BEATRIZ ALICIA GARCÍA, SELECCIÓN DE POEMAS

 

En celebración del Día de La Mujer, publicamos una selección de poemas de la escritora venezolana Beatriz García Naranjo:

QUERERSE LLEVA TIEMPO

Quererse lleva tiempo

a veces una vida entera,

entre el amor y el desamor.

 

Amor es acompañarse

en los buenos y malos ratos,

con las virtudes

y los defectos,

tenerse paciencia,

disfrutarse cada día

llueva o haga sol,

entender las equivocaciones

-errar es humano, tan humano-

 

Quererse lleva tiempo,

a veces una vida entera,

entre el amor y el desamor.

 

Mentiría si dijera

que te quise siempre

Bea,

que tu belleza me deslumbró,

tu corazón abierto,

tu perseverancia,

tu loco deseo de vivir,

-hay momentos en que

francamente te detesté-

no supe entenderte

 

Quererse lleva tiempo

a veces una vida entera

entre el amor y el desamor.

 

Amarte

ha sido mi triunfo,

el mejor de todos.

 

CAMINOS

Caminos que no van,

no llegan,

caminos paralelos,

caminos que no

volvían.

 

Caminos

que son promesas

vanas.

 

Caminos medusa,

caminos Reina de las Nieves,

caminos Frankestein,

caminos Robinson Crusoe,

caminos Alicia

en el abismo sin fin.

 

Caminos Dickens,

caminos Anaïs Nin,

caminos Cortázar,

caminos Javier Marías,

caminos Hanni Ossott.

No he conocido otros caminos.

 

¿QUIÉN SOY?

Me busco

en los áticos del alma

donde me espero

cuando me alejo de mí

en este silencio fértil

tejo la urdimbre

de la mujer que soy

 

AUSENCIA

Busco entre las horas

tu voz tu abrazo

en el inmenso océano

de la distancia

Tejo tus manos fuertes

protectoras tomando las mías

escucho el silencio

de ese latido que falta

en este amanecer

sordo inhóspito de no verte

Pero a veces

es la ausencia necesaria

el puñal que atiza

los encuentros más hondos

 

Beatriz  Alicia García Naranjo, escritora venezolana, poeta y ensayista,  con dilatada experiencia en impartir talleres de escritura creativa. Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela. Con una amplia obra publicada, sus poemas aparecen recogidos en numerosas antologías.

@bagtalleresliterarios

#circuloescritoresvenezuela

Editora: @carmencristinawolf en IG @literaturayvida en X

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MARIE CURIE, FÉRREA VOLUNTAD Y ABNEGACIÓN

Marie Curie, férrea voluntad y abnegación

Por Ernesto Marrero Ramírez

En la lista de científicos abnegados y benefactores de la humanidad hay que resaltar, en letras mayúsculas, el nombre de María Salomea Sk?odowska, mejor conocida como Marie Curie o Madame Curie. Una mujer menuda, sencilla y de aspecto frágil, pero con un corazón de acero, un ingenioso cerebro y un alma indómita, que nace Varsovia, capital de Polonia, el 07 de noviembre de 1867. Su padre fue un profesor de física y su madre una profesora que dirigía un pensionado para hembras. Siendo aún niña la vida le presentó muchos reveses que tiñeron su infancia de gris. Tuvo que vivir en un país que se encontraba bajo el yugo de la Rusia Imperial y además le tocó soportar el distanciamiento de su madre que, aunque amaba mucho a sus hijos, evitaba abrazarlos y besarlos para no contagiarlos de tuberculosis.  A la edad de 9 años muere su hermana Sofía a quien apodaban cariñosamente como Zosia, a consecuencia de una epidemia de tifus, y dos años después su adorada madre, producto de esa infección bacteriana con la que tanto luchó. Por estos sucesos, el hogar de los Sklodowski se convirtió en un lugar sombrío, con las ventanas oscurecidas y atuendos negros. Estos hechos formaron en María un carácter fuerte y una mirada seca y triste, que la acompañaría el resto de su vida. Su educación inicial la obtuvo en Polonia, mostrando una capacidad impresionante para memorizar, además de realizar con facilidad cálculos matemáticos. Por otro lado, llegó a dominar varios idiomas: el polaco, el ruso, el alemán, el francés y el inglés.

Sus deseos de continuar estudios en la Universidad, se hicieron una necesidad muy grande. El problema era que en Polonia no le era permitido estudiar a las mujeres en niveles universitarios. Su hermana Bronia también quería estudiar medicina y así llegan a un acuerdo, Marie ejercería la labor de institutriz y ayudaría a pagar sus estudios con la colaboración de su padre, y cuando Bronia obtuviera su título, ella ayudaría a María a realizar los suyos. Y así lo hicieron. Con los años Bronia se gradúa y se casa con un médico, entonces María parte para París a estudiar en la Sorbona. Pasó un tiempo viviendo con su hermana y su cuñado antes de alquilar una buhardilla en el Barrio Latino, que quedaba cerca de la Universidad. Después de años de sacrificios, necesidades y mucho estudio se gradúa con honores en el año 1893, en la carrera de Física y un año después obtiene una segunda licenciatura en Matemáticas.

En Francia, María conoció al físico francés Pierre Curie, quien tenía ya un reconocimiento importante dentro del mundo científico por haber descubierto en 1880, junto a su hermano Jacques, la piezoelectricidad, un fenómeno por el cual al comprimir un cristal de cuarzo se genera un potencial eléctrico. Y Surgió así, prácticamente a primera vista, una atracción en la pareja, no solo física, sino intelectual y espiritual. Por este motivo, contrajeron nupcias el 26 de julio de 1895 ante el alcalde de Sceaux, población cercana a parís. Fruto de esta unión nacerían sus dos hijas: Irene y Eva.

En 1896, María, animada por Pierre, decidió hacer su tesis doctoral sobre los recientes trabajos del científico Henri Becquerel, quien habían descubierto que las sales de uranio transmitían unos rayos de naturaleza desconocida. Dicho trabajo estaba relacionado con el reciente descubrimiento de los rayos X por parte del físico alemán Wilhelm Röntgen. Marie Curie se interesó por este hallazgo y, con la ayuda de su esposo, decidió investigar la naturaleza de las radiaciones que producían las sales de uranio. Lo primero que descubrieron ambos, es que las radiaciones no eran el producto de reacciones químicas, sino que se debían a la naturaleza misma de la materia. En 1898, tras varios años de arduo trabajo, a través del estudio de un mineral denominado pechblenda, aislaron dos nuevos elementos químicos, uno fue el polonio, que María lo bautizó así en referencia a su país natal, Polonia. Ella quería que este nombre atrajese la atención del mundo hacia una Polonia sometida por el yugo imperial ruso y que anhelaba su soberanía e independencia. Y el otro elemento fue el radio, cuyo nombre se lo colocaron debido a su intenso poder radioactivo.

A raíz del descubrimiento del radio, el mundo estaba pendiente de la radioactividad, y por este motivo comenzaron a realizarse investigaciones y experimentos por todo el mundo. En este sentido, se establecen diversas propiedades del radio, el cual es capaz de impresionar las placas fotográficas, convertir la atmósfera en conductora de electricidad, reducir a polvo el papel o el algodón con el que se le cubre, logra expandir su radiación por todas partes, desprender calor, hacer fosforescente el diamante, producir gas de helio y lo más importante: sus rayos queman las células cancerígenas, de aquí se creará la radioterapia o cómo se le llamaba entonces: la curieterapia.

María y Pierre Curie se dedicaron a estudiar diversos materiales radiactivos. En esos años trabajaron en un cobertizo poco equipado y Pierre era el encargado de suministrar todos los medios y artilugios para que María trabajara. Los dos sufrieron quemaduras y llagas producidas por los peligrosos materiales radiactivos.

El 25 de junio de 1903, publicó su tesis doctoral titulada: Investigaciones acerca de las sustancias radiactivas. Y defendió su tesis ante un tribunal para obtener el doctorado con mención Cum Laude. Ese mismo año, junto con Pierre Curie y Henri Becquerel, María fue galardonada con el Premio Nobel de Física: «En reconocimiento a los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubierta por Henri Becquerel». Es notable que estos dos grandes científicos, a pesar de vivir con muy escaso recursos económicos, nunca quisieron patentar sus descubrimientos e inventos. Siempre se atuvieron a sus ideas de que el conocimiento debería estar a total disposición de los otros científicos y en general de toda la humanidad, un acto elevado de altruismo.

Cuando todo indicaba que la familia Curie, caminaba por la senda de progreso profesional y familiar, ocurre una tragedia que va a ensombrecer sus vidas. El 19 de abril de 1906, Pierre, fue atropellado por un carruaje de caballos en la calle Dauphine, cerca de Saint Germain de Pres, en París. Murió de manera instantánea, con el cráneo triturado, sin que nada se pudiera hacer por él. María quedó muy afectada por esta desgracia, sintió que el mundo se le venía encima, ya no contaría con su compañero de investigaciones y de vida. Días después del fallecimiento de su esposo, comienza a escribir un diario, en el que plasma estas letras: “En la mañana del domingo que ha seguido tu muerte, Pierre, he ido por primera vez al laboratorio en compañía de tu hermano. He tratado de hacer un cálculo para una medida, pero me he visto en la imposibilidad de continuar. En la calle, camino como hipnotizada, sin preocupación por nada. No me mataré, no tengo ni el deseo de suicidio. Pero entre tantos coches, ¿no habrá uno que me haga compartir la misma suerte de mi amado?”.

En esos días el gobierno francés le ofrece una pensión vitalicia, la cual rechaza y argumenta que aún se siente lo suficientemente fuerte para obtener el sustento de su vida con su propio esfuerzo. Y poco a poco fue retomado fuerzas para seguir adelante y velar por la educación y el futuro de sus hijas. En este sentido, aceptó la cátedra de física que su marido había obtenido en 1904. Su primera clase en la Universidad causó gran expectación, pues era la primera mujer que daba clases en la Sorbona, que ya tenía 650 años de fundación.  En 1911, recibió su segundo Premio Nobel, ahora en Química: «En reconocimiento de sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento». Marie Curie fue la primera persona a la que se le concedieron dos Premios Nobel en dos campos diferentes y, como mujer, era algo impensable para su tiempo.

