .El nivel referencial – la realidad y degradación del país- es el elemento que atrapa la percepción de Pedro León Zapata. Nada se inventa, todo está allí en el entorno, tercamente feo, esperando el genio de uno de los grandes caricaturistas latinoamericanos para que nos lance sus “zapatazos” y nos cure de la inmovilidad. Zapata, gracias por lanzarnos tan valiosos zapatos.

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Historia del Círculo de Escritores de Venezuela

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El Círculo de Escritores de Venezuela

 

I. Introducción.

El Círculo de Escritores de Venezuela, asociación sin fines de lucro, fue creada en 1989 y fundada formalmente en 1990, por un amplio grupo de intelectuales venezolanos, con la misión de reunir a los escritores de Venezuela, para compartir, estudiar, promover y divulgar sus obras literarias; propiciar la investigación y creación de una base de datos de los autores y libros publicados; editar libros, promover la incorporación de escritores de otros países y, en líneas generales, proyectar la literatura venezolana en los ámbitos nacional e internacional.

Una de las premisas que ha caracterizado a la organización es la defensa de la libertad de expresión y el ejercicio pleno de los Derechos Humanos universalmente consagrados, sin distinciones de raza, orientación política, credo o religión. El patrimonio del Círculo de Escritores de Venezuela está constituido por los aportes de sus asociados y por las donaciones y subvenciones de particulares y de entidades privadas y públicas. La organización ha establecido alianzas con Universidades, Asociaciones Culturales, Academias, Ateneos, Organizaciones dedicadas a la Cultura y Medios de Comunicación, con la finalidad de impulsar proyectos conjuntos. Colabora con organizaciones dedicadas a diversas manifestaciones del arte y la cultura. Han sido numerosos los encuentros, foros, talleres y seminarios en torno a temas literarios y sociales de importancia nacional e internacional.

Mantiene lazos con otros países, a través de las Embajadas y de los vínculos con sus escritores. Numerosos han sido los eventos con países como Colombia, España, Chile, Honduras, Perú y Ecuador, Argentina, Costa Rica, Bolivia, México y Francia. Durante estos años, se ha invitado a personalidades del exterior, entre ellos, Carlos Murciano, Josefa Parra y Beatriz Hernanz Angulo, Enrique Gracia Trinidad y Alfredo Pérez Alencart, de España. De Colombia, Otto Morales Benítez, Jesús Puente Leiva, Carlos Martín, Jaime Posada, Ignacio Chávez, Bella Clara Ventura, Andrea Zurlo,  y el Embajador Enrique Vargas, de Colombia. Se ha mantenido fructífero contacto con editores, artistas plásticos y promotores culturales. El Círculo de Escritores de Venezuela ha formado parte del jurado del Premio León De Greiff creado por la Fundación Celis Cepero.

Reúne a más de 200 escritores de todo el país. Por su presidencia han desfilado reconocidas figuras de las letras venezolanas: Pedro Díaz Seijas, Marco Ramírez Murzi, Eduardo Casanova, Luis Beltrán Mago, José Tomás Angola Heredia,  Carmen Cristina Wolf y actualmente Edgar Vidaurre Miranda. Debemos mencionar a los ilustres autores Arturo Uslar Pietri, Luis Pastori y Guillermo Morón, quienes fueron nombrados Presidentes Honorarios de la Asociación. En los últimos diez años, se han incorporado nuevas voces, jóvenes poetas, narradores y dramaturgos, con una intensa actividad literaria.

II. Fundadores y primeros integrantes.

Entre sus fundadores se encuentran reconocidas figuras de la literatura venezolana: Marco Ramírez Murzi, Pedro Díaz Seijas, Luis Beltrán Mago, Arturo Croce, Ramón González Paredes, Pascual Venegas Filardo, Miguel García Mackle, Juan Liscano, Vicente Gerbasi, José Ramón Medina, Luis Pastori, Elizabeth Schön, Benito Raúl Losada, Ramón J. Velásquez, Jean Nouel, Mahfud Massís. María Cristina Patiño, Héctor Pedreáñez Trejo, Ildefonso Leal, Augusto Germán Orihuela, Luis F. Ramón y Rivera, Gustavo Luis Carrera, Gustavo Díaz Solís, Rafael Armando Rojas, Luis Beltrán Guerrero, Lucila Palacios, Lucila Velásquez, Luz Machado, Guillermo de León Calles, Manuel Vicente Magallanes, Alejandro Lasser. Pálmenes Yarza, Tomás Polanco, Graciela Torres, Mario Torrealba Lossi, Jean Nouel, Isabel Aretz, Jaime Tello, Francisco Salazar Martínez, Gustavo Luis Carrera, Gustavo Arnstein, Ana Mercedes Pérez, Enrique Castellanos, Vinicio Romero, Luis Quiroga Torrealba, Ángel Fernando Guilarte. Ismael Puerta Flores, José Manuel Castañón, José Antonio de Armas Chitty, Jesús García Gómez, Carlos César Rodríguez, Manuel Rodríguez Cárdenas, Rodolfo Romero Luengo, Oscar Rojas Jiménez, Pedro García Lopenza. Jesús García Gómez, José Balza, Julio Barroeta Lara, Pascual Venegas Filardo, Oscar Rojas Jiménez, Orlando Materán Alfonso, Ernestina Salcedo Pizani.

III. Fondo editorial, concursos y premios.

El Círculo de Escritores posee un Fondo Editorial que hasta el presente, ha editado cerca de setenta títulos, en sus colecciones de poesía, narrativa, ensayo y teatro. En esta última década, desarrolló una actividad editorial fundamentalmente centrada en la poesía, la narrativa y el teatro. En estos géneros, se han editado obras de los escritores Lucila Velásquez, Marco Ramírez Murzi, Dionisio Aymará, Eduardo Casanova, Lidia Salas, Magaly Salazar Sanabria, María Cristina Patiño, Harry Almela, Álvaro Pérez Capiello, Carmen Cristina Wolf, Alejo Urdaneta, Helena Sassone, Alejandro Lasser, Lidia Salas, Magaly Salazar Sanabria, Carlos Gottberg, Marisol Marrero, Álvaro Pérez Capiello, Rosa Melo, María Gabriela Madrid, Ana Teresa Sosa, Heberto Gamero Contín, Carolina Díaz Carmona,  por citar algunos de ellos.

En el 2005, se publicó la “Antología Poética del Círculo de Escritores de Venezuela”, que recoge una selección de 49 poetas, la mayoría venezolanos o que residen en Venezuela. En géneros como el ensayo, la historia o la crítica se han publicado obras de autores como Rafael Valery Salvatierra, Raquel Moreno de Rojo, Carlos Alarico Gómez, Agustín Quevedo Martín, Alvaro Pérez Capiello, Alejandro Lasser y Enrique Viloria Vera.

Durante diez años (1991-2001) la Asociación mantuvo la revista “Equinoccio”, que recibió el galardón de la Academia de Arte Italiana, así como el programa radial “Equinoccio” que a través de Radio Nacional de Venezuela, fue transmitido entre 1992 y el 2001. Durante los últimos años, el programa fue conducido por Luis Beltrán Mago y Álvaro Pérez Capiello. En el 2006, se creó la revista digital circulodescritoresvenezuela.org, con una amplia difusión internacional.

Durante diez años, el Círculo edita la revista digital circulodescritoresvenezuela.org, que recoge la actualidad literaria venezolana y publica textos de destacados autores hispanoamericanos.

La Asociación organiza el concurso “José Ignacio Cabrujas” de dramaturgia, que le fue otorgado a Ana Teresa Sosa, con Mención de Honor para la escritora Helena Sassone. También ha creado el concurso “Enrique Bernardo Núñez” de novela, cuyo primer premio lo obtuvo el fallecido novelista y poeta venezolano Freddy Hernández Álvarez, con Mención de Honor para Álvaro Pérez Capiello. Y el concurso “Guillermo Meneses”, que ha sido otorgado a Alejandro Lasser y a Eduardo Casanova, por obra de vida.

En reconocimiento a obra de vida, se confieren las Medallas “Lucila Palacios” y “Vicente Gerbasi”, y han sido otorgadas a reconocidas figuras del movimiento literario hispanoamericano. Y la Medalla al Mérito Institucional “Pálmenes Yarza”, orientada a reconocer a quienes de manera reiterada colaboran con la Institución. En el 2010, se creó la Medalla “Tomás Polanco Alcántara”. Algunos de los escritores que han recibido estos reconocimientos son: Rafael Cadenas, Atmando Rojas Guardia, Ernesto Sábato, Carlos Murciano, Helena Sassone, Lidia Salas, Otto Morales Benítez, Ana Teresa Torres, Gustavo Díaz Solís, Fredo Arias de la Canal, Humberto Díaz Casanueva, Harry Almela, Alberto Hernández, Carlos Alarico Gómez, Tomás Polanco Alcántara, Lucila Velásquez, Elías Pino Iturrieta, Marco Ramírez Murzi, Pedro Díaz Seijas, Eduardo Casanova, Alejandro Lasser, Oscar Sambrano Urdaneta, Luis Beltrán Mago, Guillermo Morón, Enrique Viloria Vera, Armando, Alfredo Pérez Alencart, Joaquín Marta Sosa, Enrique Gracia Trinidad, Eduardo Liendo, Francisco Suniaga, Antonieta Madrid, Carmen Cristina Wolf y Ana María Facundo.

IV. Foros, conferencias, recitales y teatro.

El Círculo de Escritores inició sus actividades en la “Casa de Bello”, cuyo presidente era en aquel entonces el distinguido escritor Oscar Sambrano Urdaneta. Sus actividades, incluyendo foros, conferencias, talleres, recitales de poesía, conciertos y montajes teatrales, se han realizado en espacios como el Ateneo de Caracas, la Casa Rómulo Gallegos, el teatro Emil Friedman, el Ateneo de San Cristóbal, la Universidad Politécnica Experimental Libertador, núcleo Maracay, Villa Planchart en Caracas, el Auditorio de la Corporación Andina de Fomento, la Universidad Alejandro de Humboldt, el Paraninfo de las Academias, La Sala Cabrujas del Centro Cultural Chacao, el Auditorio de la Fundación Banco Provincial, el Auditorio del Banco Nacional de Ahorro y Préstamo, la Casa del Artista, el Centro de Estudios Literarios Arturo Uslar Pietri de la Universidad Metropolitana y la Casa de Bello, por solo mencionar algunos.

Entre las programaciones más exitosas, figura el ciclo “Un mes de poesía para Caracas”, presentado en el Ateneo de Caracas, con el montaje teatral de obras poéticas, a cargo de “La Máquina Teatro” bajo la dirección de José Tomás Angola. Se presentaron obras de: Pablo Neruda, Luz Machado, García Lorca, Gabriela Mistral, Lucila Velásquez, Carlos Gottberg, Leonardo Padrón, Lidia Salas, Luis Beltrán Mago, Luis Alberto Machado, Carmen Cristina Wolf, Patricia Guzmán, Eduardo Casanova, Dionisio Aymará, Manuel Viso, Elías Yánez, Carlos Silva, José Antonio de Córdova, y Pedro Francisco Lizardo. También se ha llevado al escenario “Música y poesía en la Casa” (Casa del Artista), “Tres dramaturgos en busca de espectador” (Teatro Emil Friedman) y “Gira de dos poetas españolas: Josefa Parra y Beatriz Hernanz” (Auditorio Fundación Banco Provincial y UPEL, Maracay); “Colombia y Venezuela unidas por la Poesía” (Sala Cabrujas). Últimamente el Círculo invitó al país al escritor Enrique Gracia Trinidad, para hacerle entrega de la Medalla Internacional “Vicente Gerbasi”. Se entregó la Medalla Internacional “Lucila Palacios” a los escritores Enrique Viloria, Francisco Suniaga, Antonieta Madrid, Eduardo Liendo; y se otorgó la Medalla Internacional “Vicente Gerbasi” a Rafael Cadenas, Joaquín Marta Sosa, Alfredo Pérez Alencart, Armando Rojas Guardia, Belkys Arredondo y Carmen Cristina Wolf.

V. Sociedad de Amigos y Asociación pro Círculo de Escritores.

Con el Círculo de Escritores, funcionó por casi una década la Sociedad de Amigos del Círculo de Escritores de Venezuela, organización que se dedicó a obtener fondos para proyectos y actividades. Sus presidentes han sido Garam Mattar, Heraclio Enrique Atencio Bello y Carlos Alarico Gómez. De reciente creación, es la Asociación Pro Círculo de Escritores de Venezuela, ASOPROCEV, sin fines de lucro, que asume la responsabilidad dejada por la Sociedad de Amigos. Con fondos de la Asociación, se desarrolló el proyecto “Poetas Venezolanos del Siglo XX”, base de datos que puede ser consultada en Internet. El trabajo estuvo bajo la dirección de José Tomás Angola, con el apoyo y colaboración de Álvaro Pérez Capiello y Carlos Silva.

Algunas de las instituciones que han sido auspiciantes del Círculo de Escritores de Venezuela son: Centro de Cultura Chacao, Banco Nacional de Ahorro y Préstamo, Corporación Andina de Fomento, Fundación Banco Provincial, Universidad Metropolitana, Colegio Emil Friedman, Fundación Casa de Bello, Editorial Actum, Fundación Casa del Artista, Instituto de Cultura Hispánica, Embajada del Reino de España, Embajada de la República de Chile, Asociación Cultural Humboldt, Embajada de la República de Colombia, Rotary Club de Altamira, Fundación Aprende a Escribir un Cuento, Colegio de Médicos del Estado Miranda, CONAC, Agencia Española de Cooperación, PublicArte, Fundación Anala y Armando Planchart, Clínica El Ávila, DATOS C.A., Hotel Tamanaco, Veniblue C.A., Parmalat y Palmaven

En los últimos cinco años se han organizado Talleres de escritura, como los que imparte la Fundación “Aprende a Escribir un Cuento”, a cargo de Heberto Gomero, el “Taller de Creación Literaria” de Magaly Salazar Sanabria, el “Taller Permanente de Poesía” de María Isabel Novillo y el Seminario “Función Sanadora de la Poesía” de Lidia Salas.

VI. Miembros activos, eméritos y correspondientes.

Son Miembros Activos los siguientes: Anabelle Aguilar, Jon Aizpúrua, Rubén Ackerman, Carlos Alarico Gómez, Atanasio Alegre, Harry Almela, Graciela Alvarez, José Tomás Angola, Edda Armas, Elisa Arráiz, Belkys Arredondo, Juan María Arroyo, Maite Ayala, Jon Aizpúrua, Natividad Barroso García, Margarita Belandria, Horacio Biord Castillo, Rogelio Bianco, Enrique Bravo, Carlos Briceño, Nora Bustamante, Luisa Helena Calcaño, Orlando Campos, Luis Gilberto Caraballo, Tomás E. Carrillo Batalla, Eduardo Casanova Sucre, Maria Teresa Casas, Dora Castellanos, Rafael R. Castellanos, Gloria Cepeda, Ana María Celis, Ligia Colmenares, Elizabeth Conte, Miriam Cupello, María de Jesús D´Alessandro, Carolina Díaz Carmona, Ana María Del Re, Cecilia Dulcey, Thaís Erminy, Eunice Escalona, José Antonio Escalona-Escalona, Ana María Eiras, Laura Febres, Eva Feld, Heberto Gamero Contín, Miguel García Mackle, Rosalina García, Julio C. García Sánchez, Ana María Hurtado, Jason Maldonado Parilli, Jorge Gómez Jiménez, Elio Gómez Grillo, Isabel Cecilia González, Nubia González, Carlos Gottberg, Mario Gluzman, Cristóbal Guerra, Milagro Haack, Milagros Hernández Chiliberti, Asdrúbal Hernández Lara, Ruth Hernández, Ximena Hurtado Yarza, José Luis Ibarra, José Irimia, Carolina Jaimes Branger, Rosalvina Jaimes, Mireya Krispin, Astrid Lander, Rodrigo Eloy Lares, Alejandro Lasser, María Luisa Lázzaro, Josefina León?onte, Laura Leret, Eduardo Liendo, Teódulo López Meléndez, Benito Raúl Losada, Roberto Lovera De Sola, Luis Alberto Machado, Antonieta Madrid, María Gabriela Madrid, Luis Beltrán Mago, Jason Maldonado, Carlos Maldonado-Burgoin, Joaquín Marta Sosa, Juan Martins, Alexis Márquez Rodríguez, Marisol Marrero, Garam Mattar, Juan Manuel Mayorca, Beatriz Mendoza de Pastori, Ángel Mila, Angela Molina,  Blanca Miosi, Gladis Monroy, Raquel Moreno de Rojo, Guillermo Morón, Marta Mosquera, Inés Muñoz Aguirre, María Isabel Novillo, María Teresa Ogliastri, Carmen América Oropeza, Klara Ostfeld, Marcia Ottaviani, Carlos Pacheco, Gonzalo Palacios, Sergio Pascual Casamayor, Elías Parilli, Oscar Paludi Baz, Luis Pastori, Flavia Pesci Feltri, Álvaro Pérez Capiello, Luis Pilonieta, Maribel Proietti, José Pulido, Oscar Sánchez Soto, Agustín Quevedo Martín, Lesbia Quintero, Trina Quiñones, Alba Revenga, Marcia Reverón, Gladis Revilla, Alejandro Ritter Alzamora, Luz Marina Rivas, Emilcen Rivero, Guillermo Riveros Tejada, Bélgica Rodríguez, Román Rojas Cabot, Alí Rondón, Lupe Rumazo, Nery Russo, Oscar Sjöstrand, Lidia Salas, Nada Salas, Francisco Salazar Martínez, Magaly Salazar Sanabria, Ernestina Salcedo Pizani, Carmen María Salge, Jasmín Sambrano, Silene Sanabria, Helena Sassone, Petruvska Simne, Sonia Sgambatti, Rafael Rondón Narváez, María Cristina Ruiz, María Cristina Solaeche, Aladar Teméshy, Ana Teresa Torres, Ildemaro Torres, Héctor Torres, Simón Trujillo, Alejo Urdaneta, Ramón Urdaneta, Luisa Valeriano, Gustavo Valle, Ana María Velázquez, Edgar Vidaurre Miranda, Enrique Viloria Vera, José Jesús Villa Pelayo, Magaly Villalobos, Gustavo Wiesse, Enma Luisa Wiesse, Carmen Cristina Wolf, Fernando Yurman, Frank Ziccarelli.

