Horacio Biord Castillo
15 enero, 2021
El caracol canta el rocío de la ola. La rosa besa el sereno de la noche. La tarde se llena de ocasos a la hora del crepúsculo y esos ocasos cantan la vida, los caminos y los muros, los amores y afectos, ventanas y postigos, los recuerdos, la memoria. Benditos sean los ocasos de la tarde, benditas sean sus semillas de nuevos amaneceres.
Un día sin ocaso, pero gustoso de su esencia como bullente danza, Cumaná, ciudad de poetas y mariscales, ciudad de la sal y del origen, amable como sus castillos, su santa Inés y su riqueza india, vio la sonrisa de una madre y el llanto primero de un niño. Era el 15 de enero de 1922. Hoy, 99 años después, ese niño lleva la sonrisa y olvida el llanto: habla con enjundia y luce entre sus logros el título de miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por su nativo estado Sucre. Poco antes de su nacimiento se había celebrado el centenario de la batalla de Carabobo. Ahora, en unos meses que se nos vuelven semanas por la prisa, se ha de celebrar el bicentenario de aquel buen suceso para la causa patriota. Y Luis Beltrán Mago, cantor de héroes y damas, cantor de paisajes y emociones, ha de celebrar el rito como quien ha recorrido todos los templos y todos los actos en cien años.
Poeta de oficio diario, escribió no un poema, como dice hacer para cada cumpleaños suyo, sino seis sonetos. Esos 84 versos se suman a los 15 años de su espíritu aún festivo y dan el número exacto que sirve de llave al jubileo centenario. “Cumples 99 y entras en 100”, me parece escuchar a las abuelas. Y Luis Beltrán entra y sale, sin cese ni cesura alguna, de su edad y de las edades de la expresión poética. Luis Beltrán Mago es un poeta de olas y espuma, de rosas que transmutan en pétalos las espinas.
En uno de esos sonetos de cumpleaños, exclama el poeta que se acerca ya a los 100 con fuerza para remar duro en los ríos de la vida, diría Jorge Manrique:
Ahora que son noventa y nueve
siento que voy hacia los cien
y presiento que va a caer la nieve
con la nostalgia rondándome la sien.
Como sé que la vida no es tan breve,
la caminé con todos y con quien
sabiendo que el tiempo me conmueve
me acompañó para vivirla bien.
Por eso seguiré sembrando pinos.
Con mis amigos beberé mis vinos
y con amor le cantaré al futuro
Estaré para querer y para amar
mirando cómo va mi barco al mar
y está su capitán remando y duro
En otro de los sonetos alude al silencio, que estará más allá del futuro por el que todavía ha de transitar y remar su barca:
Ahora que camino hacia los cien
converso con los días y hablo a las horas.
Frente al mar y junto al río también
porque siento que brillan mis auroras.
Soy de los que aman por quererlos bien
de los recuerdos y de las sonoras
tempestades del alma que ya sabe a quien
le regalo mi amor sin más demoras.
Seguiré como soy: siendo el amigo.
Mañana beberé vino contigo
y hablaré de la paz frente a algún pino.
A los cien les hablaré otra vez:
de la noche y de lo que después
le contaré al silencio y al destino.
Sea propicio recordar, empero, que ningún poeta, cuando lo es de verdad, entra de verdad al silencio imperecedero. Su voz perdura y resuena a pesar del olvido de los lectores cuando dejan de repasar línea a línea, verso a verso, los textos de un poeta. Una obra excelsa continúa más allá de la noche. No en balde es “palabra en el tiempo”, según el decir de Antonio Machado, una palabra que se proyecta y trasciende, que germina sentimientos y emociones aunque los lectores no conozcan el ritual de los dioses que se invocan sino en la creación poética misma, como nos sucede con los habitantes del Olimpo cuando leemos las epopeyas homéricas.
Recientemente, en noviembre de 2020, el ensayista y poeta Edgar Vidaurre, presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, publicó en formato electrónico bajo el sello editorial de “Diosa Blanca” el libro de Luis Beltrán Mago titulado Los ocasos de un poeta que consta de seis cantos o sonetos. Vidaurre, en sus palabras introductorias, resalta la noción del ritmo como elemento esencial del texto poético y subraya “la maravilla que encierra el ritmo en la poética de Luis Beltrán Mago y su rima (que solo obedece a la sabia y original fuerza que resuena en nuestra alma o caja sonora)”. Para ello cita palabras del propio don Luis Beltrán Mago: “Quiero decir con la seriedad y relevancia del Soneto, de dónde viene y adónde van los versos de un poeta. Hacerles ver que el personaje pudiera ser yo, o cualquier poeta. Los versos, los que vienen y nacen de esa escritura visceral y continua. El propósito es el de darle al lector de poesía, la oportunidad de conocer lo íntimo y a su vez lejano del poeta. Eso que hace vivir a la poesía y que a su vez hace que el poeta viva”. Ese ritmo al que aluden Vidaurre y Mago lo podemos evidenciar en el soneto final del libro, el sexto, que cierra el volumen y a la vez reafirma la poética de Luis Beltrán Mago:
Así son los versos del poeta
Así su devenir por esta vida
Cuadros para el pintor de una paleta
Sueños para el amor que nos convida
Viajes para llevar una maleta
En tiempo de recuerdo y a la medida
Con que cuida el amor una violeta
Y sueña el corazón su despedida
Versos para el azul de los azules
Para ensoñar los tiernos abedules
Sembrados al azar y sin premura
Para reacompañar la soledad
Y hablarle al mundo por la vecindad
Con que el alma en el sueño se extramura.
La poesía es, en síntesis, el relato de la recreación de la vida, su corrección e idealización, porque “el alma en el sueño se extramura” como el poeta en el ensueño cuando escribe “versos para el azul de los azules”. Y así lo rubrica el poeta Mago.
De don Luis Beltrán Mago se puede decir, rememorando los versos con lata fortuna de Machado, que no es
Ni mármol duro ni eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.
Feliz preámbulo asombroso de los cien, doctor Mago. Feliz cumpleaños, Luis Beltrán. Gracias por tanta palabra bella, poeta de ese océano con mil playas que es el amor. Dios te alargue los años para la poesía y multiplique tu “palabra en el tiempo” para que oigamos los sonetos centenarios que nos prometes. Adelante, capitán cumanés que va “remando y duro”. Otros puertos aún te esperan para que cantes sus aires y sus sones, cada balcón y cada calle, las sonrisas y los afectos. Bendícenos con tu poesía, Luis Beltrán.
Horacio Biord Castillo. San Antonio de Los Altos, a enero 15 de 2021
Fuente: https://reportecatolicolaico.com
Luis Beltrán Mago nació en Cumaná en 1922. Es abogado, ha publicado una extensa obra poética, recogida en la Antología Esencial, selección recopilada por José Tomás Angola y publicada por el Círculo de Escritores de Venezuela. Ha sido presidente de esta institución en varias oportunidades. Recibió el premio internacional de Poesía Gabriela Mistral. Actualmente es Secretario General del Círculo de Escritores de Venezuela.