Canto al Amor Divino, Selección de poemas

Carmen Cristina Wolf

I

Miles de hojas caídas desde el Génesis
me acercan a tus pasos.

Voy por la senda de llegar a ser
y sólo llegaré a ser
si soy Contigo

Y seré Contigo en tu alegría.

* * *
II
Te imagino
pescando en las orillas del mar de Galilea,
tallando la madera
con tus manos de bosque repartido
y un halo de aserrín en los cabellos.

Cristo
de la cosecha y de la siembra.

Cristo
del pensamiento y la batalla.

Cristo
del vino y la vendimia.

Cristo
del ideal y la palabra.

Cristo
de la esperanza y de los sueños.
* * *

III
Hay un instante
entre el atardecer y la ternura
en que el tiempo se va lejos de mí
y doy gracias al tiempo
por haberse marchado
y dejarme
en la eternidad
por algunos momentos.

Así
me voy acostumbrando.

Quiero vivir
prisionera de tu Libertad,
hoy dejo el libro abierto.

Voy a buscarte
lo inmortal me llama.

* * *

IV
Para hablar Contigo
no necesito más que la claridad
de una voz que atraviese el universo
y te cante.

Deseo aprender de Ti
el lenguaje del alma

Yo quiero escribir cantos para Ti.
que echen a andar por el mundo
escritos con palabras de cristal, de madera
de fuego transitivo

* * *

Selección del libro Canto al Amor Divino, Editorial Cármina, Caracas 1998. Autora: Carmen Cristina Wolf, poeta venezolana

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Acerca de unos buenos cuentos

 
Por Magaly Salazar Sanabria

Comenzaremos diciendo que el libro I Edición de Cuentos de la Fundación Aprende a Escribir un Cuento, es una publicación muy bien cuidada, con un diseño de portada y diseño gráfico de la colección elegantes y creativos, asimismo, la edición de los textos, que producen agrado a la vista e invitan a la lectura de unos cuentos sorprendentes.

Un soñador de honorable acción, sincero en sus palabras, generoso con la comunidad, es Heberto Gamero Contín, que al lado de su diligente y gentil esposa, Iris Verastegui de Gamero, se han dedicado a llevar adelante este proyecto que, en principio se pareció a un sueño pero , que sin lugar a dudas, es bendecido por Dios porque su energía proviene de un ejercicio de gratitud: devolver con creces a los otros la distinción de que fue objeto cuando se ganó el Primer Premio en la Edición 63 de los Cuentos de El Nacional de 2008 con “Los zapatos de mi hermano”. En principio, Heberto Gamero Contín y su Fundación se animan con la búsqueda de un contento que sólo llega cuando el trabajo y las palabras benefician así mismo y a los demás.

Los que tuvimos la dicha de asistir a un Taller dictado por Heberto nos percatamos de la sencillez y claridad llevada a cabo en la transmisión de los conocimientos ofrecidos. Los grupos participantes estaban conformados por personas de distintas profesiones e inquietudes. Heberto expresó sus ideas con un lenguaje accesible para que todos entendieran y esa enseñanza-aprendizaje se demuestra en los interesantísimos cuentos recogidos en este valioso libro. Además, el ambiente creado entre facilitador y asistentes se caracterizó por la cordialidad, que permitió escribir creativamente, sin prejuicios y con libertad.

Para entrar en materia diremos que el cuento se plantea como un juego narrativo entre el autor y el lector, atenidos ambos a su especificidad: brevedad, condensación, personaje generalmente único, que impone a la historia un conflicto que se tensa como un arco hasta el final. Así el lector fija su atención para participar con agudeza en el descubrimiento de “aquello” que muchas veces no se dice pero se sugiere y es allí donde la inteligencia y perspicacia del lector descubre la propuesta porque los cuentos son señales vigorosas de lo imaginario.
Entretanto, la “Fundación Aprende a Escribir un Cuento” ha realizado varios talleres en diferentes lugares de Caracas y el interior: En octubre de 2009, en la  Sala Cabrujas de la Fundación Chacao, en ICREA y Taller Juventud Prolongada. En 2010, los participantes se reunieron en: el Taller Marshal (dos oportunidades).2 talleres en  Sucre,  ICREA, Sala Cabrujas. En 2011, la Fundación dictó los talleres: ICREA, Sala Cabrujas  y Casa de la Cultura Ramón Vásquez Brito de Porlamar. Estos encuentros han sido catalogados por los asistentes como muy fructíferos.

Con la finalidad de aportar una modesta opinión acerca del  libro I Edición de Cuentos de la Fundación Aprende a Escribir un Cuento, hemos releído con placer los textos dela publicación y aunque todos son muy buenos, comentaremos algunos escogidos al azar: “Un cuento del cuento”, de Néstor Hugo Cardoso Alvarez, es una historia de aduanas aeroportuarias, libros, y como todo viaje en avión, las conjeturas, dudas o “rollos”, y hasta lo bueno, “pasan volando” de acuerdo con una antigua propaganda de una aerolínea venezolana y lo que parecía ser, no es tal cosa. El autor crea hábilmente una atmósfera de suposiciones.  “La esperanza” de Elizabeth Conde Pinto, sugiere, con buena pluma y de manera sorpresiva, el viaje frustrado de unos balseros detenidos por los aullidos de patrullas de marina isleña. Limpidez, sencillez del lenguaje y precisión del rayo, contribuyen a dar personalidad a este cuento.

Con cierta picardía cotidiana, la historia de Loly García, “De difuntos” nos revela entretelones de vidas íntimas más allá de la muerte con cierto humor sarcástico y buen manejo del tiempo. Un amor que se presta a confusiones es “El amor de mi vida”, de Alessandra Hernández, gran habilidad para crear el ambiente  y un secreto hilo temático que se desnuda al final.

Julio César Marcano Simoza, escribe “Autorretrato con los ojos abiertos”, introduce un elemento importante: una superstición de alguna abuela y sus significaciones mágicas; aquella de cerrar los ojos ante las cámaras fotográficas porque ésta se “roba el alma” del fotografiado. Estupendo el manejo de la variante anecdótica y el conflicto Excelente manejo del lenguaje: límpido, preciso. Una historia de hábil resolución. Y si de locos se trata, la historia de Gladis Poletti, “La otredad de Julia”, aguza la capacidad de investigación del lector. Muy bien planteada la terrible orilla de la locura. 
Javi de Rodez, escribe un cuento largo: “Cuando algo grande muere, algo aún más grande nace”. Es la historia de Xavi y Orianna”. Se trata de una serie de vericuetos narrativos que apuntan a un conflicto de mentiras, malandros, coqueteos, frivolidades y muerte con un tinte político. Sorprendentes exigencias anecdóticas y buena  narración .“Cuentos de buseta” de Jorge F. Muskus Rodríguez, es un relato de la solidaridad y el respeto por el prójimo. Lo cotidiano, lo citadino  caraqueño, están presentes en este ambiente de calle y de espíritu. Lo interior en lucha con los “mandatos” de la sobrevivencia.
En “El tren bajo la lluvia”, de Magaly Salazar Sanabria, la elocuencia de los sentidos, el soliloquio misterioso de un anillo, el traqueteo del tren que viaja de Carmona a Sevilla bajo la lluvia, la soledad de mujer, conducen al que lee  a partir de un ritmo fluido a un suspenso con un final inusitado a través de estrategias narrativas novedosas y entretejimiento de los planos cronológicos. Otra temática como la policíaca caracteriza el cuento “Joaquín”, de Mario Schiavelli. Un envenenamiento lento perpetrado a un marido déspota durante 38 años, 11 meses y 18 días, demuestra la capacidad de fabulación del autor que nos revela al final toda una dulce venganza. Una manera de colocar la historia ante el espejo de la realidad. Sorpresivo el desenlace.

Todos los cuentos del libro de la Fundación Faec son verdaderos hallazgos merecedores de comentarios por la belleza del lenguaje, sus significaciones simbólicas, por la justeza de la acción y los argumentos, extensión, la tensión, el manejo del tiempo, la estructura, la temática, la creación del conflicto, la constitución de los personajes, diseño de los escenarios, el punto de vista del narrador, relación hombre naturaleza y por sus  correlaciones entre los textos. Hemos comentado  algunos como una muestra significativa de la excelencia de este I Edición de Cuentos de FAEC. Invitamos a los lectores a entrar en estos entramados sibilinos, quemantes como las luces de fuegos artificiales que son los cuentos FAEC. Bienvenida esta publicación.

*MAGALY SALAZAR SANABRIA, venezolana, poeta, ensayista, con postgrado en Literatura, con una amplia obra publicada. Directora de Relacones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela

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XVIII Bienal Literaria “José Antonio Ramos Sucre” 2011

Los escritores venezolanos Ramón Ordaz, Magaly Salazar Sanabria y Alberto Hernández, fueron los Jurados de la XVIII Bienal Literaria “José Antonio Ramos Sucre”. Los tres pertenecen al Círculo de Escritores de Venezuela, privilegio que nos honra. A continuación, transcribimos el Veredicto:

VEREDICTO

Nosotros, Magaly Salazar, Alberto Hernández y Ramón Ordaz,
constituidos como Jurado de la XVIII Bienal Literaria “José Antonio
Ramos Sucre”, después de las debidas lecturas, confrontaciones y
deliberaciones acerca de los libros participantes, hemos decidido
otorgar por unanimidad el premio al poemario Putas metamórficas,
firmado por Galatea, libro que destaca por un cultivado lenguaje de la
desmesura, obra que, audaz y transgresora, transita con soltura y
eficacia de la poesía a la prosa para exhibir fulminante, a todo
riesgo, dolorosas y cáusticas imágenes de la sexualidad
circunstanciada por una insólita exacerbación de los sentidos, por un
asedio al cuerpo en sus transfusiones, excrecencias, descomposiciones
y desmembramientos, todo bajo el espectro alucinante de un erotismo
que, lejos de hacer concesiones a lo vulgar, con magistral lirismo
revierte la atormentada intimidad en un prodigio verbal. Abierta la
plica, el seudónimo Galatea correspondió a la escritora MARÍA DE LOS
ÁNGELES RUIZ GARCÍA.