VII. Son Miembros Honorarios con carácter de Eméritos.

Luis Alberto Ambroggio, Argentina. Rafael Cadenas, Venezuela. Carlos Celis Cepero, Colombia.  Medardo Fraile, España. Enrique Gracia Trinidad, España. Luis López Álvarez, Venezuela. José López Rueda, España. Guillermo Morón, Venezuela. Salvador Pániker, España. Alfredo Pérez Alencart, España. Juan Ruiz de Torres, España. Armando Rojas Guardia, Venezuela. Daniel Mevdedov, Venezuela. Carmen María Salge, Venezuela, Horacio Biord Castillo, Venezuela. Oswaldo Vigas, Venezuela.

VIII. Y son Miembros Correspondientes:

Elizabeth Altamirano, Perú. Emma Aros Pensa, Chile. Diana Blanco, Argentina. Maida Colón, Puerto Rico. Mairym Cruz-Bernal, Puerto Rico. Enrique Gracia Trinidad, España. Laura Hernández, México. Amarilis Hidalgo de Jesús, Estados Unidos. Carlos Celis Cepero, Colombia. Mónica López Bordón, España. Esther Morales, Estados Unidos. Alfredo Pérez Alencart, España. Luis E. Prieto, España. Marjorie Ross, Costa Rica. Socorro Mármol, España. Juan Ruiz De Torres, España. Carlos Vásconez, Ecuador. Carmen Amarilis Vega, Puerto Rico. Bella Clara Ventura, Colombia. Silvia Vermengo, Argentina. Andrea Zurlo, Argentina. Patricio Cárdenas, Ecuador.

IX. Agradecimientos.

Manifestamos nuestra gratitud a las organizaciones y medios de comunicación que han colaborado en el desarrollo de los programas y proyectos del Círculo de Escritores de Venezuela. Las instituciones que nos han apoyado son las siguientes: Academia Venezolana de la Lengua, Fundación Cultura Chacao, Ateneo de Caracas, Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri (CELAUP), Universidad Central de Venezuela, Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL, Universidad Nacional Abierta UNA,  Fundación CELARG, Alcaldía Metropolitana, Banco Nacional de Ahorro y Préstamo, Corporación Andina de Fomento, Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC), Fundación Banco Provincial, Fundación Banco del Orinoco, Fundación Corp Banca, Universidad Metropolitana, Colegio Emil Friedman, Fundación Casa de Bello, Fundación Casa del Artista, Instituto de Cultura Hispánica, Fundación Venezuela Positiva, Embajada del Reino de España, Embajada de la República de Chile, Embajada de la República de Colombia, Asociación Cultural Humboldt, Rotary Club de Altamira, Colegio de Médicos del Estado Miranda, CONAC, Editorial Actum, Agencia Española de Cooperación, Fundación Anala y Armando Planchart, Galería Muci, Librería El Buscón, Librerías Alejandría I y Alejandría II, Librería Kalathos. Clínica El Ávila, Datos C.A., Hotel Tamanaco, Veniblue C.A., Parmalat y Palmaven. A la Editorial Diosa Blanca, a la Editorial Equinoccio, al Taller Editorial El Pez Soluble, A la Ediyorial Lector Cómplice, a la Editorial Actum y a Cármina Editores

Nuestra gratitud a los medios de comunicación impresos y digitales, de radio y televisión, que han difundido nuestra programación, tales como El Nacional, El Universal, Diario 2001, Tal Cual, Quinto Día, Últimas Noticias, Papel Literario de El Nacional, PublicArte, El Periodiquito de Maracay, El Diario La Voz, El Carabobeño, Diario de Caracas. Al Programa Entreversos de Jorge Palacios, Al progra Librería Sónica.  Al Circuito Unión Radio, la Emisora Cultural de Caracas, Radio Mágica, Venevisión, Canal i  y Televén. Nuestro reconocimiento a las revistas digitales Analítica.com, Letralia.com,  Ficción Breve Venezolana, Publicarteblog.blogspot.com, Libreriasonica.wordpress.com, Poetasenvivo.blogspot.com, Prometeodigital.org, wwwliteranova.net.

X. Conclusión.

Debemos agradecer a los escritores que forman parte de la Asociación, y a las Organizaciones que, con su colaboración generosa y desinteresada, han contribuido a llevar adelante la Misión del Círculo de Escritores de Venezuela. Es necesario hacer énfasis en que desde hace catorce años, la Asociación no ha solicitado ni recibido ningún aporte financiero de parte del Estado venezolano. Y nuestra contribución a la difusión de la literatura venezolana y a la cultura, se debe al esfuerzo de sus Miembros y Amigos y al respaldo de algunas fundaciones y organizaciones de carácter privado. Finalmente, pero no menos importante, nuestra gratitud a los periodistas, comunicadores y productores de Diarios y Revistas, programas de Radio y Televisión, que nos han brindado sus espacios para entrevistas, difusión de actividades y nuevos libros publicados por los autores de la Asociación y por nuestro sello editorial.

Carmen Cristina Wolf

Pubicado por la Fundación Venezuela Positiva en 2012. Texto actualizado en 2015

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Edgar Vidaurre: La séptima rosa

 

Edgar Vidaure Kalathos homenaje E SchönSelección de poemas del libro «La séptima rosa», de Edgar Vidaurre Miranda

El comienzo

Donde termina la luz

Alguien en la sombra

Dice: “Yo soy, yo soy”

No existe la búsqueda

porque la puerta de la noche

Es una rosa

& & & & &

Una mujer

dormida

Virtud del corazón de la noche

Su misterio es sacar miel sobre sí misma

Los ojos no han visto todavía la luz

Pero las manos la prometen

Ellas esperan un relámpago

Un río, otras manos

& & & & &

En un jardín cerrado

La rosa intensa

Hermana de mi espíritu

Lo que sabemos de ella

Es apenas viento y la nostalgia del verano

Imposible de ver como la noche, amor mio

Como la noche

* Edgar Vidaurre Miranda, poeta, ensayista y editor.

Edgar Vidaurre, nació en Caracas el 5 de diciembre de 1953, iniciando sus estudios musicales en el año de 1958 en el conservatorio de música Juan Manuel Olivares y de piano con el profesor Jorge Farkas.

Posteriormente estudió con las profesoras Gerty Haas y María Albino hasta 1976 año en el que obtiene el grado de pianista ejecutante, así como también estudios de teoría y solfeo, armonía, contrapunto e historia de la música con los profesores Alvaro Fernaud, Angel Sauce y R. Hernández López, prosiguiendo sus estudios de ejecución pianística y música de cámara en el conservatorio Santa Cecilia de Roma, bajo el auspicio de la profesora María Albino. En el mismo año de 1976 obtiene el título de Abogado de la Universidad Católica Andrés Bello, igualmente realiza estudios de filosofía en la misma universidad. En el año 1991 ingresa a los talleres de poesía del Conac en el Ateneo de Chuao y del Celarg a cargo del poeta Alfredo Silva Estrada de manera ininterrumpida hasta el año de 1995, siendo que paralelamente participa en los talleres libres con las poetisas Elizabeth Schön e Ida Gramcko. En el año 2006 realiza un Diplomado en Teología Cristiana en la Universidad Monteávila de Caracas y más recientemente conferencista, profesor y forista del Centro de Estudios Junguianos de Caracas

Autor de los libros de poesía:

  • La resurrección de los frutos (Mención de honor en la bienal 1993-1994 de poesía mística Antonio Rielo de España)

  • Poemas de la tierra (1995)

  • La fugitiva (ganador del premio único de Poesía Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra (1994-1996). Editorial La Liebre libre. Venezuela

  • La séptima Rosa (1996)

  • El lugar más sosegado de la tierra (Mención de Honor en la bienal municipal de literatura Augusto Padrón, 1997). Colección de Poesía. Secretaría de Cultura del Estado Carabobo. Venezuela

  • – Panayía (1998-1999)

  • El lamento de Ariadna (2002-2004)

Autor de numerosos ensayos sobre poesía, escritos especialmente para los talleres del Celarg, así como, de artículos para los periódicos El Siglo y el suplemento literario Verbigracia de El Universal, conferencista de la Dirección de Literatura del Conac (1996-1997) y del Ateneo de Maracay.

Desde el año de 1989, es colaborador y coeditor de la Editorial vertiente Continua del Poeta Alfredo Silva Estrada, y director fundador del Fondo Editorial Diosa Blanca.

Actualmente preside el Círculo de Escritores de Venezuela.

 

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El escritor y la “cochina lógica” de la realidad

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Por Horacio Biord Castillo

Señor presidente

y demás miembros del Círculo de Escritores de Venezuela1

Constituye, sin duda, para mí un altísimo honor el haber sido escogido por ustedes para pronunciar el discurso de orden en el día del escritor. No menos enaltecedora me resulta la designación que tuvieron a bien hacerme de miembro emérito de una institución que pretende ser un grupo de referencia para el apoyo y divulgación de las actividades literarias en nuestro país.

Los designios inescrutables de Dios me guardaban esta sorpresa en la perfección de su tiempo. No lo hubiera imaginado y nunca lo habría aspirado. Una llamada amable del gran poeta cumanés Luis Beltrán Mago me hizo partícipe de la noticia, que me bañó de la más pura saliva de estrellas, como el pueblo pemón de la Gran Sabana llama al rocío. Bañado de estrellas, vengo, pues, de mis montañas neblinosas para darles las gracias y aceptar, públicamente ahora, el nombramiento que me ata, quizá sin méritos suficientes, pero sí con enorme sentido de responsabilidad, a la institución que ustedes dirigen y de la que forman parte tantos colegas y amigos. Mi agradecimiento quiere revestirse de la mayor solemnidad para expresarles, aunque con palabras sencillas, que han tocado fibras muy ocultas de mi ser y lo han llenado de íntima satisfacción.

Pero no es el caso hablar de mí, sino de la responsabilidad de los escritores. En su día, en nuestro día, recordamos la obra y la proyección social que se espera de quienes el Cielo ha dotado de la noble herramienta del lápiz para ir tras molinos de viento, trastocados en gigantes y seres monstrudos, o para ensalzar los rasgos que vemos sublimes en toscas facciones descritas como encarnaciones de la belleza y lo excelso. Ni remendadas telas en las aspas de molinos ni la real fisonomía de Aldonza Lorenzo, sea cual sea su lengua y su género, pueden doblegar el ímpetu de quienes, no por efecto de desgraciadas y censuradas lecturas, sino por la fuerza de los sueños, salimos a “desfazer entuertos” y dedicamos para y por ello tiempo y desvelos a la escritura literaria.

Ser escritor conlleva una responsabilidad, trascendiendo las visiones románticas y los prototipos bohemios. Muchos grandes escritores la han sentido más allá de las lindes del oficio literario. Con mayores o menores aciertos, se han dedicado a la política, a la lucha armada, al proselitismo de una causa, a veces hasta el límite inadmisible de perder su independencia y de condenar su creación a los términos de un dogma o de una sola idea. Otros incluso han tenido que traicionarse a sí mismos para ofrendar en los altares del totalitarismo, las incomprensiones y, finalmente, en las piras de la más racional sinrazón.

En Venezuela se celebra el día del escritor en la conmemoración del natalicio de Andrés Bello, el sabio polígrafo caraqueño, autor entre tantas otras obras de una Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos y de valiosos poemas. Muchos de ellos buscaban insertar lo local en lo universal, como la “Alocución a la Poesía” en cuyos versos Bello la conmina a cantar lo americano: “tiempo es que dejes ya la culta Europa, [/] que tu nativa rustiquez desama, [/] y dirijas el vuelo adonde te abre [/] el mundo de Colón su grande escena”. Sin pretender una vuelta a los fueros del criollismo o del regionalismo, la advertencia, traducida en compromiso con lo americano y lo propio de cada país (visto desde una perspectiva postnacional), tiene una renovada vigencia, especialmente para los venezolanos.

Esta celebración local del día del escritor, en parte, cierra el calendario y abre las puertas a las fiestas decembrinas: Navidad y fin de año en un país en el que aún se puede hablar de esas festividades tradicionales. Aunque parezca exagerado decirlo, no es poca cosa. 2014 ha sido un año turbulento para Venezuela; pero no sé si más o menos que otros anteriores. Sin embargo, la turbulencia interna que nos toca tan directamente nos dificulta, a la vez, pensar y pensarnos en un mundo cada vez más complejo. Permitan, señor presidente, señores directivos del Círculo de Escritores de Venezuela, que dedique mis palabras a esta encrucijada de la humanidad desde la concreción venezolana de los grandes temas que tocan al mundo supuestamente globalizado.

Señoras

Señores

La literatura crea mundos, vastas cordilleras talladas por el ensueño. La escritura recrea el mundo, la realidad empírica, sus complejidades afectivas. Ofrece, en conjunto pero también en las escrituras particulares, un universo paralelo que permite evadir el mundo sensible. Contribuye a enriquecerlo y a perfeccionarlo mediante nuevas representaciones, que amplían y potencian al máximo las posibilidades de significación. Como todas las artes, la literatura no es más que un artificio para completar lo que solemos considerar la realidad. No es una mera imitación, sino un mundo autorreferente (aunque incorpore referencias sociohistóricas y geográficas) que puede albergarnos y guarecernos de aquello que Unamuno llamó la “cochina realidad”.

Hoy esa cochina realidad muestra en todo el mundo evidencias preocupantes: el avance de diversos tipos de fundamentalismo, nuevas formas de totalitarismo y autoritarismo, una crisis ambiental expresada en el recalentamiento del planeta, la indiferencia de muchas personas, grupos y gobiernos, amenazas globales como hambre y morbilidad, desequilibrios económicos e inequidades sociales. Parecería que el hombre, como en el relato de Mary Shelley,2 creó un monstruo que lo persigue, que nos persigue a todos los seres humanos.

Los análisis de la situación actual abundan en consideraciones tan disímiles como el Estado islámico, los nacionalismos autonómicos de Europa, los retos migratorios que enfrentan diversos países que cada día ven llegar migrantes pobres, decepcionados o perseguidos y casi siempre atemorizados (provenientes de América Latina y África, principalmente), los cambios climáticos, la reducción de ecosistemas necesarios para la reproducción de especies, la proliferación de enfermedades letales, el fundamentalismo religioso, el populismo de muchos regímenes, la persecución y la represión, los comportamientos poco éticos de políticos, empresarios y clérigos, la intolerancia que paradójicamente ha surgido de un intento de tolerancia hacia las minorías no europeas en Europa.

El mundo, en su totalidad, podría estar cambiando o, al menos, acercándose a las vísperas de cambios forzados por situaciones concretas. Posiblemente los modos de vida de la sociedad industrial se hayan vuelto insostenibles. Esto parecerían evidenciarlo no solo los cambios climáticos antropogénicos, 3 cuyos resultados quizá no podamos prever todavía en su completitud, sino también la dependencia tecnológica y dinámicas sociales que, en los cinco continentes, dan muestras de preocupación. Me refiero a situaciones de pobreza extrema sin aparente solución, a una creciente intolerancia, al envejecimiento progresivo de la población de muchos países, a la reducción de la tasa de natalidad en algunos sectores de la población mundial y su aumento en otros, a movimientos migratorios de consecuencias incalculables, que causarán eventualmente el cambio de rostro de muchas regiones del planeta (como la “deseuropeización” de Europa). ¿Se africanizará? ¿Dejará de ser un continente fundamentalmente cristiano? ¿Se latinoamericanizará Estados Unidos? ¿Hasta qué punto la influencia de los gigantes asiáticos se verá incluso en la fenotipia de ese pedazo del mundo considerado “occidental”? ¿Se impondrá el islamismo radical desvirtuado por los fundamentalistas? Son obviamente preguntas inquietantes.

