María Luisa Escobar. Su significado en la cultura venezolana
Por Carmen Cristina Wolf
A la venezolana María Luisa Escobar se la recuerda por su talento como compositora, pianista, investigadora, fundadora del Ateneo de Caracas y de la Asociación Venezolana de Autores y Compositores. La tenemos presente por su condición humana generosa, siempre dispuesta a apoyar a sus amigos y a los artistas para dar a conocer su obra e interpretaciones en el país. Quienes la conocieron la recuerdan por su personalidad descollante, férrea voluntad, belleza en sus obras como compositora y por su apoyo a la cultura.
Ella es mi abuela, muy joven contrajo matrimonio con mi abuelo Federico Wolf y tuvieron tres hijos, el mayor fue mi padre, Waldemar Wolf González. Aprendí de ella su amor por la música, su entrega al estudio de la cultura venezolana en todas sus manifestaciones.
Puede afirmarse que una de las personas más conocidas en el mundo musical venezolano es María Luisa Escobar. Y ha sido sobre todo por el éxito de algunas de sus composiciones que se dieron a conocer internacionalmente y fueron interpretadas por cantantes de reconocida trayectoria. Sin embargo, como escribió Mariantonia Palacios en su libro “María Luisa Escobar: un nombre escrito en nuestra historia”, se ha escrito poco acerca de su obra como promotora cultural, sobre sus investigaciones de la cultura indígena venezolana y “sobre el papel fundamental que desempeñó como luchadora por los derechos de la mujer y en defensa del gremio de artistas.” Ella fue “una de las figuras más extraordinarias en el proceso de culturización de Venezuela”, tal como escribió su amiga y colaboradora Mercedes Carvajal de Arocha (conocida como Lucila Palacios). Por eso, como homenaje póstumo, el diario El Universal del 16 de mayo de 1985, publica un artículo en su honor titulado: “María Luisa Escobar, nombre inscrito en nuestra historia”, que inspiró el título del libro de la investigadora y músico Mariantonia Palacios.
Infancia y primeros años. María Luisa González Gragirena, cuyo nombre artístico es María Luisa Escobar, nació en Valencia el 5 de diciembre de 1896. Enrique González Olivo y María Gragirena Mijares, sus padres, sembraron en ella la afición por la música. Desde jovencita, su carácter voluntarioso la llevaba a lograr lo que se proponía. A los cinco años fue inscrita en el Colegio de Lourdes de las Hermanas Francesas en Valencia, donde estudió piano con las monjas tarbesianas. Luego sus padres viajan a Curazao e inscriben a María Luisa en el Colegio Welgelegen Habay. Estudió piano, violín, armonía y composición, también pintura, literatura, inglés, francés, todo lo que una señorita de su época debía aprender. Al graduarse de bachillerato viajó a París, donde perfeccionó sus estudios de piano y composición como alumna del profesor Roger Ducasse. Regresa a Valencia y según escribe Mariantonia Palacios, “ingresa a la agrupación que dirigía Rafael Romero, padre de Aldemaro Romero, destacado compositor de canciones que llegaron a ser muy conocidas en su tiempo y director de orquestas populares que amenizaban bailes y musicalizaban las películas mudas en Valencia.”
Contrajo matrimonio con Federico Wolf en 1918, joven empresario alemán radicado en Puerto Cabello, de quien se divorcia a los pocos años. De esta unión nacen tres hijos: Waldemar, Irma e Iván. Luego conoció a José Antonio Escobar Saluzzo (1887-1970), violinista integrante del Cuarteto “Ríos”. De su segundo matrimonio nació su cuarto hijo, José Antonio (Toney).