Del conjunto de libros concursantes, el jurado estimó justo conceder
dos menciones: La primera para Cuidados intensivos, firmado por
Catulo; la segunda, para Espesuras, firmado por Reynaldo Sassia,
poemarios que con sobrias y decantadas expresiones poéticas dialogan
con el acontecer y lo cotidiano del tiempo presente. Abiertas las
plicas, resultaron favorecidos los escritores ARTURO GUTIÉRREZ PLAZA y HÉCTOR ANTONIO ESPINOZA respectivamente. En Cumaná a los veintiséis días del mes de noviembre de dosmil once.

Alberto Hernández Magaly Salazar Ramón Ordaz

Cumaná,8 de Diciembre de 2011

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VENEZUELA, POEMA DE ALFREDO PÉREZ ALENCART

Nuestro agradecimiento al escritor Poema Alfredo Pérez Alencart, Miembro Correspondiente del Círculo de Escritores, por enviarnos desde Salamanca su reciente poema «Venezuela»

VENEZUELA
Alfredo Pérez Alencart

Tierra escogida,
brisa respirada lejos del álgebra del fracaso
y de las bengalas malditas:
un río serpentea o galopa entre los Andes
y yo estoy arriba, por el páramo merideño, poniendo
piedras que faltan a la capilla de Mucuchíes, Juan Félix
abrazado del doctor Contramaestre, en alma
los dos bajando de otros firmamentos en un diáfano arcoiris,
serafines que luego la niebla no desvanece en mi retina,
tahúres celestiales como el librero Caupolicán
que muere y se agiganta en Salamanca
donde antes hablamos de ronquidos presidenciales,
enfermo ya, como doliéndole su nascencia en la negra boina
junto al tanatorio: cháchara gustosa que ungimos
con grasa de ballena y vino tinto de viejas tabernas.
Pero estoy por Maracaibo, en casa de los Crespo
o al habla con César David, mientras corporalmente
me criogenizo y sensible bulle mi corazón
la madrugada que transito al encuentro de Ramón, del Viejo Lobo,
del Capitán que lagrimea, como yo, por aquel
cuyo fantasma fue avistado en una esquina de Tovar.

Voy con mis muertos venezolanos, inquilinos
del sentimiento incandescente: atrás de todo, su tierra
y sus zapatos negros, las uñas que siguen
creciendo, la cicatriz del abrazo de sus historias inverosímiles
que suceden allá por La Hechicera, otra vez en Mérida
igual a sí misma donde bebo unas cervezas con Pepe Barroeta
y Salvador Garmendia una noche que se abre a la muerte,
como uno más de los misterios.

Entonces alguien llama: “¡Alfredo, Alfredo”, y yo
reconozco a Jesús Serra en cuya casa pernocté
antes de subir al páramo. Y luego otra voz:
“Ayúdame, hermano”, y llego a vislumbrar cómo disparan
contra Giandomenico, allá por la Pedregosa Alta.

Pero voy por Caracas con el viejo Adriano exacerbado,
acompañándolo porque no soporta la soledad
de sus huesos portátiles; pero voy con Domingo Miliani
para que me cuente sus historias; pero voy con Eugenio,
tan magno en la anunciación de su terredad,
hermano que al centro de la palabra había llegado.

Voy por ahí sabiendo que hay nieblas y tinieblas,
que hay señales furiosas. Pero sigo adelante,
vendándome la cabeza.
Sigo la pista de mis amigos muertos, pálidos diamantes
que desentumezco para la resurrección. Ellos están conmigo
porque vuelven desde la garganta del infinito y porque
yo sé darles un ánimo salvaje.

Venezuela,
¡préstame un poco de tus muertos
y deja que los frote adentro de mi corazón!

(A Enrique Viloria Vera)

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Palabras de Heberto Gamero sobre el escritor José Heriberto García de Quevedo

Palabras de Heberto Gamero Contín en ocasión del bautizo del libro sobre José Heriberto García de Quevedo, «Un poeta venezolano en la Casa Real Española» (El amor sublime de Isabel II), escrito por Carlos Alarico Gómez.
Caracas, 29 de noviembre de 2011. Centro Cultural Chacao.

Todo comenzó cuando Jesús, uno de mis hermanos, aficionado a la genealogía, fue al Archivo Principal de Coro, Estado Falcón, a buscar documentos ?partidas de nacimiento, básicamente que revelaran los orígenes de la familia. Conociendo la meticulosidad y el rigor con el que Jesús desempeña su afición, me imagino que se metió de lleno en el archivo, tal vez las ocho horas laborables que tiene el día, sacó copias de cuanto documento revelador encontró y armó unas voluminosas carpetas con todo aquel tesoro familiar. Días después recibí una llamada suya donde con cierta emoción me decía que había dado con un poeta entre nuestros ancestros, un escritor de nombre José Heriberto García de Quevedo, nacido en Coro en 1819 y fallecido en París en 1879. Cuando le pregunté qué parentesco teníamos me dijo que nuestros abuelos sextos, María de la Paz Valdés Quevedo y Bravo y Diego García de Quevedo eran también los bisabuelos del poeta, por lo que José Heriberto, quien no tuvo hijos, venía siendo nuestro primo colateral en sexto grado, primo segundo de nuestra tatarabuela Clemencia García de Quevedo y Bravo. Muy interesante, le dije, y qué se sabe de su vida. Poca cosa, respondió mi hermano…

La verdad es que Jesús no había encontrado ninguna biografía del escritor, apenas una breve reseña donde señalaba que José Heriberto García de Quevedo había sido embajador de España en Perú y en Venezuela, que había representado a España en China y en otros países, que había sido un buen amigo de la reina Isabel II, tanto, que se batió a duelo por ella y le perdonó la vida a su adversario y, finalmente, que le había escrito un poema que fue premiado por la Real Academia Española en 1865. La vida del primo entonces comenzaba a lucir muy interesante. Le dije a mi hermano que si no existía una biografía de José Heriberto en Venezuela tal vez en España conseguiríamos una. Casualmente para esas fechas tenía planeado un viaje a éste país y en enero de 2008 me presenté con mi esposa en la Biblioteca Nacional de Madrid. Allí pudimos encontrar varias de las obras de José Heriberto, pero como parte de otros libros… también una foto suya, que es la que figura en la portada del libro, pero ninguno que hablara a fondo de su vida; preguntamos al empleado y nos dijo que no, que al menos en España no se había escrito ninguna biografía sobre nuestro personaje. Entonces, si no existía una biografía suya en España, y tampoco en Venezuela, no había dudas de que nadie en el planeta había escrito sobre el poeta coriano. Un poco decepcionado salimos del lugar con la certeza de que ya habíamos hecho todo cuanto podíamos por averiguar algo más sobre la vida del vate. Pero no, me dije, todavía podemos indagar un poco más.

Mientras caminábamos hacia el hotel, en la calle San Bernardo de Madrid, nos encontramos con una pequeña librería especializada en libros antiguos. Entramos. Al fondo había un hombre de lentes sentado frente a un escritorio repleto de libros viejos; parecía verificarlos en una larga lista. Lo saludamos y le preguntamos si tenía algún libro del poeta José Heriberto García de Quevedo. Me suena, dijo, déjeme consultar la lista. Al poco rato nos dijo que sí, que había algo del poeta, pero que no era una biografía si no un poema. Me gustaría verlo, le dije de inmediato. El hombre se levantó de la silla con la lista en la mano, fue hasta el fondo de la librería, se subió en una larga escalera y empezó a escudriñar los lomos de los libros que estaban en el último stand. El olor a papel viejo inundaba el salón. Luego arrimó la escalera un poco más, se rascó la cabeza, su mirada fija sobre los lomos, hasta que por fin sacó un delgado folleto color verdoso. Era el poema premiado de José Heriberto García de Quevedo. No lo podía creer. Los ojos casi se me salen de las órbitas. Un milagro, pensé. Aún sin creer lo que veía le pregunté el precio. Doce euros con dos centavos, me dijo. Sorprendido por el precio tan bajo de semejante joya saqué el dinero, le pagué y nos fuimos con nuestro folleto bajo el brazo, felices por las calles de Madrid.

Esto tiene que ser una señal, le dije a mi esposa, una señal del poeta para que rescatemos su nombre, para que desenterremos su literatura. Primero el hallazgo de mi hermano, luego éste: encontrar un original, el poema premiado por la Real Academia Española en 1865, en la primera librería en la que entramos, en una ciudad donde en cada esquina hay una venta de libros, algo increíble…

Fue el momento cuando, ya que no existía una biografía del pariente, decidí escribir una yo mismo. Pero al paso de los días y pensándolo mejor me dije que yo no era especialista en biografías, mucho menos en novelas históricas, que lo más sensato era buscar a un historiador experimentado y encargarle el trabajo. Así fue que un día, y también por casualidad, en una reunión en casa de nuestra común amiga, la periodista y escritora Nery Russo, conocimos personalmente al historiador Carlos Alarico Gómez. Este es el hombre, me dije apenas nos estrechamos las manos. Poco después le propuse el proyecto y lo aceptó encantado. Finalmente, luego de dos años de espera, el libro Un poeta venezolano en la Casa Real Española (el amor sublime de Isabel II) ya está publicado.

