La coma y sus usos (Parte II)

Jerónimo Alayón

La función delimitadora más común de la coma, sin duda, tiene lugar separando ciertos grupos sintácticos o sintagmas de la oración. En este sentido, algunos usos pueden ser considerados preceptivos y otros optativos, en cuyo caso rigen siempre el principio de la unidad sintáctica y el de la prelación de la información conocida. Esto último significa tratar de presentar antes la información conocida y luego la información nueva.

La coma y el complemento circunstancial

Como ya se dijo en el artículo pasado, si bien lo usual es no romper la unidad sintáctica entre el verbo y el complemento circunstancial, algunos de estos, conforme a la intención del hablante, pueden adquirir un carácter incidental y requerir su delimitación con comas. Sin embargo, el escenario de los circunstanciales es mucho más variopinto y complejo de lo que se piensa en virtud de su menor dependencia sintáctica del verbo, de modo que conviene mirarlos detenidamente, especialmente cuando anteceden al verbo.

Precedencia del complemento circunstancial respecto del verbo

De entrada,  conviene estar alerta respecto del vicio de escribir coma detrás de todo complemento circunstancial que anteceda al verbo, pues en contadas ocasiones regirá algún uso preceptivo. No existe en el español un orden canónico para la construcción sintáctica de la oración, de modo que esta obedece al principio de prelación informativa: información conocida + información nueva.

Supongamos la siguiente pregunta: ¿Cuándo enviaron la carta? Una posible respuesta sería esta: Hemos enviado la carta ayer por la mañana. Este orden respeta la secuencia información conocida + información nueva (subrayada). Otra posible respuesta sería esta: Ayer por la mañana, hemos enviado la carta. En este caso, se altera el orden prelativo de la información, razón por la cual el complemento circunstancial se separa del verbo con coma. Como se podrá intuir, no siempre será tan fácil determinar si se sigue o no dicho orden prelativo.

Una variante de la inversión del orden prelativo tiene lugar cuando, antecediendo al verbo, el complemento circunstancial es excesivamente largo, complejo y aporta información nueva (generalmente se trata de una subordinada): Siempre que puedas hacerlo, llama a tu tía [Llama con frecuencia a tu tía]. En este ejemplo, la subordinada adverbial es extensa y conviene separarla del verbo con coma.

Precedencia de adverbios y locuciones adverbiales

Se escribe coma detrás de los adverbios o locuciones adverbiales que preceden a una oración y fungen como complemento oracional modificándola en su totalidad: Con demasiada frecuencia, Carlos visita a María. Evidentemente, tú no estás en tu sano juicio. Francamente, no le creo ni una palabra. Por lo general, ella contesta cortésmente. Así mismo, si la construcción adverbial en función de complemento oracional se halla en posición medial o final, también irá delimitada por comas: Tú, evidentemente, no estás en tu sano juicio. Tú no estás en tu sano juicio, evidentemente. Ahora bien, cuando las construcciones adverbiales solo modifican a un componente oracional, no van separados con comas: Carlos visita con demasiada frecuencia a María. En este caso, «con demasiada frecuencia» solo afecta al verbo «visita».

Precedencia de construcciones introductorias

Como en el apartado anterior, si la oración es precedida y afectada en su totalidad por una construcción introductoria, esta se separa con coma del resto: En relación al caso de la tintorería, lo recomendable es hacer una auditoría a fondo. Con respecto a ti, creo que has hecho un magnífico trabajo. En cuanto al papel, compraremos más la semana próxima.

Precedencia del complemento no verbal

Se escribe coma detrás de los complementos no verbales que anteceden al grupo sintáctico con el cual están vinculados. El primer caso es el de los complementos preposicionales (regidos por la preposición «de») que anteceden a construcciones partitivas (subrayadas en los ejemplos). Estas se hallan conformadas por un cuantificador: mitadmayoríavariosrestoninguno, cualquier número cardinal o porcentaje. Ej.: De las ciudades que conozco, dos me gustan para vivir [Dos de las ciudades que conozco me gustan para vivir]. De los libros que compré, ninguno me ha parecido interesante. De los alumnos inscritos, el 25 % ha aplazado. De la gente del pueblo, la mayoría es honesta.

El segundo caso tiene lugar cuando el grupo cuantificativo precede al primer término de una comparación (subrayado en el ejemplo): Más que un obstáculo, yo veo una oportunidad [Yo veo una oportunidad más que un obstáculo]. Más que un premio, parece un castigo. La actuación del juez, más que un ejercicio de justicia, parece una venganza personal. Nótese en este último ejemplo que el grupo cuantificativo «más que un ejercicio de justicia» va entrecomado al quedar en posición medial en la oración, pues el orden de los términos comparativos habría sido el siguiente: La actuación del juez parece una venganza personal más que un ejercicio de justicia.


© Jerónimo Alayón y El Nacionalhttps://bit.ly/3KcYCYv

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «La coma y sus usos (parte II)». El Nacional. 4 de julio de 2025. https://is.gd/IiewmZ

CITA APA:
Alayón, J. (2025, 4 de julio). La coma y sus usos (parte II). El Nacionalhttps://is.gd/IiewmZ

Fuente: El Nacional
Editora: Carmen Cristina Wolf @carmencristinawolf en Instagram
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La coma y sus usos (Parte IV)

 

La coma y sus usos (Parte IV)

Por Jerónimo Alayón

Definitivamente, el uso más complicado de la coma atañe al de delimitador de oraciones subordinadas. La subordinación es un tipo de grupo sintáctico en el que dos oraciones mantienen una relación de dependencia semántico-sintáctica: Creo que deberíamos pensarlo mejor. La subordinada «que deberíamos pensarlo mejor» depende semánticamente de «creo» para completar su sentido (y viceversa), y sintácticamente es complemento directo de «creo», elemento con el que forma un sintagma de predicado.

La subordinación se define como sustantiva cuando la subordinada desempeña funciones sintácticas propias de un sintagma nominal: Te dije que no manejaras así ? Te dije esto [en este caso, cumple función de complemento directo]. Adjetiva, si cumple funciones de sintagma adjetival: La casa que compró Luisa es cómoda ? La casa suya es cómoda [modificador adjetival]. Adverbial, cuando modifica circunstancialmente al verbo: Díselo de modo que no se enfade ? Díselo amablemente [complemento circunstancial].

Uso de la coma en la subordinación sustantiva

Las subordinadas sustantivas están encabezadas por las conjunciones quesi (en las interrogativas indirectas: No sé si recibió el mensaje) y los interrogativos quédóndecómo, etc. (¿Ya saben cómo ocurrió el accidente?). Estas subordinadas cumplen funciones de sujeto, complemento directo o término de un complemento preposicional: Que te quedes no es una opción [sujeto]. Pensó que era mejor así [complemento directo]. La causa de que renunciara no la conocemos [término del complemento preposicional].

En consecuencia, y no debiendo romperse la unidad sintáctica del verbo con el sujeto y el complemento directo, o de la preposición con su término, no debe escribirse coma para separar la subordinada de la oración principal. La excepción a esta norma, por supuesto, es cuando concurre entre la subordinada y la oración principal algún elemento periférico con valor incidental: Que te quedes, repito, no es una opción [sujeto]. Pensó, según dijo después, que era mejor así [complemento directo]. La causa, la real, de que renunciara no la conocemos [término del complemento preposicional].

La coma en las subordinadas adjetivas

Las subordinadas adjetivas están encabezadas por un pronombre (quequien cualcuanto, etc.), un adverbio (dondecomocuandocuanto, etc.) o el adjetivo posesivo cuyo. En todos los casos, estos elementos establecen una relación anafórica con el antecedente, es decir, funcionan como relativos que modifican a un sintagma nominal (un sustantivo o un grupo nominal): Compré una pluma Parker [antecedente] que [relativo] tiene un trazo excelente. En este caso, el pronombre «que» se refiere a «una pluma Parker», que es su antecedente. La subordinada funge como adjetivo: Compré una pluma Parker que tiene un trazo excelente ? Compré una pluma Parker magnífica.

En el ejemplo anterior, el antecedente (doble subrayado) está expresado en la oración, pero hay casos en los que es tácito: Los alumnos que presenten el examen deberán venir el viernes ? Quienes presenten el examen deberán venir el viernes. El antecedente de la subordinada «Los alumnos que presenten el examen» se suprime y pasa en el segundo ejemplo a ser tácito, pero señalado por el relativo «quienes». El uso de la coma como delimitadora en la subordinación adjetiva va a depender, por tanto, de si el antecedente es tácito o expreso y de otros factores. Veamos algunos casos de los que mayor dificultad ofrecen.

Entre las de antecedente expreso, tenemos dos clases: las subordinadas adjetivas explicativas y las subordinadas adjetivas especificativas. Las primeras constituyen un grupo sintáctico periférico, razón por la cual, siendo un inciso explicativo, deben delimitarse con coma: El auto, que tenía días fallando, se averió finalmente ayer. Por el contrario, las adjetivas especificativas no se delimitarán con coma: ¿Dónde colocaste las llaves que te di hace un rato? El criterio para saber si la subordinada ha de ir entrecomada o no es su carácter incidental, a cuyo fin ayuda mucho verificar si la información aportada es prescindible o no.

En este grupo valga destacar las subordinadas adjetivas de antecedente expreso construidas con el adjetivo posesivo cuyo, que tantas dudas ofrece al escribir, pues irá antecedido o no de coma según que la relativa sea explicativa o especificativa: Mi hermano, cuyo prestigio profesional tanto defendiste, te aprecia mucho [explicativa]. Aquí te dejo el libro cuyo prólogo escribiste [especificativa].

Un caso muy particular de las adjetivas explicativas es el de las subordinadas cuyo antecedente expreso es un pronombre personal. La Real Academia asegura de ellas, en su Ortografía de la lengua española (2010), que «aunque son siempre explicativas, se documentan frecuentemente sin la coma que debería separar el pronombre sujeto del relativo —se conserva, en cambio, la que marca el final de la relativa—», y da el siguiente ejemplo: Yo que probé las frutas más sabrosas de la tierra, me harto ahora de sombras y de barro. Justifica dicho uso porque «se entiende que las secuencias formadas por el pronombre y la relativa se delimitan de la misma manera que las construcciones concesivas o causales por las que pueden parafrasearse: Aunque probé las frutas más sabrosas de la tierra, me harto ahora de sombras y de barro.

Personalmente no comparto este criterio porque no son comparables ambas construcciones. El grado de vinculación de la subordinada con la oración principal en el primer caso —como en todo inciso explicativo— es muy débil e incidental, siendo incluso prescindible la información contenida en aquella, razón por la cual sugerimos entrecomar la subordinada, ya que hace las veces de un adjetivo explicativo: Yo, que probé las frutas más sabrosas de la tierra, me harto ahora… ? Yo, afortunado, me harto ahora… En las concesivas, la unidad sintáctica entre la conjunción («aunque») y la prótasis («probé las frutas más sabrosas de la tierra») es indisoluble.

Las subordinadas adjetivas de antecedente tácito rigen su uso de la coma por el principio de la unidad sintáctica, de modo tal que no se puede romper la unidad entre el verbo y las subordinadas en función de sujeto: Los que se inscribieron iniciarán clases el lunes [sujeto]. Aun cuando en la cadena hablada se haga naturalmente una pausa al terminar la subordinada en función de sujeto, esta no debe marcarse con coma: ?Los que se inscribieron, iniciarán clases el lunes [la bolaspa ? es un símbolo que indica una forma agramatical].

El mismo principio de unidad sintáctica aplica a las subordinadas adjetivas en función de complemento directo,  indirecto o de régimen verbal cuando precedan al verbo: De lo que hablamos tu tía y yo no puedo decirte nada [complemento de régimen]. A quienes preguntaron por la hora de llegada les digo que aún no sabemos [complemento indirecto]. Aun cuando entre la subordinada antepuesta y el verbo se haga una pausa oral, esta no se representa con coma, puesto que interrumpiría la unidad sintáctica.

Este tipo de subordinadas adjetivas con antecedente tácito son propias de la tradición oral en forma de refranes: A quien madruga Dios lo ayudaEl que no la debe no la temeQuien mucho abarca poco aprieta. En estos casos, es común ver que se escriba coma para delimitar una aparente estructura bimembre, pero es necesario recordar que no se debe emplear la coma optativa para crear cesuras en grupos que deben preservar su unidad sintáctica. Si deseamos reproducir la pausa propia de la oralidad, hay recursos —incluso tradicionales en la escritura— como la barra oblicua: A quien madruga / Dios lo ayudaEl que no la debe / no la temeQuien mucho abarca / poco aprieta.