En el año 1914, inicia la primera guerra mundial. Durante el conflicto bélico, los hospitales de campaña, en Francia, carecían de personal experimentado y máquinas de rayos X apropiadas para revisar a los soldados heridos en batalla, así que María propuso el uso de la radiografía móvil cerca de las líneas de guerra para ayudar a los cirujanos en el campo de batalla. Aseguró con esta iniciativa, que los soldados heridos fueran atendidos con mayor efectividad si los cirujanos contaban a tiempo con las placas radiográficas. Después de un rápido estudio de la radiología, anatomía y mecánica automotriz, adquirió equipos de rayos X, vehículos y generadores auxiliares y diseñó unidades móviles de radiografía, a las que llamó «ambulancias radiológicas», pero que llegaron a ser conocidas posteriormente como las «pequeñas Curie». Se convirtió así en la directora del Servicio de Radiología de la Cruz Roja francesa y creó el primer centro de radiología militar de Francia. Después de culminada la guerra, a Madame Curie se le ofrecían todo tipo de honores y se le llamaba «la bienhechora de la humanidad». Manifestaciones que supo esquivar con la singular modestia que le caracterizaba.

Después de una vida dedicada a la ciencia y al aporte social, Marie Curie parte de este mundo material, el 4 de julio de 1934, cuando tenía 66 años, debido a una anemia perniciosa, por una alteración de la médula ósea, como consecuencia de las radiaciones a las que estuvo expuesta por tantos años en sus trabajos. Los efectos nocivos de la radiación ionizante no se conocían en ese momento y los experimentos se realizaban sin las medidas de seguridad pertinentes. Fue enterrada junto a su difunto esposo, como lo había pedido en vida. Se fue su cuerpo físico, pero su alma se quedó recorriendo los derroteros de la historia, al dejar un ejemplo de férrea voluntad y abnegación por el mundo científico y la humanidad.

Pasado un año de su deceso, en 1935, su hija mayor Irene, también obtiene el Premio Nobel de Química, junto a su marido Frédéric Joliot, por su descubrimiento de la radiactividad artificial. Cuatro años después un grupo de investigadores alemanes descubre que cuando el átomo de uranio es bombardeado con neutrones se desencadena la llamada fisión nuclear; y Frédéric Joliot completó la investigación, al descubrir que este bombardeo sobre el núcleo de uranio produce, a su vez, nuevos neutrones capaces de hacer estallar otros núcleos de uranio, produciendo así una reacción en cadena. Con este avance se iniciaba la era de la energía atómica. Una era que Madame Curie no conociera pero que fue posible gracias a su incansable trabajo y dedicación por la investigación y la ciencia.

Sesenta años después, en el año 1995, sus restos fueron trasladados, junto con los de Pierre, al Panteón de París, donde se le brindaron las distinciones correspondientes. En honor a esta infatigable pareja se le otorga el nombre «Curie» al asteroide 7000, descubierto el 6 de noviembre de 1939 por Fernand Rigaux. También se le asignó el nombre al elemento sintético Curio (Cm) descubierto en 1944, así como el cráter Curie, ubicado en la Luna, y el cráter Curie del planeta Marte. Sin duda alguna, una labor que dejó una huella indeleble en los anales de la historia.

 

 

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Tal vez demasiado solos, por Raquel Markus-Finckler y Ernesto Kahan, Premio Nobel de la Paz

Foto: Raquel Markus-Fincler

Tal vez demasiado solos


Texto escrito por Raquel Markus – Finckler en colaboración con el Doctor Ernesto Kahan (Premio Nobel de la Paz, 1985)
 

Estamos solos, tal vez demasiado solos

En memoria de Shiri, Ariel y Kfir Bibas Z´L. Dedicado al Doctor Ernesto Kahan

Cada cincuenta años
y en cada generación
seremos elegidos para el juicio.
Cada cincuenta años
y en cada generación
hay quien nos exige sacrificio.

¿Elegidos para qué?
No para vencer
¿Elegidos para qué?
Si ya no nos queda la piel.
¿Elegidos para qué?
Si ya nos ponemos de pie.
¿Elegidos para qué?
Si ya nos colgamos la fe.

Herederos de la rabia de Caín
y de la suerte de Abel.
Siempre en el altar sin ángel ni cordero.
Seguimos ardiendo en el desierto,
Seguimos desafiando el desconcierto.

Estamos solos, tal vez, demasiado solos.
¿Alguien escucha nuestros rezos?
Estamos solos, tal vez, demasiado solos.
¿Alguien atiende nuestros ruegos?
Estamos solos, tal vez, demasiado solos.
¿A partir de qué edad merecernos piedad?

Aunque hoy las redes se vistan de naranja
en nuestro centro, hoy dos niños siguen muertos.
¿Acaso un like los salvará?
¿Acaso una mención los liberará?
Porque hoy ya es muy tarde para ellos,
nuestros niños siguen muertos, tal vez demasiado muertos.

Cada cincuenta años y en cada generación
seremos el pueblo elegido para probar el odio.
Cada cincuenta años y en cada generación
seremos el pueblo elegido para sentir la ira.
¿Para qué molestarse en cosernos las heridas?
¿Para qué molestarse en clamar por empatía?

Siempre en agonía.
Sin llegar a morir del todo.
Siempre en agonía.
Sin dejar de sufrir por todo.
Sería más fácil terminar de caer.

Siempre seremos los extraños.
Siempre seremos los vencidos.
Somos Holocausto. Somos sacrificio.
Somos los culpables, pues seguimos vivos.

Este crudo poema que hoy me atrevo a publicar (y a dedicar), por muy fuerte que pueda llegar a sonar, surgió en mi alma durante una de las profundas e inspiradoras conversaciones (vía chat) que he tenido la suerte y el privilegio de mantener con el Doctor Ernesto Kahan, a quien llegué a conocer gracias a la intervención de dos amistades que valoro y respeto, la que me ha unido por años a Samy Yecutieli, y la que he ido creando, más recientemente, con Cristina Olivera Chávez, una verdadera gigante en el mundo de la literatura y un ser humano inspirador.

El nombre del Doctor Ernesto Kahan se presenta por sí solo, aunque para quienes no lo conozcan, puedo ir adelantándoles que entre muchos otros de sus grandes méritos fue galardonado con el premio Nobel de la Paz, del año 1985, en su figura de vicepresidente regional de la asociación Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear y el Premio Albert Schweitzer de Paz. Es médico, poeta, profesor universitario, académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores y Doctor Honorario en Literatura, judío nacido en argentina que, debido a la dictadura de la Junta Militar, emigró a Israel en 1976. También ha encontrado tiempo para expresar su alma por medio de la poesía y el arte, y es un ferviente activista en la búsqueda de una paz verdadera y sustentable para toda la humanidad.

Nuestra amistad se inició a raíz de la invitación que recibí para participar en el Concurso Internacional de Trovas Clásicas de la Organización Mundial de Trovadores (OMT), un certamen promovido desde Israel por el doctor Kahan, quien actualmente se desempeña como Presidente Honorario de este ente. La edición de febrero, centrada en dos temas: pobreza y liberación, estuvo dedicada a honrar al ilustre poeta Jaim Najman Bialik, considerado el poeta nacional de Israel y una de las figuras más influyentes de la poesía hebrea moderna.

Aunque nunca había realizado trova y estaba muy poco familiarizada con su estricta métrica y estructura, tuve la suerte o el mérito (como quiera que se desee interpretar) de conseguir el tercer lugar en la Categoría Vencedores entre los Nuevos Trovadores premiados por este certamen, el cual llegó a convocar a más de trescientos participantes entre Asia, Europa, América e, incluso, África.

A partir de este mes, es para mí un honor y un privilegio contar en mi currículo con un diploma que contiene la firma de la Presidenta de la OMT: Cristina Olivera Chávez y de su Presidente Honorario, el Doctor Ernesto Kahan. Espero que mi relación con la trova siga in crescendo, pues se trata de un género muy retador que exige condensar un poema completo en solo cuatro versos octosílabos, con rima consonante y en esquema abab.

Estoy segura de que mi reciente amistad con el Doctor Kahan seguirá adelante, nos une el amor por la poesía y el arte, un profundo sentido de conciencia sobre nuestra condición humana y un doloroso amor, pero amor al fin, hacia el pueblo y el Estado de Israel. Puede que le resulte sorprendente, y espero que sea para bien, que haya decidido dedicarle este poema, aunque estoy segura de que si revisa nuestras conversaciones encontrará el detonante. Es una sentencia que me dijo y que se me quedó grabada en el alma a sangre y fuego: “en este mundo los judíos estamos demasiado solos”.

Hace pocos días se llevó a cabo en Israel el entierro de los restos de Kfir, Ariel y Shiri Bibas (que su recuerdo sea una bendición). Los tres permanecen sepultados en un mismo ataúd. Lo que la ignominia separó, permanecerá unido para toda la eternidad. Y no hay forma de describir el sentimiento, la emoción, la desolación que hoy embarga a todo el pueblo judío, por separado y en conjunto.

Sé que escribir no cambia nada, al menos nada realmente importante. Sé que no hay verso que le devuelva la vida a Kfir, Ariel y Shiri. Sé que no hay edificio iluminado de naranja, que no hay ninguna cantidad de likes en una publicación que les restituya todo el futuro que les fue arrancado a la fuerza solo por ser judíos, solo por ser israelíes. Pensar en ellos me hace cuestionarme… tal vez la poesía no siempre tenga una respuesta para todo o, tal vez, la poesía no siempre encuentre la forma adecuada para expresarlo todo. Aun así, no puedo dejar de ver, entender y sentir al mundo (no tanto a su gente) a través del cristal de la poesía que vive dentro de mí… aunque ella no siempre logre salvarme de mi misma o de los demás.

Para que mis lectores no se queden con la curiosidad sobre la trova que me permitió conseguir el tercer lugar entre los veinte ganadores elegidos por la OMT para la edición de febrero 2025 (en idioma español), aquí les dejo mis versos:

¡Si pudiera condensar
en un beso al Universo;
yo podría compensar
la pobreza de mi verso!

Quiero terminar esta entrega citando el Doctor Kahan, quien ha encontrado en el arte y la literatura (y también en la trova) una manera de entender y procesar el mundo en el que vive, aunque algunas veces este mundo por el que tanto ha trabajado lo haga sentir demasiado solo.

Palabras del Doctor Ernesto Kahan

A la reconocida y superior poeta Raquel Markus, que enternece al corazón de los lectores, la conocí cuando se presentó al concurso de Trovas Clásicas que organicé en la OMT (Organización Mundial de Trovadores) desde Israel en homenaje a su poeta nacional Jaim Najman Bialik.

