Corrección de textos

Corrección de libros a ser publicados, tesis de grado, diarios, revistas…

Correctora: Carmen Cristina Wolf. Escritora, abogado de la UCAB

Interesados, comunicarse a través de:
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Facebook: Carmen Cristina Wolf
Teléfonos en Caracas:
Celular: 0416 629 70 62
Fijos: 0212 234 43 07 (8:30 a 12m)
0212 582 65 62 (7 a 9 pm)

Últimos trabajos de corrección realizados:
—“Agenda de la Salud”, Dr. Efraín Hoffmann, Intenso Editores
—“El lenguaje de la armonía”, Alba Revenga, Editorial Arte
—“Como comprender la pintura moderna”, Renato Cortesi

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GUSTAVO DÍAZ SOLÍS, DESDE EL ARCO SECRETO DE LO ETERNO

El Círculo de Escritores de Venezuela rinde homenaje póstumo al escritor venezolano Gustavo Díaz Solís, quien falleció el pasado 16 de enero. Docente, narrador, crítico y traductor de literatura inglesa y norteamericana, Díaz Solís nació en Güiria, Estado Sucre, Venezuela, en 1920. Obtuvo el doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela, y estudió posgrado en la Universidad de Chicago, en Literatura inglesa y norteamericana. Fue docente en esta materia en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Fue Director de la Escuela de Letras en 1974-1976, y Director de la Escuela de Periodismo en la U. C. V.

Obtuvo numerosos premios literarios. Su obra publicada: Marejada (Editorial Bolívar, 1940): Llueve sobre el mar (Cuadernos de la A.E.V., 1943): Cuentos de dos tiempos (Gráficas Panamericanas, México, 1950): Cinco cuentos (Cuadernos de la AEV, 1963): Ophidia y otras personas (Monte Ávila, 1968); Cuentos escogidos (Monte Ávila, 1997). Obtuvo el Premio del Concurso de Cuentos del Semanario Fantoches en 1947. El tercer Premio del Concurso de Cuentos de El Nacional en 1947. En 1995 se hizo acreedor del Premio Nacional de Literatura.

HABLA LA CRITICA
El Papel Literario del diario venezolano El Nacional, cuyo Director es Nelson Rivera, dedica la totalidad de sus páginas del 18 de febrero de 2012, al escritor Gustavo Díaz Solís. La publicación abre con un extenso análisis de Antonio López Ortega. En el último párrafo señala: “Acaso sin saberlo, Díaz Solís cultivó un oficio secreto para producir un libro secreto mantenido como una escritura secreta. Será ya la hora de tensar el arco del reconicimiento de un autor magistral? “De los acorralados -guababa de decir Gonzalo Rojas-, es el Reino…
A continuación, Judit Gerendas ofrece un ensayo sobre la temática central de la cuentística de Gustavo Díaz Solís, que lleva por título “De cazadores y animales”. Gerendas señala: …”La expresividad de estos cuentos, a la vez temática y lírica, se deriva de lo creemos es su nudo temático central: una larga, sostenida y paciente pesquisa. En medio de la luz, del color, de las aguas acariciantes, se van gestando tragedias que carecen de atenuantes.”…Díaz Solís ha ogrado crear un undo coherente y sugestivo, único dentro de la narrativa venezolana, en la cual ocupa un lugar primodial y señero… Díaz Solís fue el mejor profesor que tuve cuando fui estudiante en la Escuela de Letras… Elegante, sereno, amable, fue un verdadero maestro, en el sentido más alto del término. Vi con él dos cursos inolvidables, uno sobre Shakespeare y otro sobre Faulkner”…

El Papel Literario publica una extensa entrevista que le hace Carlos Pacheco a Gustavo Díaz Solís, en la que Pacheco expresa: “El niño y el mar es uno de sus mejores cuentos. Deja en el lector una impresión podría decirse directa, muy fresca y convincente del medio natural, de esa playa y de la manera espontánea y tan sensible y corpórea como el niño la experimenta… Me impresiona la atención de sus cuentos hacia el mundo interior de los personajes, no como análisis psicológico, “desde afuera”, sino como vivencia experimentada en el momento, como mera conciencia de sí, libre de interpretación: un sentirse siendo, sin más”…

Desde el “Arco secreto” de lo eterno, el amigo entrañable Gustavo Díaz Solís nos aguarda. Las almas no se separan para siempre.