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EDUARDO LIENDO: EN TORNO AL OFICIO DEL ESCRITOR

EN TORNO AL OFICIO DE ESCRITOR
Ensayo leído por el escritor venezolano Eduardo Liendo, el 27 fe noviembre de 2011, día en que le fue conferida la Medalla Internacional “Lucila Palacios” por obra de vida, en la Sala Cabrujas de Caracas, por el Círculo de Escritores de Venezuela.

“Deleitar con el lenguaje y asombrar con la invención” Miguel de Cervantes

“Nada es real si no lo escribo” Virginia Woolf

¿UN OFICIO SINGULAR?
Es algo aventurada la tarea de incurrir en generalizaciones para explicar una actividad como la del escritor, en la cual apreciamos el talento del individuo y la singularidad de la obra en un lugar predominante. ¿No es acaso la personalidad artística de un autor lo que más admiramos en su condición? Seguramente, son valores singulares los que confirman la genuina importancia de los autores de excepción. Pensamos ahora en Shakespeare y Cervantes, Flaubert y Kafka, Twain y Faulkner, Dostoievski y Tolstoi, Cortázar y Rulfo; para nombrar algunos imprescindibles.
La naturaleza individual de la obra permite dudar de la pertinencia de utilizar una caracterización denominada El oficio de escritor. ¿Sería el mismo oficio el que permitió la creación de Madame Bovary y de Pedro Paramo? ¿De Guerra y Paz y El viejo y el mar? Igualmente sería innumerable la diversidad de las obras considerando el idioma original en que fueron escritas, temas, géneros, escuelas, épocas, estéticas y un extenso etcétera, para intentar idealmente someterlas al modelo de un oficio único. No obstante, pretender esta generalización es un atractivo ejercicio intelectual, de hecho, son numerosos los libros de entrevistas a creadores literarios donde se alude como asunto al así considerado oficio de escritor.
Estas páginas que ahora escribo sin ninguna pretensión letrada, ni mucho menos academicista, -soy un narrador y no propiamente un literato- persiguen ordenar lo que pienso al respecto, apuntalándolo con algunas opiniones que considero válidas e ilustrativas de varios autores. Muchas de ellas contradictorias entre sí.

LA CONDICIÓN DEL LECTOR
La primera cualidad indispensable para el escritor parece ser, o haber sido en una época de su vida, la de un lector muy especial. Un lector interesado, acucioso, voraz, y no pocas veces empedernido. Seguramente en el origen de toda vocación literaria se encuentra una grande y a veces temprana admiración por los libros y sus autores, y luego una intensa necesidad de emularlos.
La escritura literaria, como el canto, se aprende en principio por imitación. Los escritores suelen vanagloriarse de sus lecturas al igual que un atleta con sus pruebas deportivas. Es memorable, al respecto, el testimonio de Jorge Luis Borges: «Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir, yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”. Por su parte, el filósofo Juan Nuño expresa un juicio categórico: «La clave de todo buen escritor es la buena lectura. Sin lectura, mucha lectura, siempre lectura, no hay escritor posible. Creer que escribir es esperar a que salgan las setas, por generación espontánea, es equivocarse de medio a medio. Escribir es lo que sobrevive después de muchísimas lecturas. Y de continuarlas sin cesar» (Escritores y escribidores).
La literatura se nutre en buena medida de la misma literatura, por tal motivo, para un escritor (o un autor potencial) leer no es nunca un acto completamente gratuito, puesto que en esa obra leída con particular interés, puede encontrarse un germen de la propia obra. Creo que fue Dostoievski, el autor ruso que pensando en la herencia literaria recibida por su generación afirmó: «Todos hemos salido debajo del capote de Gogol». Y está claro que sin libros de caballería, y su lectura cervantina no existiría Don Quijote como lo conocemos. Ese parece ser el fundamento primordial de todo oficio de escritor: ser un excelente lector. No serlo, por el contrario, implica una seria limitación.
La lectura ilumina al escritor sobre un sin número de posibilidades temáticas y formales; en este sentido, la originalidad debería entenderse como una mezcla personal de múltiples influencias, algunas de las cuales podrían ser no totalmente conscientes para el mismo escritor considerado. Muy frecuentemente los escritores dan a conocer largas listas de aquellas obras y autores que aprecian como fundamentales en su formación, y hasta tratados sobre el tema, a la manera de Los libros en mi vida de Henry Miller. En buena medida se puede afirmar que para un escritor de oficio leer es releer.
En mi propia experiencia de lector me aventuro a mencionar veinte títulos que me resultan sumamente entrañables: Cuentos de hadas chinos, Las aventuras de Tom Sawyer (leídos en mi niñez) Las confesiones, de Rousseau, La madre, Rojo y Negro, Crimen y Castigo, Ana Karenina, Don Quijote, Juan Cristóbal, El Conde de Montecristo, Balzac, de Stefan Zweig, Las ilusiones perdidas, Hamlet, Canto a mí mismo, Muerte en Venecia, Madame Bovary, El lobo estepario, Cuadernos del destierro, Los novelistas y la novela, de Miriam Alott, Pedro Páramo, Nueva antología personal de J. L. Borges, y pienso por lo menos en un centenar de libros más, que me han acompañado largo rato en la travesía de ese extraordinario y apasionante laberinto construido de palabras.
La lectura se constituye en una actividad creativa, al leer en cierto modo recreamos el texto, no exagera demasiado Joseph Conrad cuando sostiene que: “El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector”. Lo que también puede significar un fuerte estimulo para la propia escritura. Cada texto presupone de modo explícito o implícito los textos anteriores. Lectura y escritura son actividades íntimamente interrelacionadas y complementarias.

LA VOLUNTAD DE CREACIÓN
Al precisar cuál sería la cualidad fundamental de un soldado, el escritor prusiano Karl Clausewich (famoso por su concepción de la guerra como la política librada por otros medios) señaló al valor personal en primer término, puesto que, careciendo del mismo, las otras cualidades del soldado quedarían anuladas. Parece lógico, un soldado cobarde tendría muchas dificultades, sobre todo en tiempos de enfrentamiento armado. Si nos hiciéramos la misma pregunta con respecto a la cualidad fundamental del escritor, supuesto el talento, posiblemente resultaría ser la voluntad, puesto que otras cualidades importantes como la experiencia, la capacidad de observación o el dominio del lenguaje, pierden significación o quedan anuladas si no existe la firme voluntad de crear la obra. Sin voluntad no hay obra. Todos podemos recordar algún personaje, con muchas supuestas potencialidades para la escritura: algo de gracia, no poco ingenio y mucha verbosidad, anunciando siempre, durante años el poemario, el libro de ensayos y sobre todo la novela que según él se encuentra a punto de cuajar. Por supuesto que ya tiene título, epígrafe, apéndice y hasta padrino de la obra, pero pasan los días, los meses y los años y no ocurre el anunciado parto. Casi siempre sucede que las ensoñaciones del frustrado autor no fueron secundadas por una firme voluntad de hacer.
El proceso de la creación según lo refieren muchos autores es complejo y exigente, y puede transitar o transcurrir por diversos estados de ánimo: Ideas, intuiciones, dudas, desánimos, motivaciones, aflicciones, despechos, alegrías y otras manifestaciones, de acuerdo con el temperamento y la experiencia de cada autor. Cada obra es única y, por lo tanto, sujeta a imponderables, si no fuese así, no valdría la pena escribirla. Seguramente un paradigma de la voluntad de creación difícil de superar fue el terco Gustavo Flaubert. Asomémonos a una página de su correspondencia:
“No sé si es la primavera, pero estoy de un humor de perros. Tengo los nervios tensos como hilos de alambre. Estoy irascible sin saber por qué. Quizás la causa sea mi novela. No va, no funciona. Estoy más cansado que si empujase montañas. De repente me entran ganas de llorar. Hace falta una voluntad sobrehumana para escribir, y yo sólo soy un hombre. A veces me parece que necesito dormir durante seis meses seguidos. ¡Ay, con qué desesperación veo las cumbres de esas montañas adonde quería subir mi deseo! ¿Sabes cuántas páginas habré escrito dentro de ocho días, y desde que regresé de París? Veinte. ¡Veinte páginas en un mes y trabajando siete horas diarias por lo menos! ¿Y la finalidad de todo esto? ¿El resultado? Amarguras, humillaciones, nada que me sostenga, si no la ferocidad de una ilusión indomable. Pero envejezco, y la vida es corta”. (A Louise Colet. Croisset, sábado noche, 24 de abril de 1852)
No obstante, se sabe que el régimen de disciplina de los escritores es muy variable. Los hay rigurosos, que confiesan responder a un estricto horario. Se fijan puntuales tareas y hasta un número determinado de palabras escritas. Son los «jornaleros», los que piensan como Miguel Ángel Asturias que el novelista es «la araña de la literatura», aquellos que «no creen en la inspiración sino en las nalgas», o sea, en el trabajo forzado, según decir de Carlos Fuentes. Y también existe la raza de los lentos, de los morosos que presumen de ser «holgazanes», aunque son persistentes en el cumplimiento cabal de la obra emprendida, como los cuentistas Julio Garmendia y Augusto Monterroso.
En cierta ocasión, en “Calicanto” la acogedora casa de la escritora Antonia Palacios, pregunté a Alejo Carpentier por su régimen de escritura, habiendo sido, como se sabe, un autor prolífico de obras extensas. «El único secreto es la página diaria -me dijo- una página diaria son 365 páginas al año. Más que suficiente. Pero hay que tener la disciplina necesaria para cumplir cada día con la tarea pautada».
Es obvio que se trata de posturas y ritmos de actividad distintos, pero, tanto en «forzados» como en «holgazanes», la constante es la firme voluntad de creación. Aquí vendría al caso como ligero comentario mordaz, el juicio de Raymond Chandler: “Leo constantemente como los autores dicen que jamás esperan que llegue la inspiración; lo que ellos hacen es sentarse en sus escritorios todas las mañanas a las ocho, con lluvia o sol, con los restos de una borrachera, un brazo roto, o lo que sea, y vomitan su pequeña cuota. No importa cuán en blanco estén sus mentes o cuán agarrotados sus cerebros, nada de absurda inspiración con ellos. A ellos entrego mi admiración y mi cuidado de evitar sus libros”.
Sin voluntad de creación no hay obra concluida, y cada autor verá de qué manera acomete su tarea, por lo menos para el gran narrador William Faulkner lograr la obra se sobrepone a cualquier otra consideración: “El artista es responsable sólo ante su obra. Si es un buen artista, será completamente despiadado. Tiene un sueño y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Mientras no se libra no tiene paz. Arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo con tal de escribir su libro”. (William Faulkner, The Paris Review)