La familia que heredé de mis padres tiene raíces muy profundas, por el lado de Catalina, mi madre, que siempre me inició y llevó, por el camino del arte; la literatura hispanoamericana y la pintura, llegó a fines de los años del 1.800 desde Kishinau, entonces provincia de la Rusia Zarista y hoy día Moldavia, donde sufrían crímenes y persecuciones. En Argentina se transformaron en los “gauchos judíos”. El gran escritor Bialik escribió un poema que en mi infancia me desgarró y también por eso lo elegí para el concurso que hice.

(Fragmento de su poema sobre el pogromo de Kishinau)

¨Levántate y marcha hacia la ciudad de la matanza.
Ve a sus plazas,
observa con tus propios ojos,
palpa con tus propias manos
las cercas, los árboles, las rocas.
Mira: sobre la cal del muro
la sangre coagulada,
los sesos endurecidos de las víctimas.

Encaminate hacia las ruinas,
salta por encima de los desechos,
atraviesa las paredes rotas
y las cocinas incendiadas
en donde la piqueta ha perforado quiebres
y agrandado, ensanchado vacíos,
donde la negra piedra se descubre,
la desnudez del ladrillo calcinado,
abiertas, desesperadas bocas de heridas negras”
[…]

Mis abuelos llegaron a Argentina escapando de la Rusia Zarista, de los pogromos y de la miseria y el terror. A finales del siglo XIX e inicios del XX, antes de las Revoluciones de Abril y de Octubre (Noviembre) de 1917, en todo el territorio ruso el antisemitismo fue una política casi oficial por el Gobierno del Zar, algo que no sucedía de forma tan abierta en Europa Central, Occidental y menos en los Estados Unidos, México o Argentina.
Ahora en los pogromos de Hamás en las poblaciones agrarias de Israel y en mi casa, me encuentro con Raquel y en su hombro y el mío escribimos poesía y yo me declaro culpable.

Me declaro culpable. Un acto de palabra y cicatriz.
Por Ernesto Kahan © febrero 2025

Me declaro culpable
por haber desbordado mi herida
sobre la vasta llaga del mundo,
y por haber sembrado mi sangre
en la tierra ya calcinada
que arrastra siglos de puñaladas y donde
el odio se amasa con la arcilla
y el nombre de Dios es filo y fiebre.
Perdón —
no debí regar mi hiel fuera de mi pecho,
no debí manchar con mi fiebre
la fiebre ancestral,
ni desnudar mi duelo
sobre los cadáveres que todavía
gritan en lenguas de ceniza.
Pero me dolió el viento
que trae con él las voces de mis muertos,
me dolió la sombra que atraviesa el exilio
como un perro sin patria,
me dolió la historia enterrada
y la historia que no deja de nacer
con la misma hemorragia.
Me declaro culpable
por no haber podido contener mi lágrima
en la cárcel de mi ojo.
Por haber dejado que mi rabia
se hiciera río e inundara las manchas.
Perdón —
Yo también soy escombro de Babel,
también cargo la culpa
de los que lloran con la boca apretada,
de los que mueren en los márgenes
porque nacieron con la estrella de David
bordada en la piel.
Me declaro culpable
de haber dicho lo que arde,
de haber amado lo que el mundo
ha condenado a llamas.
Culpable por recordar,
por no haber dejado que la costra
cierre la herida.
Culpable —
porque dentro de mí
se sigue escribiendo la historia
que otros quisieron borrar.
Y aunque pida perdón,
y aunque suplique silencio,
no sé si puedo evitar
seguir sangrando.

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Editora de la web: @carmencristinawolf
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Metamorfosis de un propósito

Alvaro Pérez Capiello

Metamorfosis de un propósito

Alvaro Pérez Capiello

Caracas es una ciudad que ha inspirado a muchos creadores: pintores, escritores, músicos, escultores… Pareciera que nadie puede resistirse a transitar los secretos de sus calles, esquinas, plazas y parques cobijados por la imponente estampa de la montaña. El Ávila, al cual Manuel Cabré dedicaría sus mejores pinceladas y Juan Antonio Pérez Bonalde inmortalizaría en aquellos versos: «Caracas, allí está; vedla tendida/ a las faldas del Ávila empinado,/ odalisca rendida/ a los pies del sultán enamorado (…)». Las urbes, siempre están en movimiento perpetuo, nunca se detienen. Recientemente, acudimos a la exposición Metamorfosis de un propósito en la Galería Raise de Los Palos Grandes. Una muestra que reúne el trabajo de trece participantes de un taller dictado por Ricardo Benaím en el TAGA, entre junio y octubre de 2024.

Pese al auge de las nuevas tecnologías, el libro mantiene hoy plena vigencia. No solo como reservorio de conocimientos, sino como objeto de culto. Ninguno de los talleristas es, en estricto sentido, un editor, aunque eso no les impidió entregarse a la magia de las palabras. Sabido es que el lector completa el proceso que el escritor ha iniciado, de la misma forma que ocurre con el espectador, parado frente a cualquier pieza artística. Daniel Perozo, uno de los jóvenes expositores, realiza una suerte de libro-escultura cuyas formas calzan perfectamente con el espacio urbano. Una gama de grises, se unen, pues, al negro y al blanco, para componer muros y habitaciones imaginarias que, sin embargo, resultan teñidas de realidad. En esas construcciones fantasmales, si bien no se contienen personajes, la presencia humana está latente. Hay, quizás, alguien que lo sabe y lo ve todo detrás de cada pared, cada viga y cada puerta, a medida que lanzamos una mirada a la obra de Daniel Perozo. Él, viene de culminar estudios de fotografía y de diseño gráfico, por lo que se ancla en esa divina capacidad de las imágenes para contar historias.

Otra propuesta, esta vez de Manuel Aranguren, se centra en las siete letras que componen la palabra Caracas. Su búsqueda, lo lleva a preguntar a un universo de personas, muy diferentes entre sí, cómo definirían a nuestra capital en solo siete palabras. Este número, nos conecta con la sabiduría, la intuición y la espiritualidad. Para muchas culturas y religiones, simboliza el fin de un ciclo y la renovación. Hay que recordar que Dios creó al mundo en seis días, según el texto bíblico, y al séptimo descansó. El simbolismo de la curación también está asociado al siete, así como la profecía del fin de los tiempos contenida en el Libro del Apocalipsis: siete sellos proféticos, siete iglesias, siete trompetas e igual número de ángeles que las tocan. Tiene especial importancia para el judaísmo (el candelabro de siete brazos de la Menorah), el hinduísmo, la numerología, y puede hallarse también en los antiguos mitos sumerios por su carácter de número primo.

Este experimento de Manuel Aranguren, lo lleva a componer un mapa de palabras, tal vez el cuaderno de bitácora de un capitán sobre el propio plano de nuestra ciudad capital. Allí, no puede darse nada por sentado. Cientos de palabras, algunas esperadas y otras extrañas, estimulan nuestra imaginación. El título de esta muestra: Metamorfosis de un propósito, alude a los cambios de vida a nivel personal o social, por lo cual la recomendamos sin reservas.

 

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EL SISTEMA Y JOSÉ ANTONIO ABREU, EL GRAN PROMOTOR CULTURAL

José Antonio Abreu

Por Jesús Peñalver

Más que músico o economista, José Antonio Abreu fue el gran promotor cultural de la música y muy temprano así lo entendió, que la música no puede ser cosa de élites:
“Que las escuelas básicas apliquen en su contenido curricular ordinario la enseñanza de las artes, desde el niño de dos años hasta el nivel universitario, ese día el país será otro: Venezuela será una gran empresa educativa y a través de una educación sabia, avanzada, profunda y consciente de sus principios y propósitos, el país encontrará su camino“.
De esa unión nació Ailie Anselmi Garbatti quien se casó con Melpómene Abreu, sus padres y de sus hermanos Dora, Jesús, Enrique, Beatriz y Ana Cecilia, siendo él el mayor.
Bachillerato lo cursaron en Barquisimeto, ciudad musical por excelencia, en el Liceo Lisandro Alvarado de actividad musical intensa porque había orquesta y orfeón, claves educativas para él, al tiempo que se formaba musicalmente con la gran educadora y pianista Doralisa Jiménez de Medina.
El bachiller Abreu se fue a Caracas donde compartió estudios musicales con universitarios de Economía, lo que le llevó a ser el emprendedor creador del sistema de orquestas con el respaldo oficial suficiente para su desarrollo, sin depender de los vaivenes de la política al incluir hábilmente su funcionamiento como parte del presupuesto nacional de donde nadie lo podrá sacar. Específicamente, en el sector social.
Conocido como El Sistema, replicado en todo el mundo, reconocido por instituciones y personalidades de distintas áreas de la cultura y del conocimiento, este año cumple su  quincuagésimo (50.º) aniversario de su creacion. Se dice fácil, pero más allá de los avatares y las circunstancias de diversa naturaleza vividas, son notoriamente mayores las razones para celebrar y aplaudir de pie y por largo rato, el hecho de que El Sistema haya tenido como cuna a Venezuela, y como promotor fundamental a José Antonio Abreu, quien al parecer y sin dudarlo, vino a este mundo a cumplir tan magnífica tarea, titánico esfuerzo digno de ser emulado por siempre.
El maestro José Antonio Abreu, director fundador del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, obtuvo en septiembre de 2004 el Premio Internacional por la Paz para el Arte y la Cultura, conferido por el Encuentro Mundial de las Culturas, promovido por la organización World Culture Open.
Por sus méritos, en 1998 la Unesco lo había nombrado embajador para la Paz, y en 2001 recibió el Premio Nobel Alternativo, cabalmente por la creación de El Sistema.
Alguna vez me dijo: “querido, la cultura no puede seguir siendo la cenicienta del presupuesto nacional. Algo ornamental, prescindible. No. La cultura debe contar con su cuota determinada y justa en el presupuesto de la Nación, y no esperar que surgida la necesidad, se le quite a otro sector para darle a ésta”.
Bastante plantón pagó –valga la frase- con paciencia de relojero ante la Comisión de Finanzas del extinto Congreso Nacional, en búsqueda y aprobación del presupuesto suficiente para la música, área a la que dedicó con tesón y ahínco toda su vida.
Antes, mucho antes, de inaugurarse el Teatro Teresa Carreño, hecho ocurrido el 19 de abril de 1983, ya el maestro Abreu, insistente, trabajador incansable, hormiga y ola persistente organizaba y montaba conciertos en la Sala José Felix Ribas del coso de Los Caobos.. ¡Admirable!
          En ejercicio de la Consultoría Jurídica de la Fundación Teresa Carreño, tuve en mis manos un oficio del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia, firmado por su titular, Carmelo Lauría Lesseur, en el cual se le asignaba a las orquestas juveniles el uso de la referida sala, llamada “la sala pequeña”. Con base en ese acto administrativo –seguramente- aunado a su afán por difundir la música, su enseñanza y metodología, daba uso a ese recinto, como adelanto de lo que sería en un futuro no muy lejano, el Complejo Cultural Teresa Carreño.
Como Ministro de Estado-Presidente del Conac, se conoce a cabalidad su meritoria gestión. Por cierto, toda su labor la cumplió desde las oficinas del citado teatro. Y aunque dejó de ser Ministro por los sucesos acaecidos en 1992, aquellas intentonas golpistas de ingrata recordación, Abreu siguió presidiendo el Consejo Nacional de la Cultura. Para sorpresa o asombro de muchos, no rendía cuentas al ministro de adscripción, sino directamente al propio presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Astuto y hábil, inteligente y metódico. Dicho de otro modo, no dejó de estar en el gabinete. La cultura siguió teniendo su silla en el consejo de ministros y al propio tiempo la concepción social que de El Sistema acompañó al maestro Abreu toda su vida.
Murió García Márquez, me quedé con su obra. Cerró sus ojos el maestro Abreu hace siete años, me quedo con El Sistema, del cual honrosamente soy embajador de buena voluntad. La miseria humana no va conmigo, tampoco la mezquindad.
 Dijo bien Robert Browning cuando afirmó: «El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla».
 Hoy celebro y aplaudo a El Sistema, le deseo un feliz cumpleaños, que sean muchos años más, muchísimos, cumpliendo la noble tarea, el sublime objetivo, el luminoso sueño del célebre promotor cultural larense, ese de cambiarle la vida y ofrecer un mejor futuro a tanta gente a través de la música. Y también me uno a quienes dedican una palabra sensible en recordación y elogio a José Antonio Abreu, una figura venezolana ineludible.
 Jesús Peñalver
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LENGUAJE Y PENSAMIENTO: UNA VIEJA CUESTIÓN, POR JERÓNIMO ALAYÓN