En el caso de las subordinadas adjetivas con antecedente tácito, funcionando como complemento circunstancial de tiempo antepuestas al verbo, el uso de la coma dependerá de su extensión, en función de la cual puedan llegar a convertirse en elementos periféricos. Así pues, las subordinadas adjetivas muy largas suelen resultar explicativas y las breves especificativas. En ambos casos, irán encabezadas por el relativo cuando, los enlaces conjuntivos mientras o siempre que y por las locuciones adverbiales antes de quedespués de que. Por ejemplo: Cuando entraste a la oficina batiendo tu frondosa cabellera negra, me enamoré ? Cuando entraste me enamoré. En este ejemplo, el antecedente tácito es «en el momento»: En el momento en que entraste… Por ello es una subordinada adjetiva.

En conclusión, la puntuación de las subordinadas sustantivas y adjetivas es complicada —no tanto como la de las adverbiales, de las que nos ocuparemos próximamente—, pero en ambas rige una norma estable que es la de la unidad sintáctica. Ciertamente, un fallo cada vez mayor de la educación contemporánea es el abandono de la gramática, de modo que quedamos a expensas de una competencia lingüística y comunicacional precariamente entrenada en textos de dudosa corrección gramatical.sintáctica.


Fuente: El Nacional y Jerónimo Alayón

© Jerónimo Alayón y El Nacionalhttps://bit.ly/3KcYCYv

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «La coma y sus usos (parte IV)». El Nacional. 18 de julio de 2025. https://is.gd/zel1ey

CITA APA:
Alayón, J. (2025, 18 de julio). La coma y sus usos (parte IV). El Nacionalhttps://is.gd/zel1ey

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Un libro que logra cruzar el idioma es un puente entre culturas. Entrevista a Karina Miñano

Entrevista al cuidado de Joiner Villasmil

Karina Miñano: “Cada libro que logra cruzar el idioma y el contexto es un puente más entre culturas”

Karina Miñano es poeta, escritora, conferencista y experta en Márketing Digital. Máster en Escritura Creativa por la VIU de Valencia y Especialización en enseñanza de escritura creativa en la Universidad de Alcalá (España). Su obra abarca poesía, relatos y novelas, destacando Remolino de sueños (2021), que aborda la lucha por la educación de niñas refugiadas afganas. Su poema «Mutilada», sobre la MGF, fue premiado en España en 2019. Dirige el programa de poesía Por debajo de la pluma y publica en blogs y antologías. Mientras el roble cede a la noche es su primer libro de poesía, donde explora temas profundos desde la intimidad de su alma.

¿Qué te motivó a escribir el poema Mutilada, de qué trata?

Mutilada aborda la mutilación genital femenina (MGF) en niñas desde la infancia hasta la adolescencia. Surgió mientras escribía mi novela Remolino de sueños y me encontré, casi por azar, con una noticia sobre esta práctica. Investigué más, leí testimonios de mujeres que la habían sufrido y no pude permanecer indiferente. Aunque respeto las culturas distintas a la mía, no puedo ignorar el dolor que esto ha causado y sigue causando a miles de niñas y mujeres en el mundo. No ocurre solo en Medio Oriente; también sucede en América, Asia y Europa. Se estima que 600 mil mujeres que viven en Europa han sido sometidas a la MGF y 180 mil niñas corren ese riesgo. Muchas veces, desde el privilegio, desconocemos estas realidades. Yo no quise ser ajena.

¿Cómo fue el proceso de creación de Remolino de sueños y qué esperas que los lectores se lleven de esta historia?

El proceso comenzó sin que yo lo supiera en 2004, cuando llegué a Europa y me encontré con una fuerte presencia musulmana. Quise comprender más allá de los estereotipos, así que leí, observé y busqué testimonios de mujeres musulmanas sobre sus vidas, sus ambiciones y limitaciones. Años después, una charla TED de una médica afgana que desafiaba al Talibán para educar a niñas me impactó profundamente. Así nació Latifah, la protagonista de mi novela, y su lucha por llevar educación a las niñas de los refugios.

Remolino de sueños retrata el choque cultural desde la mirada de una mujer que, al volver a su país, ya no encaja del todo. A través de ella, exploro la relación entre identidad, cultura y educación. Ojalá los lectores se lleven una mayor empatía hacia las mujeres refugiadas y comprendan que la educación no solo abre puertas, también siembra sueños. Es una forma concreta de colaborar con el cambio.

Antes de dedicarte plenamente a la escritura, trabajaste en periodismo y comunicación. ¿De qué manera esas experiencias han influido en tu trabajo literario?

Desde niña tuve una relación íntima con las palabras. Recuerdo a mi abuelo leyendo el diario El Comercio, y yo, sin saber muy bien por qué, empezaba a escribir mis propias historias y reflexiones. Leía crónicas periodísticas que me atrapaban por su humanidad, por la forma en que convertían la realidad en relato. Esa fue mi primera escuela.

Luego, ya en el periodismo, la urgencia de los hechos me alejó un poco de lo artístico, pero me dejó algo valioso: la capacidad de observar, de escuchar, de captar lo esencial en medio del ruido. Al llegar a Europa, todo eso que había acumulado, las historias reales, el amor por las palabras, el deseo de entender lo que duele, encontró su cauce. Y escribí, por fin, desde ese lugar donde la vida y la literatura se tocan.

¿Qué significa para ti vivir y escribir en los Países Bajos, un contexto cultural tan distinto al de Perú?

Es una pregunta que me acompaña desde hace años. Cuando vivía en Perú, mi vida giraba en torno a lo inmediato: los hechos, la urgencia, la realidad sociopolítica. Al llegar a los Países Bajos, descubrí otro ritmo, otras formas de mirar el mundo. Encontré espacios de calma y oportunidades que tal vez no hubiera tenido en mi país en ese momento.

Vivir aquí me permitió transformar lo que era solo un pasatiempo en una vocación profunda. Claro que el contexto influye: el entorno se convierte en un personaje más, con sus silencios, sus paisajes y sus modos de ser. Pero nunca escribo desde el olvido. Llevo conmigo la mirada que se formó en Perú, y esa distancia me da una perspectiva valiosa: puedo comparar, comprender y relatar desde el cruce de dos mundos. Ese entrelugar es, también, mi voz.

Has participado en la traducción de literatura hispana al neerlandés. ¿Cuál consideras que es el mayor reto y el mayor aporte de esta labor?

Sí, te refieres a mi trabajo temporal como asesora del Fondo de Literatura Neerlandesa. En esta labor, leo y evalúo obras de autores hispanohablantes para determinar su calidad literaria y su potencial para ser traducidas al neerlandés. El mayor reto, sin duda, está en las particularidades lingüísticas y culturales. Recuerdo, por ejemplo, una novela muy atractiva escrita en un registro local tan marcado que resultaba casi ininteligible sin un contexto profundo o incluso un glosario. Para un traductor, eso representa un desafío enorme: trasladar no solo el significado, sino también el tono, la musicalidad y la intención del original.

El mayor aporte de este trabajo es abrir camino a voces hispanas en un mercado lector como el neerlandés, exigente pero receptivo. Cada libro que logra cruzar el idioma y el contexto es un puente más entre culturas.

¿Cómo ha sido tu experiencia con “Por debajo de la pluma” y la comunidad que has creado en “Cuéntame un libro”?

Le tengo un cariño especial a Por debajo de la pluma. Es un espacio que me permite conversar sobre mis poetas favoritos y descubrir nuevas voces junto a colegas del mundo literario y artístico. Es, sobre todo, un lugar de diálogo y aprendizaje.

Conocí a la comunidad de Cuéntame un libro a partir de una entrevista sobre mi primera novela, Remolino de sueños. A partir de ese encuentro, se formó una relación entrañable con sus fundadores, Claudia y Gonzalo. Pronto noté que la poesía tenía poco espacio dentro de las entrevistas, y así surgió la idea de crear un programa centrado en poesía.

Desde entonces, me he enfocado en autores que marcaron una ruptura estilística o renovaron el lenguaje poético. Conversar sobre sus trayectorias es también una forma de aprender y de compartir ese aprendizaje. El objetivo es doble: acercar la poesía a un público más amplio y, al mismo tiempo, inspirar a quienes están empezando a escribir.

Cada sábado compartes poesía en redes sociales. ¿Cómo ha cambiado tu relación con la poesía a través de estas plataformas digitales?

Lo que más valoro de las plataformas digitales es la posibilidad de compartir. Durante mucho tiempo leía poemas que me conmovían profundamente, pero no tenía con quién comentarlos. Empecé casi por intuición, publicando versos que me habían tocado, con la esperanza de que otros sintieran algo parecido.

Han pasado casi seis años desde ese primer intento, y hoy Sábados de poesía se ha convertido en un espacio íntimo pero abierto, donde la poesía circula, se escucha y se vuelve conversación. Mi relación con la poesía no ha cambiado en esencia, pero sí se ha vuelto más generosa: ya no solo leo para mí, también leo para los demás.

Tu primer libro de poesía Mientras el roble cede a la noche se publicó recientemente. ¿Qué temas o emociones predominan en esta obra?

Mientras el roble cede a la noche nace del cuerpo, pero también de lo que no se ve, como la sombra, el silencio, lo que quedó sin nombrar durante mucho tiempo. Habla del duelo, de la pérdida, de la reconstrucción lenta tras una etapa que se rompe. Sinceramente, son poemas que no busqué escribir; llegaron después de haber vivido lo que necesitaba ser dicho.

Siempre he sentido que la poesía aparece cuando ya no basta con explicar. Es un espacio donde lo vulnerable encuentra forma. Como decía Pizarnik, “la poesía es el lugar donde todo sucede”. En ese lugar escribí, no desde la certeza, sino desde el temblor. No busco respuestas, solo una voz que acompañe.

Mientras el roble cede a la noche habita esa fisura entre lo que se fue y lo que aún resiste. Ahí donde la palabra empieza a sanar, sin prometer alivio.

Además de la escritura, también eres profesora de escritura creativa. ¿Qué enseñanzas o consejos sueles destacar en tus talleres?

Sí, estoy convencida de que para enseñar escritura no basta con escribir: hace falta una estructura clara y una base pedagógica sólida. Por eso me formé como profesora de escritura creativa en la Universidad de Alcalá. Esa formación me permitió diseñar cursos bien estructurados y, sobre todo, ofrecer una retroalimentación respetuosa y útil, que ayude a cada persona a avanzar desde su voz y sus propias intuiciones.

En mis clases intento destacar siempre lo que funciona y lo que puede funcionar aún mejor. Actualmente tengo un curso activo en la plataforma Savia, Poesía para sanar, pensado para quienes buscan un primer acercamiento a la poesía o un espacio íntimo donde ponerle nombre a lo que duele. Escribir no cura, pero puede acompañar. Y a veces, eso basta.

El curso nace de mi propia experiencia, y como todo lo que me ha servido, decidí compartirlo. Pronto también ofreceré dos nuevos cursos: uno sobre construcción de personajes y otro centrado en narrar nuestra historia personal.

En tus conferencias has hablado sobre César Vallejo y su conexión con Hemingway. ¿Qué te atrae particularmente de esos dos autores?

Ambos, Vallejo y Hemingway, me interesan por razones distintas, pero complementarias. En Vallejo me conmueve su capacidad para nombrar el dolor humano desde una lengua reinventada, quebrada, profundamente suya. En Hemingway admiro su precisión, su economía expresiva, esa manera de decir tanto con tan poco.

Lo que me atrajo a explorarlos juntos fue el hecho de que, siendo tan distintos en estilo, compartieron una misma época convulsa, un mismo compromiso con el sufrimiento humano, y un cruce inesperado en la guerra civil española. Vallejo escribió España, aparta de mí este cáliz, y Hemingway Por quién doblan las campanas; dos obras que miran la misma tragedia desde ángulos distintos, pero con la misma urgencia ética.

Me interesa pensar ese cruce no solo como coincidencia histórica, sino como diálogo literario y humano. Debo mencionar que la conferencia Cuatro poetas con Hemingway es una iniciativa que llevamos cuatro escritoras. Son cuatro poetas y su relación con Hemingway.  Abordamos esta relación en las conferencias no para compararlos, sino para tender puentes: entre idiomas, entre estilos, entre visiones del mundo.

Tu formación en comunicación y marketing digital parece complementar muy bien tu carrera literaria. ¿Cómo aprovechas esas habilidades para difundir tu obra?

Para ser honesta, aún estoy aprendiendo a aplicar mis conocimientos en comunicación y marketing digital a mi propio camino literario. En el ámbito profesional, he trabajado en entornos muy estructurados y corporativos, con objetivos claros y equipos definidos. Pero cuando se trata de mi obra, esa estrategia se vuelve más personal, y a veces más difícil de ejecutar.

Lo que sí he hecho es concentrarme en crear contenido con sentido, más que en promocionar por promocionar. Creo que la difusión es importante, pero más importante aún es llegar a quienes realmente quieren escuchar. Estoy en ese proceso: buscando un equilibrio entre lo que deseo compartir y la mejor forma de hacerlo llegar, sin perder autenticidad.

¿Qué proyectos o sueños literarios tienes para el futuro que te gustaría compartir?

