La ciudad con mil puertas de Alberto Hernández

por Eduardo CASANOVA

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Siempre me ha interesado el fenómeno de los grandes poetas nacidos en pequeñas poblaciones. Miguel Hernández, nacido en Orihuela (pequeña y bella ciudad de la Comunidad Valenciana, ubicada en el sur de la provincia de Alicante y capital de la comarca de la Vega del Segura) el 30 de octubre de 1910 y muerto en Alicante el 28 de marzo de 1942, virtualmente asesinado por la dictadura falangista de Francisco Franco, es uno de los casos más impresionantes: su primer poemario, “Perito en lunas” fue escrito por un pastor de cabras en octavas reales, emparentadas con el gongorismo, que es una de las formas de poesía más difíciles y menos accesibles a un poeta de provincia. Por supuesto, Miguel Hernández no se quedó en Orihuela sino que vivió en Madrid, pero si se hubiera quedado en Orihuela no existiría, estoy seguro, ninguna diferencia entre lo que compuso en su terruño y lo que compuso en Madrid. Vicente Gerbasi, el más importante de los poetas venezolanos, nació en Canoabo, pequeña aldea montañesa ubicada en Carabobo, cerca de Aguirre –cuyo nombre lo llevó a escribir un bello libro sobre el Tirano Aguirre, uno de los personajes más extraños del mundo español–, y murió el 28 de Diciembre, día de los Inocentes, de 1992, en Caracas. Su primer libro, “Vigilia del Náufrago”, fue también una obra de gran calidad, de un nivel que generalmente se atribuye a los poetas de grandes ciudades. Claro está que el poeta Gerbasi no se quedó en su aldea sino que viajó nada menos que a Florencia y pudo dialogar con el Dante y con Miguel Ángel antes de regresar, no a Canoabo sino a Valencia, para vivir después en Caracas, en Colombia, en Chile, en Israel, en Dinamarca y en Polonia. Otro gran poeta venezolano de nuestro tiempo, Alberto Hernández, nació en Calabozo, no lejos de Guardatinajas, en 1952, y luego de una infancia viajera que lo llevó a las cercanías de Valencia (la Nueva Valencia del Rey, de Venezuela) pasó una buena temporada en España, en Madrid y en otros territorios, entre ellos el de un carcelazo político en Carabanchel, para regresar y establecerse, aparentemente anclado, en Maracay, que fue en donde lo conocí y conocí su poesía allá por 1979, y en donde llevaba adelante la aventura de una bella revista llamada “Umbra”, que quisimos convertir en espacio físico y casi lo logramos. En aquellos días quedé maravillado con su poemario “Amazonía”, y no mucho después le transmití mi emoción a Vicente Gerbasi, que la compartió de inmediato. Y en mi mente se hermanaron los casos del gran poeta nacido en Canoabo y en gran peta nacido en Calabozo, aunque me enteré también de que aun cuando según los papeles oficiales nació en Calabozo, en realidad vio la luz en Guardatinajas, una bellísima aldea terminal, llanera, dotada de un encanto que la convierte en poesía. Tal como poesía es Canoabo.

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Ahora, muchísimas nubes después de aquella aventura encerrada entre vidrieras, al leer PUERTAS DE GALINA (Editorial Memorias de Altagracia, Caracas, 2010, 68 p.) entiendo de golpe el por qué de mi interés: se debe a que mi caso es muy parecido al de Alberto. Yo nací en Caracas, oficialmente y de acuerdo a los documentos oficiales, pero vi la luz en realidad en Tinaquillo (Nuestra Señora del Socorro de Tinaquillo, fundado el 5 de diciembre de 1781, que era entonces –final de 1939– un pequeño pueblo perdido entre colinas, no lejos de Valencia, Tinaco y San Carlos y que ya tenía un Hospital, fundado en 1937 por el doctor José Rafael Rotondaro). Mi madre, por culpa de una vaca que metió la cabeza por la ventana del dormitorio en donde sesteaba plena de inocencia mi hermanita, optó por ignorar la existencia del hospital de Rotondaro y emprendió un viaje lleno de riesgos hasta Caracas, en donde parió recién llegada. Pero mis primeros meses los viví en Tinaquillo, y luego estuve en Barquisimeto, Maracay y Ciudad Bolívar, hasta que poco antes de cumplir los nueve años me establecí (me establecieron) por fin en Caracas. Después viví en Buenos Aires, Copenhague, Beijing, y conocí muchísimos puertos y muchísimas ciudades encantadas, y descubrí que amaba la poesía.

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Alberto Hernández miente o se equivoca al calificar de “ciudad imaginada” a Galina (p. 9). Galina existe, tal como Guardatinajas, Calabozo, Canoabo, Valencia, Caracas y Tinaquillo. Yo estuve en Galina. Fui a Galina con Alberto Hernández. Conocí sus calles empedradas que se llenan de lodo cuando llueve como suele llover en el Llano. Y vi sus colinas y sus montañas nevadas, pero sobre todo, desde su orilla, admiré el horizonte llanero que se pierde en las nubes, en donde algún cerdo travieso se alimentó de líquidos inmundos por capricho del flaco Hernán Hernández, hermano de Alberto. En Galina oí a Vivaldi y a Bach, y cerca de allí escuché los gritos maravillados y escatológicos de Antonio Estévez cuando se enteró de que Solistas de Venezuela tocaría obras de Vivaldi y de Bach en Guardatinajas, en una pequeña iglesia cuya llave se guardaba en una taberna rural, calle por medio. Oí en Galina a un sabio que con voz aguardentosa hablaba de la Tercera Ley de Newton, y me di cuenta de que casi todos los personajes de mis primeras novelas, “Los caballos de la cólera” y “La agonía del Macho Luna”, nacieron y vivieron en Galina mucho antes de que yo la visitara en compañía de Alberto Hernández. Y fue entonces cuando pude entender el misterio insondable de Galina, que tiene sólo esa capilla de la llave en la pulpería, pero tiene muchas iglesias con antiquísimas piedras sepulcrales y, sobre todo, tiene sus pequeñas casas arrejuntadas, con techos de tejas artesanales, pero tiene enormes palacios y castillos que el siglo XX convirtió en grandes museos que turistas gringos visitan para repetir, uno tras otro, los mismos lugares comunes que están en los libros y folletos que compran al mayor en los quioscos de periódicos. En Galina, es cierto, nació Alberto Hernández, digan lo que digan sus papeles oficiales, y también Vicente Gerbasi, y el Dante, y Miguel Ángel y Michelet y Paul Valéry y Swedenborg y Humphrey Bogart y Arnaldo Acosta Bello y Manuel Bermúdez y Eliseo Diego y Raúl Betancourt y Rafael Cadenas y Orlando Araujo y Pancho Massiani y Carlos Contramaestre y Mari Cabaleiro y Emilio Agra y Carlos Vitale y Teófilo Tortolero y Emilio Arévalo Braasch y Guillermo Loreto Mata y Rubén López y Mercedes Ascanio y Efraín Hurtado y Aly Pérez y Carlos Ramos y José Lezama Lima y Pepe Barroeta y María Antonieta Flores y Eugenio Montejo y Adriano González León y Jesús Alberto León y José Emilio Pacheco y Silvia Plath y Pablo Neruda y Antonio Skármeta y Miguel Ramón Utrera y los hijos de Alberto y los hermanos de Alberto y los padres de Alberto y muchos, muchísimos otros. Y yo. Tantos nacieron (tantos nacimos) en Galina, que en cada una de sus muchísimas casas y en cada uno de sus muchísimos edificios hay tarjas que recuerdan al viandante quién nació allí. Tanto es así que Gustavo Adolfo Bécquer, empeñado en nacer también en su espacio y sin saber que era cierto, dijo aquello de que “Galina es la poesía”.
Pero lo más importante de Galina no son sus casas ni sus edificios ni sus monumentos ni sus muchas tarjas ni sus museos ni sus catedrales ni sus avenidas arboladas ni sus horizontes infinitos y sus aeropuertos, sino sus puertas.

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Por las puertas de Galina se llega a muchos lugares, a muchas grandes ciudades, a muchos espacios portentosos. Por la primera de ellas se llega a Guardatinajas, junto al río Tiznados, por la segunda a Calabozo, por la tercera a Valle de la Pascua, y por las otras a Valencia, a Maracay, a Caracas, Barcelona, Madrid, Salamanca, Alcalá, Compostela, Lavapiés, Ceniza, Tánger, Marruecos, Canoabo, Florencia, Vibonati y muchísimos otros lugares, todos los sitios en donde existe, en donde vive, la poesía. Aunque Alberto Hernández, quizá confundido por su propio rostro de árabe, se empeñe en decir cosas como

Velado por la noche
por la brisa que sacude las horas,
mi cuerpo retorna al limpio aire
del silencio.

Quien entra
cierra la puerta.

El mundo se rompe bajo mis pasos.

Y trate de convencernos de que es “La última puerta” (p. 64), por aquello de que el mundo se ha roto bajo sus pasos. Alberto es un ángel y no puede haber nada más distante a Atila que un ángel. Sobre todo si es poeta.

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Poema inédito deBella Clara ventura

Nuestra gratitud a la escritora colombiana Bella Clara Ventura por un poema inédito que nos envía, lúdico y precioso como ella. Así dice su carta:  

Hoy amanecí con un poema … Mis divinos:
Se me dio por ser juguete y tener voz propia… comparto mi nueva creación y espero comentarios pues mis «lo…curas» deben tener eco. Con amor. Bella
 
JUGUETE
 
De cuerda o de pila
juguete de la vida soy.
Muñeca cuando me embadurno
el rostro de colores.
Al capricho canto y bailo.