CARMEN CRISTINA WOLF
Caracas, 18 de febrero de 2012

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Literatura y testimonio

Por Lidia Salas

UNA LECTURA DE LOS LIBROS DE RELATOS DE KLARA OSTFELD

Conocí a Klara Ostfeld en los talleres de Literatura que dicta la poeta Astrid Lander. Leí sus libros, Luz y sombra de mi vida, La mujer del espejo y Designios del destino. Más allá de su prosa sencilla y clara, me conmovieron sus historias.
Leí de adolescente El Diario de Ana Frank, y desde entonces, me hice muy sensible al tema de un pueblo, que fue condenado a la destrucción masiva y planificada por el horror del régimen fascista. Admiro profundamente a sus gentes condenadas a la diáspora desde sus orígenes más remotos, quienes han sobrevivido a sus perseguidores y a sus propios estigmas con inteligencia y valor.
La vida en estos dos últimos años me enfrentó a difíciles retos existenciales. Me había prometido compartir la lectura de estos libros, Me parece que es la mejor hora para retomar este proyecto aplazado por largos días..
Creo que atravesamos épocas de peligro. Como en la Alemania de décadas dejadas atrás, el odio y la intolerancia parecieran instigar los instintos oscuros de este pueblo, como razones para que el totalitarismo permanezca en su negación de la democracia y de la libertad.
Es el momento de escuchar la palabra de Klara Ostfeld. Ella es una
ciudadana rumana judía que fue recibida en Venezuela como refugiada de guerra. Aquí ha levantado una familia compartiendo los valores de esta patria. Aquí decidió emprender un proyecto personal que trascendiera el destino de esposa y de madre ejemplar. Con tesón finalizó los estudios de de Licenciatura en Idiomas en la Universidad Metropolitana y la maestría de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. En Caracas descubrió su voz, y en esta lengua de Teresa de Jesús ha escrito las crónicas de su vida, de su familia, de sus amigos, en libros de relatos que han sido traducidos al inglés, al rumano y al hebreo. .
Estos testimonios tienen la valentía con la que nos comunica la verdad de vidas desgarradas, por la vil persecución. El origen judío era la única causa de las separaciones dolorosas, del hambre, de la condena a campos de exterminio, de la muerte y del dolor de las ausencias.
El invierno hacía más terrible la existencia de las barracas. El maltrato del duro trabajo de albañil que producía llagas y callos en las manos del joven esposo, se comparaba con las heridas que las espinas de los naranjales producían en los brazos de la muchacha de 19 años, cuyo trabajo de jornalera de frutas, resumían la fe en el recién creado Estado Judío.
Deseo resaltar, que a pesar de que la muerte, la miseria, las separaciones, el dolor y las ausencias inspiran los relatos de Klara Ostfeld, la pureza de su voz está libre de rencores. Su pluma tiene la gracia de quien encuentra siempre, la anécdota llena de gentileza y de dulzura, el recuento de sentimientos de amor y de amistad, de reencuentro y de perdón, los cuales mantienen viva la fe en la condición humana.
Su pluma tiene el trazo preciso para elaborar retratos de los personajes, para describir espacios y épocas. De sus palabras se conocen los adolescentes que alguna vez fueron, con sus sueños y sus confusiones. Se aprecian las creencias de un pueblo que mantiene una tradición cultural y religiosa través de los siglos. Se comprende, cómo a pesar de la pobreza y de la guerra, los jóvenes conservan intactos la capacidad de amar y de existir a través de los sueños y de la esperanza.
La nostalgia por todo lo vivido, la añoranza de paisajes y de ciudades, la memoria plena de hermosura y de juventud, contrastan con el tesón, con el cual encara al olvido del holocausto. Su paciencia para tejer con palabras, la filigrana de tapetes que resuman una memoria que puede servir a muchos lectores para guarecerse del miedo y de la desesperanza.
“Los años como la polilla, se introducen silenciosos en nuestra existencia” dice la autora al inicio de uno de sus relatos. Su lenguaje está conformado por frases de un ritmo depurado. En casos necesarios para comunicar la fuerza de la historia, usa los nombres de campos, ríos, ciudades, comidas, vestidos, en su lengua original. Al final del libro, presenta un glosario para una mejor comprensión de este vocabulario.
Sus relatos podrían conformar los cantos de la epopeya del pueblo judío. En lo personal, la inspiración le sirve como catarsis, para purgar la pena por la muerte de su hijo de 29 años. Con valentía asume la voz de Luis Ostfeld para dejar constancia de su existencia en el hogar, y del gran dolor que constituye la poda de alguien que es parte de su vida misma.
Los epígrafes que ella usa en muchos de sus textos, las referencias a proyectos y autores, los idiomas que domina, dan constancia de la lectora sensible, de la viva inteligencia para mantener un diálogo inter textual, del deseo de trascendencia a través del oficio de la escritura.
En este momento, en que los venezolanos buscamos nuevos caminos de cambio y desarrollo, debemos honrar la memoria de Clara Ostfeld. Todos deberían leer sus crónicas. Sus páginas son una advertencia de cuán trágico es el destino de los pueblos que son víctimas del odio y de la intolerancia.

* LIDIA SALAS, poeta, ensayista, docente. Con una amplia obra publicada. Directora del Círculo de Escritores de Venezuela

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La Pelona juega truco

Por Enrique Viloria Vera

Estamos vivos pero vamos a morir, esa es la única certeza de la existencia. Ya lo decía el filósofo: morimos no porque estamos enfermos sino porque estamos vivos. Vivir es un tránsito hacia la muerte, podemos ir más o menos rápido, pero nunca podemos evitarla: la longevidad es un inútil desafío a la muerte.

La Muerte, la Pelona, la Portadora de la Guadaña, la enjuta mujer de negro luto, no cree en voluntades ni en decisiones personales, hasta el más pintao, el más valiente, el novio de la madrina y el líder del equipo, sucumbe a su decisión de visitar al escogido, es verdad que nadie se muere en la víspera – y menos hoy con los adelantos de la tecnología asociada con la medicina – pero la Pelona es burda de paciente, no tiene apuro, sabe que la prisa es plebeya y que tarde o temprano le llegará su momento estelar.

Como no tiene prontitudes se divierte en sus ratos de ocio. Entre todos los deportes imperialistas no juega béisbol ni voleibol ni fútbol; contra el agotamiento de su permanente actuar, prefiere – castiza – los juegos de mesa, y en especial, los de cartas, sobre todo el imperial juego hispano llamado truco.
Recordemos que el truco o truque (en valenciano “truc”) es un juego de naipes con baraja española originario de Valencia y de las Islas Baleares (España), muy difundido en el Cono Sur de América: Argentina[] ,[]Paraguay, Uruguay, sur de Chile, Brasil,[] Venezuela, Italia (en Piamonte, Lombardía y Liguria), y Galicia. La Pelona lo juega con propiedad conoce los giros, señas, guiños y voces propios de la partida.
Paciente, segura, conocedora de su triunfo final, enfrenta directo a los ojos de su pasajero contrincante, del que no contaba con su astucia, y en tono de actriz malvada de telenovela, le espeta:
¡Ven a mí que tengo flor!
Febrero 2012

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La nueva novela de Marisol Marrero: Rosas y duraznos

El domingo 26 de febrero a las 11 de la mañana, bautizaremos ROSAS Y DURAZNOS, la tercera novela que forma parte de la trilogía sobre una saga que se desarrolla en la Colonia Tovar, la primera de ellas lleva por título «Lotte Von Indien, la Coloniera de Tovar», y lleva tres ediciones, la última de ellas publicada por la Asociación de Escritores de Mérida.

La segunda novela fue publicada por Planeta, se trata de «Niebla de pasiones».

Esta nueva novela ha sido publicada por la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice.

La presentación estará a cargo de JON AIZPÚRUA Y LIDIA SALAS.

El evento será en la SALA CABRUJAS del Centro Cultural Chacao, Tercera Avenida de Los Palos Grandes con Francisco de Miranda, Torre El Parque, nivel C-1. Entrada lateral derecha.

