LA ISLA EN LA ESCRITURA DE RAFAEL CADENAS: DE UNA VISIÓN DEL CAOS A LA VERSIÓN MÍSTICA

Por Lidia Salas

La isla, ese lugar donde “…el mundo es una estación amanecida sobre corales.”  fabulada en el poemario de Rafael  Cadenas, Cuadernos del Destierro, a cuyas páginas  intentamos aproximarnos, es sin duda la misma que refulge bajo los matices surrealistas de los cantos: Old Kingdom, Bungalow y Beloved Country del poemario: Falsas Maniobras:

            «Sello, fasto, bóveda de cofres.

Nunca me has negado tu leche de virgen.

Mi reflujo, mi fuente secreta, mi anverso real.»

Y reaparece en textos de diáfana epifanía en su libro de poemas: Una Isla:

                        «Piélago como fruta que acerco a mi boca.»

Isla, mi respiración, el que desheredaste para que se sostuviera con su memoria, te invoca.

            Demostraremos en estas páginas como un mismo tema ha sido tratado en diferentes libros, desde una visión cuya característica esencial es la turbulencia e inestabilidad en todos sus elementos, de  Cuadernos del Destierro, hasta lograr mediante un ejercicio ascético de reunificación de personaje poético y naturaleza, una versión mística en donde el lenguaje está despojado de retórica, en los textos que conforman: Una Isla.  Pasando antes por la enunciación surrealista del poemario: Falsas Maniobras.

Creemos oportuno hacer alianza con quienes han estudiado la obra del poeta larense y establecer un marco de teorías como la de los arquetipos de C. G. Jung y el de los paralelismos entre la física moderna  y el misticismo oriental sustentado por  Fritjot Capra en su libro: El Tao de la Física. Creemos que ellas pueden iluminar el tránsito de la escritura del poeta, objetivo de nuestras observaciones y reflexiones  a partir de lo que  Louis Hjelmslev llama: la forma del contenido  y la forma de la expresión. Mediante esta  metodología podremos seguir las líneas diacrónicas en la obra del autor y analizar así las reelaboraciones, en la distancia del tiempo,  de  su tema original: La isla de su destierro.

El poemario Los cuadernos del destierro fue publicado en 1960.

Si analizamos el título del mismo, advertimos que proviene de la experiencia del poeta: su prisión y posterior destierro a la isla de Trinidad en el período dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Es decir, el autor en simbiosis con el personaje poético  escribe desde la memoria de la separación del terruño, de su destierro.

El hombre al sufrir el apartamiento, la separación intenta establecer su identidad a partir de la confrontación  con su pueblo, son su raza. El poeta advierte que él era de un linaje distinto a esos: “grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer amor.” Estos versos describen la cultura de los nativos. El reconoce que pertenece a los otros, a los colonizadores que llegaron después, y esta causa explica los símbolos de sus gustos a: “alcobas sombrías”, “puertas a medio cerrar”, “sótanos guarnecidos”, “cuevas fatigantes”, los cuales también expresan elementos femeninos del inconsciente.

  1. C.. Jung dice que todo hombre tiene un ánima que es femenina, no que es mujer, sino femenina esto es: intuitiva, afectiva, poderosa, transformadora y creadora, elementos estos que conforman el ser de un poeta.

Tal vez  la oposición  de Cadenas con su entorno se inicia en esta confrontación de los elementos de su personalidad  con los patriarcales  de quienes detentaban el poder y lo condenaron al ostracismo. El conflicto existencial se inicia cuando al salir del país, o quizás antes, se dio cuenta que él era diferente a los de su pueblo y a los de su linaje.

El personaje poético de Cuadernos del destierro  es un ángel caído:  “Entonces yo oculté el rostro bajo mi ala derecha como una ciudad avergonzada.”

El lenguaje en este libro es esplendente, pero lleno de alucinaciones, ambivalentes que reflejan percepciones objetivas de carácter épico, de una realidad exterior, en amalgama confusa con intuiciones líricas de la interioridad del espíritu.

Para el lector de esa época, quien había perdido la capacidad para tener y aceptar revelaciones, enfrentarse a las imágenes deslumbrantes de Cadenas, le exigía releer varias veces el texto para entender las polisemias fascinantes de su lenguaje.

El yo habla desde la vacilación y la fragmentación:

“Sobrevivo en la indecisión.”

“Mi rostro dónde estaba? Debí admitir tras dolorosa evidencia que lo había perdido.”

“Mis restos se apilaban como los colores en una isla inerme.”

“…cruzado a lo largo por miedos irrescatables.”

Las citas anteriores evidencian la pérdida de rumbo, de valores que sustenten una seguridad que se ha hecho añicos. La conciencia de unidad no existe y el miedo conforma su clima espiritual.

La búsqueda de la identidad debe pasar por  las circunstancias que rodean su existencia, la movilidad, el tránsito: “…relataré no sin fabulaciones mi transcurso por tierra de ignominias y dulzuras, rupturas y reuniones, esplendores y derrumbes.”  Entonces unifica esos pedazos en la isla que es tiempo y espacio: “temporada magnífica” /”parajes poblados por oscuros  habitadores.”

Con este poemario comienza el tratamiento de lo que sería uno de los  temas esenciales en la poesía de Cadenas: la isla. La voz que emplea en este primer libro, no es iluminada ni inspirada por Dios, sino la carcajada llena de parodias, historias y experiencias personales de un ángel caído en la confusión de su propia soledad. Por lo tanto, se permitirá reunir realidades etéreas con sensuales descripciones terrenas, símbolos de la fe ortodoxa con enajenantes referencias a creencias oscuras, pinceladas diáfanas y sudores seminales, lo sagrado y lo maléfico, lo nativo y  lo exótico, la claridad del alba y las nieblas del anochecer, veleros transparentes y ritos densos de materia, la escasez y el hartazgo, el amor y el odio, la vida y las  ruinas, el placer y el  tormento, el ayuntamiento y la soledad, la epifanía y el dolor.

Todos los elementos de este universo giran en desorden carnavalesco, por lo tanto la descripción de la isla está dada desde la visión del caos, en ella giran poeta y personaje remendados por los hilos secretos de la separación, del destierro los cuales han producido una atmósfera de neurosis y alucinaciones profundas. Las citas siguientes refuerzan las ideas aquí expuestas:

“Luz blanda…”                                /”sofocos de bailarinas”

“…en las profecías”                       /”Los brujos habían partido”

“…naranja resplandeciente”     /…”baba ebria de sexo negro”

“diosas de la espuma”                  /”alambradas”

“monumentos de sal”                   /”brujos solemnes”

“silencio de oro”                            /”…parloteo de loros”

“las auroras débiles”                     /”los dados de la noche”

“Los veleros tocan las puertas  /El rito de Changó…”

del aire…”

“El amor me conducía”                /”el odio me fortalecía”

“Vírgenes desnudas”                  /”el légamo de los navíos”

“…presa de tenaces anillos”    /”frotando mi cuerpo gozosamente…”

“Me sentía solo.”                       /”…el beso, el ayuntamiento”

“…raíces inefables”                    /…”cabellera cobriza”

“Isla deleitable antífona”       /…” piélago muerto”

El lenguaje en estos versos deja de ser lineal para retorcerse en espirales herméticas que dan origen a nuevos torbellinos, los cuales recuerdan  los esquemas de Edward Lorenz, el físico que descubrió el efecto de la mariposa o deterioro de las predicciones meteorológicas    a causa de partículas insignificantes,  cuya presencia produce turbulencias del tamaño de un continente, o la posibilidad del caos, en las descripciones exactas de la física.

En la multiplicidad de significaciones y referencias, la isla brilla con aires de paraíso: “flora fabulosa”, “manantiales”, “praderas”, “bordes demasiado verdes, demasiado húmedos”, “el mundo en su primera estación.” Pero su tránsito por  “ciudades como sirenas de cemento que despiden sus víctimas con máscaras…” ha diligenciado su segregación y lo arrastrarían a la turbulencia de las páginas finales donde la voz del personaje poético pierde el hilo de la comunicación con los oyentes.  Queda solo el ritmo mágico de la lengua para recordarnos que el canto de la poesía puede ser extravío y estremecimiento, angustia y desafío, memoria de amor desde el olvido. Abandono del yo que lo convierte en náufrago anónimo sin deudos, en playas que pueden convertirse también en camino.

Sustentamos nuestra propuesta, de la visión del caos sobre todo  en la escritura de estas hojas finales, donde aparecen retales de  alucinaciones que producen  oscuridad y confusión.

Varias reiteraciones hablan sobre significaciones especiales: “reino de aguas”, “aguas de la memoria”, “aguas lustrales”, “aguas delirantes” hacen referencia, según C. G. Jung al inconsciente. La casa otro símbolo repetido en los cantos: “casa meridional”, “mi casa de madera”, “mi casa se asienta, “abriré mi casa” sería la expresión de su propia unidad. Por lo cual podemos concluir con Gertrudis Gaviria en su ensayo: Lectura Intertextual de Los Cuadernos del Destierro, publicado en la revista Actual Nª 30: “El espacio geográfico de la isla en el Caribe, se transforma en la interioridad del poeta, en el espacio fascinante de lo sagrado. Núcleo de irradiación en torno al cual se unifica su personalidad.”

Al analizar la forma de la expresión en Los Cuadernos del Destierro, se aprecia que una de sus características es la sonoridad del fraseo el cual impacta por el ritmo y la calidad de imágenes que se inscriben en los cánones vanguardistas y herméticos. Se observa la tendencia a explicar estados de conciencia tales como el miedo, la angustia y la frustración  a partir de las descripciones de la naturaleza.

Las sinestesias  dan vida al universo Caribe en el desorden de la flora de colores y aromas desafiantes, de su fauna vocinglera, la intensidad de la luz, el destello de matices, la textura de los materiales que lo conforman. Se puede apreciar en los versos siguientes:

“La rosa al rojo vivo…”

            “Huerto de las especias clamorosa…”

“Aquel alocado parloteo de loros… “

“Claridades ansiosas…”

“Anaranjados esténtores del sol…”

“…flor de blando terciopelo…”

Memorable la audacia de las comparaciones y antítesis y la tendencia de usar el sustantivo como modificador:

“Sierpes de ventura”

“Reino de raíces.”

El ritmo es otro elemento en la forma de estos poemas, como consecuencia de la combinación de los acentos, del uso de conjunciones, y de la forma cómo se imbrica el discurso: en ocasiones pausado y lento, en otras frenético y atormentado.

En  Falsas maniobras  el lenguaje aparece sin la reiteración abrumadora de Cuadernos del destierro.   Los símbolos se aprecian con significaciones más definidas en el poema: Old Kingdom:

“…vuelo de aves playeras.”                     “Reino de  pantanos…

“Casa de madera…”

Persiste la oposición entre lo de abajo expresado por la idea de pantanos y lo superior que es el deseo de libertad simbolizado por el vuelo de aves. En el medio la idea de la casa  para significar la posibilidad de unidad.

En el poema Bungalow, el discurso expresa un antes cuando existía encuentro y reunión y el ahora conformado por las circunstancias de la huída. Beloved Country es una declaración de amor desde el título mismo, La tierra a donde regresa cuando se siente disminuido y en carencia. Otro apelativo para la isla que es su propio símbolo. En ellos se aprecia el poder de síntesis y el lenguaje está despojado del ornato del adjetivo y se centra en la significación primaria del sustantivo. En estos versos hay una atmósfera de comunión, de paz y casi de alegría.

Las imágenes se representan como un collage, como las memorias de un sueño. Existe una emoción secreta que los acerca a la corriente surrealista.

La transformación del lenguaje abigarrado de Los Cuadernos del Destierro a la voz diáfana del poemario Una Isla presupone un cambio en la interioridad del poeta, confirmado por José Balza en su libro: Lectura Transitoria sobre la poesía de Rafael Cadenas , en el cual sostiene:

Su prolongada meditación por el camino zen, el encuentro

con Krisnamurti, la asidua maceración del más antiguo pensamiento (poesía-mito) han exaltado su condición íntima para una apertura del ser: esa energía profunda que intenta cubrir el presente, la concreción de lo real, el inagotable suceder. Cadenas parece haber dejado atrás toda prisión, toda forma condicionada del sufrimiento, es decir las debilidades fundidas en el yo. El mismo poeta asevera en reportaje a El Nacional: “Tampoco basta crear las condiciones para la libertad, si se olvida que hay que iniciar liberándose uno mismo.”