Me transformo en auto de carreras
al andar a velocidad.
De repente se me antoja ser robot.
Actuar sin pensar.
Para no reiventarme como la poesía
que lo hace a cada instante
en juegos de palabras y metáforas.

En animal de peluche me mimetizo
 bajo caricias que reparto al tacto.
Con pelo fino en amor me enconcho.
Como trompo danzo el espacio.
¡Ah! y cuando me da por actuar,
en títere tiemplo acciones.

Posturas, huéspedes de una sinfonía del yo.
De repente en tren me acomodo
con un sonido perforador de atmósferas.
Viajo desde la exuberancia del paisaje
al confín de mis mudanzas.

Con la fuerza de una locomotora
como se me conoce en altos fondos
de las rutas del misterio.
Ruedo como balón.
Me permito la libertad del campo abierto.
Y por último y sin meditarlo dos veces
soy ficha de ajedrez.

Me pongo frente al rey.
En jaque mate reina me corono.
¿Quién dijo que el juguete
no tenga sus momentos contados?

Con  la infancia se asocia
al atreverse a darle rueda suelta a la juventud.
Ya en canas de lúdicas remembranzas nutre las horas.
Juguetes y alegría fueron de otros días
traídos a la memoria
para seguir retozando
con la diversión del dado de la sabiduría,
entrelazado con el tambor de hojalata
y el soldado de plomo
que de batallas
sólo recuerda su nombre.
 sólo recuerda el nombre

 

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Jorge Gómez Jiménez, nuestro testimonio de amistad

Un abrazo  y nuestras sentidas condolencias al Escritor Jorge Gómez Jiménez, por la pérdida de su querida hija Gabriela en un accidente de tránsito. Jorge, no hay  palabras para comunicarte nuestro pesar, sabes que te apreciamos mucho. Cuenta siempre con nuestra amistad.

Junta Directiva y Consejo Consultivo

Círculo de Escritores de Venezuela

* A los que deseen leer lo que escribió Jorge como despedida a su hija, pueden abrir:

http://jorgeletralia.blogsome.com

Jorge Gómez ha sido un gran compañero del Círculo de Escritores de Venezuela, y ha colaborado mucho con nosotros, sobre todo en el diseño de esta Revista.

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Darío Lancini, cualquier día volveremos a encontrarnos

 

 

Darío Lancini nació en Caracas en 1932. Fue uno de los fundadores del Grupo literario Tabla Redonda. Viajero impenitente, ha publicado en diversas revistas internacionales. Parte de su obra ha sido publicada por Monte Ávila Editores Latinoamericana, Colección Altazor, con el título Oír a Darío. Una selección de sus poemas fue recogida en la Antología Poética del Círculo de Escritores de Venezuela, Caracas 2005.

 

Dos poemas de Darío Lancini:

 

 Adán

¿Yo soy yo?… Dudo.

               Dios:

Ah, el ateo paranoico

me emocionará, poeta.

¿Le has oído? Dudó y

             yo soy nada

 

&   &   &

 

Naves

Son dioses ilusos.

            Se van.

¡A babor! ¡A remar!

Al oír a Dante

Lao-Tsé revela el alba.

Homero es ídolo.

Solázalo, Sol.

Odisea remó.

 

Háblale al Everest

O al Etna, Darío.

La ramera robaba naves.

            S.O.S.

Ulises, oídnos. Se van.

 

 

Sobre Darío Lancini transcribimos un fragmento del escrito que le dedica  su amigo el historiador  Manuel Caballero:

“Darío Lancini, uno de los escritores más desconcertantes del idioma. Nos conocimos en la Cárcel Modelo, en 1952. Jesús Sanoja Hernández, Rafael Cadenas y yo pagábamos el precio del combate de la Universidad contra la tiranía. Los tres hermanos Lancini estaban allí bajo la acusación clásica de intento de magnicidio. En verdad, estaban por casualidad en una casa en Plan de Manzano que era un refugio de conspiradores y al allanarla, descubrieron algunas armas y bombas de fabricación casera. Los Lancini nada tenían que ver en el asunto, pero por supuesto, la policía no les creyó; así, mientras nosotros éramos echados del país, a ellos se les envió a Guasina.

(…)

“El pintor Darío Lancini. Darío acompañaba y protegía a su hermano, pero su pasión, si bien igual de intensa, era menos peligrosa. En aquel entonces, Darío era pintor. Cuando salí de prisión, llevaba en mi maleta dos dibujos suyos: uno era un impresionante apunte sobre la salida de los presos de la Cárcel Modelo hacia Guasina, que hicimos circular entonces en Europa y América pero cuyo original desapareció en esos trajines; y un retrato mío hecho a lápiz que conservo desde hace 58 años como un preciado tesoro. Después de la caída de la dictadura, Darío continuó pintando, abandonando el realismo fotográfico, cayendo bajo la influencia entonces muy poderosa de Bacon. Cuando fundamos Tabla Redonda, a Darío lo agrupábamos entre los pintores. Pero un día, Sanoja le pidió un texto para la revista, sobre el viaje de Yuri Gagarin al espacio exterior. Todos quedamos deslumbrados por la luminosidad y la maestría de aquella pequeña nota. Allí se nos reveló lo que Darío era por encima de todo: un verdadero maestro del idioma.”

“Oiradarío. No sabemos en cuál momento dejó Darío la pintura por la escritura. Ni cuál hubiera sido su destino de no haberlo hecho. Como sea, de pronto nos sorprendió con su Oír a Darío, un hecho único en la historia del idioma. Entre los muchos atributos que hacen su singularidad está la posibilidad de medir con objetividad cuánto en verdad tiene de singular. Tal vez suene al lector un insoportable egocentrismo del autor proponer, en el título mismo del libro, que se le escuche. Escuchar, en este caso, no es necesariamente una especie de sinónimo de leer, sino que quiere decir eso, que se le oiga. Porque, adelantándose en mucho a lo planteado por García Márquez en Zacatecas, Darío Lancini no prescinde de la ortografía, sino que la pone a su servicio, para darnos este libro cuya singularidad se puede comprender al decir que se trata de un libro único no sólo en la bibliografía venezolana, sino en la lengua castellana. Es una colección de poemas de una altísima calidad; pero a la vez, es un libro de palíndromos. Si se lee al derecho, se estará gozando de un hermoso texto poético; si se lee al revés, también (…)”

Un fuerte abrazo, Darío, cualquier día volveremos a encontrarnos.

 Carmen Cristina Wolf

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NORA BUSTAMANTE: Justo reconocimiento a una gran mujer venezolana

Admiración y respeto  nos inspira la historiadora e investigadora venezolana Nora Bustamante, quien ha escrito una obra impoetante  para comprender etapas de la historia de Venezuela, como por ejemplo, su libro Isaías Medina Angarita, Aspectos Históricos de su Gobierno.

Hace más de 30 años, Nora Bustamante creó  el Grupo de estudio Visión, constituido por amantes de la literatura que analizan semanalmente la narrativa, poesía y ensayística venezolana y de otras latitudes, e invitan a personalidades del mundo de las letras. El próximo título a analizar se trata de Cuentos de pareja y otros relatos, del autor venezolano Heberto Gamero Contín, quien fue ganador del Premio de Cuentos de El Nacional en el 2008.

A continuación, transcribimos el escrito de Alberto Baumeister sobre la incorporación de Nora Bustamante a la Academia de la Historia:

Un justo reconocimiento a nuestras grandes mujeres
Alberto Baumeister Toledo

«De tantas y muchas cosas se habla en nuestro país, sobre todo de política bobalicona, o de fatuidades sociales, a veces hasta de cosas sin sentido, que en la mayoría de ocasiones pasan desapercibidos ciertos acontecimientos que sí deberían tener especial significado y reconocimiento por parte de nuestros conciudadanos, que ni se publicitan ni se les da la relevancia que merecen, de tal manera que pasan casi de contrabando entre las noticias habituales que trascienden al público.
Por ello me propongo en esta columna de hoy destacar la celebración de uno muy especial, justo y sublime, poco corriente no sólo en Venezuela, sino en el entorno mundial, ello no obstante que podría pensarse he debido dedicarla al examen de otros muchos acontecimientos de toda índole ocurridos en estos pasados días en quehaceres, actos y rebullicios políticos, sociales, diplomáticos, e inclusive internacionales, pero los mismos en el actual estado de cosas, que todos los días empeoran, si son casi rutinas en nuestro entorno.
En efecto el pasado 21 de junio en el Palacio de las Academias de la ciudad Capital se realizó con todas las formalidades de rigor la incorporación a nuestra Academia de la Historia, de una muy ilustrada y culta dama, la doctora Nora Bustamante Luciani, médico, docente, investigadora e historiadora, escritora, quien además ha sido siempre una gran venezolana, luchadora por las buenas causas y con un verbo y pluma fenomenales, de estilo seco y poco rimbombante pero con mucho tino en sus opiniones y quien así, con toda justicia y merecimiento, entra a formar equipo con las otras dos únicas mujeres que integran la citada corporación académica a esta fecha.
Comenzó la oradora por destacar que con su designación, para tan honroso cargo, llenaba dos preciadas aspiraciones, una la de ocupar como mujer un puesto en la misma Academia en que años antes hubo de estar por igual, en vez primera, otra venezolana, ilustre historiadora, portentosa y humilde madre de un lote fuera de serie de venezolanos de prosapia y lustre ( los hermanos Pérez Luciani) y en segundo término, porque se le concedía la oportunidad, para con ello de alguna manera, honrar precisamente la memoria de esa gran mujer que fue doña Lucila Luciani de Pérez Díaz, su tía, y a quien lamentablemente, como suelen ocurrir esas cosas en Venezuela, ni siquiera se la recuerda con la importancia que significó su tránsito por este mundo, y en especial su importante y destacada obra historiográfica de algunos de nuestros grandes héroes patrios.
Como podemos imaginarlo, el discurso en cuestión fue dedicado en gran parte a recordar a quien fuera su tía, Doña Lucila Luciani de Pérez Díaz, destacando en especial el mérito que comportó entonces ese especial reconocimiento a tan ilustre matrona, pues en aquella época era poco frecuente reconocer méritos de ese tipo ( para no decir de casi ninguno)a las representantes del sexo débil.
Admito que a pesar de esos gratos recuerdos que me produjo la invocación de los mas resaltantes momentos de la vida de la homenajeada, me quedé en parte frustrado, pues a mi modo de ver, mi reseñada oradora dejó de destacar con la importancia que ello ameritaba, el hermoso, dulce y a la vez severo discurso que pronunciara Doña Lucila al incorporarse a la Academia , por el inicio de los años 40 y por cierto también en un mes de junio.
Ese hermoso gran discurso estuvo dirigido a examinar lo que ella llamó “Algunos conceptos sobre el feminismo” y con una perspicacia y sutilidad notable, destacaba desde entonces, los tristes malentendidos que engendra la inadecuada comprensión de esa siempre inveterada confusión que pretende considerar triunfo del feminismo, la posible equiparación absoluta entre lo femenino con lo masculino, lo que ya calificaba Doña Lucila como “…. una calamitosa revolución social, en la que su propulsora, la mujer, arriesga mucho para ganar muy poco….”.
Remataba sus espléndidas y siempre presentes ideas sobre el tema, en otro bien logrado párrafo de su discurso, destacando que : “ el feminismo aceptable y bien entendido es en realidad el que implica un progreso en todo sentido ….. intelectual y moral, del cerebro y del corazón, de la inteligencia y del buen juicio….”.
Respecto a la “ igualdad”, a la que tanto se acude como garantía de la equiparación entre hombres y mujeres, que se dice dimanar a su vez de la “ emancipación femenina”, señalaba en otro párrafo “…. la única asequible, como dijo una notable pedagoga, es la igualdad en la diferencia, y la única apetecible, es la igualdad frente al deber y a las responsabilidades de la vida…”.
Culminaba esos conceptos sobre la igualdad entre los dos sexos, bellamente, con este pensamiento: “….. Ser no la esclava, ni tampoco la rival….. sino la colaboradora , la compañera, el otro “yo” ( sic. del hombre) como Dios lo quiso, cuando dijo que < no era bueno que el hombre estuviera solo> ”.
Felicito públicamente a la Dra. Bustamante Luciani, no solo por su maravilloso y cálido discurso y el tema del mismo, tan oportuno y preciso en estos momentos, sino por su bien ganado puesto en la Academia, y al alabar su triunfo, por igual lo hago para destacar el de todas esas otras grandes, fabulosas, increíbles miles de mujeres venezolanas que de una u otra manera comparten tareas con nuestros hombres, dentro de los parámetros de esas bellas y sabias palabras de Doña Lucila.
Aún cuando no lo parezca, todavía es mucha y muy grande la diferencia que se pretende establecer entre hombres y mujeres, no solo en Venezuela, sino en el mundo entero. Resulta fútil pretender hacer desaparecer esos traumas aún vigentes, con declaraciones vacías y palabras fatuas, como las de nuestras dos actuales Constituciones, subrayando, por mera demagogia, cada vez que se lo puede en forma inelegante e impertinente, entre ciudadano y ciudadana, fiscal y fiscala, defensor y defensora, etc. mientras en los trabajos, reparto de responsabilidades y destinos, se sigue dando preferencia “al macho”.
Ya es hora de que en efecto se reconozca y logre, sin ambages de ninguna especie, esa ideal igualdad entre los sexos, no en posición de identidad absoluta, sino en la de desprendimiento para el reconocimiento de logros en idéntica forma que a los de los varones, pues como destacaba otrora la gran académica, “ Efectivamente, creados el uno para la otra, y uno y otra para Dios, su misión recíproca consiste en completarse: no pueden ni deben colidir en sus aspiraciones y muchísimo menos en sus ambiciones.”
Estoy seguro es esa también la Opinión de mis conciudadanos.»

Carmen Cristina Wolf

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ZICCARELLI Y SU NUEVO LIBRO SKIRLAS

Por Carmen Cristina Wolf

Frank Ziccarelli es poeta y escultor. Durante gran parte de su vida ha escrito poemas y sus títulos publicados son: Raíces cruzadas, Alfa, Garabatos, Ingrávido y su nuevo libro SKIRLAS.  Su vocación de artista plástico se plasma en su poesía, en preferencia con temas urbanos y sociales. Como hombre de teatro, sabe revelar en sus versos realidades descarnadas de nuestra amada Caracas, donde todo lo que una vez fue ya no es, lo que una vez estuvo se desdibuja, es derribado o disfrazado, donde los puentes son provisionales y se quedan por siempre, la ciudad del «mientras tanto y por si acaso» de la que tanto escribió el recordado José Ignacio Cabrujas.

Pero Ziccarelli también es un soñador, un luchador a brazo partido por  un mundo más justo. Saludamos este nuevo título de Frank, y elegimos uno de sus poemas controversiales:

AUTOPISTA
DESCUENTO INÚTIL
 
 
la maroma de una lustrosa tecnología

recorre
el escenario bajo techo
la miseria
desde la cresta mira los linderos
el farolero
por su desdentada intolerancia
aniquila su propia imaginación
 
 
Del libro: SKIRLAS
Autor: Frank Ziccarelli
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Noticias de Junio 2010

          Rafael Cadenas en Madrid

El 9 de junio el poeta venezolano Rafael Cadenas ofreció una lectura en la Casa de América de Madrid. El acto llevó por título  Diálogo en Honor de Rafael Cadenas,  contó con la participación de Manuel Borrás, fundador de la editorial Pre-Textos y del escritor colombiano Darío Jaramillo, prologuista de la Obra Entera de Cadenas, publicada por el Fondo de Cultura Económica de México en el 2009. Cadenas se hizo acreedor del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances el año pasado.

        Homenaje a Rosa Melo

El sábado 5 de junio, el Círculo de Escritores de Venezuela, familia y amigos  rindieron un sentido homenaje a la escritora venezolana Rosa Melo, autora de una extensa obra poética publicada. Se bautizó su octavo libro Signos del Coloquio y la presentación estuvo a cargo de Edda Armas. El texto es una profunda reflexión sobre el ars poética de Melo. Se escucharon las hermosas voces del Orfeón Metropolitano dirigido por la profesora Vila Largo.

Nuevo poemario de Alberto Hernández

El 15 de junio, en la Librería Alejandría II, se  presentó el poemario Puertas de Galina, del poeta y ensayista venezolano Alberto Hernández. La obra fue editada por Memorias de Altagracia, conducida por el narrador Israel Centeno y por Graciela Bonnet. Los presentadores fueron los también poetas y narradores José Pulido y Harry Almela.

         José Tomás Angola en Tendencias EroticAmérica

El escritor venezolano José Tomás Angola ha sido invitado a formar parte de varios foros sobre Tendencias EróticAmérica. Un evento organizado por la Casa América de Cataluña, a fin de analizar el papel de la sexualidad en la literatura de ficción, periodismo, cine y teatro.  Angola presentará su performance literario Los críticos también lloran, bajo la dirección de Marc Caellas, el cual será presentado también en el Instituto Cervantes de Estocolmo.  La gira incluirá la lectura dramatizada de la obra de Angola, El pasajero de la fragata, una obra sobre los últimos días de Simón Bolívar. José Tomás Angola es integrante del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela.

La nueva obra poética de Helena Sassone

 El 29 de junio asistimos a una cjarla y lectura de poemas de la poeta, novelista y crítico literario Helena Sassone, y tuvimos  oportunidad de escuchar su poesía inédita, así como la visión del oficio literario de la autora. El acto fue  presentado por Carmen Cristina Wolf, quien ha escrito sobre la obra de Sassone. El evento fue en la Sala José Ignacio Cabrujas del Centro Cultural Chacao a las 6 de la tarde.