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Eros y Divinidad: Eunice Odio

Les recomendamos leer el trabajo Eros y Divinidad: Eunice Odio, de Alfredo Pérez Alencart. A continuación, un fragmento del extenso ensayo sobre esta poeta nacida en Costa Rica (1919-1974):

EROS Y DIVINIDAD: EUNICE ODIO
SER SIN PARECER
Gran veedora universal esta resplandiciente dama de sangre y no de aire, pura trashumancia trasviendo dos mil años con Amor escrupuloso por la Divinidad que está al fondo del alma y por el Eros de las bellas alegrías, del contacto que no se inventa, del sexo matrimoniado al Amor, de la ternura que empareja sin beatitudes ni desenfrenos. Ella, que mucho quería ser siempre niña (“Ser niña/ que cayera de pronto/ dentro de un tren con ángeles,/ que llegaban así, de vacaciones/ a correr un poquito por las uvas,/ o por nocturnos/ fugados de otras noches/ de geometrías más altas”), constata lo difícil de tal anhelo, semejante a la inocencia que Jesús quería para los suyos, esos niños-grandes que cuidaba. En tal sentido, la poeta de San José y del Distrito Federal, ejes de su vida y muerte, concluye: “Pero ya, ¿qué he de ser ?/ Si me han nacido estos ojos tan grandes / y esos rubios quereres de soslayo.// Cómo voy a ser ya/ esa que quiero yo/ niña de verdes,/ niña vencida de contemplaciones,/ cayendo de sí misma sonrosada,/ …si me dolió muchísimo decir/ para alcanzar de nuevo la palabra/ que se iba,/escapada saeta de mi carne…”.Y ella también hace uso de una prosa exquisita para marcar los límites por donde el poeta ahonda: “El poeta anda buscando a Dios y sólo lo encuentra en el fondo de todos los hombres. Y sólo es poeta cuando sabe lo de todos los hombres posibles; y lo sabe sólo cuando los ama inmensa y apasionadamente”.

 La más notable poeta en lengua castellana del siglo XX es (fue, será por mucho tiempo) la poco conocida Eunice Odio (1919-1974). Murió como mexicana, aunque antes había sido guatemalteca y eso sin olvidar que a Costa Rica le corresponde ser su patria de nascencia. Por ahí se le acercan, en cuanto a altas voces poéticas no sólo de poesía religiosa, la argentina Olga Orozco (1920-1999), la venezolana Ana Enriqueta Terán (1918) o la uruguaya Circe Maia (1932), más algunas otras pocas que están al margen de nombradías espurias, ajenas al milagro de la bendita Poesía.

Pero, como viene sucediendo con frecuencia, la misteriosa y espiritual Eunice sigue aprovechándose de la ignorancia casi generalizada de tanto erudito metido a antólogo, para así escabullirse victoriosamente de espigueos epidérmicos o menciones recientes, como la del catalán Pere Ginferrer quien, con pose de sabiondo, la torna brsileña sin parpadear o inmutarse siquiera. Años atrás, Humberto Díaz Casanueva (Chile, 1906-1992) perfiló los rasgos generales de esta cretinéz: “…ignorada, incomprendida, inédita, no tiene siquiera una página en las pomposas, vulgares y comerciales antologías de los últimos años, que repiten y repiten nombres, exaltan e hinchan figuras, las más llamativas, las proyectadas como dentífricos de moda, prefiriendo la popularidad, el lugar común, a las dimensiones fundamentales y que ofrecen ciertas dificultades porque sacuden la pereza del lector”.

(…)

LEER COMPLETO EN:

http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/4466/Eros-y-divinidad-eunice-odio

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Manos viajeras

Por Carmen Cristina Wolf

Caracas, febrero 2012

1

Con la perseverancia de semilla

las manos interrogan la palabra

que cae bajo el peso de las cosas

y transportan cansancios de la sangre

la dulce muerte mínima

textura, impactos, roces

abrazos de las formas.

Manos viajeras

en los pasos del tiempo.

2

Acarician la seda de la nieve

reconocen arenas del camino, verde de las riberas

desaplican las cartas, cascan nueces, aplauden

soportan asperezas, doblan colchas

trenzan lazos, escriben

se vuelven rojas, pálidas,

se estremecen antes y después de la cocina,

del jabón, del carbón.

3

Obreras en cortejo

hacen café, rebanan zanahorias

sirven almuerzos, planchan

encienden los candiles

y ponen a bailar la batidora

En las mañanas,

incluidos los domingos amados

ellas nunca se aburren, diligentes

acarician el árbol

y con algo de prisa saludan

a un dama de paso

Dibujan el ceño de tu frente dormida

y cierran los balcones

para no interrumpir la muerte mínima

Arrojan en la alfombra los lápices, los libros

y escriben largos poemas con borrones

4

En las noches

luego de innumerables gestos te acompañan

sentándose contigo en el sillón

Sin reposo

pasan páginas, cosen

inventan geometrías en el aire

y lucen sus pulseras.

5

Quisiera reposar en mis manos ahora

No deseo sentir el frío del volante

o la mínima curva del teclado

Prefiero las tijeras de podar

sin hojear las páginas del diario

Hoy no soporto

las guerras en oriente

las mujeres sin rostro

la miseria en el sur, los secuestros al este

los ajusticiamientos, los niños en el hueso

6

Las manos hilan en su rueca de horas

sin importar presagios inquietantes

se yerguen más allá de su indigencia

no llevan cuenta de su desamparo

en este corazón cosido a la galaxia

Si lo hicieran

no se moverían más

no encontrarían el rastro para volver al polen

ni hallarían gozo

en el vórtice de líneas en conflicto

esas coordenadas efímeras del alma

Es tarde

en el fondo de la noche

no abandonan su costumbre de amar

reclinan la fatiga en el silencio

retiran cobertores

sirven vasos de leche

acompañan las últimas historias

Las hadas y los duendes

las conducen al libro de los cuentos de infantes

Así cumplen su ciclo

eterno de palabras

Caracas, 2012

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Juan Ruiz de Torres: «Al amanecer»

AL AMANECER

LA CARRETERA INFINITA se deslíe bajo el autobús. Los pasajeros adormilados contemplan el paisaje seco, estéril, que mimetiza el inmediato desierto. Valientemente, el aire acondicionado lucha contra el calor, que llega en oleadas al vehículo, como si quisiera anularlo, secarlo, aplastarlo contra las arenas que llegan hasta el borde mismo del asfalto.

Los montes del Atlas, no muy lejos, aparecen en esta época sin la menor nube, sin la menor promesa de lluvia, qué digo, de humedad siquiera. El gran cauce de un río se ofrece a la vista, absolutamente seco. Pero lo que será cuando las aguas bajen torrenciales se percibe en los profundos cortes, como huellas de una excavadora monstruosa.
Al iniciar una pequeña subida, se escucha cómo silba de pronto el motor. El autobús pierde velocidad. Pasado un momento, parece que se recupera, pero de nuevo se oye el furioso sonido del motor acelerado. El conductor mueve la cabeza con preocupación, lo mismo que alguno de los pasajeros que no duermen. La máquina del autobús comienza a dar tirones, y al fin el chófer lo detiene.