  1. G. Jung en su libro: Recuerdos Sueños y Pensamientos dice que  “El verdadero conocimiento consiste en un instinto, en una participación mística con los demás, se puede decir, que son ojos de segundo término que ven en un acto impersonal de intuición.”

En los poemas de Una Isla,  observamos como la visión del paisaje se enuncia desde los elementos esenciales y en un tono de gozo reverencial:

Muelle de enormes llamas.

Navíos que viajan al sol.

música de tambores,

sales desencajadas,

niños desnudos,

marineros que descargan plátanos.

Ciudad de corazón de árbol, humedades

temblorosas, juncos que danzan.

La luz golpea mendigos,

divide el mundo en dos memorias…

          Soy latido, sonrisa, adoración.

El poeta mediante un ejercicio ascético se ha despojado de todo verso superfluo, habla casi desde el silencio. Él se hace parte de la síntesis elaborada para significar la isla en su dimensión de quietud, por lo tanto su escritura expresa los síntomas del nuevo clima espiritual, de quien ha alcanzado el último escalón del  proceso místico, según el principio del Tao: volver a la raíz para instalarse en la serenidad y reencontrar el orden.

Resumimos ese nuevo orden observando los elementos del poema:

Lo que lo sostiene:                         “Navíos que viajan al sol.”

Los habitantes:                                           “niños desnudos…”

“marineros que cargan…”

Lo interior:                                                  “Ciudad de corazón de árbol”

Lo de arriba:                                                “La luz golpea mendigos”

Su experiencia:                                           “Mi frente se hunde en la

cesta del medio día”

Su deseo convertido en realidad:       “Soy latido, sonrisa, adoración”    El poeta ha seguido las enseñanzas del Tao, observar y abandonarse en la naturaleza en una forma espontánea e  intuitiva, como una parte más del universo. La naturaleza es el camino gozoso para encontrar el Tao, la felicidad.

En otro poema Cadenas  describe su viaje a San Fernando, una de las poblaciones de la isla, pero se expresa no desde la línea del camino, sino desde el esplendor.

«Luminosas bienvenidas de la tierra.

Cielo plateado, subyugadas colinas, plantaciones de coco,

tren de nubes, olor de viandas…

Tú y yo solos e inmensos levantaremos nuestra rosa a las

tinieblas

arqueadas sobre un cigarrillo.

Las tinieblas dulces.»

Observamos la unificación del poeta, la amada y la tierra que se abre a recibirlos. No existe conflicto ni dolor. Atrás han quedado los códigos herméticos y la fragmentación. El poema se constituye como una unidad de elemental belleza; palpita en cada palabra, participa su luz y su fulgor.

Leamos los siguientes versos:

«Vengo de un reino extraño,

vengo de una isla iluminada,

vengo de los ojos de una mujer.

Desciendo por el día pesadamente.

Música perdida me acompaña.»

El lenguaje en los poemas de: Una Isla se caracteriza por la ausencia de figuras retóricas, se expresa despojado de ornato, en su esencia. Las pocas comparaciones y metáforas usan palabras elementales de uso común.

“Piélago como fruta que acerco a mi boca.”

“En ti vivió, creció como un beso.”   

“La cesta del medio día”

Los sonidos de las palabras son tenues, este se adelgaza, refulge y pareciera flotar. La levedad del lenguaje es uno de los mayores logros de esta escritura.

Detengámonos en las emociones que palpitan en el poema siguiente:

«Hoy hago memoria de tu reino.

Voy contigo al mercado donde mujeres de piel

cobriza venden hojas, a los muelles atestados

de frutas, a la Savannah donde los amantes

encuentran la oscuridad para verse…

estamos otra vez alegres.»

La voz que enuncia lo hace desde la reverencia, describe los lugares con sencillez, transfiriendo la belleza. Al final expresa la alegría compartida.  Los personajes son parte de la memoria y los elementos conforman una plácida unidad de significado.

La esencia del misticismo como lo enseñan el taoísmo y el budismo, no es una doctrina metafísica, sino una psicoterapia que muestra el origen de las neurosis  y la manera cómo vencerlas. El derrotero de la escritura del tema de la isla, en la poética de Rafael Cadenas, nos señala la versión mística de la participación y ayuntamiento  del poeta con el universo, la óptica intuitiva y sensorial de la realidad, no la falsa esquematización intelectual de la mente.

Fritjof Capraen su libro: El Tao de la Física dice que “la teoría quántica nos fuerza a ver el universo no como una colección de objetos físicos sino como una complicada telaraña de relaciones entre las diversas partes de un todo unificado.”

Cuando leemos la siguiente estrofa nos estremecen las relaciones que intuimos en la unidad de la estrofa y se comprende lo que sostiene Capra:

«Nos miramos como quienes despiertan.

Estamos en un sitio que no sabemos   nombrar.

Nos construimos sobre lo arrasado sin comprender

este auge.

Sólo déjame contemplarte, centro caoba del temblor.»

Al concluir la lectura de estos tres poemarios de Rafael Cadenas, nos sobrepasa la experiencia del encuentro con la poesía. Persiste el resplandor de ese universo único, de un edén, que solo la pluma inspirada de un poeta místico puede traducir en palabras y silencios.

Es el mismo autor de Los Cuadernos del Destierro, pero el espíritu que lo escribió no pertenece al joven desterrado, perseguido, de la década de los 50s. Es un ser que ha encontrado sosiego,   quien mira  el paisaje con ojos de amor y unido al universo que traduce en versos.  Los lectores de este último poemario, tendrán la experiencia única de participar de descripciones, emociones y sentimientos de memorias llenas de esplendor.    Definitivamente Rafael Cadenas, nuestro poeta mayor, ejerce en la escritura, lo que él propone en una de sus estrofas.  Enseñanza que serviría como lema, a todos aquellos que aman la palabra poética. Dice así:

“Que cada palabra lleve lo que dice.

Que sea como el temblor que la sostiene.

Que se mantenga como un latido.”

 

Lidia Salas.

Poeta/ Crítico / Profesora de Idiomas.

Caracas, Abril del 2022.

#RafaelCadenas

#Circuloescritoresvenezuela

 

 

 

 

 

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Arturo Michelena

Heberto Gamero

Arturo Michelena

Del libro: Minibiografías ilegales. Pintores

Por Heberto Gamero Contín

—¿Quién lo encontró?  —preguntaría el coleccionista.

—Un tal Stein —le respondería el vendedor de arte.

—¿El de la casa de subastas?

—Sí, el director de Sotheby`s Miami.

—¿Cómo lo hizo?

—Ya sabes. Es un viejo zorro. Olfatea los cuadros hasta que da con ellos. También es venezolano, como el pintor, y tal vez eso lo motivó a hacer lo imposible por encontrarlo. Al tener acceso a los archivos de Sotheby`s descubrió que en 1926 esta casa lo había vendido a Owens Burn, un próspero ingeniero que según se sabe fue cofundador de Sarasota en Florida. Una cosa llevó a la otra, imagino, y finalmente lo ubicó en los depósitos de John & Mable Ringling Museum. ¡Qué sorpresa se llevaría!

El niño enfermo —murmuraría el coleccionista—, tantos años perdido.

—Casi setenta —le informaría el vendedor de arte.

—Setenta años… Creí que me iba a morir sin la posibilidad de verlo algún día, de tenerlo entre mis manos.

—No será fácil.

—Quiero que asistas a esa subasta y lo compres… ¡Quiero esa pintura!

—Muchos la quieren. El precio será alto. Recuerda, es la obra maestra perdida de Michelena, medalla de oro en el Salón de París en 1889, uno de los primeros artistas en alcanzar renombre en Europa, el pintor venezolano más aclamado del siglo XIX, el que sacó a Venezuela del anonimato.

—Ya, ya…, ¿crees que no lo sé?

El coleccionista callaría por unos segundos, encendería un cigarro y mientras el humo le fantasmeaba el rostro le diría a su amigo:

—¿Cuál será el precio del martillo?

—Según los expertos de Sotheby`s estará alrededor de los doscientos mil.

—Doscientos mil.

—Así es, doscientos mil dólares.

El coleccionista entonces estiraría los brazos, los  dedos entrelazados frente a su cara y meditaría por un par de segundos. No imagino su físico ni su posición social, pero podríamos suponer que es un hombre ya con cierta edad, tal vez de sesenta; ricachón, claro, y que juega golf en su oficina mientras los vendedores de arte lo asedian con ofertas de tal o cual pintor.

—Es mucho dinero —diría al cabo—. ¡Pero lo quiero para mí!

—Sí, es mucho dinero. Y doscientos solo será el valor de apertura… El cuadro, por supuesto, al final de la subasta valdrá mucho más.

—Claro, ¿qué tanto más?

—No sé…, es difícil calcularlo… Tal vez cuatrocientos o quinientos mil dólares.

—Aun así lo quiero.

El vendedor de arte le daría una larga calada a su cigarro. Su mirada sería entonces la de una máquina registradora que suma, multiplica, saca porcentajes y arroja resultados.

—Bien —diría con entusiasmo—, haré los preparativos.

Corría el mes de noviembre de 2004 en Nueva York y ya el frío anunciaba un invierno intenso en esa ciudad. El vendedor de arte (ahora en el rol de comprador), ya registrado, asistiría a la cita de forma puntual. Iría vestido con elegancia, corbata celeste, y tal vez un poco nervioso se sentaría en un lugar donde su paleta de puja se viera con claridad. Con la maestría de las obras que se subastaban no tengo dudas de que la sala de remates estaría a reventar. Los críticos de arte, con ese aire de eruditos que les caracteriza, formarían pequeños grupos cerca del escenario mientras que compradores, coleccionistas, gente de la prensa y curiosos esperarían al anunciador para que, con el martillazo de rigor, diera inicio a la subasta. Todos hablarían de El niño enfermo, el cuadro perdido del genio venezolano, pintado cuando tenía veintitrés años, escogido entre más de tres mil obras que se presentaron en aquel famoso salón de 1887. Y él, nacido en una pequeña ciudad del centro de Venezuela, un país del que prácticamente no se tenía referencia pictórica, muerto tan joven, ¿cuántas obras dejó de pintar, cuántas?

No sé cómo reaccionó aquel vendedor de arte cuando el subastador anunció el cuadro de Michelena y dos empleados bien trajeados lo colocaron en el escenario y uno de ellos le quitó la tela que lo cubría. Un largo ¡Oh! se escucharía en toda la sala. Los eruditos comenzarían a murmurar. Si yo hubiera estado ahí me habrían sudado las manos y hubiese tenido que desabotonar el cuello de mi camisa para poder respirar. Pero nuestro vendedor de arte, quizás ya acostumbrado a estos eventos, se deleitó unos segundos observando la obra, tal vez un par de fuertes repiques en su corazón, nada de importancia, y teléfono en mano prepararía su paleta para ganar la puja, complacer a su cliente y llenar sus bolsillos.

Pero las reacciones cambian ante lo inesperado. Nuestro vendedor de arte debió de tragar grueso cuando el precio de apertura sobrepasó el medio millón de dólares, más del doble de lo que los expertos de la misma casa habían estimado. El coleccionista, quien lo más probable era que estuviese escuchando al otro lado de la línea, le diría: “Puja, Peter, sin miedo”. ¿Qué razones tendría para estar tan interesado en ese cuadro?, tampoco lo sabemos, pero podemos presumir que es un verdadero coleccionista y desea, como yo, exhibirlo en una de las paredes de su casa y sentarse frente a él durante horas, sufrir con esa madre, compadecerse de ese pequeño enfermo, perderse en los claroscuros de la pintura —cómo los hizo, me pregunto ahora— o sencillamente piensa que dentro de poco valdrá mucho más y podrá sacar una buena ganancia por su venta, quién sabe. Tal vez le recuerde a un hijo fallecido o a él mismo si alguna vez, cuando niño, sufrió de alguna severa enfermedad. En fin, tantas cosas.

—Seiscientos ofrece el señor de la corbata celeste —dijo el subastador con voz fuerte y hechizado por el martillo que manejaba con gran destreza.

Y se abrió una guerra de pujas por el cuadro de Michelena. Una mujer de rojo subió a seiscientos veinte,  luego un hombre de bigotes a seiscientos cincuenta, más allá otro a seiscientos setenta, otro al final del salón levantó la paleta ofreciendo seiscientos noventa. Aquello era un torbellino de dólares que inundaba la sala hasta el techo. Las expresiones del público servirían para pintar un millón de rostros.

—Sube, Peter, sube —le dijo el coleccionista al vendedor de arte que por un momento no supo qué hacer.

Debía hacer una oferta contundente, pensó, que dejara sin aliento a sus adversarios.

