Por Lidia Salas
En la Antología de Versos de Poetisas Venezolanas (Editorial Diosa Blanca, Caracas, 2006) recopilado por Astrid Lander, se han fundido en la voz de la antóloga las voces de cien mujeres poetas. La misma autora lo confirma en el prólogo cuando dice: «Tomé de cada una, los versos que me hubiese gustado escribir. No son míos, los hice míos recogiéndolos del diálogo derivado de la lectura, para con ellos escribir un poema único que los reuniera. «
Ejercicio de alquimia poética el rescatar del silencio, del olvido o de la memoria persistente de algunos, las palabras que iluminaron un poema escrito en soledad, con el acento único de la inspiración y oficio personal, para engastarlas, a manera de piedras angulares, en la arquitectura de un nuevo poema que se eleva en el espacio de lo vital, de lo gozoso, de lo lúdico y de lo fraternal.
En las estrofas de Astrid Lander resuena el canto de las pioneras, mujeres cuyos versos marcaron el inicio de un sueño: el sueño de rasgar el silencio de la gruta con un silbo propio, con un latido semejante al de la madre tierra, con un grito acallado por centurias. Poetas tales como María Josefa de la Paz y Castillo: «Un siglo forma el deseo»; Graciela Rincón Calcaño: » Esperando siempre…Esperando en tí»; María Calcaño: «Y descíñeme este peso»; Enriqueta Arvelo Larriva; «Mis engaños son míos»; Luisa del Valle Silva: «El latido feliz de los regresos»; Ofelia Cubillán: » Donde la soledad se acerca a lentos pasos interiores»; Carmen Brigué: «Atomos del alma «; Mimina Rodríguez Lezama: «Y gritan tus relojes». Nombres y versos que nos invitan a regresar a las fuentes nutricias de nuestra heredad.
Pero, en la antología elaborada como texto poético, apreciamos también, las voces de nuestras inolvidables: Ida Gramko: «Intima, inmensa, siempre en sed y ahíta»; Miyó Vestrini: «Es ahora el día de todas las furias juntas»; Luz Machado: «Dándome todos los paisajes antiguos como nuevos»; Elena Vera: «Una esquirla de eternidad» Lydda Franco Farías:» Esta casa es el oráculo»; Hanni Ossott: «Quien vive la poesía, vive la tensión». Compañeras de quienes aprendimos la fuerza y la certeza para dar voz a lo íntimo.
Unidas a los versos de nuestras poetisas mayores, tales como Lucila Velásquez, Emira Rodríguez, Velia Bosh, Ana Enriqueta Terán, y Elizabeth Schon leímos los versos de autoras con quienes hemos compartido espacio y tiempo, a quienes la vida nos ha unido de manera definitiva en la pasión por la verdad y la belleza de la palabra. Es un privilegio que nuestros versos permanezcan con los de nuestras admiradas Magali Salazar, Anabelle Aguilar, Marisol Marrero, Edda Armas, Belkys Arredondo, Carmen Cristina Wolf, Yolanda Pantín, Margara Russotto, María Jesús Silva, Eunice Escalona, Helena Sassone, María Antonieta Flores, Rosa Melo, lo mismo que con las nuevas y novísimas voces de quienes irrumpen con fuerza y espontaneidad en el panorama de nuestra tradición literaria.
Sin duda alguna, este proyecto requería de un oído delicado, capaz de percibir los ritmos diversos y poder enlazarlos en la nueva nomenclatura del discurso y del conocimiento del material utilizado, para no traicionar el hondo significado del poema originario. Quienes lean la antología, a la que hacemos mención, podrán atestiguar el estudio y la sensibilidad de quien elabora la recopilación y el talento para reunir tantos voces en un eco que jamás desafina, en una polifonía en la cual se ha profundizado en los sentimientos y estados anímicos de todas las hermanas poetas.
Por las razones expuestas anteriormente, es oportuno escuchar a la misma Astrid Lander cuando dice: » La coherencia oscila del pasado y el recuerdo a la interiorización hacia uno mismo, lo que vivenciamos. Con ello, el amor en todas sus aristas y sus excepcionalidades, la ira y la tristeza, la espera, la agonía y la esperanza, el respiro del bienestar, la contemplación Natura, el refugio hogareño de la casa, lo que somos…»
Sea la oportunidad para reafirmar lazos y apoyar un proyecto original y generoso; para profundizar en la lectura de este centenar de autoras venezolanas, a quienes, Astrid Lander y la Editorial Diosa Blanca, dirigida por el poeta Edgard Vidaurre, reúnen en esta feliz idea de una antología de versos.
* Lidia Salas es poeta, crítico literario y filóloga nacida en Colombia. Es integrante de la Junta Directiva del Círculo de Escritores de Venezuela. Reside en Caracas, con una densa obra poética y numerosos ensayos publicados en diarios y revistas venezolanas y extranjeras.