Jerónimo Alayón

Lenguaje y pensamiento, una vieja cuestión

Jerónimo Alayón

Desde Platón nos hemos planteado la cuestión de la relación entre pensamiento y lenguaje. Para aquel, el lenguaje era un vínculo entre la lengua y la cognición, puesto que las palabras eran signos de las ideas y estas, signos de las cosas. En la alegoría de La caverna, el filósofo de la Academia nos muestra el pensamiento como conformador del lenguaje. Solo quien ha ascendido al mundo inteligible, al conocimiento de las ideas y las formas, reveladas por la luz verdadera de la razón (regida por la idea de bien), puede regresar al mundo sensible para convencer a sus oprimidos habitantes de su falsa ideación, a riesgo de ser asesinado.

En dicha alegoría, por cierto, hay algo interesante. El filósofo, que en su ascenso al conocimiento ha pasado cerca de la hoguera y se ha percatado de que las sombras en la pared de la caverna no son la realidad, sino la sombra de esta, ha descubierto el error y ahora anhela hallar la verdad. Sin que explícitamente lo haya demarcado, Platón ha significado dos grados en el ascenso al conocimiento: de la doxa (‘opinión’) a la episteme (‘ciencia’), con su consecuente descenso al mundo sensible para dar testimonio de las ideas, todo lo cual nos lleva al desarrollo de la noción de afato en Ramón Llull a principios del s. XIV.

Tomando como punto de partida el pensamiento platónico, y a grandes rasgos, podemos definir tres corrientes filosóficas en la relación lenguaje-pensamiento: 1) tradición platónica, en la que el lenguaje, asimilado al pensamiento, es una facultad para conocer la realidad y expresar lo conocido; 2) tradición aristotélica, según la cual el lenguaje, asimilado a la expresión, es un sistema de signos; y 3) tradición saussureana, que planteando el lenguaje emancipado del pensamiento y la expresión, lo asume en cuanto que facultad de crear sistemas de signos.

Como se echará de ver, la concepción platónico-aristotélica dominó el pensamiento occidental en torno del lenguaje desde el siglo IV a. C. hasta mediados del siglo XIX, cuando Wilhelm von Humboldt planteara el lenguaje en tanto que vínculo entre el individuo y la sociedad, abriendo así el camino, de una parte, hacia la tradición saussureana y, de la otra, hacia la concepción moderna del lenguaje en cuanto que creador de realidades y modelador del pensamiento. Dicha evolución marcó el paso del filósofo lingüista al lingüista filósofo, que en Humboldt fue asumido en el marco de un proyecto lingüístico-antropológico.

Alcanzamos así la segunda mitad del siglo XX en la que podemos identificar, entre tantos lingüistas y sus propuestas, dos corrientes esenciales: una que considera el carácter modelador del lenguaje sobre el pensamiento y otra que asume el lenguaje como un síntoma de influencia social.

En la primera corriente destaca la hipótesis whorfiana, propuesta primero por Edward Sapir y más tarde por su discípulo Benjamin Whorf, ambos lingüistas estadounidenses, si bien la teoría no fue presentada hasta 1954 (13 años después de la muerte de Whorf) por otro discípulo de Sapir, Harry Hoijer.

La hipótesis whorfiana tiene dos vertientes. Una dura, conocida como determinismo lingüístico, según la cual el lenguaje y el pensamiento —si bien son independientes entre sí— son estructuras sincrónicas y, por consiguiente, la lengua condiciona el pensamiento y las categorías lingüísticas de aquella modelan las categorías cognitivas de este.

En otras palabras, la versión radical de dicha concepción asume que el sistema lingüístico (signos + estructuras gramaticales + reglas funcionales) que emplea determinada comunidad lingüística no solo moldea su forma de pensar, sino que condiciona sus modus intelligendi (maneras de comprender la realidad), para emplear un término caro a la escuela modista. Por cierto, lo mismo que esta, la hipótesis dura de Sapir-Whorf tiene el mérito de volver a apuntar hacia una gramática universal como la que poco después desarrollaría la escuela transformacional y generativa.

Por otra parte, la hipótesis whorfiana laxa, conocida como relativismo lingüístico, parte del principio de que lenguaje y pensamiento son estructuras asíncronas, de manera tal que el lenguaje antecede al pensamiento. En este sentido, tanto la lengua como sus categorías lingüísticas solo modificarían el pensamiento y, por extensión, la voluntad. Se asume, por consiguiente, que el lenguaje es un poderoso inductor de procesos culturales. En síntesis, la postura whorfiana de que el lenguaje modela el pensamiento abrió las puertas para que en el último cuarto de siglo se asumiera el lenguaje como el gran síntoma de la influencia social.

En este sentido, dos hitos fundamentales fueron, de una parte, la gramática generativa de Noam Chomsky y su planteamiento de la teoría lingüística de la competencia (1975) y, de la otra, la noción de campo social de Pierre Bourdieu (1991).

El paso de la competencia a la actuación lingüísticas supone, en términos chomskianos, la actualización de un conjunto de reglas inconscientes en otro conjunto de reglas gramaticales y sociales que establecen, correlativamente, tanto la gramaticalidad como la aceptabilidad del enunciado. En otras palabras, si bien Chomsky no plantea un determinismo lingüístico, la innata predisposición a adquirir el lenguaje a partir de una gramática universal implica que el lenguaje responde a una estructura subyacente común, grabada en nuestro cerebro desde el nacimiento.

Por su parte, Bourdieu plantea una suerte de determinismo social al establecer la noción de campo social, esto es, un espacio colectivo (llamado por el habitus) en el que el sujeto es condicionado por la sociedad. Dicho condicionamiento se refleja en su lenguaje, de modo que este se constituye en síntoma de aquel. Finalmente —y respondiendo a la tesis del relativismo lingüístico—, tal lenguaje sintomático termina afectando el pensamiento y la voluntad del individuo, reiniciándose el ciclo.

Es una pena que Bourdieu haya insistido —con cierta miopía filosófica— en una perspectiva marxista y antineoliberal tratando de expandir el conflicto de clases al del capital cultural y la violencia simbólica. Su concepción del campo social en cuanto que gran modelador del lenguaje —y este, a su vez, como potente escultor del pensamiento— no solo aplica a la lucha de clases, sino que merecía mayor amplitud, pues permite medir cómo sociedades enteras, durante décadas, dejan evidencia en su lenguaje de una recia esclavitud ideológica y, peor aún, de la palabra al servicio del adoctrinamiento… Un lenguaje que moldea un pensamiento lisiado.

Hay grupos humanos que consumen bienes materiales y otros a los que se obliga a consumir supuestos bienes ideológicos. ¿Cuál es la diferencia si, al cabo, unos y otros ofrecen en su discurso los mismos síntomas de dominación social? ¿Qué más da ser esclavo de una superestructura económica o ideológica si en el fondo se trata de un mismo tipo de sumisión?

 

@JeronimoAlayon

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «Lenguaje y pensamiento, una vieja cuestión». El Nacional. 31 de enero de 2025. https://v.gd/Rwdflg

Fuente: Alayón, J. (2025, 31 de enero). Lenguaje y pensamiento, una vieja cuestión. El Nacionalhttps://v.gd/Rwdflg

Editora de la web: Carmen Cristina Wolf @carmencristinawolf en Instagram @literaturayvida en X (antes Twitter)

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A PATRICIA GUZMÁN, POR JESÚS PEÑALVER

Foto: Lizbeth Salas

 

Jeús Peñalver

Hoy somos menos, ha cerrado sus ojos la poeta Patricia Guzmán, voz esencial de la literatura venezolana.  Escritora, periodista, docente, editora, poeta y mejor persona. De allí el luto en las letras de nuestro país. Merece la honra de leerla y difundir su prolífica y valiosa obra.

Hoy acaso sí estoy triste… hoy quizá el raudo vuelo del pájaro anuncia el final descanso… hoy tal vez el ave tiene un ala de menos y hoy de verdad el cielo está rápido y gris.