—Novecientos mil dólares ofrece el señor de la corbata celeste —gritó el subastador—. ¿Quién da más? —gritó aún más fuerte, el martillo como loco, los ojos fijos. Miró a los caballeros que habían participado en la puja y no encontró respuesta, salvo de la dama de rojo quien se acomodó en su silla, se echó un par de abanicadas y, decidida, levantó su paleta.

—Novecientos veinte mil ofrece la dama de rojo.

Peter no lo podía creer.

—Un millón —dijo, fuerte, como si trataran de arrebatarle algo que ya le pertenecía.

—Un millón —repitió el subastador.

—Un millón cien —contraatacó la mujer de rojo.

El público veía a cada lado como si presenciaran la final de un partido de tenis. Peter comenzó a sudar. Tras la línea escuchaba: “puja, Peter, puja”.

—¡Un millón trescientos cincuenta mil! —dijo Peter finalmente.

Hubo un silencio expectante. Todos miraron a la dama de rojo que cerró su abanico, el ceño fruncido, y en un rápido giro de cabeza miró a otro lado.

—Un millón trescientos cincuenta mil dólares, señores —gritó el subastador—. Quién da más, quien da más —insistía sin cesar, pero en la sala solo se escuchaba el monótono sonido de la calefacción—. Un millón trescientos cincuenta mil dólares a la una —anunció ya con el rigor de cierre —un millón trescientos cincuenta mil dólares a las dos, un millón trescientos cincuenta mil dólares a las tres. Vendido al caballero de la corbata celeste. Y dio un martillazo tan fuerte que sobresaltó a los que estaban en primera fila.

 

Así, hijo mío, palabras más palabras menos, debe de haber sucedido todo. Ahora anda, ve a la librería y compra esa copia de El niño enfermo. Asegúrate de que mida 80,4 x 85 cm. Es lo más cerca que podremos estar del original.

#hebertogamero

@hebertogamero

Heberto Gamero es cuentista, novelista, cronista. Presidente de la  Fundación Aprende a escribir un Cuento. Es ganador del Concurso de cuentos El Nacional (2008) con Los zapatos de mi hermano. Desde 2009, la Fundación Aprende a Escribir un Cuento se dedica a dictar talleres en los que se ofrecen técnicas narrativas a jóvenes con inquietudes literarias. Ha recibido numerosos reconocimientos por su extensa obra literaria.

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¿Cómo me estoy parando ante la vida?

Por Farah Cisneros

“Aprender a vivir con incertidumbre, deshace los nudos de nuestra inteligencia creativa para fluir en la libertad de poder darle sentido al ser, sentir y hacer, de estar presente”

 Puede que sea suficiente un único instante para que la chispa divina haga presencia en el maravilloso despertar de una mente inquieta y ávida en la búsqueda de respuestas a las interrogantes que cada cierto tiempo se activan por algunos  acontecimientos que al gravitarnos son capaces de poner en tela de juicio  todo lo aprendido y que conforma el pasaporte de nuestra existencia.  En un mundo preñado de tantos paradigmas donde el tizne por lo subjetivo y el placebo momentáneo invaden el razonamiento, cobra fuerza la inminente importancia que reviste iniciar un nuevo camino de aprendizajes donde resetearnos para desaprender una conducta condicionada y aventurarnos en la exploración de campos donde la energía del ser pueda fluir en la plenitud de una consciencia naturalmente sana y dispuesta para el servicio de la vida en equilibrio y plenitud. El amor y la gratitud nos permite saber que  estar vivo ya es un milagro obra de la alquimia del presente.  ¡Carpe Diem!

El verdadero crecimiento y desarrollo integral que podemos lograr es el resultado de ocuparnos en facilitarnos un buen desempeño en aquellos roles o áreas de nuestro diario vivir.  Nos compete en la individualidad que nos habita establecer prioridades en la atención y resolución de las metas.  Estas son el marco referencial desde donde nos estaremos inspirando para prepararnos y accionarnos.

 

En un tema de organizar metas y prioridades conviene sincerar cuáles son los recursos o competencias con las que contamos y así paulatinamente desarrollar un plan de objetivos.  Hoy por hoy estamos más conscientes que nunca antes de la importancia que reviste contar con buena salud física y mental por lo que alimentarnos adecuadamente bajando el consumo de los azúcares, grasas y carbohidratos de alto índice glicémico, disponer de disciplina para organizar y respetar los horarios de nuestras comidas, realizar alguna actividad física que estimule y ejercite nuestro cuerpo incluyendo el caminar, bailar, reír y regalarnos con mayor frecuencia esos mágicos momentos de recreo para compartir en familia, con amigos, sentarnos a no hacer nada o simplemente respirar con los ojos cerrados para visualizar y pensar en cosas y situaciones gratas, incluir en la Agenda con cierta frecuencia la disposición para realizar algún tipo de servicio social.   Estaremos haciendo una magnífica inversión de calidad en amor para nosotros y el entorno que habitamos con la inmediata retribución de la prosperidad que aporta vibrar en la coherencia con el sistema del planeta.

 

“No tengas miedo de iniciar todo de nuevo, tu nueva historia podría gustarte más” 

(El Principito)

Son nuevos tiempos en una nueva tierra que se inventa y reinventa en cambios y movimiento de eje.  Todo es transformado en la permanencia del infinito, por ello es una consecuencia natural de romper los nudos hechos para fluir en la cadencia del ahora que aparece en cada instante… en cada respiración consciente e inconsciente.

#farahcisneros

#Escueladegerenciaypensadores

 

 

 

 

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Los cien años de luz y poesía de Luis Beltrán Mago

Por Horacio Biord Castillo:
Los años se van contando como se cuentan las sílabas, los versos y las estrofas. Se suman uno a uno, no sin un ligero sobresalto, a veces con un ligero temblor, con una contrastante, paradójica y ambigua sensación de fugacidad y permanencia. Al principio contamos los años sin prisa. Luego lo hacemos de otra forma, con más parsimonia que apuro; pero el tiempo no nos espera. Va fraguando nuestros contornos, nos hace y deshace siempre de manera continua y paralela.
Como si fuera un deber escolar, sumamos los años con un ábaco de emociones. Hoy contamos diez veces, con los diez dedos de las manos extendidas, los años de vida y creación de Luis Beltrán Mago Gómez. Son cien años que se dicen como quien mira estrellas en la quieta piel del río vestido con su traje de noche, como quien va de a poquito y de pronto se percata de que ha seguido de largo con la cuenta y ha sumado mucho, pero no demasiado.
Muchos, en verdad, pero no excesivos, son los años de Luis Beltrán Mago. Contamos cien, como versos de estrofas que se alargan en un poema que es su vida misma. Cien años, un siglo entero, ¡oh Señor del tiempo y todos los hombres! Es un siglo, sí; un siglo que guarda la historia y la escritura de Venezuela y el mundo.
Cuando Luis Beltrán Mago nació aún vivía José Antonio Ramos Sucre y Andrés Eloy Blanco, pariente de Mago, ya había empezado a cosechar laureles. Rómulo Gallegos aún no había escrito La Trepadora ni Doña Bárbara y Arturo Uslar Pietri tampoco había compuesto Las lanzas coloradas ni Enrique Bernardo Núñez Cubagua, la historia ficcional de una isla alucinante, llena de bellezas e historia, muy cerca del lar nativo del hoy centenario Luis Beltrán Mago. El general Gómez miraba impertérrito las montañas y los valles del norte aragüeño. En la mayor parte del territorio de Venezuela no había luz ni carreteras, tampoco muchos automóviles y el petróleo era aún algo mágico que demiurgos de entreguerras manipulaban para moldear un nuevo tiempo. Los estudiantes de la generación de 1928, que tanto habrían de influir luego en la historia política venezolana, apenas entraban en la adolescencia y jugaban aún con hermanos, primos y vecinos porque Venezuela era todavía un país rural de amigos, compadres y parientes.
Poeta en una familia de poetas y escritor en un país que precisa ser escrito y fabulado para que pueda comprenderse, abogado y hombre de bien, intelectual y amigo, Luis Beltrán Mago ha tenido la bendición del Cielo de llegar a los 100 años. Parece mucho, o bastante al menos, para vivir y soñar, pero poco para querer y ser querido. Si algo caracteriza a Luis Beltrán es, precisamente, ese don de la bonhomía y la amistad, en especial si consideramos que ser “buena gente” es uno de los mandatos más sagrados y de las necesidades más urgentes e ineludibles de los seres humanos.
Cien años atrás, el 15 de enero de 1922, hace de hecho miles de lunas y puestas de sol, bajo miríadas de estrellas, en Cumaná, la ciudad primogénita y mariscala, como se deleitaba en referirla su apasionado cronista don Alberto Sanabria, nació Luis Beltrán Mago. Hizo allí sus estudios de primaria en la Escuela Simón Bolívar y de secundaria en el Liceo Gran Mariscal de Ayacucho. Llegó muy joven a Caracas, a estudiar Derecho en la Universidad Central de Venezuela, que aún funcionaba en la antigua sede del convento franciscano donde hoy está el Palacio de las Academias. En 1951 Luis Beltrán Mago se graduó de abogado y doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Luego hizo su carrera en la Fiscalía General de la República, organismo del que se jubilaría cumplidos los extremos legales para ello, y simultáneamente también ejerció la docencia en La Escuela de la Policía Técnica Judicial, entre 1984 y 1991.
Pero la gran vocación de Luis Beltrán Mago ha sido la poesía y la escritura, porque además de poeta ha sido ensayista y articulista. Escribe a diario y cualquier acontecimiento o vivencia le proporciona elementos para una recreación poética de la realidad y los sentimientos. En los últimos años, con el impulso de las circunstancias del país, su poesía también ha transitado los fueros de la denuncia y el compromiso con los valores civilistas y patrióticos.
Habla con frecuencia de los nuevos libros que ha de escribir, de las compilaciones que está realizando y de un misterioso personaje femenino. Se llama Gabriela, la grácil mujer que ha creado en su poesía, de su propia esencia o costilla poética, a partir de la idealización, síntesis y abstracción de muchas damas que el poeta ha frecuentado, imaginado o incluso deseado, en muchos aspectos.
Luis Beltrán Mago hace de sus versos un ejercicio vocálico de pausas y cesuras que a veces pudieran parecer arbitrarias, pero que responden a visualizaciones y percepciones de las realizaciones fonemáticas, la prosodia y la cadencia como componentes esenciales de la lengua poética. Si bien ha cultivado el verso libre, Mago ha hecho del soneto su expresión poética por antonomasia. Ama el soneto, busca el soneto, lo labra y probablemente piense y sueñe en sonetos a tal punto que acaso pudiera decirse que cumple cien años o un índice de 7,14 sonetos (100/14). Ha escrito, según su propia cuenta, más de cuatro mil sonetos, que por sí solos representan ya 56.000 versos.
La poesía de Luis Beltrán Mago se centra en el amor, el mar, las emociones, el vino, la amistad, el misterio de la vida, la literatura y la poesía misma, enhebrando esos contenidos y potenciándolos con imágenes. De esos ejes o manantiales brotan como arroyuelos innúmeros muchas corrientes temáticas que discurren reiterando el tema original o confluyendo con otros derivados de los ejes centrales de la poesía de Mago. Se trata de una continua celebración de esos temas, como debe ser la vida, expansión continua de la idea de ser en el amor, la armonía y el solaz que vienen a ser la luz vital. Por eso, en un poema titulado “la magia de la luz” (2021) el poeta Mago nos recuerda que “Lo iluminado de lo / luminoso / está en la luz que / pasa / como alumbrando / briznas”.
Luis Beltrán Mago, miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por su nativo estado Sucre, presidente fundador y miembro activo del Círculo de Escritores de Venezuela, entre otras instituciones de las que forma y ha formado parte, es sin duda uno de los poetas más activos y empecinados en el hacer escritural de Venezuela, y por supuesto uno de los más longevos que hayamos conocido.
Entre sus poemarios podemos mencionar Bajel hacia la estrella (1956); Sonetos a la isla (1956); Los pasos de la noche (1965); No es tiempo de callar (1969); Y había una muchacha (1973); Los eucaliptos miran hacia el sur (1976); Cartas intemporales (1980); Del mar donde nací (1985); Morada en el mar (1993); Presencia del aire (1994); Poemas devocionales (Catorce sonetos dedicados a Andrés Eloy Blanco) (1997); Canciones del amor y el viento (1998); Del agua y de la lluvia (1999); Poemas de enero (1999); Itinerario de la sombra (2000); El mundo de la piel (2005); Canto de amor por Cumaná (2011); El mar también lo sabe (2013) y Los ocasos de un poeta (2020). De igual manera deben citarse las plaquettes Sonetos a Caracas (1966) y 5 poemas para olvidar la tristeza (2012) así como la Antología esencial de Luis Beltrán Mago, publicada en Caracas por el Círculo de Escritores de Venezuela en 2009. Entre los ensayos destacan Biografía espiritual de Margarita (1957); Geografía emocional de Cumaná (1973); Andrés Eloy Blanco: Poeta de la pasión (1976); Antonio José de Sucre: Biografía apologética de una personalidad (1986).
En sus archivos reposan inéditos muchos poemarios y libros, en su mayoría ya concluidos, otros en proceso de elaboración, a los que dedica sus afanes cotidianos. Cuando escucho repiques jubilosos en mi teléfono, sé que es Luis Beltrán. Tras un afectuoso saludo pasa a comentarme, como a diario hace con muchos de sus amigos, que ha escrito un poema y que quiere leérmelo. Disfruto no solo la audición del poema, sino la emoción desbordante y evidente del poeta al leerlo y la alegría de saber que sigue activo, soñando, planificando, ejecutando la música de sus versos a tan venerable edad, acuciante ejemplo para continuar los laberintos de la existencia.
Que Luis Beltrán Mago siga viviendo y brillando mucho más y que su poesía nos alumbre el tiempo y los caminos, las incertidumbres y el porvenir.
Felices cien años, poeta.-
Barranquilla, 15 de enero de 2022
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua
Fuente: Reporte Católico Laico
Contacto y comentarios: hbiordrcl @ gmail.com
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LO QUE LA EDAD ME PERMITE Y CUENTA POR MÍ