Fundación del Ateneo de Caracas. María Luisa Escobar fue un personaje descollante en la vida cultural venezolana. Lo evidencia su destacado papel al frente del Ateneo de Caracas, institución de la cual fue fundadora. El libro de Mariantonia Palacios relata: “En la Caracas de finales del siglo XIX y las décadas iniciales del siglo XX, las familias de los sectores privilegiados de la sociedad venezolana se reunían en sus casas para escuchar e interpretar piezas musicales, comentar sobre asuntos históricos y de actualidad o bien leer ensayos o poemas. Estas reuniones van adquiriendo regularidad con el tiempo, lo que da paso al surgimiento de instituciones que permiten su expansión fuera del ámbito de los salones. Este es el caso del Ateneo de Caracas, que surge a partir de las reuniones que se hacían en la residencia de María Luisa Escobar.” En la dictadura de Juan Vicente Gómez las únicas iniciativas permitidas eran las actividades culturales, y las mujeres eran sus promotoras principales. Un grupo de damas de la sociedad venezolana, entre quienes se encontraban María Luisa Escobar, Cachi de Corao, Emma Silveira, Ana Cristina Medina Jiménez, Eva Mondolfi y la poeta Luisa del Valle Silva, deciden crear un “centro de cultura, arte y ciencias”. La pianista Eva Mondolfi de Del Monte propone el nombre de Ateneo de Caracas. “El General Vicencio Pérez Soto gestiona la consecución de una casa destinada en forma exclusiva para servir de sede al Ateneo, ubicada en la esquina de Marrón a Cují N° 43 de la Avenida Este del centro de Caracas. María Luisa Escobar y Cachi de Corao corren con los gastos de instalación y arreglo del local.” El Ateneo se instala el 8 de agosto de 1931. Se escucha una disertación de la poeta Luisa del Valle Silva sobre la importancia de la cultura en el país y acerca del trato del que es objeto la mujer en general. Se ofrece un concierto del cuarteto “Ríos” integrado por Pedro Antonio Ríos Reina como primer violín, José Antonio Escobar Saluzzo (esposo de María Luisa Escobar) como segundo violín, Oscar Brunwald en la viola y Renato Bellaci en el cello. Los padrinos de este acto fueron Pedro Antonio Ríos Reina y Eva Monfolfi. El Ateneo de Caracas será desde entonces el primer centro de promoción cultural del país. La prensa de la época recogió el evento y fue transmitido a todos los radioescuchas de la capital, lo que demuestra la importancia que la sociedad caraqueña le dio a la creación de esta institución.
La primera junta directiva del Ateneo de Caracas estuvo conformada así: Presidenta, María Luisa de Escobar, compositora; María Irazabal y Eva Mondolfi, pianistas; Ana Cristina Medina Jiménez, calígrafa; María Luisa Velasco, pianista y pintora; Luisa del Valle Silva, escritora y poeta; Cachi de Corao, poeta; Mary Espinoza y Ana Teresa Planchart; Emma Silveira, profesora de canto y pianista. Se observa la mayoría femenina y hay preponderancia de músicos y escritores entre los asiduos. Los eventos literario-musicales prevalecerán como actividades principales en los primeros tiempos con la invitación a compositores, escritores o conferencistas. Las cualidades artísticas de los miembros de esta primera junta son destacadas por la prensa capitalina. María Luisa Escobar presidió el Ateneo durante once años por reelección consecutiva, hasta que en 1942 la institución se muda a la casa natal de Andrés Bello, situada en la esquina de las Mercedes, parroquia Altagracia. A partir de ese momento, la gran actriz Anna Julia Rojas, quien había sido vicepresidenta por cinco años, toma las riendas del Ateneo. Mientras, María Luisa viaja a Bogotá, donde permanece durante un año desarrollando una intensa actividad artística.