Parafraseando al poeta León Felipe:
“¡Aquí no ha muerto nadie! A la que vamos a enterrar es una poeta.
Está tendida pero no está muerta. ¿Está muda? ¡No está muda!»                                                     Un muerto no habla ni canta… y esta  poeta sigue hablando y cantando.
Todo gran poeta sigue hablando y cantando, después del salto mortal ¡no está muerta!”
@jpenalver
#jesuspeñalver
Editora: @carmencristinawolf
#poetas venezolanas
Jesús Peñalver
Jesús Peñalver.
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Patricia Guzmán: la voz imperecedera de una poeta

Por Gisela Cappellin

Hoy la poesía venezolana se viste de luto ante la partida de Patricia Guzmán, una voz esencial en nuestro universo literario. Su palabra, siempre evocadora y sutil, nos enseñó a escuchar el alma de la naturaleza y a sumergirnos en la profundidad de lo cotidiano con una mirada poética única.
Sus versos, imbuidos de un lirismo que trasciende el tiempo, seguirán resonando en quienes han encontrado en su obra un refugio, un eco de belleza inagotable.
 Gisela Cappellin Ediciones se une al duelo  por su partida y enviamos nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos.
Su legado poético perdurará como esas voces invisibles que, aun en el silencio, seguirán cantando.
«Y yo permanezco absorta escuchando la tenue voz imperecedera de un pájaro invisible.»
  Patricia Guzmán, La Virgen del árbol seco , Gisela Cappellin ediciones 2024

Gisela Cappellin

@giselacappellinediciones

Gisela Cappellin, escritora. Fot0 Manuel Sardá El Nacional
#PatriciaGuzman #poesiavenezolana
Editora: @carmencristinawolf
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A Patricia Guzmán, por Edgar Vidaurre

El mundo literario está de duelo por la partida de la poeta y periodista Patricia Guzmán. Deja huellas imborrables en las personas de su entorno y en sus lectores (1960-2025)
Al saber del fallecimiento de la querida escritora venezolana   Edgar Vidaurre escribe:
Querida Patricia… el místico Thomas Merton, decía que «la muerte no es separarse del mundo…sino hundirse en él». Hoy te hundes en el mundo, en los cielos, en nosotros.
Te escribo esto, y elevo mi sentir hacia ese sitio imponderable que ahora te acoge y te contiene. Todavía perdura aquí tú dulzura, tu intensa suavidad, tu amor por el «Eterno Masculino» y el árbol poético de tu jardín. Tal vez para consolarme un poco, y sonreír en lugar de llorar, repito como una oración y una elegía en tu nombre lo que dijo San Agustín como despedida antes de morir:
«La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. Yo soy yo, ustedes son ustedes. Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo. Denme el nombre que siempre me han dado. Hablen de mí como siempre lo han hecho. No usen un tono diferente. No tomen un aire solemne y triste. Sigan riendo de lo que nos hacía reír juntos. Recen, rían, piensen en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? Os espero; no estoy lejos, sólo estoy al otro lado del camino.»
«Hoy amanecieron débiles los pájaros
Los ojos de amar no sé donde los puse
Rezo santo
Rezo santo
Todo sigue oculto aunque lo vea
Hay una flor flotando en mi vaso
Voy a colocarle una piedra en la boca a cada muerto
(Para que no olviden el peso de vivir)
Los ojos de amar no sé dónde los puse
Aletargados están mis animales
A qué alzar los ojos
A qué salir al jardín
Cada espiga alta trae consigo su propia vanidad
Obsequio y rendimiento brindo»  Patricia Guzmán
Caracas, 3 de febrero de 2025
Edgar Vidaurre, poeta ensayista, músico y editor. Presidente del Círculo de Escritores de venezuela
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Ernesto Marrero Ramírez: Fragmentos de impermanencia

Fragmentos de Impermanencia

La impermanencia es un concepto clave en diversas religiones y filosofías de vida. Nos dice que todo está en constante transformación, que nada es para siempre, ya sea en relación con nuestra realidad exterior como en la interna.

Fragmentos de impermanencia, del autor venezolano Ernesto Marrero Ramírez,  es un poemario que aborda este concepto de la temporalidad, la conciliación entre la vida y su final, un sentido profundo que, como humanos, podemos hallar de esta realidad inevitable. Es una selección de poemas que invitan al lector a adentrarse en un viaje introspectivo alentado por los momentos efímeros que componen nuestras vidas. Con su acostumbrada sencillez y sensibilidad, Ernesto Marrero combina elementos de la filosofía, la psicología y la literatura para ofrecer una obra que no solo inspira, sino que también incita a la reflexión y al autoconocimiento.

En palabras del autor: «Este libro es una invitación a abrazar la impermanencia como una parte esencial de la experiencia humana. A través de estos fragmentos, busco compartir una visión que nos permita encontrar belleza, profundidad y propósito en lo transitorio de nuestras vidas”.

Este poemario nos invita a contemplar la impermanencia con asombro filosófico, y a encontrarle sentido a nuestra fugacidad. Es un espejo donde podemos ver reflejada nuestra propia condición mortal y, a la vez, contemplar el abanico de oportunidades que la vida nos presenta para ser mejores personas. Al aceptar la transitoriedad de todo, podemos cultivar una mentalidad de desapego, equilibrio emocional y compasión. Asimismo, nos insta a abrazar el cambio como una parte inherente y natural de la vida, incentivándonos a vivirla con plenitud y agradecimiento.

Fragmentos de impermanencia es un libro que invita, a través de la poesía, a despertar de la rutina diaria y a desarrollarnos como individuos más genuinos, conscientes de nuestra finitud y de la libertad que en ella habita.

A continuación, presentamos tres poemas seleccionados de este poemario:

Un día sin poema

Hoy quise escribir un poema

y no pude…

se diluyó por los poros

de la nada eterna

o se detuvo a contemplar al mundo

mientras Cronos lo devoraba,

o tal vez se montó en un avión

o en una balsa

buscando una ilusoria libertad

o se fue a aconsejar algún corrupto

para que tomara el camino

de la virtud,

o a consolar al afligido

-golpeado por la roca del dolor-

o se escondió en mi mente

detrás del muro

de las dudas y los lamentos

 

…No lo sé

 

Tal vez se deprimió

en el suburbio de la indiferencia

o se quedó atrapado en las redes

esperando un like o un seguidor

 

Aunque yo creo que se fue

con las metáforas,

las elipsis y los símiles

a beberse mis versos en un bar

y se olvidó de visitarme

 

Mañana intentaré

invitarlo nuevamente

a reunirse con mis letras

y mi inspiración

…Ojalá y se acuerde

de este solitario poeta

 

 

Impermanencia

 

Pasan los años, y la ola del tiempo avanza

sobre el océano de la incertidumbre.

Pasan días, meses, años y centurias,

y la esfinge del destino se presenta indetenible.

Pasa la primavera, el verano, el otoño y el invierno,

brilla el sol y luego se oculta, las hojas se secan y caen,

y una brisa helada empaña nuestros corazones

 

Pasa un reloj y luego otro, las manecillas marchan

y nadie, nadie las puede detener.

Pasan los circos, pasan los desfiles carnavalescos

y las máscaras yerran lastimeras, desorientadas,

todas disfrazadas de confianza

…de mentirosa certeza

 

Pasan los pensamientos, los símbolos y las letras,

pasan las inspiraciones más profundas

y también los días estériles, inertes,

los días de lucha contra la tirana sociedad

que subyuga con sus tortuosas rutinas e injusticias

… también eso pasa

 

Pasan los días y las noches, las lunas y los insomnios,

las risas y las tormentas, las palabras y los silencios,

las mentiras y las verdades,

pasan las cosas… todo pasa

 

Pasa la infancia, la juventud y llega la vejez con sus dolencias,

llega la piel resquebrajada y las mejillas flácidas,

la visión nublada y la espalda encorvada,

llega el cansancio y los lamentos pretéritos

… llega el final de la jornada

 

Pasa una existencia, una vida que se extingue como una llama,

una vida que se desliza hacia el laberinto de la eternidad…

Y quedarán marcadas sus huellas en el polvo de la historia:

inseguras o firmes, ligeras o pesadas, falsas o sinceras.

Y quedará, tal vez, una imagen, un suspiro o un triste mausoleo

 

Todo, todo pasa en esta vida

…solo quedan los recuerdos

Sonambulismo

¡Cuánto agobia la estridente voz

del ojo miope que simula sapiencia!

De aquel que moldeado por la arcilla

repite los sinsentidos que el sistema

inculcó en su cavernario cerebro.

De aquel que asesinó

a la creatividad y a la cultura

con la daga de la indiferencia

 

Sus verbos son gemidos,

estruendosas lenguas

que carcomen mis tímpanos

y exacerban mi hastiado corazón

que anhela una expresión consciente.

Ellos son los sonámbulos del sendero,

aquellos caminantes errabundos

que bailan al ritmo de la danza cotidiana.

Sus palabras son vacías, pueriles,

mercantilistas o resentidas,

tan inestables como ruinas

que se desmoronan con el viento

 

Y como borrachos delirantes

se tambalean por las calles de la vida

hasta caer en la fosa sin retorno,

a la que llegarán sin haber contemplado

el horizonte existencial…

Donde emerge y muere el sol

… Donde late la conciencia

 

Editora: Carmen Cristina Wolf @carmencristinawolf

@circuloescritoresvenezuela

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Leonardo Torres Londoño, selección de poemas

 

Selección de poemas, Leonardo Torres Londoño

 

De abrevaderos

Ahuyentados por la larga sequía cotidiana

Mis sueños, uno tras otro

Van llegando hasta el estrecho abrevadero

Donde beben,           sedientos,

El agua que repite las rondas de tu nombre,

Los ecos de los ecos del viejo vecindario

Y el arco de tus ojos donde aún mendiga mi                                                                                                                                                    tristeza.

 

Beben y al saciarse

Dan la espalda al agua turbia,

Cada uno tras el rastro de la terca caravana :

 

Oigo ya en mi pecho

La noche que retumba.

 

El muro

Levantad un muro aquí,

allí un empalizado;

cubrid con un penacho de acero la frontera,

capaz de cortar de raíz lo audaz de las falanges:

sólo la muerte ha de salvar el obstáculo;

Dejaréis en los cadáveres su gesto insolente

para que el pico de los buitres desentierre de ellos la esperanza.

 

Dejad de este lado el horizonte,

el manantial, el rumbo de los pájaros,

y ya que cortáis en dos las olas

dejad del otro lado los naufragios.

 

Puyan las puntas de las púas,

escrutan los catalejos,

haces de luz por el mar, por el desierto.

 

Un muro en cada calle,

el libro de un dios como muralla.

Ventanas no,

troneras

con tu miedo apuntando y, por pertrecho, tus vacilaciones,

la raza que está escrita en tu carné,

la historia patria, la más selecta.

 

Instalad una barrera en el camino,

una garita con un arma y un soldado;

que no quede del hombre un sólo rastro en sus pupilas:

un arma y un soldado,

los dos en ristre.

 

Al emisario

Exigidle siete sellos en su salvoconducto

y la firma de la infamia.

 

Orden será dada de no mirarle a la cara; no tienen cara o, peor, son nuestros semejantes.

Nunca han de cruzarse, nunca, si no es por desafío, las miradas.