Tengo tres libros en marcha. Dos de poesía que ya están escritos y ahora descansan en ese tiempo necesario antes de volver a mirarlos con otros ojos. Y una novela que empecé en 2019 y que me espera para ser concluida con la calma que merece.

También espero seguir escribiendo artículos para Círculo de Lectores Perú, una casa que me permite reflexionar sobre poesía y literatura desde un lugar íntimo y libre. Estoy terminando mi sitio web, y sigo compartiendo relatos en los blogs literarios Liberemos las palabras Papeles encontrados. Más que proyectos, son hilos que siguen latiendo en mi día a día. Y mientras sigan latiendo, seguiré escribiendo.

Tres poemas de Kariña Miñano

Grito

Anónimas miradas rozaron a mi bebe.

¿Dónde está?

Duerme en el capullo de la oruga entre

sueños que el olvido desteje.

Pintaron miedo en mi niña.

¿Descansa?

Enroscada en la crisálida,

a punto de despertar.

Alimentaron amargura a mi niña adolescente.

¿Qué hace?

Contempla sus escamas frente

al espejo que guarda su muda.

La arrojaron al abismo de joven

¿Volvió?

Emergiendo, bate sus colores del estómago al corazón.

¿Dónde está la mujer?

Sosteniendo la puerta para que salgamos todas.

Y juntas, en su garganta, desatar el recuerdo.

Nos nacemos del crujido de las alas,

desde la cuna, hasta la herida.

Amalgama desnuda

Lentitud.

Me perderé

entre la desnudez de los árboles de invierno,

despacio hasta el centro,

dedos, talón, talón, dedos.

Será el rastro un camino de blusas, abrigos, dermis

sobre ramas, hojas secas, barro, charcos de agua.

El esternón despojado, como ellos.

Inmersión.

Injerida en medio de los troncos

el silencio dará la señal,

viento reposado, silbidos desde las copas.

Aceptada,

pisaré firme los pétalos descompuestos

que alfombran el suelo

endurecido por el frío.

De mis pies brotarán

raíces para incrustarse en la tierra 

tocar las perpetuas cepas de los demás,

absorber sus virtudes.

Amalgama.

Por fin, me quedaré inmóvil

los brazos desplegados,

la cara en el cielo, el azul en los ojos.

Corteza somera me envolverá tres veces.

No sentiré algidez.

Seré albura joven.

Percibiré la médula empujando energía por mi cuerpo

Transformaré una nueva yo,

mi pecho quemará de satisfacción

mientras mis piernas se llenan del vigor lozano.

Calma.

Respiro.

Será un día soleado de invierno,

en febrero.

Un día que ya empiezo a recordar.

Impalpable (del libro Mientras el roble cede a la noche)

qué ganas de acariciar su rostro

hacerle la vida una burbuja

ya no me mira

ya no se mira

qué ganas de llorar con ella

secar su llanto de sombras 

ya no me sonríe

ya no se sonríe

qué ganas de alumbrar sus noches

dibujarle sueños eternos

ya no me habla

ya no se habla

qué ganas de apreciar su sonrisa

reflejársela llena de luz

ya no se arregla

ya no se importa

ya no la veo 

Editora: Carmen Cristina Wolf @carmencristinawolf en Instagram

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Entrevista al cuidado de: Joiner Villasmil

 

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Carlos Benito Losada, selección de poemas

Carlos Benito Losada Pérez nació en Caracas, donde se formó como ingeniero electrónico. Ha recorrido distintas geografías —Reading, Santiago de Chile, Basingstoke— llevando consigo la memoria de los afectos, los gestos heredados y la búsqueda de sentido en cada pausa. Desde muchacho cultiva la escritura de relatos y poesía como un acto de permanencia, una forma de nombrar lo que se muere y lo que queda. La fotografía y la cocina lo acompañan como otros lenguajes del reencuentro, conectando sabores con recuerdos. Los cinco poemas que ofrece en esta publicación, entre ellos Aquí sigo, son testimonio de esa mirada que enlaza raíces y presente. En ellos, Carlos Benito se convierte en verbo, en presencia y en posibilidad: un canto sereno que dialoga con la historia familiar y con el tiempo que insiste en permanecer.

El lugar que aún les pertenece 

Hay días en que las ilusiones parecen delgadas como el vapor del café.

Antes se encendían como faroles: señalaban viajes, cenas con amigos, llamadas por hacer.

Tenían ritmo, urgencia, incluso un poco de vanidad. Se creían imprescindibles.

Ahora caminan en puntillas.

Se esconden en un correo cualquiera, en un saludo inesperado,

en un verso que se aparece sin llamar la atención.

Las reconozco por su perfume discreto,

ese que mezcla promesa con duda sin pedir respuestas.

Las escucho cuando abro la ventana y el aire me trae

una memoria que ni siquiera sabía que extrañaba.

Ya no hacen fila en mis mañanas,

pero se deslizan por los costados, como gatos que aún reclaman

su rincón en la casa, aunque nadie les dé permiso.

Las ilusiones siguen ahí.

Solo que ahora no necesitan protagonismo para quedarse.

Las cuentas del tiempo

Los días pasan,

sigilosos como hojas sueltas

en un calendario gastado.

La entrega fue un río constante,

lento, persistente,

como quien riega un jardín

sin esperar la flor.

El eco de lo dado

se pierde en el viento,

se disuelve en palabras que no llegan,

en silencios que pesan

más que el oro.

No importa cuánto se dio,

ni cuántos inviernos quedaron atrás,

al final,

el valor es moneda ajena,

y la memoria,

un libro sin firma.

Inventario en voz baja

No nací sabiendo

pero nací buscando,

con un par de dudas bien puestas

y un puñado de asombros mal disimulados.

Fui outsider por vocación,

testigo curioso de mis propias decisiones,

de mis tropiezos también,

aunque a veces me gustaría

un descanso del espejo.

Me enamoré como se debe,

a ratos con premura,

a ratos con el alma

y encontré compañía duradera,

no promesa: presencia.

Dos hijos prestados por la vida,

uno allá en Chile

donde una nietita, la Victorita,

pinta con risas mi nostalgia

el otro en Alicante,

donde la distancia tiene nombre propio.

A veces extraño lo que no supe nombrar:

mi juventud en llamas,

el cuero firme y la espalda erguida,

las reuniones en PDVSA

donde gerenciar tenía sentido,

porque escuchábamos de verdad.

Y cómo extraño Venezuela,

con su olor a mango maduro,

con su acento que nunca me dejó,

con mi mamá,

que todavía me habla de cosas sencillas,

como cuando pico la cebolla, el pimentón,

o le pongo la tapa a la olla del arroz.

Cocino bien, sí,

aunque a veces creo

que la mesa ya no espera mi sazón,

pero igual sirvo el plato

por si un día se sientan

y miran.

Porque aún me siento solo,

pero sé que no estoy vacío.

Mientras haya palabras

y tiempo para decirlas,

todavía me quedo

a contemplar

cómo la vida

sigue saliendo al sol,

muy a pesar de nosotros.

Dos patrias, un corazón 

Migré con el viento al otro lado,

con los bolsillos llenos de memoria,

con la patria doblada en la maleta

y el corazón partido en dos fronteras.

Aquí el sol me calienta distinto,

las calles me nombran sin conocerme,

el pan tiene otro aroma

y el idioma se acomoda entre mis sueños.

Allá, en la otra orilla,

quedan voces que envejecen sin promesas,

quedan amigos contando los días,

y quedan luchas que parecen eternas.

No reniego de mi suerte,

del refugio que me dio otro suelo,

pero es extraño celebrar victorias

sabiendo que otros pelean por migajas.

Así es la distancia:

un puente que no cruza del todo,

una sombra que a veces pesa,

una raíz que, aun lejos, sigue creciendo.

Aquí sigo

Aquí sigo

como quien encuentra en el caos

una nota amable

y la guarda como amuleto

entre e-mails revueltos.

El olor de la torta de queso en el horno —

esa que me ha gustado desde la universidad —

todavía me trae recuerdos claros,

de manos que construyen,

de caminos que no se olvidan.

El cansancio persiste,

pero ya no como carga,

sino como señal de que cada paso deja rastro,

de que el exceso de foco

también marca la piel del día.

Aquí sigo,

con una esperanza que no hace ruido,

pero se enciende en la mirada de los que me rodean.

Con recuerdos de mi mamá cocinando palabras reconfortantes,

con amigos que aparecen sin ser llamados,

como tregua.

Con versos que logran

lo que ningún plan consigue:

dar sentido a lo que no tiene manual.

Aquí sigo,

y si el camino no está claro,

mi faro se vuelve poema.

Porque como dice mi poeta preferido:

“aunque el alma tenga manchas, puede hacerse tinta nueva…”

Bueno, ya no usamos mucho la tinta,

solo teclas que se repiten hoy y mañana,

y estos dedos míos,

que hoy también se niegan a rendirse.

Y sigo,

como quien confía

en la bondad de los días que aún no han llegado.

Como quien pone una palabra en remojo,

esperando que florezca poema.

La ruta no siempre se dibuja con líneas rectas,

a veces se revela en curvas,

en olores compartidos,

en teclas que suenan como un corazón sincero.

Porque el futuro también se escribe

con el cansancio que se convierte en fuerza,

y con la certeza serena

de que seguir —solo seguir—

ya es un gesto de magia.

Gracias a Carlos Benito Losada Pérez

 

 

Editora: Carmen Cristina Wolf

 

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LA EDAD DEL FUEGO SERENO, POR FARAH CISNEROS

Farah Cisneros

La edad del fuego sereno
Por Farah Cisneros
Hacerse viejo es una conquista.
No un accidente del tiempo, no un descuido de los años, sino un privilegio, un rito, un fuego que no se apaga: se transforma.
A cierta altura de la vida, cuando el cuerpo empieza a murmurar sus quejas, cuando los nombres se nos escapan como mariposas veloces, cuando el calendario ya no impresiona, algo profundo se enciende en lo invisible.
Una lucidez nueva. Una fidelidad hacia lo esencial. Una paz que antes no sabíamos nombrar.
Porque no se trata solo de sumar años, sino de habitar el tiempo. De volverlo carne, conciencia, plenitud.
Y para eso hace falta coraje.
Coraje para despedir lo que ya no vuelve.
Coraje para sostener el espejo sin disfraz.
Coraje para abrazar el presente sin resentimiento, sin melancolía, sin esa nostalgia que a veces nos roba el ahora.
La vejez no es un ocaso. Es otro tipo de luz.
No más tibia, sino más íntima.
No menos intensa, sino más sabia.
No menos viva, sino más libre.
Ahora los días ya no se desgastan en la urgencia, sino que se cultivan.
Se amasa el tiempo como un pan sagrado: con manos lentas, con hambre verdadera.
Y se agradece —¡cómo se agradece!— lo que antes se daba por hecho: una mañana sin dolor, una charla larga, el sol en la cara, la risa que brota sin explicaciones.
Ya no se corre detrás de nada.
Porque lo que importa, ya está.
Y lo que aún no llegó, tampoco apura.
Porque hacerse viejo también es aprender a esperar con amor.
Es saber que hay frutos que solo maduran en la estación justa.
La vejez, si se la habita con dignidad, es una maestra generosa.
Nos enseña a soltar sin perder.
A recordar sin anclarse.
A amar sin condición.
A vivir con menos, pero sentirlo todo más.
Y el legado, ese misterio que tantos persiguen, no está en lo que dejamos, sino en cómo nos quedamos en quienes amamos.
Un gesto, una frase, una mirada limpia, pueden marcar una vida más que cualquier herencia.
El verdadero legado es una forma de estar.
Es la paz que sembramos, la alegría que sostenemos, la libertad que irradiamos.
Hacerse viejo es, quizás, el mayor acto de presencia.
Porque todo lo vivido se condensa en un solo punto: este instante.
Y quien lo honra, quien lo mira con ojos despiertos, con gratitud ardiente,
quien lo vive sin miedo ni negación, es ya eterno.
Farah Cisneros. Nació en Caracas. Escritora, pinealista y mentora.

Facilitadora en Procesos de Cambio y Transformación Personal
Master Coach Neuro-Linguistic Programming PNL
Certified Heal Your Life Teacher Philosophy Louise Hay
Fundadora y Directora de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores
Autora del libro ¡Haz lo que te dé la gana!
Produce, coordina y desarrolla el Programa de Entrenamiento y Desarrollo Integral
Personalizado-PEDIP de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores
Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela.

@FARAH_CISNEROS farahcisneros@hotmail.com –
escueladegerenciaypensadores@gmail.com
http://egpvenezuela.wix.com/egpvenezuela
http://egpvenezuela.wixsite.com/farahcisneros

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Se lee como una película

Se lee como una película 

Por Edinson Martínez

 

Las notas que por fin han conquistado estas páginas son el resultado de reiterados intentos por centrar las ideas sobre un contenido asaltado a cada rato por el asombro de las casualidades. 