CONSEJO CONSULTIVO 2010-2012

 Alvaro Pérez Capiello

Atanasio Alegre

José Tomás Angola

Oscar Sambrano Urdaneta

Nora Bustamante

Ana Teresa Torres

Eduardo Casanova

Carlos Gottberg

Carmen Mannarino

Lupe Rumazo

Edda Armas

Marisol Marrero

Miguel García Mackle

Heberto Gamero Contín

Ana María Eiras

Rogelio Bianco

Ligia Colmenares

 

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Una escritura luminosa, por Lidia Salas

CARMEN CRISTINA WOLF:  Una escritura luminosa

 En la presente monografía se analizarán aquellos poemarios en donde se pueda  sustentar el objetivo de este trabajo: señalar cómo el tratamiento de los temas y el uso de un  lenguaje poético con significación trascendental, ha permitido a la autora elaborar una escritura luminosa.  En esta escritura,  la diafanidad y la transparencia son instrumentos esenciales para expresar el trabajo ascético de quien desea una comunión mística. Esta característica no proviene de imágenes sensoriales que describen un paisaje, un objeto o un hecho, sino de la capacidad de la poeta de ahondar en temas, en los cuales se trasciende lo humano para llegar a estadios espirituales o metafísicos

 El título de la obra,  La llama incesante devela la intención  del trabajo alquímico que pretende, transmutar las señales de ese paraíso interior presentes en la cotidianidad de la vida, tales como el sueño, el visaje de la felicidad, la luz del  conocimiento,  el milagro de la belleza,  en el latido de lo sagrado ardiendo en el incendio del alma.  Será necesario entonces,  desnudarse del ego, renunciar al miedo, a las apetencias  y a la esclavitud de la mente.

 El fuego del amor  es la única senda  que conduce al Amor Real, aquel que quema sin consumir aumentando la pasión de amar hasta lo inefable.  La llama incesante  es la lámpara que enciende la poeta  para separar las sombras que le ocultan el Bien buscado, pero puede interpretarse también, como la zarza ardiente  a donde lleva su palabra para hacerla  verdadera, radiante, luminosa y a través de ella, lograr la comunión ansiada.   

  La palabra ha sido siempre el instrumento de tránsito para alcanzar el esplendor. Lao Tse, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Edgar Vidaurre, los poetas tutelares  en esta travesía,  confirman con sus hermosos versos esta realidad.  El verbo es el principio de lo divino y de lo humano,  es la hendija  por donde el poeta se asoma a los insondables misterios del alma, y es  en el fracaso de su balbuceo,  el espacio donde alcanza la  trascendencia y la  inmortalidad. 

 La intención  del mensaje impone el tipo de discurso utilizado.  El aforismo, en la brevedad de su síntesis,  es el único  medio posible  para mantener el diálogo de la  poeta consigo misma, con los otros  compañeros de senda con quienes desea compartir sus hallazgos y con  el Señor  a quien nombra,  “ Lirio coronado de espinas, rosa clavada en el madero, cáliz derramado en el polvo…” ( pag. 33)  en uno de los más hermoso versos místicos,  que la arrastran por los afluentes  que brotan en El Cantar de los Cantares  y humedecen las voces de Juan de la Cruz y Teresa de Avila.

 El camino de lo místico, esto es, del encuentro del espíritu con esa  Luz superior  que lo atrae,   esta signado por  caídas, encuentros, visiones, espejismos y revelaciones.  Este poemario es un testimonio de la  fuga de ese alguien que  la habita.  Las sentencias  son  como relámpagos que permiten al lector  seguir  el  vía crucis  de quien pretende llegar al gólgota de la muerte, pero sobre todo al dulce domingo de la resurrección.  Su testimonio se convierte en bitácora.  Sus cortas frases  en reflejos  fugaces  que serán perdurables en la proporción  igual a la comprensión y aceptación del lector.        

 El poemario está dividido en cinco secciones: Hallazgos, El verbo enamorado, El misterio del fuego, El incendio del alma y La conciencia en vigilia.  Deseo iniciar mi lectura particular por  la parte última.  La intención docente aparece  en los aforismos de estas páginas, en ellas compartí el duelo y la vergüenza por una realidad social donde estamos inmersos: “ Qué débil es aquel a quien los otros temen a   causa de sus amenazas. “ ( pag. 43)

 En  Hallazgos,  se aprecia  la belleza presente en la vida: “ Los árboles son los  ángeles  de  la   guarda   en  la ciudad”  ( pag. 14 )   pero  como  su  nombre lo indica, es el encuentro con otra realidad  íntima y cierta:  “  Descubrí un lugar en mí que permanece sosegado  ante los  cambios”.  ( pag. 17)

 El verbo enamorado y  El misterio del fuego resumen la pasión  de ese hermoso ser que es Carmen Cristina, por atrapar el temblor del poema y la vibración del amor:  “ Lo fugaz y lo eterno en un instante:  la poesía” ( pag. 20 ).   Incontables veces repasé  esas hondas reflexiones acerca  del oficio del escritor y disfruté el erotismo sagrado del cántico de su alma enamorada.  Mas es en Incendio del alma, el espacio en donde su  voz alcanza la más alta tesitura, quizás, por esta razón me hubiera gustado que   con ella hubiera concluido  su trabajo.

 La intención de escribir aforismos en una obra ascética revela la unidad  y madurez del escritor que aspira la búsqueda de la Verdad Suprema.  La sabiduría, la sencillez, la humildad, la mirada plena de belleza  expresan  en muchas de los versos, en los cuales todo lector puede acercarse para beber como en un pozo de aguas verdaderas.             

 El logos en la escritura de Wolf

                                      

                En su libro Escribe un poema para mí (Ediciones del Círculo de Escritores de Venezuela 2003), la poeta celebra el logos, la palabra con su mágica significación creadora. En el  primer texto del Evangelio de San Juan se lee: “Y Dios dijo: Hágase la luz. Y su palabra introdujo la luz en las tinieblas, y entonces Dios vio que la luz era buena”. La palabra fue el instrumento de la creación desde el principio de la historia. Fue Dios quien la revistió de luz. Ya lo decía el evangelista enamorado: “En el principio era el verbo, y la palabra estaba en Dios y la palabra era Dios.”

 

                Una de las teorías que explican la función consoladora de la poesía revela que el poema nace a veces del deseo de recobrar lo perdido.  El ser sensible tiende a recuperar  a través de la escritura el anverso del mundo irremediablemente fracturado por la violencia y la insensatez. Entonces crea con sus versos un espacio paralelo donde el ritmo mágico de su música y de sus significados re-crea la calle, la ciudad, el territorio, el hombre que alguna vez fue.

 

                De la lectura de este último libro de Carmen Cristina Wolf se infiere que en  el tránsito de esta mujer por la escritura, ella ha develado el poder secreto del logos y lo despliega con sortilegios de Afrodita;

“Escríbeme una ciudad

   de altos jardines luminosos

  y  una calle de sol como tus manos,” (p. 15)

El símil “una calle de sol como tus manos” introduce un destinatario amado, un interlocutor a quien trata de seducir induciéndolo a escribir dentro de su propia escritura. Artificios de maga o plegaria convertida en petición para que “el otro” penetre en su acento femenino.

 

                La palabra se convierte entonces en una entidad, en donde se busca lo que se tiene en mengua. Ya lo había hecho antes el solitario de las tabaquerías y de los muelles de Lisboa, Fernando Pessoa, ese otro exiliado, quien definió el lenguaje como su patria verdadera. Wolf insiste en su mandato:

“Escríbeme un país

 el país que me sabía de memoria

 y lo aprendí en la infancia,

 No lo encuentro” (p. 15 y 16).

Su nostalgia se  expresa de una manera directa, matizada por el dolor de la pérdida. La poeta en su sabiduría ancestral conoce que la poesía tiene existencia real, independientemente de quien la habite, y de allí sus líneas: … “escribe poemas para mí / que abandonen su cárcel de silencio.” (p. 19)

 

                En estos versos se le asigna a la palabra no solo el  poder creador de dar vida, sino que se le reviste de la fuerza cabalística en la lucha contra las tinieblas que intentan destruir al ser:

“Escribe para mí una armadura

 no vaya a ser que me asuste la muerte” (p. 23).

Rosa María Rodríguez Magda en uno de sus memorables ensayos reunidos bajo el título  “Femenino fin de siglo. La seducción de la diferencia”, reflexiona acerca de la frontera marcada cuando las mujeres vivían en el silencio, el cuchicheo y los sollozos; por eso, porque el lenguaje había sido tomado de la voz del padre y del marido, hubo que deslastrarlas de la autoridad dominante y macerarlas con el conjuro de las Náyades, ninfas del bosque y de la libertad,  y de las Sibilas, aquellas sacerdotisas de Apolo que eran respetadas por tener  el don de la profecía. La poeta conoce esta realidad, por tal razón, su palabra asume un acento de Diosa, la reviste con la seducción de la ternura y de la gracia,  adelgaza la sonoridad del verbo, para que el cántico se haga sagrado, mágico, inefable.

               

                Así, la palabra de quienes como la Wolf beben en las fuentes del eterno femenino (no se habla aquí solo de la condición de ser mujer, sino de las cualidades que enriquecen al ser humano, las cuales son consideradas como propias del género, tales como la intuición, la solidaridad, la compasión  y la fantasía), buscan dentro de su aspiración a la trascendencia, dar también voz a las vivencias y anhelos más íntimos. Sus versos se revisten de honda dulzura cuando dialoga con el ser a quien a

“Amado

 no tendré sed

 mientras tu vino

 esté servido en mi mesa.” (p. 47)

La cotidianidad se transforma en el halago exquisito, signado por la retórica de la austeridad presente en estos textos. Escritura de amor con la fuerza del silencio, en un intento de inaugurar lo no dicho, de encontrar una salida ante tanta palabrería gastada por la repetición de los amantes de todas las centurias.