De sus palabras sólo escucharéis su credo.

Acto seguido, con palabras altas, aceradas, levantad el nuestro.

 

Llegada

Un día sabes que has llegado

porque conocías el nombre de las cosas y

la sombra inerte de tus padres se confunde, en adelante, con la tuya.

¿Cuáles fueron tus hazañas, tus conquistas ?

Nada sabes de ti pero aun cuando los muebles han perdido su color

se horman en un instante a tus fatigas y

en cada punto cardinal hay algo como un viso de ti mismo,

la reliquia que fuiste tanto tiempo mientras fuiste ausencia,

atento a tu mirada.

No tienes por qué llamar a nadie, dar voces,

sólo es sentarte en la cocina y escuchar el canto cotidiano de las ollas sobre el fuego,

la leche derramándose,

sentir el olor del maíz crepitando en la parrilla como si quisiera

pronunciar un nombre que algún día supo decir  y ahora,

con la paciencia del calor, repite sus sílabas de repente familiares.

 

Y quisieras contar cómo es el mundo allá donde logran disiparse los caminos,

las orillas de esos ríos por donde subía antaño nuestro oro,

los palacios,

o jactarte de los labios que dejaron en los tuyos el sabor salino de las piedras viejas…

pero tu memoria ya lacró los cromos y las vistas,

no queda sino el rostro de otros hombres entre los cuales te perdiste,

viandantes sin penates y sin lengua,

y cómo contar el llanto si no es llorando,

porque es de veras lo que quieres, llorarlo todo de una vez,

vaciarte del viajero

para dejar que ocupe su lugar, por fin,

el hombre que había en ti cuando eras niño.

 

Poco importa entonces que hayan cambiado tu ciudad, que sea otra,

que en los patios rotos de las casas nacieran edificios de oficinas

por donde circula un aire sin traza alguna de tus muertos.

Poco importa que se halle a miles de distancias.

Lo que no sabías al partir el regreso te lo enseña

cuando dejas que los otros, también sobrevivientes,

también desconocidos,

se reconozcan en ese olor a herrumbre de herramientas que despides

a pesar de mares y Mistrales,

mientras van quitándote los antifaces, deshaciéndote los nudos, desnudándote,

abriéndote las puertas de sus ojos

para que veas en ellos, porque sólo en ellos se refleja,

la llegada a ti mismo que esperabas.

 

 

Orto

 

 

Salgo de la noche:

funámbulo del sueño a la mañana fría.

Descubro  a tientas mi cuerpo que lleno de sí mismo,

henchido por su propio vértigo reclama su alimento:

un cuerpo polifónico entre mil,

una flor: su cáliz regular de sílabas disímiles.

Es que sale de la noche,

funámbulo, él también, del sueño a la mañana fría,

y a tientas por tu cuerpo

va buscando el mismo confuso equilibrio,

su afanada,   diminuta florescencia…

y ya penetra, como por el aire hendido,

sólo sangre,

sin estrella,    olvido solo,

por la puerta inexorable de su abandono…

Adán efímero

en busca una vez más del Paraíso.

 

Elipse

Vamos a darle otra vuelta al sol y es necesario

echar a vuelo las campanas para impulsar la tierra.

Atados al Universo, a sus rituales,

lanzamos una vez más al azar las seis caras de la esperanza.

Un año ha pasado y regresamos al mismo punto en el espacio,

a la creencia.

Todo gira, los relojes, las galaxias,

Todo, salvo el tiempo de los hombres,

rectilíneo hasta la muerte.

Si la tierra repite y repite su elipse

alrededor de su estrella moribunda,

nosotros avanzamos día tras día :

el camino no espera, cada paso

abre una puerta, escoge un destino,

ganamos o perdemos.

Somos flecha que busca su blanco,

sed, azar, pasado, ímpetu.

No estamos hechos para esta tierra

esclava de la misteriosa redondez de sus leyes.

Por más que la vida se nos pase volviendo a casa cada noche,

bebiendo con la ilusión de ayer el religioso café de la mañana,

si miramos hacia atrás siempre veremos el comienzo,

las cosas que perdimos,

pero pronto, pronto,

seguimos afanados en la brecha,

hacia adelante,

Por la línea secante, irrepetible, de la vida.

 

Leonardo Torres Londoño

Nació en Bogotá, y desde hace varios años vive en Francia donde ejerció la docencia. Ha publicado «El beso del arcángel» (OT editores, Caracas, 2018) en coautoría con la poeta venezolana Ana María Hurtado y «Las brújulas rotas» (Taller de edición Rocca, Bogotá, 2022).

Los poemas aquí publicados son inéditos.

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ROSALINA GARCÍA, SELECCIÓN DE POEMAS INÉDITOS

 

Agradecemos a la escritora venezolana Rosalina García esta selección de poemas pertenecientes a su libro inédito que lleva por título Paraíso.  Nació en el estado Lara en 1946, egresó de la Universidad Pedagógica Libertador en Barquisimeto. Es magister en Letras, en la Universidad Central de Venezuela, cursó postgrado en Filosofía en la UCV. Es académica de número de la Academia Venezolana de la Lengua desde el 2015.  Es poeta, investigadora y biógrafa, con siete libros publicados.    

No son acaso fraternales

Tus peligros y los míos, oh, vergel hermano?

 Un mismo viento que de lejos llega

A ser tiernos y austeros nos obliga.

“Vergel”. Rainer María Rilke

Se quiebra el verde cristal de los jardines;

las vulgares rudezas

las  opacas palabras

lastiman su fulgor.

 

En estación tardía,sus frutos

los dioses redondean;

y nosotros, tristes o culpables,

tomamos a deshora su presea.

 

Y sabemos, en el aire al suspirar,

que solo el amor de un mundo nuevo,

a ellos y a nosotros, nos puede rescatar.

 

                             * * * * *

Al poeta Rafael Cadenas

Una vez

vi la rosa anegada de sobrenatural belleza al amanecer.

De inmediato,

el ojo cotidiano la llenó del fulgor ya conocido.

 

Pero ella sigue siendo en la memoria,

la rosa del edén que primero vimos,

y ya no percibimos.

 

En el alba, al despertar,

un bello ángel veo a mi lado,

por la injusticia disgustado.

 

Arde mi brasa-corazón,

y en mi oración enfebrecida

pido justicia

para esta Tierra de Gracia y de belleza

en pena y pobreza, por el mal sumida.

 

Como  vuelo raudo de pájaro silvestre,

lanza al cielo

el ángel distinto mi oración rebelde

junto a  hermanas preces;

y avizoramos

que un mundo de paz, pan y belleza,

incoercible en el futuro florece.

                           * * * * *

Rio veloz de mi atardecer

adonde me llevan tus aguas

Río veloz, Antonio Salvado. Traducción Alfredo Pérez Alencart

 

Aguas de la memoria,

inexorables días se llevaron mis rosas:

Fragant cloud, Queen Elizabeth, Ophélia,

los vuelos de los pájaros,

y el ubérrimo verano y sus esencias.

 

Aguas de la memoria,

no corran al abismo

con sus voces agraces lejanas de la dicha;

vamos al núbil jardín de la belleza,

al amor y al perfume de las rosas primeras

con la gracia perfecta de los antiguos dioses,

justo cuando los fulgores del sol comienzan.

 

Recorrimos los caminos de la tarde

embriagados con el canto del mar en el ocaso,

para decir adiós sin presentirlo,

 

y deshojar con la flor del agua, el sino.

 

Era grande el amor,

imposible para un día y una vida

¡oh amor en dos océanos peregrino!

Vencida por el fulgor entré en las ondas

sin derrotero alguno ni destino;

solo sombras.

 

Más, aún vuelve a la memoria

la canción del mar,

el viento fugitivo.

Y de la flor del agua deshojada entre mis dedos,

solo los pistilos.

                   * * * * * *

 

A la poeta Lesbia Quintero

Como se rompe en una casa,

con los años, la vajilla de fina porcelana,

todos se van.

 

Del vino amargo del adiós,

en el último abrazo en el portal,

de las voces, en requiebros o en reclamos,

del tránsito dorado de la infancia,

oímos el quebrar irremediable del cristal.

 

La primera estrella vespertina,

cierra las hojas del portón cedral,

adentro,

porcelana quebrada, rosas lejanas en la sombra,

soledad.

Solo se escucha en la casa

El sonido del mar.

                    * * * * *

Medianoche,

un gallo canta en lejanía,

al encenderse una roja llama

debajo de sus alas.

 

Canta,

y un arroyito de lágrimas corre por tu ausencia.

                * * * * * *

 

Cancioncilla

 

Adónde va tu alma, tu alma tan preciosa,

que el polvo del aire

no la manche,

que algún ruido disonante del mar

no la perturbe.

 

Oh, alma silenciosa,

ven a mí esta noche en calma,

ven a mí y consuélame,

ven y ámame otra vez.

 

                     * * * * *

 

Orquídeas de la noche,

inquietas mariposas

que se posan

en la mano dorada del bosque milenario

de la memoria.

 

¡Oh, sueños de la noche,

aromada placenta de nutricial recuerdo!

¿Traerán en su vuelo al amado de mi alma

cuando se acerque el alba, hasta mi lecho?

 

#RosalinaGarcía

#poesiavenezolana

Editora: Carmen Cristina Wolf   #carmencristinawolf

 

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ILDEMARO TORRES, CUSTODIO DEL HUMOR VENEZOLANO

Ildemaro Torres

Con gran pesar nos unimos al duelo que embarga a los familiares y amigos de Ildemaro Torres, quien fuera Director de Cultura de nuestra asociación. Falleció el 13 de enero de este año.  Hoy publicamos la semblanza que escribió su amigo Jesús Peñalver, a quien agradecemos.

ILDEMARO TORRES, CUSTODIO DEL HUMOR VENEZOLANO.

Jesús Peñalver

 

Estoy triste por la muerte de Ildemaro Torres, con quien tuve la extraordinaria oportunidad de trabajar en la Cinemateca Nacional (en su nueva etapa convertida en Fundación de Estado, 1 de octubre de 1991). No llegaba yo a los 3 años de graduado, cursaba entonces posgrado en derecho administrativo, cuando el doctor Torres, junto al profesor Óscar Lucién, me llamaron para ofrecerme el chance de ejercer como consultor jurídico en la Fundación Cinemateca Nacional, y allí estuve por 10 años. Confiaron en mí, de allí mi gratitud infinita.