En nuestro país, la difícil coyuntura que vivimos relega a un segundo plano la reflexión sobre estos aspectos que enmarcan nuestro futuro como actores de y en América Latina y, a partir de esa macrorregión, como parte del mundo. En el caso de América Latina, junto a la pobreza y la marginalidad, campean el populismo, la falta de conciencia social y compromiso de las élites, la incomprensión de las realidades profundas de los distintos países hermanos, lo cual se traduce por lo general en la imposición de modelos societarios que acaban generando mayor exclusión e injusticias sociales y de modelos político-económicos e ideológicos de corte autoritario y represivo.

Tal es el caso de Venezuela. Parecería que los años transcurridos en nuestro país en este temprano siglo XXI han mermado, sin agotarlas definitivamente, eso espero, las posibilidades de diálogo. Pudiéramos estar, sin plena conciencia de ello, frente a dos modelos de organización social y de convivencia republicana, contradictorios entre sí, que han terminado por generar una situación inmanejable cuya solución plantea –nos plantea- grandes retos para los años por venir.4

Dosis muy altas de angustia, frustración y rabia atraviesan la cotidianidad de quienes percibimos la situación actual de Venezuela como un verdadero diálogo de sordos y a veces, con sensación de impotencia, sentimos las grandes dificultades de una solución cercana, valga decir de una normalidad democrática no solo fundamentada en la libertad, sino que abarque la alternabilidad, el respeto a y entre los distintos poderes y la convivencia de sectores con ideas políticas contrapuestas.

A esta situación quisiera, particularmente, dirigir mi reflexión. Parecería que estamos ante una situación de difícil solución, insisto en afirmarlo. Estamos ante una “cochina lógica”, volvería a decir Unamuno. Me parece altamente irresponsable el discurso de quienes, de un lado y otro, con sentimientos de prepotencia y simplismos exagerados, señalan soluciones irreales e incompletas para el país, sin contextualizarlo ni regional ni globalmente.

En su libro La criolla principal: María Antonia Bolívar, hermana del Libertador, la historiadora Inés Quintero,5 valiéndose del ejemplo histórico de la hermana mayor de Simón Bolívar, plantea acertadamente cómo un grupo social y una mujer, en particular, vieron caer en dos décadas un orden de cosas que no solo habían asumido como el orden posible sino también inmutable. Al principio, María Antonia se opone al proyecto independentista de su, para ella, inmaduro hermano. Lograda la ruptura política con España y la consumación del proyecto republicano, la hermana del Libertador y Padre de la Patria hace suyos el sueño y los ideales de este, y lo defiende incluso de las traiciones de sus compañeros de luchas. Al mismo tiempo que se solidariza con la causa patriota, ve mermados sus privilegios, tan bien asegurados en el régimen colonial. Se trata de la lacerante paradoja de una clase: pasar de ser un “gran cacao”, como se denominaba a los ricos terratenientes o blancos criollos adinerados, a convertirse simplemente en una familia procera, como lo vio más tarde José Rafael Pocaterra en Cuentos grotescos, es decir, personas con antepasados ilustres y glorias pretéritas.

Tal vez la angustia de esa mantuana principal durante la segunda y tercera décadas del siglo XIX sirva para ilustrar la época actual. No se repite la historia, pero de un acontecimiento del pasado podemos derivar luces y elementos para entender el angustiante presente. En la actualidad un grupo de venezolanos vemos con preocupación el derrumbe de un orden de cosas que algunos soñaron y construyeron y otros, cuando éramos más jóvenes, asumimos como futuro promisorio. Pero la fortaleza se vino abajo y el futuro soñado, tal vez con ingenuidad, se hizo añicos, como un espejo embrujado que aún sigue mostrando en sus fragmentos lo que ya no existe.

Terrible situación de desamparo vivimos quienes creemos que se requieren cambios para afianzar una sociedad donde prevalezcan la justicia social y la preeminencia de la persona humana, expresadas ambas cosas en los derechos humanos fundamentales sin distingos de raza, edad, género, identidad étnica, orientación sexual, religión, ideología y otras condiciones. ¿Dónde encontrar los asideros que nos permitan sobrevivir a la terrible riada histórica que probablemente se lleve, como en otras ocasiones, lo ya desechable para un nuevo modelo de país, pero junto a ello también -he ahí lo grave y paradójico del asunto- arrastre lo verdaderamente necesario para afrontar los imponderables del futuro? ¿Cómo precisar la raigambre de los venezolanos y de lo venezolano en medio de tantas confusiones y engaños? ¿Cuál espejo ha de mostrarnos los verdaderos rostros –nuestros verdaderos rostros-, como logró hacerlo la charca providencial con el de Marisela en Doña Bárbara, la célebre novela de Rómulo Gallegos? ¿Quién ha de entregarnos ese espejo?

Rafael Caldera, jurista y sociólogo, político y académico, organizó en la Universidad Central de Venezuela cuando era profesor allí, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, un seminario titulado “Elementos sociales en la novela venezolana”.6 El objetivo era recabar información etnográfica para lograr una aproximación sociológica a Venezuela. En las páginas sobre el país “reconstruido” y delineado por los novelistas se podía aprehender mejor lo que somos y hemos de ser a través de lo que hemos sido. El escritor logra insertar elementos etnográficos en una nueva realidad ficcional (discursiva o literaria) que refleja la realidad social y en ese mundo paralelo, que no es pero que tanto se parece al que es, nos reconocemos mejor.

¿Cómo no volver en estos momentos de angustia e incertidumbre a repasar las opiniones de ensayistas que indagaron sobre el llamado problema venezolano o la visión de narradores cuya intención creadora los llevó a plasmar historias que mostraban el alma del país? ¿O son varias almas contenidas en una sola? La mirada del escritor, sin distinguir aquí el género literario, puede contribuir a comprender la Venezuela profunda que requiere reflejarse en el nuevo espejo de nuestras complejas realidades.7 No se trata de un espejo de ribetes rococós, ni biselado con las marcas del neoliberalismo o el socialismo, ya caducos y fracasados. Es necesario un espejo de caoba o flores de araguaney y apamate, con aroma de catleyas, con claridad de agua de morichales, que muestre nuestros ojos de selva y llano, nuestro aliento de costas y montañas, nuestros ojos de campo, nuestra mirada de ciudades, un espejo que no ensucien ni el petróleo ni los dislates del paternalismo o del populismo, como tampoco la riqueza fácil, ostentosa e irresponsable.

En esta hora de búsquedas, de encuentros y desencuentros, la mejor contribución de los escritores es dotar al imaginario social de referentes literarios que permitan y alimenten el ensueño creador y la construcción de alternativas sociales, viables e incluyentes, sin generar excesivas fricciones y escindir en demasía las rutas posibles que conducen del laberinto al jardín y del jardín a las casas, a la ciudad de la esperanza.

Las paredes, empero, están manchadas de pintas que acusan o defienden, que se acusan o se defienden mutuamente, según el caso. Las paredes semejan un gran libro que encierra palabras y palabrejas. Un elemento de la crisis es quizá un problema de lenguaje. Con frecuencia se ha subestimado lo sociolingüístico como un componente de la situación sociopolítica que vive el país.8 Basta con leer, en algunos periódicos, los titulares para comprender que se ha roto el más esencial pudor expresivo para complacer, según la óptica editorial, a lectores que se suponen ignorantes y mal hablados. Nada que decir cuando expresiones similares son proferidas por quienes dirigen masas o ejercen cargos públicos, especialmente de alta jerarquía. ¡Qué dolor atraviesa nuestros corazones de alfareros, tejedores y orfebres de la palabra cuando se impone el decir soez y chabacano! Los escritores tenemos un papel fundamental en esta tarea de dignificar la expresión de nuestro país. Poetas y dramaturgos han de leer las líneas de la mano de esas figuras que llamamos “patria” o “matria” y declamar los versos más sublimes que perfilan a los dioses y diosas del panteón venezolano. No importa que lleven gorro frigio y el pecho o el torso desnudos a la usanza clásica, con tal de que, como bisagras potentes, unan el pasado y el futuro con el barro seminal de la tradición. Debemos evitar, impedir, que los dislates del presente, sus riadas incontenibles, arrastren ese barro seminal y nos priven de las luces y afectos de la tradición.

No hay cosa más absurda, por imposible, que imponer tareas a los escritores. La sola intuición de artífices de la palabra, de la palabra escrita o de la palabra oral (porque muchos batallan no con la página en blanco, sino con el silencio y la expectación de la audiencia), es suficiente para generar una contribución a la República de las Letras, tan extensa y variopinta como cultivadores de sus parcelas haya y pueda haber. Pero la reflexión sobre el papel del escritor en la sociedad nos desborda. Ni la adulación de enanos y mujeres barbadas que pululan en las cortes de los reyes más poderosos, dueños de imprentas y favores, ni el reposo sepulcral de las endebles torres de marfil deben tentarnos, como tampoco la vociferación indetenible de invectivas contra el enemigo de turno.

Otra, más reposada, es la tarea del creador de la palabra: reflexionar sobre el mundo, sobre los detalles y las historias posibles por no posibles, para plasmarlas en poemas, cuentos, novelas, guiones, canciones o ensayos. La cara oculta de la luna, el idioma de los haitones, el dicho de las sirenas de agua dulce, los trabalenguas de las toninas, los escalones de las casas ocultas en las grandes piedras, el silencio de una mujer que sonríe desconsolada en un vagón del metro, el abrazo del chiquillo que se prostituye, el sosiego del dictador que pinta cuadros cuando no tortura, los recuerdos de un exorcista ya retirado, la visión de grandes ardillas antes del suicidio. Una multiplicidad de temas cabe, sin embargo, en el humo de una taza de té o en el brillo de los fuegos artificiales que un mago fija en el cielo del atardecer. Los mundos imaginados no desprecian la realidad real, la enriquecen, la complementan, la dotan de nuevos sentidos. Esa capacidad taumatúrgica es el objeto de esta celebración, al lado de la perspectiva analítica que revisa el contexto social y lo atraviesa haciéndolo más comprensible con los guantes y la mirada de aquello que solo puede vivir en lugares llamados Yoknapatawpha, la ínsula Barataria, Macondo, Comala o El Dorado.

Para concluir

Permitan, señores, que mis dedos se estremezcan por la incertidumbre y que en mi mano se pose, para ustedes, un diminuto tapir alado como expresión de los sueños más genuinos.

Permitan, señores, que durante un largo viaje, en autobús, desde Güiria (estado Sucre) a Ureña (estado Táchira), de un extremo a otro de la geografía venezolana, como si fuera en realidad un País portátil,9 les cuente mi historia y ustedes a mí las suyas, que nos contemos las de todos nosotros, que constituyen, en conjunto, la historia de Venezuela y su sentido más doméstico y, por ello, tal vez, más esclarecedor.

Permitamos, señores, que las voces que nos nombran se confundan con los tonos y palabras del verdadero Florentino10 y que ellos nos ayuden a vencer oscuras fuerzas que impiden concretar el más colectivo de nuestros sueños: una patria grande y próspera, libre sí, pero sin inequidades ni exclusiones.

Permitamos que los escritores hablemos del país, no con estadísticas ni largas de citas de auctoritas, solo con La voz de los cuatro vientos11 bajo El cielo de esmalte.12

Permitamos que la sensibilidad que nos informa dibuje una visión de Venezuela en América Latina y el mundo que ayude a construir una sociedad menos excluyente y más a tono con los matices y claroscuros de la vida.

Permitamos que la “cochina lógica” de los ideologías no aplaste la lógica de la ingenuidad, la belleza y el amor, visto como caridad y creativa pasión desbordada.

Permitamos que el arte de escribir alumbre, mediante la lectura, el arte de vivir y el más difícil, quizá, arte de convivir.

Permitamos, de verdad, que en nuestra Venezuela la poesía baje de las musas a las calles y aceras, a los caminos que todos transitamos.

Permitámoselo.

1 Discurso pronunciado en el acto conmemorativo del Día del Escritor, organizado por el Círculo de Escritores de Venezuela, el sábado 29 de noviembre de 2014. Sala Cabrujas, Centro Cultural Chacao (Caracas). Por tratarse originalmente de una pieza oratoria, se mantiene el formato y estilo de un discurso con el añadido de algunas notas referenciales. El título y el texto aluden a frases de Miguel de Unamuno (1864-1936).

2 Mary Shelley (17971851), autora de Frankenstein o el Moderno Prometeo (1818).

3 Ver las interesantes reflexiones de un ecólogo al respecto: Lovelock, James. 2008. La venganza de la tierra. Por qué la Tierra está rebelándose y cómo podemos todavía salvar a la humanidad. Caracas: Planeta Venezolana (2ª reimpresión).

4 Ver mis propias reflexiones al respecto en el artículo: Biord Castillo, Horacio. 2013. De la negación a la reafirmación: polarización, diversidad social y entendimientos en Venezuela. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales (Universidad Central de Venezuela, Caracas) 19 (1): [171]-195.

5 Quintero, Inés. 2003. La criolla principal: María Antonia Bolívar, hermana del Libertador. Caracas: Fundación Bigott.

6 Ver el “Discurso de orden en el acto de homenaje a la memoria del doctor Rafael Caldera”, pronunciado por Elio Gómez Grillo, en el Paraninfo del Palacio de las Academias (Caracas), el 24 de enero de 2012. http://www.codigovenezuela.com/2012/01//bicentenario-blogs/discurso-de-orden-en-el-acto-de-homenaje-a-la-memoria-del-doctor-rafael-caldera-en-el-paraninfo-del-palacio-de-las-academias-caracas-24-de-enero-de-2012. Consulta 29/11/2014.

7 Revisar las ideas de Bonfil Batalla, Guillermo. 1987. México profundo. Una civilización negada. México: Secretaría de Educación Pública / Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Foro 2000).

8 Ver mis propias reflexiones al respecto: Biord Castillo, Horacio. 2008. Obsolescencia de la corrección lingüística y crisis sociopolítica en Venezuela. Una reflexión sociolingüística. Boletín de la Academia Venezolana de la Lengua (Caracas) Nº 201: 81-97.

9 Título de una novela de Adriano González León (1931-2008), publicada en 1968.

10 Personaje de ficción, coplero que vence al diablo, creado por Alberto Arvelo Torrealba (1905-1971) en 1940.

11 Título del primer libro de poemas de Fernando Paz Castillo (1893-1981), publicado en 1931.

12 Título de un libro del poeta José Antonio Ramos Sucre (1890-1930), publicado en 1929.

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Entrevista a Lupe Rumazo

Lupe Rumazo

Por Fausto Rivera Yánez, Crítico cultural

Hay un solo camino para conocer a Lupe Rumazo y es a través de su obra. Pretender acercarse a ella por fuera de sus libros es una tarea poco provechosa. Sus voceros oficiales son sus letras y la escritora justifica esta posición citando a Mallarmé: “Para que nuestra satisfacción sea íntima y viva, para nosotros cuyas obras prefieren encontrar una recompensa en ellas mismas”. Rumazo es su propia creación textual y todo lo que se pueda decir al respecto está en papel (y en digital, por los tiempos modernos). Solo hay que leerla.

Lupe Rumazo (Quito, 1933) es una escritora ecuatoriana radicada en Venezuela que, a pesar de contar con una vasta obra ensayística y novelística que ha sido celebrada por autores de la talla de Leopoldo Zea, Juana de Ibarbourou o César Dávila Andrade, aún es poco conocida, y escasamente analizada, en el Ecuador. Una paradoja lamentable considerando que Rumazo es fundamental en la historia de la literatura latinoamericana, tal y como lo dijo Ernesto Sábato cuando comentó su tercer libro de ensayos, Rol Beligerante: “¡Qué coraje intelectual, cuánto honestidad espiritual respira cada una de sus páginas! Pienso que marcará un hito decisivo en la crítica continental y que de él en adelante habrá que tener mucho cuidado con ese pretencioso macaneo con que se abruma al lector de lengua castellana”.

Integrante de una familia de pensadores y artistas —su padre fue el escritor Alfonso Rumazo González y su madre la concertista Inés Cobo Donoso—, Lupe Rumazo residió en diferentes países de América y se nutrió de cada cultura. Estos tránsitos la convirtieron en una mujer de mirada y voz universales: “He realizado mis estudios en donde he residido con mi familia: en el Ecuador, en Colombia, en el Uruguay, en Estados Unidos, en Europa. Mi padre fue desterrado por la dictadura de Federico Páez y el exilio ha sido una imposición”.

