Lidia Salas y su poemario «Katharsis»

En un ambiente de cordialidad,el sábado 8 de junio de 2013, se presentó el libro «Katharsis»en la Sala Cabrujas de la Fundación de Cultura Chacao. La autora es la poeta y ensayista Lidia Salas. El evento contó con la asistencia de numerosos invitados.

El libro fue hermosamente editado por Lector Cómplice, con prefacio de la poeta y ensayista María Ysabel Novillo.

En el acto organizado por el Círculo de Escritores de Venezuela y la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice, tuvo lugar un coloquio sobre el poemario Katharsis, con María Ysabel Novillo, Lesbia Quintero y José Tomás Angola. A continuación, las poetas Lidia Salas y Jenny Ballestas, leyeron una selección de poemas del libro, con interludios de violín, creando una atmósfera poética de belleza y trascendencia.

Los padrinos del bautizo, fueron los escritores María Ysabel Novillo, Carlos Alarico Gómez, Carmen Cristina Wolf, Marisol Marrero, Magaly Salazar, Luis Beltrán Mago y Lesbia Quintero. Los asistentes fueron agasajados con un brindis.

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El tiempo y la muerte en la poesía de Eugenio Montejo

Por Enrique Viloria Vera

El buey que lleva mis huesos por el mundo,
el que arrastra mi sombra,
uncido a las estrellas, a yugos siderales,
va arando el tiempo…
(Del poema El Buey)
. . .

En la perdida tierra de mis ausentes,
este álbum casi invisible que cierro y abro
quema mis párpados velando ante su sueño.
No los despiertes hasta que me reúna
para siempre con ellos en la última página.
(Del poema Álbum de familia)

Eugenio Montejo

Para el poeta venezolano Eugenio Montejo el tiempo es lugar y la vida muerte, sin contradicciones, concurrentemente, uno y otro, ambas, son motivos suficientes y valederos para que la emoción madura del poeta tome rumbos que trascienden lo fugaz y lo estado, su aquí es el mañana, su allá el entonces: la muerte es vida por vivir, el tiempo espacio para dejar de ser.

Sin ambigüedades, el escritor, terminante y prolijo en comparaciones, concluye que – paradójicamente – el hombre dura menos que una vela, que un árbol, que una piedra, que un pájaro, que un pez fuera del agua: «casi no tiene tiempo de nacer… / Y sin embargo, cuando parte / siempre deja la tierra más clara.”

El tiempo, ese animal sin nomenclatura convocado a la vida, muy a nuestro pesar, por manecillas y carillones, por péndulos y segunderos, por campanarios y relojes se cuela, repta despacio, entre los versos del poeta para darle un carácter demoledoramente temporal a existencias cándidas que demandan eternidades y anhelan la infinitud. Montejo emplaza al crédulo existente a confrontar sin cortapisas su indefectible realidad; certero, juicioso, sin amparar ilusiones ajenas o propias, confirma indolente que: » No quedará nada de nadie ni de nada / sino el tiempo tras sí mismo dando vueltas; / el tiempo solo, invento de un invento, que fue inventado también por otro invento, / que fue inventado también por otro invento, / que fue…”

EL escritor desanda el mundo, va de ciudad en ciudad, desembarca en puertos de río y mar, en populosos o solitarios andenes de trenes y autobuses, pequeñas y grandes comarcas deambula acompañado y a solas; su errante naturaleza viaja por evidencias y fantasías, peregrina por personales terredades y se aventura a navegar en lejanos y desconocidos océanos. De uno y otro viaje, de cualquiera de los lugares visitados con los ojos del cuerpo o con los de la imaginación, de sus personales e intransferibles aventuras, Montejo retorna a sí mismo, fatigado pero no vencido, el poeta recoge en sus versos vagabundos los cantos de la tierra, en todos ellos, puerto más, ciudad menos: «El tiempo es redondo y atormenta…”

Poesía temporal nutrida de su propia finitud, los versos de Montejo anidan en el polvo y en las sombras, en los resquicios de la vida, en los intersticios de la existencia, efímeros, como el súbito tránsito del hombre sobre su vida, se renuevan con el pasar de las horas, son y dejan de ser como la existencia misma que viene y va:» tiene horarios / imprevistos, secretos, / cambia de ruta, sueña a bordo, vuela.”

Las palabras del poeta, a confesión propia, son inventadas por los ríos, por las nubes; empero, a pesar de ser leves y escritas con la niebla o el rocío, con el ingrávido vapor del aire, son un alfabeto pesado y perecedero, un fardo momentáneo y emotivo: «unas son fuertes, francas, amarillas, / otras redondas, lisas / de madera…”; del tedio que emana de todas ellas reunidas por el azar del tiempo, advierte el poeta, » se sirve la lluvia / al caer en las tejas.”

Nuestro escritor reconoce que «el tiempo no me habla de la muerte”, verso cierto, palabra justiciera: la muerte en los poemas de juventud de Montejo platica por sí sola, adquiere presencia exclusiva, dimensiones personales y familiares: es la propia y es la ajena.

La muerte en la obra poética temprana de Montejo conquista un calendario personal que discurre ciertamente más allá del tiempo, se instala ubicua en los versos del poeta como una posibilidad, como un recuerdo, y sobre todo, como un homenaje a los que se fueron para continuar estando, a los que aún viven pero con toda certeza partirán, como es el caso del propio poeta.

El escritor desempolva del olvido a sus difuntos para hacerlos más vivos, escucha embelezado el jazz de los muertos en su antigua casa, ausculta lejanos relinchos que anuncian rememoradas presencias: sus muertos andan con pasos de oro bajo tierra y a caballo. El rey Ricardo, hermano del príncipe poético, continúa amando a los suyos «con la nariz taponada de algodones”, la madre de sus elegos prosigue su infatigable labor de costurera de amores y afectos familiares hasta que «caes a copos de la aguja / y en dedales y ojeras nos coses hasta el fin / los vivos a los muertos, / tan honda que en ti desapareces.”

El padre del poeta regresa y duerme, no para siempre. Retorna de un inexistente olvido para nombrar otra vez al hijo, a su Eugenio, y darle nueva vida, renovados bríos, «soñándome las leguas del camino / que habré de recorrer.” La muerte, indiferente, sin exclusiones, va pasando su guadaña en los prevenidos versos de Montejo, cortando pábilos, segando luces; propios y extraños sucumben sin piedad, el poeta lo sabe y no lo oculta: «A tientas en la vaharada / que crece y nos envuelve, / charlamos horas sin saber / quién vive todavía, quién está muerto.”

El propio Montejo certifica una y otra vez, verso tras verso, que tiempo y muerte no son equivalentes: el tiempo lo hace vivir para la muerte que lo espera: así lo expresa y lo consigna para su personal epitafio: «Muero lo que puedo, pero no me adelanto /…/ Ya no soy joven Voy despacio /…/ El tiempo arrastra al sol tras la colina / y se lleva mis días uno tras otro, / pero no hablamos de la muerte.”

Tiempo y muerte en la trascendente poesía de Montejo se dan la mano, se hermanan sin siamiesidades, apostando cada uno y a su manera por la vida. Con Octavio Paz nuestro poeta bien podría concluir:

«Yo no escribo para matar el tiempo
ni para revivirlo
escribo para que me viva y me reviva”

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Vicente Gerbasi: Reflexiones sobre la Poesía

gerbasileitura

Palabras de Don Vicente Gerbasi
Pronunciadas en el Acto de Incorporación a la Academia Venezolana de la Lengua, como Individuo de Número, ocupante del Sillón letra “E”
Caracas, 30 de octubre de 1989
Academia Venezolana de la Lengua
Semblanza del Doctor Edgar Sanabria

Reflexiones sobre la poesía
La poesía es una ecuación estética en la que van implícitas una gran carga vivencial y poderosas ráfagas de intuición creadora. No cabe duda que en la solución de esta ecuación, contribuye la sensibilidad. En ésta radica la posibilidad de ser poeta. Pero la sensibilidad por sí sola no basta. Es necesario ahondarla, depurarla, impregnarla de entusiasmo creador. Y esto se logra mediante el estudio y la meditación, es decir, mediante el trabajo.
Siempre he dicho que la poesía es un ejercicio trascendental del alma expresado mediante el lenguaje. Ese es mi criterio sintetizado de la poesía. Ahora, este concepto es sumamente complejo, porque habría que comenzar diciendo cómo se forma un poeta. Si es que se forma, porque habría que decir también que el poeta nace. Y el alma es el ser.
Y haciendo una digresión, no sabemos si ese ente se prolonga después de la muerte. Y no quiero enredarme en este problema porque yo soy católico, apostólico y romano y por lo tanto, tengo un dogma al cual obedecer.
Cuando yo quiero decir que la poesía es un ejercicio trascendental del alma expresado mediante el lenguaje, quiero decir lo siguiente: que un ser que tiene vocación poética, o que nace con ese maravilloso don de escribir poesía, de hacer poesía, comienza a ver el mundo, es decir, a ver la naturaleza.
Al ensimismarnos en la naturaleza, en el Universo, nos ensimismamos en la belleza. Nos ensimismamos en Dios. Y si nos ensimismamos en Dios admirando el Universo, la naturaleza en su permanente movimiento, es porque tenemos el pensamiento puesto en nosotros mismos, es porque estamos contemplando la belleza que Dios nos ha conferido.
En este estado de contemplación comenzamos a comprender que nosotros tenemos un puesto en el cosmos. Este estado de conciencia nos coloca en la desesperación, en la angustia metafísica, en el terror de la nada. Es por esto que a muchos nos gustaría estar en posesión de las matemáticas del cosmos para no vivir en la desesperación. Nos gustaría explicarnos el Universo con los números y no con las emociones para sufrir menos y estar más cerca de la libertad. (…) Fragmento