Además de todo lo que se ha dicho, y se dirá de él de buena voluntad y con razón, en una suerte de síntesis curricular, añadiré lo que sigue.  Nacido en Cumaná (Sucre) en 1936, Ildemaro Torres, médico cirujano egresado de la Universidad Central de Venezuela, UCV (1960), y doctor en Filosofía de la Universidad de Birmingham, Inglaterra (1968). Fue profesor fundador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente (UDO), junto a su esposa Sonia Hecker, el doctor Francisco Rojas Espinal, entre otros, y profesor titular de la Facultad de Medicina de la UCV.

Además del ejercicio de su profesión en lo asistencial y como docente e investigador universitario, fue coordinador general de la Facultad de Medicina y director de Cultura de la UCV. Fue miembro principal del Consejo Directivo de la Fundación Celarg y presidente tanto de la Fundación Cinemateca Nacional como del Fondo de Fomento Cinematográfico (Foncine). Director general sectorial de cine y fotografía del extinto Conac.

 

Entre sus obras, aparte de varias publicaciones de corte científico, se encuentran los ensayos Chile, de Allende a la Junta Militar (1974), Zapata (1979), Ernesto Cardenal en Solentiname (1981), El humorismo gráfico en Venezuela (1982, 1989), Aquiles Nazoa inventor de mariposas (1998), Abilio, maestro no sólo del dibujo (2000), biografías de Aquiles Nazoa (2005) y Morella Muñoz (2006) y La magia del buen decir, antología de conferencias de Aquiles Nazoa (2009). Además, columnista de El Nacional. El conoció en Ciudad Bolívar a Constantino Maradei Donato, quien luego sería obispo en mi Barcelona natal, sobre quien hablábamos a menudo. El doctor Torres fue cabalmente un intelectual, un caballero, un estudioso del humor, y de las ciencias. Discreto y amable, reconocido gerente cultural. Custodio de la memoria del humor venezolano, como bien ha dicho Ana Black, escritor de fina pluma, termómetro de nuestro acontecer en sus atinados artículos en El Nacional, para mí, de ineludible lectura y referencia obligada, y que hoy echamos de menos.                      De hablar pausado y concreto en las ideas, de memoria prodigiosa, certero en sus afirmaciones y afable en el trato. Siempre colaborador, educado y caballero. Sempiterno sonriente, creo que no se carcajeaba nunca, pero sabemos y convencidos estamos de que de humor él sabía y mucho. Dispuesto a prologar, revisar obras ajenas para observaciones pertinentes y oportunas, dar conferencias, y en fin, intervenir en cualquier actividad cuando le fuera requerida su valiosa presencia, su necesaria y conveniente orientación. Conservo un dibujo de Zapata que él me regalara.

 

El lugar común «de luto la cultura» se enaltece y cobra fuerza, aunque nos duela su muerte. Arriba lo esperan, seguramente, Aquiles, Zapata, Cabrujas, Leo, Job Pim, Andrés Eloy, MOS y otros para una cátedra, quizá Las Celestiales, poner a correr un Morrocoy Azul, hacer sonreir humanamente a los Fantoches, hacer caminar al Cojo Ilustrado, y emprender con amor, humor, y sabiduría cualquier iniciativa que nos haga recordarlo siempre, releer su obra, y así ser mejores personas.

Descanse en paz, doctor Torres

#IldemaroTorres #circuloescritoresvenezuela

Foto: Mariana Gómez

Editora: Carmen Cristina Wolf

Asesor editorial: Jorge Gómez Jiménez Letralia

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Conversación entre Rodolfo Izaguirre y Jesús Peñalver

Como homenaje a Rodolfo Izaguirre en el día de su cumpleaños, reproducimos la entrevista que le hizo Jesús Peñalver y que tuvo la gentileza de enviarnos:

Conversar con Rodolfo siempre ha sido y será interesante, enriquecedor, sublime y, desde luego, placentero al oído y a la imaginación. Porque bien lo dice: “Soy un hombre de imágenes, así me expreso, con imágenes”. Yo que he tenido el privilegio de conocerlo desde los años ochenta, puedo gloriarme de contar con su amistad, de su afable trato, de su afecto y también de su sabiduría cuando me ha señalado el camino a la hora de asumir un tema para mi labor de opinador. Él, el maestro Izaguirre, ha tenido la gentileza de honrarme prologando un poemario mío, incluso más, tengo el privilegio  de que haya sido él quien le puso título, cambiando entonces aquel que había pensado yo originalmente. Evidentemente, mi gratitud será infinita.

Hoy, ya juvenilmente nonagenario, Rodolfo ha accedido a contestar algunas preguntas que se me ha ocurrido hacerle, en el entendido de que han sido muchas las entrevistas que ha dado. Pero él es una caja de sorpresas (frase nada nueva), de modo que algo tendrá que decirnos para beneplácito de los lectores, para la esperanza del país que queremos andar junto a él, como queriendo alcanzar el sol.

 

Rodolfo, ¿algún secreto para acumular tanta juventud, tanta brillantez… esa lucidez que nos arropa, enternece y también nos tambalea la conciencia de país?

Hace al menos más de setenta años, le di una bofetada a un compañero de liceo y todavía hoy me arrepiento. Entendí que en lugar de la violencia navega por mis venas una sorprendente sensibilidad que acaricia las artes. Desde entonces vivo sumergido en la poesía, es decir, en la música, el cine, las artes plásticas, la literatura. Al hacerlo, fui acumulando conciencia del país que me vio nacer (1931) cuando acababa de morir Juan Vicente Gómez y de crecer noventa años a la sombra de dos tiranías militares: la de Marcos Pérez Jiménez y la de la actual pandilla de delincuentes bolivarianos, y entre ambas, cuarenta años de vacilante alternabilidad democrática. Confirmé que soy una flor de loto porque al igual que ella nací en el pantano de un país esencialmente violento. No solamente yo. ¡Todos nosotros! Si hay un secreto que explique mi atolondrada “juventud” sería la de no tomar nada en serio.

 

Me vi obligado a aprender y dominar mi idioma, pulirlo, afinarlo, y me fui convirtiendo en escritor.

Dirigiste en televisión un programa referido al cine; has colaborado mucho para revistas vinculadas al séptimo arte, y tus testimonios forman parte de mucha literatura cinematográfica. Sin olvidar, por supuesto, que fuiste director de la Cinemateca Nacional durante muchos años. Dime algo, ¿crees que has sido lo suficientemente reconocido por tu gestión en la hoy Fundación Cinemateca Nacional?

¡Lamento decir que no lo he sido! Vivimos bajo un régimen excluyente que aborrece al ser sensible que soy. La Cinemateca bajó la cabeza y también gritó: “¡Ordene, comandante!”, y torció el rumbo y se convirtió en una institución mediocre, deprimida, burocrática y de vergonzoso andar patizambo y oficialista. No guarda ninguna semejanza con aquella Cinemateca que conocí y que se iluminaba con las más gloriosas obras del cine mundial.

 

Crítico, escritor, gerente, docente, conferencista de cine, entre otros desempeños vinculados al área cinematográfica. ¿Te hubiera gustado ser actor, director, productor? ¿Te han pedido alguna vez colaboración para realizar un guion de cine, te ha tocado revisar alguno?

Con el cine me ocurrió algo inesperado: ¡me hice escritor! Para expresar con palabras a los lectores mi júbilo por la gloria visual de las películas de Akira Kurosawa, para poner un ejemplo, me vi obligado a aprender y dominar mi idioma, pulirlo, afinarlo, y me fui convirtiendo en escritor. Supe que finalmente lo era cuando descubrí la misteriosa música que se oculta detrás de las palabras.

¡Pero sí! Recibo guiones para que opine sobre ellos; invitaciones para el estreno de alguna película. Una vez, un muchacho me abordó en Sabana Grande: Maestro, ¿no tiene alguna ideíta como para hacer un guion?

 

El 30 de agosto de este año escribiste en El Nacional: “La patria en mi propia sombra”. ¿Cuánto hay de oscuridad en esa frase?

No hay oscuridad. La sombra es nuestra propia alma, una parte vital de uno mismo, nuestro alter ego. Una extensión de nuestro cuerpo. Allí donde vayamos ella va; y con ella, el país que también somos. Y nosotros, los afligidos, los perseguidos por los desafueros militares, somos la luz que ofrece claridad cada vez que el país se hunde en la oscuridad, y es entonces cuando la sombra reina iluminando mi espíritu y el tuyo.

 

La soledad se llena de rumores, cantos y voces que no parecen ser de este mundo.

Últimamente has escrito —eso creo— verdaderos poemas largos, tratados sociopolíticos, teñidos de historia, del consabido dominio del idioma, de imágenes impactantes pero, sobre todo, de un dolor de país, sin abandonar la esperanza. ¿Sabes bien que nos hace falta, nos hace bien ese estremecimiento dominical de tus letras?

Lo que apenas alcanzo a entender es que mis artículos son la expresión política de un hombre de la cultura y no necesariamente de un político de profesión y mucho menos de un aprendiz. Al mismo tiempo, me esfuerzo por mejorar cada vez más mi escritura, mi manera de decir con elegante mordacidad cosas que desagradan. Quiero que no sean ellas las que estremezcan a los lectores dominicales sino la manera de decirlas. Vislumbré que la manera más eficaz de opinar políticamente es refiriendo pequeñas historias personales llenas de vida porque en ellas persiste algo del país que somos.

 

De Belén, el amor de tu vida (nuestra recordada y siempre querida Belén), has dicho que hoy la soledad, tu soledad, se llama Belén. Y que por esa magia no estás solo. ¿De qué hablas con tu soledad?

Un tema se hace recurrente en mis frecuentes y mudas conversaciones con Soledad: el edénico y maravillado estupor del pas de deux. [No olvidemos que Belén Lobo fue bailarina clásica y luego abrazó la Danza Moderna o Contemporánea liberándose del rigor académico del Ballet; n. del r.]. El pas de deux nos acerca, enlaza nuestros cuerpos, susurra palabras de amor. Y la soledad se llena de rumores, cantos y voces que no parecen ser de este mundo. Y Belén vuelve a decir lo que me dijo dos días antes de morir: “¡No olvides que hice de ti un águila y un relámpago! ¡No permitas que estos chavistas acaben con el país!”.

De eso hablamos. De la danza y del país. Y me pregunta por los hijos. Y cuando soy yo el que le pregunto cómo es el lugar donde ahora vive, me contesta diciendo que, justamente, es más bello que el águila y el relámpago que soy.Fotografía: Jesús Peñalver

En tiempos de pandemia, de Covid-19 o de virus chino (aunque hay cierta reticencia a llamarlo así), ¿te imaginas una conversación con Salvador Garmendia, Adriano González León, Perán Erminy, Caupolicán Ovalles, entre otros tantos intelectuales con quienes compartiste en El Techo de la Ballena o los del Grupo Sardio?