Nada de lo que ella ha escrito se escapa de la realidad. Su universo intelectual no tiene fronteras geográficas, canónicas, ni disciplinarias. Sus libros, especialmente las novelas y relatos, forman parte de su paso por el mundo como mujer-extranjera-creadora, mientras en sus ensayos se revela una crítica literaria estricta y voraz. Su prosa crítica carece de eufemismos y la agudeza con la que analiza a ciertos autores, como Severo Sarduy y Julio Ortega, o corrientes literarias, como el estructuralismo, no escapa de ninguna controversia. Además, Rumazo le da un lugar especial a la literatura hecha por mujeres. Reflexiona sobre la escritura de autoras como Sidonie-Gabrielle Colette, Simone de Beauvoir o Marie Bashkirtseff y se dedica, en gran parte de su obra ensayística, al análisis de escritoras latinoamericanas que vendrían a formar parte del Intrarrealismo, teoría ideada por ella en su segundo libro de ensayos.

 A pesar de que Rumazo dice no tener autores de cabecera, recurre con frecuencia a Platón, Nietzsche, Rousseau, Hermann Broch, Mallarmé, Rilke, Saint-John Perse, García Bacca, Camus, Alfonso Rumazo González, Espejo, Montalvo, Simón Rodríguez, Darío, Neruda, Gabriela Mistral, Faulkner, a la filosofía y a la poesía en general. Y en la contemporaneidad se detiene en Saramago, Sábato, Antonio Lobo Antunes, Mo Yan, Leopoldo Zea, Le Clézio, Todorov, Derrida, Saul Bellow, Musil, Beckett, Daniel-Henri Pageaux, Giuseppe Bellini, Jacques Lafaye y Alexandre Ritter, entre otros.

 Lupe Rumazo, quien en 2013 fue incorporada como Miembro Correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, lleva a sus espaldas una gran cantidad de libros publicados y varios inéditos que verán la luz pronto, como Escalera de piedra, Temporal o la última llave del destino y Documentos prescindibles e imprescindibles.

 ¿Por qué empezó a escribir y qué libros recuerda que fueron los primeros en aterrizar en sus manos?

 Por rebeldía, por reacción, porque tenía que realizarme. La expresión ‘realizarme’ me la decía a mí misma. Leí desde antes de los cinco años y no me he detenido. Empecé con los clásicos, Monteiro Lobato, María Bashkirtseff, la biografía de María Curie, Juan Ramón Jiménez, la Generación del 98, la literatura rusa y mucha latinoamericana.

¿Cómo marcó su devenir como escritora la presencia de sus padres?

 Fundamental en todo momento, en las dos vertientes, en la de mi padre Alfonso Rumazo González y en la de mi madre Inés Cobo de Rumazo. Soy su obra en todo sentido.

En su libro de ensayos, En el lagar, usted afirma algo que se convertiría en la hoja de ruta de su futura producción literaria: “Ni realismo ni formalismo puros (…) Ni realismo que excluya el libre juego de lo creativo, en sentido estricto; ni formalismo que trate de volar sobre las cosas como desasido de ellas”. ¿Cómo llegó a esa postura frente a la literatura?

Si bien mi determinación por escribir ha sido siempre total y en cada libro he entregado la mayor autenticidad, no me he guiado por una ‘hoja de ruta’ ni por un planteamiento previo para mis textos porque me ha parecido que eso es contrario a mis convicciones. Los libros se van formando, como nos enseña Mallarmé. Creo en la facticidad, en la probabilidad y, sobre todo, en ‘la novedad en ser’ que es lo creador. Esto lo he mantenido desde siempre y ahora en forma más acentuada. Me he guiado por la hermenéutica heideggeriana que exige un “estar en marcha de sí mismo hacia el existir”.

 Se ha declarado como una mujer ‘esencialmente anticanónica’ y en su literatura eso se pone de manifiesto, no solo porque es difícil identificarla con cierta generación de escritores latinoamericanos, sino porque en todos sus libros hay un cruce de varios géneros literarios, hay una constante movilidad que apunta hacia una universalidad de su escritura. ¿Por qué esa rebeldía en sus letras?

Siempre he sido rebelde y esa rebeldía no la he perdido. Pero no es esa la razón para mostrarme y ser anticanónica. El hecho de haber sido, como todos, ‘arrojada en el mundo’, como nos enseña Heidegger, me llevó a la beligerancia intelectual, a la afirmación negativa, por ende reveladora, al impulso de rastrear muy dentro. Es el ejercicio de una propia teoría del conocimiento. Y si no pertenezco a determinada generación de escritores o si hay una polifonía en mis textos de diversos géneros literarios vale atribuirlo, en el primer caso, a que entrego una originalidad y, en el segundo, a que experimento la vida como una totalidad, no como una división.

 En sus libros la realidad no se escapa del lenguaje y, por ello, su literatura forma parte del testimonio de su vida, entra en el juego de la ‘autobiograficción’. ¿Cómo es el proceso de traslado de la realidad a su literatura, hasta qué punto la ficcionaliza?

 No busco hacer explícitamente ficción, aunque tal esté en mis novelas y en mi relato en general y es que no he querido dejar escapar ni dejar de asumir ninguno de los momentos que han posado su impronta en mi ser. No solo he buscado conocerme o reconocerme y así lo señalo en el ensayo La autobiografía en el relato de Lupe Rumazo, sino que he pensado que desde mi testimonio vital, que nunca es solamente individual, hablo de temas universales, de la condición humana. Es una manera de entregar una vida narrada, pero no simplemente una que transcurre, sino una que trasciende. Al respecto en la ampliación de ese ensayo hablo de la bíos/biografía como la entiende Hannah Arendt.

 Usted dijo en una entrevista que cree en la escritura cero, que es la del compromiso total. Roland Barthes, en el prólogo de su libro El grado cero de la escritura, plantea que la escritura no solo tiene la función de “comunicar o expresar, sino imponer un más allá del lenguaje que es a la vez la historia y la posición que se tome frente a ella”. ¿Cuál es su postura frente a la historia; tiene algún carácter ideológico?

Siempre y mucho antes de Barthes he sabido que somos seres históricos y que es necesario entregar un compromiso. En historia busco la Verdad y la Justicia. Es lo que pido en mis libros y lo que pide mi padre Alfonso Rumazo González en su novela excepcional Justicia, la mala palabra. No entrego necesariamente un compromiso ideológico, aunque es evidente que ese también aparece especialmente en mi novela Peste blanca, peste negra y en mis libros de ensayos. En mi obra inédita hay todavía un compromiso mayor.

 Hay una necesidad de acompañar siempre en sus libros una introducción, un autoprólogo, como si pretendiera orientar al lector por un camino específico para que no se desborde. ¿Por qué esa insistencia de dotar al escrito de un contexto de explicación, de justificación?

Usted señala que mis autoprólogos buscan una justificación ante el lector o una orientación. No es ese mi deseo. Pienso que mi condición de ensayista lo exige y especialmente porque forman parte de una auto-vivisección. La crítica que de mis libros se haga puede decir algo distinto, pero yo ya he dicho lo mío. Pienso que a El proceso le sigue El castillo, como paso que consolida. Es decir que quien es juzgado termina siendo por su obra en sí el ‘Señor del Castillo’. Esto no ha sido visto antes así. Y yo quiero ser, frente a mí misma, el ‘Señor del Castillo’.

En su libro de ensayos Yunques y crisoles americanos plantea un sistema literario para agrupar a una generación de escritoras latinoamericanas del siglo XX, que compartirían una misma preocupación estética y existencial. ¿Por qué este interés por trabajar a las escritoras por separado? ¿Cómo entiende la escritura hecha por mujeres; cuáles han sido los costos históricos y sociales para que la mujer pueda escribir?

 Escribí Yunques y crisoles americanos en Madrid cuando Carmen Conde me pidió que diera una conferencia en el Ateneo sobre la escritora en América. Ese estudio derivó en la Teoría del Intrarrealismo sobre la literatura femenina latinoamericana y en el encuentro de lo que resultó ser algo mucho más que un ismo. Finalmente no di esa conferencia en reacción al franquismo que ella representaba y a que se quería hacer a Rubén Darío español. Y yo soy fundamentalmente americana. Si bien existe una univocidad de todos los seres reales y una misma compenetración en el cosmos, como nos enseña Whitehead, en contraposición con la lógica cartesiana, es también indudable que la escritora como individuo ve el mundo y lo vive y padece de diferenciada manera. En Yunques… quiero mostrar cómo la escritora repele la violencia con la trascendencia, con la creación. Los costos sociales e históricos son conocidos, importa lo que la escritora construye. En la OEA presenté la ponencia ‘La violencia contra la mujer intelectual’ cuando se discutía la Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.

 Y en el plano de su escritura, tanto novelística como ensayística, ¿cómo influencia su condición de mujer en su literatura? ¿Siente alguna identificación con el feminismo?

 Ya lo indiqué antes e inclusive está analizado magníficamente por Julia Kristeva en su trilogía El genio femenino: Hannah Arendt, Colette y Melanie Klein, con el señalamiento específico de que “llamamos genios a quienes nos obligan a narrarnos su historia porque ella es indisociable de sus invenciones, de las innovaciones volcadas al desarrollo del pensamiento y de los seres”, etc. Y los ‘genios’ son hombres y mujeres. No creo en el feminismo porque me parece un sectarismo. Kristeva lo considera un nuevo globalismo.

En sus novelas hay un desarme del individuo. Usted llega a un punto extremo de la introspección de la condición humana, mostrándola con todas sus carencias, pero también con todas sus posibilidades. Este viaje introspectivo tiene un diálogo comunitario, como en Peste blanca, peste negra. ¿Su intención es narrar una historia social de la región en la que vive?

 Es evidente que hay en mis textos una introspección y una serie de denuncias especialmente contra el poder y contra cánones deletéreos, inamovibles. No se trata de narrar una historia social per se. Esa está dentro porque es la que padecemos y a la cual no se puede obviar. Yo he sido muy golpeada por el Poder. Leopoldo Zea, prologuista de Peste blanca, peste negra considera que hay allí no solo una novela introspectiva sino el encuentro de las pestes que no se donan y que quieren dominar y de “nuestro mundo una y otra vez azotado por las pestes… La América en que surge otra peste, la peste latina que se siente obligada a amputarse para defenderse de la peste ajena”.

 ¿Cómo mira a América Latina en lo cultural?

 Efervescente, valiosa, potente, libre pero también creyente de que la crisis debe traducirse miméticamente en un ejercicio literario iconoclasta sin considerar lo realmente creador.

 A pesar de que es enfática en señalar que la vida y obra de un autor no pueden ser abordadas por separado, ¿cómo maneja la voz narrativa en sus novelas, llega en algún punto a desprenderse del yo personal? Pienso en Carta larga sin final, dedicada a su madre Inés Cobo de Rumazo.

 Mi yo personal es un yo unánime o al menos es lo que quisiera fuera. Claro que voy transitando por diversos niveles y en el caso de Carta larga sin final es evidente el contrapunto entre la voz de mi madre y mi voz. Al final busco la Antífona, o sea la voz que salmodia, con lo cual se accede a una suerte de absoluto. No se olvide que también percibo la voz de la música en ese libro y en otros, y la voz del ser humano y del dolor. En Vivir en el exilio tallar en nubes, Juan David García Bacca, el inmenso filósofo, encuentra que el exilio personal se convierte en transustanciación.

 ¿Cómo ha marcado su ‘extranjería’ en su literatura?

 El hecho de ser extranjera en algunos países me ha obligado a un mayor acendramiento. Pero existe también una extranjería en el propio país, más allá de que literariamente haya sido reconocida por una crítica valiosa. Y esa extranjería es tremenda, terrible. El ensayo ‘La peste del silencio’ habla de la peste que ciertos nuevos schollars y magísteres ejercen sentando una cátedra ampliamente discutible y es la que se permite eliminar nombres y obras con absoluto desplante. Esa peste se añade a las otras que encuentro en mi novela Peste blanca, peste negra.

 ¿Con qué escritores ecuatorianos estuvo en contacto durante el anterior siglo y con quiénes todavía sigue hablando?

 Nombro solo algunos. En el siglo pasado en primer término con mi padre, mi maestro, Alfonso Rumazo González, notable, oceánico biógrafo de América. Con Benjamín Carrión, Gonzalo Zaldumbide, mis prologuistas; con Isaac Barrera, Alfredo P. Diezcanseco, Jorge Carrera Andrade, Augusto Arias, Jorge Icaza, Alfonso Cuesta y Cuesta, Ángel F. Rojas, Jorge Enrique Adoum, Alfredo Pérez Guerrero, Leopoldo Benítes Vinueza, César Dávila Andrade, Francisco Tobar García, Filoteo Samaniego, poeta cósmico. Me reservo los nombres actuales.

 ¿Lee a jóvenes escritores? ¿Qué autores ecuatorianos nuevos le llaman la atención?

 Indudablemente. Tengo un ensayo titulado ‘La luminosa poesía intemporal de Alexandre Ritter’ y en él hago un estudio sobre la poesía en el niño y en el joven, y hago referencia a Barthes, Bourdieu, Norberto Elías y otros. Alexandre Ritter, también ecuatoriano, mi nieto, es un prodigioso poeta bilingüe, ahora con veinte años, con cinco libros a su haber. Ha sido elogiado por Saramago. Existen otros valiosos autores. La calificación de ‘escritores nuevos’ es relativa, porque las generaciones coexisten y es ese maremágnum el que hay que considerar. No doy nombres, veo tendencias. Y encuentro en lo relativamente último un tremendo apetito de novedad, pero con paso en mucho atrasado. Se cree en el hipertexto y se lo explota y como ya lo dice Umberto Eco eso está en Le Livre de Mallarmé; en la migración de los personajes de texto en texto que ya está presente en el mito y en la literatura infantil; en la libertad textual, también antigua y no siempre creadora; en un neo-indigenismo; en la opacidad que cultiva el misterio, lo larvado; en un neo-expresionismo que quiere vindicar el antiguo realismo. Se hace en algunos textos un ensayo valioso e informado y en otros uno exclusivamente académico, por ende agónico, sesgado, pegado a la teoría; se entra en el inventario de los mismos autores, con la eliminación de otros en la Historia de las Literaturas del Ecuador, a la que he discutido. Las editoriales marginan igualmente.

 ¿Cree que hay una deuda histórica en nuestro país hacia su literatura?

 Indudablemente. A pesar de haber recibido una crítica extraordinaria soy considerada minoritaria, es decir, no estoy situada dentro de una rueda publicitaria, de ese cacareado voceo con que el autor actualmente se embarca. Ahora se quiere eliminar el olvido que también se me depara, sin que eso sea enteramente posible o se toca a rebato un nombre, el mío, al que igualmente se ha querido desconocer. En todo caso con el reconocimiento se hace un señalamiento, un ejercicio de justicia, que agradezco. He preparado un dossier de 400 páginas al que he titulado ‘En torno de Lupe Rumazo’, con la palabra entusiasta que he recibido de América y Europa y con textos míos que aportan una fijación.

Publicado en www.eltelégrafo.com.ec

Lupe Rumazo es una destacada novelista y ensayista con una extensa obra publicada. Ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales. Es Miembro Correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y  Miembro Emérito del Círculo de Escritores de Venezuela.

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VISIBILIDAD DE LA MUJER EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN VENEZUELA

 

Por Laura Margarita FebresSombrerosMujer2

Resumen:

El historiador Manuel Landaeta Rosales hace una relación con los nombres de las mujeres que han superado parcialmente la invisibilidad a que ha sido condenada la mujer dentro de la historia, lo cual les permite aparecer mencionadas junto con los militares, marinos, ciudadanos notables y el glorioso Martirologio de una numerosa familia patriota barcelonesa. Los dos hechos históricos concretos en los que Landaeta Rosales deja recogida la participación femenina son: Las mujeres notables que se recuerde se hallaron en los asesinatos de Santa Ana en 1814, ejecutados por los realistas y la enumeración de las mujeres que participaron el 7 de abril de 1817, cuando los mismos atacaron la Casa Fuerte de Barcelona. Con este trabajo, pretendemos ir más allá de la simple mención de los nombres de las mujeres que realiza el historiador, para discutir con la mirada de otros historiadores e intelectuales el grado de visibilidad de las mujeres en Barcelona y en Venezuela en general, durante la Guerra de Independencia y los criterios y circunstancias que permiten que algunas de ellas sean más visibles en el imaginario histórico. Para ello hicimos un breve recuento de la mentalidad que se tenía en Europa acerca de la condición femenina en general en el siglo XVIII y principios del XIX. Además mencionamos algunas de las distintas denominaciones que han sido aplicadas a la mujer por la historiografía cuando se aventura a participar en la guerra como amotinada, tropera o revolucionaria. Concluimos este trabajo con algunos rasgos importantes de la biografía de Eulalia Ramos Sánchez, que le han permitido pasar a ser la heroína más visible dentro de todas las mencionadas.

Es bella la figura de la mujer heroica

Cuidando el fuego sacro con su mano de estoica.