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Ida Gramcko: La infinita noche

Lecturas de papel

Poe Juan Guerrero (*)

Uno de los primeros libros de poesía que llegó a mis manos fue Lo máximo murmura. Un libro editado por la Universidad del Zulia, en 1965. En el Maracaibo de finales de los ‘60s esos textos fueron reveladores y a la vez extraños. Una rara exuberancia verbal se percibía en esas páginas que no llegaba a entender del todo. Sin embargo, sentía un ritmo, una oculta sensación de plenitud y magia mientras los leía.
Por años me acompañó esa magia cargada de musicalidad y esplendores que se entregan a la noche y solo el silencio nombra. Disfruté buscando términos en mi viejo diccionario. Era una fuente de nuevas palabras que disfrutaba pronunciarlas, juntarlas con otras para sentir su sonoridad y cadencia.
No me interesaba su autor ni tampoco su historia. Como joven lector me apasioné por esas imágenes recargadas de símbolos referidos a lo oculto, a la sombra que se yergue en la noche. Esa noche del alma donde Ida Gramcko (Puerto Cabello, 1924 – Caracas, 1994) supo refugiarse para construir su universo verbal y su propia existencia.
Después, ya estudiante de bachillerato en el Liceo Andrés Bello, en Caracas, me volví a encontrar con ese nombre, pero ahora con otro libro, Tonta de capirote, 1972. Era una narrativa donde se colaba la autora, pero quizá como personaje. Leí el libro más por el título que por su contenido.
Confieso que mis primeros poemas y narraciones los construí imitando su cadencia poética, así como también las temáticas que años antes había descubierto, en las lecturas de Ramos Sucre. Disfruté escribiendo en esos estilos mientras me hacía, sin percatarme, asiduo lector de esa distante y desconocida escritora. Por ese tiempo la encontré también entre los articulistas de El Nacional, con su columna Cero a la derecha. En esas crónicas y reseñas encontré un ser más cercano, compenetrado con su responsabilidad social mientras escribía sobre la niñez abandonada, entre otros temas.
A mediados de 1972 me matriculé en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Mi sorpresa fue grande cuando debí inscribirme en una asignatura sobre Poesía y Poetas y la docente era la profesora Ida Gramcko. Silenciosa, con su mirada absorta y un tanto haciéndole honor a su nombre, subió pausadamente la rampa hasta llegar al salón. Le acompañaba una enfermera quien, cada tanto, le suministraba unas pastillas mientras ella las tomaba con un vaso de leche.

Todos en el salón nos acostumbramos a escuchar a nuestra profesora en esa situación. Fue un semestre accidentado. Ella nos introdujo en la obra de Rimbaud, de Mallarmé y demás “poetas malditos”. Hablaba con voz calma y sonora. Casi de memoria recitaba a los poetas mientras su mirada seguía perdida entre el misterio de sonoros versos de sus cercanos poetas.

Cierta noche llegó su enfermera y nos colocó encima del escritorio una grabadora. Nos dijo que seguía instrucciones de la profesora. Que escucháramos lo que nos iba a decir. Fue una extraña despedida. Nos pidió disculpas mientras nos dejaba instrucciones para la entrega de trabajos e indicaciones sobre la persona que la sustituía: Alfredo Silva Estrada.

Años después tuve el privilegio de visitarla en su apartamento. Mientras recorría el corredor desde la puerta de entrada al salón de su biblioteca, pasé al lado de su esposo, José Domínguez Benavides, el querido “Bena” quien permanecía absorto en una butaca mientras escuchaba a todo volumen al exquisito Albinoni y su adagio. Estaba absolutamente metido en esos acordes y ni se dio cuenta cuando pasé a su lado.

Mi profesora me esperaba con una amplia sonrisa mientras me enseñaba parte de su trabajo, unos textos que después darían lugar a uno de sus últimos libros, Salto Ángel, 1985. Se refugió en esa telúrica naturaleza para ampararse de la soledad del mundo y lo mundano. Fue, como Hanni Ossott, un ser de la noche larga, de intensas madrugadas e hizo de ello su práctica de vida. Dormía casi todo el día y cerca de la tarde, iniciaba su ronda, su tránsito, su destino a un Ángel que la contemplaba mientras se abandonaba en su silencio.

Acá una muestra de su hacer poético. De Poemas, 1952.
Recuérdate, palabra,
como eres, como estás, pulcra y redonda,
no el agua mas en agua y tras el agua 
y con el agua sin más pie ni alfombra. 

Padecer de soledad, de silencio y tiempo fue su destino. Acaso son estos los rasgos que marcan su poética. Además de un acentuado misticismo merced a la contemplación de la vida y la natura, plena y primigenia. Un preguntarle y no obtener respuesta a eso dejado a un lado de la vida: nosotros.

De su libro inicial, Umbral, 1941 a su última obra, Treno, 1993, discurre la plenitud de una obra densa, soportada en la arquitectura de un lenguaje sobrio, esplendoroso y luminoso, que espera ser abordado por similares estudios en beneficio de la literatura y cultura venezolana.

(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis

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Celebran la obra de Vicente Gerbasi

El autor nació en 1913 de una familia de inmigrantes italianos

Hace dos años los hijos del poeta crearon una fundación para promover la literatura de su padre

Por Michele Roche Lander. El Nacional, 31 de mayo de 2013

La fecha es propicia para festejar la tradición poética venezolana, pues el domingo se cumplen 100 años del nacimiento de Vicente Gerbasi. La fiesta comienza ese día en la librería Kalathos y continúa el lunes en la Academia Venezolana de la Lengua. Otras instituciones culturales de Caracas y el resto del país se les unirán. 

La Fundación Vicente Gerbasi promueve los eventos. La institución dirigida por los tres hijos del poeta: Fernando, Gonzalo y Beatriz ­su presidente­ se creó hace dos años. Una de las preocupaciones de los hermanos era que la obra del autor nacido en Canoabo en 1913 ya no está en los pensa de bachillerato y esperan que la difusión de la obra del galardonado con el Premio Nacional de Literatura de 1968 contribuya a corregir esta situación. 

«Queremos recordarlo no sólo porque la crítica nacional lo considera el poeta más importante del siglo XX, sino porque fue un hombre importante en varios órdenes de la historia de Venezuela. Fue uno de los constructores del país no sólo como autor, sino en su lucha por la libertad ­fue miembro de la junta directiva de la Asociación Nacional de Periodistas, por ejemplo­ y por las artes ­fue, junto con Mariano Picón Salas, fundador en 1939 de la Revista Nacional de Cultura ­. Su entrega fue tal que el 23 de Enero de 1958 lo pusieron preso por ser el séptimo firmante de un documento en el que los intelectuales de la época se manifestaban en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez», indica Gonzalo Gerbasi. 

Fiestas y versos. En la librería del Centro de Arte Los Galpones se celebrarán el domingo dos actividades. A las 11:00 am se realizará un recital de poemas del autor ítalo-venezolano que los organizadores han llamado Relámpago extasiado en el que participarán Patricia Guzmán, Victoria de Stefano, José Tomás Angola y Sonia González. Luego, a las 3:00 pm, se presentará el libro Homenaje a Vicente Gerbasi , editado por el Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri y compilado por Enrique Viloria Vera. La obra reúne a 18 autores que desde múltiples perspectivas articulan un amplio retrato de la obra y la intimidad del también diplomático. 

Para el compilador el libro es «expresión de una genuina admiración y un aporte para el estudio y comprensión de su inmensa obra». En la presentación acompañará a Viloria Vera el periodista José Pulido. 

El lunes a las 11:00 am, en el Paraninfo del Palacio de las Academias, Alexis Márquez Rodríguez hablará sobre el legado de quien en 1989 fue distinguido con la silla E de la principal institución del castellano. 

A finales de mes, el 27 de junio, la Fundación Herrera Luque invita a una charla entre Roberto Lovera de Sola, Benito Raúl Lozada y Luis García Morales en la plaza Los Palos Grandes. 

El 18 de julio se presentará en Ciudad Banesco la biografía del autor de Mi padre el inmigrante (1945), escrita por Eduardo Casanova. Allí también se hará una charla entre Casanova, Márquez Rodríguez y Lozada. 