 

Por  Farah Cisneros

 

 

Los Editores de esta revista, recomendamos la lectura del libro ¡Haz lo que te dé la gana! de Farah Cisneros, en su segunda edición, que estará en la Librería El Buscón y en la Librería Kalathos y en Amazon.

“Si logro ocuparme en aceptar lo que no puedo por alguna razón cambiar, perdonar lo que mi realidad pudo creer y agradecer en la pureza y humildad de mi niño interior, estoy integralmente suficiente”.

Hace unos meses celebré mis sesenta años.  La interrogante que merodeaba en los jardines aún floridos de mi mente era la pregunta:  ¿Cómo me sentía realmente?…  Con los años uno puede sentirse de mil y más maneras diferentes!  Primero porque cada cuerpo físico posee su propio ADN y después por el uso y abuso que ha tenido esa humanidad.  Luego está la mente y la espiritualidad.  Soy de las que cree que el ser humano está integrado por una trinidad perfectamente divina: cuerpo-mente-emociones (espíritu).

Encontré que eran propicios los tiempos que vivimos todos por la Pandemia-2019 que nos arrancó  de raíz  de nuestros estados ordinarios para confrontarnos a una separación de índole social y hacernos refugiar en las guaridas seguras de nosotros mismos, las que en muchos casos yacían en el abandono de sus propietarios quienes ni siquiera sabían que existían ya que no habían dispuesto tiempo para estar  con ellos mismos.  Con la celeridad de los tiempos y las imposiciones permanentemente renovadas con etiquetas de progreso, éxitos y bienestar, hubiera resultado absurdo y nada probable que el ser humano de manera voluntaria incluyera en su Agenda el “desatino” de dedicarse las atenciones de introspección en la unitaria sencillez de lo tangible.

Pues claro entonces que dejando de lado cualquier síntoma de achaque atribuible a la edad, pudiera entonces yo centrarme en el ejercicio de evaluar el agua que tenía mi vaso en lugar de fijarme en la carencia por el agua faltante.

Al emerger desde mi interior la sublime y exquisita gratitud, inicié una envidiable tendencia al disfrute por el milagro de la vida, todo ello en la más absoluta intimidad de mí ser.  Dándole rienda suelta a mi valiente niña interior, me hice la pregunta: ¿Qué puedo permitirme en este nuevo ahora?

Me embargó una gran e inesperada emoción de encuentro y libertad. He empleado parte de mi tiempo en estos últimos años investigando sobre las neurociencias y su relación con la psicología por lo que, de inmediato se sumó a mi estado emocional una emergente curiosidad.

Cualquier edad o etapa de la vida puede ser lo suficientemente buena según la actitud que tengamos.  Juega un importante papel la disposición que generemos para relacionarnos con el amor, la gratitud y el respeto.  A veces pienso y me recreo en la premisa de que nuestro mundo podría ser más seguro y equitativo si, unificáramos la cultura genuina del bien común.  ¿Será esto posible?

Con los nuevos tiempos han surgido también los cambios de paradigmas.  Es así cómo llegar a esta edad puede ofrecer  una serie de plus con aportes de valiosos conocimientos y experiencias con increíbles toques de sabiduría al colectivo.  Si se entiende así esto, se extiende el tiempo útil en rendimiento y efectividad de quien así lo asume y amplía las colaboraciones de crecimiento y evolución a la humanidad.

En mi caso me doy cuenta que hoy puedo permitirme una enorme lista de cosas que antes no hubiera podido, no se me ocurrían o no eran de mí interés.  Añadido está que con el entrenamiento integral de consciencia activa que ahora deseo mantener en práctica, puedo desde la alquimia del interés del amor, apoyar y acompañar a otros en sus procesos.  Incluso y esto es realmente importante, observar mantenernos en autosuficiencia e interdependencia.

“Los tesoros más preciados son custodiados por el dragón más terrible.  Para alcanzar los tesoros, hay que ir al dragón… y besarlo”.  BertHellinger

Flexibilizarnos para abrirnos a las posibilidades que latentes aguardan por nosotros, me emociona ya que podemos mantener la inquietud, que nace en la inspiración que hagamos para ejercer otros roles, obtener otras vivencias y por encima de todo…

¡Regocijarnos en cada uno de los ciclos de permanencia temporal de nuestra vida corporal!

Los abrazo siempre;

FARAH CISNEROS

2022

Puede adquirir el libro a través de 0424 1556770

@FARAHCISNEROS  en Instagram 

@circuloescritoresvenezuela

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2022, tiempo de esperanza

Los integrantes de la junta directiva del Círculo de Escritores de Venezuela  les deseamos se cumplan sus mejores propósitos en 2022, que este año les señale caminos de creatividad, paz, bienestar y unión.

Edgar Vidaurre, Magaly Salazar Sanabria, Luis Beltrán Mago, Carmen Cristina Wolf, Yoyiana Ahumada, Ildemaro Torres, Farah Cisneros, Yoyiana Ahumada, María Isabel Novillo

Con gran afecto, compartimos con ustedes un texto de Carmen Cristina Wolf con el cual nos sentimos identificados, porque estamos de esperanza en un año pleno de creatividad y logros.

2022, un tiempo de esperanza

Por Carmen Cristina Wolf

Hoy 30 de diciembre, las horas pasan veloces como un avión en el cielo hacia el inicio de un año lleno de expectativas. Hemos tenido que afrontar una amenaza global que ha puesto en jaque lo más preciado que tenemos, nuestra salud, física mental y emocional. Para los que piensan que la Vida es un milagro, surgen sentimientos encontrados, mas no dejo de sentir una profunda gratitud por haber viajado en este tiempo de dificultades y retos.

Haciendo un recuento de los mapas que me han permitido sortear posibles naufragios, debo mencionar la escritura como un timón que me ha conducido a lo más profundo del ser y me ha dado a conocer aspectos de mi psiquis que estaban escondidos. También la lectura, me he solazado al releer viejos y queridos libros que han sorprendido con nuevos mensajes, enfoques, sensibilidades. Permanecer la mayor parte del tiempo en mi casa me ha ofrecido un sosiego nunca antes experimentado. Sé de otras personas que se han dedicado  a la pintura, la artesanía, manualidades, toman clases de cocina  y de idiomas desde sus hogares. Otros salen a trabajar o cumplen sus obligaciones a través del teletrabajo, con la suerte de librarse del contagio del amenazante Covid.

En ese recuento de bienes, no puedo dejar de referirme a la unión con mi familia y amigos, que paradójicamente se ha estrechado más que nunca a través de audios y video llamadas. Nunca antes me había comunicado tanto con hermanos,  primos, cuñados y amistades. El exceso de actividades, muchas de ellas innecesarias y hasta agobiantes nos alejaron de nuestros seres queridos y de nuestras amistades.

El momento es propicio para mencionar a nuestro Círculo de Escritores de Venezuela, al cual he dedicado parte de mi vida,  y recordar el libro  “El vuelo y la claridad”, antología que reunió a cincuenta escritores en el 2020, publicado en co-edición con la Editorial Diosa Blanca. Edgar Vidaurre escribe en el prólogo:

“El mundo en general, y Venezuela en particular, está sumergido de manera circunstancial en una crisis de amplio espectro que involucra lo individual y lo colectivo. Todos los paradigmas humanos y meta-humanos están en una etapa histórica de deconstrucción. Ya los viejos y cambiantes paradigmas están perdidos en esa historia y estamos presenciando el retorno a la naturaleza y a las fuerzas trascendentes de la creación. La pandemia general le ha recordado a la humanidad y al hombre que hay algo que nos trasciende y nos determina más allá de los paradigmas sociales, políticos, económicos y científicos, para devolvernos con fuerza a los paradigmas eternos de la Belleza y del asombro. Y es por ello que, justamente a nosotros, los escritores de este momento dimensional ?en espacio y tiempo? nos toca asumir la responsabilidad sagrada de seguir registrando, expresando y comunicando el despliegue existencial de la humanidad, pero sobre todo resaltar el vínculo de esa existencia con los aspectos esenciales y universales que nos unifican y nos mantienen bajo la conciencia de que somos un todo, que la humanidad es un ente trascendente a nuestras duraciones y a nuestras historias individuales.”

En noviembre de 2021 celebramos el Día del Escritor en Venezuela, como  reconocimiento al genio de Don Andrés Bello y a los escritores de todas las latitudes e idiomas. Hicimos una celebración conjunta con la Academia Venezolana de la Lengua y el acto tuvo lugar a través de las pantallas de Zoom; primera vez que el día del escritor no se lleva a efecto en un lugar real,  como lo era por ejemplo nuestra querida Sala Cabrujasen Caracas. Fue en un espacio virtual, aproximándonos al nuevo “metaverso”. Las palabras que se pronunciaron ese día fueron memorables. Vimos en nuestras pantallas a un entrañable grupo de escritores desde los cuatro confines,  se transmitieron vídeos en homenaje a Elizabeth Schön y a Luz Machado. Y se presentaron tres libros: “Corpus” de Elizabeth Schön, nueva edición “La casa por dentro” de Luz Machado y “Tiempo de diluvio, tiempo de demonios” de Horacio Biord (publicados por Editorial Diosa Blanca).

Luego de agradecer a la Voluntad Divina por traerme hasta este tiempo en nuestro hogar temporal que es la Tierra, a todos los que han hecho más fácil y placentera la existencia y me han tendido la mano cuando lo he necesitado, solo me queda mirar hacia adelante con fe y esperanza, para cumplir lo que considero es mi misión.

A todos quienes me leen y acompañan, les deseo se cumplan sus mejores propósitos y, por encima de todo, que no les falte el amor. Concluyo con este pasaje de la Carta de Pablo a los Corintios:

“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.”

Fuente: Termómetro Nacional

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#literaturavenezolana

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“metaverso”

#edgarvidaurre

 

 

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Homenaje a Ana Teresa Celis

Por Carmen Cristina Wolf

Nuestra admirada y querida poeta y arquitecto Ana Teresa Celis partió de este mundo el pasado 13 de septiembre a los 92 años. Una mujer brillante, que transmitía a todos su amor por la vida. Integrante del Círculo de Venezuela. Amante esposa y compañera del arquitecto y pintor Carlos Celis Cepero.

 

A continuación, transcribo el prólogo que escribí para su segundo poemario, «Dualidad», publicado en el 2018. Una aproximación a la poesía de Ana Teresa Celis, una escritora cuya voz poética es reflexiva, mística y luminosa y nos sumerge en el misterio y el milagro de la belleza.

ANA TERESA CELIS Y  EL POEMARIO DUALIDAD

Escribir el prefacio de Dualidad,  libro de la poeta Ana Teresa Celis, es un verdadero reto y un privilegio. Al adentrarme en sus páginas encuentro magníficos hallazgos poéticos y significados de profundo contenido existencial y metafísico.