Y yo sonrío y digo: la vida es una rueda.

Todo está bien. Lo malo con lo bueno se enreda.

Si unas no parecieran desertoras vestales,

En fuga hacia las dulces, paganas bacanales.

Las otras no tendrían valor de mujer fuerte:

La vida, al fin de cuentas, se mide por la muerte.

Poema: Charla de Alfonsina Storni.

Introducción:

Al plantearnos el tema de la visibilidad o invisibilidad de la mujeres en la Guerra de Independencia, no podemos dejar de restarle importancia al pequeño folleto de Manuel Landaeta Rosales1 HOMBRES y Mujeres Notables en la Guerra de la Independencia de Venezuela, que nacieron en la Antigua Provincia de Barcelona2, porque después de haber leído buena parte de la producción de nuestros historiadores venezolanos que escribieron antes de 1960, constatamos la constante ausencia del género femenino, como sujeto constructor del corpus histórico.

En este folleto que analizaremos desde su título en el cual los hombres aparecen en mayúscula y las mujeres en minúscula, se observa una mirada diferente al incluir a las mujeres expresamente dentro de él. Por lo menos estamos incluidas en letra minúscula. Por supuesto las mujeres son separadas de los militares, marinos y hasta de los ciudadanos notables. Por esto, lejos estaba de la intención de su autor, considerar que su obra podría tener alguna importancia en los estudios de género, que empezarían con fuerza a desarrollarse medio siglo después de que fuera publicado por primera vez. Además, reiteraremos lo dicho anteriormente en el último lugar que nos concede el historiador dentro del texto y en la frase “hasta las mujeres” en la que la palabra “hasta”, nos revela la imposibilidad absoluta de nuestro ocultamiento.

Sin embargo, cabe destacar dos esfuerzos importantes para historiar la importancia de la mujer en la Guerra de Independencia venezolana, realizados por mujeres. Uno de ellos, escrito cronológicamente antes del folleto de Landaeta Rosales, es las Conferencias tituladas Influencia de las mujeres en el alma hispanoamericana de Teresa de la Parra y el otro, escrito después del folleto que analizamos, el de Lucila Luciani de Pérez Díaz , quien en su libro Historia mínima hace un recuento de la heroína venezolana Luisa Cáceres de Arismendi quien visitaría a Cádiz, en uno de los episodios menos recordado de su biografía, cuando la llevan prisionera a España y recibiría, contrariamente a lo que pudiéramos esperar, un trato cordial de las autoridades españolas.3 Cabe destacar que en listado “de textos relacionados con los Próceres Nacionales, los Héroes y las Heroínas … objeto de homenaje o reivindicación” en el siglo XIX venezolano, citado por Napoleón Franceschi en su libro El culto a los héroes y la formación de la nación venezolana sólo aparecen dos mujeres: -Caceres de Arismendi, Luisa (1885*), Ramos Sánchez de Ch., Eulalia –llamada Eulalia Buroz-(1885*). (Franceschi,1999, p.196)4

Manuel Landaeta Rosales, como la mayoría de los historiadores anteriores a la segunda mitad del siglo XX, no cita las fuentes en las que recogió la información, pero pensamos que parte de ella provino de las memorias recogidas por el historiador de los sobrevivientes de la Guerra de Independencia misma, presentes todavía en la Venezuela de la última década del siglo XIX.

Esto podemos inferirlo de los siguientes párrafos que aparecen en el trabajo que estudiamos:

Doña Josefa María Sifontes.

Doña Dolores Rodríguez, hija de la anterior, la cual de cuatro meses de edad perdió una mano en la Casa Fuerte.

Vive aún en Caracas” (Landaeta Rosales, 1944, p. 28.)

Además la pequeña obra confirma su importancia en que fue publicada dos veces para la conmemoración de nuestra Independencia. Llegó a la imprenta por primera vez en 1894 auspiciada por el General Nicolás Rolando5, Presidente Constitucional del Estado Bermúdez6, con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Antonio José de Sucre. Rolando considera que la obra “es digna de figurar como elemento de la Ofrenda del Estado Bermúdez en el Centenario del Gran Mariscal Antonio José de Sucre, porque ella está consagrada a perpetuar la memoria de coetáneos célebres de aquel Varón Ilustre.” (Landaeta Rosales, 1944, p. 7.)

Aparece publicado nuevamente cincuenta años más tarde en el año de 1944, cuando era Presidente de la República Isaías Medina Angarita en la tipografía Garrido7, porque se cumplían en aquella ocasión 150 años del nacimiento del héroe mencionado.

La última edición de la obra (2003) que pudimos constatar, aparece en el libro Testimonios barceloneses de Carlos César Rodríguez citada en la bibliografía de este trabajo.

Esta pequeña obra tiene el propósito de destacar la participación de la Provincia de Barcelona en la Guerra de Independencia, en la cual por supuesto participaron muchas mujeres que por su importancia heroica y numérica no podían ser silenciadas. “Aquella provincia afrontó para la lucha todos sus caudales: sus hombres de letras, el clero, los comerciantes, agricultores y criadores y hasta las mujeres.” (Landaeta Rosales, 1944, p.8)

  1. La mentalidad sobre la mujer en el siglo XVIII y XIX y su relación con la Guerra de Independencia.

La Revolución Francesa y la Revolución norteamericana violentaron en cierta medida lo que la sociedad occidental había tradicionalmente pensado y ejecutado sobre la condición femenina. Algo parecido sucedería temporalmente con las mujeres en nuestra Guerra de Independencia que tuvieron que tomar las armas.

Como dicen George Duby y Michelle Perrot en su Historia de las mujeres en Occidente “Cada revolución moderna dejará que las mujeres bajen a la calle y abran clubes, pero también sabrá cerrar esos clubes y devolver la mujer al hogar doméstico.” (Duby George, 1992, p. 20.) Además:

La intranquilidad política no afecta los valores esenciales de la sociedad, mas bien la incertidumbre, la pobreza, las carencias de todo tipo, los fortalecen y encarecen las bondades de la vida conyugal, aun en medio de los avatares de la guerra. (…)

La inminencia de ser llamado al frente de batalla, los eventos naturales, la pobreza, la falta de hombres, la enfermedad, el miedo a la muerte, el embarazo, la angustia personal, las fugas amorosas, la falsificación de documentos y también el amor son parte de los alegatos expuestos por todos aquellos que, en medio de los avatares de la guerra, desean consagrar su unión y establecer una familia.” (Quintero Inés, 2008, p. 79 y 90.)

Así que luego de terminar la Guerra, nuestras mujeres pasaron a desempeñar los oficios que les fueron propios en la colonia, durante todo el siglo XIX y buena parte de la primera mitad del siglo XX.

En la Provincia de Barcelona muchas mujeres participaron en la Guerra, oficio que no era propio de su sexo, según la tradición occidental.

Por el siglo XVIII, la idea de que lo que en un sexo era virtud, en el otro era defecto se había convertido en un cliché. Un comportamiento afeminado en un hombre y los modales bruscos en una mujer son ambos desagradables, porque no se adecuan a cada uno de los caracteres (…) Además, se estimaba necesario que cada sexo permaneciese en el lugar que le correspondía.” (Anderson Bonnie S., ZINSSER Judith, 1991, p. 587.)

En España el Ministro Ilustrado Jovellanos escribe en 1784 un dictamen para renovar la prohibición de la introducción y uso de las muselinas: “En este artículo es menester haberme a las manos con las mujeres, esto es, con la clase más apegada a sus usos, más caprichosa, más mal avenida, más difícil de ser gobernada y corregida de cuantas hay en el Estado.” (Anderson Bonnie S., ZINSSER Judith, 1991, p. 1156.)

La Guerra es un momento de excepción que permite en muchas ocasiones, como en el caso de las troperas, que la mujer dejé a un lado los papeles sociales a los que había sido confinada e irrumpa en el campo de la lucha armada. Por eso el Diccionario de estudios de género y feminismo dirigido por autoras latinoamericanas nos dice:

En América Latina, la influencia de la Revolución hizo que muchas tomaran parte de las Independencias nacionales, acompañando a sus maridos, compañeros o hijos a las guerras contra los colonialistas. Esas mujeres fueron generalas, guerreras, cargadoras de fusiles, enfermeras improvisadas, etc.” (Gamba Susana Beatriz, 2007, p. 172.)

Las amotinadas que habían sido conocidas en la historia de occidente en revueltas previas a la estructura de las revoluciones, son definidas por Arlette Fargue de la siguiente forma:

Excluidas de las decisiones judiciales, civiles y políticas, las mujeres mantienen un vínculo momentáneo con el motín y la sangre derramada en el cual el poder de decidir les pertenece. (…) Derramada por su mano, la sangre adquiere una legitimidad que su propia sangre (de la menstruación) no tiene. La sangre del enemigo al derramarse, engendra una pureza de que la suya carece. De esta manera se llena la falta, de la cual la ausencia política es tan solo un aspecto. (…)

Ajena al lenguaje político, la amotinada extrae sus gestos y sus actos de su interior femenino. Excesiva, cogida entre el asombro y el desdén, aparecerá en el centro de las contiendas. (DUBY. Perrot , 1992, Tomo IV, p. 515 a 518. Paréntesis nuestro.)

Estas palabras pueden ayudarnos a entender el papel que la mujer tuvo en los sucesos que describiremos más adelante.

  1. Antecedentes históricos del valor de la mujer en la Provincia de Barcelona.

La provincia de Barcelona se destaca en los anales provinciales venezolanos por la importancia que tuvieron las distintas personalidades de sus mujeres indígenas en el proceso de la conquista y la colonización, rasgos de protagonismo, arrojo y valentía que continuarían en la Guerra de Independencia como lo registrará después Landaeta Rosales.

Citaremos los episodios de importancia de las Cacicas aborígenes venezolanas que destaca Jerónimo Martínez Mendoza en su trabajo Nueva Barcelona: la odisea de una ciudad.

Leamos lo que dice Oviedo y Valdés en su Historia General y Natural de las Indias, Libro XXIV, capítulo X: en aquellas provincias hallaron los cristianos, en muchas partes, pueblos donde las mujeres eran reinas o cacicas e señoras absolutas, e mandan e gobiernan, e no sus maridos, aunque los tengan; y en especial una llamada Orocomay, que la obedecían más de treinta leguas en torno a su pueblo, la cual fue muy amiga de cristianos. E no se servía sino de mujeres, y en su pueblo e conversación no había hombres, salvo los que ella enviaba a llamar para les mandar alguna cosa, o los enviar a la guerra.” (RODRIGUEZ, Carlos César. Testimonios barceloneses. 2003, p.42)

Ahora leamos los testimonios documentales, que confirman plenamente a los cronistas. El más antiguo que conocemos consta en una relación descriptiva de la Provincia de Nueva Andalucía escrita hacia 1580 por autor anónimo, conservada en la Academia de la Historia de Madrid. El pasaje es breve pero concluyente: La provincia de Arara la manda una india llamada Arara…” En documentos posteriores aparece como Avriara o Auriara. La región estaba en el margen izquierdo del Neverí, tierra adentro. Esos indios eran, por consiguiente, cumanagotos.” (RODRIGUEZ, Carlos César. Testimonios barceloneses. 2003, p.43 y 44.)

Pedro Arduin Rengel, natural y vecino de Cumaná, después de servir como soldado por muchos años, se ordenó sacerdote. En una probanza de sus méritos y servicios hecha en cuando se rebeló una india que llaman Reina del Guácharo, que habiendo convocado a toda la tierra y naturales della, quiso matar a todos los españoles que la habitaban; y saliendo al encuentro de dichos indios rebelados, pelearon tan valerosamente, y el suplicante entre ellos, que hicieron retirar a los dichos indios y prendieron a la dicha reina y la trajeron a la ciudad, donde públicamente la ahorcaron.” (RODRIGUEZ, Carlos César. Testimonios barceloneses. 2003,.p.44.)

Como conclusión a toda la documentación presentada nos dice Jerónimo Martínez:

Aparte de cualquier caso en que la madre viuda actuaba posiblemente durante la minoría de un hijo, tal vez la mejor exégesis es que en nuestras comarcas orientales, las mujeres igualaban a los hombres en belicosidad y actitudes guerreras. Fray José de Carabantes en su Relación presentada a la Congregación de Propaganda FIDE, en el Vaticano, año de 1666, declara: En lugar de armas usan de arcos y flechas con gran destreza, hombres y mujeres…”Hecho confirmado por el etnólogo moderno Paul Kirchhoff: las mujeres iban a la guerra con sus maridos, manejando arcos y flechas tan hábilmente como ellos. (RODRIGUEZ, Carlos César. Testimonios barceloneses. 2003, p.45.)

  1. La Provincia del Barcelona en la historia regional de la Guerra de la Independencia

Entonces el folleto que estudiamos reviste una doble importancia. En primer lugar puede ser incluido dentro de los estudios regionales, por la gran personalidad que la provincia de Barcelona expresa en la lucha independentista, demostrada en la forma decidida en que tomó decisiones que la independizan de las asumidas por Caracas. En segundo lugar se demuestra por la visibilidad conseguida por las mujeres dentro de ella, que será estudiada con más detalle en los siguientes puntos de nuestro trabajo.

Según Landaeta Rosales: “La Provincia de Barcelona fue la primera que secundara el movimiento revolucionario de Caracas del 19 de abril de 1810, precursor del definitivo del 5 de Julio de 1811, que había de dar libertad é independencia á medio Continente.” (Landaeta, 1944, p.9)

Sin embargo, la historia no es tan clara como Landaeta Rosales la cuenta. Esto nos lleva a remontarnos a la historia singular que tuvo esta Provincia que pasó a formar parte de la Capitanía General de Venezuela sólo en 1777, hasta ese momento había formado parte de la Gobernación de Nueva Andalucía con su capital Cumaná, la cual dependió en lo jurídico de la Real Audiencia de Santo Domingo y en lo eclesiástico la mayor parte del tiempo al obispado de Puerto Rico. La Gobernación de Nueva Andalucía era muy grande y de la cual la Provincia de Barcelona va a ser sólo una parte. La personalidad de esta última se demuestra en sus rivalidades con la capital del Estado, Cumaná, considerada con frecuencia aliada de Caracas. El 11 de julio de 1810, la Junta Suprema de Caracas incluye a Barcelona dentro de las Provincias que estaban en contra del Gobernador español, tal como lo da a entender el historiador estudiado.

En 1811 Barcelona decide declararse por corto tiempo estado independiente para obedecer a la Regencia de España: “Durante la primera República, la Junta de Barcelona Colombiana, procuró mantener el status particular al crear la República de Barcelona de corta duración, cuya Constitución fue elaborada por Francisco Espejo y aprobada el 12 de enero de 1812”; (Diccionario de la Fundación Polar, 1992, Tomo I, p. 305)

La primera república patriota duró hasta el 30 de Julio de 1812 por lo cual Barcelona pasó a manos de los realistas. El período que trata la obra aquí analizada, corresponde al llamado “Guerra a Muerte” que terminó sólo 1818 cuando cesó la ejecución de prisioneros y concluye formalmente en 1820 mediante el Tratado de Regularización de la Guerra. La Provincia de Barcelona se distingue también por su comercio con el Caribe inglés que le da cierta Independencia frente a la influencia de Caracas.

El folleto que tratamos es testimonio de lo cruenta que fue la Guerra para este grupo de patriotas que luchaban por la autonomía e independencia de su provincia. Autonomía que los incitó a desempeñar un papel protagónico que era asumido con cierta temeridad, a veces, sin tener en cuenta las estrategias que en toda Guerra tienen un papel fundamental, para conseguir el objetivo final. Tal fue el caso de los episodios ocurridos en Barcelona y en las aldeas cercanas en el año de 1814 debido al asedio del ejército de José Tomás Boves y la matanza ocurrida en la Casa Fuerte de Barcelona el 7 de abril de 1817, en la cual no fueron escuchadas las advertencias de Simón Bolívar, ni las peticiones de rendición del ejército realista, como veremos más adelante.

4. ¿Quiénes son estas mujeres notables citadas por Landaeta Rosales?

Aunque en otros documentos Landaeta Rosales hace alusión a algunas mujeres realistas que participaron en la Guerra de Independencia, en el folleto que analizamos aquí, sólo menciona a las mujeres patriotas que formaron parte de la contienda.

Ellas tienen algunas características comunes. La mayoría de ellas son esposas o madres de soldados patriotas. Muy pocas de ellas figuran solas en el documento como:

Carmen Mercie sacrificada inhumanamente por el oficial criollo al servicio de Boves, Pedro Rondón (a) Maruto. El asesinato fué perpetrado sobre la tarima del altar del Carmen de la iglesia parroquial de Barcelona en 1814” “María Hurtado, se batió en Maturín al pie de un cañón”, “Doña María Ledezma, ahogada en la embocadura del río Neverí, en la fuga de las familias patriotas al aproximarse Boves a Barcelona en 1814”. “Hermenegilda Navas, que puso sus caudales a disposición de la causa patriota”. (Landaeta, 1944, p.25)

Las restantes mujeres son citadas como mujeres notables pero no se tiene en cuenta su acción: “Doña Juana de Jesús Carvajal. Doña Soledad Romero Lobatón. María del Rosario Sabino. Doña María Graciosa del Rosal Carrasquel. Doña Lucía Barrios.