Pero la fiesta no se circunscribe a Caracas. La Universidad de Carabobo realizará el domingo a las 10:00 am, en la Asociación de Escritores de ese estado, un acto en el cual se inaugurará el Paseo de los Escritores, se presentará un documental sobre la vida del poeta y se le entregará un pergamino conmemorativo a sus familiares. 

En el Ateneo de Cabudare se celebrarán los jueves culturales, llamados El Patio de las Letras. Se trata de una serie de tertulias que incluirá lectura de poemas, participación de escritores y cierre musical. Los dedicados a Gerbasi serán el 6 y el 20 de junio. 

Fuente: El Nacional, 31 de mayo de 2013

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Maracapana

Por Carlos Alarico Gómez

El primer mandatario nacional aseveró en días pasados que la batalla de Maracapana se había efectuado donde hoy está el parque del Oeste en Catia, lo cual ha originado múltiples preguntas en la comunidad nacional, especialmente en el sector universitario.

Como todos sabemos, Maracapana queda en el oriente del país y se menciona por primera vez en la Real Cédula de Carlos I emitida el 27 de marzo de 1528 cuando declaró constituida la Provincia de Venezuela en el territorio que se encuentra entre «…el Cabo de La Vela o del fin de los límites y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, leste oeste norte y sur de la una mar a la otra, con todas las islas que están la dicha costa, ecebtadas las que están encomendadas y tiene a su cargo el factor Juan de Ampíes». Sobre ese aspecto se pronunció el Hermano Nectario María en su obra “Historia de la conquista y fundación de Caracas” (Edit. FPCU, 2004, p. 76), quien al referirse a la ordenación territorial de la Provincia recordó el meticuloso trabajo elaborado por Diego de Henares que incluye buena parte de la toponímia de la costa venezolana desde Tucacas hasta el Morro de Maracapana en el oriente del país, tal como lo indicaba la referida Real Cédula de 1528.

La confusión del primer magistrado posiblemente se debe al gran parecido que existe con un sitio que estaba ubicado en las cercanías de Caracas llamado Sabana de Maracapaná donde se produjo el encuentro que puso fin al problema surgido entre caribes y españoles desde que Diego de Losada llegó al valle de Caracas a mediados del año 1567 y procedió a refundar la ciudad. Era el tercer intento de fundación, lo que efectuó muy probablemente el 25 de julio de ese mismo año dándole el nombre de Santiago de León de Caracas para diferenciarla del Hato de San Francisco (Francisco Fajardo, 1560) y Villa de San Francisco (Juan Rodríguez Suárez, 1561).

Sin embargo, los nativos no dejaron en paz al fundador, que pronto se enteró de que su principal adversario era un cacique de nombre Gua-caipuro, que desplegaba una gran actividad en su contra al frente de unos 2.000 guerreros caribes procedentes de las etnias teques y tarmas que se declararon en pie de guerra y crearon una coalición de tribus que se prepararon para atacar a Diego de Losada en la Sabana de Maracapaná. Entre las tribus del Valle que se coaligaron estaban los Toromaymas (Paramaconi, Chacao, Tiuna y Baruta), Mariches (Aricabacuto y Aramaipuro), Tarmas (Urimaure, Prepocunate y Parmanacay) y Teques (Gua-caipuro), a las que se sumaron las del litoral central (Mamacuri, Naiguatá, Guaicamacuare y Guanauguta). La decisión de que Gua-caipuro los comandara fue tomada por unanimidad. El sitio de Maracapaná lo escogieron por ser el centro de un amplio territorio controlado por los caribes.

Losada se enteró de los planes de Gua-caipuro y marchó hacia la zona con una desventaja numérica, pero con la superioridad que le daba poseer caballos, perros, arcabuces y petos, además de tener a su servicio aborígenes arawacos que conocían bien la zona y al pueblo Caribe, a los que odiaban por haberlos tenido esclavizados durante muchos años. Hubo un aspecto adicional e inesperado que vino en ayuda del jefe español. Ocurrió que mientras Gua-caipuro se desplazaba hacia el sitio del combate se encontró con las tropas de Pedro Alonso de Galeas quien había ido a buscar alimentos en el camino por donde venían los guerreros de las tribus Tarmas y Teques, que se vieron sorprendidos por la presencia del jefe español, quien los interceptó para obligarlos a regresar a sus linderos en lo que fue ayudado por un fuerte vendaval que se presentó en la zona.

Cuando los caciques reunidos en Maracapaná vieron que el tiempo pasaba y que Gra-caipuro no llegaba pensaron que algo grave había pasado y algunos decidieron volver a sus aldeas, aunque un gran número de guerreros escogieron a Tiuna como líder y se enfrentaron a Losada luchando con extremado valor, pero nada pudieron contra la hábil estrategia del capitán español que logró vencerlos y ponerlos en retirada después de un sangriento combate, que se convirtió en una derrota funesta para la causa caribe. Tiuna fue uno de los últimos en caer. Un oficial llamado Francisco Maldonado arremetió contra él, pero el cacique le atravesó un muslo y lo derribó del caballo. Cuando se preparaba para ultimarlo fue atacado por tres soldados castellanos. Tiuna hirió de muerte a dos de ellos y cuando se disponía a atacar al tercero fue atravesado por una flecha que le disparó por la espalda uno de los arawacos que estaba al servicio de los españoles.
La derrota marcó el fin de la confederación Caribe, que perdieron su fuerza y rango de acción sin poder levantarse de nuevo bajo un mando unificado, aunque algunos caciques continuaron su resistencia. Gua-caipuro murió poco después sorprendido en su cuartel general de Paracotos durante una operación comando dirigida por el alcalde Francisco de Infante, tatarabuelo materno del Libertador, quien con una tropa integrada por ochenta hombres llegó al lugar gracias a la ayuda de indios arawacos que conocían bien la zona.

A partir de ese momento se intensificó la integración de la raza americana tal como la definió Bolívar en en varios de sus escritos, entre ellos la “Carta de Jamaica”, generando la formación de un pueblo amplio, generoso y optimista producto del mestizaje del aborigen con el hombre blanco, más tarde reforzada con la incorporación del africano.

* Carlos Alarico Gómez, biógrafo, historiador, periodista y profesor universitario. Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela

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Arca de los afectos: Homenaje a Alfredo Pérez Alencart

El Círculo de Escritores de Venezuela se une al Homenaje que se le prodiga al escritor Alfredo Pérez Alencart en su 50 aniversario. En el 2010, el Círculo le otorgó a Alencart la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi.

Un nuevo libro ha sido publicado en homenaje al escritor Alfredo Pérez Alencart, coordinado la edición por Verónica Amat. Se trata de “Arca de los afectos”, una hermosa y cuidada edición del Ayuntamiento de Salamanca y la Editorial Verbum, Madrid 2012. La obra, de 429 páginas, abre con una breve selección de poemas y textos de Alencart. A continuación presenta una recopilación de poemas, textos y ensayos de numerosos autores europeos y latinoamericanos, dedicados a Alfredo Pérez Alencart. Entre ellos, Albano Martins (Portugal), Rafael Cadenas (Venezuela), Carmen Cristina Wolf (Venezuela), Gonzalo Rojas (Chile), Ramón Palomares (Venezuela), Andrés Quintanilla (España), Harold Alvarado Tenorio (Colombia), Rafael Soler (España), Carlos Nejar (Brasil), José María Muñoz Quiroz (España), Carlos Contramaestre (Venezuela), Enrique Viloria Vera (Venezuela), Violeta Boncheva (Bulgaria), Carmen Ruiz Barrionuevo (España) y muchos otros.

Alfredo Pérez Alencart llegó a Salamanca con 23 años y aquí ha cumplido 50 años de edad dedicado a la escritura de una extensa obra poética. La cultura salmantina debe mucho a la entrega apasionada de Alfredo Pérez Alencart, puente de unión con los escritores de hispanoamérica. Ha desarrollado una gran labor de convocatoria de los autores, y una obra importante de recopilación literaria de escritores europeos y americanos.
Alfredo Pérez Alencart nació en Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta y ensayista peruano-español. Desde 1987 es profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. También ha sido director del Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS), de la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos “Alfonso Ortega Carmona” (SELIH) y de la revista “El cielo de Salamanca”. Entre 1992 y 1998 fue secretario de la Cátedra de Poética “Fray Luis de León” de la Universidad Pontificia de Salamanca. El Círculo de Escritores de Venezuela le otorgó la Medalla Internacional de Poesía “Vicente Gerbasi” (Caracas), y el Premio “Jorge Guille?”de Poesía (Valladolid.

Entre 1998 y 2005 fue coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que anualmente organizan la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, la Fundación Camino de la Lengua Castellana y el Ministerio de Cultura. Escribe en periódicos de España e Iberoamérica.

En poesía ha publicado La voluntad enhechizada (2001. Hay edición portuguesa aparecida en 2004), Madre Selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003), Itinerario de los huéspedes (2005, con grabados de Miguel Elías). Pájaros bajo la piel del alma (2006), Hombres trabajando (2007), Cristi del Alma ( 2009), Estación de las tormentas (2009), Savia de las Antípodas (2009), Aquí hago justicia ( 2010), Cartografía de las revelaciones (2011), Prontuario infinito ( 2012) y otros. Su poesía ha sido traducida y publicada al alemán, inglés, italiano, portugués, árabe, serbio, coreano y griego.