El lenguaje es el don más preciado que se le ha dado al ser humano. No tiene precio en el mercado, no puede cambiarse por monedas ni venderse en la bolsa de valores.  En cuanto a la poesía, ella es un encuentro con el ser más íntimo, es un puente tendido al otro, una invitación al diálogo y a la comunión. Nombrar significa en un primer momento, intentar la representación de  las cosas. En un comienzo, las palabras tienen el poder de recrear los objetos con verdadera eficacia. La vida de los pueblos y su evolución se refleja y revela en el lenguaje. Aquello que no puede ser nombrado es como si no existiera. Por ello, los hombres que han alcanzado cierto grado de sabiduría le dan tanta importancia al lenguaje. Octavio Paz en su libro El arco y la lira reseña que en el Libro XIII de los Anales, le preguntaron a Confucio: Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo:La reforma del lenguaje. No sabemos dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro”.

Aunque es difícil acertar en aquello que un poeta expresa en sus versos, intuyo en primer lugar, que la “dualidad” a la cual se refiere Ana Teresa Celis es a la unión y revelación de la palabra y el ser humano. También alude al mundo tangible y al universo de lo invisible. Y, por supuesto, a la unión ancestral del masculino y el femenino.  El protagonista central de este libro es el poema, esa extraordinaria metáfora que nombra las cosas. El primer poema del libro es el siguiente:

“desprovista de materia

inquieta lanzadera

poesía urde insospechados mundos”

El poemario Dualidad nos sumerge en el origen del universo, lo intemporal, con una escritura en instantes diáfana y otras veces cargada de hermetismo, pero siempre en la búsqueda de la belleza y profundidad del lenguaje:

“escapadas del océano original

vibrátiles fuerzas asidas a su libertad

se vuelven sobre la creación” (…)

Los primeros versos del libro permiten al lector hallar la esencia de la voz poética de Ana Teresa Celis, quien nos recuerda el primer versículo del Evangelio de San Juan: “Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”. Para la autora, en una visión lírica de la Creación,  en el principio, que ella nombra como “un tiempo sin memoria”, la Poesía es la semilla del cosmos:

 

“bendecidas por el Verbo

pertenecientes a un mundo inaudito

donde

generación dos punto cero les transmite su esencia

poseen la divina partícula

lo finito

lo infinito”

La Palabra se encarna en el primer hombre y la primera mujer. ATC intuye la significación del ser humano en las figuras de Adán y Eva,  Presiente la semilla y se atreve a nombrarla: “poesía”. Antes del tiempo no existía la dualidad memoria/olvido, aún no existían seres para recordar ni olvidar. Entonces, no se sabe cómo, no se sabe cuándo, el Verbo divino transforma aquello inasible, invisible, inapreciable, en “corporalidades”. Empleo aquí una palabra con la cual bautiza ATC su primer poemario. Refiriéndose a este libro, el poeta Edgar Vidaurre Miranda escribe sobre la manera “más que asombrosa” en que “nuestra poeta, como una especie de profeta susurrante eleva su canto hacia las nubes, revelándonos desde lo más esencial de su corporalidad, el secreto de la Creación … Nosotros somos el secreto de la creación.” Leamos este verso de Corporalidades: “Existo / trasciendo el infinito”.

Y volvemos a los poemas de Dualidad, que se presentan como una concepción metafísica del mundo y al mismo tiempo, revelan la sensibilidad de quien escribe y la concepción de la Poesía en la vida de la Humanidad. Uno de los poemas que nos sumergen en lo entrañable de lo cotidiano, de una especial belleza y sensibilidad, es el siguiente:

“ese hoy / rozaba mi piel / sentía su abrigo / cotidianidad // música de cacharros / olores cocineros / cantos buranos / sol calentándome / leche calentando la mesa calentando mi entraña // un azulejo / contrasta / azul sobre verde. ”

ATC conduce al lector del sin tiempo desconocido al presente con la imaginación de los niños, que alzan vuelo sujetos mágicamente a un paraguas. La “semilla de mostaza”, la poesía, representa lo posible: “algo parece llamarnos para que sigamos un camino determinado”, al decir de la psiquiatra Magaly Villalobos, “es un daimon, una fuerza misteriosa … un plan secreto” guardado en una caja negra, un impulso repentino, una fascinación que nos empuja a hacer una elección, a tomar una determinación. Es una especie de voz inaudible, inexplicable por la razón que se atreve a decirnos aquello que debemos alcanzar, lo que debemos ser. Y cuando el llamado no es tan claro, se presenta como una serie de circunstancias que nos inducen en un sentido o en otro. Al igual que en la semilla está contenido el árbol en toda su expresión y maravillosos detalles, en ese tiempo sin memoria está cobijada la semilla del Ser,  la Poesía, desde siempre, por siempre.

La voz poética de ATC apuesta al juego de los contrastes. Siendo arquitecto de profesión, el poemario levanta un hermoso edificio de original diseño. Como poeta y mística del lenguaje nos lleva desde los orígenes del cosmos a la aparición de los primeros seres humanos que atienden a un llamado de trascendencia, oyen “voces / cantan gritan / murmuran cuentan”. Son impulsados por el anhelo de “trascender como seres creados, perdurar”.

La poeta nombra fugacidades en tránsito al paso imbatible de las horas que la conduce, como condujo a Alicia, a través de espejos que intentan desdibujarla. Mas ATC no se pierde en laberintos de sueños. Ella no se resigna al olvido que intenta confundirnos y desaparecernos. ATC tiene conciencia de ser, escucha su propia voz y las voces de “una humanidad perpleja peregrina interrogante”. Celis ecucha su propia voz y las leyendas de los antepasados. Porque ella descubre su esencia: “soy conciencia de ser”. Y advierte que desde aquel antiguo hoy surge un arrullo  que la circunda :

Desearía ir deshilando el entramado de este poemario de ATC y no apartarme de él por mucho tiempo, para permitir que sus versos penetren profundamente en mí. Este libro es un valioso hallazgo para los amantes de la poesía. Cómo no asombrarse con la esencia profunda de este poema:

al crecer como semilla de mostaza

                                        el verbo

haciendo camino es libertad”

La poesía de Dualidad abre sendas profundas en el espíritu. En el preámbulo del libro Ana Teresa Celis confiesa que se ha sumergido en el tiempo escribiendo los poemas como quien cuenta un cuento para hacernos llegar a su tiempo interior, esa “sinfonía de presentes” mediante la cual, a través de la magia del lenguaje, ella alcanza su plenitud dejando huella. En la voz poética se advierte la presencia de la infancia que significa confiar. Los niños confían en el mundo que los rodea. Creen en lo que les decimos. Y si no les ha sucedido algún hecho lamentable que les genere temor, los niños no sienten miedo. Pero el tiempo pasa por nosotros y sobrevienen los temores, las dudas. El mundo es contradictorio y las personas también. Somos justos a veces, otras veces somos injustos. Somos generosos y egoístas. Llevados por corrientes encontradas, a través de un río entre luz y sombras que no elegimos. Ello produce un desasosiego y quisiéramos navegar siempre por el lado cristalino de las aguas.

Concluyo esta aproximación a la poesía de Ana Teresa Celis, una escritora cuya voz poética es reflexiva, mística y luminosa y nos sumerge en el misterio y el milagro de la belleza.

Carmen Cristina Wolf

Caracas, Octubre de 2018

#AnaTeresaCelis

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La atemporalidad de la poesía

 Foto: Lidia Salas

La atemporalidad de la poesía

Por Lidia Salas

Después de leer el libro de María Isabel Novillo: Poemas Peregrinos, (Premio de Poesía 2004 Simón Darío Ramírez) reafirmamos el concepto de la atemporalidad del mensaje poético, certeza que comprobamos en su lectura.

Lo primero que se advierte es la unidad que estructura los textos a través del tema del viaje, expresado en el   nombre del poemario y en el epígrafe inicial de Frank Kafka: «Es posible que en el viaje alguien haya logrado escapar el canto de las  sirenas. Pero a su silencio… A su silencio jamás.»

Sin embargo, como en todas las palabras escritas desde la luz, la semántica del lenguaje alude a varias significaciones.

En el presente papel de trabajo, analizaremos  tres planos  vislumbrados en su escritura: El recorrido entre diversos lugares, el tránsito existencial y el viaje místico del alma.

El peregrinaje a través de la geografía, es la bitácora inicial de estos versos. Se nombra a varias ciudades y países en la errancia del personaje que habla: «Camino por Madrid como un Paria.» «Estaciones de los Austrias.» «En las costas del Sur de Inglaterra.»

«Debía hacer calor. / Pero una lluvia fría asola las calles de Rouen.»

«…A las puertas de la catedral de Lima», «En las aldeas de Bolivia», «Miro el Barrio Judío de Venezia», «El mercado en la Rambla y todo el Barrio Gótico», «El vino verde de las Tabernas de Lisboa.»

Sin embargo, quien se desplaza lleva una intención devota, por eso expresamente señala a los otros, en el poema Venezia, como: «… y el tumulto/de todos los que pasan / mirando sin ver nada.»

La poeta emplea símbolos que hacen referencia a las  artes, la filosofía y las experiencias psicológicas, las cuales enriquecen los poemas, casi todos de largo aliento.

El hablante poético, usa la metáfora de su continuo trajinar para reflexionar sobre la conciencia de soledad que implica ser extranjero, la miseria de los emigrantes en las grandes en ciudades, la anónima  identidad de los usuarios de metros y tranvías.

La cadencia de los versos se apacigua hasta el susurro, cuando de experiencias amorosas se habla, se eleva en exultante arpegio para expresar los momentos de dicha, como se aprecia en el poema, Jájome.

El tránsito que recorremos los humanos desde el nacimiento hasta la muerte, es el segundo plano imbricado en estos versos.

La vida está nombrada desde la música, desde las notas, que ella como individuo, aporta a la gran sinfonía universal.

Reiteradamente aparecen imágenes relacionadas con canciones, con instrumentos musicales, con la escala de los sonidos. Hay  un verso donde se implora:

«Música Serenísima / no retires tu mano de mi hombro.»

A veces en tono confesional, pero siempre bajo la  máscara de realidades artísticas, de experiencias culturales e históricas,  su escritura revela el miedo en la infancia, el anhelo de un cobijo seguro, la experiencia de recaer en el error,  y el estremecimiento ante la muerte.

Se celebra el ejercicio de vivir, cuando este conlleva conciencia y pasión.

Quienes leemos los versos en estas páginas, observamos cómo las palabras van hilando una atarraya que abraza gaviotas, gorriones, corderos, flores, brotes, eucaliptos, tierras rojas o arenas de oro. La poeta se sabe parte de ese universo descrito desde una mirada amorosa y cercana.

El amor enriquece este recorrido vital:

«Acuesto mi corazón sobre tus claves / con el rostro apoyado a tu caja sonora / barnizada al cristal.»

Amor sin apegos que puede decir: «No.  Yo no te extraño a tí.

He extrañado la esencia de aquel tiempo.»

El viaje místico del alma a la Luz Padre de donde procede, es el tercer plano presente en el libro de María Isabel Novillo. Desde los primeros poemas se escuchan los principios ascéticos que deben observarse para escalar las alturas. El amor es la energía indispensable para avanzar, sin embargo, desde el primer poema anuncia:

«Aún queda por cruzar la oscuridad mayor“

Quienes se aventuran a travesías espirituales, conocen del trabajo delicado y difícil que enfrentan. Las experiencias se relatan desde las metáforas relacionadas con la expresión musical y el cuidado de aromas o cristales.

Ha sido una experiencia estética y humana, nuestro paso por las páginas de Poemas Peregrinos, donde encontramos una voz profunda, delicada y diferente de la literatura venezolana.

Lidia Salas

Altos de Gengibrillar. Agosto del 2021

*Lidia Salas, nacida en Colombia, ha vivido gran parte de su vida en Caracas. Es una destacada poeta y ensayista, Licenciada en Letras, con una extensa publicada. Integrante de la junta directiva del Círculo de Escritores de Venezuela. 

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Rendirnos por un momento…

Por: Farah Cisneros

 

 

“Aprender el valor que tiene la vida, nos permite sentir y apreciar el respeto hacia el otro, coincidiendo en el interés común por la trascendencia de todos”

 

Los tiempos cambian y las cosas pasan… es una frase bien sustentada que escuchaba decir una que otra tarde en los almuerzos familiares que se daban en casa de mis abuelos maternos.  Creo que era una manera aliviadora que encontraban mis abuelos para ofrecer a los demás, confianza y tranquilidad ante situaciones de incertidumbre y conflicto. Este, es un recuerdo que conserva mi mente y que corresponde al pasado como muchos otros.