Las esposas cuyas acciones no se mencionan en el cuadro ascienden a un número de veinte y seis. De ellas sólo cuatro vienen acompañadas por el nombre de sus maridos militares:

Doña María Ignacia Salaverría, esposa del heroico General Pedro María Freites, defensor de la Casa Fuerte de Barcelona en 1817. Doña María Bernarda Salaverría, esposa del Comandante Juan José Arguíndegui, Doña Ana Francisca Barrios, esposa del Coronel José María Arguíndegui. Doña Teresa Arguíndegui, esposa del General J. A. Anzoátegui. (Landaeta, 1944, p.25 y 26)

Así también se mencionan dos madres de familia que destacan por las hazañas de sus hijos: “Doña Perfecta Burgos, madre de los ínclitos Monagas, estuvo presa y errante por los montes mucho tiempo huyendo de los realistas. Doña Juana Petronila Hernández, madre de los Anzoátegui.” (Landaeta, 1944, p.26).

Todas ellas tienen el título de Doñas que señala lo alto de su condición social y también el parentesco que las unía por su propia línea o por las de sus maridos, como en el caso de los Salavarría, Arguíndegui y Anzoátegui citados.

En la Historia Gráfica de la Guerra de Independencia de Venezuela de Gustavo Machado Guzmán (1998) aparece otra mujer que no encontramos en el folleto de Landaeta Rosales:

Catalina Monjes -1817- Nacida en Barcelona, es una tenaz luchadora y defensora de la causa independentista. Perseguida tesoneramente por las autoridades, se esconde en los montes, continuando su trabajo a favor de los patriotas. En 1817 se guarece en la Casa Fuerte, bajo la defensa del General Pedro Maria Freites, y ante el avance realista en la toma del sitio, recibe dos machetazos en un brazo y un bayonetazo en el otro que la dejan inútil para siempre.” (MACHADO, 1998, p. 303)

5. La Mujer en la Provincia de Barcelona: amotinada o revolucionaria.

En este punto de la investigación partimos del concepto de Georges Duby y de Michelle Perrot en su Historia de las Mujeres en Occidente donde nos expresan: “una revolución no es una simple revuelta. Supone una estructura organizativa.” (DUBY, Perrot, 1992, p. 26). En este sentido nos preguntamos si nuestra Guerra de Independencia contó con una estructura organizativa.

Sobre la organización de la Guerra de Independencia han discutido mucho nuestros historiadores, entre ellos una las opiniones que más se cita con frecuencia es la de Laureano Vallenilla Lanz quien afirma que la Independencia venezolana fue una guerra civil.

Esta estructura organizativa de la guerra no está definida con claridad generalmente ni en las revoluciones ni en la Guerra de Independencia venezolana, en la cual el liderazgo de Simón Bolívar y sus seguidores es cuestionado a veces. En nuestro trabajo consideramos, entonces, que la presencia de un liderazgo debería ser una de las características de una estructura organizativa.

En ninguno de los dos episodios que mencionaremos, Simón Bolívar el futuro libertador se encontraba presente, precisamente porque en ambos su liderazgo no era tan claro para otros patriotas que peleaban por la causa independentista. En el Oriente venezolano, región de la cual trata el folleto de Landaeta Rosales, tiene Simón Bolívar mucha oposición sobre todo de parte de Santiago Mariño, su líder independentista natural.

Las diferencias entre el motín y la revolución pueden ser expresadas en la magnitud de la contienda, la existencia de un corpus ideológico y un liderazgo y el resultado final de ella, lo que puede delimitar los límites entre ambos.

El primer episodio histórico, en el cual mueren cinco mujeres Doña Bárbara Sotillo, Úrsula Ledezma, Úrsula Barrios, Luisa Perdomo y Ciriaca Carvajal, que se cita en el folleto tratado, ocurre en septiembre 1814 cuando:

En el campo patriota, la desunión, había llevado a Bolívar a abandonar la Tierra Firme, amenazado por Ribas y Piar …Este decidió quedarse en Cumaná, mientras Ribas, buscó llegar a Maturín, y reforzó a Bermúdez con cuatrocientos hombres …

Mientras se combatía en Oriente y salía Bolívar, Boves, partía desde Calabozo en busca de Morales, para acabar la pacificación de la Provincia.. El once de septiembre llegaba a la Villa de Aragua de Barcelona, y procedió a devastar y asesinar, en los poblados cercanos de Santa Ana y San Joaquín. No se salvaron ni niños ni mujeres …

Boves conoce las operaciones de Morales y sigue sobre Barcelona, donde repite, con mayor refinamiento las masacres. Sigue sobre Cumaná y va a dar con Piar en el sitio del Salado (16 de octubre 1814). Y lo derrota. La conducta de Boves en Cumaná, no tiene parangón en ningún momento de nuestra historia. Es inútil referir sus atrocidades.” (Pérez, 1994, p.32)

También en el siguiente episodio ocurrido el 7 de abril de 1817 en la Casa Fuerte de Barcelona, la organización del liderazgo de la Guerra de Independencia no estaba aún totalmente definida. Los patriotas de la ciudad de Barcelona propician esta batalla sin oír los consejos de Simón Bolívar y tampoco aceptan la rendición que les propone el jefe realista Aldama, esperando los refuerzos de otros jefes patriotas que nunca llegaron:

Bolívar pasa todo el mes de febrero y parte de marzo esperando el ataque del enemigo, por no estimar conveniente pasar a la ofensiva, ya que no cuenta con recursos suficientes para esta acción y cada día se hacen más escasos los medios de subsistencia para las tropas situadas en Barcelona. En consenso con todos los oficiales que se encuentran en el sitio, decide evacuar la ciudad, trasladar a Margarita todos los pertrechos de Guerra y conducir las tropas hacia los llanos, a fin de coordinar las acciones sobre Guayana, sin trazar ningún plan hasta que se le unan las fuerzas y recursos de Piar, quien se encuentra sitiando las dos plazas fuertes de esta provincia. La decisión de los jefes republicanos no agrada a las autoridades municipales de Barcelona, las cuales con el apoyo del general Pedro María Freites y del gobernador político Francisco Esteban Rivas, pretenden defender la ciudad, solicitando un batallón con armas y municiones. Bolívar trata de convencerles de lo arriesgado de esta acción, pero ante la solicitud del Ayuntamiento, del Gobernador y del Comandante de armas, accede a esa demanda. Deja una guarnición al mando de Freites para defender la <<Casa Fuerte>> y las personas que quedaban en la Plaza, y a finales de marzo se marcha hacia Guayana. (Historia Global de Venezuela, 2007, p. 103)

Mientras tanto:

Aldama logra obtener la jefatura de las tropas reemplaza a Morales. Freites, en Barcelona, se prepara para enfrentar al enemigo y, el 5 de abril, Aldama invade la ciudad y se pone en comunicación con la escuadra española, que le suministra artillería. El 7 comienza un violento ataque contra la <<Casa Fuerte>>, antiguo Convento de los Franciscanos convertido en ciudadela, donde meses antes, Bolívar había resistido los ataques del realista Real, mientras llegaban los refuerzos de Mariño. Gran parte de la población se encontraba en el sitio: allí se habían refugiado numerosas familias, ancianos, mujeres, niños en el Ayuntamiento de la ciudad y todas las autoridades, presididas por el gobernador político, y allí se custodiaba el parque de Bolívar. Aldama propone a Freites la rendición, pero este se niega rotundamente, por lo que dos días más tarde se produce el asalto. El Ejército rodea el edificio, los patriotas se defienden rechazan el ataque desde el interior y prolongando el combate con la esperanza de recibir refuerzos.

Aldama logra romper el muro exterior y las tropas realistas penetran atropelladamente en el interior, a pesar de los esfuerzos patriotas por contenerlas. La edificación es destrozada y la lucha dentro de ella se torna desesperada para los defensores de la plaza. Vencida la resistencia, Aldama pasa por las armas a todos los que allí se encuentran, pocos patriotas consiguen escapar, y hasta los soldados realistas, en su mayoría venezolanos de nacimiento, que se hallaban prisioneros, son asesinados. Después del desastre, la ciudad queda desolada.” ( Historia Global de Venezuela. 2007, P. 103)

Sobre este desastre nos dice el historiador Tomás Perez Tenreiro en su libro Para acercarnos a Don Francisco Tomás Morales, Mariscal de Campo Último Capitán General en Tierra Firme y José Tomás Boves, Coronel Primera Lanza del Rey: ”Real fue relevado por Aldama, quien tendría la sangrienta gloria de tomar la Casa Fuerte. Su carnicería iba a dar pie a la tremenda represalia ordenada por Piar luego de su triunfo en San Félix, cuando hizo alancear a todos los prisioneros…”(Perez, 1994, p.67)

La única organización que parece hasta ahora imperar en la Revolución de Independencia, es la de la venganza a través del cobro de los asesinatos entre sus distintos actores. Las mujeres que luchan en Barcelona no tenían clara la existencia de una organización y luchaban por su identificación con la causa patriota, sin necesidad de obedecer a un líder concreto. Habría que esperar a Carabobo y Ayacucho para encontrar una organización definitiva, por eso las mujeres tratadas oscilan entre la definición de amotinadas y revolucionarias.

6. La conquista de la visibilidad: Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain o Eulalia Buroz.8

Hasta ahora las mujeres en el trabajo estudiado encuentran la visibilidad de manera grupal en la historia regional y el último lugar en esta producción de Landaeta Rosales de finales del siglo XIX. Pero existe una heroína que la encuentra de manera diferente. Se haya citada también en el folleto aquí trabajado. Ella es: “Doña Eulalia Ramos ó Buroz, la célebre esposa del heroico Coronel Carlos Chamberlain, la cual murió por defender su honor que se trató de mancillar por las hordas de Aldama” (Landaeta, 1944, p. 27)

Esta mujer al igual que Luisa Cáceres de Arismendi la otra heroína venezolana consigue una representación autónoma tanto dentro de la historiografía como dentro de la representación teatral, escultórica y pictórica la cual frecuentemente las representa. Es decir ambas tienen un puesto dentro del imaginario histórico venezolano, no exclusivamente dentro del ámbito provincial.

Ambas son consideradas heroínas en el siglo XIX venezolano, como ya dijimos al principio del trabajo y sus representaciones concuerdan en la historiografía con lo que dice el historiador Napoleón Franceschi:

La citada biografía, la obra dramática, así como una Oda incluida (sobre Eulalia Ramos), son un modelo que reproduce muy bien las preocupaciones o valores del siglo XIX venezolano. Se le canta a esas delicadas y abnegadas damas, modelos de virtudes del hogar y de la patria. A ellas se les pinta siempre como matronas que no escurrieron el bulto por su condición de tales, más bien, se les vio siempre en la primera línea del deber afrontando las batallas, emigraciones, privaciones, las persecuciones y el exilio. Esas modélicas damas, émulas de aquellas que adornaban las páginas de la historiografía clásica grecorromana, una vez más, servían de elemento comparativo moral, de referencia ética y estética en aquellas narraciones históricas que mayormente retrataban un mundo de barbarie y salvajismo.

Aunque no negamos que en medio de tales circunstancias de inhumana guerra las mujeres al igual que sus esposos, hijos, hermanos fuesen capaces de los más nobles y altos sacrificios; es lógico también suponer, que así como ocurrió con sus contrapartes masculinas, los escritores se deslizaron por el camino de la idealización de tales hazañas, llegando incluso en algunos casos a la fabricación de verdaderas leyendas patrióticas, muy buenas por lo demás, para levantar la autoestima nacional, regional o local.” (Franceschi ,1999, p. 202.)

Tanto Luisa Cáceres de Arismendi como Eulalia Ramos son representadas como esposas fieles de altos oficiales del ejército patriota, cada una tiene una niña que muere a causa de los maltratos infligidos a sus madres y a las bebes por los realistas.

Sin embargo, la primera sobrevive la contienda independentista y la segunda muere por su causa. Hechos que no diferencian mucho el papel alcanzado por ellas dentro del imaginario nacional.

Eulalia, como otros héroes del Guerra de Independencia, confunde a la historiografía popular con su verdadera identidad que le atribuye el apellido Buroz. Como Francisco Miranda y Simón Rodríguez quienes también la escamotean, tomando distintos nombres adrede, para confundir a las autoridades españolas.

Como Luisa Cáceres de Arismendi en Andalucía, vive con otra familia que la acoge en Cartagena de Indias (1814) y en este caso toma de ella, su apellido imaginario. Como vemos, tanto una como la otra son arrojadas fuera de su terruño local y tal vez deben a eso la fama que consiguieron dentro de la historia. Hecho que las hace más visibles dentro de ella.

Eulalia no nace en Barcelona como las heroínas anteriormente tratadas, sino en Tacarigua de Mamporal. Se encuentra en la Casa Fuerte de Barcelona en abril de 1817 cuando muere, lejos de su lugar de origen, después de innumerables vicisitudes sufridas por las persecuciones de los realistas. Sorprenden en el relato de Carmen Clemente Travieso (1900-1983)9, escogido para ser comentado aquí, por ser el que detalla las peripecias del personaje con una narración atractiva y vivaz. Sin embargo, tendríamos que hacer una investigación histórica más profunda para comprobar la pasividad, atribuida a Eulalia dentro de este relato quien pareciera obedecer las órdenes de su padre, de sus esposos y de un destino inescapable por lo que recibe, en el subtítulo II de este relato, la calificación de La predestinada.

Describe Carmen Clemente Travieso una golpiza propiciada a Eulalia por Lorenza, la querida del oficial de la localidad, mujer trigueña, fornida, de aspecto amenazante y torva mirada (Clemente, 1964, p.175) que pertenecía al bando realista. Esta golpiza no deja de expresar el carácter de guerra civil que tuvo la lucha independentista. Al principio de la Guerra de Independencia en Venezuela los pardos se encontraban apoyando el bando del Rey:

Lorenza con la fuerza poderosa de su odio concentrado y desatado, la agarra por los cabellos y la arrastra por las calles insultándola, increpándola, maltratándola … Socorro –grita Eulalia-. Maténla –gritan los soldados capitaneados por Lorenza, quien loca de furia arrastra a su víctima hasta los pies del capitán de la guerrilla. (…)

Y en cuestión de segundos se deja oír el toque de una corneta. Y fue como si hubieran dado una orden de desbandada, todos corren tratando de salvar el pellejo, menos Lorenza, quien permanece impávida en medio de la calle sosteniendo a Eulalia por la masa de sus cabellos …La vengativa mujer no se había dado cabal cuenta de que los que llegaban eran patriotas, y se había quedado esperando que los soldados vinieran a ultimar a la víctima . Y no fue sino cuando el jefe patriota dio la orden de arrestarla cuando pudo comprender lo que había pasado.

-Pasen a esta mujer por las armas- ordenó a los soldados-. La tranquilidad del poblado así lo exige .” (Clemente, 1964, p.175)

La pintura de esta mujer nos remite hacia otro personaje masculino también pardo como Lorenza, Presentación Campos, en la novela Las Lanzas Coloradas de Arturo Uslar Pietri quien albergaba al igual que ella un profundo resentimiento racial hacia el bando independentista, al cual pertenecía Eulalia, en estos mismos años. Sin embargo, no tenemos ninguna otra noticia histórica de Lorenza quien pudiera convertirse en una heroína del bando realista.

Este resentimiento se convierte en venganza cuando el amante realista de Lorenza consigue a Juan José Velázquez, el primer marido patriota de Eulalia. “El oficial, para vengar la muerte de su amante a manos patriotas, lleva a Velázquez al suplicio, sin juicio y sin causa.” (Clemente, 1964, p.178)

Al saber la noticia de la muerte de su hermano, fallece de la impresión también el cuñado de Eulalia, el cura párroco de Mamporal.

Eulalia huye a Cartagena de Indias, ciudad que es sometida a uno de los bloqueos y asedios más terribles por los realistas. En este momento Eulalia no tenía conocimiento de la muerte de su esposo:

El año de 1814 –que se inicia trágico para la República- la ciudad de Cartagena era una las plazas más fuertes de la causa republicana; era poseedora de vastos recursos, hasta que llega a sus costas la escuadra española con la expedición al mando del general Morillo y se estrecha el sitio de la plaza. …

Nadie pensaba en rendirse, a pesar de las proclamas que enviaba Morillo ofreciendo todo género de garantías a los que se sometieran y juraran obediencia al Rey. Nadie creía en tales patrañas. Los situados resistían. Los sitiadores estrechaban cada vez más. …

Hasta que llegó la hecatombe: el hambre. Los niños, las mujeres y los ancianos inspiraban compasión. …

La ciudad había sido rendida por el hambre y sus defensores habían ofrendado sus vidas para defenderla.