Ha publicado la poesía completa de Gastón Baquero y antologías de la obra de Gonzalo Rojas (Chile), Alejandro Romualdo (Perú), José Hierro (España), Olga Orozco (Argentina), Jesús Hilario Tundidor (España), Reynaldo Valinho (Brasil), António Salvado (Portugal), Ramón Palomares (Venezuela), Francisco Brines (España) o Carlos Contramestre (Venezuela), por señalar algunos.

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Recital de poesía para celebrar el centenario de Vicente Gerbasi

De la mano de la fundación que lleva el nombre del poeta de Canoabo, las actividades comenzarán el propio día de la conmemoración, el 2 de junio, con un recital de sus poemas más emblemáticos.

Al cumplirse el próximo 2 de junio, 100 años de su natalicio, se inician oficialmente los actos conmemorativos del centenario de Vicente Gerbasi, una de las figuras venezolanas más representativas de la poesía y de las letras en Hispanoamérica.

Para ello, la Fundación Cultural «Vicente Gerbasi» en alianza con importantes organizaciones académicas, literarias y culturales, el apoyo de Banesco y otras empresas privadas, impulsa una variada agenda de actividades, que se desarrollarán a lo largo del año, para celebrar y fomentar la difusión de la obra de este poeta esencial en la historia de nuestro país.

Comenzando el propio 2 de junio, en la Librería Kalathos de Los Galpones, a las 11 de la mañana se realizará un recital de sus poemas emblemáticos, el cual tendrá por título «Relámpago Extasiado» y en el que la escritora y estudiosa de la obra de Gerbasi, Patricia Guzmán, acompañada por Victoria di  Stefano,  José Tomás Angola y Sonia González, se adentrará en sus versos,  en un recorrido por los «pasajes del hombre, el tiempo y el paisaje» siempre presentes en la obra del poeta oriundo de Canoabo.

Posteriormente, a las 3 de la tarde, también en Kalathos,  se bautizará el libro «Homenaje a Vicente Gerbasi (en el centenari

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Guillermo Morón: Los Imperios y el Imperio

Enrique Viloria Vera

A sus ochenta y siete años Guillermo Morón nos demuestra que está más vivo que nunca. Corona el historiador un largo anhelo y un viejo proyecto personal al que le dedicó sus más recientes reflexiones y escritos. Los Imperios y el Imperio. (Los Libros de El Nacional. Caracas, 2013) es el título del libro en el que Guillermo Morón escribe la historia imperial, a la manera de otros y a la manera suya, muy suya.

El libro comienza por el principio y termina por el final, esta aseveración que parece de Perogrullo no lo es en absoluto. En efecto, Morón transita – con particular agudeza y enjundia – la historia imperial desde los propios orígenes de los imperios – sitos en el mismo espacio geográfico del origen del hombre – hasta el imperio más reciente que lentamente se desmorona, mientras otro viene emergiendo con una pujanza inusual. Acertadamente el escritor registra: “Así pues, la historia del animal político no es un privilegio de Grecia ni de Roma, ni de los hebreos – cananeos, ni de los cristianos ni de los musulmanes, ni de Europa, ni del Mundo Occidental. El animal político comenzó su historia en África”.

Dentro de una perspectiva analítica de carácter mixto que reconcilia la dimensión geográfica con la sincrónica, el historiador se adentra – con la amenidad que lo caracteriza y la sencillez expositiva que sólo se adquiere después de lo mucho leído y escrito – en la caracterización de los imperios africanos, asiáticos, europeos, americanos y el Imperio, es decir, los Estados Unidos de América que comienza a mostrar su progresiva decadencia: “Si Estados Unidos es el Imperio por antonomasia en los primeros años del siglo XXI ya puede discutirse. Que es un poder mundial no es posible negarlo, aunque se insulte a sus Presidentes en la ONU o se le tiren zapatazos en algún país lejano”.

Y ahí vienen los chinos, nos advierte Morón y confirma: “China no necesita territorio ni esclavos. Así como los fenicios conquistaron el Mediterráneo y parte de las costas atlánticas de África y Europa, sin armas, en la Antigüedad, China enviará gente a comerciar, a estudiar, a enseñar, a convivir con todos los pueblos de la tierra. Es el Imperio del Siglo XXI, sin ningún socialismo (…) cuando el yuan tose se resfría el dólar y le da calentura al euro”.

Muy bienvenida sea pues esta nueva obra de nuestro querido y admirado Don Guillermo; hay otras en camino que sus lectores esperamos leer más temprano que tarde. Con Los imperios y el Imperio, Morón demuestra incontestablemente que es ciudadano de Carora, de Venezuela y del mundo, que tiene muy claro el alcance de su presente: “su aquí y su ahora”, así como el de su pasado: “su allá y entonces”.

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Entrevista a Albano Martins, notable poeta portugués

“El tiempo pasó irrevocable, pero quedó la Poesía”

Entrevista de Alfredo Pérez Alencart, Universidad de Salamanca
Fotos: Jacqueline Alencar y Casino de Figueira
Ilustración: Miguel Elías, Universidad de Salamanca

Afincado Oporto, donde hasta hace poco dio clases en la Universidad Fernando Pessoa, un poeta destila la fiebre siempre nueva de la Poesía. No hace pirotecnias verbales, solo dice: “Basta una flor,/ basta un ala/ para saber que la primavera/ entró en nuestra casa”. Admiro a este Poeta a quien pude conocer personalmente en mi Salamanca, allá por octubre de 2009, como acredita su propio corazón en “Salamanca 2009”, un poema escrito en el hospital salmantino, mientras se sometía a una sesión de diálisis: “En el Colegio del Arzobispo,/ medalla y emblema/ de la ciudad, solo los palomos y algún/ pardal solitario cargan/ en su pico el misterio/ del tiempo, hecho canto,/ y la música/ de las piedras, hecha/ oración del silencio./ (A Jacqueline y a Alfredo)”.

Con esta entrevista quiero trazar algunos de los puntos cardinales de Albano Martins (Telhado, Fundão, 1930), uno de los grandes nombres de la poesía portuguesa actual, junto con António Salvado, António Osório y Vasco Graça Moura. Licenciado en Filología Clásica por la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa. Publicó su primer libro, Secura Verde, en 1950. Su obra poética comprende más de 25 títulos, buena parte de ellos reunidos en Assim São as Algas (2000), Posteriormente publicó Castália e Outros Poemas (2001), Três Poemas de Amor Seguidos de Livro Quarto (2004) Palinódias, palimpsestos (2006), así hasta llegar a Estão agora floridas as magnolias (2012). Una buena muestra de su obra se encuentra en As Escarpas do Dia (Poesia 1950-2010), publicada por Afrontamento. Además de poeta, también es traductor. Entre los autores que él trasvasó al portugués, destacan Pablo Neruda (seis libros, entre ellos Canto General, que le supuso el Gran Premio de Traducción APT/PEN Club Português), Giacomo Leopardi, Rafael Alberti y Nicolás Guillén. La República de Chile le concedió la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad S. Marcos (S. Paulo, Brasil). En España se publicó Escrito en rojo (Editorial Germanía, Alzira, 2009), en versión de Ana María da Costa Toscano.

Han pasado 62 años entre Secura verde y Estão agora floridas as magnolias, tu primero y último libro publicado, por el momento. ¿Qué ha pasado, además del tiempo? ¿O es que por la Poesía no pasa el Tiempo porque ella misma es nudo y plenitud de tiempos que no se queman?

Entre Verde sequía, de 1950, y Ahora están florecidas las magnolias, de 2012, el tiempo pasó irrevocable, pero quedó la Poesía, esa que vive y palpita en todos los poemas que escribí. En ellos, de algún modo, también el tiempo es el que vive y palpita. Apresado en una jaula dorada, añadiría.

¿Tuviste mortales impaciencias cuando joven o siempre te amparó el sosiego?

Tuve, naturalmente, como todos los jóvenes, mortales impaciencias, porque la juventud es un tiempo de inquietud (de revelación y revolución, también) y, como diría Pessoa, la oportunidad de “sentir todo de todas las formas”. El descubrimiento del amor, por ejemplo, es una experiencia única, intransferible, que nos roba el sueño y devora las entrañas. El sosiego, ése del que hablas, no pasa de ser, juzgo yo, una buena metáfora. ¿Cómo puede, en verdad, tener sosiego el poeta, cuando siguen sin respuesta las preguntas de Gauguin, cuando el hombre se ve todos los días agredido en su dignidad y la justicia es una mera figura retórica? No es casualidad que una de las obras fundamentales de Pessoa, y del siglo XX, pienso yo, tiene por título Libro del Desasosiego.

¿Cuáles tus lecturas iniciales, los autores que más te conmovieron hasta que te afirmaste con esa impronta tuya?