LA VOLUNTAD DE ESTILO
Por ser la palabra la forma expresiva fundamental del escritor, es desde el lenguaje y con el lenguaje como este realiza la obra literaria. En cierto modo este hecho hace al escritor más «común y terrestre» que los creadores de otras disciplinas artísticas, quienes cuentan con recursos e instrumentos exclusivos, cuyo funcionamiento no es conocido o dominado por la mayoría de los individuos. La lectura de partituras musicales y el uso de instrumentos que requieren de largo aprendizaje es propio de los músicos; así como el dominio de los materiales y herramientas es indispensable para el escultor; las pinturas, telas y otros variados elementos son manipulados por el pintor, y el cineasta cuenta con un equipo sofisticado, todo lo cual determina que sus creaciones sean productos algo distanciados del conocimiento del común de los individuos, en tanto hacedores. El lenguaje, por el contrario, es patrimonio y vehículo de comunicación permanente de casi la totalidad de los individuos de una específica comunidad idiomática. Es con esas mismas palabras de su lengua y no con otras, con las que el escritor debe pretender la excelencia expresiva. El encanto de una escritura de alto valor estético. Crear belleza, con la misma lengua que gasta, manipula utilitariamente y muchas veces degrada (aunque, paradójicamente, también modifica y enriquece) el común de sus hablantes. De allí la importancia de la voluntad de estilo en el oficio de escritor, por lo cual, como afirmara Jean Paul Sartre: «Nadie es escritor por haber decidido decir ciertas cosas, sino por haber decidido decirlas de cierta manera». En esa «cierta manera» radica el estilo y, por lo tanto, el valor de la prosa y, por supuesto, en mayor grado en la poesía como logro estético.
Es conocido que a la excelencia del texto se llega casi siempre mediante un riguroso proceso de elaboración y decantación. De atención a la armonía de la forma, de despojo del lugar común, de limpieza de gazapos y ripios, de arduo perfeccionamiento. Tal vez considerando este proceso de revisión crítica, una de las maneras más certeras y permanentes para su estimación ha sido la utilizada por el conde de Buffon científico, humanista y escritor francés, que en el ya lejano siglo XVIII consideró al estilo como «una larga paciencia».
Indagando acerca de una posible definición conceptual más o menos sucinta tropiezo con el siguiente juicio: “El estilo es un concepto que puede definirse desde distintas perspectivas, pero por lo general se caracteriza por una serie de elecciones condicionadas por la intención y la situación. En el caso de los textos literarios, la intención es artística, y la función producir placer estético en el lector al tiempo que se le estimula intelectualmente”. Nina Melero (Letralia). Esta reflexión sobre el estilo encaja perfectamente con lo que afirma sobre su actitud escritural la gran escritora Margarite Yourcenar:”Escribir es una elección perpetua entre mil expresiones ninguna me satisface, y sobre todo no me satisface sin las demás”.
La clave es elección perpetua, el escritor, por ejemplo, en cierto momento, tiene que optar entre las palabras rabia, ira, cólera, furia, furor, arrechera, iracundia, bravata, balandronada y otras, para expresar un estado de ánimo irritable. Esa combinatoria particular de las palabras va conformando el texto y estilo del mismo. El narrador y poeta Cesare Pavese apunta lejos en esa dirección cuando afirma que:”Una vez escrita la primera línea de un relato ya todo está elegido, el estilo, el tono y el cariz de los hechos. Dada la primera línea, es cuestión de paciencia: todo el resto debe y puede salir de ella”. Por nuestra parte, pensamos que el tema y el tono influyen decisivamente en el estilo.
Atendiendo a la cualidad siempre perfectible del estilo, podría afirmarse que, en literatura, escribir es reescribir. El escritor realizaría tantas versiones como fuesen necesarias hasta alcanzar, según su subjetividad, el acabado de su obra: «Un poema es el último borrador que llevamos a la imprenta», sentenció Baudelaire. Son numerosos los escritores que aluden a este arduo proceso de reescritura. Por ejemplo, un testimonio de Flaubert da cuenta de nueve versiones de Madame Bovary, hasta llegar a la definitiva; también García Márquez refiere haber escrito ese mismo número de versiones de El Coronel no tiene quien le escriba: «Hasta que la sentí como hablaba mi abuela», comenta. Por mi parte, con la modestia del caso, puedo asegurar que nunca hago menos de tres versiones de mis novelas o cuentos, el primer borrador manuscrito, luego el texto transcrito antes por la máquina de escribir, ahora por la computadora, y una nueva reescritura con ajustes y correcciones de estilo antes de la entrega al editor. Los escritores suelen hacer otras correcciones finales durante el proceso de revisión de las pruebas de imprenta. El notable poeta José Emilio Pacheco al ser interrogado:
¿Y cuándo sabe si un texto es bueno o malo?
Responde: “Eso me costará decirlo. Tal vez uno si tiene la intuición de lo que está bien. El problema es que es una intuición provisional, porque después de que sale el libro sigo corrigiendo… Soy un horror para los editores”.
Son pocos los autores que hablan de una única y definitiva versión de sus textos literarios, publicados prácticamente sin alteraciones. Representan la excepción. Por supuesto, no tomamos en consideración aquí a los que, careciendo de exigencia en el ejercicio escritural, no procuran obtener un producto literario formalmente logrado.
Es muy aleccionadora la forma en la que el escritor y periodista Gay Talese nos da a conocer su método y estilo de trabajo:
“Siempre sigo dándole vueltas a una frase hasta que llego a la conclusión de que carezco de la voluntad o la habilidad para mejorarla, y entonces paso a la siguiente. Al final –eso puede tomar días, una semana entera- reúno suficientes frases escritas a mano como para formar un párrafo y suficientes párrafos como para llenar tres o cuatro páginas de la libreta amarilla. Ahí es cuando por lo general hago a un lado el lápiz y me paso al teclado de mi Olivetti, o de la IBM, o del Macintosh LLci, y comienzo a transcribir lo que he escrito a mano”.
“Mi curiosidad me lleva en distintas direcciones, pero hasta que no invierto mucho tiempo –meses, años- no tengo certeza de que el tema elegido es capaz de mantener mi interés. Algunas veces arrojo a la basura varios borradores de lo que he escrito, mientras que otras veces los conservo, los archivo, los vuelvo a leer uno o dos años después, los reescribo y tal vez vuelvo a archivarlos, o decido que después de todo no valen la pena, así que los rompo y me deshago de ellos para siempre”.“Con frecuencia, escribir es como conducir un camión por la noche sin luces, perderse en medio de la carretera y pasar una década en una zanja”. (G.T. Vida de un escritor)

LA MUSICALIDAD:
En el texto existe un ritmo y un tono, es la respiración de las palabras, más bien de la escritura. Se escribe con el oído. En algunas grandes obras se siente, de trasfondo, algo sonoro y poderoso como el oleaje del mar. En este sentido sólo aspiro ser un decoroso músico. Un turpial, si no se es un canario cardenal o un ruiseñor gentil.
La deuda:
Sin los libros que me señalaron, el escritor no existiría. Si de golpe, me quitaran todo lo que la lectura me ha dado, sería el hombre más pobre del mundo. El más indigente.
Responsabilidad y destino:
Proceder como una conciencia libre es un alto valor que el escritor debe reivindicar, la capacidad de disentir, de no subordinar dogmáticamente su inteligencia ante ningún poder. Cuando el escritor enajena su conciencia, deja de ser propiamente un escritor. Deja de ejercer la soberanía personal, y su palabra pierde resonancia.
La mejor literatura es el más hermoso espejismo de permanencia, eso experimentamos después de leer Don Quijote, Hamlet, Madame Bovary, El canto a mí mismo, La metamorfosis, Pedro Páramo. Mi padre el inmigrante.
El escritor, por muy desamparado que se encuentre, por suicida que sea, es el amante preferido de la existencia. Por eso quizás, aunque lo niegue, su mayor desafío es vencer a la muerte con el filo de la palabra. La muerte tiene brazos de molinos de viento.

(Texto parcial del trabajo titulado En torno al oficio de Escritor. 2011)

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Día Internacional de la Paz: haz que tu voz se oiga

Paz y Democracia en Venezuela y en el mundo: haz que tu voz se oiga

El Círculo de Escritores de Venezuela se une a la celebración del Día Internacional de la Paz. El 21 de septiembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Paz. Las Naciones Unidas invitan a todas las naciones y a todos los pueblos a respetar ese Día la cesación de hostilidades y a observar también el Día con actividades de educación y concienciación del público respecto de asuntos relacionados con la paz.

La Asamblea General ha declarado que este es un día dedicado a fortalecer los ideales de la paz, tanto en el seno de todos los pueblos y naciones como entre ellos.

Este año, en que el Día se celebra por trigésima vez, el tema es “Paz y democracia: haz que tu voz se oiga”.