Culminando de leer El afgano y, contrario a mi costumbre, me tomé una fotografía con el libro en las manos para inmediatamente postearla en mis redes sociales. Al margen, se me ocurrió enviar la misma foto a unos pocos amigos recomendándoles al pie de la imagen la lectura de la novela. El caso es que, mientras la leía, en varios instantes me sentí como si estuviera viéndola en una película, por eso, cuando le escribí a mis amigos sobre ella, simplemente les remití la foto con la leyenda “Se lee como una película. Te la recomiendo”.

En el curso de su lectura pensaba en ocasiones sobre sí aquellos hechos que se contaban en la obra habían efectivamente ocurrido. Y, al propio tiempo, me preguntaba sobre si la novela no habría sido llevada ya al cine, pues no sería nada raro que así hubiera ocurrido en virtud de la pluma que firma el libro.

The Afghan, fue publicada en el Reino Unido por Frederick Forsyth en 2006, bajo el sello editorial Random House Mondadori, la misma casa editorial que lo edita en español recién comenzando el invierno del mismo año. 

El célebre autor británico tiene en su haber varias novelas llevadas al cine – El día del Chacal. (1971), Los perros de la guerra. (1974), El expediente Odessa. (1972)–. Su estilo asombra por la admirable compenetración entre una narrativa escrita como un novelista, al propio tiempo que despliega la historia con la rigurosidad de un periodista acucioso. Al final, el lector podría concluir perfectamente que aquello que ha leído o visto en el cine es una historia verídica y no un texto de ficción. 

En sus libros no hay espacio para la prosa poética que observamos en otros novelistas de su mismo género, o en aquellos colindantes con el tipo de narrativa donde el suspenso, la ansiedad, la intriga, el misterio y la incertidumbre son las emociones predominantes en el desarrollo de la trama. Frederick Forsyth destaca por su trabajo donde amalgama realidad con ficción, escudriñando en la vida real sobre acontecimiento históricos para luego desarrollarlos con maestría como una ficción que pareciera suplantar la realidad. No hay campo para la subjetividad narrativa en sus obras, es lo que percibo al leerlas, y por eso creo que es su sello particular al momento de abordar su creación. Quizás sea eso –se me ocurre pensar sin mucho análisis–  lo que allana el camino para que los guiones cinematográficos basados en sus textos hayan alcanzado el éxito que han obtenido inmediatamente de proyectarse en las salas de cine. Podría afirmar que, esa es su singular alquimia, puede gustar o no, y hasta desagradar a quienes buscan en el texto de un escritor un cierto vuelo intimista en una especie de embelesado placer con las palabras reproduciendo una realidad. 

 

Entre 1976 y 1977 tuve la ocasión de ver el film El Día del Chacal. Era muy joven, entonces, y me limité a verlo como una buena película. Esta producción cinematográfica se había estrenado en 1973 fuera de Venezuela, pero más o menos para le fecha que indiqué antes, llegó al cine de mi ciudad; una proyección inusual en una sala de cine acostumbrada a filmes comerciales algo más del consumo masivo, en este caso, por ejemplo, Rocky y La profecía, casualmente del mismo periodo.

El guión de El Día del Chacal es de Kenneth Ross basado en la novela de nombre similar de Frederick Forsyth que había sido editada en 1971. La publicación, una vez en manos de los lectores, al poquísimo tiempo se convirtió en un best seller, calculándose por algunas fuentes el umbral de ventas en unos 75 millones de ejemplares hasta el presente. En la pantalla grande fue asimismo un exitazo en taquilla durante varios años, pero el caso es que, entonces, no se me ocurrió escudriñar sobre los hechos que se presentaban en el film. Y no es sino mucho después, cuando leí Los Centuriones. (1960), de Jean Lartéguy, un escritor y periodista francés que, a mi juicio, es quien mejor guarda similitud con el estilo de Frederick Forsyth, cuando decido investigar sobre el asunto de fondo en El Día del Chacal. La curiosidad me llevó en aquel tiempo a buscar la novela y leerla, posteriormente a indagar y descubrir que los hechos narrados en realidad tenían un sustento histórico de clara inspiración para la obra. Como igualmente sucede con Los Centuriones.  

Así, pues, en realidad, el intento de magnicidio para acabar con la vida del presidente francés Charles de Gaulle, nudo de la trama fílmica y por derivación del libro de Frederick Forsyth, había ocurrido efectivamente el 22 de agosto de 1962. Desde luego que los hechos no se desarrollaron exactamente como se cuentan en la historia, porque en este caso, dejaría de ser una novela, una obra de ficción, como en realidad lo es, para convertirse en su lugar en una crónica o en un documento periodístico.  Pero, ciertamente, el atentado, en efecto, ocurrió, y para más señas, fue una operación que involucró francotiradores para, con una precisión milimétrica, conseguir que el gobernante no escapara con vida, como bien se plasma en la película. En la novela, asimismo, se relata todo el proceso de planificación y la ejecución del atentado haciendo uso de la ficción histórica. 

Por cierto, y a propósito del Chacal, no puedo dejar pasar la oportunidad para señalar lo que se cuenta sobre el terrorista venezolano Carlos Ilich Ramírez, quien alcanzó notoriedad internacional entre las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado como el hombre más buscado por sus atentados y secuestros a nombre de la causa palestina. Justamente para la fecha en que se estrena el film comentado. 

El caso es que, durante su persecución por varios países, sin tener clara todavía la identidad del terrorista, en Londres, se produce el allanamiento a una residencia donde se presumía su ubicación, al llegar las autoridades no lo encuentran y, en su lugar, entre todas las evidencias levantadas se consiguen con un ejemplar del libro de Frederick Forsyth, El Día del Chacal, a partir de ese momento, entonces, para la prensa mundial y para las agencias de seguridad europeas, el sujeto que más tarde identificarían, se conocería como el Chacal, mote con el que aún se le nombra.  

Pues bien, retomando el caso de El Afgano, debo señalar que, admirado por la abundancia de detalles encontrados en su lectura, la manera como se estructura la obra, por otra parte, y la diversidad de contraste y contextos geográficos presentes en ella, en ciertos momentos me parecía estar sentado en una sala de cine viendo su proyección, mientras que, al propio tiempo, me interrogaba sobre si esta novela no habría sido llevada al cine, me asaltaba, asimismo, la idea sobre el fundamento real de la historia escrita, algo similar al caso de El Día del Chacal. La verdad no puedo asegurar que se haya filmado una película basada en el libro, es muy probable, en cuanto lo determine, si es que la hay, la veré, y lo haré con la natural expectativa para apreciar su fidelidad al texto escrito por Forsyth. 

En El Afgano la secuencia narrativa, el manejo de los tiempos, la voz del autor, los diálogos, y todo el ámbito contextual donde se desarrolla la trama, es casi, de hecho, una película. Este es un mérito innegable del autor británico cuando escribe sus novelas, como en igual sentido podría decirse de las novelas de Morris West, autor australiano quien también posee una destacada cantidad de obras llevadas al cine.  

El telón de fondo de la obra objeto de estas líneas es el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2011, sin ese hecho histórico no habría podido concebirse El Afgano. Sin embargo, la trama gira alrededor de la lucha contra la amenaza global del terrorismo islámico en periodo posterior a los ataques. Es, por tanto, una publicación que tercia de manera excepcional sobre un tema de palpitante actualidad. Así, entonces, la novela se inicia con un, si se quiere, desprevenido incidente que pone al descubierto toda una operación terrorista a gran escala a punto de llevarse a cabo, de allí que su narrativa se desarrolle bajo el dominio del suspenso, de la intriga, en el que, por cierto, el autor no busca presentarnos el prototipo de un protagonista al estilo de las obras de Ian Fleming, ni las disyuntivas morales de los personajes involucrados en conspiraciones como en las obras de Morris West, ese otro de los grandes del género del suspenso y la intriga. Ni una ficción cercana a la de John Katzenbach cuyos textos, ciertamente, plenos del suspenso, no alcanzan las proporciones de la documentación, del soporte y de la perspectiva, si se quiere, política, que encontramos en la creación literaria de Forsyth y en la de Jean Lartéguy, que, si me obligara a compararlos, concluiría que sus trabajos fusionan admirablemente, como dije antes, la ficción con un abordaje periodístico que sobresale por su pesquisa para armar con una lógica coherencia la verosimilitud de la trama. A ambos les inspira la historia, los conflictos reales, en especial aquellos que por su calibre conmocionan a colectividades mundiales, es la vena periodística, en ese sentido, el nervio vital que los impulsa, y lo hacen sin ceder un milímetro en beneficio de cualquier forma de prosa poética, intimista, o de identidad narrativa marcada por una reflexión personal, a diferencia, por ejemplo, de Michael Ondaatje, quien explora sucesos históricos del mismo orden, pero incorporando en este caso y a contrapelo de los citados, su voz reflexiva y emotiva amalgamada subjetivamente con la objetividad que aprecia. 

En El Afgano, entre otros aspectos, por ejemplo, me llamó mucho la atención la mención que en alguna parte de la obra se hace sobre el asesinato de dos marineros venezolanos en Puerto España, Trinidad, tripulantes de una embarcación de nombre Doña María bajo el mando de un capitán, también venezolano, de nombre Pablo Montalbán. Este hecho se inscribe en el contexto del plan terrorista que fraguaban unos extremistas desde el otro lado del mundo. Cuando se lee la obra, y se pasea uno por sus detalles, no hay más opción que la de calificar al escritor como alguien dotado de una mente ingeniosa, sumamente cuidadoso, al extremo, podría decirse, para no dejar cabos sueltos en los detalles de la historia. 

 

“En un sórdido bar junto al muelle en Puerto España, Trinidad, dos marineros mercantes fueron asaltados y asesinados por una banda del lugar. Las puñaladas se las habían asestado manos expertas. 

Cuando llegó la policía, los testigos se vieron súbitamente aquejados de amnesia y solo recordaban que cinco asaltantes habían provocado la pelea y que estos eran isleños. […]  

[…] No habían tratado de robar las carteras de los hombres muertos, así que la policía de Puerto España los pudo identificar de inmediato: eran ciudadanos venezolanos y miembros de la tripulación de un barco del mismo país, que seguía en el puerto.

Los detalles del envío de los cuerpos de vuelta a Caracas recayeron sobre la embajada y el consulado venezolanos, mientras el capitán Montalbán se ponía en contacto con su agente local para sustituir a los marineros. El hombre fue dando voces y tuvo suerte. Encontró a dos jóvenes y educados indios de Kerala ansiosos por embarcar que se habían pagado una travesía alrededor del mundo con su trabajo y que, aunque carecieran de la carta de ciudadanía, tenían billetes de buenos marineros perfectamente válidos.

Embarcaron, se unieron a los otros cuatro marineros que componían la tripulación y el Doña María zarpó tan solo un día después de lo previsto.

El capitán Montalbán sabia vagamente que la mayor parte de la población de la India es hindú, pero no tenía ni la más remota idea de que también hay ciento cincuenta millones de musulmanes.”

    El Afgano. (2006). Frederick Forsyth

 

Frederick Forsyth falleció a los 86 años el pasado 9 de junio, muy probablemente cuando ya culminaba de leer El Afgano, y como en una conjunción precisa y misteriosa de ribetes cuánticos, me tomaba la fotografía para enviársela a mis conocidos para su lectura. Así, que, reitero ahora lo comentado en aquel momento. Lean la novela. Se lee como una película. 

 

Edinson Martínez. Escritor, economista, editor y radiodifusor.  Miembro activo del Círculo de Escritores de Venezuela. Es autor de la novela «Vidas paralelas» (2014) y es un destacado articulista de conocidos diarios.

 

Editora: Carmrn Cristina Wolf

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Selección de poemas de Aurelio García Martínez

¡ALGO SE AVECINA!

¡Algo se avecina!

Quizá un cambio importante,

como augura la mayoría.

¿Realidad o ficción?

Mera incertidumbre.

 

Cruje la calle,

ecos de renovación trae el viento,

anhelo y temor se contraponen.

Cae la desesperanza como lluvia

humedeciendo almas a su paso.

Con fe las secan y ocultan razones.

 

Cuando la turbulencia arropa,

avezados exploradores o marinos,

jamás pierden de vista el norte.

Garantía segura de arribo a puerto.

 

¿Sucederá?

Hay indicios, pero…

Nadie sabe cuándo,

nadie sabe cómo,

nadie cree en los pronósticos.

 

Pero hoy,

la sapiencia popular,

intuye un cambio.

 

CARACAS Y SUS ARISTAS

 Caracas la irreverente…

 

¡De gente como su clima!

Capaz de pasar con rapidez,

de un impoluto cielo añil

a un tempestuoso gris plomizo…

Sin perder jamás la compostura.

 

Donde la algarabía de las aves

se suma al bullicio del tráfico.