Comencé, naturalmente, por los autores de las antologías escolares; esto es, por los clásicos. En primer lugar Camões, a los que se unieron poetas como Bocage, Eugénio de Castro, Antero de Quental, Gonçalves Crespo, António Nobre, Cesário Verde, Camilo Pessanha y otros más, antes de llegar a los contemporáneos. De todos ellos, los antiguos y los modernos, los que más han contribuido a mi formación como poeta fueron, además de Camões, Cesário Verde y Camilo Pessanha. Pero hay otros que estimo mucho, hablando sólo de los portugueses: Pessoa (no todo), el Miguel Torga de los tres primeros volúmenes del Diario (allí están algunos de sus más bellos poemas), Vitorino Nemésio (especialmente el de El animal armonioso y Yo, conmovido al oeste), Carlos de Oliveira, Sophia de Melo Breyner Andresen… Juzgo, por lo tanto, que nuestra idiosincracia, en cuanto creadores, es un complejo mosaico de influencias que, de forma sutil y encadenada, componen la imagen de ese puzzle de inquietudes y misterios a que llamamos poeta.
¿Poesía o Vida? ¿Acaso hay distinción alguna, salvo el lenguaje donde el poeta hace cocción de esa vida que luego presenta en forma de poema?

Poesía es Vida. No concibo una sin la otra, la primera sin la segunda. Tampoco son concebibles el fruto sin la flor, el árbol sin la raíz.
Además de poeta notable, eres traductor de clásicos griegos, italianos e hispanoamericanos. Háblanos de las traducciones que más te han marcado.

Neruda es una de las pasiones de mi adolescencia. Descubrí, a los diecinueve años, uno de sus libros más fascinantes y que siempre me ha acompañado: Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Más adelante me surgió la invitación para traducir otro libro suyo, Los versos del capitán, de buena acogida editorial. Después vinieron otros, hasta los siete libros que traduje, de los cuales resaltaría el Canto general. Éste, juntamente con los Cantos de Leopardi, la Antologia Palatina y la Antologia de la poesía griega clásica fueron las grandes aventuras –las verdaderas odiseas– de mi actividad como traductor-amador. Esas obras han sido las que más me marcaron, no sólo por la dificultad y complejidad de las versiones, sino también por el desafío que representaron y por entusiasmo que me suscitaron.
Te has acercado a la poesía oriental, el haiku y sus variantes. ¿Crees necesario este abordaje para cualquier poeta que busque esencialidades?

Mi poesía siempre ha estado marcada por la consición. El descubrimiento de la poesía japonesa, del hayku, allá por 1967, significó el encuentro con una forma de expresión que en sí contenía la representación de lo esencial. Idea que ya estaba, en fin, contenida en los fragmentos de los líricos griegos arcaicos que encontré en las aulas de la universidad (Safo, Alceu, Anacreonte, Mimnermo, Teógnis, entre otros), y en los epigramas seleccionados en las varias antologías organizadas a lo largo del tiempo, en particular en esa que hoy conocemos por el nombre de Antologia Palatina.
¿Qué recuerdos de tu infancia y adolescencia por esas duras y cautivantes tierras de A Beira Interior?

La Beira, la región de la Beira Interior y su paisaje son la matriz de todo. De ella viene mi amor por los árboles, por las flores, por los animales. Crecí allí, a la orilla del agua. Frente a la casa donde pasé la infancia, la casa de la Quinta da Rascoa, próxima a la aldea de Capinha, donde hice los estudios primarios, frente a esa casa, decía, pasaba el río Meimoa, con sus caudales temperados, solo alterados en invierno, sus embalses, sus chopos, almendros y sauces, sus sombras acogedoras donde, en el verano, me recogía a veces buscando protección y frescor ante el calor abrasante. En El espacio compartido, Rodomel Rododendro y otros lugares de mi escritura, se encuentra todo ese lugar que vuelve envuelto en una capa de poesía.
En O espaço partilhado, en Rodomel Rododendro y en la sección ‘Timbres e alegorias’ de O mesmo nombre te instalas en el poema en prosa. ¿Qué te impulsó a incluir estos prosemas en una obra signada por la brevedad o la fragmentación de exiguos versos poderosos?

El poema en prosa llegó de forma espontánea, no premeditada o programada. Su más amplia respiración (o mayor aliento) es dictada –impuesta– por las circunstancias o necesidades del instante creativo. Ella obedece a otras leyes (si de leyes se pueden hablar aquí), instaura otro ritmo, se expande por otros márgenes, pero no le disminuye ni limita el significado y el alcance. Por otro lado, hoy sabemos que lo que distingue la poesía de la prosa no es la extensión de las líneas, aunque sí el tipo de lenguaje de que una y otra se sirven.
La pintura, Albano, siempre ha estado a tu lado o tú al lado de ella. ¿Será porque también tú pintas con palabras? Háblanos de tu relación con ese otro lenguaje que interpreta la belleza y el horror del mundo.

Es verdad: la pintura siempre ocupó en mi vida un largo e importante lugar. Ya en otra oportudidad afirmé que si no fuese poeta es muy problable que sería pintor. Soy extemadamente sensible a las formas y a los colores, y esa inclinación se manifiesta ampliamente, estimo, en mi poesía, que está marcada por una fuerte sensorialidad y, hasta diría, por una vibrante sensualidad. En ella, todos mis sentidos estan empeñados de forma incondicional, esto es, de modo absoluto y sin reservas. Finalmente resaltaría que mi ambición es esa, de hecho, que las palabras valgan lo que para la pintura valen los colores. Como sabes, ya el viejo poeta Horacio proclamaba el Ut pictura poesis en su Arte Poética. Esto es “la poesía como la pintura”. Capte ella (o interprete, como dices) la belleza o “el horror do mundo”.
Cuáles tus pintores favoritos. Ahora recuerdo que traduje tu poema dedicado al Jardín de las delicias… Qué porción de afectos ocupan Miró, Picasso, Klimt, Matisse…

Esos que citas son, efectivamente, algunos de mis pintores preferidos. Pero hay otros, incluyendo los portugueses Júlio, Mário Botas, Jorge Pinheiro y Cruzeiro Seixas. A Miró, sobre cuya pintura yo mantenía ciertas reservas, me rendí completamente, y de modo definitivo, cuando un día en Madrid entré al Museo Thyssen y vi una retrospectiva del grande pintor catalán. Delante mío tenía un conjundo de óleos titulados “Las Constelaciones”. Era el deslumbramiento. Fue en la secuencia de esa exposición que escribí el conjunto de poemas que titulé “En los jardines de Miró”, incluido en el libro La voz del mirar. En Picasso reconozco la genialidad, que se manifiesta en todos sus grados y variantes. En Klimt, la novedad de las tintas y la pureza de la expresión. En Matisse, al que sumaría a Chagal, es el lirismo del trazo y del color lo que me seduce. Pero también me seducen los “dibujos” de Lorca y las tentativas de Rafael Alberti por el dominio de las artes plásticas. Algunas de esas tentativas son verdaderos poemas coloridos, como esas que adornan la Antología Poética publicada en 1998 por la barcelonesa Editorial Optima.
El Eros en tu poesía está como vivificando las vocales de tus poemas. ¿Mientras vive el hombre siente y desea?

El Eros es, de hecho, como sugieres, la gran fuerza que recorre y sacude mi poesía, matizada, aquí y allí, por algunas notas de melancolía, derivada de la consciencia de la precariedad y de la fugacidad del tiempo. Tempus fugit, decían los latinos, y Horacio tradujo en una oda esa misma consciencia a través de la expresión carpe diem. Está ahí, sobreentendido, un consejo: aprovecha el día –el momento– que pasa, porque el tiempo se escora y no sabes si mañana estarás vivo. Es también esa lección del epicureísmo, filosofía de la vida –la filosofía del placer– que suscribo por completo.
Concluyendo: el amor es la única arma capaz de resistir a los asaltos del tiempo y, como sabes, a él no se hurtaron los propios dioses, comenzando por Júpiter, el padre de todos ellos. Respondo, finalmente, a tu pregunta: el hombre es un ser destinado para el amor y solo la muerte matará su deseo.

Brasil te viene reconociendo, tal como tú has reconocido, líricamente, a esa parte sustancial de la lusofonía. ¿Cuál el entrañamiento tuyo con Brasil? ¿Va más allá de A voz do chorinho…?

Sí, mi poesía ha encontrado en Brasil una receptividad y un reconocimiento mayor, bastante mayor, que en Portugal. Hace poco recibí, desde S. Paulo, la información de que una profesora de universidad prepara una tesis de doctorado sobre mi obra. Se sumaría así a otra ya defendida hace años en Río de Janeiro. Y también es verdad, como señalas, que a Brasil tengo dedicado un indefectible afecto. Mi deslumbramiento, que habrá sido semejante al de los navegantes que en 1500 desembarcaron por vez primera en aquellas tierras, ocurrió cuando en 1985 descendí en Galeão y entré en contacto con la realidad brasileña, teniendo inmediata traducción de dos libros que allí publiqué: A voz do chorinho ou os apelos da memória y Poemas do retorno. En los años siguientes volví a Brasil unas veinte veces, donde tengo hoy muchos y buenos amigos, además de numerosos admiradores y exégetas de mi poesía. Si existe una segunda patria, la mía es Brasil.
Lo vegetal (el bosque, la selva, las flores…) aparece con frecuencia en muchos de tus libros publicados.