En el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas se afirma que la Organización se fundó para prevenir y resolver los conflictos internacionales y ayudar a crear en el mundo una cultura de paz.
La paz y la democracia están vinculadas íntimamente. Juntas constituyen una alianza que promueve el bienestar de todos. La democracia, consagrada en la Declaración Universal de Derechos Humanos, sustenta un entorno propicio para el disfrute de innumerables derechos políticos y libertades civiles.

En armonía con el tema del Día se está produciendo en el mundo un fenómeno extraordinario. En todas partes, las jóvenes y los jóvenes están demostrando el poder de la solidaridad acercándose unos a otros y manifestándose unidos en favor del objetivo común de la dignidad y los derechos humanos. Este impulso poderoso trae consigo la posibilidad de crear un futuro en paz y democracia. Une tu voz a la de ellos.
Hay muchas formas de participar en las prácticas democráticas, por ejemplo, interviniendo en un diálogo sobre los procesos constitucionales, promoviendo el empoderamiento de la sociedad civil, contribuyendo a la lucha por la igualdad entre los géneros y contra la discriminación, coadyuvando a la educación cívica y fomentando la inscripción de votantes.

El Día Internacional de la Paz ofrece a todos los pueblos del mundo una fecha común para organizar acontecimientos y emprender actividades que pongan de relieve la importancia de la paz y la democracia en forma útil y realista.

El Día Internacional de la Paz fue proclamado en 1981 en la resolución 36/677 de la Asamblea General de las Naciones Unidas para que coincidiera con la apertura del período de sesiones de la Asamblea, el tercer martes de septiembre de cada año.

La primera observancia del Día de la Paz tuvo lugar en septiembre de 1982. En 2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la resolución 55/282 , por la que declaró que el 21 de septiembre sería un día anual de cesación del fuego y de no violencia.

Resumen de la fuente: http://www.un.org

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Redescubrimiento de la lectura de Doña Bárbara.La imagen del cine reinventando la palabra

Magaly Salazar Sanabria

La novela latinoamericana se ha destacado en el mundo entero por su excelente narrativa y sus propuestas ficcionales. Estas características han hecho de ella un cultivo propicio para la imagen del cine. No sólo el boom latinoamericano ha estimulado la producción cinematográfica. En América, personaje como la Doña Bárbara, novela del mismo nombre de Rómulo Gallegos, se afianzó en el mundo de la cinematografía.
Doña Bárbara, novela tan importante de nuestra literatura traspasa las fronteras de un libro para apoderarse de la imagen visual. Se trata de proyectarla al lenguaje del cine para que sea más conocida su belleza artística y su trascendencia- También, se propone distinguir los canales de información de un film: (el habla, texto escrito o guión, banda sonora, imagen visual, efectos sonoros o especiales).interpretar el mensaje de la película y su importancia, reconocer el guión, y la imagen , el punto de vista del crítico y del narrador, el montaje, la fotografía, el encuadre de la película.

En la película observaremos:1)En qué corriente cinematográfica latinoamericana se inserta la obra.2)Estructura de las películas y su funcionamiento:-Coherencia y organización -Ordenación de las secuencia 3) Los canales de información: Texto escrito, el habla, la imagen visual, banda sonora, efectos sonoros4) La puesta en escena del guión 5) La importancia de la imagen como elemento de sugerencia 6)Punto de vista del narrador y del crítico. 7) Qué dice el Director (Elementos estudiados en una investigación más prolija)
Doña Bárbara (1943):
Director Fernando de Fuentes Reparto Principal: Guión: Rómulo Gallegos y Fernando de Fuentes, Co-director: Miguel Delgado, Música: Francisco Domínguez, Fotografía: Alex Phillips. Reparto Principal: María Félix: Doña Bárbara, Julián Soler: Santos Luzardo, María Elena Marqués: Marisela, Andrés Soler: Lorenzo Barquero, Agustín Isunza: Juan Primito.
Doña Bárbara fue la revelación de un gran escritor: don Rómulo Gallegos y también la entrada magistral de Venezuela en el escenario mundial y continental. Gracias a esta obra, se hizo acreedora de un mayor prestigio literario e intelectual.

Esta novela originó, en 1943, la película de su mismo nombre. Dirigida por Fernando de Fuentes e interpretada, en el papel estelar, por la mítica María Félix. Cuenta la película que Santos Luzardo, un hombre de la ciudad, regresa al llano a recuperar sus tierras. Se tropieza con la fuerza dominadora de Doña Bárbara y la de un Juez corrupto que no le importa la justicia. El Hato de Santos es Altamira y él quiere vender su propiedad pero dos fuerzas antagónicas se oponen: su sed de justicia y la barbarie y la arbitrariedad de la Doña. En todo este entorno vive Marisela, la hija abandonada de Doña Bárbara. La Doña es la devoradora de hombres, se enamora de ellos y después los destruye y Santos Luzardo no es la excepción, pero esa batalla la pierde la “dañera” porque Santos se enamora de Marisela y se casan. Al final de sus tropelías y cuando se ve perdida, la hija de los ríos se pierde en el tremedal, entre fantasmas ,sombras y espantos de la sabana.
El viaje en el bongo de Santos Luzardo, el recuerdo de Asdrúbal, un hombre a quien la Doña amó, el espectro de la Barquereña, la tierra maldita, los acontecimientos insólitos de la aplicación de la ley, las tolvaneras, los amansadores, las supersticiones, son cuadros interesantes de los referentes geográficos y humanos de la película.
Es importante resaltar el medio físico y humano. El llano venezolano, sus paisajes y lugares, ancho, de inmensidad bravía,“praderas sin límites, hondos, mudos y solitarios ríos.” Por supuesto, que la película no puede detallar la inmensidad de árboles, pájaros y animales que describe la novela pero trata de amoldarse a los ritmos de la obra escrita. La fotografía y la imagen como metáfora de la realidad física y espiritual están muy presentes en el film. Los personajes principales se definen muy bien, pues fueron escogidos los mejores actores del cine mexicano. Doña Bárbara, Santos Luzardo, Pajarote, el Brujeador, Juan Primito, Mister Dánger, Lorenzo Barquero, entre otros peronajes, han sido bien tratados. Los habitantes del llano, francos, rudos, crédulos, desconfiados y supersticiosos, sobrios, maliciosos, trabajadores e indómitos, recelosos y leales, “humildes a pie y soberbios a caballo”, son trasladados al cine con cierta fidelidad.

Al definir categorías y pautas de observación y valoración de un relato literario, se producen vacíos y ausencias inevitables, sobre todo al trasladar de una novela de la densidad de Doña Bárbara, que se explican porque en este tipo de trabajo se pretende poner punto final a un tema. Sería inútil y presuntuoso querer llevar la inmensidad de la obra literaria al lenguaje fílmico. La aspiración es hacer un análisis pertinente y viable en un área que se caracteriza por ser interdisciplinario.

La película posee muchos cuadros, retratos, sugerencias, es un mundo físico y un mundo psicológico, es folklore y es símbolo; es una historia social y política, es una propuesta de reivindicación y superación. Es también crítica de un presente triste y lleno de porvenir. La película guarda un mensaje profundamente humano: la confianza en el progreso, en un futuro mejor, en la redención, en el triunfo de la civilización sobre la barbarie. Pero como toda película que proviene de una obra literaria resulta difícil, en ciertos casos, llevar a cabo una adaptación convincente a los ojos de los espectadores y que no traicione las bondades de la literatura en la opinión de los lectores. Así que el film Doña Bárbara no puede asumir la novela como tal, es otra cosa.

BIBLIOGRAFÍA
Cabrera, G. (1997) Cine o sardina. Madrid: Alfaguara
Casetti, F y Di Chío, F (1996). Cómo analizar un film.Barcelona: Paidós
Feldman, S.(1994) La realización cinematografica. Barcelona: Gedisa.
Geduld, H. (1997). Los escritores frente al cine. Madrid: Fundamentos
Martín, M. (1996).El lenguaje del cine .Barcelona: Gedisa
Schbckers, S. (1995) De la novela al cine. Análisis narratológico-comparativo. En: Revista
Iberoamericana Lateinamerika Spain. No 60. pags. 20-47

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PASAR LA PÁGINA

Traemos a colación un asunto que nos parece de suma importancia, planteado en esta editorial de Analítica Premium, sobre un tema que nos concierne a todos, un mal que arrastramos en Venezuela: “Una de las facetas más negativas que tenemos es la creencia generalizada de que las leyes están allí para que las cumplan otros; eso es la característica principal de la mal llamada viveza criolla”.
Fuente: www.analitica.com. Gracias por permitirnos publicarla

PASAR LA PÁGINA

Venezuela necesita personas que crean en la reconciliación, pero eso si, con una disposición cierta a vencer los males que caracterizan la vida en nuestra sociedad
No va a ser fácil pasar la página después de tantos desaguisados. Nunca en la breve historia de nuestro país habíamos alcanzado el grado de polarización que hoy existe, y lo más grave es que la raíz del odio se expande como un tumor maligno en nuestra sociedad.
Venezuela necesita personas que crean en la reconciliación, pero eso si, con una disposición cierta a vencer los males que caracterizan la vida en nuestra sociedad. Estos no son solo el producto exacerbado de estos últimos doce años sino que vienen desde mucho más atrás en nuestra historia republicana.
Una de las facetas más negativas que tenemos es la creencia generalizada de que las leyes están allí para que las cumplan otros; eso es la característica principal de la mal llamada viveza criolla. Por eso, sin importar el color político que nos defina, nos coleamos en el tráfico, en las filas que se forman en los bancos y si somos motorizados no tenemos porque respetar otra norma que la de llegar primero.
Una de las primeras lecciones que tendremos que aprender, si de verdad deseamos vivir en un mejor país, es acatar las normas esenciales para vivir en sociedad. No sirve molestarse cuando alguien abusa de su poder y viola las normas si no pensamos con honestidad, si en otras ocasiones y quizás a diferente escala no hemos hecho lo mismo.
La siembra de valores debe ser tarea de todos, en la casa, en la escuela y en la vida. Sin moral y cívica no hay sociedad que funcione y necesariamente para poner el orden que no hemos sabido crear tendremos que someternos a las veleidades del caudillo de turno que impondrá el orden que más le convenga y le favorezca.
La solución a la crisis existencial de nuestra nación no está en un nuevo Mesías sino en la toma de conciencia de que los cambios nos corresponden hacerlos todos en nuestra cotidianidad.
La solución.