-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? las voces alarmadas de los pasajeros que súbitamente se despiertan contrastan con el silencio anterior.
Un par de ellos que “entienden” de motores se bajan del autobús con el chófer, levantan el capó, miran aquí y allá, mueven la cabeza desalentados.

-No hay nada que hacer… La caja de cambios patina… El aceite gotea encima… Se ha roto la caja de balancines….
-Pues ponga otra, exclama indignado el pasajero que nada entiende de motores.
Ni le contestan. Los “entendidos”, y varios que creen que entienden, discuten, de forma cada vez más agria.
La única solución es seguir muy despacio, hasta la aldea próxima. Que está como a diez kilómetros… dice el guía.
-Bueno, diez kilómetros son cinco minutos.
-Que te crees tú eso.
-Habrá que llamar a un servicio de asistencia.
-Claro, al RACE, ¾replica burlón otro.
-Desde luego, a pie no podemos ir…

El guía pide un móvil, el suyo no funciona, caramba con esta compañía, habla en árabe, o en bereber, vete tú a saber, discute, cuelga.
-En esta aldea no hay ningún taller. Y hasta mañana no podrá llegar un camión con repuestos, o si lo hay, otro autobús.

Muchas voces mezcladas, “ni hablar de pasar la noche aquí”, “hay que poner una denuncia”, “¿cómo se llama esta aldea?”, “no está ni en el mapa”, “habrá que buscar un hotel”, “o una pensión”, “¿hotel aquí? ¡tururú!”, “yo necesito un baño fresquito”, “que nos devuelvan el dinero”…

Entre tanto, el autobús ha echado a andar, desesperadamente lento, mientras los “entendidos” se miran muy preocupados y el chófer contrae los ojos, la mandíbula, las manos en torno al volante. Trata con mimo exquisito la palanca de cambios, el acelerador.
Tras un tiempo que parece interminable, aparecen a la derecha de la carretera unas cuantas casas de adobe, del mismo color que el desierto que las rodea.

-Esto es Shouk-el-Ahmán, anuncia el guía, con voz muy cansada. Y antes de que nadie pregunte, añade: Seguro que no habrá ningún hotel, ni casa de comidas, ni teléfono. La población es enteramente bereber, así que la gente no hablará casi árabe, y desde luego nadie sabrá francés… La verdad es que nunca me he detenido aquí.
-¿Entonces…?
-Propongo que nos quedemos fuera de la aldea, busquemos agua y unos dátiles, y durmamos en el autobús, y se le escapa decir, en voz baja: Yo no me fiaría de esta gente.

Se hace un gran silencio entre los pasajeros. Al fin, los que no entienden francés, preguntan: ¿Qué ha dicho?
-Al parecer, esta aldea es peligrosa…

El guía ni se atreve a entrar, ¿cómo va a pedir agua o comida?
-Por lo visto, es una aldea de terroristas…

Después de haber provocado la alarma, el guía trata de quitar hierro al asunto, pero poco se puede hacer. El chófer, el guía y Elena María, una pasajera española llena de voluntad, se encaminan hacia la cuesta que llega desde la carretera al poblado. Los miembros restantes del grupo, casi cuarenta, observan con inquietud cómo desaparecen a lo lejos, entre las callejas.
A ver qué consiguen…

AL CABO DE UNA MEDIA HORA con muchos más de treinta minutos, regresa la expedición, trayendo solamente unas botellas llenas de agua de dudosa transparencia.
-En el pueblo no se puede comprar nada, pues no hay ni la más pequeña tienda. Ningún hotel ni sitio donde dormir, lo que ya sospechábamos ¾hace general su propia afirmación, para que la responsabilidad sea de todos. La verdad, esta gente no sé de qué vive.
-Me han parecido todos unos bandidos, añade Elena María, bastante desinflada. Yo no bebería eso…

Los pasajeros se acurrucan en sus asientos, resignados a pasar la noche como sea. Todos van saliendo a hacer sus necesidades sin alejarse mucho, con los demás oteando ansiosos la fatídica cuesta que va al pueblo.

La noche va a ser muy larga, sin bebida ni comida, con el frío del desierto filtrándose por todas las rendijas.

MUCHO MÁS TARDE, alguien que está despierto observa unos bultos y unas débiles luces a lo lejos. De inmediato, despierta a los demás.
-¿Qué pasa? ¿Qué hora es?
-¡Chisss! Las cinco de la mañana. Ya clarea. Y hablad bajo. Ahí parece que vienen unos.
-¡Vendrán a robarnos, o algo peor!
-Tranquilos: somos muchos, y Luis tiene un arma.
-¡Un arma! ¿Y de qué va a servir un arma sola?
-¡La unión hace la fuerza! ¡Bajemos, y dispongámonos a defender nuestras vidas!
Algunos piensan que no hay que ponerse melodramáticos, pero todos comprenden la sensatez del consejo, y se apiñan en torno al autobús, esgrimiendo armas improvisadas: un trípode, un bate de béisbol, pedruscos…

Las sombras se acercan en silencio, Ahora se ve que llevan unas antorchas en la mano y bultos extraños. Todos esperan lo peor de estas gentes salvajes, educadas para la violencia por el inhóspito y duro desierto.

Las sombras llegan hasta unos metros del autobús, clavan las antorchas en el suelo, en torno al autobús, y dejan sobre la arena grandes bandejas con comida sencilla pero de apariencia más que apetitosa, unas jarras con algo que podría ser vino de dátil y unos montones de mantas a rayas. Y ante la estupefacción de los pasajeros, las sombras se inclinan y regresan al poblado. Antes de partir, una de ellas desea suavemente:
-Bon appétit!

(De “Doce docenas”, 2007. Autor:
Juan Ruiz de Torres
Miembro Correspondiente del Círculo de Escritores de Venezuela
Madrid, 1931. Dr. Ingeniero Industrial, Dr. Filología Hispánica, Lic. Informática. Poeta, dramaturgo, cuentista, novelista, ensayista, actor, director de teatro y cine. Ha residido casi veinte años en varios países (cuatro de ellos americanos). Fundó y dirigió grupos de teatro, profesionales y literarios, entre estos últimos tres Ateneos, la Asociación Prometeo de Poesía, la Academia Iberoamericana de Poesía, la Asociación «El Foro de la Encina», el Fondo de Poesía «San Juan de la Cruz» de la Universidad Autónoma de Madrid, la «Casa del Tiempo». Director de varias revistas de poesía impresas y en internet. Una treintena de premios y distinciones en nueve países. www.prometeodigital.org

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Café de Sócrates en Santiago de León de Caracas

LA LUZ DE LA VIDA

Por Ramón Darío Castillo
@darcastillo

«La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia»
Sócrates

¡Qué grande el sacrificio de aquella idea que germinó una noche de la eterna primavera caraqueña en la mente de Carmen María Ravelo de Salge!