El mundo vegetal lo traigo aferrado a la piel desde la infancia. En la vasta naturaleza muerta que era la Quinta da Rascoa predominaban los tonos verde, solo quebrados, en los otoños, por la invasión de otros colores de su variada paleta y, en el verano, por el amarillo de las mieses. Crecí con las flores, las plantas, los árboles del bosque (robles, eucaliptos, pinos) y del huerto (higueras, naranjos, cerezos, almendros). Dormí con ellas, las llevé a la escuela. Los sabores de los frutos de algunas de esas plantas todavía los guardo en mi memoria gustativa. Lo que he hecho, en mi poesía, es traerlos a la antecámara del habla, que es la palabra escrita. Es darles una voz y un nombre. Así les retribuyo, así les pago, la compañía y el bien que me hicieron en aquellos años dorados.
¿Qué significancia tiene el mar para un portugués como Albano?

El mar quedará siempre como símbolo del viaje y de la aventura. Metáfora mayor, en él caben todas las otras metáforas, las del Arte y las de la Vida. Es así desde Homero, Virgilio y Camões. Para mí, que no soy marinero, algunas veces el mar ha sido pretexto para viajes imaginarios y saltos en el abismos. En O espaço partilhado, le dediqué un largo poema en prosa y tengo un libro inédito, de poemas breves, Desta varanda, o mar, que también le es dedicado. A través de él, navego –navegamos todos, entiendo yo- en dirección a las ítacas que siempre se perfilan en nuestro horizonte vital.
Y hablando de España, ¿cuál es tu sentimiento hacia ella?

Tengo por España un antiguo y arraigado afecto o, diría mejor, admiración. Por el carácter de su pueblo, por la idiosincrasia de sus gentes, por su cultura: sus pintores, sus escultores, sus escritores, sus poetas. También por su música, por sus cantantes: Plácido Domingo, José Carreras, Monserrat Caballé. Y tengo, finalmente, algunos buenos amigos españoles. Es tanta la admiración que tengo, como decía Neruda, a “España en el corazón”.

Descríbenos tu relación con Vicente Aleixandre.

Mi relación epistolar con Vicente Aleixandre data de principios de los años cincuenta del siglo pasado. Deseoso de conocer más de cerca la obra del poeta, que yo sabía era uno de los nombres relevantes de la generación española del 27, le remitó un ejemplar de mi primer libro, Verde sequía, pidiéndole que me hiciera llegar un libro suyo, explicándole la dificultad de encontrar en las librerías lisboetas obras publicadas al otro lado de la frontera. Recibí, como respuesta, una carta y un ejemplar de Sombra del Paraíso, uno de sus libros más celebrados. Hasta 1956 fueron frecuentes entre nosotros el intercambio epistolar, acompañado por el envío de otros libros del poeta. Entonces mi vida sufrió un cambio radical: ingresé al servicio militar obligatorio; terminé la licenciatura de Filología Clásica en la Facultad de Letras de Lisboa; comencé una carrera de profesor; me casé y tuve una hija; hice la pasantía y prácticas pedagógicas; concursé a las oposiciones de la enseñanza oficial y fui a parar al Liceo de Angra do Heroísmo, en las islas Azores… Todo eso, sumado, contribuyó para que durante diecisiete años perdiese el contacto con Aleixandre. Lo retomé en 1980, cuando estuve ligado a la revista Nova Renascença, de Oporto, pidiéndole una colaboración para la misma. Estuve en Madrid en septiembre de 1981, para el lanzamiento del número 4 de la revista, dedicado en parte a Juan Ramón Jiménez. Intenté un encuentro con el poeta, pero estaba fuera de Madrid, convaleciente de una reciente intervención quirúrgica. Todo eso, y más, consta en el volumen Cartas a Albano Martins, ahora publicado en España por la Universidad de Córdoba.
¿Cuánto de antiguo tendría que ser un poeta moderno?

Juzgo que ningún poeta digno de este nombre puede recusar la herencia del pasado. Parafraseando a Alceu, poeta lírico griego del siglo VII-VI a. C., de la nada nada nacerá. Lo que cada uno recoge de esa herencia depende, necesariamente, de su cultura, formación e idiosincracia. Por otro lado, los términos ‘antiguo’ o ‘moderno’ son un tanto ambiguos y engañosos. Homero, Virgilio y Catulo, por ejemplo, son, desde mi punto de vista, tan modernos como Pessoa o Aleixandre.
Reflexiona sobre la Amistad, tan escasa, tan endeble cuando existe.

Que la Amistad resulta un valor importante en las relaciones sociales lo acredita, de hecho, que sobre ella escribió un tratado, De amicitia, el gran orador latino Marco Tulio Cicerón. Me acuerdo de que, cuando era joven, muchas veces oía decir: “Tener un amigo es tener un tesoro”. En esta formulación está contenida, me parece, toda una sabiduría. Si los hombres fuesen más amigos y solidarios de cierto que otra sería la historia humana. Auschwitz-Birkenau, Dachau y Treblinka no serían los lugares de horror que conocemos, sino simples referencias toponómicas sin mayor significado en la geografía europea.
Rica y valiosa es la lírica portuguesa de todos los tiempos. Danos tu canon básico de autores imprescindibles.

En la cumbre, Camões. Sumaría dos nombres, a mi modo de ver, irrebatibles: Cesário Verde y Camilo Pessanha. Y hay, también, poetas indispensables: Pessoa y Pascoaes, a que añadiríam ya más próximos a nosotros, Vitorino Nemésio, Jorge de Sena, Carlos de Oliveira, Herberto Helder, António Ramos Rosa, Sophia de Melo Breyner Andresen, Mário Cesariny de Vasconcelos…
¿En qué trabajas ahora? ¿Cuáles tus nuevos proyectos de escritura?

Tengo para próxima publicación unos diez libros, entre ellos dos pequeñas historias infantiles, cuatro libros de poesía, una Antología de Ugo Foscolo, el grande poeta italiano del siglo XVIII-XIX, otra del chileno David Rosenmann-Taub, contemporáneo nuestro, y una segunda edición de las Carminas de Catulo, con la traducción de treinta nuevos poemas. Mientras tanto, estoy reuniendo los textos en prosa escritos en los últimos años, con vista a publicar un tercer volumen de Circunloquios. Pido a los dioses que me den vida y salud para tener oportunidad de verlos todos en letra de imprenta. ¿Nuevos proyectos? Te confieso que nunca hice proyectos. Generosa amiga fue siempre la Poesía, que me buscó y no yo a ella.

El pasado 25 de febrero di muchos abrazos a mi amigo Albano. Fue en el Casino de Figueira da Foz, donde se le tributó un reconocimiento y recibió un dibujo del pintor Miguel Elías. Antes, en los salones del hotel, hablamos largo y profundo, con su amada Kay y mi amada Jacqueline como testigos. Allí le recordé su bello hayku titulado “Las palabras”:

Ninguna rama
es segura. Frágiles
son las palabras.

Más abrazos, hasta siempre.

FUENTE: http://www.crearensalamanca.com/2013/05/entrevista-a-albano-martins-notable-poeta-portugues/#comment-12480

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23 de abril, Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor

La Unión Internacional de Editores, propuso a la Unesco el día 23 de abril, para que fuera elegido como Día del Libro y del Derecho de Autor, pues corresponde al fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare  y del Inca Garcilaso de la Vega, aunque realmente no es así: Cervantes falleció el 22 de abril y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano). En esta fecha, también fallecieron William Wordsworth, en 1850 y Josep Pla, en 1981. Del 19 al 29 de abril se celebra el Festival de la Lectura en Caracas, organizado por la Fundación de Cultura Chacao.
Esta iniciativa de la Unión Internacional de Editores, surgió con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio de los derechos de autor. La Conferencia General de la Unesco la aprobó en París el 15 de noviembre de 1995, por lo que a partir de dicha fecha el 23 de abril es el «Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor». En Venezuela, los Derechos de Autor comienzan a ser reconocidos desde 1948, por la intervención de la compositora María Luisa Escobar, que no sólo fue una promotora cultural que colaboró con la proyección nacional e internacional de los artistas venezolanos, sino que fue una defensora de sus derechos. Con esta idea en mente, funda la Asociación Venezolana de Autores y Compositores (AVAC) en 1948 ycomienza a reconocer derechos de autor en Venezuela.
Los viajes que realizó a Estados Unidos y Europa le permitieron a María Luisa Escobar conocer los entes creados especialmente para defender el derecho de autor en esas regiones, así como las leyes y reglamentos que los amparaban. Después de trabajar en el proyecto durante varios meses, el 21 de abril de 1948 protocoliza el acta constitutiva de la AVAC en la Oficina de Registro Subalterno del Primer Circuito del Departamento Libertador en Caracas. La acompañan como fundadores de la sociedad Guillermo Castillo Bustamante, Eduardo Serrano y Luis Alfonso Larrain. Desde su fundación, María Luisa fue su presidente.
Apenas fundada, la nueva institución comenzó a establecer vínculos con sus pares en el mundo, enviando delegados a las reuniones y asambleas internacionales. La propia María Luisa Escobar viajó en varias oportunidades representando los intereses de los artistas venezolanos. Al poco tiempo logró convenios con Estados Unidos, México, Argentina, Perú, Uruguay, Alemania y Francia, además de su admisión como Miembro Técnico de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores CISAC. En1953, Luis Alfonso Larrain se separa de la AVAC y funda la Distribuidora Musical con la finalidad de registrar y editar la música popular nacional y representar algunos artistas venezolanos, dominicanos y españoles. Esta empresa sentará las bases para el establecimiento de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela SACVEN el 25 de mayo de 1955. Con el tiempo, esta institución va a tomar el lugar de la AVAC, la cual terminará por desaparecer.

