La oscuridad que florece: poesía de Joiner Bernavil en Lirios Negros

 

Joiner Bernavil es una voz joven y necesaria en la poesía contemporánea venezolana. Con una sensibilidad aguda y un lenguaje cargado de imágenes profundas, ha logrado construir una obra que invita a la contemplación, al desgarro y a la ternura. Su poemario Lirios negros se presenta como un viaje por los pasadizos íntimos del migrante, ese lugar etéreo entre el cerebro y el pecho donde habitan las emociones más hondas y donde cualquiera puede parecerse.

Poeta y editor, Bernavil no solo cultiva su propia palabra, sino que también abre caminos para las voces de otros, le importa la obra de otras personas que como él intentan respirar y mostrar sus historias o sus versos. Su mirada sobre la naturaleza, el amor, el desarraigo y la memoria se transforma en un canto nocturno que no teme a la oscuridad, sino que la convierte en materia poética.

Bernavil no teme abordar temas complejos ni explorar territorios emocionales difíciles. Su lenguaje, cuidado y preciso, se transforma en un puente que conecta al lector con las profundidades del alma humana, invitándolo a reflexionar, sentir y, sobre todo, a compartir la experiencia poética como un acto de vida y resistencia.

Palabras del poeta y periodista José Pulido sobre la obra de Joiner Bernavil

Prólogo Lirios Negros

Según el Diccionario de los símbolos, “El lirio es sinónimo de blancura y, en consecuencia, de pureza, inocencia y virginidad”. No significa que un lirio negro sea todo lo contrario. El lirio negro quizás alude a la tristeza, a la pesadumbre, al desencanto, a la ausencia del color. El mencionado diccionario también señala que “El lirio de los valles está relacionado con el árbol de la vida plantado en el paraíso”.

Leyendo el poemario de Joiner Bernavil: Lirios negros, he deambulado gustosamente por un laberinto de sentimientos, como si al recorrer sus párrafos, sus páginas, entrara no solo a la mente, no solo a la psique de un poeta, sino también a ese espacio que hay entre el cerebro y el pecho, generalmente llamado corazón, porque el corazón es la máquina que bombea el combustible de las emociones y, al parecer, también se presenta como un canto en los sueños. Un canto nocturno. Esperanzarse por la noche y sufrir la noche.

Joiner es un poeta que avanza por sus caminos sin perder detalles de lo que sus sentidos necesitan percibir. La naturaleza poderosa que bulle afuera con sonidos, colores, olores y mensajes nunca desgastados, entra como una premonición en su alma, lo llena de temores y bellezas, de vuelos y caídas. Y el poeta sobrevive transformando en frases todo lo que recibe. Entonces pasa a la etapa de compartir sus poemas y todo lo que han logrado guardar en recipientes no exentos de dulzura.

Paul Valéry escribió esto: “Lo que vale solo para nosotros no vale nada. Es la ley de la Literatura”.

Contiene tanta verdad que hasta podría ser una ley, una norma. Y, sin embargo, existe el margen de pensar en algo contrario: lo que puede valer para los demás quizás carezca de valor para nosotros.

El libro Lirios negros, que ha concebido Joiner Bernavil en este tiempo, abre una puerta de frescura desolada, de sensaciones que rebotan entre la tristeza y la fuerza vital de una estética cotidiana, de hombre joven haciendo equilibrios en las fronteras procelosas del amor.

Joiner Bernavil es poeta y es editor. En sus constantes quehaceres generosos, difunde libros de otros y libros suyos. Difunde sobriamente la poesía. Y busca de un modo permanente la máxima expresión que su existencia anhela.

Este poemario titulado Lirios negros es un libro que marcará el inicio de una nueva etapa en la escritura de Bernavil. La estancia en otra parte, el desarraigo que le hace amar a solas y callado su Maracaibo ardiente.

La poesía de Joiner Bernavil contenida en esta obra exige lectura y relectura, musitando las frases como si el alma tuviera idioma y boca para leer cada uno de sus versos.

7 Poemas del quinto libro de Joiner Bernavil, Lirios Negros

Duermen los pájaros en tu ausencia,

solo despiertan cuando escuchan mi llanto.

Llama de silencio interminable,

que, con el tiempo, propaga las nostalgias

como un gran incendio en medio de la nada, en el ser.

 El fuego roza la pulcritud de las nubes.

  • * * *

Así se vive en el espino, sin raíz, flotando en el río.

No pueden verse los dos mundos,

él desea que se detenga, las colinas en el fondo, viento de la tarde,

en algún momento se hundirá y será algo escondido,

extraviado,

podrá descansar mientras los lirios inalcanzables

crecen desde el interior,

sus ojos en perspectiva,

presencian el color carmín del corazón

que ha caído por la ventana.

     * * *

¿Quieres ir al bosque?

Hay un alma salvaje,

está de pie debajo del abedul. Forzando la luz hacia su interior,

signos de ausencias, surcos de luz amarilla,

hasta el crepúsculo que atraviesa la ventana para iluminarla,

y de pronto: la luz blanca.

Oscura mirada, detrás de ella la soledad, la describe una sombra,

el calor de sus manos se ha ido.

Logra ser millones de hojas que pasean por la vida

hasta convertirse en pasado.

     * * *

El pino está creciendo como hundiendo

 sus raíces detrás de la cerca, en un espacio cerrado,

encharcado con la soledad.

Frente al paisaje se yergue un cielo

que avanza con el tiempo,

y a unos metros se alcanza a ver el atardecer,

va soltando las palabras sin contar que desde mi postura de observador

el corazón se me pierde

en el instante que un pájaro trina,

se convierte en la voz de la tarde

y la noche es los ojos que se cierran.

     * * *

No te diré lo que escribo, mi voz conoce al silencio,

flores violetas que trazan el camino

hacia las heridas que aparecen entre estas cuatro

paredes, yo me entrego a la música en el tristísimo momento,

pero no te diré nada.

     * * *

Los pasos se alejan de una planta pisada

que recién descubre la hostilidad del mundo,

pero crece con el sol y llega a la ventana sobre la lisa

superficie de la pared blanca.

El hombre piensa en cortarla,

deja de existir después de un atardecer.

      * * *

Un pedazo de cielo incrustado

en las ramas finas del árbol, se sostienen algunos pájaros del tamaño de la luna.

Los cinco seres pasan

de un lado al otro del astro, se tambalean los tajos

que a veces acaricia el viento.

Editora: Carmen Cristina Wolf 

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