Durante el tiempo en que María Luisa fue presidente del Ateneo de Caracas, el movimiento cultural del país giró en torno a la institución, que fue el lugar de reunión de pintores, escritores, músicos, escultores, poetas, compositores, actores, directores, bailarines, conferencistas, historiadores venezolanos y los invitados internacionales que visitaban el país. Entre las actividades promovidas por el Ateneo durante esa época, tres merecen ser destacadas. La Fiesta del Cuatro, organizada en 1933, la participación de Andrés Eloy Blanco en el Homenaje a las Mujeres de América en 1934 y el ciclo de Conferencias Venezolanistas realizado en 1940. Se desarrolla el interés de María Luisa Escobar por las expresiones folklóricas de nuestro país, que se recoge en su obra como compositora e investigadora musical. En el homenaje a las Mujeres de América se observa su insistencia en la defensa de los derechos civiles e individuales de la mujer venezolana, situación que la llevó a propiciar la Agrupación Cultural Femenina (ACF) y la Asociación Venezolana de Mujeres (AVM). Se invita a conferencias sobre temas relacionados con la mujer y se lleva a efecto el I Congreso Venezolano de Mujeres en 1940.
El Ateneo de Caracas fue también sede de movimientos de resistencia ante la dictadura. Allí se reunían los “reformadores del sistema”. El 14 de febrero de 1936 se creó la Junta Patriótica Femenina. El 24 de marzo se recibió con honores a Rómulo Gallegos, quien regresaba de su exilio político, con un acto literario y musical donde participaron los escritores Lucila Palacios, Julián Padrón, J. M. Ferrer, Antonio Arráiz y Clara Vivas Briceño. María Luisa Escobar impulsó además la creación de instituciones similares en otras ciudades del país, incluyendo Valencia, su ciudad natal. Allí colabora con la escritora María Clemencia Camarán en la fundación del Ateneo de Valencia. El día 25 de febrero de 1936 fue fundado y como homenaje por el apoyo brindado, la sala de conciertos lleva su nombre desde 1987.
Su música. A los seis años María Luisa Escobar compuso su primera canción que tituló “Blanca, la niña Angélica”, y a los dieciséis años compone su primer ensayo de teatro musical, en colaboración con el compositor Juan Vicente Lecuna y la poeta Olga Capriles. Fue una comedia musical con libreto de esta última. Maríantonia Palacios señala que su obra abarca varios géneros instrumentales y ballet. Fue precursora del teatro musical en Venezuela. Escribió obras que fueron presentadas en el Teatro Municipal de Caracas. En 1941 estrenó “Orquídeas azules”, sinfonía ballet en tres actos sobre una leyenda de las selvas de Guayana con libreto de Lucila Palacios. Obtuvo mucho éxito y fue representada durante varios meses en Caracas. En 1942 se presenta en el Teatro Colón de Bogotá. Casto Fulgencio López publicó el 21 de marzo de 1941 en El Universal a propósito de su estreno: “María Luisa Escobar ha puesto armonía al hermoso cuento-poema de Lucila Palacios. La interpretación de Orquídeas azules en el Teatro Municipal. Ha archivado en nuestro subconsciente una nueva sensación artística –inocente y lejana- hermana de las maravillosas reminiscencias de los Cuentos de Grimm, de Perrault y del viaje encantado de los niños de Maeterlinck en la busca infructuosa del pájaro azul. (…) Y se hizo el milagro de la primera obra lírica nacional con todos los atributos universales de propiedad en el libreto, en la partitura y en la escenificación”.