El insondable murmullo citadino.

Guacharacas, loros y guacamayas

alegran el valle caraqueño.

 

Caracas la utópica…

 

Sus modernas edificaciones

relegan la herencia colonial,

aunque de Galipán a Macarao

y del Junquito al Hatillo

aun se perciba nostalgia por el campo.

 

Caracas la histórica…

 

Semillero de héroes, pensadores y poetas.

Colmena de renovadoras ideas.

Baluarte de la soberanía

y de abrir caminos sin chaperón.

Faro de la libertad.

 

Por los recovecos de sus calles,

la imaginación descubre espectros.

Enigmáticos personajes

con cuyo nombre o acción,

quizás se bautizó alguna esquina.

 

Caracas la obra de arte…

 

Delineada por la naturaleza

entre imponentes montañas,

la engalana un verdor primaveral,

su impredecible arquitectura

y la envidiable belleza de sus mujeres.

 

Caracas la ausente…

 

Atada al corazón y nostalgia

de sus emigrantes.

Recordada por el Gabo e Isabel Allende.

Evocación de olores y sabores.

¡Amores imposibles de olvidar!

 

ME NIEGO A LEER CIERTOS POEMAS

 

¡Me niego a leer ciertos poemas!

 

En el texto de un poema,

siempre espero encontrar lo sublime:

belleza, sentimientos y emociones.

Cosa difícil de disfrutar en algunos,

ante la sombría conducta de sus autores.

 

Al tener a la vista sus atrocidades,

¿cómo podría leer composiciones de:

Hitler, Stalin, Mao o Karadzic,

cuando fungían ayer de “poetas”;

o… de quienes hoy siguen sus pasos?

 

No sé si para ellos es una forma de escape,

de huir a la seducción del poder,

una idea para congraciarse con el ego

o se trata de aparentar lo inocultable.

 

Muestras de luz tenue,

frente a una inmensa oscuridad.

 

¡Me niego a leer ciertos poemas!

 

De quienes enarbolan el dolor y el sufrimiento,

y a la par,

tratan de escribir hermosos versos.

Pero en vez de tinta y pluma,

parecieran usar sangre y balas.

 

 

¡BENDICIÓN MAMÁ!

En recuerdo de mi madre: Pilar

 

Me invade la añoranza.

Vislumbro a mi madre arreglada

siempre impecable,

aun recién levantada

(parecía acostarse vestida).

Sonriente y bella,

laborando y pendiente de todo.

No había detalle capaz de escapársele.

 

Me veo muy pequeño,

jugando en el piso,

carrito en mano a su alrededor.

Ella bordando un vestido de novia.

 

Gran costurera y mi padre ebanista.

Formaron familia en simbiosis perfecta

a través del hilo invisible del amor,

del cual salió este escritor y su hermana.

 

Dura con los hijos,

consentidora con sus nietos,

maravillosa esposa,

alcahueta del yerno y la nuera

y fiel amiga.

 

Hoy brindaré por ti.

¡Bendición mamá!

 

 

TE FUISTE TARAREANDO UNA MELODÍA

 

En recuerdo a Sali Salcedo

 Ahora,

fiestas y encuentros

serán termómetro de su ausencia.

En medio del vacío,

cuando la música nos impregne

y resuenen aquellas piezas,

deleite de su repertorio,

en el fondo,

al agudizar el oído,

escucharemos su rumor inmaterial.

 

Cómo olvidar su sonrisa,

los comentarios irónicos

y esa melodiosa voz.

Atrás quedan las tertulias

sobre política y cultura.

Conversaciones de altura

y respeto a toda opinión.

 

Estar por Cocorote, Calabozo y Caracas,

se alargó a otros países

y al español de sus canciones

se sumó el italiano.

 

 

Libre como el viento,

narraba anécdotas de sus viajes,

una de sus pasiones.

Planificaba una nueva ruta,

no lo mencionó,

y cuando menos lo esperábamos

cogió camino.

 

Eterno despistado,

olvidó el cuatro, las maracas

e iba alegre,

tarareando canciones de los años sesenta.

Aurelio García  Martínez. Poeta, ensayista y educador. Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela.

Editora de la web: Carmen Cristina Wolf

 

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MARIELA CORDERO, SELECCIÓN DE POEMAS

Cuatro Poemas de Mariela Cordero

 Frágil como lo absoluto

 Frágil

como lo absoluto

así

emerge

la caricia

 

La levedad que estalla

 

Asciende

nadie la vio venir

con su paso vacilante

y todo aquel temor enrarecido

bebiendo su sudor

cerrando su boca con el beso de la angustia.

 

Otro escalón

y se zafa de la mordaza.

 

Grita debajo de la piel,

lo que era un suave síntoma

acaricia hasta estallar.

 

El principio del cielo

 

La radiación  es una tiránica ama

que desea  lamer con su incendio

a todos los cuerpos

que se mueven, vibran o se arrastran

sobre la tierra.

Persigue la saciedad de estallidos ardientes

o el goce  sanguinario del mediodía.

Al mismo tiempo, debajo  de  lo absoluto

las  bocas  se enrojecen

al pronunciar la palabra

sed.

 

La liturgia del sol

 

Nos creímos dueños

de la liturgia del sol

de la ceremonia

tan pura

de la entrega.

 

Pero solo tenemos

una única posesión:

La imagen

que no cesa de cambiar.

(Inédito)

Mariela Cordero. (Valencia, Venezuela) es abogada, poeta, escritora, traductora y artista visual. Su poesía ha sido publicada en varias antologías internacionales.Ha recibido algunas distinciones entre ellas:Tercer Premio de Poesía Alejandra Pizarnik Argentina (2014). Primer Premio del II Concurso Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Ecuador (2015). Segundo Premio de Poesía Concorso Letterario Internazionale Bilingüe Tracceperlameta Edizioni, Italia (2015) Premio Micropoemas en español del III concurso TRANSPalabr@RTE 2015.Primer Lugar en Concurso Internacional de Poesía #AniversarioPoetasHispanos mención calidad literaria, España (2016). Finalista Premio Internacional de Poesía Aco Karamanow, Macedonia (2022) Premio Mundial de Literatura Rahim Karim (2022). Premio Mundial César Vallejo. Ha participado en numerosos recitales dentro y fuera de Venezuela.

Ha publicado los poemarios: El cuerpo de la duda Editorial Publicarte, Caracas,Venezuela(2013) Transfigurar es un país que amas (Editorial Dos Islas, Miami,Estados Unidos (2020). La larga noche de las jaurías Editorial Nautilus, España (2023)

 

Editora de la web: Carmen Cristina Wolf, poeta, ensayista y gestora cultural

 

 

 

 

Mariela Cordero. Valencia, Venezuela. Es abogada, poeta, escritora, traductora y artista visual. Su poesía ha sido publicada en varias antologías internacionales .Ha recibido algunas distinciones entre ellas: Tercer Premio de Poesía Alejandra Pizarnik Argentina (2014). Primer Premio del II Concurso Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Ecuador (2015). Segundo Premio de Poesía Concorso Letterario Internazionale Bilingüe Tracceperlameta Edizioni, Italia (2015) Premio Micropoemas en español del III concurso TRANSPalabr@RTE (2015) .Primer Lugar en Concurso Internacional de Poesía #AniversarioPoetasHispanos mención calidad literaria, España (2016). Finalista Premio Internacional de Poesía Aco Karamanow, Macedonia (2022)) Premio Internacional Sahitto a la Excelencia Literaria (2023). Premio Literario Naji Naaman, Líbano (2025). Ha publicado los poemarios: El cuerpo de la duda Editorial Publicarte, Caracas, Venezuela (2013) Transfigurar es un país que amas (Editorial Dos Islas, Miami, Estados Unidos (2020). La larga noche de las jaurías Editorial Nautilus, España (2023) Sus poemas han sido traducidos al hindi, checo, estonio, serbio, shona, uzbeko, rumano, macedonio, coreano, hebreo, bengalí, inglés, árabe, francés, chino, ruso y polaco. Actualmente coordina las secciones #PoesíaVenezolana y #PoetasdelMundo en la Revista de Poesía Poémame (España). Asesor Editorial de la revista del Instituto de Simbología (Corea del Sur).

 

 

 

 

 

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GALLEGOS Y DOÑA BÁRBARA

Jesús Peñalver
Jesús Peñalver

Gallegos y Doña Bárbara

Jesús Peñalver

Doña Bárbara, la obra cumbre de Rómulo Gallegos, apareció el 15 de febrero de 1929, hace 96 años.
Se sabe que Rómulo Gallegos fue político, maestro, presidente y, desde luego, un grande escritor. Por eso el homenaje hoy a propósito de Doña Bárbara, su obra cumbre publicada por Editorial Araluce el 15 de febrero de 1929, en Barcelona, España. Y la mención de su excelsa figura en razón de una nueva edición del premio que lleva su nombre, y otrora tendría una importancia de fama y valiosa significación mundiales.
Me he propuesto recoger algunas breves referencias sobre esta obra y el escritor. Veamos:
La novela comenzaba (había escrito el autor): “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen meridional”, pero Gallegos decidió modificarla de esta forma —se dice que a sugerencia del poeta Andrés Eloy Blanco—: “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”.
 El poeta Andrés Eloy Blanco fue abogado de Doña Bárbara. El poeta, que también fue un eminente hombre de leyes, ejerció su profesión de abogado en Apure, y fue contratado para defender a doña Francisca Vásquez de Carrillo (la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos). De modo que fue el poeta quien le presentó a Gallegos a la mujer que sería su personaje, conocida en vida como Pancha Vázquez en las sabanas del bajo Apure.
Fue Andrés Eloy quien le comentó las características de esta mujer al escritor Rómulo Gallegos. Era toda una mujer que se parecía a un hombre para jinetear caballos, y enlazar cimarrones, codiciosa, supersticiosa, sin grimas para quitarse de por delante a quien le estorbase.
 El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos fue creado en honor al novelista y político venezolano el 6 de agosto de 1964, mediante un decreto promulgado por el entonces presidente de Venezuela, Raúl Leoni. Los primeros tres ganadores fueron Vargas Llosa con La casa verde, 1967; García Márquez con Cien años de soledad, 1972, y Carlos Fuentes, con Terra Nostra, 1977.
La actriz mexicana María Félix como Doña Bárbara en el filme de 1943 dirigido por Fernando de Fuentes. Se cuenta que cuando Rómulo Gallegos vio por vez primera a María Félix, exclamó: “Allí está mi Doña Bárbara”.
 Muchos se preguntan por qué Rómulo Gallegos no está en el Panteón Nacional.
Por decisión propia. En vida el escritor manifestó su voluntad de ser sepultado al lado de su “amada Teotiste”. Hoy sus restos —los de ambos— reposan en el Cementerio General del Sur.
Finalmente, este soneto que el poeta Andrés Eloy escribiera a Gallegos, estando ambos en el exilio, en México:
Rómulo, ya la patria está muy lejos;
la escucho ya en canciones y relatos,
la busco ya en sus cartas y retratos,
la encuentro ya como al amor los viejos.
No digo aquella de los cien reflejos
en el machete de sus arrebatos,
sino la sin maldad y sin zapatos,
de pie y de agua, como los espejos.
Ya no queda no más la que escribiste;
en tus libros su olor y su cadencia,
su azul remoto en tu camino triste,
su rumbo y su paisaje en tu conciencia,
lo demás es tu pálida Teotiste,
la mitad gloria y la mitad ausencia.
Andrés Eloy Blanco. Cuernavaca, 1954
Por mi parte, y en esta hora de angustia, ojalá desaparezca El Miedo, todo vuelva a ser Altamira y la barbarie se vaya “más lejos que más
Jesús Peñalver. Escritor venezolano (Barcelona, Anzoátegui, 1964). Abogado de la Universidad Santa María (USM, 1988) y especialista en derecho administrativo (USM, 1988). Profesor en la Universidad José María Vargas (UJMV). Tallerista del Consejo Nacional de la Cultura (Conac) en materia de legislación cultural y descentralización del sector cultura. Asesor de la Comisión de Ambiente de la Cámara de Diputados del Congreso de Venezuela. Asesor de la Comisión de Cultura del Colegio de Abogados del Distrito Federal. Consultor jurídico adjunto y adjunto al director general de la Fundación Teresa Carreño. Asesor jurídico de Clada-Danzahoy, Fundación Artistas por la Vida y de Fundavisual Latina. Abogado de varias empresas e instituciones privadas. Agente de la propiedad intelectual. Consultor jurídico de la Fundación Cinemateca Nacional y de la Fundación de la Diversidad Cultural. Actualmente columnista de varios diarios en Venezuela, Miami y Suramérica, así como en páginas de Internet.

Editor de la web: Carmen Cristina Wolf

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SELECCIÓN DE POEMAS DE MARGARITA BELANDRIA

Margarita Belandria

 

 Sublevación

Has hecho mis ojos para mirar la nada,

mi lengua incapaz de pronunciarte,

mis oídos sordos a la sinfonía de las esferas.