 

                Y luego de tantos versos de amor, nombra la felicidad sencilla de los niños y de los poetas:

“La felicidad estaba allí

 era un aroma mínimo

 en el corazón de las cosas.” (p. 57)

Desde esa intimidad habla de lo cercano, de los libros, los muebles, las ventanas, para no perder la pertenencia al territorio y la memoria de nuestras raíces:

“Una casa se crea

 con unos cuantos libros

 la mesa y unos lápices” (p. 59).

Para continuar más adelante: “Cuando salgo de viaje

 mi casa va conmigo.

 Llevo también algunos versos

 y amarro el corazón al equipaje” … (p. 59).

El espacio de Bachelard, la casa con sus estancias, armarios y gavetas, convertidas  por la alquimia  de la creación, en los elementos usados en la grafía de sus poemas y para el goce del “otro”, el lector.

 

                Finalmente de nuevo la vida como rito conciliatorio después de la tristeza,  como germen de la creación y del canto:

“Se aproxima el esplendor

tan igual a sí mismo y siempre diferente

y celebra la vida

en clave de sol.” (p. 65)

Una visión luminosa del mundo y plena de fe la de estas páginas de Carmen Cristina Wolf, acentuada con una escritura cuyas imágenes conmueven desde su significación y sus sonidos. Ellas nos convocan a todos para conducirnos a los linderos denominados por Octavio Paz como el espacio del “ojalá de los sueños”, a la tierra de la seducción y de la poesía. Estoy segura que muchos habrán de escuchar su llamado, entonces quizá podrán refugiarse con la poeta en su casa:

“Casa ardiente de palabras

aún sin pronunciar”

                (p.77)

          Foto: Edgar Vidaurre

El lenguaje ascético

 Carmen Cristina Wolf, en su poemario Prisión Abierta, publicado por la editora Al Tanto, Colección Las iniciales del tiempo 2002, establece los momentos de un devenir vital, como ella misma dice, con “palabras sin pretensiones”, desde la memoria de su infancia hasta el reposo ascético de su alma en un Ser Superior, a quien ella llama “mi Dueño”. En estas páginas, el lenguaje es utilizado como instrumento de un tránsito metafísico, viaje sin estridencias ni bitácora de un personaje lleno de inocencia, que alcanza momentos de iluminación y logra con una tesitura afinada un canto poético de entrañable hermosura.

 Semejante a esos juglares remotos, quienes tañían las cuerdas de su lira para acompañar la soledad de los habitantes de las aldeas, Wolf expresa que sus versos “celebran el milagro de los días corrientes”, Cuando entrega sus poemas a manera de dádiva, sin “esperar el aplauso”, su voz conmueve a quienes creemos en la función consoladora de la poesía, en la magia del lenguaje poético para reconciliarnos con la vida.

 La infancia, ese territorio que nos acaricia desde atrás de los párpados, se erige en el poema III, “Mis días pasan en primavera” con la antítesis de las niñas que  “anhelan  hermosas  palabras,    zapatos nuevos y una  respuesta a su visita a este mundo”, apetencias de la mente, del cuerpo y del espíritu, reunidas en una enumeración que resuma en dos líneas las grandes inquietudes de esa edad. Y al final de esos versos, el amor como un despertar de la adolescencia; sin embargo, el sujeto de estas páginas es una voz velada, ya lo había dicho en sus primeros versos: “prefiero cubrir mis raspones con el atavío de la seda”. Por tanto, sólo nos confiesa que “el amor aguardaría en la ciudad”. Frase feliz que sintetiza la estación del amor.

 En ese lugar de la jornada logra uno de los momentos más conmovedores,  la descripción de la amistad: “Hallo refugio / en el bosque donde habitan mis amigos”.

Coincidimos plenamente con esta certeza: la mesa del amigo, la ventana y el patio del amigo donde siempre hay un columpio, para significar la alegría que se torna memorable, la belleza que nos hace hermanos, el sueño que entrelaza las biografías. Los lazos que unen a los  amigos no son biológicos,

No provienen de la sangre, sino de los afectos, de la comunión de los sueños, de la coincidencia en la mirada y en las aspiraciones. Su verso inicial ya lo había dicho todo: “Un amigo tiene el color que requiere tu alma”La duda es un aguijón en el costado del caminante, esta inquietud se expresa en el poema XIII:

“El mundo hierve de caminos

 rúas galerías

atajos y veredas…”,

Los versos anteriores definen ese no saber cuál dirección asumir frente a una encrucijada del destino. Ese desconocimiento de querer partir y permanecer a la vez  lo expresa la voz poética  cuando dice de la felicidad de quien tiene otros ojos para mirar a lo lejos sin marcharse de “un punto / determinado, cálido, cerca de casa” porque posee la palabra para deshacer la prisión del ego y, de esta manera, volar y sobrevolar sobre memorias y olvidos. Una vez libre, expresa su credo que no podemos empañar con explicaciones ni razonamientos, en la sabiduría de las siguientes frases:

 “Ejerzo mi oficio de perseguir las palabras

 sin volver la espalda al dolor, tampoco al éxtasis”.

 Si nada dice de amor eterno, estos versos están muy cercanos del ser que pretende una unión más elevada y sublime; es en esa búsqueda donde la iluminación aparece en ráfagas de una hondura exquisita:

“Me senté hoy en un punto

 donde las formas convergen y forman el azar”.

El poeta García Mackle, durante la presentación de este poemario hizo énfasis en la hondura filosófica que encierran estos versos.  La humildad del hablante se expresa en el conocimiento de haber llegado a un estadio donde puede dar cuenta de la inestabilidad de lo material, de la ignorancia que rodeará siempre a la lucidez.  Al personaje poético no le queda otra alternativa que  continuar su tránsito por las vías de la expiación en la búsqueda de la iluminación. Olvida  “el por qué de los gestos / y persigue el celaje del ser”. También la oración al Hijo de Dios hecho hombre, puede ser el más humano de los clamores: “No me dejes sola como una herida abierta”

Esta lectura de la poesía de Carmen Cristina Wolf transgrede la fría objetividad del crítico sostenido en las teorías lingüísticas o semánticas.  Su lenguaje conmueve y hace entonces  partícipe al lector para que su emoción, complete el mensaje.  Cómo  permanecer  indiferentes ante las palabras que develan nuestra propia historia? Cómo salvarnos del temblor de la vida que atraviesa este canto? Cómo no responder a la seducción de una voz cuyo atavío es la verdad y la ternura? Es posible no identificarse de su loco corazón cuando pretende abarcar la tierra?

 Pasado, presente y porvenir se entrecruzan en este sujeto poético esencialmente femenino, cuyas reflexiones se elevan a verdades filosóficas de alto vuelo y nos hace sonreír por la sencillez con que aborda la cotidianidad.

 La luz que fluye de estos textos se relaciona con verdades trascendentales, el material con el cual han sido elaborados pertenecen al campo filosófico y teológico.

Quien se aventure a transitar por la obra poética de Carmen Cristina Wolf podrá dar testimonio de la luminosidad de sus palabras, de las imágenes despojadas de toda sensualidad terrena, de la luz que emanan  los contenidos conceptuales.  Verdades profundas que conmueven a quienes creen en otras realidades.  

 Son sendas donde el espíritu siente la luz de la llama amorosa del ser que lo habita, incendio que consume de amor, claridades para enriquecer el espíritu, hogueras que dan la serena belleza de los amaneceres. La luz que ilumina el lenguaje, en las obras poéticas de esta autora, proviene de niveles superiores de conciencia.  Esta luminosidad guía a quienes deseen acompañar al personaje poético en la jornada hermosa del trabajo ascético, para lograr una comunión mística con lo que lo rodea como ser humano, y con la Fuente  Sagrada del amor.

Carmen Cristina Wolf es poeta, ensayista y editora nacida en Caracas, Venezuela. Obtuvo el título de Abogado en la Universidad Católica Andrés Bello. Ha dedicado buena parte de su vida a estudiar literatura hispanoamericana y poesía mística española, Teoría de la Argumentación y Nueva Retórica.

 BIBLIOGRAFÍA DIRECTA. 

 WOLF, Carmen Cristina. Canto al hombre.  Caracas.  Cármina Editores. 1997

 Escribe un poema para mi.  Caracas.  Ediciones Círculo de Escritores de Venezuela. 2001.

 Prisión Abierta.  Caracas. Ediciones AL Tanto. 2002.

Atavíos. Caracas. Taller Editorial El Pez Soluble.  2007

La Llama incesante.  Aforismos.  Caracas. Editorial Diosa Blanca. 2007.

 BIBLIOGRAFIA REFERENCIAL.

 BACHELARD, Gastón. La poética del espaci.  México. Fondo de Cultura Económica. 1975.

 SELDEN, Raman. La teoría Literaria contemporánea.  Barcelona. Editorial Ariel.  S. A. 1989.