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ABIERTA CONVOCATORIA AL VIII PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CIUDAD DE GRANADA FEDERICO GARCÍA LORCA.

Hasta el 30 de septiembre

El Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro, con el fin de mantener informados a nuestros escritores y escritoras y promover su participación en concursos y certámenes literarios nacionales e internacionales, invita a los interesados a participar en el VIII PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CIUDAD DE GRANADA FEDERICO GARCÍA LORCA. Este galardón tiene por objeto premiar el conjunto de la obra poética de un autor/a vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la literatura hispánica. El Premio, que se concede todos los años sin posibilidad de declararlo desierto, consiste en: Diploma acreditativo, obra gráfica conmemorativa, 50.000 euros, Jornadas Académicas de estudio de la obra del/a galardonado/a, con la presencia del mismo, Acto literario, con la participación del/a poeta galardonado/a en la última edición del Premio, edición de una antología poética del premiado/a. A continuación suministramos las bases y los respectivos contactos:

BASES DE LA CONVOCATORIA

Primera.- Este galardón tiene por objeto premiar el conjunto de la obra poética de un autor/a vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural de la literatura hispánica.

Segunda.- El Premio, que se concede todos los años sin posibilidad de declararlo desierto, consiste en:
* Diploma acreditativo
* Obra gráfica conmemorativa
* 50.000 euros
* Jornadas Académicas de estudio de la obra del/a galardonado/a, con la presencia del mismo
* Acto literario, con la participación del/a poeta galardonado/a en la última edición del Premio.
* Edición de una antología poética del premiado/a.

Tercera.- Podrán proponer candidatos:
– Las Academias de la Lengua Española
– Las Academias Nacionales, Regionales o Locales que tengan sección de Literatura
– Las Instituciones que por su naturaleza, fines o contenidos, estén vinculadas a la literatura en lengua castellana
– Las Instituciones a las que representan los miembros del Jurado.

Cuarta.- Las candidaturas, debidamente motivadas, deberán recibirse en la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Granada antes del 30 de septiembre de 2011.

Quinta.- Las candidaturas presentadas y admitidas por el Jurado del Premio en la presente edición, excepto las galardonadas, serán consideradas candidaturas de las próximas convocatorias, salvo indicación expresa por parte de la Institución proponente.

Sexta.- El fallo del Jurado se producirá antes del 15 de octubre de 2011.

Séptima.- La entrega del Premio tendrá lugar en la ciudad de Granada con la presencia del Excmo. Sr. Alcalde.

Octava.- La aceptación del Premio lleva implícita la conformidad y el cumplimiento de las Bases.

Novena.- La no asistencia injustificada a la entrega del Premio, por parte del galardonado, supondrá la renuncia a los derechos económicos derivados de la concesión.

Décima.- El Jurado, bajo la Presidencia del Excmo. Sr. Alcalde de Granada, se constituirá con los siguientes miembros:
1.º Un representante de la Real Academia de las Buenas Letras de Granada.
2.º Un representante del Patronato Huerta San Vicente.
3.º Un catedrático de Literatura de la Universidad de Granada.
4º Un representante de la Fundación Federico García Lorca.
5º Un representante de la Residencia de Estudiantes.
6º Un representante del Centro Generación del 27.
7º Un representante de la Casa de América.
8.º Actuará como Secretario del Premio, con voz pero sin voto, el Concejal Delegado de Cultura.

Undécima.- En el Acto de Constitución el Jurado determinará el procedimiento de trabajo para efectuar la elección del autor/a premiado.

Duodécima.- El fallo del Jurado es inapelable.

Decimotercera.- La Secretaría del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca tiene su sede social en la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Granada.

Decimocuarta.- Información y envío de candidaturas:
Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Granada
Avenida de las Fuerzas Armadas s/n.
Complejo «Los Mondragones», 18071 Granada
Tfno.: 958 24 81 60 – Fax 958 24 81 95
(Aprobadas por acuerdo nº 348 de la Junta de Gobierno Local, de fecha 11 de marzo de 2011)

www.premiogarcialorca.es/premio_bases.php

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De mirada en mirada

Por Lidia Salas

Una lectura de Fugit Tempus, de Rubén Darío Otálvaro Sepúlveda

Cae en Caracas uno de esos aguaceros de verano, con relámpagos que tasajean las paredes con su brillo, y truenos que nos devuelven al terror de la infancia, allá, en la patria lejana. Afuera suena el estropicio de la lluvia, mientras leo en un susurro, las mini ficciones de este escritor de la comarca Sinuana, quien me los ha enviado a través del Cyber espacio.
La humedad, el sonido de las gotas al caer, el calor que persiste a pesar del agua que rueda, son los elementos mágicos que recrean el espacio donde han sido escritas: la vertiente legendaria del Sinú y sus afluentes cercanos a la costa Caribe.
Fiel a uno de los postulados de la retórica de este tipo de literatura, sus títulos anuncian y resumen la temática de los textos. Es el primer acierto que se advierte en su lectura: Bird, Ayer, Allí, Lovers, Anuncio, Lector, Eco, Epifanía, ¡Bésame!, en una sola palabra, destacan la esencia misma de la sinopsis, que constituye el relato.
El primer título citado corresponde a una de las páginas que más me conmovió. Como amante del jazz, considero a Charlie Parker, como uno de sus íconos memorables, por la profunda humanidad que arrastró durante su vida, pero sobre todo, por la elevada tesitura de su saxofón de cristal. La metáfora que el narrador emplea para sugerir el
estado al que eleva a los seguidores de su música, de cuyos aplausos salen palomas blancas, es una imagen poética de gran plasticidad.
En la intertextualidad de algunos de ellas, se recrean y celebran la vida y la obra de autores que han marcado y seguirán marcando a las generaciones de los nuevos escritores, por la tensión de sus vidas. Especial mención se hace de, Suicida I y Suicida II sobre la muerte de Ernest Hemingway y Virginia Woolf. En frases cortas, el autor condensa emociones y escenas postreras, que en palabras apenas sugeridas, establecen una original manera de decir lo ya conocido.

Rubén Darío versiona textos de la literatura clásica y resalta la vinculación de su escritura con poetas como Borges y Vallejo.
Esta misma recreación se manifiesta en Lovers. En esta historia, se recrea el final de la tragedia de los amantes de Verona. Siguiendo los postulados de Harold Bloom, en Angustia de la Influencias, el autor, a manera de mosaico, reescribe su relato con elementos sacados de fuentes literarias diversas, esto sucede en Apócrifo.
Destacado lugar tiene el tema del erotismo. La zona del Caribe, en donde se nutre la pluma del autor, es un lujurioso panorama, donde el paisaje, los sones, los colores y la manera relajada de afrontar la vida, predispone a relaciones donde la pasión, el despecho y la muerte tienen matices especiales. Estas páginas, reflejan de manera fidedigna, el fluir de la vida erótica de los habitantes de esas tierras mágicas. Sus personajes retratan en la sensualidad de las imágenes, en el deseo de los cuerpos y en los desencuentros, pasiones que no
tienen otra salida diferente a la muerte. Eros y Tánatos en la macabra danza de la tragedia humana.

Pero la muerte, tiene también su acento de testimonio. Colombia es una tierra que, a causa de su irremediable violencia, se ha desangrado por décadas. El texto titulado Allí, constituye en su marcada desesperanza, la denuncia de esa violencia cruel.

El humorismo presente en algunos de esos mini relatos, merece una reseña particular. En algunos casos es desacralizador, tal como sucede en, Milagro. En Otros relatos es profundamente tierno o con un guiño cruel, versiona otra realidad. Es en estas variaciones, donde la pluma de Rubén Darío Otálvaro, alcanza la dimensión de gran conocedor del alma humana.

En la extensa colección que constituye este libro, tiene también cabida la poesía, estrechamente vinculada a los temas, a las descripciones o a los contenidos afectivos de hondo significado. La reflexión filosófica palpita en contenidos conceptuales. Se citan: “Es el tiempo de la eternidad” y “Un hombre es todos los hombres.” Respuestas y frases que cierran sus historias respectivas, de manera magistral.

Las horas han pasado sin que el ritmo del discurso, suelte la atención de la lectura, que sigue descifrando mensajes. No ha
advertido que del chubasco de verano, queda apenas la apagada melodía de los grillos. Es noche cerrada.

Celebro, las miradas de este escritor colombiano de la costa Atlántica, con las que ha elaborado sus mini ficciones. En ellas se descubre, una especial inteligencia para cifrar códigos y para sugerir en una frase, contenidos extensos y profundos. Rinde en sus textos, un sentido homenaje a autores y a obras de la Literatura universal. Presenta también, su visión de un mundo actual donde la violencia, la soledad, el amor y la desesperanza sigue marcando la existencia de seres que viven bajo la egida de la muerte. Encuentra el ritmo de un discurso original, pleno de poesía, humor, pasión, En su lenguaje expresa en forma resumida, como flashes instantáneos, escenas de la existencia y de la angustia del final presentido.