Abro la puerta por donde salió la ausencia:

los árboles gritan su caída;

las piedras, su silencio.

Los corazones golpean furiosos en los pechos afanados,

y un alcatraz vigila el eco de su corazón dormido.

Mi alma delgada de tristeza se subleva.

Clama en el áspero color  de los desiertos,

en el grueso sabor  de la tiniebla.

Como yo aquel día

has puesto un silbido en el roto corazón de la calandria,

y un nidal secreto en cada bosque de la Tierra.

Desde esta tierra querida de la muerte

lenguaradas  se alzan en busca de tu nombre.

Callado el cielo  oscurece  herbolarios tropicales,

borrando de tristeza ciertas tardes,

aquella esquina no mirada.

Por ti los lirios cayeron de rodillas

y una barca ligera se arriesga en profundidades marinas.

En la tarde postrera regresas una nube

a la niña que juega con  zafiros.

 

La yerba de las rosas

Despido sin duelo los festines.

Un aplauso sacude los huesos de  mis manos,

las  que retiran la yerba de las rosas

que tiemblan  al rumor de los clamores

maldiciendo al  colmillo  enrojecido

que muerde el dolor de los corderos.

Manos para  siembras afanadas,

para tantear oleadas de palomas

que olvidadas de nidos y algodones

muy lejos se alejan arrullando.

 

 Cuando la tarde muera

Mañana cuando llueva miraré a la araucaria con sus viejos temblores.

Cantaré aquella canción mañana mismo cuando la tarde muera.

Entonces, ¿quién estará en la puerta  cuando  el invierno venga?,

¿quién  en la sala para  escuchar del viento  su gemido?

Pienso en qué harás con la delgada huella que dejé en tus manos,

con esa lágrima que saltó al lugar por donde tu alma se levanta.

Recuerdo  en tus ojos el revoloteo de golondrinas

y en tu boca  el susurro quedo de las abejas errantes.

Voy soñando  tus manos imposibles,

y tus pies enrumbados por lugares que ignoro.


Margarita Belandria nació en Canaguá, capital del municipio Arzobispo Chacón del estado Mérida , Venezuela.Escribe ensayo, cuento, novela y poesía, es jurista y magíster en Filosofía y profesora titular de la Universidad de Los Andes (ULA) en el área de Filosofía, Lógica y Hermenéutica. Autora de libros y numerosos ensayos publicados en revistas impresas y electrónicas. Es miembro activo de la Sociedad Venezolana de Filosofía, Asociación de Profesores de la Universidad de Los Andes, Red Iberoamericana de Kant: Ética, Política y Sociedad (RIKEPS). Colegio de Abogados del Estado Mérida. Asociación de Escritores de Mérida. Círculo de Escritores de Venezuela.
Algunas de sus publicaciones:

Qué bien suena este llanto (Coedición del CENAL y la Asociación de Escritores de Mérida. Mérida, 2006), novela  que recibió Mención Honorífica en el I Concurso de Narrativa «Antonio Márquez Salas», convocado por la Asociación de Escritores de Mérida, septiembre de 2004. Esta novela fue objeto de estudio en el Seminario sobre Escritoras Iberoamericanas, en la Maestría de Literatura de la Universidad de Los Andes y ha sido reseñada por distintos autores españoles y venezolanos, entre ellos José Calvo González, Eduardo Casanova Sucre, Ricardo Gil Otaiza y Gladys Portuondo.

Segunda edición de la novela Qué bien suena este llanto. Dirección de Cultura de la Universidad de Los Andes (ULA). Mérida-Venezuela, 2016.

Libro de poemas Otros puntos cardinales (Coedición del CENAL y la Asociación de Escritores de Mérida. Mérida, 2006). Este poemario obtuvo Mención de Honor en el II Concurso de Poesía «Simón Darío Ramírez», convocado por la AEM en el año 2005.

Editora de la web: Carmen Cristina Wolf

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ARMANDO ROJAS GUARDIA Y LA PATRIA DE SU POESÍA

Armando Rojas Guardia

                       Fotofrafía: Mariam Krasner

Por Alberto Hernández

1

Desde el mismo instante del poema, el autor designa su patria. La de Armado Rojas Guardia comenzó cuando trazó el primer verso que lo consagraría  como uno de los poetas más importantes de nuestro país. Su dedicación a la escritura poética lo elevó al respeto que varias generaciones sienten por él y por su indagación acerca del pensamiento filosófico, reunido en los títulos “El dios de la intemperie” (1985), “El calidoscopio de Hermes” (1989) y “Diario merideño” (1991), publicados por las editoriales “Equinoccio”, de la Universidad Simón Bolívar, y “el otro el mismo” de la ciudad de Mérida.

El poema para pensarlo, entonces, encontró cauce en estos volúmenes que revelaron el carácter reflexivo de un hombre que no dejó de escribir mientras hablaba.

Su bibliografía, concentrada en “Del mismo amor ardiendo” (1967-1975), “Yo que supe de la vieja herida” (1985), “Poemas de Quebrada de la Virgen” (1985), “Hacia la noche viva” (1985-1988), “La nada vigilante” (1996), “El esplendor y la espera” (2000), “El principio de la incertidumbre” (1994), “Crónicas de la memoria” (1999), entre otros trabajos, da pie para afirmar que la patria de Armando Rojas Guardia estaba y está radicada en la poesía, y que la poesía es la patria que alberga la memoria de este autor venezolano, quien por gracia de su bondad fue quien me propuso como miembro de esta honorable Academia de la Lengua en representación del estado Aragua.

Estas palabras, las que dejo al arbitrio de ustedes, estimados oyentes, son un homenaje a este poeta caraqueño que también formó parte de esta casa y ahora forma parte de la casa universal.

2

De toda su obra se ha hablado mucho. Se ha navegado en el mar de sus imágenes. Su verbo, anclado en la belleza, reunido en los libros ya mencionados, conforma un estado de ánimo, un élan vital que ha enriquecido nuestro paisaje poético.

Armando Rojas Guardia es todos sus libros, pero me quiero referir específicamente a “Patria y otros poemas” (Editorial Equinoccio, Caracas, 2008) porque es el poemario del dolor de un país que no ha terminado de emerger de la sombra.

Es un libro que define al Armando Rojas Guardia apegado a la historia de su país, a los dolores de una Nación que fue pasado y que ahora es el pasado de un presente aturdido.

Para no dejar duda de esa afirmación, al final de este trabajo mostraré algunos poemas que hacen parte de este libro que debe ser leído con todos los sentidos. Un autor que es lengua viva, castellano de nuestro inmenso patio español americano, castellano doliente. Idioma consagrado a decir lo que la poesía siempre ha sido capaz de decir.

La poesía de quien hablo entra en Dios y abarca un mundo que va más allá del diario devenir. Rojas Guardia es el poeta de la divinidad. Entregado a su fe, hizo de la palabra verbo mayúsculo.

Cada uno de sus libros anda en los pasos que su creencia favoreció en imágenes íntimas, sagradas y carnales.

Dicho queda con estas palabras recogidas en su ensayo “Los dos polos de Antígona”, nuestro autor resume su paso por el mundo, por el pensamiento que lo definió:

“La única manera de que la tragedia, la que enmarca perennemente nuestras vidas individuales dentro de la comunidad política, no degenere en melodrama, y por eso mismo se haga incapaz de elevación y grandeza, consiste en mantener irreductiblemente la necesidad binaria de ambos espacios antagónicos y sin embargo hermanados: el de la conciencia personal y el de la vida en común que no convoca y reúne”.

Así queda el calco de su tránsito vital. El de su tránsito poético, dueño de una lengua que nos autoriza a nombrarlo con todas sus letras, con toda la fuerza de su talento.

3

La tierra, “la de otros muertos”, como confiesa Marguerite Duras en La mar escrita, consigue lugar en algunos de los versos que se agitan en Patria y otros poemas de Armando Rojas Guardia (Editorial Equinoccio, Universidad Simón Bolívar, Caracas, 2008). Y lo afirmo con el rigor que podría conferirme una lectura donde el presente, éste que escuece y enferma, es el más desaforado compañero. Admito que la poeta francesa tiene en la muerte una tumba clausurada, con los datos de los enterrados, asunto que no toca la poesía de Rojas Guardia, quien recorre la carne viva de hombres vivos —ellos llevan la tumba a cuestas—, que morían a diario sin epitafio alguno o escondidos en los sótanos y catacumbas de nuestras dictaduras. O de otras ajenas, que se nos hicieron cercanas y propias.

 

Marguerite Duras pregunta: “Quiénes son ustedes, sin ese anonimato, esa patria reciente, moderna, la de otros muertos, la de esa infancia muerta en combate con su cuerpo”. Y deja el tema pendiente, para luego entrar de nuevo en la muerte hasta el punto final, “perfecto”, del poema. La narrativa de este texto configura la “catástrofe” que una vez anunció Lacan —citado por Jacqueline Goldberg— a propósito de la desaparición de quien escribe, para darle paso a quien lee: una muerte, un nacimiento. Así, en Rojas Guardia tanto escritor como lector se hacen una sola tragedia, un momento del lugar y del sentir por una tierra, por una gente, por una particularidad de los afectos: el padre, el loco, el insomne, el que estuvo preso, el que ya murió y ha quedado como una gota de ácido sobre la conciencia de un país.

Este libro de Rojas Guardia, con once presencias cuya fuerza y densidad forman parte de una conmoción que une a poeta y lector en una suerte de lucha por deshacerse del niño que una vez fue testigo o víctima de esa experiencia, la de haber vivido en un territorio donde la maldad política, la tortura y la prisión eran los platos fuertes de la existencia. Digo, este libro del autor caraqueño muda el tiempo: nos trae el pasado y lo coloca sobre la horma de este presente que agobia, que desfigura la palabra patria y la convierte en un ahogo.

4

“El cuerpo que se desvanece para dar realidad a la mirada”, así lo dice Guillermo Sucre en el ensayo de su imprescindible La máscara, la transparencia, el titulado “La última lectura”, y con el que cierra con una pregunta de Lezama Lima que queda colgando en la línea final del voluminoso tomo: “¿Leer es poseer el libro de la vida, donde tiene que leerse nuestro nombre, y ya, no somos poseídos?”. Podría parecer exagerado, pero estas dos reflexiones animan la lectura, la hacen más renuente a ocultarse con el escritor, con el que escribe y se abandona al sonido lejano de las imágenes. Dos pronunciamientos, uno toca la llaga, la herida, los pies hinchados por los grillos. Otro define la fuerza de una “realidad”, para muchos desvaída, que aún late en la memoria, en la vida de quienes la regresan en versos y la hacen de nuevo vida. Poseído por la vitalidad de la memoria, Rojas Guardia rescribe el país, la patria que le ahonda, que lo subsume, que lo desfallece. “Patria” —entonces— es el poema de “había una vez” y el poema de “hoy te quedas, quizá mañana”. Son dos tiempos en dos cuerpos, en dos países que terminan en un uno. En un solo instante que hizo escribir a Gabriela Kizer: “Patria” es imagen y, como tal, revela y oculta, permite el destello de la oscura clave —el cuerpo ajeno, ávido, otro— que somos”. En efecto, esa “patria” hemos sido todos revelados o escondidos, libres o presos, pero más, un hombre, cualquiera, sometido al escarnio de cadenas alrededor de los tobillos, al ring, a la piqueta, a la electricidad en el escroto, a la burla, a la humillación en nombre de un nombre, en nombre de algún héroe, de una bandera, en nombre de la patria de quienes humillan.

 

El poema se lee y se duele: “Alguna vez amamos, o dijimos amar, / la terquedad sombría de su fuerza. / La voz del padre enronquecida / al evocar calabozos, muchedumbres, / hombres desnudos vadeando el pantano, / llanto de mujer, un hijo / y más arriba (¿dónde arriba?) / el trapo contumaz de una bandera. / Supimos, lenta y vagamente, / que lo imposible te buscaba / extraviándote los pies…”.

 

La “patria”, la del poema, la de aquel país del padre torturado, tiene el mismo miedo y el sudor de ésta en la que alguien arrastra el presente y lo hace pasado.