Lucila Palacios en su libro Espejo Rodante, afirma que esta fue la obra de teatro lírico más conocida de María Luisa. Para ella, las razones de su éxito radicaban en el tema (una leyenda indígena) y en la calidad de la música. La obra tuvo trascendencia internacional, al extremo de que La Comisión de Asuntos Americanos, creada en los Estados Unidos con el fin de fomentar la amistad con los países latinoamericanos, la recomendó a Walt Disney para que hiciera una película. Lucila Palacios afirma que el proyecto no se materializó debido al estallido de la Guerra Mundial, evento que requirió de los servicios de Disney para la producción de documentales de guerra. En 1945 estrenó en el Teatro Municipal la fantasía musical “Blanca Nieves y los siete enanos”, comedia en dos actos con libreto de Graciela Rincón Calcaño y escenografía de Carlos Salas, también con mucho éxito. En 1960 se inauguró en el Teatro Municipal un festival infantil. En el programa presentado el 17 de enero figuraban dos obras: “La cajita de música”, una fantasía musical con fragmentos de Schumann, Poldini, Rameau, Lladow, Waldteufel y María Luisa Escobar; y “La Cenicienta”, una comedia musical en 3 actos basada en el cuento de Charles Perrault con música de María Luisa Escobar. Fue un éxito rotundo. Escribió otras obras como “La princesa Girasol”, “Las siete lunas”, “Colegio de señoritas”; “Guaicaipuro”, sinfonía ballet en un acto y tres cuadros que exalta la memoria del cacique compuesta en 1951 y presentada con motivo de los III Juegos Deportivos Bolivarianos, “Cruz de mayo” (1954), “Las cinco águilas blancas”, sobre una leyenda indígena merideña que escribió Tulio Febres Cordero; “Ruptura de relaciones”; tres coreo-dramas musicales compuestos en 1960; “Upata”, basado en un relato de Celestino Peraza sobre el cacique guayanés, “Tiuna”, cacique caribe de la tribu de los Caracas, y “Murachí”, cacique de la Sierra Nevada; “Canaima”(1964), la leyenda de la Laguna; “Tibaire”, basado en la leyenda de la fundación de la ciudad de Valencia y “Arichuna”, ballet en torno a la figura del cacique del estado Lara.
El piano fue el instrumento preferido de María Luisa. Para piano compuso los siguientes valses: “Luna de Camoruco”, “Sueños de Bolívar”, “Caracas romántica”, “La luz de mi ciudad”, dedicado a Antonio José de Sucre, “Noche de Luna en Altamira”, “Caracas va hacia el mar”, “Cundiamor”. La obra más conocida es su “Concierto Sentimental”, composición de 1948 en dos movimientos para piano y orquesta, el cual fue interpretado por María Luisa en Caracas, Buenos Aires y Nueva York (en esta ciudad, con la Orquesta de Conciertos de la Columbia Broadcasting System bajo la dirección de Alfredo Antonini en 1949). Reconocidas pianistas venezolanas también han interpretado esta obra con gran éxito: Rose Marie Sader (Gran Orquesta de Conciertos bajo la batuta de Pedro Antonio Ríos Reyna en Caracas, 1969 y en Polonia con la Orquesta Sinfónica de Czestochowa bajo la dirección de Zygmunt Szczepanski en 1970) y Guiomar Narváez con la Gran Orquesta de Conciertos conducida por Pedro Antonio Río Reyna en Maracay, 1970.
María Luisa Escobar compuso canciones y boleros que la proyectaron internacionalmente. Entre ellos destacan: «Caribe», tema de presentación de Radio Caracas durante muchos años, “Rosas de fuego”, “Tonada llanera”, «Contigo», «Mi general Bolívar», «La despedida», «Carnaval de candela» (texto de Alberto Arvelo Torrealba), «Siempre». También los pregones “Naranjas de Valencia”, “Rosas y claveles” y “Gardenias”. Algunas de estas canciones están recogidas en el Album Canciones sentimentales, Ediciones Musicales Arco, Caracas, Venezuela; “No puedo olvidarte”, “Yo sé que volverás”. “Fascinación”, “Súplica”, “La espera”, “Todo azul”, «Canción del marinero», «Canción del aviador”, “Campanitas de pascua”, “Ven sin que te detengas”. Y su canción más conocida “Desesperanza” (1949), reconocida como «canción del año» en 1950. Esta última obra ha sido grabada por muchos cantantes, pero fue el tenor de Venezuela, Alfredo Sadel, quien la hizo famosa. Dona Répole, en un artículo publicado en el diario El Mundo poco después de su muerte, cuenta una anécdota que refiere la grabación de ese éxito. Escribió que en el año 48 María Luisa escuchó en la radio la voz de Alfredo Sadel. Encantada con el timbre, lo busca para ofrecerle su canción “Desesperanza”. Así inicia el trabajo conjunto de los dos artistas y Sadel pasa a ser el intérprete masculino favorito de la compositora, quien financia algunas de sus grabaciones y lo recomienda al maestro Ríos Reyna para que grabe su primer LP, Diamante Negro. María Luisa también escribió música de cámara. Resalta su producción para violín y piano: “Petite Suite” (sobre temas folclóricos venezolanos), “Barcarola “ y “El pájaro de los siete colores”.