  RODRIGUEZ MAGDA, Rosa María.  Femenino fin de siglo. Barcelona. Editorial Anthropos. 1994

 * La escritora Lidia Salas  es Magister en Literatura de la Universidad Central de Venezuela. Dedicada gran parte de su vida a la crítica literaria, es autora de los poemarios:  Arañando el silencio, Mención de Honor del Primer Concurso de Poesía Libre de la Universidad de Córdoba, Colombia (1984),Coautora con Elena Vera de la Antología Quaterni Deni.  (1992). Su obra se encuentra recogida en la Antología de Poetas Venezolanos del Círculo de Escritores de Venezuela. Obra publicada: Mambo Café, 1º Mención de Concurso de la I Bienal del Ateneo Casa de Aguas (1994). Venturosa Premio Unico Mención Poesía del VII Concurso Nacional del IPASME (1995). Luna de Tarot  (Ediciones Círculo de Escritores de Venezuela. 2000). Y de las Plaquettes Sedas de Otoño (Taller Editorial El pez Soluble, 2006). Itinerario Fugaz editado por la Universidad Nacional Abierta en 2008. Ha sido invitada a la Celebración de la  Semana Hispánica por la Universidad de Clemson (Carolina del Sur, USA) en 1989 donde leyó su ensayo “Voces de mujeres en la poesía Venezolana” y a la II Bienal de Poesía Hispanoamericana en la Universidad de George Town, Washington. Usa.1997 en donde disertó sobre la vida y obra del poeta chicano Tino Villanueva. En 2009 presentó en Caracas una ponencia sobre la escritora venezolana Enriqueta Arvelo Larriva. Fue ponente en el 8ª Encuentro Internacional de Escritoras 2008 celebrado en Caracas en homenaje a Elizabeth Schön.

                                                                          

                                                         

 

 

 

 

 

 

                    

                    

 

 

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POEMAS DE MARÍA ANTONIETA FLORES

1

si yo pudiese ser

si sólo pudiese ser

si apenas ser

no se oirían

estos gritos

y esta cuerda que arrebata

el último sonido

si apenas ser

y abrir entonces

apenas

el sonido ronco del esternón

la pesada piedra

si apenas

esa flor que de lejos

se divisa

desde un lugar imposible

si apenas

en el tejido de los cabellos

y la serena virtud del misterio

en las llaves que se caen de la mano

y suenan

la profunda hoguera

de apenas

si así

en el turno de la pérdida

bajo la triste inclinación

si pudiera

si sólo

si ser

en las telas lejanas de un cuadro de Memling

si sólo

apenas ser

llave de rozado bronce

de puerta atribulada

cerrado

cerrado mundo

con los vórtices de la tierra suspendida en un límite

trabajoso instante

si pudiese y si hiciera

la hoja abriéndose y se seca

 más al rumbo de la muerte

más añico

y así astilla

pudiendo ser

la temblorosa luz que te devora

pudiendo ser

la ofrenda

de la obscuridad

y el silencio

un brazo, otro

un ojo, otro

un pie, otro

y la muerte

si apenas ser

pudiera

si una quietud y la brea

esta sal que me recubre

si pudiera

si pudiera

en letanía

ser

si yo pudiera

si apenas ser

es arena con tierra y raíces

cae y cubre

De Los trabajos interminables, 1998.

 &   &   &

los tribunos son blancos

 me voy pronunciando tu nombre al revés

para deshacer el conjuro que me ajoró

al vientre de un insecto sin élitros

y coloco la carta del ahogado

en la cruz de los tiempos

sobre el paño negro de las adivinaciones

allí en el centro

donde pregunto quién soy

mientras el eremita mira el desierto

y un grano de arena

se posa justo en el centro de mi lengua

a la derecha de la cruz, invertida

la carta del perro

así veo que a otras proteges

resguardas sus nombres

mi historia toda recogida en el ahorcado

y me llaman los bufones

a ocupar el antiguo lugar de mi jerarquía

se están borrando las líneas de mi mano

 ellos por primera vez callan

y te miran

yo, salida por la puerta equivocada del laberinto

me siento ante un camino sin encrucijadas

 dobles son los pasos de la maldad                          

 De la voz de mis hermanas, 2005

María Antonieta Flores. Caracas, Venezuela, 1960. Poeta, ensayista, crítico literaria, editora, profesora universitaria.. Magister en Literatura Latinoamericana. Ha publicado los poemarios: El señor de la muralla (1991), Canto de Cacería (1995). Presente que no en ausencias (1995), Agar (1996), Criba de abril (1998), Los trabajos interminables (1998), índigo (2001), limaduras (2005), la voz de mis hermanas (2005). En ensayo, Sophia y Mythos de la pasión amorosa (1997).

Su poesía ha sido traducida parcialmente al inglés, al portugués, al alemán, al rumano. Incluida en diversas antologías nacionales e internacionales,  su obra ha sido objeto de estudio en panorámicas sobre la poesía venezolana y en artículos especializados. Editora de la revista literaria digital el cautivo (www.elcautivo.org).

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CAFÉ DE SÓCRATES EN VENEZUELA

Café de Sócrates en Santiago de León de Caracas

 

      La palabra no es el sitio del resplandor, pero

                                                      insistimos

    insistimos, nadie sabe por qué

                                                           Rafael Cadenas

La significación de las enseñanzas del filósofo griego Sócrates, nacido en Atenas en el año 470 antes de Cristo, ha sido una fuente de reflexión e inspiración para la venezolana Carmen María Ravelo de Salge, quien en el año 2001 creó en la ciudad de Caracas, el Café de Sócrates, a la manera de los cafés literarios del siglo XIX. El propósito esencial  ha sido el diálogo sobre los asuntos que han interesado a la humanidad en todos los tiempos.

Hasta hoy se han celebrado veintisiete Cafés de Sócrates en Caracas. Concebido como un café literario, Carmen María ha reunido a personas del mundo literario, artístico y  científico, con distintos oficios, profesiones y ocupaciones. Son asistentes asiduos  los poetas, novelistas, filósofos, maestros, estudiantes,  artistas plásticos, dramaturgos, cineastas, músicos, chefs, diseñadores de moda, enólogos, etc.  Sería imposible enumerar los diversos oficios y aficiones de las personas que han sido recibidas en estas reuniones creadas para compartir ideas y conocimientos.

 Un café literario es  «un lugar para la soledad reflexiva, la grata compañía de la lectura y la concentración en la escritura», define el poeta, narrador, ensayista y traductor Marco Antonio Campos, autor del libro, El café literario en ciudad de México en los siglos XIX y XX. Campos explica  cómo el ensayista austriaco Michael Rössner lo invitó a escribir sobre los cafés literarios de Europa y América Latina. Señala que la vida literaria de México se hacía en las cantinas, bares, desayunos y tertulias, pero que atrás de eso también existía una vida de café muy intensa.

Platón, que recogió las enseñanzas de Sócrates  fue fiel en buena medida a su maestro, y a través de sus Diálogos considera que la verdad se evidencia a través del intercambio de ideas entre diversos interlocutores. En su juventud Platón escribió tragedias, mas según cuenta la tradición, al conocer a Sócrates quemó sus escritos y decidió dedicarse a la filosofía. Desde entonces la mayor parte de sus textos adoptan la forma de diálogos. Se reúnen varios amigos y entablan una conversación sobre un tema de importancia filosófica, bien sea el bien, la virtud, el amor, la ética, la belleza, la política, el ser. Y en casi todos los diálogos participa Sócrates como interlocutor principal y es quien expresa los puntos de vista de Platón.

Las reuniones del Café de Sócrates de Caracas han sido y continuarán siendo un semillero de la reflexión y discusión. Las reuniones se han desarrollado en algunas de las residencias de los amigos socráticos, así como en magníficas cafeterías capitalinas, restaurantes y lugares maravillosos como la Casa Anauco y La Estancia.  Con su amplia cultura e inteligencia, Carmen María Salge convoca a los integrantes del Café de Sócrates a dialogar  sobre asuntos tan esenciales como la Libertad, los Derechos del Hombre, la Amistad, la Esperanza, el Amor, la Ética, la existencia de los Ángeles, las Ciudades, la Belleza, y otros; también acerca de temas más profanos pero igualmente fascinantes, como las Imágenes, la Silla, el Vino, el Perfume, el Circo, la Risa, etc.  En una ocasión fue invitado al Café el investigador y explorador Charles Brewer Carías, para compartir con  los asistentes su experiencia la Meseta del Sarisariñama, al sureste del Estado Bolívar en Venezuela, uno de los más grandes descubrimientos que registra la historia de las Ciencias Naturales en el siglo XX.

Es intenso el trabajo de Carmen María en la investigación de los temas a discutir. Desde las tarjetas de invitación, que  son verdaderas obras de arte y anuncian el tema elegido, hasta los textos y la bibliografía que se entrega a los asistentes.  Los invitados generalmente traen material escrito y vienen preparados para intervenir. Cada uno expone sus puntos de vista con toda libertad. Los encuentros son cuidadosamente organizados. 

 

Deseo expresar mi profunda gratitud a Carmen María Ravelo de Salge y a su amado esposo Dietlif Salge, por lo que han  significado las reuniones del Café de Sócrates. Hemos compartido grandes momentos en las reuniones socráticas, donde no sólo hemos vivido  el privilegio de conocer el modo de pensar de los otros, sino también ha sido un espacio para la reflexión, el solaz, la alegría y el humor.Se han acercado  personas exquisitas  y entrañables, no podría nombrarlas  a todas, porque cada una de ellas ha aportado calidez y conocimientos,  sensibilidad e inteligencia.

Carmen María Salge ha escrito un libro que recoge el transcurrir y los detalles del Café. En breve erá publicado. Dará cuenta de los participantes. Es un documento que nos será gratísimo leer.

Caracas, junio de 2010

 

 

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FEDOSY SANTAELLA y sus «Ciudades que ya no existen»

Fedosy Santaella trae un nuevo compendio de crónicas y cuentos

Ciudades que ya no existen

 La presentación se llevará a cabo este 22 de junio en la Librería   Alejandria II, ubicada en el Centro Comercial Paseo la Mercedes a las 7:00 p.m. Las palabras estarán a cargo de Rafael Osio Cabrices.