5

El libro viaja en su interior. Una apuesta, un naufragio de quien lee y luego escribe: el libro comienza con “Patria” y termina con “La desnudez del loco”. Son los extremos de un mismo tema, de un mismo golpe. Y afirmo apuesta y naufragio porque quien busca en el resto de las páginas la continuación de la ofrenda, queda suspendido, en equilibrio, en vilo, en las imágenes del “Retén judicial” (“La soldadesca ríe y las antorchas / iluminan mi frente, señalándome. / Ustedes somos todos, somos él / llevado a declarar, fotografiado / en todos los archivos, los prontuarios, / las actas judiciales de Judea”). Otra instancia de la tortura. Se trata de aquel hijo en uno de los versos del texto que le da nombre al libro, que es testigo del “paseo” que hace el padre a los tribunales. Pero después Rojas Guardia nos saca del lugar y nos lleva, una vez oído el canto del gallo, seguramente el mismo que anunció las negaciones de Pedro, a la luz, a un poema conceptual, muy del adentro, y nos deja un momento en oración musical con “el acorde” de Nuestra Señora, en pregunta a Dios por ese sonido, por ese profundo sonido de la memoria. Busca una canción, la de la despedida, pero continúa en la esencia de los objetos, de “Las cosas”, en una indagación que anuncia “la utopía / inscrita en esa santidad / constantemente maculada / de la amnesia fragante de las cosas”. ¿Querrá decirnos el autor de la cercanía entre el Dios de los hombres y los mismos hombres, víctimas de los mismos hombres? Otros textos pasan por el alma del lector, que ansía llegar al último donde se mirará sin ropa, en ruinas, sucio de miedo, moribundo, aquejado por la perversión, por la maldad de otros hombres que también son una patria, un estadio, un lugar en la conciencia, en la muerte y en la carne aporreada.

6

No se desvanecen los presos de Guasina, los de Palenque, los que viajaron en el mismo avión o remolcados en un camión mientras el ojo de Otero Silva los asilaba en La muerte de Honorio. No se quedan rezagados los condenados que el lector acumula en la memoria de la que nos dotó José Vicente Abreu en Se llamaba SN. Nada se pierde: “La desnudez del loco” es nuestra desnudez, la de aquellos padres que pasaron la prueba y emergieron vivos o cadáveres. Es la misma cárcel, el mismo campo de concentración, la misma tortura, la misma muerte: la de Auschwitz o Dachau, la del Retén de Catia, la misma muerte siempre, con el mismo nombre, con todos los nombres.

 

“La desnudez del loco” es un poema hermosamente doloroso, musicalmente doloroso. Escrito con una tensión envidiable, el texto se pasea por la lengua, por los ojos, por las imágenes que van y vienen, con la piel agitada. Es un poema para dolerse en él. Hay que decirlo: somos ese poema, somos en ese poema. Rojas Guardia lo maneja con destreza, con magistral destreza. Desde la experiencia de la historia, desde los campos de la muerte de Hitler, desde la simulación del mundo, desde la desnudez de un grupo de hombres que se desvanece en “la solar ingrimitud de ser un cuerpo / parado allí frente a los ojos / del escrutinio ajeno”. Son seres disminuidos, castigados “en la pulpa del hombre”, en medio del “asco de tanto desamparo genital”. Son hombres en un poema, pero fueron hombres reales, mutilados, cegados, asfixiados, desnudados, ofendidos, medidos para la muerte y para el sufrimiento.

La anécdota bíblica, la parábola o la historia de quien sigue al Padre arropado por una sábana, auspiciado por el amor que siente por el Hijo del Hombre. Y así sigue, desnudo, polvoriento, alucinado, amado, pero también los otros, los que sucumben o sobreviven en las ergástulas de Hitler, Mussolini, Gómez, Pérez Jiménez, Pinochet, Castro u otros pervertidos que se solazan “en cada bocado masticando el pánico”·

Desnudo está el poema. Musicalmente desnudo, aterido por el clima en un muchacho que se niega a bañarse a las doce. Entonces aparece otro crimen: “Otra desnudez, distinta a la / buscada para lavar el propio cuerpo en el agua lustral, / bajo la ducha, le era ahora ofrecida dentro de aquel / calabozo: la de estar sin abrigo en la gélida humedad, / y la de estar excluido, siendo un réprobo”.

Los presos son uno solo. Un grupo de hombres con un nombre común. Muchos en uno solo. O uno solo en muchos. Así, “éramos y aún somos aquel hombre”… “Nosotros todos éramos y somos / aquel evangélico muchacho”. La lectura nos deja desnudos, apocados frente al mismo texto y frente a quien nos mira leernos. Al leerlos. Rojas Guardia se desnuda en él y muere en él. Vuelve desde la desnudez de esos hombres y cierra el poemario: “la libertad desnuda de Adán en el jardín / y esa misma desnudez ya avergonzada”. Dos patrias, la primera del Génesis; la segunda de un Apocalipsis que amenaza y se trajea frente a todos con la desnudez de quien se atreva a desafiarlo.

 

7

En el prólogo a este libro Gabriela Kízer  destaca:

“…si la tensión interna que enlaza este conjunto de poemas está en la polaridad que vade la “luna insalubre” de “Retén judicial” al sol de agosto, al mediodía del loco, su movimiento, su rqieuza figurativa y cromática, se va trazando en “una mínima llama”, en la penumbra, en “la luz aun tímida del alba”. Se va trazando con un tono confidencial, “pasito”, casi un susurro. El corazón de lo sagrado va envolviéndolo todo” de puntillas”…”

El miedo, la muerte, la no razón: “las historias que nos importan y que vuelven…”, como afirma Kízer.

Y así: el poema:

PATRIA

Alguna vez amamos, o dijimos amar,

la terquedad sombría de tu fuerza.

La voz del padre enronquecía

al evocar calabozos, muchedumbres,

hombres desnudos , vadeando el pantano,

llanto de mujer, un hijo

y más arriba (¿dónde arriba?)

el trapo contumaz de una bandera.

Supimos, lenta y vagamente,

que lo imposible te buscaba

extraviándote los pies

-aquellos pies de Hilda obsesionaron

a mis ojos de niño: su corteza

terrosa, vegetal, desconcertada

sobre la pulitura del granito.

 

Tal vez una tarde, entre los campos,

la música te deletreó de pronto

al lado de algún bosque, una colina,

un lago triste que se te parece:

la misma terquedad al revelarse

ávida no precisamente de nosotros

(los efímeros, los quizá, los transeúntes)

Sino de tu pátina absurda de grandeza

-esos sueños opulentos de la historia

que son más bien su horror, su pesadilla.

 

Ahora que te conoces vil, prostibularia,

porque tanta voluntad ecuestre

se apeó bajo el sol a regatear

y el héroe mercadeó con su bronces

y el oro solemne del sarcófago

adornó dentaduras, fijó réditos,

y no hay toga ni charretera ni sotana

que te oculten cuadrúpeda, obsequiosa

por treinta monedas ancestrales,

yo me atrevo a cubrir tu desnudez.

No es verdad que te vendiste. Tú anhelabas

dilapidarte brusca, totalmente:

Un lujoso imposible.

Lo sabías,

siempre lo has sabido y como siempre

aras en el mar. Te concibieron

con voluntad precisa de fracaso.

 

Cómo afirmar, pasito, que hoy te quedas

en la dificultad de sonreírte

levantando los hombros, desganado,

y diciéndote con sorna, con ternura,

mañana sí tal vez. Quizá mañana…”

 

Gracias, Armando Rojas, Guardia. Gracias, poeta.

Alberto Hernández.

Alberto Hernández. Poeta, narrador, periodista y pedagogo venezolano. En 2020 fue designado miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el estado Aragua. Tiene un posgrado en Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar y fue fundador de la revista Umbra.

 

 

 

 

 

 

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CONCILIACIÓN, POR ERNESTO MARRERO RAMÍREZ

Conciliación

Ernesto Marrero Ramírez

En este pequeño mundo, donde las fronteras son murallas que hieren,

sueño con un alba de notas unidas en un solo acorde,

donde rostros diversos se iluminen con el faro de la paz

y las voces no se extingan con el fragor de la guerra…

 

La guerra…

Boca de pólvora que muerde el aire tranquilo

Humo negro que ensombrece las mentes y aviva el rencor

Lodo siniestro que recubre corazones y ahoga esperanzas

… Oscuro laberinto de siluetas, demonios, fuego y destrucción

 

Cicatrices de conflictos tallan surcos en el rostro de la Tierra

y lágrimas forman ríos que recuerdan lo frágil de nuestra existencia.

 

Transitamos así el efímero puente que se balancea de un lado a otro,

buscando sentido a cada paso, a cada desaliento, a cada vaivén

 

Verbos de unión irradian la vigorosa voluntad

y manos sensatas tejen Caminos de esperanzas…

Caminos de escasos días con lluvias de incertidumbres

donde puede florecer la ilusión de un mañana equitativo

 

Que las diferencias sean como el arcoíris que combina sus colores

que el amor y la razón sean ingredientes de una sabia poción

que la Conciencia sea nuestro legado y la Paz nuestra herencia

en este corto Viaje de luces y sombras.

 

Un Viaje… al que hemos llamado Vida

Autor: Ernesto Marrero Ramírez

 

EDITORA: CARMEN CRISTINA WOLF

@carmencristinawolf Instagram

 

Mosaic representing Christ’s Face, in byzantine style. Golden background. It is modern, made by a Sicilian artist, and looks like the Blessing Christ of the Monreale Cathedral or Cefalu’ one. The background is made of golden leaf. This image is characteristic for its uniqueness.

 

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LA ESCRITURA COMO REBELDÍA ANTE EL ABSURDO. Por Jerónimo Alayón

Jerónimo Alayón

Por Jerónimo Alayón

A menudo, nos enfrentamos a un silencio disonante: la apatía del mundo ante nuestra exigencia de un sentido profundo y trascendente. La conciencia de dicho absurdo genera angustia y una sensación de pérdida de significado que amenaza con paralizarnos. Sin embargo, en medio de este abismo existencial, la escritura literaria emerge no solo como un ejercicio estético, sino como un acto fundamental de rebeldía. Desde sus orígenes, la literatura ha sido un vehículo para explorar y resistir las complejidades de la existencia.

Ante el vacío existencial que surge de la confrontación con una realidad carente de significado, el sigilo pretextual se alza como respuesta… esa conciencia sutil de que somos apenas un hilo en el vasto tapiz de la condición humana y, sin embargo, tan imprescindibles como para que dicho tapiz pierda la armonía de su conjunto si dejásemos de estar. Es precisamente en ese abismo locuaz —abierto entre el anhelo humano de sentido y el silencio indiferente del mundo— donde la escritura encuentra su más profunda justificación.

Se trata de una experiencia universal y, a la vez, mordazmente íntima. Quizás la palabra griega que mejor la define sea ???????? (eremosis, ‘desolación’), y supone el tránsito previo de la ?????? (eremía, ‘desierto’). Frente a la caída de los grandes relatos que alguna vez otorgaron sentido a la existencia humana, la creación literaria se convierte en un refugio —uno de tantos—, un esfuerzo por forjar un orden propio que afirme la dignidad de la libertad y la conciencia ante un mundo que parece negarlas. Revisemos algunos hitos literarios que ilustran esta rebelión, desde el nihilismo hasta el surgimiento del absurdismo.

En Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov, Dostoievski exploró el nihilismo y la crisis espiritual que anunciaban el vacío existencial que se avecinaba. Raskólnikov y los Karamazov son el signo de la lucha con la idea de que «si Dios no existe, todo está permitido» (frase proferida por Iván Karamazov). Para Dostoievski, la escritura es una vía para explorar las consecuencias de la pérdida de la fe y los valores morales, indagando no solo en los efectos devastadores del nihilismo, sino también en la posibilidad de redención a través del sufrimiento, el amor y la fe.

La escritura dostoievskiana no es solo denuncia del sinsentido, sino la búsqueda de un nuevo fundamento para la existencia. El acto de escribir se convierte en un acto de fe, un anhelo de hallar en las profundidades de sus personajes una luz capaz de iluminar las inquietudes más abyectas de la condición humana. Su rebelión es la del profeta que, ante la inminencia del abismo, utiliza la palabra para forzar una confrontación con las últimas cuestiones de la vida y la muerte.

Kafka, por su parte, anticipó en El proceso y en El castillo la sensibilidad absurda de la que hablarían más tarde los existencialistas. Josef K., acusado de un crimen que ignora, y el agrimensor K., que lucha en vano por obtener el reconocimiento del castillo, se enfrentan a una burocracia irracional, opaca y aplastante. A diferencia de Dostoievski, Kafka no ofrece alternativas: su obra nos sumerge en la angustia, la imposibilidad y la confusión.

Aunque su escritura parece limitarse a denunciar el vacío existencial, en realidad es un intento de dominarlo. Al darle forma precisa, la burocracia deviene en metáfora de una existencia regida por leyes incomprensibles. Lejos de evadir el sinsentido, Kafka lo confronta, lo esquematiza y lo muestra en toda la extensión de su horror. Su obra es un acto testimonial, una negativa a aceptar pasivamente la alienación y la falta de sentido. La rebelión kafkiana es la del testigo que, a través de su relato, se niega a permitir que el absurdo se normalice o permanezca en el anonimato.

En su ensayo El mito de Sísifo —obra liminar del absurdismo—, Albert Camus define el absurdo como el desencuentro entre el anhelo de sentido del ser humano y el silencio irracional del mundo. Frente a ello, descarta el suicidio (físico o filosófico, es decir, la renuncia a la vida o a la razón) como alternativa. Las únicas vías para otorgar significado al vacío existencial son la rebelión, la libertad y la pasión, la «confrontación perpetua del hombre con su propia oscuridad».