Y es que el filósofo griego, Sócrates, fundador de la filosofia moral, o axiología, que ha tenido gran peso en la filosofía occidental, flechó no solo el corazón de esta venezolana de pura cepa, a la que el Ávila vio nacer, sino a su mente y a su corazón que, después prodigó a un centenar de venezolanos, que en buena hora vieron la luz, como lo hizo para muchos de los mortales Fenareta, la madre de Sócrates, quien junto a su marido Sofrosisco dio vida en ternura y amor al gran hombre de la Grecia y del universo.

Hoy, al arribar a los once años de esta criatura que es el CAFÉ DE SÓCRATES, nacido en brazos de esa Fenareta venezolana que es Carmen María Ravelo de Salge, no cabe más que decir: ¡Vale la pena existir!

Transcurre el tiempo de una Venezuela distinta, envuelta en las mancillas del oprobio, no obstante se avizora un faro de luz en el tiempo de una mujer que junto a su esposo Detlef, sus hijos María Corina, Conrad y Claus Federico, y sus nietos, sembró un mucho de los que, como Sócrates, influencian al mundo e imparten su bondad militante.

El Café de Sócrates fundado en nuestra amada ciudad, Santiago de León de Caracas, Venezuela, esa misión itinerante que marca la pauta de una buena parte del país, llegó para quedarse en el corazón de quienes han tenido el privilegio de ser invitados a tantas reuniones, en medio de un quehacer social, artístico o cultural que nos enseña un camino ético. Ese mismo camino que debemos recorrer muchos compatriotas ávidos de Libertad y de paz con nosotros mismos, y hasta con el espíritu.

Carmen María Ravelo de Salge ha encendido una luz de vida a los socráticos venezolanos. Por favor, no dejen que se apague.

RAMÓN DARÍO CASTILLO – PERIODISTA Twitter @darcastillo
Periodista,cronista social, fundador de la Fundacion Juvenil Venezolana, director ejecutivo de la Fundacion Joven del Año

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Fábulas de carne y huesos

Con los auspicios del Colegio Nacional de periodistas-Seccional Aragua, será presentado en Maracay el libro “¨Fábulas de carne y huesos”, del conocido periodista Manuel Felipe Sierra.

La obra será presentada por el también periodista y escritor Alberto Hernández el próximo martes 31 de enero, a las 6 y 30 de la tarde, en la sede del CNP, ubicada en la avenida Las Delicias de la capital del estado Aragua.

Se trata de una obra en la que el escritor se pasea por nombres y acontecimientos que han marcado a los venezolanos, a los latinoamericanos y muchos ciudadanos del mundo. Es un trabajo que, como afirma Simón Alberto Consalvi, ha sido escrito por un “Prosista de fino estilo, analista de penetrante agudeza y conocedor a fondo de la política y de los políticos venezolanos del siglo XX”, y habría que agregar que no sólo conocedor de la política sino de la cultura y de muchos de sus protagonistas. Son 60 crónicas de sabrosa textura. 60 crónicas que revisan el pensamiento y la acción de nuestro acontecer.
Manuel Felipe Sierra es autor de “Los hilos del poder”, “Quince años de evolución política”, de las biografías de Gustavo Machado y Marcos Pérez Jiménez, y coautor de “Venezuela en terapia intensiva”, “La crisis de abril” y “Tierra nuestra”.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas, actualmente es columnista del diario El Nacional.

Al final de la presentación, los asistentes compartirán con el autor y brindarán por el camino que recorrerá la obra.

RELATOS Y POESÍA DE UMBRA Y ESTIVAL

“Relatos fascistas”, “Diario de aguas” y “Más sobre el río” es el trío de obras que dos editoriales de Maracay presentarán el próximo 2 de febrero.

Las editoriales Umbra y Estival, conjuntamente con el Colegio Nacional de Periodistas Seccional Aragua, han organizado para el próximo jueves 2 de febrero, a las 6 y media de la tarde, la presentación de tres libros de relatos y poesía.

“Relatos fascistas”, (Umbra Ediciones de Autor y Ventanas de Lavapiés, Madrid) del poeta y narrador Alberto Hernández; “Más sobre el río” (Ediciones Estival), del poeta y novelista Francisco Arévalo), y “Diario de aguas” (Ediciones Estival), del poeta José Ygnacio Ochoa, son las piezas que serán ofrecidas al público la noche del jueves 2 de febrero.

“Relatos facistas” recoge un país violento a través de personajes reales que se hacen ficción a través de un discurso cuyos referentes están a la vista. Hernández, por su también condición de periodista, se engarza en lo que ve y lo transforma, lo hace literatura, lo enriquece con ironía, humor y una trama carnavalizada.

“Más sobre el río” es un homenaje poético de Arévalo a los grandes ríos del sur de Venezuela, donde él habita. El Orinoco, el Caroní, venas y arterias que circundan su imaginario se convierten en una poesía portentosa, plena de imágenes, rica en sensaciones.

“Diario de aguas” es una biografía poética de Miguel ramón Utrera a través de las aguas del río de San Sebastián de los Ríos. Una hermosa aventura donde no falta el clima y los accidentes geográficos que marcan el comportamiento del hombre, su condición de poeta y soñador.
Tres libros que estarán a la disposición del público maracayero el próximo 2 de febrero.

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Ensayos de Lupe Rumazo en un nuevo libro

Los ensayos de la escritora Lupe Rumazo se reúnen en un volumen que se titula Los marcapasos, editado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, en su colección Bicentenario, biblioteca mínima. La escritora ecuatoriana residente en Venezuela, es Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela

En 526 páginas, la intelectual ecuatoriana, analiza la obra de personajes clave de la cultura y el pensamiento ecuatoriano y latinoamericano, como Eugenio Espejo y Alfonso Rumazo González, así como los discursos y prácticas sociales que han dominado a lo largo de los años.

El libro, editado en el 2011, se abre con una relectura de Espejo. Luego estudia el proceso de independencia con seis ensayos dedicados a la obra del historiador Alfonso Rumazo, su padre. En el dedicado a Manuela Sáenz, refuta el libro Patriota y amante de usted, de Carlos Álvarez Saa, por apócrifo.