Eulalia había salido antes de la catástrofe.” (Clemente, 1964, p.181)

Cuando llega a Venezuela se entera de la muerte de su primer esposo y:

Eulalia vive en una humilde casita situada en las afueras de Cumaná con su padre quien sigue paso a paso y con marcada angustia, los reveses de las tropas patriotas. (…) Pasaron los meses de 1815 y comienzos de 1816, cuando Eulalia por complacer a su padre10 hace un viaje a Cumaná y luego a Cariaco, donde va con objeto de tomar noticias de las tropas libertadoras… Allí ha llegado, con el cargo de edecán del Libertador Simón Bolívar, el coronel Chamberlain11, el cual es presentado a la joven viuda.”. (Clemente, 1964, p.183)

No le bastan a Carmen Clemente Travieso toda las tribulaciones narradas hasta este momento sobre todo la muerte de su hija, acerca de la figura de Eulalia, para considerarla totalmente inmersa dentro de la Guerra de Independencia.

Sino que tenemos que esperar a su matrimonio con el coronel Chamberlain para que entre definitivamente en la contienda: “La ceremonia se celebró en la intimidad del hogar, con la sola presencia de su padre y sus hermanas quienes sirvieron de testigos en aquel apresurado acto por el cual Eulalia Ramos Sánchez entraba de lleno en la lucha por la Independencia al lado de su esposo.” (Clemente, 1964, p.184)

Luego de su boda Eulalia se enfrenta nuevamente a otro sitio, como el que vivió en Cartagena de Indias, en la Casa Fuerte de Barcelona el 7 de abril de 1817, antiguo convento de los franciscanos ya relatado en el apartado anterior. Con la diferencia que en éste encontrará la muerte después del Coronel Chamberlain, su esposo, pero según el relato que venimos comentando, ahora sí por voluntad propia:

Un soldado “-Grita ¡viva España!, mueran los patriotas- dijo con voz perentoria, indicándole que había llegado su último momento.

Eulalia, con la mirada perdida en el recuerdo del compañero muerto, armó con gesto rápido la pistola que ocultaba en su pecho (que según el relato su marido le había proporcionado), y obedeciendo a la voz de su conciencia, gritó con todas sus fuerzas:

-¡Viva la Patria Venezolana! ¡Mueran sus tiranos!

Y descargó el arma sobre el pecho del oficial que cayó muerto a sus pies.

Luego se produjo una escena aterradora: sobre Eulalia los soldados descargaron golpes de muerte con sus armas. Con sed de venganza le arrancaron las sortijas que brillaban en sus manos, le cortaron las orejas, de un solo machetazo le cercenaron las manos, sus blancas manos de mujer que sólo sabían acariciar con ternura… Mutilaron espantosamente su cuerpo, desgarraron su traje; y así mutilada la amarraron a la cola de un caballo.” (Clemente, 1964, p.190 y 191.Paréntesis nuestro.)

Como vemos la narradora no se puede sustraer para contar su historia- como los sujetos que pertenecemos a una época- de la mentalidad sobre la mujer que todavía subsistía en la Caracas de la primera mitad del Siglo XX y que probablemente existe todavía. Eulalia, según la narradora, todavía conservaba sus manos cuidadas y sus joyas, después de todas estas vicisitudes.

Sin embargo, le agradecemos a Carmen Clemente Travieso el haberse dedicado a estudiar con tanto detenimiento las peripecias de Eulalia Ramos Sánchez o Eulalia Buroz. Detalles que nos permiten como lectores intuir el ritmo de los acontecimientos.

7. A manera de conclusión:

Consideramos que la historia regional y local son herramientas de gran importancia para conocer los sucesos históricos de la Guerra de Independencia, en los cuales las mujeres tuvieron un papel protagónico, como fue el caso que estudiamos de la Provincia de Barcelona (1814-1817) en este trabajo.

Así mismo, creemos que es indispensable que las historiadoras, cronistas o escritoras recreen con propiedad en la crónica, en la historiografía o en conferencias, el papel que desempeñaron otras mujeres en el devenir histórico. Esto las lleva a tomar conciencia del papel y de las posibilidades de su acción futura en la construcción de la nación. Tal como lo hacen la escritora Teresa de la Parra, la historiadora Lucila de Pérez Díaz y la periodista Carmen Clemente Travieso, aquí citadas. A esta labor debe sumarse el trabajo de los hombres conscientes y especializados que comprendan que la historia contada desde una mirada unilateral, no pudo ni podrá construir un corpus histórico relevante. En el caso de Manuel Landaeta Rosales se refleja la intención de contar la verdad y de allí la veracidad en sus listados de las mujeres provincianas independentistas.

Por último las mujeres que alcanzan mayor visibilidad en la Guerra de Independencia de Venezuela, citadas en este trabajo, son aquéllas que contrajeron matrimonio con un alto oficial del ejército patriota y además fueron expulsadas por los sucesos, de su localidad regional. Tuvieron que luchar o vivir encarceladas en otras provincias de su patria o fuera de ella, como Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain o Eulalia Buroz y Luisa Cáceres de Arismendi. El hecho de casarse con un oficial patriota de alto rango implicaba insertarse dentro de la estructura de la revolución.

Esto por ningún respecto le resta valor a aquellas que no abandonaron su territorio nativo o que aparecen solas en la contienda independentista, las cuales en cierta manera son invisibles. Por lo mismo, deben continuar siendo encontradas e investigadas. Y no sólo esto, sus hazañas tienen que ser difundidas.

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1 Manuel Landaeta Rosales (1847-1920) Militar, funcionario público e investigador histórico. De origen humilde tuvo que ejercer muchos oficios para costear su educación, … participó en la Revolución de los Azules en la cual fue Edecán de José Ruperto Monagas (1868)…. Sometido a la autoridad del gobierno de Guzmán Blanco, desempeñó numerosos cargos en el Estado Guárico. … Durante la “Revolución Reivindicadora” es ascendido a General de Brigada. (1879). …A partir de 1889, se dedicó a una vasta tarea de compilación de documentos y recopilación de datos. Publicó 74 folletos y más de 350 artículos sobre los más variados temas de historia de Venezuela. …. “Huésped venerable de los archivos caraqueños”, “voluminoso índice viviente”, “biblioteca y archivo parlante y ambulante”, fueron algunos calificativos que le fueron otorgados durante su vida. … Con un sentido profundamente cronológico de la historia se detuvo siempre en el dato mismo; pero aún carentes de toda interpretación, sus investigaciones sobre la historia de Venezuela, particularmente del siglo XIX, demuestran una labor tesonera y metodizada difícilmente superable. En Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo II, p. 643 y 644.

2 La Provincia de Barcelona era una de las provincias territoriales de la gobernación de la Nueva Andalucía, junto con las de Cumaná y Cumanagotos. … …sin embargo, en la Constitución de 1811, aparecen firmantes diputados por la provincia de Barcelona, como parte de la Confederación de Provincias de Venezuela. Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo I, p. 305.

3 Luisa Cáceres de Arismendi (Nace en Caracas el 25.9.1799 y muere en Caracas el 2.6.1866).“ Es presentada ante el Capitán General de Andalucía, quien protesta por la arbitraria decisión de las autoridades españolas en América y le da la categoría de confinada, le asigna 10 reales en vellón diarios y confía su protección al médico José María Morón y su esposa Concepción Pepet, luego pagan una fianza y se comprometen a presentarla mensualmente ante el Juez de Alzada. (…) Posteriormente, el 19 de septiembre de 1819, el Consejo de Indias dicta una resolución mediante la cual se le concedía absoluta libertad y facultad de fijar su residencia donde quisiera.” Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo I, p. 476.

4 El asterisco que figura después del nombre de las heroínas refleja la fecha en que fue publicado el texto que las recordaba.

5 Nicolás Rolando. Caudillo, militar y politico. Farmacéutico, … Destacada figura del liberalismo Amarillo en el oriente del país, su primera actuación política fue en 1888, cuando apoyó el movimiento revolucionario fomentado por el general Joaquín Crespo desde Trinidad. En 1892, formó parte del comité de la “Revolución Legalista” en Barcelona. En 1893, fue Secretario del Gran Estado Bermúdez y, en 1894, resultó elegido Presidente Constitucional de ese estado. …Caudillo de la Revolución Libertadora en contra de Cipriano Castro (1902), vencido fue enviado preso al Castillo de San Carlos (1903). Liberado en 1906, salió desterrado a Nueva York de donde regresaría a formar parte del Consejo de Gobierno de Juan Vicente Gómez, figurando esto como su última actuación política. (1913). Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo III, p. 473.

6 El Gran Estado Bermúdez fue erigido el 27 de abril de 1881, con el territorio del Gran Estado de Oriente, creado en 1879, y recibió los nombres de Gran Estado Bermúdez o de estado Bermúdez. La Constitución de 1881, llamada “Constitución Suiza”, por consagrar en ella un Consejo Federal, estableció 20 estados que la Constitución del 28 de marzo declaró independientes y unidos formarían la Federación venezolana integrada por 9 grandes entidades, entre las cuales estaba el Gran Estado de Oriente, que por acuerdo de la Legislatura regional cambió este nombre por el Gran Estado Bermúdez; en su formación entraron los antiguos estados Barcelona, Nueva Andalucía o Cumaná y Maturín, los cuales se denominaron secciones hasta enero de 1883 cuando se eliminaron y quedó el estado dividido en distritos; … El 9 de diciembre de 1898 (después de la primera publicación del folleto que venimos analizando) la Legislatura del Gran Estado Bermúdez decretó la disolución del mismo, en atención a la solicitud de separación hecha por algunas de sus secciones el 18 de octubre; confirmada en la Ley de Autonomía de los estados del 27 de abril de 1899. De esta manera Barcelona recuperó su categoría de estado y recibió el mismo nombre, la capital provisional fue la ciudad de Barcelona;… El presidente general Ignacio Andrade, nombró presidente provisional del Estado Barcelona al general Manuel Guzmán Álvarez y del estado Sucre al general Nicolás Rolando. Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo I, p. 346 y 347.

7 http://biblioteca.bcv.org.ve/cgiwin/bealex.exe?Editorial=Tipograf%EDa+Garrido&Nombrebd=bcv_internet. Esta página del Banco Central de Venezuela registra cincuenta libros publicados por esta tipografía lo que la convierte en una fuente importante para el estudio de la producción historiográfica de Venezuela en la primera mitad del siglo XX.

8 Eulalia Ramos Sánchez o Eulalia Buroz. Nace en Tacarigua de Mamporal, Edo. Miranda probablemente en 1795 y muere en Barcelona Edo. Anzoátegui el 7.4.1817. Dentro de la producción textual de Venezuela en el siglo XIX cuenta con una biografía escrita por un historiador de prestigio don Arístides Rojas y con una obra de teatro que lleva el nombre Eulalia Buroz.

9 Clemente Travieso, Carmen. Mujeres de la independencia. “Eulalia Ramos Sánchez. (Esposa del Coronel Chamberlaín).”pp 158 a 191. Carmen Clemente Travieso (Nace en Caracas el 24.7.1900 y muere en Caracas el 24.1.1983) fue la primera mujer reportera en Venezuela. Pionera del feminismo, fundó la Agrupación Cultural Femenina y perteneció a la Asociación Venezolana de Periodistas. Donó a la comunidad de la parroquia La Pastora, donde siempre vivió, su biblioteca particular. Con esta donación se fundó la Biblioteca Cultural Gual y España. (Diccionario de la Fundación Polar, 1988,Tomo I, p. 692)

10 La narradora utiliza frases como estas que nos comunican una pasividad en el personaje con las que no estamos muy de acuerdo. Es probable que Eulalia llevara información o sirviera de enlace entre las tropas patriotas que se encontraban dispersas.

11 Chamberlain, William Charles: Militar británico, nacido en Jamaica. Desde que Simón Bolívar visita a Jamaica en 1815 lo acompaña como su edecán, hasta su muerte en la Casa Fuerte de Barcelona en abril de 1817 junto con su esposa Eulalia. No había seguido a Simón Bolívar hasta Guayana porque se encontraba herido. Diccionario de la Fundación Polar, (1992), Tomo I, p. 973.

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Carmen Cristina Wolf: Vida y Escritura

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Por José Gregorio Salas

Un nuevo libro de lectura imprescindible sobre literatura contemporánea ilumina el mundo de la crítica literaria. Se trata de «Vida y Escritura», de la poeta y  ensayista venezolana Carmen Cristina Wolf. Ha sido publicado en una primera edición por Editorial Diosa Blanca y Editorial SCEL en Amazon.

Es un deleite leer las reflexiones de Wolf acerca de destacados autores hispanoamericanos, la mayoría de ellos. La perspicacia y la cultura de la autora y sus originales puntos de vista cautivan al lector. El libro lleva un epígrafe de Martin Heidegger:  “El Ser del hombre se funda en la Palabra, mas la palabra viene al ser como diálogo”.

Leeremos en el capítulo primero Tejedores del verbo los siguientes ensayos: Rafael Cadenas: Templanza y honestidad de lenguaje; Elizabeth Schön: En el tránsito hacia el asombro;  Luz Machado: Mirada que vigila lo efímero y lo eterno; Eugenio Montejo: Viaje a lo sagrado; Elizabeth Schön: La presencia del Ser; Benito Raúl Losada: Conjuro o poesía?; Luis Alberto Machado: Canto a la Mujer; Armando Rojas Guardia: Íngrimo, a la intemperie; Eduardo Casanova: Última muerte de SimónelTriste; Helena Sassone: Enigmas en el fuego; Juan Liscano: Hijo del Sol y de la Noche; Luis Beltrán Mago y sus poemas esenciales; Alejo Urdaneta: Arte, Intuición e inteligencia; Ana María Del Re: Aún de noche la luz; Joaquín Marta Sosa: En el barco de la memoria; Enrique Viloria: A medio camino;Yolanda Steffens: La vida de Hölderlin; María Zambrano y la vocación de ser; Edgar Vidaurre en el lugar más sosegado; Cintio Vitier: El instante perpetuo de la extrañeza; Harry Almela: La Patria forajida; José Tomás Angola: Sin freno concebido; Lidia Salas: Sedas de otoño; Álvaro Pérez Capiello: Entre la verdad y el engaño; José Pulido: En el bosque del sueño; Lupe Rumazo: Compromiso ético y devoción por la palabra; La voz poética de Aladar Temeshy; Astrid Lander: Antología de Versos de poetisas venezolanas; La mirada en el tiempo en la poesía de Lubio Cardozo; Arthur Rimbaud: El lenguaje del alma; Emily Dickinson: Sin trampas de lenguaje; García Lorca: Eternamente joven.

La segunda parte del libro lleva por título Creer y descreer, y reúne los siguientes ensayos: Los riesgos de la libertad, La vocación de nombrar, Territorio iluminado: Las voces pacificadoras de Edda Armas, Magaly Salazar y Anabelle Aguilar. La poética de la casa y El lenguaje, una visión del mundo.

Libro Vida y Escritura

http://www.amazon.com/Vida-y-Escritura-Spanish-Edition-ebook/dp/B00N85DF38 Vida y Escritura Editorial Diosa Blanca y Editorial SCEL, 2014

En una nota preliminar, Carmen Cristina Wolf escribe: «Este libro recoge algunos apuntes y acercamientos a autores, obras y temas de mi preferencia. La mayoría fueron escritos en los últimos diez años y algunos de ellos han sido publicados en diarios y revistas. Escribir sobre un libro es establecer un diálogo lúdico con el autor, libre de cualquier imposición. De allí surgen apreciaciones, confesiones, críticas y comentarios. La verdad no puede ser nombrada, el lenguaje se aproxima más o menos a ella sin tocarla. No obstante, vemos las cosas y las decimos con la fe de los niños que expresan lo que piensan, convencidos de que sus pensamientos y visiones son reales.

«El lenguaje nos acompaña dentro y fuera de nosotros como el aire. Sin él la vida humana deja de serlo. Cuando a Confucio le preguntaron qué sería lo primero que haría él si fuera gobernante de un pueblo, contestó:Emprendería la reforma del lenguaje. Porque el significado sesgado o distorsionado que se da a un vocablo, cuando es usado para torcer la voluntad de los ciudadanos, es el mayor de los peligros y la peor violencia que se puede ejercer: abolir el libre albedrío. Si se analiza un régimen desde el punto de vista de la semántica, allí veremos retratadas sus intenciones…»

José G. Salas Núñez

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Proserpina: ascética y erótica de la escritura

Armando Rojas Guardia

Por Carlos Pacheco

Para algunos seres, la escritura es mucho más que un oficio. Profesión podría llamarse, con tal de que digamos profesión de fe en una dimensión ética y trascendente, justamente profética, del lenguaje. Proferir, escribir, puede llegar a ser entonces un acto erótico y tanático a la vez, donde elegir y cambiar, inscribir y borrar, insistir y fijar (antes de volver a dudar) son los vaivenes de una danza verbal encarnada en el léxico, articulada por el esqueleto sintáctico, sostenida por esa música que es la prosodia, animada e iluminada por un deseo de la significación que llega en ocasiones a ser tenaz y punzante como un dolor. Ese reiterado acto de amor y sufrimiento conduce en ocasiones a la gestación de un texto logrado, memorable como el que celebramos esta tarde, capaz, como dice su prefacio, de conmover a su lector en esa otra relación amorosa que puede llegar a ser la lectura. Hay aquí un misterio.