 La Fundación para la Cultura Urbana anuncia la presentación de su nuevo libro Ciudades que ya no existen, del escritor Fedosy Santaella, un compendio de textos en los que el autor invita a navegar entre las aguas de la crónica y el cuento, con personajes enmascarados o en primera persona, que primero se pasean en las peripecias propias de una ciudad portuaria como el Puerto Cabello natal del autor y luego pasan a una Caracas más cosmopolita y compleja.

 Radicalmente urbanos, estos textos no se alejan del humorismo, recurso del que se vale el autor para mostrar con pericia y desparpajo una realidad cotidiana y descarnada. Así, al conjugar el sexo, las drogas y los avatares propios del paso a la adultez, se construye una ciudad que si bien no tiene nada de moralista, tampoco puede decirse que buscan escandalizar a nadie con su impudicia: estos textos son constructos honestos, donde nada que pueda ser narrado es dejado de lado.

 La pluma de Santaella logra hilvanar esa compleja maraña de interconexiones que es la ciudad a partir de los pequeños detalles, las sutilezas que dan cuenta de la interrelación del todo. Esos detalles son los que permiten estructurar, a su vez, personajes profundamente humanos, desde Beatriz, que dormita en el “templo” del Álamo, al temerario Arturo, que se asoma a la vida con la torpe inocencia del que debe aprender las reglas.

Fedosy Santaella es licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Ha  publicado los libros de relatos Cuentos de cabecera (Comala.com 2001), El elefante (Conac, 2005, premio Certamen Mayor de las Artes y las Letras), Postales sub sole (De la A a la Z Ediciones, 2006) y Piedras lunares (Ediciones B, 2008); los libros para niños y jóvenes Fauna de palabras (Alfaguara, 2007), Historias que espantan el sueño (Alfaguara, 2007), Venturas y travesuras (Alfaguara, 2009) y Miguel Luna contra los extraterrestres (Alfaguara, 2009); y las novelas Roca-negras (Ediciones B, 2007) y Las peripecias inéditas de Teofilus Jones (Alfaguara, 2009). Algunos de sus cuentos han sido recogidos en las antologías De la urbe para el orbe (Alfadil, 2006), Antología del cuento breve en Venezuela (editorial ACTUM, 2005), y 21 del siglo XXI, antología del cuento venezolano realizada por Rubi Guerra y editada por Ediciones B en 2007. Obtuvo el Premio único en la mención narrativa de la Bienal Internacional José Rafael Pocaterra, bienio 2004-2006, por Postales sub sole; la mención de honor en la Bienal José Antonio Ramos Sucre (2007) por Piedras lunares; en 2008 recibió recomendación de publicación en el Concurso de Cuentos de El Nacional  por los “muelles lejanos”, y el premio Canta Pirulero en la Bienal José Rafael Pocaterra por su libro de cuentos Pasapuertas (inédito).

Es profesor de pregrado y posgrado de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello, y de Estrategias de la Composición en el Diplomado de Escritura ICREA-Universidad Metropolitana. Es editor desde 2006 de la revista digital Los hermanos Chang (blog). En 2009, participó en el prestigioso Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa.

 Gabriela Lepage  

Valentina Moreno

Fuente: Fundación para la Cultura Urbana

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JOSÉ RAMÓN MEDINA: «Una vida y una obra dedicadas a iluminar la cultura venezolana»

Caracas, 14 de junio de 2010

 Las palabras citadas en esta nota sobre el escritor venezolano José Ramón Medina, fueron enviadas a la redacción de esta revista por el Editor Bernardo Infante Daboín, de bid & co. No podríamos haber encontrado una mejor manera de referirnos a este ser humano tan valioso , tanto en la literatura como en la vida.

Manifestamos nuestro inmenso pesar por el fallecimiento del querido y respetado amigo,  el poeta José Ramón Medina, quien fue uno de los fundadores del Círculo de Escritores de Venezuela. Todo aquel que le conoció, sabe de su bonhomía, de su actuar siempre generoso y ético. Nació en el estado Guárico, Venezuela y falleció a los 88 años.  A comienzos de los cincuenta obtuvo el título de Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, en la Universidad Central de Venezuela. Entre sus obras destacan Rumor sobre diciembre, Elegía, Bajo los árboles, Antología Poética. Vísperas de la aldea, A la sombra de los días, Textos sobre el tiempo, Como la vida, En la reciente orilla, Memorias y elegías.

 Por su obra literaria, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1959.

 Fue un notable poeta, ensayista, crítico literario, articulista, jurista y diplomático. Ejerció como Director del diario El Nacional. En 1974 creó la Fundación Biblioteca Ayacucho, con la finalidad de divulgar la obra de los autores de Hispanoamérica. José Ramón Medina la presidió hasta el año 2001.

Ocupó funciones públicas relevantes, como el cargo de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General y Contralor General de República, Senador y Embajador. Fue Presidente del Pen Club de Venezuela.

 Su señora esposa, hijos, familiares y amigos reciban nuestras más sentidas condolencias.

Junta Directiva y Consejo Consultivo

del Círculo de Escritores de Venezuela

 

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Nuevo poemario de Alberto Hernández

Celebramos la presentación del nuevo poemario del poeta, ensayista y editor  Alberto Hernández,  integrante del Círculo de Escritores de Venezuela.

El próximo 15 de junio a las 7 de la nohe, en las instalaciones de la Librería Alejandría II, ubicada en el Paseo las Mercedes, será presentado el poemario Puertas de Galina, original de poeta Alberto Hernández. La obra fue editada por la conocida Memorias de Altagracia, conducida por el narrador Israel Centeno y por Graciela Bonnet.

Los presentadores serán los también poetas y narradores José Pulido y Harry Almela.

Puertas de Galina -como casi toda la obra de Hernández- contiene un viaje. Sus páginas llevan impresas entradas y salidas, puertas que permiten acceder a otras miradas, sonidos y silencios. Son imágenes recurrentes que permiten un recorrido por algunos lugares donde ha vivido el poeta. Se trata de un libro que recoge mensajes ocultos, sensaciones y perspectivas donde la otredad, el yo-otro, se mira y borra en las puertas que abre y cierra. Así, la Puerta de Alcalá, los sonidos silencios de Salamanca, los olores de la costa africana en un muelle marroquí. Sensaciones, pasos y miradas a través de visillos y espacios perdidos en la historia personal del poeta.

La cita será entonces a las 7 de la noche.

Fuente: http://literanova.eduardocasanova.com

 

 

 

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Taller «Claves de la Comunicación» 17 y 24 de junio

Nivel I

 Jueves 17 y 24 de junio, de 4 a 7 pm (6 horas académicas)

 El Círculo de Escritores de Venezuela organiza el Taller

 Claves de la Comunicación y Expresión Verbal. Nivel 1

Facilitadora: Carmen Cristina Wolf, escritora venezolana, graduada de Abogado en la Universidad Católica Andrés Bello con estudios de postgrado en la Universidad Central de Venezuela. Ha investigado sobre la Ontología del Lenguaje, Teoría de la Argumentación y Retórica contemporánea. Locutora graduada en el Primer Curso Universitario de la Universidad Central de Venezuela. Ha impartido cursos en el Instituto de Altos estudios Diplomáticos Pedro Gual y en otras instituciones. Actualmente preside el Círculo de Escritores de Venezuela.

Teléfono  Móvil: 0416 629 70 62

CANTV 5826562 (8 a 10 pm)

 Lugar: Urb Santa Cecilia, calle 3. No. 7-16 Quinta Chamberí.

(Detrás de La Casona)

                                                                 

Taller de Comunicación y

Expresión Verbal. Programa

intensivo, destinado a crear

destrezas, desarrollar habilidades

mediante la cooperación del

facilitador y los

participantes.

 

El lenguaje transforma la realidad. Mediante el conocimiento  de los factores básicos de la comunicación,  se logra una comunicación eficaz y asertiva, fundamental para desarrollar los objetivos profesionales y personales de los participantes.

 El Taller proporciona un marco teórico y práctico de los postulados y factores básicos de la comunicación, con ejercicios orientados al desarrollo de una fluida y asertiva expresión verbal. La actividad persigue que los participantes utilicen  con propiedad el lenguaje a través del empleo idóneo de los factores básicos de la comunicación y oratoria.  Ello contribuirá al éxito en su desempeño  personal y laboral.

  Desarrollo teórico de los temas y ejemplos prácticos con interacción de los participantes.

Costo Total: Bs 100,oo

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Palabras para Rosa Melo, por Edda Armas

Presentación de Signos del coloquio. Sala Cabrujas.

Los Palos Grandes. Caracas.

Por Edda Armas.  

Blanca la página: trae tu visión abiertaEste verso de Rosa Melo es una especie de plegaria o “frase sagrada” con la que, al repetirla en voz interior, se invoca a la divinidad en apoyo a la meditación. Es un mantra de invocación. Y, comienzo con esta idea mis palabras para Rosa, convencida como estoy, de que Rosa escribe rodeada de tres Musas, con las que ella definitivamente coquetea en su hacer poético. Y es que hay poetas, Rosa una de ellas, que hallan en las divinidades femeninas [esas que presiden las artes y las ciencias e inspiran a los filósofos y a los poetas] la explicación de su arder poético. Me refiero a tres de las nueve musas canónicas, nacidas de nueve noches seguidas de amor entre Zeus y Mnemósine, nietas de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Hablo de Érato, la amable, con su lira en la mano simbolizando los coros de la Lírica; de Polimnia, la que preside los himnos sagrados, quien apoya sus codos en la roca y coloca un dedo sobre la boca para simbolizar el silencio; y de Clío, la que ofrece gloria, se ocupa de la historia, y se representa de pie, sobria, con un rollo de escritura en las manos.  