Ensayista, novelista, cuentista, nacida en Quito, en 1935, Lupe Rumazo dedica también un espacio a analizar la violencia contra la mujer intelectual, y hace, además, una revisión de la teoría del intrarrealismo literario. Se adentra en la poesía de Andrés Eloy Blanco y se refiere a la obra de Alfredo Pareja Diezcanseco. Hace un homenaje a Jorge Carrera Andrade. Se cierra la obra con un autoensayo sobre la autobiografía en el relato de Lupe Rumazo.

La obra la dedica a su padre, el historiador Alfonso Rumazo, a su madre, Inés Cobo de Rumazo; a su esposo, hijos y nietos. Y antes de dar paso a los ensayos, en el libro se inserta un texto, que se titula Liminar, en el que se señala que todos los ensayos de este tomo, responden a una entonación de denuncia esclarecedora.

Lupe Rumazo es una de las grandes intelectuales ecuatorianas. Con once libros publicados, sus obras han sido prologados por autores como Ernesto Sábato, Juana de Ibarborou, Benjamín Carrión y otros.

Es miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Pittsburgh y del Círculo de Escritores de Venezuela. Es representante para Venezuela de la Sorbonne Nouvelle en la Literatura Comparada y de la Sociedad Europea de Cultura.

Ha participado como ponente en congresos internacionales. Ha colaborado de manera asidua en diarios y revistas de América y Europa. Fue finalista en el Premio de Novela Rómulo Gallegos de 1989, con la novela Peste blanca peste negra.

Entre sus obras también se hallan: En el lagar, ensayos, 1962; Sílabas de la tierra, relatos, 1964; Yunques y crisoles americanos, ensayos, 1967; Rol beligerante, ensayos, 1974.

Carta larga sin final, un ensayo novela, prologado por Benjamín Carrión, se publicó en 1978. Edna Coll, en el Índice Informático de la Novela Hispanoamericana, la conceptúa como una “obra sumamente original, pletórica de lirismo, angustia intelectual, vivencias dramáticas y erudismo”. “Lupe trasciende la muerte, dialoga con su madre muerta, a quien resucita de manera convincente, evoca con ternura sus mejores momentos junto a ella, y con sus ansias y lágrimas construye un gran poema elegíaco de devoción filial”.

Autora: Lupe Rumazo.
Título de la obra: Los Marcapasos
Género: Ensayo
Editorial: Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Páginas: 526

Se ha dicho de la autora:
“Lupe Rumazo es la mujer que, en estricta justicia, realiza la obra más cabal y plena de nuestras letras femeninas”.
BENJAMÍN CARRIÓN,
ENSAYISTA ECUATORIANO

“El comentario espontáneo, surge de su pluma con una reflexividad que atrae, que retiene la atención del lector”.
Isaac J. Barrera,
ESCRITOR ECUATORIANO

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Poemas de Rabindranath Tagore

Mis flores eran como leche, miel y vino.
Las até con una cinta dorada, en ramillete,
pero burlaron mi cuidado vijilante y huyeron lejos;
y solo me queda la cinta.
Mis canciones eran como leche, miel y vino.
Estaban presas en el ritmo de mi corazón palpitante,
pero tendieron sus alas y huyeron lejos, ¡tesoros de mis horas ociosas!,
y mi corazón late en silencio.
La hermosa que amé era como leche, miel y vino.
Sus labios, como el rosa del alba; sus ojos, negros como abeja.
Yo callaba mi corazón, no fuera a asustarla, pero ella se fue,
como mis flores y mis canciones; y me ha dejado mi amor solo.

& & &

Anoche, en el jardín, te ofrecí el vino espumeante
de mi juventud. Tu te llevaste la copa a los labios,
cerraste los ojos y sonreíste;
y mientras, yo alcé tu velo, solté tus trenzas y traje sobre mi pecho tu cara dulcemente silenciosa; anoche,
cuando el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir.

Hoy, en la calma, refrescada de rocío, del alba, tú vas camino del templo de Dios, bañada y vestida de blanco,
con un cesto de flores en la mano. Yo, a la sombra del árbol, me aparto inclinando la cabeza; en la calma del alba,
junto al camino solitario del templo.

& & &

Si acaso piensas en mí, te cantaré cuando el anochecer lluvioso…

Si acaso piensas en mí, te cantaré cuando el anochecer lluvioso
suelta sus sombras por el río, arrastrando, lento, su luz vaga hacia el ocaso;
cuando lo que queda del día es ya demasiado poco para trabajar o jugar.
Te sentarás sola en el balcón que da al Sur, y yo me pondré a cantarte
en el cuarto oscuro. El olor de las hojas mojadas entrará por la ventana,
en el crepúsculo creciente, y los vientos tormentosos
clamorearán en los cocoteros.
Traerán la lámpara encendida al cuarto, y entonces me iré yo. Y tú, quizá, entonces, escucharás la noche,
y oirás mi canción cuando esté yo callado.

& & &

Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera…

Soñé que estaba ella sentada a mi cabecera,
y alborotaba tiernamente mi cabello con sus dedos,
suscitando la melodía de su contacto.
La miré a la cara, luchando con mis lágrimas,
hasta que la angustia de las palabras no dichas
quebró mi sueño como una burbuja.
Me incorporé. La Vía Láctea se veía arder por mi ventana,
como un mundo de silencio inflamado.
Y me pregunté si en aquel momento estaría ella soñando
un sueño que viniera, bien con el mío.

& & &

Rabindranath Tagore, Calcuta, 1861-Santiniketan, 1941 Escritor indio. Es el más prestigioso escritor indio de comienzos del siglo XX. De origen noble, era el último de los catorce hijos de una familia consagrada a la renovación espiritual de Bengala, y se educó junto a su padre en el retiro que éste tenía en Santiniketan. En 1878 fue enviado a Gran Bretaña, donde estudió literatura y música.

Evocó este viaje en Cartas de un viajero (1881), que publicó en el periódico literario Bharati, fundado por dos de sus hermanos en 1876. De la misma época son los dramas musicales El genio de Valmiki (1882) y Los cantos del crepúsculo (1882), y la novela histórica La feria de la reina recién casada (1883).

En 1882, unas experiencias místicas le llevaron a escribir los Cantos de la aurora (1883). En este mismo año casó con una joven de 16 años, y a partir de entonces se dedicó a administrar los bienes de la familia de su esposa y a viajar por toda Bengala. En 1890 realizó un segundo viaje a Gran Bretaña. De este período son las colecciones poéticas Citra (1896) y El libro de los cumpleaños (1900).