Con los años entiendo que los retos están permanentemente en todo aquello que las decisiones o circunstancias motivan.  Las experiencias son la consecuencia obligada del ejercicio de existir.  Unos con menos y otros con más, cada quien hace lo mejor o peor que puede con su vida.

En la psicología del triángulo dramático de Karpman se exponen para identificar ciertos comportamientos en los seres humanos en los roles de salvador, víctima y perseguidor.  Lo cierto y a lo que voy es que, sin darnos cuenta, “todos poseemos una altísima importancia en nuestras competencias  como hacedores e influenciadores en nuestras sociedades”

Tomarnos en serio ahora, en los actuales momentos, el tiempo que discurre inexorablemente y la ferocidad de los cambios podría servir de instrumento impulsador para llevarnos a establecer, plantearnos y sincerar el curso que le hemos estado dando a nuestro hacer en el medio ambiente que ocupamos.

Hemos desplazado nuestros intereses prioritarios para atender necesidades creadas por los estándares de una sociedad donde el poder, el éxito y la realización personal esclaviza la libertad, la salud y hasta el planeta que tan gentilmente nos ha brindado hospedaje hasta ahora.  A muchos literalmente se nos va la vida, buscando sino el logro de llegar a estas cúspides de excelencia establecidas en los mercados de las bolsas financieras, aprender a cohabitar de la mejor manera posible lo cual puede desencadenar en muchos casos malestares, e impaciencias con un tanto de frustración.

Estas luchas por alcanzar el logro hace que en algunos casos se tergiverse absolutamente lo que podrían ser incentivos y oportunidades para crecer en sano bienestar y es cuando el ser humano se declara en retos donde es capaz de arriesgarse a sí y a los otros en pro de alcanzar sus triunfos lo más rápido y fácil posible incluso sin evaluar concienzuday suficientemente lo expuesto que queda para colocar en entredichos  ciertos principios fundamentales en cuanto a ética, moral y buenas costumbres.

Son muchas las puertas que se han abierto inusitadamente con la llegada de esta pandemia que azota el mundo desde el año 2.020.  Se presentan  como no cuantificables el significativo número de decesos por el virus pandémico.

Inequívocamente nos enteramos que esta situación de altísimo peligro es un desafío adicional que se le suma a la ya significativa lista de obstáculos en el camino…  es solo que ya no se trata de superar para obtener el poder del éxito, ahora se trata de obtener la oportunidad para preservar la vida y el planeta  ¿Esto estará lo suficientemente claro?

Cuando la actitud “de hacerse el loco” muestra a la gente con espíritu de ruindad en un hacerse mercantilista, y aprovechamiento en general de cualquier evento para sacar provecho cabe preguntarnos: ¿Hasta qué punto estamos entendiendo la situación?

Los patrones mentales que fijan nuestra conducta obedecen a lo predeterminado; a lo ya establecido en nuestro estado de consciencia.  Hacer los cambios necesarios para adecuar nuestra mente a una nueva realidad, exige ponerle un cote e iniciar un valioso plan de re programación neurolingüística.  ¿Cómo se logra?

Podemos lograr los cambios necesarios mediante la  aceptación de la realidad objetiva y este, es el enfoque que pueda aportarnos notables beneficios para solventar la situación y salir adelante en bienestar común.  La única o la más importante herramienta para ser empleada de manera altamente eficiente son “el encuentro y colaboración en equipo”.

Aprender el valor que tiene para uno mismo la vida nos permite sentir y apreciar el respeto hacia el otro, coincidiendo en el interés común por la trascendencia de todos.

Hoy más que nunca valorar que el brazo del otro es la extensión del mío operará el milagro de amor más grande.  ¡El logro de sentirnos uno siendo muchos!

¿Lo lograremos?  Sin lugar a dudas dependerá del consenso que hagamos para recibirnos desde la confianza, el trabajo en equipo, el compromiso y la Fe que comodones de la naturaleza sembrada en el corazón humano activemos en gratitud y cooperación permanente.

“La esperanza es el sueño del hombre despierto”  Aristóteles

¡Los abrazo siempre!

FARAH CISNEROS

 

Facilitadora en Procesos de Cambio y Transformación Personal

Master Coach Neuro-Linguistic Programming PNL

Certified Heal Your Life Teacher Philosophy Louise Hay

Abogado con estudios de Postgrado en Derechos Humanos – Empresaria

Fundadora y Directora de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores

Autora del libro ¡Haz lo que te dé la gana!

Produce, coordina y desarrolla el Programa de Entrenamiento y Desarrollo Integral Personal-PEDIP de EGP. Escuela de Gerencia y Pensadores

Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela.

Promueve proyectos de emprendimiento, y participa como Asesor y Consultor en metodologías organizacionales en las áreas de planificación, sistemas y procedimientos administrativos.  Dedicada con pasión a la investigación,  formación y capacitación académica en el desarrollo del comportamiento y potencial humano en psicología humanista e inteligencia emocional. 

Coach & Mentoring  en ejercicio activo.

@FARAHCISNEROS
farahcisneros@hotmail.comescueladegerenciaypensadores@gmail.com

http://egpvenezuela.wix.com/egpvenezuela

http:egpvenezuela.wix.com/farahcisneros

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Beatriz García Naranjo: Rituales de la casa

La escritora venezolana Beatriz Alicia García Naranjo escribe en sus poemas sobre un  tema recurrente: la Casa, el hogar. Sus libros «Mudanzas»,  «Propósitos y olvidos», «Música de fondo», «Tentando al silencio» y el más reciente, «Rituales de la casa», revelan la honda nostalgia en el imaginario de la poeta y el significado que tiene para ella la Casa:

Rituales de la casa

Por Beatriz Alicia García Naranjo

He habitado muchas casas, además de la casa familiar. En mi juventud y luego no tan joven, fui una suerte de nómada. Llegué a mudarme por diversas razones tres veces en un mismo año. Escribí incluso un libro que se llama «Mudanzas». Nunca he tenido una casa, un hogar mío, quiero decir.

Paradójicanente, la casa, lo doméstico es un eje fundamental en mi poesía, desde mi primer libro «Música de fondo», hasta en el más reciente «Rituales de la casa»

LA CASA

a Marisol Marrero

La casa
antes de ser casa
fue sentimiento.
Hizo sus paredes
en nosotros
y en los que nos precedieron.
Se hizo refugio.
Pero la casa un día
empezó a derrumbarse,
la casa un día
se hizo intemperie.

(«Rituales de la casa», 2018)

Hoy no es día
para palabras limpias
bien puestas en la mesa

comámonos
estos restos
ya no importa saber
si nos alimentan

devoremos
de una vez por toda
lo que queda
las moscas el mantel sucio
el no te creo

(«Música de fondo, 1983-1987)

ANTICUARIO

Esos objetos
que rondan por la casa
guardan historias
esas llaves
esas viejas fotografías
semblantes severos y melancólicos
los cuellos altos
las faldas largas
y ese abuelo
con la mirada perdida
pañuelo en el bolsillo
su taza en la mano

Refugios en páginas amarillosas
ensueños grises
llenos de olvido

Esas otras casas
llenas de silencio
perdidas en el claroscuro
de otros tiempos

(«Música de fondo», 1983-1987)

Estas habitaciones transitorias
me olvidarán
acogiendo nuevos huéspedes
-quizá menos furibundos-
mientras en mí tallan
islas a medianoche
muros

(«Mudanzas», 1993)

No quiero ir a casa
quiero alejarme
perder toda certeza
todo centro
no quiero ir
a ninguna parte
quiero el lugar
donde se desvisten
los sueños
se quema
la ilusión
por ser un veneno
peor
que el dolor venidero

(«Propósitos y olvidos», 1992-1998)

*** *** ***

Deambulo en la casa vacía,
la que no me espera,
como una pesadilla interminable,
me hago a su aire de respiraciones entrecortadas,
a su espesa niebla acariciándome.
Alguien me casó con ella,
me puso un anillo oscuro
con la cara hacia la muerte.

(«Tentando al silencio», 1998-2003)

Escritora, docente y editora. Actualmente dicta Talleres de escritura en colaboración con La Poeteca de Caracas.

@bagtalleresliterarios  @lapoeteca en Instagram  #LaPoeteca
#casas #casaypoesía #memorias #casashabitadas #espaciosdelacasa #familiaycasa

 

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Margarita Belandria: Vereda solitaria

Margarita Belandria

Lo que le aconteció a Irene con motivo del viaje a visitar a sus padres fue lo más insólito que le sorprendió en su vida. Disponía de una semana de vacaciones y estaba ansiosa no solo de ver a su familia y disfrutar del clima frío, sino de contemplar las bellísimas montañas y abrazarse a los árboles en los selváticos y angostos caminos de la sierra.

Disfrutaba de viajar sola con sus dos niños, haciendo paradas para mostrarles las flores del páramo, sus lagunas y erguidos collados tan oscuros como carbones gigantes. Esta vez decidió invitar a Mercedes, la niñera que desde hacía cinco meses la asistía en su cuidado, principalmente a Gabriel, el menor, que a sus dos años de edad ya había puesto en fuga a otras buenas chicas que habían precedido a Mercedes. Un hermoso chiquillo de carácter terrible. Ninguna comida le gustaba y armaba los más inquietantes berrinches, ante cualquier oposición a sus deseos, que a Irene casi la hacían enloquecer porque habían arreciado en la medida en que avanzaba su tercer embarazo y ya no podía cargarlo en brazos como él de manera intransigente demandaba, impidiendoa todo trance que más nadie pudiese suplantar a su madre en la atención de sus caprichos, a pesar de que él ya sabía caminar con firmeza y valerse por su cuenta en las necesidades inmediatas, dando muestras de gran precocidad.

Alivio grande y sorpresa había sido la llegada de Mercedes.De inmediato el pequeño tirano se dejó cargar en sus brazos, reía jocoso con más frecuencia y con gusto se comía todo lo que ella, sentándolo en su regazo, le ofrecía. Algo milagroso, pensó Irene y se iba encariñando con la muchacha, bastante alta y de complexión corpulenta para sus apenas dieciséis años, que desde el primer momento le había despertado inmensa simpatía. Un rostro de lindas facciones y mirada afable; quizás un poco desproporcionada de cuerpo,le pareció a Irene, al ver que era muy recta de talle, sin ninguna ondulación en la cintura, pero cada día sentía más estimación por esa chica tan paciente y bondadosa en el cuidado de los niños. ¿Cómo no invitarla al viaje que tenía planeado para el día siguiente en la madrugada?Los ojos de Mercedes brillaron de alegría. Su sueño empezaba a trocarse en realidad. Viajaría. Conocería otra ciudad más bella, ascendería por el teleférico más alto del mundo, conocería la nieve y retozaría con ella entre sus manos. Rebosante de entusiasmo le anunció que bajaría a obtener el permiso de su hermana mayor, quien residía a unos setecientos metros de distancia y,como siempre, se llevó al pequeño Gabriel en sus brazos; desde el principio se le había echado de ver el regocijo de salir con ella a todos lados. Nunca antes vio Irene tan feliz a su pequeño cascarrabias que en los últimos meses había ido deponiendo tan exasperante actitud y no le perdía pasos a Mercedes. Hasta intentaba apoyarla en sus labores, doblando ropa o barriendo el piso con una pequeña escobita que su madre le había comprado al verlo tan entusiasta ayudando a la joven que con santa paciencia lo mimaba.

Al salir Mercedes a casa de su hermana, Irene procedió a preparar el equipaje y fue a la habitación de ella a sacar las maletas de debajo de la cama. Igual que en viajes anteriores, organizaría primero lo de uso inmediato de los niños en el maletín rojo. Al extraerlo, lo depositó sobre la cama. Le pareció extraño que estuviese pesado, puesto que ahí no había guardado libros de los que no cabían en el estante. Abrió la cremallera y vio adentro ropa vieja de Mercedes. Qué raro.Y la rareza surgió con una bocanada de olor fétido. Inclinó entonces el maletín sobre el suelo y continuó deshaciendo el envoltorio de trapos. Un grito de pavor y casi cae desmayada.Sus manos instintivas se ciñeron protectoras sobre el hijo que trepidó en sus entrañas.

A sus pies yacía un niño varón, verdoso y amoratado,unido a la placenta todavía. Agobiada de estupor y apoyándose en las paredes consiguió llegar hasta un sillón de la sala donde se derrumbó deshecha. Poco a poco fue tratando de ordenar el torrente desbordado en su cabeza. Pese a que Mercedes continuaba manteniendo igual su corpulencia, cinco días atrás, cuando a las siete de la noche llegó Irene del trabajo, la encontró acostada y con la luz de su dormitorio apagada; se quejó de que tenía mucho dolor de cabeza e Irene había salido corriendo a la farmacia a comprarle analgésico y se lo había dado a tomar con infusión de manzanilla.