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Como vaya viniendo vamos viendo

COMO VAYA VINIENDO VAMOS VIENDO

Enrique Viloria Vera

Con el interés de quien ya había disfrutado y sufrido los capítulos de la telenovela Por estas Calles, fui al teatro a ver la obra Como vaya viniendo vamos viendo, en la que Ibsen Martínez vuelve a hacer de las suyas con la inmensa complicidad de Eudomar Santos, desdoblado a veces en Franklin Virguez.

Ibsen – histriónico – arranca la función – como un tercer hombre de negro – para contarnos los pormenores de las situaciones de pelazón que lo llevaron a convertirse en un becario de Marcel Granier para elaborar el libreto de una telenovela social que develó las podredumbres de una sociedad viciada en sus cimientos y que experimentaba sus últimos estertores.

Entrevista Ibsen a Eudomar Santos en un singular dialogo de creador con su creatura, de Geppetto con Pinocho, de padre con hijo, en el que Eudomar se libera – como Prometeo – de sus cadenas y en cancha propia, en barrio conocido, batea un jonrón con el que barre las bases de la hipocresía para contento del auditorio. Es que Eudomar una vez más se come la bola y denuncia los peligros de entender la vida a corto plazo, esa existencia precaria que no hay valores que la sustenten, porque de lo que se trata es de sobrevivir cotidianamente, de vivir como vaya viniendo.

La obra se transforma en un monologo en el que Eudomar hace y deshace, la emprende contra todos y todas, recuenta, rememora, sufre y se alegra, se reconoce militante político oportunista y saqueador por necesidad. Va y viene en un penoso discurso del marginal que sigue siendo para – paradójicamente – no arrancar lágrimas sino carcajadas.

De una vez por todas se aclara que no habrá parte 2 de la telenovela de marras, aunque el posible libreto es expuesto sobre la base de lo que los venezolanos padecemos todos los días en esta malhadada V República que dejo pequeña a la IV en lo que a podredumbre, corruptela, mentira, ineptitud e hipocresía se refiere.

Sostiene sabio Eudomar en confesión a Franklin, su otro yo, que no se enrola ni de vaina en un suicida Plan B para pasar a engrosar las filas de nuestros infelices exiliados y, con ardor de país, recita unos cuantos y apretados versos del desolador poema La Balada del Preso Insomne de Leoncio Martínez (1888 – 1941) que reproducimos completo, como un homenaje al poeta y como un agradecimiento profundo a Ibsen y Franklin por esa hora y media de alegría y rabia, de contento y desolación, de risa y lágrima que nos hicieron pasar a todos aquellos que queremos patria y no cuartel.

Estoy pensando en exilarme,
en irme lejos de aquí
a tierra extraña donde goce
las libertades de vivir:
sobre los fueros: hombre-humano
los derechos: hombre-civil.
Por adorar mis libertades
esclavo en cadenas caí:
aquí estoy cargado de hierros,
sucio, famélico, cerril,
enchiquerado como un puerco,
hirsuto como un puerco-espín.
Harto en el día de tinieblas
asomo fuera del cubil
bien la cabeza, bien un ojo,
bien la punta de la nariz;
temeroso de un escarmiento,
encorvado, convulso, ruin,
—como ladrón que se robase
sólo el reflejo de un rubí—
por mirar brillando en el patio
el claro sol de mi país.

II
¡Sol para iluminar ensueños
de vastos campos sin confín,
del cielo abierto a la esperanza
de las alas tendidas. Y
aquí alumbra torvas miserias,
venganzas crueles, odio vil
y un dolor que no acaba nunca
ante otro dolor por venir…
¡Oh la bendita tierra extraña
donde nadie sepa de mí!,
a donde llegue de atorrante
sin ambiciones de Rothschild
con la mediocre burguesía
de que me dejen existir!
Hablaré mal en otro idioma,
comeré bien otros menús,
y alguna tarde arrellanado
en mi sillón de marroquín,
viendo a través de los cristales
un cielo de invierno muy gris,
pensaré en los muertos amados,
en los amigos que perdí,
en aquella a quien quise tanto
con la vesania juvenil
de cuando iluminó mis sueños
¡ el claro sol de mi país!

III
Estoy pensando en exilarme,
me casaré con una miss
de crenchas color de mecate
y ojos de acuático zafir;
una descendiente romántica
de la muy dulce Annabel Lee,
evanescente en las caricias
y marimacho en el trajín,
y que me adore porque soy
tropical cual mono tití…
que me pregunte ingenuamente
— ¡y yo no la habré de desmentir!—
cómo es cierto que en Venezuela
los coches de la gente chic
los tiran parejas de tigres,
de tigres «tamaños así…»
(y la altura de un elefante
marcará su mano pueril).
¡Qué fantasías desarrolla
el claro sol de mi país!
IV
Mis hijos han de ser gimnastas
con el ímpetu varonil
de quien tiene libres los músculos
libres el pensar y el sentir,
pues nacerán en tierra extraña
y no en la tierra en que nací;
y mis nietos, gigantes rubios,
de cutis de cotoperiz,
bíceps y espíritus de atletas
con volubilidad infantil,
puede que sí se me parezcan,
tal vez tengan algo de mí:
la realidad de mis ensueños,
la mentira de mi sufrir.
¡Pero en vano entre sus cabellos
hundiré mi mano febril,
echaré hacia atrás sus cabezas
y buscaré, sin conseguir,
en el fondo de sus miradas
el claro sol de mi país.

V
Y cuando ya, siempre extranjero,
descanse más libre por fin,
y tenga lo que a mi me niegan:
la libertad del buen dormir,
en un cementerio evangélico,
cubierto por el cielo gris,
allá que no hay flores al año
sino una vez, mayo o abril,
a falta de la cruz de té,
del nardo, la rosa o el lys,
colocarán sobre mi tumba,
grabado a rasgos de buril,
un versículo de la Biblia
o algunas coronas de zinc.
Y ya muchos años más tarde,
muy cerca del año 2000,
mis nietos releyendo las fechas
de mi muerte y cuando nací,
repetirán lo que a sus padres
cien veces oyeron decir:
— ¡y le darán cierta importancia!—
«el abuelo no era de aquí,
»el abuelo era un exilado,
»el abuelo era un infeliz,
»el abuelo no tuvo patria,
»no tuvo patria… ¡Y ellos sí!

VI
¡Ay, quién sabe si para entonces,
ya cerca del año 2000,
esté alumbrando libertades
el claro sol de mi país!

*Enrique Viloria Vera, escritor venezolano, polígrafo, poeta, ensayista, humorista, crítico de arte. Recientemente recibió el Premio Internacional Lucila Palacios.

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Prólogo libro de Cuentos de FAEC, por Heberto Gamero