En 1901 fundó una escuela en Santiniketan (Hogar de la Paz), en la que estructuró un sistema pedagógico que defendía la libertad intelectual del ser humano. En 1904 publicó el ensayo político El movimiento nacional en el que se pronuncia en favor de la independencia de su país. En 1910 apareció La ofrenda lírica, una de sus obras más conocidas.

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JUAN LUIS LANDAETA, JOVEN POETA VENEZOLANO

El jurado del reciente Premio de Poesía Eugenio Montejo, ha recomendado la publicación del poemario de Juan Luis Landaeta, un joven poeta venezolano. A continuación, una selección de tres de sus poemas:

Juan Luis Landaeta. Selección de poemas

A continuación el pasado

Sustrayendo ecos
permanecerá en la memoria

Sumará lentitud
al desasosiego prometido

Avanzará en el presente

No promoverá nuevos pasos

Huirá de nosotros

***

Habitar
es recorrer lo conocido

Ocupar despacio el ambiente

Distraer los pasos hacia ella
o cualquier otro rincón
que la pronuncie

Asumir próximo lo íntimo

Reconocer lo que se anima
a partir de ti

Las distancias propias

****

Mi lugar es otro tiempo

Otro movimiento
en el espacio de los giros

Un cuerpo en el ayuno

Una mirada en el quehacer

Algún sol en las intenciones

Un tacón en la ventana
o en el ruido del cielo

No saber distinguir

Parecerme a lo que dejé

Y que me nombre su abandono

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EL ESCRITOR GUSTAVO DÍAZ SOLÍS SE HA IDO

El escritor y amigo Gustavo Díaz Solís nos abandonó el 16 de enero. Fue durante muchos años integrante del Círculo de Escritores. Sobre él nos escribe un sentido mensaje, José Tomás Angola:

Hoy, en horas del mediodía, se nos fue Gustavo Díaz Solís. Llevaba días batallando contra una infección pulmonar seria. Hoy se despidió de esta vida. Para los que somos creyentes, no hay final con este adiós. Los que fuimos bendecidos con su amistad siempre recordaremos su caballerosidad, su rectitud a toda prueba, su cultura inmensa y su amabilidad. Lo conocí cuando fui su asistente en el Celarg y no recuerdo jefe más noble, sencillo y repetuoso. Un verdadero dandy de esos que ya no hay. En los últimos años, a pesar de su reclusión voluntaria, tuve la dicha de compartir mucho con él. En su casa de Bello Monte conversábamos de lo humano y lo divino. Extrañaré esas veladas. Venezuela pierde a uno de sus más grandes cuentistas y nosotros a un querido amigo.
Hasta siempre, capi.

En el 2008, el narrador y poeta venezolano Alejo Urdaneta escribió:

La obra literaria de Gustavo Díaz Solís
Por Alejo Urdaneta
SÍNTESIS: Gustavo Díaz Solís nació en Güiria, Estado Sucre, Venezuela, en 1920. Obtuvo el grado de Doctor en ciencias Políticas (1944) en la Universidad Central de Venezuela, y de profesor de inglés en el Instituto Pedagógico de Caracas, en 1949. Ha sido docente de Literatura Inglesa y norteamericana eola: n la Escuela de Letras de la misma Universidad Central y en el Departamento de Inglés del Instituto Pedagógico. OBRA NARRATIVA: Marejada (cuentos, Ed. Bolívar, 1940), Llueve sobre el mar (Cuadernos de la AEV, 1943, cuentos); Cuentos de dos tiempos (Gráficas Panamericanas, México, 1950); Cinco cuentos (Cuadernos de la AEV, 1963); Cuentos escogidos (Monte Ávila, 1997). Traducción de poetas ingleses y de los Estados Unidos de América, señalados en el presente ensayo.