¿Por qué un escritor se dedica con abnegación a trabajar un texto, abandonando todo lo demás, como un enamorado? ¿Qué exigencia interior irrenunciable hace que ese oficiante de la escritura dedique cientos o miles de horas a elaborar y reelaborar ese tejido de palabras? No lo sé, pero sí estoy seguro de que Proserpina (Caracas, La Guayaba de Pascal, 2014) tenía el destino de existir y ser leído como el relato que hoy tenemos entre las manos. Proserpina es excepcional y convoca nuestra atención en primer lugar porque se trata de un cuento –pleno y redondo donde los haya– escrito con pasión por el autor de una reconocida obra poética y ensayística que, para lo mejor de nuestro conocimiento, nunca antes había transitado el no menos exigente camino de la ficción breve. Nos impacta su inédita profundidad en la exploración de un tema a la vez muy central en la obra de Rojas Guardia y de muy inusual presencia en nuestra literatura venezolana.

La pasión amorosa no sólo aparece allí como metáfora maestra del encuentro y el diálogo con el Ser Supremo, sino también como método de búsqueda y cultivo sistemáticos de esa religiosa relación con lo Superior. Es el vínculo doble (La doble llama, según el título del notable ensayo de Octavio Paz) que llegan a pretender los amantes: suma pasión humana e ilimitado anhelo de lo divino en una convivencia que solo parece accesible a través de excepcionales estados de conciencia. Por eso, con disciplina y tesón, con persistencia y atención meticulosa similares a las que se exige el soñador de “Las ruinas circulares” para concebir un hijo soñándolo, estos amantes arquetípicos se proponen alcanzar la mutua fecundación espiritual en un orgasmo supremo que pudiera llevarlos a perder la conciencia o, más bien, a abandonar su limitada y repetitiva conciencia ordinaria) para abrirse y disponerse por instantes al contacto con una conciencia superior en una experiencia mística. Esta historia inusual nos presenta así las muy diversas facetas del encuentro de los amantes en estos abismos superpuestos y paradójicos de la mutua entrega: la inevitabilidad de su amor, la necesidad –para abrirle espacio– de romper del todo con la ortodoxia y las convenciones sociales, las dudas y vacilaciones habitando en el centro de esa pasión indetenible, la necesidad de separarse del mundo y de practicar una suerte ascética amatoria, de erotismo sacro, con sus renuncias, esfuerzos y riesgos; y finalmente, la comprensión y el autoconocimiento producto de esa relación excepcional y sin fronteras…

Por otra parte, Proserpina exhibe una alta elaboración estética apoyada, ante todo, en un tratamiento de la temporalidad que nos sorprende y perturba desde el inicio, cuando advertimos que la narración se produce mediante verbos conjugados en futuro: “Proserpina y yo nos conoceremos en una fiesta diplomática…” Lo que llegamos a comprender más tarde es que en realidad –gracias a una lúdica operación metaficcional– el cuento que estamos leyendo está aún por escribirse y, más aún, que desde la perspectiva del narrador, la realidad misma allí representada (cuyas coordenadas espaciotemporales son la ciudad de El Cairo hacia 1950) aún no existe.

En el mundo de la ficción, el narrador crea (literalmente) esa realidad al narrar en su cuento lo que habrá de ocurrir años después. El cuento es entonces, en su mayor parte, un proyecto de cuento futuro, apenas el guion de su eventual desarrollo: un cuento dentro del cuento que aún está por escribirse. Nada mejor para mantener alerta al lector, para alimentar en él una saludable conciencia de ficcionalidad y para relativizar toda pretensión recta de sabiduría o prédica espiritual. Con este complejo recurso metaficcional convive una intertextualidad certera, mediante la cual la vasta erudición del autor trabaja con notoria eficiencia para diversificar y dar mayor profundidad al relato. Entre todos estos intertextos, tanto literarios y filosóficos como musicales y plásticos (de Durrel y Kavafis a Lezama y Fauré), tiene relieve singular la figura de Borges, sus gestos, inclinaciones y procederes.

Desde la existencia misma de una nota bibliográfica y de un prefacio introductorio donde se le cita (prefacio que debería leerse ya como parte del relato) hasta la microscópica aparición en el texto del adjetivo “unánime”, sin ignorar los ritmos y sonoridades de la cuidada escritura, este relato resulta una ofrenda narrativa, difícil de superar, al poeta y ensayista porteño que cultivó en el cuento una forma excelsa de poesía y de pensamiento. Pero el juego intertextual dista mucho de ser filatelia decorativa o estrategia de autolucimiento. En la última parte del relato nos aguarda una sorpresa crucial, cuando sin previo aviso, en un repentino giro, la narración muta radicalmente su emplazamiento espaciotemporal. De un orientalista y refinado entorno diplomático en la capital egipcia de mediados del siglo XX, la acción es transferida súbitamente a un contexto rural venezolano unas tres décadas atrás que para nosotros evoca de inmediato la hacienda Piedra Azul de Memorias de Mama Blanca. Allí se nos revela la naturaleza verdadera de los protagonistas y de su relación que, gracias a los poderes de la ficción habían sido antes transmutados.

Un último pliegue de esta complejidad es marcado por ciertos comedidos rastros autoficcionales que el autor va dejando por el camino narrativo solo para que sean reconocidos por avezados rastreadores. Estamos, en fin, ante una historia de amor inquietante desde su inicio, porque no soporta cercanía con modelos o estereotipos. Si el verdadero encuentro amoroso no admite programa ni código alguno, tampoco hay nada sabido ni consabido en esta práctica rojasguardiana de la escritura narrativa que no se parece a nada, porque está al servicio de una exploración abierta de la interioridad. Este cuento significa además una nueva osadía de su autor: en momentos de tan militante descreimiento, de programático escepticismo, cuando resulta prestigioso declararse agnóstico y algunos sienten vergüenza de mostrar alguna inquietud espiritual o trascendente, Rojas Guardia, siempre a contracorriente, se atreve una vez más a optar por la paradoja al entrelazar amor erótico y aspiración religiosa, arrebato carnal y pasión mística.

 

Caracas, 5 de diciembre de 2014.

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Magaly Salazar Sanabria: La trama de la vida

Sombrero Mujer11

Selección de poemas

Trama y urdimbre,

pasivo y activo.

Hilos verticales y horizontales

que se atraviesan

como la cruz cósmica,

lo femenino y lo masculino,

todo en las manos de Cucha:Magaly Salazar 2

Creación, vida y belleza en las hamacas

y chinchorros de La Vecindad.

Como Penélope, Cucha teje y desteje

y el trajín de años

le pasa hilos profundos

por la cara.

Más blancos que las hebras del algodón,

sus cabellos.

(Inédito)

&   &   &   &   &

Sor Juana Inés de la Cruz

En una noche su imaginativa

hilvana un sueño con otro

como “la más íntima de las patrias”

por una voluntad de ascender

y de admirar los astros

sin que los turbe

la “pavorosa sombra fugitiva”,

“el  obscuro silencio”.

Sor Juana Inés confronta el universo

porque la poesía es la imagen de todo;

en su interior: la naturaleza

y el lugar de Dios.

su espíritu es el espejo

del alma universal

volcado en una imagen.
Inédito)

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XVI

A la casa
¡Quién eres tú?
¿Quién colma tus paredes?
Esparcida tu alma
te legitimas como cruz
como sonrisa
en el festín espiritual
en todo lo que una vez
fue sacrificio o juego

XXIV

Casa
Te defines
a través de nosotros
por la necesidad
impetuosa de coomplementarte

Del libro: La casa del Vigía

LXXX

Escamotea sus fragmentados rojos
la granada.
La sangre de «la patria»
la intimida.

I
Cuando llegó el temblor
ya estaba sobre mi piel
tu mirada.

Del libro Bajío de sal.

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Magaly Salazar Sanabria:  Es Magister y doctora en Literatura, es poeta, ensayista, docente del Pedagógico de Caracas. Con una extensa obra poética publicada, ha obtenido premios y reconocimientos. Es Vicepresidente del Círculo de Escritores de Venezuela.

 

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Teresa Coraspe, una mujer entre paisajes

Teresa CoraspeTeresa Coraspe

Por Horacio Biord Castillo

Teresa Coraspe, dama angostureña, nacida en Soledad (estado Anzoátegui), frente a Ciudad Bolívar, es escritora y promotora cultural. Como poetisa ha sabido plasmar, en varios libros, poemas de gran valor literario. Es una mujer entre paisajes diversos: las llanuras del sur de Anzoátegui y las rocosas riberas del Orinoco, que alojan a la ciudad que un día oyó los disparos que cegaron la vida de Piar y más tarde escucharía las palabras de Bolívar convocando a la unión y la libertad, una ciudad que sabe a mazapán de merey y conoce los caminos de las minas y el cielo.

Teresa habla de lajas, de morichales, de islas de la mar y del río, que luego se juntan en un abrazo de aguas. Teresa sabe de toninas y sirenas, de pájaros y caballos, de culebras que socavan y de bagres que husmean el cieno más profundo. Su casa está llena de piedras que cantan melodías, de vértebras de ballena, de rosáceas astas de unicornio, de muñecas que recuerdan juegos y todos los tiempos. Es la casa de una escritora, que sueña, y lee, y vuelve a soñar, y escribe poemas y novelas, y sueña antes de detenerse para desplegar otro sueño.

Teresa posa para un pintor que busca el origen del mundo, para un pintor que ha de plasmar la dicha del destino, para un pintor que recrea los paisajes y los rostros. Sonríe. La esperan sus papeles, sus libros, sus poemas, sus personajes que galopan ciudades, catres y corceles de trapo.

Teresa escribe desde su corazón, lleno de paisajes que sus ojos han alumbrado y de sitios remotos que ella imagina, en lo profundo de la vida. Teresa divulga escritos ajenos y les cede su página dominical en un periódico de Puerto Ordaz. Teresa visita la ciudad, pero casi siempre la ciudad la visita a ella. La visitan ciudades y países y duendes que toman infusiones de cayena y sorbos de café.

Teresa es una mujer de afecto y de méritos. Con motivo de la celebración del día del Escritor en la capital bolivarense, una ciudad de gran abolengo intelectual y literario, Teresa fue homenajeada el 26 de noviembre de 2014 por sus colegas del estado Bolívar. Un evento en su honor, un evento para revisar la obra de Teresa y, en ella, proclamar el valor de los escritores de provincia, tan olvidados a veces en un país que se resiste a mirar con otros ojos sus regiones.

Teresa nos llama desde el Orinoco. Su voz está llena de barro y nubes. Por eso vuela sin alas, sin escobas, sin artificios mecánicos. Su voz no se enreda en las trepadoras del jardín ni en los árboles de la selva, ni en los retorcidos chaparros de la sabana. Su voz va y viene de la mano de amigos que se la estrechan o de los recuerdos que se le anillan como serpientes inocuas. Vuela y camina, aferrándose al destino, a la ciudad, a la casa que encierra todas sus casas, sus sueños, sus objetos que se transforman cual espejos. Como dice ella, en La casa sin puertas (2004): “Yo que vuelo [/] ¡Tengo que pisar la tierra dura! [/] Tomarla entre los dientes [/] y tragar hasta el último grano de arena” (p. 58). Ella que vuela, se traga los paisajes, los afectos, los rostros y los recrea.

Teresa, con tus paisajes, bendita seas.

San Antonio de los Altos, Gulima (en la lengua de los indios), a 27 de noviembre de 2014
Horacio Biord Castillo, antropólogo, profesir universitario, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro Emérito del Círculo de Escritores de Venezuela

 

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Doña Jean en el tiempo

Jean Aristiguieta Gramcko Jean Aristiguieta

Por Horacio Biord Castillo

Jean: doña Jean en el tiempo

Jean Aristeguieta Capella es una distinguida dama venezolana, poetisa y divulgadora de la literatura venezolana y de lengua española. Nacida en Guasipati (estado Bolívar) el 31 de julio de 1921, Jean aún se encuentra activa a sus 93 años. El 14 de julio de 2014 fue electa miembro correspondiente por su estado natal de la Academia Venezolana de la Lengua y el miércoles 26 de noviembre fue juramentada por el presidente de la corporación, don Francisco Javier Pérez, quien le hizo entrega del diploma que la acredita como tal. El acto se llevó a cabo en la residencia de Jean, en Caracas, un espacio lleno de recuerdos y vivencias. Junto a familiares, amigos y una representación de académicos, muy cerca de la habitación que fuera taller de pintura de la sublime Elvira Senior, cuyos cuadros llenaban de colorido y sonrisas el acto y el corazón de los asistentes, Jean juró cumplir y hacer cumplir los estatutos de la Academia, en especial los deberes inherentes a su cargo.

El acto no podía ser menos emocionante. Doña Jean Aristeguieta, como lo quiere el tratamiento académico, es una de las escritoras más reconocidas y de larga trayectoria en nuestro país. Sus primeros textos fueron escritos en su adolescencia, en la década de 1930, en Ciudad Bolívar, adonde se había trasladado para cursar estudios. Desde entonces, Jean ha honrado la tradición literaria venezolana con su escritura, que abreva en los clásicos helenos y españoles. Bendita esta mujer de cuyas manos han salido tantas caricias para el ama y el espíritu, en forma de poemas, aforismos o textos en prosa.

Jean, menuda y llena de una belleza que se une a los colores y formas de los cuadros que engalanan su hogar, vibra y hace vibrar en un país tan necesitado de ejemplos como el suyo. Ha dedicado toda su vida a la poesía, a la literatura, a las artes, a la meditación, a los viajes, a la divulgación y, fuerza de donde dimana todo lo anterior, al amor plácido y sereno que se inspira en los cánones de belleza y vida de la antigüedad greco-latina. Jean del Orinoco y de Venezuela, pero también Jean de América y de Grecia, de esa Grecia inmortal que somos nosotros, como han sostenido varios pensadores, porque valoramos con perspectiva histórica el legado antiguo. No en balde Jean escribió uno de sus libros fundamentales (titulado Hélade, publicado en 1980, y dedicado “a Elvira Senior, [/] en testimonio de emocionada [/] gratitud por su compañía [/] durante este itinerario helénico”) como un homenaje a esa tierra que ella, de niña casi, en Ciudad Bolívar adivinó en el alienígena nombre de una balandra que surcaba las a veces tranquilas, otras bravías, aguas del gran río. La embarcación se llamaba Safo. No era el nombre de un encanto ancestral, que poseyera como dueña las antiquísimas lajas de los raudales guayaneses, sino el de la décima musa, que desde entonces subyugó a la gran Jean, acaso la undécima de ellas.

Jean en sus libros. Jean en el retrato que de ella hizo el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Jean en el busto que le esculpió una escultora de origen libanés. Jean en los retratos y en el nombre suyo dicho mil veces, musitado junto al Ávila para que ningún pájaro se lo lleve a la orilla de la playa y, de la lengua del mar, a ningún sórdido, por lejano, rincón del mundo.

Para la Academia Venezolana de la Lengua es un honor contar entre sus miembros a doña Jean Aristeguieta Capella, quien por esta vez le permite a la institución no quedar incompleta. Para Venezuela es un acierto que la Academia la haya acogido entre sus miembros, pues nos recuerda a todos la necesidad de cortar los retoños, tan comunes en esta tierra de gracia y de desgracias, del mítico árbol de loto. Que el olvido no se lleve a nuestros valores más imperecederos. Las máscaras de la desmemoria han de lavarse en las aguas claras de los ríos, de los morichales, de la lluvia menuda o fuerte que riega las sementeras y los jardines.

Jean era ya académica correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. Ahora, por derecho propio, lo es de la más antigua de las academias venezolanas, que con la incorporación de esta poetisa cierra, de alguna manera, pero con broche de oro, la celebración de sus 130 años.

Jean y su escritura han de perdurar como guiño amoroso, sonrisa y “palabra en el tiempo”, tal cual decía Antonio Machado de la poesía. Bienvenida sea nuestra Academia de la Lengua, correspondiente de la Real Española, a la obra y vivencias de doña Jean Aristeguieta Capella.

Horacio Biord Castillo

Horacio Biord Castillo

Investigador, escritor, profesor universitario

Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua

Individuo de número de la Academia de la Historia del Estado Miranda

Jefe del Centro de Antropología del IVIC

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