Fundación Aprende a Escribir un Cuento

I Edición de Cuentos 2011
Prólogo
No quisiera hablar en primera persona, pero qué mejor
oportunidad para comentarles acerca del nacimiento de la
Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC) que ésta,
donde se presenta el trabajo de veintisiete destacados participantes quienes, como yo, han descubierto en el cuento no sólo una forma de expresarse sino también una manera más benigna de sobrellevar la vida. Veintisiete cuentos escogidos entre ciento noventa y tres estudiantes, elaborados a lo largo de trece talleres que la fundación ha impartido desde febrero de 2009 hasta marzo de 2011.
Todo comenzó cuando “Los zapatos de mi hermano”
obtuvo el premio del 63o Concurso de Cuentos de El Nacional en 2008. Lo había escrito en enero de ese año y durante varios meses, hasta que finalmente mi esposa lo llevó a las oficinas del periódico, lo estuve revisando, recortándolo por aquí y por allá, depurándolo en ripios como recomienda el maestro Horacio Quiroga. Tal vez fue en junio de ese mismo año cuando le puse el punto final, lo metí dentro de un sobre junto con un puñado de bendiciones y lo entregamos a El Nacional. Pocas semanas después me dieron la gran noticia.
Yo, que era nuevo en estas lides, que hasta finales de 2002
sólo había escrito cartas comerciales y memorandos internos en una fábrica de pantalones, que competía con más de doscientos cuentistas —muchos de ellos con mayor experiencia y más calificados que yo—, no podía creer que hubieran escogido mi cuento, que mi relato fuera —después me enteré— el único que figuraba entre los favoritos de los tres escritores que integraban el jurado. Un milagro, fue lo primero que pensé. Recuerdo que estaba en la sala de espera de un consultorio de la Clínica Metropolitana y no pude soltar el grito que me vino a la garganta sino hasta un rato después, cuando me metí al carro y con los vidrios cerrados di un alarido que hizo temblar los cristales. Un milagro, me dije una vez más. Y de inmediato sentí la imperiosa necesidad de agradecer esa bendición. No resultaba fácil. Podía hacer algún donativo a los viejitos del Asilo de San Antonio, regalar mis libros ya leídos a una biblioteca, sacar unos pantalones de la fábrica y dárselos a quien los necesitase… Pero no, eso no era suficiente. Me parecía una solución fácil y poco honesta para conmigo mismo y para con aquel que no vemos pero cuya presencia a veces nos abruma. Fuere lo que fuere debía ser algo más profundo, más comprometido, que involucrara un verdadero esfuerzo (aunque finalmente se convirtiera en una diversión) de mi parte. La solución llegó al día siguiente, muy temprano, al asomarme a la ventana; colgaba de un rayo de luz que irrumpía por el este de la cuidad: ¡Taller de Cuento!, decía el aviso luminoso en letras grandes que brillaba frente al Ávila. Pero, ¿cómo se da un taller de cuento sin nunca haber participado en uno, sin libros técnicos donde investigar, sin experiencia pedagógica, sin un sitio donde hacerlo…? En verdad no lo sabía, no conocía cómo llevar a
cabo aquella idea. Pero me gustaba, la idea me agradaba,
flirteaba con ella como lo hice una vez con mi primera
novia… Poco después, a finales de 2008 teníamos un viaje
programado a España. Una buena oportunidad para comprar libros sobre técnicas cuentísticas, dijo mi esposa. Claro, le contesté. Y pasamos buena parte de aquel viaje, entre tapas y copas de vino, museos y obras de teatro, en las librerías mejor surtidas de Madrid buscando y comprando libros cuyo tema fuera cómo escribir cuentos. Al final de las vacaciones ya teníamos más de una docena de estos libros y de muchos otros, siempre de narrativa: clásicos, actuales, premiados y diversas antologías comentadas que me podrían dar ideas sobre lo que pretendía hacer. Aparte de esto una amiga, que había hecho un taller de cuento en una importante escuela
de Madrid, al conocer mis intenciones, me hizo llegar las
guías que le habían dado en el transcurso de su taller. Ya me sentía en el camino.
Ya de regreso a casa, con nuestras maletas cargadas de
libros, mi sueño de armar un taller de cuento iba tomando
forma dentro de mi cabeza. En enero de 2009, apenas llegué a Caracas, comencé a investigar en las guías, en la cantidad de libros que había comprado, en otros de producción local, a revisar las opiniones de los expertos y, por decirlo de una forma quizás poco elegante pero muy esquemática, metí todo eso dentro de una licuadora, le di vueltas durante largo rato y luego lo vertí dentro de un fino colador por el que sólo podía pasar un delgado y sustancioso hilo de líquido o de técnicas literarias
sobre el género breve. Así nació Aprende a Escribir un
Cuento, un taller intensivo, concentrado, que en sólo cuatro
sesiones brinda al participante la posibilidad de iniciarse con
buen pie en el maravilloso mundo de la escritura de relatos.
Una vez concebido el taller sólo restaba ponerlo en práctica.
¡Qué nervios! Gracias a los amigos del Círculo de Escritores
de Venezuela y al apoyo de Cultura Chacao podíamos
disponer de cuatro sábados en la prestigiosa Sala Cabrujas.
Así, en febrero de 2009, se llevó a cabo el primer taller Aprende a Escribir un Cuento, gratuito. Fue todo un acontecimiento, una gran fiesta literaria para los que estábamos allí. Una vez analizadas las características fundamentales del género, y a lo largo de las cuatro sesiones, leímos cuentos considerados obras de arte, los participantes elaboraron sus propios relatos y los analizamos hasta verles las costuras; una explosión
de personajes, conflictos, escenarios y descripciones parecía inundar la sala en cada encuentro, los ojos de los talleristas se hacían más y más grandes cada vez que, en la pizarra, saltaba un error o destacaba un acierto; yo me emocionaba tanto como ellos, veía el resultado, aprendía de mi propia guía y de los participantes, me divertía, pasaba los mejores momentos de la semana… Pero esto no se podía quedar ahí
Había que continuar. En la última sesión, mientras celebrábamos el final del taller con una copa de vino, la idea de crear una fundación comenzó a hacer cosquillas en mi calva, una fundación que llevara el taller a la mayor cantidad de gente posible. Pero aquel agradecimiento que necesitaba hacer aún no lo sentía pleno. Faltaba algo. Claro que llevar el taller a mucha gente y hacerlo de forma gratuita significaba un esfuerzo, una buena labor desde todo punto de vista, pero todavía había algo que no terminaba de convencerme: la punta filosa de la etiqueta en el cuello de mi camisa, el mosquito a medianoche rozando mi oído; no lograba determinar qué era, de qué se trataba todo aquello. No pasó mucho tiempo antes de que lo descubriera, tal vez una de esas mañanas cuando muy temprano me asomo a la ventana y el sol en complicidad con el cerro me dice secretos que no puedo guardar: ¡el taller debe ir dirigido también a estudiantes de escasos recursos! Con esta premisa se registró FAEC el 18 de agosto de 2009.
Decidimos cobrar a los que pudieran pagar y con ello financiar a los muchachos de los liceos públicos del país cuyos directores quisieran sumarse a esta iniciativa, también con el objeto de recabar fondos para la presente publicación. Si bien es cierto que, por problemas que no viene al caso mencionar, hasta el momento ha sido mayor la cantidad de talleres dictados al público en general que a jóvenes liceístas, nuestro objetivo es revertir esta cifra y muy pronto, Dios mediante, lograr que la gran mayoría de nuestros talleres sean dirigidos a estos muchachos de escasos recursos, para así motivarlos a cambiar la cerveza por el lápiz y la droga por los libros. Para ello, con la meta de abarcar la mayor cantidad de liceos posible, incluso para impartir el taller de forma simultánea si es necesario, ya contamos con la colaboración del escritor Álvaro Pérez Capiello y de la periodista Alessandra Hernández (participante de aquel primer taller de febrero de 2009), instructores y miembros honorarios de FAEC, y comprometidos de corazón con la Misión y la Visión de nuestro pequeño grupo.
Qué bueno, ya desde hace un tiempo no siento el filo de
la etiqueta hincando mi cuello, ni al mosquito rondando mi
oreja mientras duermo.

HEBERTO GAMERO CONTÍN,
fundador de FAEC,
Caracas, mayo 2011.

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Maribel Proietti, «Buscando a Manuelita en este siglo»

Damos la bienvenida a la poeta venezolana Maribel Proietti, quien nos visita en Caracas, y la felicitamos por la excelente acogida que ha tenido su poemario «Buscando a Manuelita en este siglo», en Ecuador, donde se encuentra residenciada.

«Buscando a Manuelita en este siglo», fue presentado en el Salón de los Próceres de la Gobernación de Azuay, Ecuador, en la Casa de la Bienal de Cuenca. El libro fue publicado por la Editorial Publicarte, en el 2010.

Cada poema intenta mostrar a una Manuela que se adelantó a su tiempo, señala Proietti. Se refiere a ella como una mujer rebelde y luchadora, que hizo caso omiso a las duras críticas y a la maledicencia de la sociedad quiteña de su época. «Toda mujer lleva en sí una parte de Manuelita».

Asegura que este libro la identifica, por su constante lucha para sobrevivir con la poesía. Maribel es descrita por sus allegados como una persona carismática y apasionada. Actualmente, se dedica a fomentar la escritura en los Colegios de Cuenca.

La autora fue invitada a leer poemas en el Museo de Arte Moderno y en los Colegios J. Calle, Miguel Merchán, Benigno Malo, Corazón de Jesús y Colegio Ecuador.

El 23 de noviembre de 2011, en la ciudad de Quito, será presentado el poemario, en el marco de las actividades especiales con motivo del Aniversario de la muerte de Manuela Sáenz.

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MANUELA EN EL SIGLO XXI
Con entusiasmo recibo de manos de su autora, el poemario Buscando a Manuelita en este siglo, de Maribel Proietti. Es una osadía poética muy femenina seguir las huellas de Manuela Sáenz, una mujer reconocida como heroína de la Independencia del Ecuador, Colombia y Perú. Importantes historiadores y biógrafos la consideran un ejemplo de inteligencia, valor y tenacidad. Destacada patriota ecuatoriana, despertó el interés y la pasión de Simón Bolívar, transformándose en su amante. En su época fue severamente criticada por enfrentarse a las costumbres de una sociedad que consideraba a las mujeres como seres inferiores, que sólo debían dedicarse a las labores del hogar, sin derechos políticos, sujetas al yugo de sus padres, hermanos y maridos. Manuela llegó a ejercer influencia política y colaboró siempre con la causa de Bolívar, lo cual consta en las cartas escritas por ambos y en las consideraciones de los biógrafos más reputados. Ello le valió el exilio y el destierro. Durante décadas, influyentes intelectuales e historiadores omitieron el papel que jugó Manuelita en la gesta libertadora, hasta que en la primera mitad del siglo XX, comenzó a otorgársele la preponderancia que merece. Para los movimientos feministas en un icono, una verdadera leyenda.

Con su estilo audaz y conciso, Maribel Proietti escribe:

Buscando a Manuelita
Mujer fastidiosa
convierte su piel
en hombre

no colocarlo
en jaula

comparte
la cama
como
otras
apasionada inútil

sobras
de
otros
platos

lucha
lucha
por la revolución
de su amante…

Buscando a Manuelita en este siglo, nuevamente pone de manifiesto los cambios históricos que pueden surgir de un gran amor unido al profundo anhelo de libertad individual y social. Manuela es un ejemplo a seguir para los pueblos oprimidos.

Carmen Cristina Wolf

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Inicio de inscripciones del Taller de Cuentos

La Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC) 
y el Círculo de Escritores de Venezuela,
invitan al Taller Aprende a Escribir un Cuento, con el Profesor  Heberto Gamero Contín.

Heberto Gamero  ganó el Concurso de Cuentos de El Nacional en el 2008. Fue finalista en el VI Concurso de Cuentos 2007 de SACVEN. Este año obtuvo Mención especial también en el concurso de El Nacional. Actualmente está dedicado a dictar Talleres en donde se eligen los cuentos más destacados para posteriormente publicarlos.
Objetivo: Aprender a escribir cuentos 
 
CONTENIDO: Características del cuento, la estructura, la brevedad, los escenarios, el tiempo interno, los personajes, el conflicto, etc. Estudiaremos a los más importantes maestros del relato breve, leeremos y analizaremos algunos de sus cuentos. 27 participantes seleccionados de los 12 Talleres impartidos, ya han sido publicados en la Primera Edición de Cuentos FAEC.

FECHAS: Sábados 24 de septiembre / 01, 08 y 15 de octubre de 2011

HORARIO: 9 a 11 am

LUGAR: Sala de conferencias de Pantalones Marshal, calle Milán, Edificio Topoplast, piso 1. Los Ruices Sur (al lado de Baterías Duncan). Estacionamiento propio.
 

Cupo Limitado (12 participantes)
 
CONTACTO:
Carmen Cristina Wolf 0416-629.70.62

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