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La ruptura entre los géneros literarios se produjo en Venezuela con tardanza, si comparamos nuestra producción narrativa y poética con la que Europa propuso desde la primera década del siglo pasado. Se eliminaron las fronteras entre poesía y prosa, y la tendencia fue desde entonces disolver en unidad lenguaje-objeto-actor-paisaje, como si llegásemos a una dimensión expresiva en que la reflexión sobre el arte era más importante que el arte en sí mismo. El lenguaje asumió el papel de finalidad, por encima del contenido de la comunicación. La narración se inclinó hacia la forma poética: una oscura corriente de agua marina surge para mover el destino de los personajes: caras, movimientos, voces, gestos, sombra y luz, sueño, el rumbo indirecto del oleaje marino… Nada es fijo ni permanente, como el mar de Gustavo Díaz Solís.
Nuestro narrador nació frente al mar, y el océano ha sido polo de atracción en su obra literaria de cuentos antológicos en la narrativa venezolana: Llueve sobre el mar, el niño y el mar; y aparece como elemento fundamental, casi como personaje de otros cuentos para definir el curso narrativo. Baste nombrar su primer libro: Marejada, todavía situado en el criollismo del relato venezolano.
El desarrollo de la obra de Díaz Solís adquiere pronto formas nuevas en el estilo y la técnica de narrar. Su segundo libro de cuentos: Llueve sobre el mar, es una muestra de la aparición de la poesía dentro del género narrativo en el cuento de Díaz Solís:
“Noche grande, inmensa sobre el caserío. Arriba, muy arriba, la luna amarilla, redonda, brillando. La luna pinta las cosas con extrañas tonalidades. Cae sobre el mar y el mar brilla y suena de un modo distinto. Saca filos a las hojas de los cocoteros que relucen como cuchillos. Chorrea la luz friolenta sobre los ranchos destartalados y los ranchos brillan, parecen más blancos que de día. Clara, clara se ve la calle, Larga, desde el monte hasta el mar. Las dos hileras de ranchos blanquean; refulgen en la noche como una inmensa risa de negro.”
(Llueve sobre el mar. Capítulo X)
Nos quiere decir el narrador, en forma poética, que la exacta luna no está sola en sí misma, porque se hace forma en las montañas y el mar. La luna todo lo engrandece y otorga realidad nueva a la luz que infunde al mar y la playa; no es más ella misma. Después desaparece y se pierde en la sombra.
Llueve sobre el mar, como todos los cuentos de Díaz Solís, es el planteamiento de la adversidad del hombre ante el medio que lo rodea. José Kalasán habita en un pueblo de la costa y vive disipadamente, hasta que cae en desgracia al violar a una mujer. Es acosado por el pueblo y muere. Díaz Solís describe el suceso y nos pinta el cuadro trágico del negro muerto: “Tenía la cara casi hundida en el barro. Gotas de agua enlunada que se enredaban en la greña lanosa comunicaban a la cabeza un raro brillo». El negro sacrificado es también el paisaje, y su presencia resulta necesaria para mostrarnos la lucha del personaje, del hombre de un pueblo sin esperanza. La adversidad que nace de la ignorancia y la pobreza es tema de nuestra literatura hasta hoy, sea en la narrativa de la tierra o en la urbana.
Hay en todo cuento un propósito poético. Así como la poesía es un desbordamiento espontáneo en torno a una situación única que cierra su ciclo dentro del texto, así también en el cuento prevalece la situación única subyacente. Es decir: el personaje y su acción confieren importancia a la situación única narrada, que prevalece sobre el carácter de los personajes.
Los temas de la creación literaria son los del hombre como universo: la muerte, el amor, la pasión de vivir desplegada en líneas geométricas que se cruzan y dirigen hacia el infinito. Si el cuento perdurable quiere ser expresión redonda de un momento de quien narra, ha de dejar que fluya desde la profundidad del pozo la luz que dará sentido al texto. Sin decirlo todo, ha de ser amplio para que todo pueda estar contenido en sus límites.
La tensión interior que descubrimos en un cuento no expresa en un sentido único las pasiones o emociones unidas por lazos invisibles en el ámbito espiritual del autor: “El hombre interior es uno” (Coleridge). Es entonces un decir infuso dentro de un espacio preciso, la sugerencia de la intención que la palabra quiere delimitar pero que hasta al autor escapa. Lo narrado en el cuento remite siempre a referencias que están fuera del texto, a lo inexpresable que también dice el poema. Por el contrario, en la novela todo suceso o peripecia – exterior o no a la conciencia de los personajes – quedan siempre dentro de su ámbito. Al igual que en la poesía, en el cuento el autor ha querido decir algo más que tal vez ignora porque está en sus profundidades y nace de motivaciones oscuras. El hecho literario es la actitud consciente y las consecuencias que resultan de la intencionada utilización estética del lenguaje. La poesía y el cuento no tienen intencionalidad y parece que nacieran de un estado “otro”, más allá de la voluntad deliberada de hacer estética del lenguaje: están emparentados con la fantasía y el inconsciente. El cuento así concebido permanece en los márgenes de lo puramente literario, porque nace del deseo y el impulso desconocido de la conciencia, casi como el sueño. Es la exploración de lo que no es consciencia del narrador, la búsqueda del impulso alienante con el uso del lenguaje analógico.
Uno de los cuentos más notables de Díaz Solís es “El Niño y el Mar”, de 1968. Con una gran economía de recursos, nos narra una historia sencilla, natural, pero con un significado apenas insinuado en la literalidad de la narración. El niño solitario llega a la orilla del mar con simples utensilios de pesca: una lata alargada con un asa de alambre, desprevenido en su inocencia. Sin darse cuenta, lo va envolviendo la pleamar mientras está atento a su acción de pescar algo que no sabe qué es. En esa pequeña lucha con el animal que no ha visto lo acecha la muerte de la alta marea, y cuando ve el cangrejo, “enorme, rojizo con sombras azules, sintió el miedo y el impulso de salir del mar:
“Entonces advirtió que estaba pisando en agua, que el mar asaltaba el terraplén de las algas y avanzaba espumoso y vivo por todos lados, recobrando piedras y rocas y plantas marinas que vivían de nuevo en el ritmo del agua. El niño vio lejos la playa y la duna y el cielo detrás de la duna. Envuelto en el ruido del repunte corrió hacia la playa saltando y chapoteando en el agua tibia y clara del mar…”

Una oscura corriente de agua marina surge para mover el destino de los personajes, pero ha sido el ánimo del protagonista el que ha dirigido la acción que lo ha impulsado a escapar fuera del mar. Se conjuga en el episodio la presencia amenazadora del mar, que el niño no ha advertido, con el mecanismo interno de su pensamiento e instinto.
El desenlace nos descubre que fue el cangrejo alzado en sus patas espinosas el que atemorizó al niño y lo salvó de morir ahogado por la pleamar. El tema de este cuento puede decirse con la forma externa de un poema, pero, aun sin eso, su contenido está difuminado poéticamente en los trazos con los que se insinúa la acción del relato.
El narrador utiliza el lenguaje común: la palabra de la tribu, pero desplaza ese lenguaje hacia significados análogos y distintos que sugieren vivencias que no están en el texto del cuento. Sin embargo, no es necesario que se utilice la dicción poética para que se produzca el efecto de poesía en el cuento, y la palabra de la tribu sirve en el propósito. Las catedrales están hechas con las mismas piedras que pisamos en el camino.
La obra literaria de Gustavo Díaz Solís no se reduce a la cuentística. Habiendo hecho estudios en los Estados Unidos de la literatura inglesa y norteamericana, adquirió dominio sobre la lengua y la literatura inglesa y de los Estados Unidos de América. Ejerció la docencia de la literatura inglesa en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde también desempeñó cargos de dirección.
La traducción al castellano de los “Cuatro Cuartetos”, de Thomas Stearns Eliot (Monte Ávila Editores. Caracas, 1991) es un logro de nuestro autor, en el estilo lírico que capta del escritor norteamericano, y por el ejercicio de un lenguaje formal sujeto a las exigencias de cada poema de Eliot.
También trasladó al castellano la poesía romántica de los poetas ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Colerigde (Monte Ávila Editores, colección MEMORABILIA. Caracas, 1987). Con el título de “Baladas líricas”, Díaz Solís nos dejó su recreación de la obra de esos poetas ingleses.
Y no debe olvidarse la versión castellana de nuestro narrador, de Seis poemas de Robert Frost”.
En una entrevista realizada a Gustavo Díaz Solís, en 1969 (citada por José Balza en la edición del libro: OPHIDIA Y OTRAS PERSONAS. Monte Ávila Editores. Caracas, 1989), el narrador expresó: “Cuando uno escribe se está expresando; y la forma de hacerlo puede ser más o menos directa. Así, en vez de interesarse uno por una forma directa se siente más atraído por la forma indirecta. Es una tendencia a la indirección. Para mí resulta difícil practicar eso que hacen algunos poetas: no buscan un correlato sino que exponen sus sentimientos de una vez”.

Caracas, octubre de 2008.

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