            Y así es Rosa Melo, la poeta. Cuando uno la piensa, aparece serena, amable, posada con el codo apoyado sobre la mesa (la roca) en actitud meditativa, invocando. Ella,  quien se paseó por los estudios de comercio, las artes del color en la pintura, el arte del drama interpretativo en las tablas del teatro, el arte de dominar el modelaje en la escultura, quien asumió el antiguo arte de la Caligrafía como oficio, quien casó muy joven y construyó una familia de siete hijos y diecisiete nietos, nunca pensó sin embargo, que llegaría a ser poeta. Y acá la tenemos, hoy, bautizando su octavo libro, bajo el enigmático título de Signos del coloquio, en el que reúne 60 poemas, con epígrafes de tres de sus poetas tutelares: el alemán Nietzsche, el Belga Verhesen, y el venezolano Silva Estrada.  

            Rosa admite ser “captora de poemas”. Lo dice así: “atrapo el poema y el poema surge”. Porque Rosa, tras concentrada invocación, se reencuentra con las palabras en el lugar de la revelación. Ese lugar es la semi-sombra, lecho de hojas caídas de muchos árboles, cuna de estrellas fugaces miradas por ella, fuente bullente de sales minerales, es la casa del desvelo. Pero no cualquier desvelo. Casa de su propio desvelo. De su propia palabra. Por tanto: su casa-alma. Ella ha dicho que “su poesía es casi toda de desvelo” y yo quiero colocar en colores de Neón esa confesión suya, por ser tan reveladora de la esencia de su accionar poético.

            El desvelo para Rosa es el momento “de la atención suprema”. Ese estar alerta de los seis sentidos, para olfatear el movimiento de lo que nos angustia, o digamos se desvela, y hacer de su captura el acto del goce supremo. Me plena, dice ella, ese momento, que no es desvelo, sino puro destello de la poesía. En su caso, lo asocia con la noche, porque así le ocurre. Pero advirtiéndonos que “el desvelo es más grande que la noche, pues recibe al día”. Y ese andar desobediente y libertario entre los límites de la luz y la oscuridad, entre el asir algo y soltarlo, es el arte que ella practica como una sacerdotisa que alimentó su alma desde niña, creciendo en la palabra, develando sus misterios y máscaras, andando los silencios que ante muchas preguntas surgían como única respuesta (siendo círculos de fuego) hasta que éstas encontraran su cuerpo de palabra poética. Ella, Rosa, suelta esta exclamación: “El poema surge de noche, creo que por el silencio”. Pero ese silencio, aclara es el silencio de la palabra. Y es que sólo aquel que atento redescubre los silencios es quien halla las palabras que nombre sus pasajes, nombrando así todo hallazgo, toda revelación. Todos sus versos son hijos del desvelo.  

            Creo que en Rosa el ´pensamiento´ es clave. Esa clave recorre casi toda su obra, inclusive y de manera significativa en los poemas que conforman el poemario Los signos del coloquio, que hoy nos convoca.  Y recordemos que literalmente pensamiento es lo que en sánscrito es ´mantra´.  Ella lo escribe así:

La soledad / crea con fuerza el pensamiento / lo envuelve en savia /de brotes interiores.

Y de otro poema:

El pensamiento / se abre/ se entrega / ¿y cómo no sonreir / y apresar lo que conmueve?

            Rosa Melo, nunca pensó que llegaría a ser poeta. Pero lo es. Lo es desde niña, ella lo llama ser “poeta de origen”. Y ese origen, a mi modo de ver, ancla en el rumor marino de su Porlamar natal, en esa luz particular que tamiza el oleaje en todo paisaje de isla, pero también, y a manera de marca de origen (sello de agua, digamos) en el aprendizaje y cultivo  interior de su ´Hálito de Ser´ en sus años de interna en el colegio Madre Rafols donde permaneció hasta los quince años. Ella lo expresó así: “creo que el mismo internado abrió mi sensibilidad y surgió la poesía…allí, escribía mucho, y ya mis compañeras me llamaban poeta”, comenta Rosa en una entrevista a Desirré Depablos. Ella lo esencializa así:

Miro más el azul / porque trae visiones / senderos más antiguos / Imagino / seguras existencias.

O así:

Media madrugada / ojos abiertos / rumor de mar / El oído salta / al Primer Náufrago / a la espuma formada / por el primer grito / ¿Quién y qué nombre / bebió su agua / hasta perderse?

            Y en el caso de Rosa Melo, ser poeta de origen, repito, la hacía vivir la poesía, gozarla en cada captura, como ´canto celeste´ para ella misma, para el levantar alas espirituales del  alma, pues ya sabemos que su poesía guardó silencio para los otros -por largos años (al parecer 35)- en el interior de una gaveta en su escritorio de madera. Sabemos que fueron sus hijas (hadas traviesas) quienes entregaron los manuscritos de su madre a la poeta Ida Gramcko, mientras Rosa estaba de viaje, y que a su regreso se encontró la revelación de la palabra de Gramcko sobre ella y su poesía, en un artículo que tituló “Una nueva individualidad”  en su columna en el diario El Nacional, comprometiéndola con el lector, y aún más con ella misma y la poesía. Así nació “Acírate”, su primer poemario publicado en 1982.

            Entonces, hablamos de una Poeta sincera, quien es libre escribiendo su poesía, que vive una exaltación al auscultar el pensamiento, con tres décadas de andares poéticos, recogidos en sus respectivas casas de papel, como lo son sus otros poemarios: Hábito de Ser, La casa adormecida, Tiempo de Horizontes, Donde la ausencia, Desandando insomnios, La Flor de los cerezos, y el que hoy bautizamos: Signos de coloquio; y los aún inéditos: Restos de Polen, Caligrafía de sueños y El Grito que se ignora. Y concordamos con su amiga Blanca González (compañera de vida desde la época del internado) que  los títulos que Rosa ha dado a sus poemarios son todos versos significativos en sí mismos.

            Hablamos de la Poeta, que también cultiva un Jardín de Orquídeas, en diálogo permanente e ininterrumpido con poetas con quienes alimentó amistad profunda: Alfredo Silva Estrada, Elizabeth Schön, Ida Gramcko, Sonia Sanoja y Fernand Verhesen, y con sus maestros: Juana Sujo, Horacio Peterson, Carlos Prada, y con aquellos que han sido, entre muchas, lecturas predilectas: Rainer Maria Rilke, César Vallejo; por nombrar al menos dos. 

            Cierro mis palabras con una pregunta balance que intuyo que muchas veces Rosa Melo se formuló: ¿Quién dialoga con el silencio?  

El poeta y el místico dialogan con el silencio en busca de la revelación. Ya que el silencio   –esa diana invisible– es la trascendencia, Dios. Y Rosa Melo, “con su quietud en las afueras y su hambre interior” al dialogar con el silencio, admite en algunos de sus versos que: Si Dios entrega el sueño oscurece más la noche / El sueño pierde su dominio / El cuerpo cansado duerme / La mente activa sueña / ¿Deja de ser pensamiento? / El sueño es la conciencia ya vivida/ Telón del pensamiento/  Y ¿quién mueve los hilos de la mente que abarca que no encuentra la búsqueda del Ser?

             Y le responde Rilke:

-Cada poeta lleva su lenguaje respondiendo a lo infinito de su ser en transparencia.

            Y en Rosa, ocurre su ser en transparencia, agrego yo. Por ser Calígrafa de sueños, Noctámbula como Ida Gramcko, de un modo amable como Érato. Por pesar las palabras en el tamiz de organza que anuda el cielo con la tierra. Por su mantenerse atenta al chispazo del pensamiento. Por su agilidad para atrapar lo que éste le dicta en forma de versos –ya cuajados en su interior– y transcribirlos a la blanca página en noches de largo insomnio.

Gracias.

 Caracas, 5 de junio de 2010

A continuación, tres poemas del libro Signos del Coloquio, leídos por Rosa Melo el día de la presentación del libro:

Nubes de magia

se aposentan en el alma

 Se acumula el silencio

Surtiras palabras

envuelven el momento

 Es regalo y lazo maleable

Don de Matices

El alma cofre abierto

escondite que devuelve con creces

lo pensado

recibe los signos del coloquio

 Las manos se entregan

  &   &   &

 El alma envuelve la razón

Vigila las acciones

Reduce lo que sobra

Alberga hasta el detalle

 Ahí está

sólo espera engarzar

Sembrar

No extrae

envuelve lo que llega

amplía al máximo las señales

Da

Alberga

¿Su forma?

acantilado del ser

Cenaculo del sueño

Sortilegio de antorchas

Vaho tibio que reanima

que ampara

que refuerza el estar

 &   &   &

 ¡Cómo despierta el alma

cuando encuentra

una sonrisa

una mirada

un lago en el verano!

Toda suerte de raíces

con profundas primaveras

Toda suerte de otoños

con sus savias retenidas

El invierno no cuenta

cuenta su blancura

tanto recibe el alma

que se hace serena

y resplandece

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