Carmen Cristina Wolf

* Carmen Cristina Wolf es poeta, ensayista y editora. Actualmente es Gerente General del Círculo de Escritores de Venezuela

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Homenaje a la vida y legado de Simón Alberto Consalvi

Ildemaro Torres – Palabras al cierre del Recital “Poesía en Primavera”

Nacido en Santa Cruz de Mora (estado Mérida), el 7 de julio de 1927. Fallecido en Caracas el lunes 11 de marzo del 2013, habiendo sido por varios años y todavía siéndolo, Editor Adjunto de El Nacional; y asimismo destacado editorialista y calificado columnista, que hizo de su oficina en el diario una fuente permanente de enseñanzas a sus visitantes, y sitio de elaboración de manifiestos y otros documentos de considerable importancia. Honorable Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Intelectual de largo y deslumbrante currículo, en este país especial de gente querida, respetada y recordada con una sentimental veneración.
Obras memorables ejecutadas por él: Fundación de la Oficina Central de Información OCI; del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes; de Monte Avila Editores y la Biblioteca Ayacucho. Junto con crear la revista Imagen, en materia periodística fundó El Mundo y dirigió Elite, Momento y Bohemia.
Egresado de la Universidad Central de Venezuela como periodista, lo hizo también de la Universidad de Columbia graduado como internacionalista. Fue embajador en Yugoslavia, Washington y ante la ONU; Ministro de Relaciones Interiores y encargado de la Presidencia de la República; Canciller en dos ocasiones, en ese Ministerio incorporó retratos de Bolívar realizados por destacados pintores, programó conferencias de Carlos Fuentes y otros ilustres escritores. Para bien de la historia y estudiosos de la misma, dejó en varios textos cuidadoso registro de su ejercicio diplomático; fue biógrafo de prestigiosas figuras de la historia política nacional e internacional, junto con prestar atención a asuntos como el desempeño de nuestra diplomacia, la economía petrolera, la integración de América Latina, el armamentismo nuclear, entre otros. Participó en la elaboración del acucioso estudio dedicado a las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos a través de dos siglos. Hizo valiosos aportes a las negociaciones de paz en los conflictos bélicos centroamericanos (1970-1980). Tuvo una distinguida presencia y participación en el rol del Grupo Contadora. En agosto de 1987 evitó una guerra con Colombia debida al incidente de la corbeta Caldas. Fue un dedicado y decidido activista en el logro de ser ampliada la plataforma marítima de los países del Caribe.
Poco o nada que decir con sentido de revelación acerca de alguien cuya trayectoria y ejecuciones nos eran conocidas, dado cuanto nos significaba lo que él decía, proponía, mostraba, comentaba, razonaba y hacía. Sólo habré de referirme al contenido y algunas derivaciones, de lo que a título personal y pecando de reiterativo suelo llamar regalos de la vida, de los cuales haberlo conocido y la proximidad a él, es precisamente uno de los más extraordinarios y significativos a que yo podía aspirar, con la fortuna de que las circunstancias permitieron que así fuera. Cuando me dije por primera vez, convencido y a título de conclusión, que él me resultaba un “personaje seductor”, caí en duda de si ese era el apelativo indicado, y por suerte vino en mi ayuda un breve texto suyo, escrito a manera de presentación de la gente que menciona en un libro, y lo cito: “Son personajes que, por una razón o por otra, me han seducido a lo largo del tiempo, bien sea por afinidad o por discrepancia, y en la reflexión sobre sus vidas o sus obras he pretendido buscar diversas claves: de ahí el perfil y la sombra. En líneas generales, son textos identificados por el denominador común de la admiración, que no siempre es coincidencia.”; y como cierre decía: “Al reunirlos en volumen pretendo preservarlos del olvido. Aunque esto no es de por sí una garantía de supervivencia, acaso sea un espejismo de la vanidad”.
Todos sentimos hacia él una profunda admiración y un fraternal afecto, pues veíamos en él un amigo entrañable y un maestro de quien siempre tuvimos mucho que aprender, a tono con su cálido y generoso ejercicio de la amistad traducido en una constante disposición al trasiego de cuanto poseía y sabía. Todos le debemos por lo menos (y no es poco) un buen consejo, que como cada quien podía comprobarlo era trascendente y por tanto para toda la vida; este es el que una vez me diera, al preguntarle cómo distribuía su tiempo para poder hacer tantas cosas, en especial escribir, y me respondió: “si lo preguntas porque quieres ser escritor es prioritario que dediques tiempo para leer, es un deber a cumplir”, y acerca de la importancia de hacerlo me citó lo afirmado por JL Borges, de sentirse más orgulloso de lo que había leído que de lo escrito por él.
Pleno acierto el de Ramón Hernández al afirmar que “Consalvi fue un sabio silencioso que tenía conciencia del poder de la palabra y la utilizaba con especial cuidado”. Dueño de una apreciable inteligencia y agudeza política, fue un valiente luchador en clandestinidad y otras tormentosas ocasiones, a riesgo de su vida. No quiero, no puedo, dejar de hacer mención del dolor que su muerte nos ha producido, y comentar la impresión que tanto nos conmoviera de constatar la presencia de tal cantidad de amigos en su funeral, y en especial de la sinceridad del afecto, allí palpable.
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Algunas visitas le hice en su casa de Washington, durante la época de embajador; inolvidables encuentros en los que era factible saludar a su esposa, la gran artista María Eugenia Bigott, trabajando en su taller. Y la comprobación una vez más de cuán merecedor él de otro título que entonces se me ocurrió: “Extraordinario factor vinculante”. ¿Por qué lo digo?, porque después de toda una vida admirando y queriendo yo a Miguel Arroyo como mi preferido y más venerado profesor desde mis años de liceísta, SAC no sólo me habló una noche de cómo él y Arroyo fueron amigos de siempre, sino que me reveló que mi maestro era también escritor, comentándome su primera novela de título “El reino de Buría” y el goce admirativo por nuestro coincidente conocimiento de su autor. En una siguiente visita me tenía como regalo un ejemplar de la novela.
Gozó de merecido reconocimiento como creador de la colección Biblioteca Biográfica Venezolana, en la cual me honró invitándome a escribir las biografías de Aquiles Nazoa y Morella Muñoz, estándole agradecido por la validez conceptual de ese hecho. En un acto celebrado en la Escuela de Comunicación Social de la UCV – de cuya primera promoción él formó parte-, miembros del mundo académico incorporados a dicha colección expresaron su agradecimiento al respecto; calificaron de magnífica idea haberla creado y señalaron como experiencia apasionante la de escribir una biografía, hecho novedoso en la vida de muchos de ellos y que los ha enriquecido intelectualmente al ampliarles el abanico tanto de temas de estudio como de posibilidades de expresarse, y porque tiene sentido indagar un pasado remoto, como lo tiene revivir el cercano de alguien conocido con quien además nos percibimos afines.
Confieso ahora la satisfacción sentida desde hace largo tiempo ante nuestra identificación en la gratificante práctica de la escritura y el dibujo como dos formas de expresión amadas y degustadas. El supo ser, y bien le pertenece esta otra denominación, un Activo Promotor de Arte, que nos legó publicaciones y exposiciones con manifiesto sentido de modernidad; ejemplo de ello la colocación espacial y exhibición de los cyberdibujos de Zapata. Veamos: en julio de 1997 el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber y CANTV presentaron la muestra “Z@P@T@ 50 CYBERDIBUJOS”, a propósito de la entrada de obras suyas a Internet, y fue determinante en ello la colaboración de Consalvi quien escribió la formidable nota del catálogo, de título “ZAPATA On-Line” y en la cual señala entre otras cosas las siguientes: “Julio Verne imaginó como una proeza sin precedentes su vuelta al mundo en ochenta días. Ahora, la vuelta al mundo es instantánea y el hombre, sus palabras o sus signos, están al mismo tiempo en todas partes. En una palabra, Zapata disfruta del don de la ubicuidad”; y agregó cuán enorme es la significación de esos dibujos cibernéticos que “constituyen una presencia venezolana de la mejor calidad en la red de redes”.
El escritor Consalvi en mención que hiciera de su colega peruano Luis Alberto Sánchez, lo citó diciendo “Un historiador es una manera anticuada de ser periodista”, lo cual modificó en estos términos: “Un periodista es una manera contemporánea de ser historiador”.
En una entrevista en 2008 realizada por Maríaeugenia Morales y María Belén Otero dijo: “Espero seguir sobreviviendo. Sobre todo, espero poder sobrevivir a mí mismo”. Sobrevida que percibo asegurada en el alma de cada uno de nosotros.