La canción “Desesperanza” ha sido interpretada por destacados intérpretes, como Aquiles Machado, Serenata Guayanesa, Ilan Chester, Josué Hernández y otros reconocidos cantantes.
Comunicadora social. María Luisa trabaja en la radio a partir de 1940, en varios programas como La caja de juguetes, de corte infantil. Mariantonia Palacios escribe que la gran pianista Guiomar Narváez “recuerda que en ese programa, donde eventualmente también participaba su madre, la soprano Lucía Malavé de Narváez, se hacía un concurso en el cual los niños debían enviar sus dibujos a la emisora. El que resultaba ganador, se llevaba una caja de chocolates.” Guiomar también recuerda que había otro programa producido por María Luisa Escobar donde interpretaba música en vivo. El nombre de María Luisa Escobar estará siempre ligado a la radio a través de los cantantes que interpretaron y grabaron sus canciones. Entre 1939 y 1943, fue designada, junto a Vicente Emilio Sojo y otras personalidades artísticas, para conformar el jurado de selección en la Junta Nacional de Programación de Radiodifusión. Escribió artículos en importantes revistas y diarios sobre personajes del mundo artístico, muchas veces bajo el pseudónimo “Doña Sol”. En 1944 fue designada jefe de prensa de la Cámara del Senado.
María Luisa Escobar desarrolló una intensa carrera artística, participó en numerosos eventos como pianista, cantante o compositora. Dictaba conferencias internacionales como representante del Ateneo o de la Asociación Venezolana de Autores y Compositores.
En 1937 es invitada a París para participar en el Congreso de Audiciones Musicales para la Juventud. Allí ofrece un recital con sus obras para canto y piano. Ese mismo año viaja a Estados Unidos y ofrece recitales y conferencias en varias ciudades. En 1949 va a Nueva York como emisaria del gobierno venezolano. Allí presenta sus obras en varios conciertos acompañando a la reconocida soprano venezolana Fedora Alemán. También interpreta como solista su “Concierto sentimental”. En 1951 representa a Venezuela en la Primera Conferencia Interamericana de Música que tuvo lugar en la ciudad de Miami, donde nuevamente, además de dictar varias conferencias, ofrece un recital de sus obras acompañando a Fedora Alemán. En 1955 graba como pianista un LP con Billo Frómeta del frente de una orquesta conformada por miembros de la Orquesta Sinfónica Venezuela. El disco se titula «Concierto venezolano.
Gutiérrez.
Se le otorgó el Premio Nacional de Música (1985) por su larga trayectoria creadora y por sus composiciones de música venezolana. Jurados: Abraham, Abreu, Sauce, Fedora, Serrano, Andrés Sandoval, Eduardo Marturet, Guiomar Narváez, Frank Hernández, Marina Urguelles.
El final de una carrera. María Luisa Escobar falleció en Caracas el día 14 de mayo de 1985 después de haber cosechado laureles como compositora, intérprete y promotora cultural. Su obra deja huella en el mundo cultural venezolano. Para nuestra familia es un orgullo su labor incansable y manifestamos profundo agradecimiento a la pianista e investigadora Mariantonia Palacios por haber escrito el libro “María Luisa Escobar: un nombre escrito en nuestra historia”, publicado en 2008. Y a SACVEN por su hermosa publicación y homenaje.
#marialuisaescobar #musicavenezolana
#carmencristinawolf @carmencristinawolf