Incrédula aún, resolvió levantarse del sillón para ir a inspeccionarle minuciosamente el dormitorio. Retiró sábana y tendido de la cama y no vio ningún tipo de mancha en el colchón. Entró entonces a la pieza de baño. Todo se vía limpio, pero entre las baldosas comenzó a distinguir pequeñas gotas de sangre; también algunas en la superficie del inodoro y varias un poco más grandes en la madera de la puerta.

No había duda, era de ella la infeliz criatura. Debió de haber tenido el parto en la tarde, antes de que el niño mayor llegase del kínder. ¿Habría nacido muerto el bebé? ¿O lo envolvió súbitamente entre los trapos sin dejar que respirara? ¡Y Gabriel! ¿Estaría dormido a esa hora? ¿La habría ayudado también en la fatídica tarea?¡Dios Santo!, exclamó aterrada. ¿Qué hacer ahora?, se preguntó espoleada por la apremiante urgencia de deprenderse del maletín y su doloroso fardito ensangrentado. La asaltó la idea de correr en ese mismo instante a otro sector más lejos y depositarlo en un contenedor de basura. Se estremeció. Le pareció una crueldad.  La avasallaron terribles imágenes de titulares rojos en las letras más grandes posibles con su fotografía abarcando la primera plana de los diarios, multitudes desquiciadas lanzándole improperios, crujidos de rejas cerrándose tras su espalda en sombríos calabozos. No. Ella jamás descendería a chapotear en las pestilencias del fango.

Lo que su práctica razón le sugirió, le arrancó un sollozo, sí, por el enorme cariño que a Mercedes le tenía, pero un niño muerto en su casa en esas circunstancias era a todas luces un asunto de la ley. ¿Y quería acaso en su hogar un escándalo policial con tropeles de uniformados, aullidos de sirenas y un gentío aglomerado fisgoneando? Tenía que actuar con discreción.

Llamó entonces directamente al cuerpo técnico judicial. En veinte minutos se presentaron dos jóvenes agentes con indumentaria habitual. Mercedes no había regresado todavía. Provistos de guantes y mascarillas inspeccionaron a la desventurada criatura. Lo envolvieron tal como estaba entre la ropa ensangrentada de la madre y lo recubrieroncon un lienzo blanquecino, adhiriéndole en contorno un precinto azul con insignias del organismo. Hecho esto, se sentaron a esperar el regreso de la chica; el avanzado embarazo de Irene la descartaba como sospechosa y habían sido suficientes sus respuestas.

Minutos más tarde entró Mercedes, quien al ver la escena se frenó pasmada en la puerta. Su rostro enrojecido por la caminata bajo el sol se tornó más pálido que el desdichado paquetito que yacía en el piso. Irene saltó frenética a tomar a Gabriel de entre sus brazos y haciéndole preguntas a borbotones:¿Por qué me lo negaste el día que te lo pregunté?¿Nació muerto el niñito?…Debió detenerse porque uno de los funcionarios la mandó a callar: No puede usted hacerle ninguna pregunta, señora.

Por qué no, exclamó ella, aquí la queremos mucho, ocurrió en mi casa y necesito saberlo todo. No, señora, el interrogatorio le corresponde a la  autoridad, objetó el hombre mientras abría un par de esposas metálicas engarzadas con una pequeña cadena que provocaron un funesto traquido al aprisionar las manos de Mercedes. Irene suplicaba angustiada que no la esposaran ni se la llevaran; era una menor de edad y ella misma asumiría la responsabilidad de llevarla a la sede a declarar, pero ellos le advirtieron que la ley es la ley. Una vez esposada, le depositaron el fardito blanco entre sus brazos para que ella misma lo llevara.

Con la impasibilidad de una esfinge, mirando al frente y sin derramar una lágrima salió Mercedes caminando por la estrecha vereda, en medio de los dos funcionarios, hasta el vehículo que en la calle los esperaba; mientras que Irene, viéndola alejarse así por la vereda solitaria, se quedaba para siempre sin respuesta al más grueso aguijón que le punzaba el alma. ¿Lo envolvió súbitamente entre los trapos sin dejarlo respirar?

 

*Margarita Belandria. (Canaguá, Estado Mérida, Venezuela, 1953). Magister en Filosofía. Profesora Titular del Programa de Promoción al Investigador (Ministerio de Ciencia y Tecnología). Imparte docencia en el área de Lógica y Filosofía.
Actualmente es Coordinadora de la Maestría de Filosofía, Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela. Directora fundadora de la Revista Dikaiosyne. Miembro del “Grupo de Investigaciones sobre Lógica y Filosofía del Lenguaje” (GISLOFIL), adscrito a la Maestría de Filosofía. Miembro del Grupo de Investigaciones sobre Filosofía, Derecho y Sociedad (G-SOFID). Líneas de investigación: Lógica clásica. Hermenéutica. Ética. Filosofía kantiana. Derecho Natural. Derechos Humanos. Ha publicado numerosos artículos y ensayos en revistas filosóficas.
Entre sus obras literarias destacan: Qué bien suena este llanto [Coedición del CENAL y la AEM. Mérida – Venezuela, 2006. Esta novela recibió Mención de Honor otorgada por la AEM en el Concurso de Narrativa “Antonio Márquez Salas” el 22-09-2004 y ha sido objeto de estudio en el “Seminario de escritoras iberoamericanas” de la Maestría de Literatura Iberoamericana de la ULA, 2008]. Otros puntos cardinales. [Coedición CENAL-AEM, Mérida, 2006). Este libro de poesía recibió Mención de Honor otorgada por la AEM en el Concurso de Poesía “Simón Darío Ramírez”, del 2005]. Otros poemas han sido publicados en: “Al Pie de la Letra”, Diario Frontera, el 12/06/2004. I Antología de Poesía, AEM 2005. III Antología de Poesía, AEM 2006.
Aparece como autora estudiada por distintos autores en la IV Antología de la Asociación de Escritores de Mérida (AEM) “Escritoras venezolanas ante la crítica”, 2007.

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Alfredo Armas Alfonso: Homenaje en su centenario

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Alfredo Armas Alfonzo: cantor y cronista del Unare

Homenaje en su centenario

Pot Horacio Biord Castillo

 

Para Edda Armas

 

Hoy, 6 de agosto, se celebra el centenario del nacimiento de Alfredo Armas Alfonzo, fallecido en Caracas el 9 de noviembre de 1990, a los 69 años. Había nacido el 6 de agosto de 1921 en Clarines (estado Anzoátegui), a orillas del caudaloso Unare, un río llanero que a contracorriente, en vez de desembocar en el Orinoco, crea su propia cuenca y vacía sus aguas en el azul Caribe. Así, también a contracorriente, caudalosa y llena de recuerdos y vivencias como alimentan biodiversidad el río y sus vertederos, resulta la obra del autor clarinés.

Mi primer acercamiento a la singular obra de Alfredo Armas Alfonzo fue gracias a ese extraordinario libro que es El osario de Dios[1]. Como joven lector, me sorprendió el formato de microrrelatos o relatos breves que, en conjunto, constituían un gran relato, acaso una novela regional con cientos de microhistorias y relatos paralelos, entrelazados por los referentes geográficos y socioculturales y también por la visión poética y retórica del autor. Este, desdoblado en el narrador, enuncia, sugiere y deja que el lector encaje las piezas, en apariencia inconexas o desconectadas, y arme la gran historia que cuenta el libro en su completitud. Luego leí otros textos de Armas Alfonzo. Uno de ellos, incluido en la serie de Cuadernos Lagovén, sobre Clarines y sus gentes[2], enfatizando el plural, me conmovió no solo por sus aciertos literarios e históricos, sino también por la utilización de la iconografía que alumbra y complementa el discurso.

Un segundo acercamiento lo constituyó la lectura de varios de sus textos con el objeto de identificar e integrar evidencias literarias que me ayudaran a reconstruir y contextualizar la historia reciente del Oriente de Venezuela y, en especial, de los indígenas kari’ñas. Necesitaba reconstruir el impacto que sobre ellos y otras poblaciones locales, incluidos los cumanagotos del Unare, tuvo el petróleo. Requería precisar ese momento en el que la explotación petrolera anunciaba riquezas inimaginables, nuevas y sorprendentes tecnologías y satisfacciones vertiginosas a cambio del entonces inadvertido deterioro ambiental, la destrucción de modos de vida y costumbres y la transformación de lo que el Oriente venezolano y sus habitantes habían sido hasta ese momento. Recuerdo la evocación de un personaje que miraba pasar los camiones sobre las aún escasas «carreteras negras» o asfaltadas. Su mirada combinaba sorpresa y desconcierto, y quizá envolvía el deseo de seguirlo hasta los imaginados territorios del progreso, tal como sucedía quizá en Ortiz, otro pueblo llanero, del llano guariqueño, repleto ya de Casas muertas, cuando pasaban camiones y autobuses con un destino incierto y quizá imaginario que luego Miguel Otero Silva recrearía en Oficina número 1.

Mi tercer acercamiento a la obra de Armas Alfonzo lo hice tras varios años de trabajo de campo en sus propios comederos del Unare, visitando comunidades del pueblo indígena cumanagoto. Allí he ido recogiendo datos y testimonios de historia y tradiciones orales y he apoyado a docentes y promotores culturales empeñados en recuperar sus recursos culturales, entre ellos la lengua. Ese proceso de reconstrucción de su identidad reviste no solo un gran interés etnográfico e histórico sino también un valor simbólico muy grande: gente invisibilizada que asume el protagonismo social y se visibiliza, a la vez que une fragmentos de su historia y de su cultura para no dejarlos morir. La obra de Alfredo Armas Alfonzo aporta una gran riqueza e importancia para ello por los datos que ofrece, por la manera como los conecta o relaciona, por el valor atribuido a lo sencillo, a lo particular, a lo local. Estas dimensiones adquieren en sus narraciones un valor universal.

Volver a la obra de Alfredo Armas Alfonzo tras vivir el Unare permite sentir la fuerza de su propia voz, de las voces que recrea en sus libros, las voces de las poblaciones locales, sus recuerdos y vivencias, el hilo nada frágil que sostiene la continuidad de su identidad. De los labios de muchas personas en diversas comunidades recogí, por ejemplo, noticias y testimonios orales sobre el padre Manuel Estanga Ledezma, nativo de El Chaparro, capital del municipio Mac Gregor, en las inmediaciones del Guárico, más cerca de Zaraza, la Atenas del Llano, que de Barcelona. Vino al mundo a finales del siglo XIX y murió, siendo párroco allí, en Clarines el 13 de junio de 1949, festividad de san Antonio de Padua. Era un hombre muy popular que recorría campechano y sencillo los campos y nada humano le era ajeno. Alfredo Armas Alfonzo lo recuerda, en El osario de Dios, de esta forma “Manuel Estanga Ledezma era ancho como un borongo y todo cuanto en él se contenía era de la naturaleza de la bretónica y de las rosas, y él se cuidaba de no saberlo cuando arremangándose la sotana, se iba a la laguna de La Escondía con una escopeta a cazar cochinos cimarrones que engordaba[n] la bora, el Platanillo y la libertad. Su ministerio se inspiraba en la filosofía de que no había que temerle a la fortuna” (Nº 5). ¡Ah, padre Estanga, cuántas historias aún corren de boca en boca y cuántos testimonios de simpatía en esos caminos que su mirada rehízo tantas veces!!!

Las historias tragicómicas y los giros lúdicos de la lengua, en un intento de recrear la variedad diatópica del español del Unare y el Oriente de Venezuela en sus usos coloquiales, enriquecen el tratamiento literario: “A Francisca Quintero Bocaetubo, la muy hijaeperra de Cariaco, Bombilloeburdel le cambió el armador padentro. [/] La Bocaetubo, que no hace sino añorar a su golfo, se tiraba desde el chinchorro con toda su rabia para recibir el golpe en el vientre, y así escapó de la fatalidad, creía ella”. (Nº 8). Se trata de una historia escabrosa, presentada de manera amable.