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Leonardo Padrón: Se busca un país

07.04.13
Debo confesar que estoy agotado. El país se me ha vuelto un insomnio. No puedo iniciar estas líneas de otra manera. La primera persona del singular es el lugar donde comienza, para todos, el país que somos. El país ocurre primero en el desayuno que nos llevamos a la boca. En las noticias que te emboscan los buenos días. En el hueco que tu carro descubre camino al trabajo. Confieso que mi cédula de identidad me tiene exhausto. Venezuela se ha convertido en una experiencia límite. Pero más me perturbaría cultivar la indiferencia o, peor aún, aplaudir el desatino monumental que vamos siendo. Decía Marguerite Yourcenar que el verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente.
Hoy los venezolanos tenemos un país extraño y drásticamente superior a nuestro asombro. La tranquilidad nos quitó el habla. Deambular entre los titulares es respirar tizne y desaliento. Hoy todos estamos salpicados por esa nación áspera que habla con estridencia y nos empuja, pendencieramente, el hombro. Somos una eterna cuenta regresiva. Cada quincena nos jugamos el destino. Necesitamos con urgencia una cierta dosis de aburrimiento. Pero más apremiante aún es conseguir el país que no termina de aparecer. Quizás es el rasgo más común que tienen entre sí un habitante de Chivacoa, El Supí, Manzanillo, Agua Salud o El Cafetal: todos buscamos esa esquiva palabra llamada bienestar. O elijamos otra, una instancia de arranque: sosiego. Que ocurra el sosiego.

En la red social Twitter no siempre triunfan los insultos. Alguien escribió en estos días: “La esperanza también es un talento”. Se me antoja que es una frase poderosa y certera. Para no claudicar uno debe emplearse a fondo. Es la tarea, quizás la primera, de todos los que habitan este mapa proceloso: ejercer activamente nuestro talento para la esperanza.

En definitiva, andamos buscando un país donde la decencia se convierta en rutina. Donde mi diferencia sea el vínculo con la tuya. Donde sea moralmente inadmisible el escarnio. Aquí todos estamos agotados de tanto desencuentro, tanta agresión mutua, tanto reventarnos la madre en el idioma. La calle es un desafinado coro de rencor. Las amistades crujen a pedazos. Los gremios se fragmentan. Padecemos los síntomas de un virus llamado odio. Es imperativo conseguir la bisagra que nos regrese a una cordial topografía de múltiples registros. Por eso, en estos días feroces hay que ponerse el mapa encima. En estos días toca revisar lo que somos y lo que hemos dejado de ser.

¿Qué es hoy un escritor en Venezuela? ¿Por qué amenazan el trazo de un dibujante? ¿A quién asusta tanto el humor? ¿Cómo duerme un dramaturgo al que le han quitado la sede? ¿Cuántos insultos por minuto tolera un periodista? ¿Quién oye la voz de los pensadores?

Ezra Pound decía que los artistas son las antenas de la raza. Sabemos que la única doctrina de un artista es la libertad. Tiene la costumbre de volar varias veces al día. No sabe de genuflexiones. No ofrenda lisonjas al poder. Está diseñado estructuralmente para disentir, criticar, proponer. No busca fuegos fatuos. El artista es el moscardón de la realidad. La agitación y la irreverencia. El artista no quiere ser gobierno, prefiere ser conciencia y reclamo.

En estos días, cuando la crispación inunda los escritorios, las palabras, los dientes, las miradas, los confines del Metro, el alumbrado público, la histeria y la historia, el artista no puede, no debe, no sabe quedarse callado. El artista dice basta, existo, incomodo, tres veces grito. Hace teatro y revuelve. Escribe un poema y golpea. Pinta un lienzo y convoca. Se cuelga una guitarra y abunda. El artista imagina, explora, denuncia, testimonia. El artista es el revés de la mordaza. Te advertimos, poder: No le exijas mansedumbre.
Yo estoy harto de recibir insultos telefónicos y amenazas de muerte al filo de la madrugada. No me cabe una ofensa más en el oído. No sé callarme la boca, no nací para plegarme al miedo, no quiero cambiar de código postal. Si digo “no estoy de acuerdo”, recibo a cambio una pedrada en mi vida personal. Si escribo “difiero”, dibujan una cruz en mi frente.

Venezuela se ha convertido en una melancólica pera de boxeo. Todos dicen venerarla, mientras la golpean sin pausa. Porque cuando excluyes al que no piensa como tú, estás golpeando al país. Cuando chillas amenazas, cuando exiges devoción acrítica, cuando vociferas un solo color, estás golpeando al país policromático que posee voz propia. No deseamos gobernantes cuya premisa sea pulverizar, agraviar, satanizar al contrario. El pueblo no son ocho millones de votantes, ni seis millones y medio. El pueblo no es sólo aritmética electoral. A fin de cuentas, hoy vivimos en una comarca donde la muerte tiene más rating que la vida.

El arte, con todos sus rostros, tiene a Venezuela en la punta de sus angustias. Decía Unamuno que la cultura se conquista. Una tarea imperiosa ante un país que se nos rompió en las manos. La zanja que nos divide se hace cada vez mayor. Ya basta. Es suficiente. Paremos. La crisis moral nos ha estallado en la cara. Nos está quedando torcido el dibujo. Necesitamos resetear el país.

Y que lo entienda de una buena vez el poder: nunca nos quedaremos callados cuando las cosas marchen mal. Así mañana el poder se llame Henrique Capriles Radonski.

Sólo aspiramos pluralidad, bienestar, conciliación. Ese es el punto crucial. Se busca un país que nos contenga a todos. Que sea norte y futuro, no fractura y violencia. Un país que tenga 28 millones de abonados para el mismo juego. Una patria cuya mejor ideología sea la mano extendida. Se busca un país. Múltiple y unido. Un caleidoscopio de un solo nombre. El detalle es que sólo entre todos podemos conseguirlo. La indolencia, señores, ha llegado a su fecha de vencimiento.

Le
ido en el Encuentro de artistas e intelectuales con Henrique Capriles, en el Teatro Municipal de Chacao

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Lectura de Poesía en primavera

EN HOMENAJE A LA VIDA Y LEGADO DE SIMÓN ALBERTO CONSALVI

EL CÍRCULO DE ESCRITORES DE VENEZUELA
se complace en invitar al recital “Poesía en Primavera” el cual se ofrecerá en homenaje a la vida y legado del escritor Simón Alberto Consalvi. En la Sala Cabrujas, Los Palos Grandes. Centro Cultural Chacao, Torre El Parque, Av. Fco. de Miranda c/c 3a transversal, Nivel C 1
Fecha: Sábado 6 de abril de 2013, a las 11 de la mañana.

PROGRAMA:

1. Apertura y bienvenida a cargo del Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, Carlos Alarico Gómez

2. Recital a cargo de los poetas Magaly Salazar Sanabria, Edgard Vidaurre Miranda, Carmen Cristina Wold, Sandy Juhaz, Ligia Colmenares, Rafael Rondón Narváez, Vanessa Hidalgo.
3. Palabras de los escritores Ildemaro Torres y Lidia Salas, sobre la “Vida y legado de Simón Alberto Consalvi

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A un amigo lejano, poema en homenaje al Día de la Poesía

UN AMIGO LEJANO

A Alfredo Pérez Alencart, dedico

Algunas mañanas, acostumbro
acariciar los prados y dejarme
cortejar por la brisa

Pensar de nuevo al mundo
tomarlo por alguno de sus hilos
escribir en constancia
del cortejo de dudas que me asaltan

Interminables filas de palmeras
abanican un vuelo de gaviotas
mientras miles de pies dejan huella impaciente
en las caminerías de la playa

Apenas llegan y se van
para dejarse caer un día
cansados ya de perseguir deseos

Vivo en un país cortado a tajos
en quiebre permanente

Cada día llevo un golpe en la calle
no escribo como antes
exultante, dichosa
hoy los versos salen a dentelladas
ya no me reconozco

Mi país grita, cosido a balas
mancillado por botas delirantes, arteras

Herido de tanto gritar sin que lo escuchen
le duele la piel de las palabras

Entonces, se apacigua mi espíritu

Un amigo lejano, allende el mar
muestra un Cristo del alma:
La hora perfecta es la del amor que reconcilia
… y que tu espíriru are en mi corazón un surco de ternura

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