Dejaron de ser nombres privilegiados para convertirse en los mejores apoyos de mi propia vida y son ellos los que lograron que yo fuese un tanto díscolo y encontrara fuerzas para decir lo que tuviese que decir. Oírlos discurrir sobre la pandemia que nos agobia sería como escalar una alta montaña de historias que convocarían a Bocaccio y su Decamerón y a pestes y agonías pero también a graciosos e inteligentes desafueros literarios y humanos.

 

Soy de naturaleza humilde y le caigo a correazos a mi ego cuando trata de alzarse o envanecerse.

¿Qué estás leyendo ahora mismo? Tú que has dicho y has hablado tanto —con sobrada razón— acerca de la necesidad de leer para poder escribir. Y al propio tiempo pregunto: ¿estás escribiendo algún libro ahora mismo?

Más que lector soy relector, y me cautiva hoy la lectura de los clásicos que me obligaron a leer cuando no tenía edad ni suficiencia. Libros de Homero, Horacio, Dante, Balzac, Stendhal y tantos otros.

Pero acabo de terminar el libro que le prometí a Belén. Un libro sobre ella. No sobre el ballet sino sobre Belén. Mi hija Valentina desde Los Ángeles me ayudó a estructurarlo. Dice que merece ser publicado por una editorial de prestigio. El libro se titula Lo que queda en el aire. Es una frase tomada de una bella definición del ballet: “Es lo que queda en el aire después que el bailarín pasó por él”.

Tomaré un tiempo y luego me pondré a escribir uno sobre mi propia vida. Noventa años pueden significar todo un siglo en la riesgosa aventura de vivir en un país como el venezolano.

 

Te has convertido en un termómetro de la opinión pública, con tus acertadísimos y muy leídos artículos dominicales. Lo sé porque me lo comentan, porque te leo con asiduidad y en las redes sociales se replican religiosamente. ¿Sabías eso?

La verdad es que nunca imaginé que esos artículos iban a suscitar tanta atención. Soy de naturaleza muy humilde y le caigo a correazos a mi ego cuando trata de alzarse o envanecerse. ¡Con estos frecuentes elogios que recibo termino agotado con la correa en la mano!

 

También se observa tu chispa humorística. Tienes buen humor y en eso coinciden prestigiosos y muy experimentados humoristas venezolanos. Según Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, “hay muchos motivos para reírse, hay muchos motivos para temer la zafiedad de un humor barato y hay muchos motivos para celebrar la inteligencia, la sonrisa, la imaginación y la sutileza de nuestras palabras”. Rodolfo, ¿qué es para ti el humor?

Salté de alegría cuando alguien me dijo que yo era un humorista. Sí, de alegría, porque era como si me hubiera dicho que soy un ser inteligente. El humorista, no me refiero al chistoso que se enorgullece cuando se le aplaude con risotadas, es aquel capaz de expresar algo terriblemente grave pero provocando sonrisas en lugar de lágrimas de desconsuelo. El humor grueso, la astracanada brutal, ocupa lugar sólo en las mesas del bar de mala muerte. El verdadero humor apenas si logra producir sonrisas. El humor sería lo que se desvanece en la profundidad de su intención. ¡Además, tiende a ser subversivo! Lo dijo Chaplin: “No reímos cuando vemos caer a un niño o a un anciano. Pero sí cuando alguien imbuido de autoridad resbala y cae”. Es una manera de vengarnos porque los pobres somos más numerosos que los ricos.

 

Finalmente, ¿crees que he dejado de preguntar algo en especial? ¿Esperabas alguna pregunta que no he formulado y que quieras responder ahora?

Me alivia saber que no me has preguntado quién soy, realmente, porque aún no lo sé.

 

 

 

 

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LOS RECUERDOS SON LA MELODÍA DEL ALMA

                                                                                       Foto: Carmen Cristina Wolf, archivo personal

Los recuerdos son la melodía del alma

Vivir consiste en construir futuros recuerdos

Ernesto Sábato

En unos días concluiremos el año, y es propio de estas fechas recordar lo que hemos hecho durante aquel, incluso antes. San Agustín, en el libro XI de las Confesiones, decía que pasado y futuro no existen más que como intuiciones actuales de las cosas pasadas y futuras, de modo, pues, que al primero llegamos por vía de la memoria y al segundo por medio de la expectación. Me gusta esta definición del tiempo porque pone el acento en el presentismo heraclíteo de los recuerdos, de manera tal que no hay dos remembranzas idénticas de un mismo acontecimiento, puesto que aquellas ocurrirían en presentes diferentes.

Los revuerdos son la melodía del ayer, que quizás termine siendo deformada por la imaginación productiva.Los recuerdos son la melodía del alma. Como notas en una partitura, conforman la base melódica de nuestra evocación. Así pues, el pasado tendrá la melodía, ritmo y armonía que cada cual decida. Hoy estamos construyendo las remembranzas que mañana evocaremos. ¿Lo entendemos a cabalidad? Me lo pregunto porque con frecuencia observo a mucha gente desatenta a su presente. Vivir distraída y superficialmente es condenar la memoria a una intuición pobre

Es más frecuente de lo deseable encontrarse a personas atrapadas en los calabozos del pasado y del futuro. Con sobrada razón Víctor Hugo hallaba los recuerdos y el remordimiento parientes entre sí. Yo diría que la progenie de aquellos alcanza incluso al dolor y el odio. Hay para quien el pasado es una pesada elegía. Por otra parte, la normal futurición de la condición humana hace de esta presa fácil de los futuribles. No son pocos los que viven (y mueren) atormentados por lo que pueda suceder. Para estos, el futuro es un acorde oscuro. En ambos casos, el cuello del presente descansa bajo la hoja de una guillotina impredecible.

Lo que soy hoy lo he construido ayer. En eso gasté los preciados dones de la razón, la voluntad y la pasión. Solo yo soy responsable de ello. Si la música que soy al recordar no me gusta, ya no puedo hacer nada al respecto, salvo asumirlo y comenzar a trabajar en los futuros recuerdos. Hay algo en lo que poco reparamos, y volvemos a san Agustín: el tiempo solo existe en el alma, que es donde reside la conciencia de su paso, pero ¿cómo sentimos pasar el tiempo? Cuando el presente deja de serlo y nos percatamos de que un acontecimiento tuvo lugar hace horas o días, entendemos que apenas podemos presentificarlo por medio de la memoria.

¿Somos conscientes de que hoy estamos orquestando una parte primordial del mañana? Nosotros, que vivimos aturdidos por el futuro, paradójicamente despreciamos la tesitura de la voz con la que el presente entonará posteriormente, bajo la forma de recuerdos, lo que hoy descuidadamente hemos sido. Si nuestra preocupación por el futuro fuese mínimamente decente y honesta, honraríamos cada instante presente.

Quizás porque soy poeta me preocupe la concepción estética de toda creación. Por tanto, hay que pensar el presente como una obra de arte, hecha de recuerdos y expectativas, ciertamente, pero sobre todo de una mirada sublimatoria del mundo y sus circunstancias, puesto que la mayoría de estas son absurdas. O hallamos la belleza de la humanidad en medio del absurdo de la vida o sucumbiremos a este. Nada, sin embargo, será posible sin un corazón generoso, sin otorgar a los demás la importancia que se merecen por estar en nuestras vidas.

He conocido a personas que parecieran estar bajo riesgo de ser tapiadas por su pasado. La memoria tiene un componente moral ineludible: todo recuerdo pasa por el escrutinio de la conciencia, y cuando en esta pesa el absurdo más de lo soportable, sobreviene la amargura. Perdonar y perdonarse suelen ser buenos remedios, pero no suficientes. En estos casos, la decisión de actuar sobre cada presente para humanizarlo es esencial si deseamos sobreponernos a la ausencia de sentido que empeñosamente causan la modernidad líquida y su racionalidad procesal, de la que forma parte, entre otras taras, la de la prisa.

Llenar el presente de humanidad es impregnarlo de razón (que incluye la imaginación trascendental del idealismo alemán), voluntad, memoria y pasión, pero especialmente de amor. En este punto pareciera que hemos perdido seriedad estropeando el discurso filosófico con cursilerías, pero somos la única especie capaz de amar conscientemente y de preguntarse por ello. Vale la pena hacerse preguntas sobre el amor… no para responderlas, sino para conseguir cada vez mejores interrogantes, pues estas son el indicio de una racionalidad centrada en la existencia.

Vivimos aturdidos por decenas de demandas simultáneas, y corremos el riesgo de creer que atenderlas todas de manera expedita es vivir en el presente, pero no, no hay presente sin conciencia del uso de nuestra libertad, sin capacidad de elegir, lo cual implica también estar conscientes de nuestra responsabilidad. Mucho me temo que cada vez somos menos libres para decidir. Claro, eso nos tranquiliza porque supone evadir la angustia del dilema. La racionalidad procesal establece que todo viene dado por un protocolo, un formato, una directriz, y ante ello solo nos resta obedecer de modo acomodaticio.

Vivir con conciencia existencialista implica saber que no podemos eludir la angustia de decidir, que la moral acomodaticia apenas es una trampa que se convertirá más tarde en un recuerdo cacofónico —hay que temer las disonancias ontológicas—. Elegir no solo compromete la propia libertad, sino que involucra al otro. Cada elección humana es, en profundidad, una opción preferencial por alguien, incluso cuando no lo parezca.

Si hay un modo de superar el absurdo vital, me parece, es desde lo que he llamado existencialismo líquido, la conciencia de que somos evanescencia entre dos vacíos, el prodigio de una continua generación de existencia entre dos inexistencias (pasado y futuro). Ahora bien, en el seno de ese chispazo existencial se halla latente un pulso tanático, pues inexorablemente moriremos y, sin embargo, tenemos la potestad de elegir darle un sentido a esa —en apariencia— absurda finitud: ser un recuerdo productivo, una memoria generatriz de amor que diga a quienes nos sigan que una buena razón de ser (logos) de la existencia está en hacer del presente una obra de arte, gastarse el tiempo amando concreta y presencialmente a los que elegimos tener en nuestra vida.

Diciembre 2024

@JeronimoAlayon

 

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «Los recuerdos son la melodía del alma». El Nacional. 27 de diciembre de 2024. https://tny.im/RyoVb

 

CITA APA:
Alayón, J. (2024, 27 de diciembre). Los recuerdos son la melodía del alma. El Nacional. https://tny.im/RyoVb

Jerónimo Alayón

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