El escritor con conciencia del absurdo — al igual que Sísifo— encuentra su propósito en el esfuerzo mismo de crear. Cada palabra, cada personaje y cada trama son un empuje de la roca hacia la cima. Aunque la obra terminada no altere la naturaleza indiferente del mundo, el acto de escribir — como voluntad creativa que impone orden sobre el caos— es una victoria en sí misma. Es la afirmación de que, pese a la ausencia de un sentido último, el ser humano puede forjar significados provisionales pero vitales. La rebelión de Camus es la del creador que halla la libertad en el propio acto de la creación.

En La náusea, Jean-Paul Sartre ofrece una perspectiva complementaria. Su protagonista, Antoine Roquentin, experimenta un asco permanente por una realidad que percibe como viscosa y superflua, carente de significado. Sin embargo, vislumbra finalmente una vía de escape al escuchar una pieza de jazz y reconocer en ella un tipo de orden: intuye la posibilidad de crear una novela que posea una esencia y supere el caos de la existencia.

Desde la perspectiva sartreana, la escritura es un proyecto a través del cual la libertad se afirma. Siendo la vida una «pasión inútil», el arte le permite trascender esa inutilidad dejando una marca esencial en un mundo vacío de significado y lleno de contingencias absurdas. La rebelión sartreana es también la del creador, pero uno que busca impregnar el mundo con la esencia que él mismo ha forjado.

El pensamiento de Camus y Sartre derivó en el teatro del absurdo, quizás la expresión literaria más cohesionada de esta rebelión. En Esperando a Godot, de Samuel Beckett, Vladimir y Estragón esperan indefinidamente a Godot, símbolo de un sentido trascendente que nunca llega. Mientras tanto, tienen lugar diálogos inconexos y juegos absurdos.

A primera vista, Beckett parece limitarse a mostrar la futilidad de la comunicación y la espera. Sin embargo, la obra revela una capa más profunda: el acto mismo de esperar juntos y de hablar para llenar el silencio constituye una forma de resistencia. La rebelión beckettiana no busca construir un nuevo orden, sino exponer la vacuidad de tal manera que obliga al espectador a confrontar su propia búsqueda de sentido.

En definitiva, la escritura literaria se erige como un acto de rebeldía fundamental y profundamente humano ante el absurdo. No se trata de una rebelión que pretenda aniquilarlo, sino convivir con él en un estado de tensión creativa que abra un espacio para la reflexión sobre la condición humana. Ya sea a través de la búsqueda de nuevos fundamentos en Dostoievski, el testimonio lúcido de la alienación en Kafka, la creación de sentidos en Camus y Sartre o la descarnada exposición del sinsentido en Becket, la literatura afirma la primacía de la conciencia y la libertad.

En el acto de nombrar, describir y dar forma a la angustia, el escritor se niega a ser reducido a un objeto más en un mundo indiferente. La pluma se convierte, por así decirlo, en un instrumento con el cual el autor cincela su propio rostro en la roca informe de la existencia, un acto de desafío que, en su aparente futilidad, constituye la más alta expresión de su dignidad.

De este modo, la obra literaria perdura como un faro, un recordatorio de que, incluso en la noche más oscura del sentido, la voluntad de crear es, en sí misma, una forma de luz y una razón para continuar.


Fuente: El Nacional

© Jerónimo Alayón y El Nacionalhttps://bit.ly/3KcYCYv

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «La escritura como rebeldía ante el absurdo». El Nacional. 13 de junio de 2025. https://is.gd/YqPKB4

CITA APA:
Alayón, J. (2025, 13 de junio). La escritura como rebeldía ante el absurdo. El Nacionalhttps://is.gd/YqPKB4

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MAGALY SALAZAR SANABRIA: SELECCIÓN DE POEMAS

FUEGO
Sostengo mi fe entre las brasas
y  desde la combustión te llamo
con el más largo nombre de la tierra
Remuevo el grito para doblar el regocijo
antes  que el firmamento se humedezca
rompo el extremo oscuro del espacio,
el costado ignorado por ti,
porque soy el que alumbra.
Viajo por donde el sol brilla rasante
Y no sé dónde meter este calor hecho para la vida,
¿dónde la llama para la salud?
Un día mientras buscaba el aire, me topé a la ventisca
 y le hice advertencias al verano para que recogiera sus malezas.
Vino el estío,
 se dobló contra el viento, desafiándolo,
un ave entró en el fuego y rechinó
desde entonces la guacharaca chilla
 en la hojarasca para aturdir al cielo.
La candela picó el monte
pero la palma fue definitiva
 y los palos que estrenaron cenizas
verdearon
Y por allá, en el sitio donde abrevan los hombres
calentó la alegría con olores a aliño
 y en cualquier rincón de lo intuido,
 el flamboyán escandaliza la colina
y los tizones se sonrojan
 en el fogón
Del libro Levar fuegos y sietes (1998)
XXVII
Ser un sitio sin tapias,
solo manantial de palabras,
una voz que descubre los rostros,
porque en la noche brotan las semillas.
 La luz colma cada decisión
mientras tanto,  tú aceptas.
 Nada parece asirte al deseo de ser,
 todo se encomienda a los paréntesis.
El mundo está afuera,
como un Guernica en conversas con Trilce;
grises, desesperación,
 o dicotiledones absurdos,
 lienzos o papel en trizas de vida
 y tú colocas la responsabilidad en negritas
 Escribes cinismo como religión, tecleas la esperanza
 y marcas Suprimir.
Toma tu cuota de libertad
y vive.
Del libro Cuerpos de resistencia (2006) Círculo de Escritores de Venezuela.
XXXIV
Aclamados ellos
los versos se escapan afanosamente
 del tintero.
El alma tiende a salir
 responde al soplo
 porque el espíritu es paloma
 y en arrobamiento se lleva a Sor donde hacía su morada.
El ser y la vida ascienden
con el alma
 «quejío»que embiste y abraza adentro.
 Y nuestra imaginación pagana solicita la anuencia
 de los alcatraces de Diego Rivera y la beatitud de los ángeles de Fra Angélico,
 paradoja que el amor de Dios salva y une.
Sobre un folio blanco,
 la poesía de Sor.
Del libro Andar con la sed. Palabreos con Sor Juana Inés de la Cruz. (2016) Círculo de Escritores de Venezuela.

Magaly Salazar Sanabria. Venezolana, poeta, ensayista, profesora universitaria. Licenciada en Letras con Maestría en Literatura Hispanoamericana y Doctorado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Con una amplia obra poética publicada, es Vicepresidenta del Círculo de Escritores de Venezuela e Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.

Editora de la web: Carmen Cristina Wolf

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Poemas inéditos de Carmen Cristina Wolf

POEMAS INÉDITOS DE CARMEN CRISTINA WOLF

1

MAR EGEO

A Odysséas Elýtis

Dejar atrás la tristeza

los días de soledad

Mientras me acuesto como tú en la arena

Imagino que escribiste para mí

la bella de las bellas del jardín

y renazco

con una fresca primavera

en el pecho

 

2

AIRES DE LIBERTAD

                  A Marguerite Yourcenar

Te pierdes tras los edificios

y  persigo tus formas invisibles

te adivino en las ramas de los árboles

en el batir de sábanas blancas

mientras los  pies se quedan

anclados en el polvo

flotas más allá de las complicaciones

ni siquiera la lluvia te perturba

el aire es libre, más aún que las nubes

Los hombres permanecen asidos a su apego

sembrados en un punto de la tierra

en alguna ciudad

unidos a su sombra

el alma escapa de su cárcel de piel

Solo es libre su esencia

3

JUEGO DE PALABRAS

                       A Edgar Vidaurre Miranda      

Me enamoro de las palabras

por eso olvido los hechos

cuánto quisiera decir

aunque estoy atenta

enmudezco de pronto…

Leo tus versos al eterno femenino

me enseñan que escuchas

aquello que es silencio para los otros…

miras el balanceo de los caminantes

ellos pisan las calles  y adivinas

lo que los demás no vemos

ciegos de tanta mente inútil

Ves el amor

donde otros no sienten más que indiferencia

 

4

EN EL EXILIO

Oscura incertidumbre, frío de invierno

en aquel país ajeno bajo un cielo prestado

Él respiraba apenas

un aire de papel amarillento

unos libros que trajo en la maleta

y aroma de café

Esperaba un posible roce de palabras

algún toque amistoso en la puerta no llega

 

La radio… sí,   la radio

salvación de las horas insomnes de ceniza

se escucha una canción que trae nostalgias

de días soleados, sin preocupaciones

De pronto recordó la figura entrañable de la madre

solo vista a través de una pantalla

 

Buscó las botas, la chaqueta,  el paraguas

Hoy no

La muerte no le encontraría

sobre un sillón desvencijado, triste

como un muñeco roto en un rincón

 

Con su abrigo gastado

asaltó la avenida

la soledad no le ganaría el juego

4

MUJER QUE PASA EN OTOÑO

                         A Giuseppe Ungaretti

 

Al leer tus páginas

imagino que escribiste un día para mí

 

Paseo por calles, parques, librerías y aeropuertos

prefiero ver hojas caídas en la tierra

Cuando las veo recuerdo tu poema:

 

Eres la mujer que pasa como una hoja

y dejas en los árboles

un fuego de otoño

 

Síntesis biográfica de Carmen Cristina Wolf

Poeta, ensayista y editora nacida en Caracas, Venezuela. Abogado,  estudió Literatura Hispanoamericana. Miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua. Recibió la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi. 

Obra publicada:   En poesía: Fragmentos de isla,1993. Canto al Hombre, Cármina editores 1997. Canto al Amor Divino, Cármina Editores 1998; Escribe un poema para mí, Círculo de Escritores de Venezuela 2001; Prisión Abierta, Al Tanto 2002, Colección Las iniciales del tiempo; Atavíos, Editorial El Pez Soluble 2007; Huésped del Amanecer, poemas, Ediciones Universidad Nacional Abierta 2008.  La llama incesante, 3ª edición del Instituto de Estudios Iberoamericanos de Salamanca 2010; Retorno a la Vida, Ensayo, Cármina Editores; (tres ediciones). Donde no cuenta el tiempo, Editorial J. Bernavil 2023: La llama incesante, Aforismos, Editorial Diosa Blanca, Caracas 2014.

Ensayos: Vida y Escritura 2014, publicado en Amazon.

Sus poemas han sido traducidos al francés y al catalán, publicados en La casa que soy.

  Poesía Femenina y violencia, ponencia publicada en Antología 8º Encuentro Internacional de Escritoras 2008; Acontecer fecundo: Estudio sobre la obra de Luz Machado, publicado por la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Aproximación a la obra de Rafael Cadenas, publicado por ConcienciActiva 21.

En dos oportunidades ha presidido el Círculo de Escritores de Venezuela. Obtuvo la Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi en el 2013. y el Premio al Concurso de Cuentos 2005 de la Librería Mediática. Finalista en el Concurso de la Sociedad de Arte y Literatura con el libro El huésped insomne

  Su obra aparece reseñada en Antología de Poetas Venezolanos de José Antonio Escalona, Universidad de Los Andes 2002.. Quiénes escriben en Venezuela (Conac 2004); El Hilo de la Voz  2004; Antología del Círculo de Escritores de Venezuela 2005; Biblioteca de Venezuela Analítica; Mujeres Venezolanas ante la Crítica de la Asociación de Escritores de Mérida 2008; Antología Octavo Encuentro Internacional de Escritoras, de la Asociación de Escritores de Mérida, 2008; Antología de Versos de Poetisas Venezolanas Editorial Diosa Blanca 2006; Travesías del alma, 12 mujeres con Teresa de Ávila, publicado por Verónica Amat en España 2014.:Pasajeras, Editorial Lector Cómplice. 

Colaboró con el periódico de la cultura PublicARTE, Una muestra de su poesía aparece en el libro La Mujer Rota (Primer Foro Internacional de Poesía);  Literalia Editores México 2008; Papel literario, Letralia,  y en las Revistas Circunvalación del Sur, Conciencia Activa 21, Ateneo de Los Teques y otras. 

Ha escrito numerosos ensayos, publicados en  diarios y revistas nacionales e internacionales. Sobre su obra han escrito: José Pulido, Helena Sassone, Alfredo Pérez Alencart, Alejandro Lasser, María Isabel Novillo, Miguel García Mackle, Edgar Vidaurre, Lidia Salas, Alejo Urdaneta, Eduardo Casanova, Enrique Viloria, Pedro Pablo Paredes, Milagro Haack  y Lubio Cardozo. Fundadora de Cármina Editores y actualmente es Directora  del Círculo de Escritores de Venezuela

https://carmencristinawolf.wordpress.com

 

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