Del mismo estilo de la anterior es una historia un tanto jocosa y tremendamente humana sobre un caso de travestismo: “Mantenía y satisfacía queridas en más de siete sitios de los de su recorrido de arriero a veces hasta más allá de Panaquire y se anotaba tantas pendencias como años se le acumularon. [/] Se enfermó de la cabeza en Guanape y a la fuerza, entre los que se prestaron y los que obligó el policía lo encalabozaron. Ahí se postró. En hamaca lo cargaron hasta Clarines. Ahí empezó a morirse y así y todo se negaba a que lo desvistieran. [/] Lo desvistieron a pesar de que se opuso con toda la fuerza que le quedaba. No era hombre. Con las paraparas del conejo y un viril de res se había confeccionado las artes de que se creyó capaz. Trinidad Portillo, que asistió al descubrimiento de la mujer, estuvo conmigo un día de los difuntos, buscando el lugar de la tumba del Viejo Lucas en el cementerio de arriba. Aquello era un guaritotal” (Nº 20). La referencia a las festividades del Día de los Fieles Difuntos es un fiel retrato de las costumbres de origen indígena de honra y recuerdo a los parientes fallecidos. La historia del Viejo Lucas recuerda, entre otras, la de la Monja Alférez, Catalina de Eraúso.

Alfredo Armas Alfonzo, como apunta Milagros Mata Gil en varios estudios sobre el gran escritor, puede catalogarse como un narrador-cronista. Su obra transparenta y desvela incluso un fotógrafo, que también lo fue, de fino ojo para documentar vivencias mínimas que, sin embargo, al unirse y compactarse, crean la gran historia, el maravilloso mosaico del Unare y sus alrededores. Todo ello viene a ser una extraordinaria metáfora y emblema tal vez de la Venezuela interiorana, de la Venezuela profunda e inadvertida, de comarcas solo formalmente ficticias que florecen en la pluma de tantos escritores latinoamericanos, pero palpitan en los rincones todos de nuestros países hermanos.

 

[1] Armas Alfonzo, Alfredo. 1993. El osario de Dios y otros textos. Caracas: Biblioteca Ayacucho (Nº 201). Selección de José Ramón Medina y Domingo Miliani. Prólogo de Domingo Miliani. Cronología y bibliografía de Horacio Jorge Becco.

[2] Armas Alfonzo, Alfredo. 1981. Un pueblo hechos de recuerdos. Clarines bien lejos. Caracas: Cuadernos Lagoven.

 

Lechería, estado Anzoátegui, 6 de agosto de 2021.

 

Horacio Biord Castillo

Escritor, investigador y profesor universitario

 

 

Foto: notiguanipa.blogspot.com

Publicado originalmente en Reporte Católico Laico el 6 de agosto de 2021

FUENTE: reportecatolicolaico.com

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Caracas en sus 454 años

 

Homenaje a Caracas

Por Yoyiana Ahumada Licea

Un fragmento de eso que llaman ciudad asoma. Mi vista el Noreste. Allá al fondo Petare, nueva geografía de descubrimientos y afectos. El barrio mas grande de America Latina, después de La Rosinha en Rio De Janeiro. Petare, la cuna del gran pintor Miguel Von Dangel que se fue a instalar en la Vía Láctea.

La serpiente de Mil Metros que recorre la ciudad, guarda el rumor del mar. Allí se deslizan patineteros y mascotas en la falda del cerro Ávila. Nuestro testigo vegetal, el verde inmortalizado por Cabré, guardián de aventuras y añoranzas, el volcán dormido, sigue ahí. La caraqueñidad era un título nobiliario después de todo, pocos caraqueños había a mi derredor. Venezuela era un crisol de acentos y nacionalidades, una mano abierta y una promesa de eterna primavera. Quería ser grande para ser caraqueña.

No es fácil amar a una ciudad ruidosa, confundida en sus esquinas, peligrosa. Una ciudad a la que hay que ganarle espacios públicos, lugares para la paz y el encuentro comunitario, una ciudad que muerde, que grita, que siempre anda con prisa y se deja seducir por la propuesta natural. No es fácil no amar los araguaneyes, bucares, los apamates, las trinitarias espinosas, la luz que traspasa la pupila y te hace ver fuegos fatuos como si fueran estallidos de candela. No es posible pese al daño, el abandono y la desidia, no caer rendido ante el dibujo verde de Burle Marx que propone El Parque del Este o el goteo del Parque Los Chorros. No resulta sencillo haber hecho la ruta hacia el zoológico de Caricuao y recordar el tigre de El Pinar.

    Foto: Yoyiana Ahumada 11/0872021

A Caracas se le ama en los ojos de quien la ve. En la nostalgia de ese boulevard de Sabana Grande donde quedaba el Radio City, que proyectó la emblemática película Fantasía de Disney y luego la psicodélica Yellow Submarine de Los Beatles. Asentamiento del Drugsture en el Centro Comercial Chacaito. Allí también un poco más al centro del boulevard, quedaba el famoso BQ que recogió las lágrimas de las mujeres que comenzaban a divorciarse y ya podían usar pantalones largos. Sabana Grande era la acera larga de las grandes tiendas de ropa, de los famosos sombreros de Margot, de la tienda Vogue, de las librerías Cruz del Sur, de Suma: “¿Pasamos por donde Raul para ver si llego ya la nueva del Gabo, de Vargas Llosa, de Carpentier o de Pizarnik, de Durrell…?” Todo llegaba, todo. Pero Caracas también se cuenta desde las incontables subidas al Ávila, campamentos en Los Venados, de aquella casita que miraba el Picacho, donde aprendimos la historia de momificación del Doctor Kanoche y el cultivo de las famosas flores de Galipán.

Visitas al underground, los bares de la Baralt, Catia  y la Libertador y en el extremo opuesto  los rincones sagrados como el bello santuario de los Masones, las iglesias que dibujan el recorrido de los Siete Templos  y en una vuelta de birlibirloque, extintos parques de diversiones: El Conde, Chicolandia, el Tolon…..

Mi Caracas es teatro desde siempre. Inolvidables los domingos de infancia en el parque Arístides Rojas, a la espera de cualquiera de las funciones del Teatro Tilingo, donde aprendimos a ser participantes del hecho escénico, la casa del Ateneo en La Florida, se encargaría de reforzar esa sensibilidad con sus talleres de creatividad. Porque un día salga el sol….sin nubes que lo oscurezcan. Y en la punta de esa madeja, los grandes Festivales Internacionales de Teatro volcados a las cuatro esquinas y avenidas de la ciudad.

Y allí cerquita, a pata e mingo, el Circuito de galerías y museos que hoy naufragan, pero que hacían los domingos en el espacio mágico de Los Caobos. Primero fueron La Galeria de Arte Nacional, el Museo de Bellas Artes e incluso un saludo para el Mamut gigante del Museo de Ciencias. Cruzar la calle para visitar tantas veces sea necesario La Suite Volard ¿y encontrarse con Henry Moore?, ¿Con Rafaela Baroni?, ¿Juan Félix Sánchez? Hablaba del Museo de Arte Contemporaneo Sofia Imber. El banquete no se completaba hasta cerrar con un almuerzo en el restorancito árabe La Soledad.

Los 80 traerían consigo la inauguración del Teatro Teresa Carreño, que junto al Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, llenaban de música a la capital, a cargo de las grandes orquestas venezolanas. La Sinfónica, la Filarmónica y luego la Simón Bolívar una vez fundado el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles.

El Centro de Caracas latía también con sus retretas en la Plaza Bolivar, acontecimiento para el que había que trajearse. Visitas de gala al centro, al Municipal.

La tristeza de la ciudad abandonada, dividida y mal habitada la compensa un cielo repleto de guacamayas, unos cielos que conmocionan. El eco de un verso en los innumerables recitales que colmaron plazas y ferias de libros. En el canto de esos cocuyos tenaces que acompañan la noche, está la persistencia del amor.

 

Caracas es mi nostalgia de futuro. Mi amor contradictorio y hondo. Caracas es eso que se fue y lo que está por venir. El eco de la provisionalidad y la errática vocación de belleza por la que vale la pena seguir conquistando espacios y coleccionando atardeceres. Caracas mía ciudad de mis ojos y mi temblor.

Me gusta tu nombre machihembrado, Santiago de León de Caracas. Ruge tu fiera. Volverás al esplendor.

#FelizCumpleañosCaracas

 

#Balcaracas Texto de Yoyiana Ahumada leído por Sheila Gómez, en celebración de los 454 años de la ciudad..

@BALcaracas

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@yoyiahu Twitter

@circuloescritoresvenezuela Instagram

 

*Yoyiana Ahumada es periodista, dramaturga, poeta y docente venezolana. Miembro de la junta directiva del Círculo de Escritores de Venezuela

 

Editora @carmencristinawolf

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Margarita, ¿se hunde?

 

 

 

Por Enrique Viloria Vera

Si los socialistas del siglo XXI

estuvieran encargados de prender el sol

… viviríamos a oscuras.

 

Cinco pequeñas islas del Pacífico han desaparecido debido a la subida del nivel del mar y la erosión costera, según una reciente investigación científica. Las islas sumergidas están al norte del archipiélago de las Islas Salomón, donde se han registrado ascensos anuales del nivel del mar de 7 milímetros, más del doble de la media global. Las islas tragadas por el mar tenían una superficie de entre 1 y 5 hectáreas y ninguna de ellas estaba habitada. Son (o eran) Kale, Rapita, Rehana, Kakatina y Zollies. Las cuatro últimas se han esfumado entre los años 1962 y el 2002, mientras que Kale ha desapareció recientemente.Nuevamente tres islas de Indonesia también se han hundido.

Los habitantes de Margarita, llámense oriundos, pronúnciese viejos navegados o, como en mi caso, recién arrumbado, tenemos la sensación de que la isla se está hundiendo, no por efecto del cambio climático, sino por la desidia, la ineficiencia, la indiferencia, tanto del gobierno nacional como del estatal y municipal.

Ciertamente es una desgracia nacional, una bofetada a la felicidad, una muerganada, que esta bellísima obra de la naturaleza se encuentre tan deteriorada como está: el mantenimiento brilla por su ausencia, el ornato público se fue de viaje, el hambre y el desempleo campean, el transporte público es un desastre, las escuelas están heridas de desidia, internet, agua y luz son objeto de aplausos cuando se les ocurre llegar, caso contrario mentadas de madre y cacerolazos son genuina expresión del descontento citadino, los ferry destartalados,  la salud precaria, sobra la caña y falta la comida…     Margarita está cada vez más aislada.

Protegida o desprotegida – a los efectos prácticos de la vida cotidiana lo mismo da; el Plan de Bolinaga de unir a la isla con Tierra firme mediante la construcción de un puente multiuso, muerto reposa en los cementerios ministeriales, mientras tanto el salitre y la corrosión del mar hacen de la suya con los acueductos y cables submarinos.

Pronto se acabará la ilegal protección decretada por los demócratas gobernantes que no respetan la voluntad popular, la ilusión de una divina comedia llegará a su fin, la terrenal tragedia continuará.

En fin, Vallita, Virgen del Valle, sigue velando por estos desolados súbditos bolivarianos… a los culpables de tanto desastre nacional y local:

¡No los perdones, porque sí saben lo que hacen!

Amén

#IsladeMargarita

#EnriqueViloriaVera

 

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Ana María Hurtado: El sueño

El sueño
El sueño nos es dado, creado y re-creado por el Otro que nos habita y que nos sueña en la vigilia. Ese Otro que intuyó Rimbaud y que nos sumerge en un estado de la materia que oscila entre lo líquido y lo gaseoso.
También siento que el poema sucede y nos es concedido como un sueño. Esos momentos marginales donde nos damos cuenta que soñamos, me parecen paralelos a esos momentos de la vigilia en los cuales descubrimos que se nos ha filtrado un sueño, que allí surge la arquitectura onírica con esas flores imposibles o los perros jubilosos que se bañan en los estanques de los parques.
Suele ocurrir en los sueños un voltear repentino buscando el error, el olvido o la incongruencia, para terminar percibiendo que todo sigue allí, puntual y consistente. A veces, en contrapartida, se nos muestran en la vigilia estrechos espacios de incongruencia, asombro o desapariciones: vemos algo, volteamos y ya no está, una esquina desaparece para siempre, aquel que nos daba la espalda en la despedida, apenas pestañeamos y ya desapareció sin retorno… tantas combinaciones posibles, tantos intercambios entre la arquitectura onírica y la de la vigilia.
«We are such stuff as dreams are made on, and our little life, is rounded with a sleep.»

@anamariahurtado

Ana María Hurtado. Nació en Caracas, poeta, ensayista, médico psiquiatra y psicoterapeuta. Ha colaborado en diversas revistas y páginas literarias,de arte, psicoanálisis y de psicología junguiana. Varios libros publicados.

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