DE MÚSICA, POESÍA Y CERCANÍAS
En el libro Religare, el poeta y pianista canario Fermín Higuera ha titulado la primera parte del mismo: Del Arte de Tocar el Piano, anunciando que el proceso del pianista por encontrar la resonancia que exprese la melodía, se asemeja al impulso del poeta por encontrar lo que resuena en su alma para expresarlo en versos. Describe desde la belleza, el proceso mediante el cual los dedos, al deslizarse sobre las teclas blancas y negras de ese espejo negro que es el piano, muestra su propio resplandor. Él como concertista de renombre internacional conoce el poder seductor de sus cadencias, entona entonces en estas páginas su canción, con la certeza humilde de que nada somos, de que nada nos pertenece, pero que el aprendizaje y la práctica de años lo ungirán una vez más, para apropiarse de una parte de la sonata del universo. Lo explica en el lenguaje profundo de estos versos: Solo has de aceptar la canción / que buenamente se te entregue / ni siquiera la necesitas pero la amas.
La seducción de la música fascina a todas las personas que se permiten vibrar en la frecuencia de unas notas que expresen la sed de horizontes / que iguale la llanura y los obstáculos / la playa y los desfiladeros / en una melodía. Los arpegios comunican el sentir del compositor, del ejecutante a ese oyente anónimo, arrastrándolo en una comunión de almas que redime por instantes el vacío de la soledad que nos aísla y nos separa. Higuera entona en estos versos con sílabas, no con notas, pero con igual pasión, un himno que habla del dilatado viaje hacia nosotros mismos, declara con certeza que es larga la vigilia / de aprender a reconocerse, pero sobre todo para trascender en la libertad de la iluminación interior.
El poeta como sacerdote de la tribu traduce en sus palabras, el eco del gozo y del dolor presente en el ser humano. Porque sufre la contradicción entre el espíritu que vuela en la levedad de aves migratorios, y su naturaleza física que lo arrastra a las simas del cieno que la conforma. Su voz afinada celebra el tránsito por los días desde la luz transparente del amanecer hasta las nubes ensangrentadas del ocaso. Confiesa en sus memorias de infancia como la ternura maternal lo empujó hacia el instrumento amado aunque ella en su niñez no había tenido la misma oportunidad.
En este poemario hay un canto de amor, el arte como artificio para abrirnos al otro, para buscar la magia de las tonadas que hechizarán, el que habrá de tocar nuestro cuerpo en el arco del abrazo, para ser cruz del sentir que fluye y nos borra. Sólo el acto de amar hace desaparecer la amenaza de la muerte, disuelve el ego que dimensiona la materia, para disfrutar de la nada del ser junto al amado. Siguiendo la metáfora de la música sostenida a través del poemario, reflexiona sobre propósitos de gran hondura: Todo sea para oír lo inaudible / para tocar lo impalpable. Estos poemas poseen una cadencia líquida, de aguas bautismales que conmueven por el fluir sonoro del piano que es un faro / que atrae hacia la luz / los seres extraviados.
La segunda parte del libro Higuera la ha nombrado: Esbozos para un concierto de piano solo. Es la celebración de las sinfonías que ha amado en su experiencia como concertista. Está escrita en una prosa lírica en la que se agolpan las imágenes de gran belleza, en una profusión delirante y surrealista. Nos movemos en las cercanías como las sierpes en las aguas densas. Se leen estos poemas con la emoción de quien siente el concierto en la piel del corazón. Las frases brillan y se apagan como juegos pirotécnicos, sobre el oscuro de la imaginación. Menciono algunas para compartir el sentimiento: como el palacio que se construye con lo etéreo de los sonidos, silencios ensimismados, orfebrería del fuego, como los acuerdos entre campanas y petirrojos, hilar los acordes de los árboles. Y todo este ejercicio poético lo hace para tornar diáfano las huestes pétreas de lo negro.
Terminan estas páginas recordando algunas piezas clásicas de grandes compositores. Cito una muy especial en mi experiencia personal. Preludio nº 14 Op 28 de Chopin. Dice así: Una fidelidad oscura / que me obliga a atarme al lastre en el naufragio. La conjunción de músicas, del poema y de la sinfonía se expresan, en el poemario de Fermín Higuera con la maestría, de quien la ha conseguido con disciplina y talento. Se aprecia en el tejido profundo del lenguaje la sabiduría del mensaje, donde la verdad y la belleza han pactado con las palabras. En el ritmo diáfano de los versos se presiente el secreto que los dioses conceden a los nacidos para ser juglares. Poesía con un caudal inmenso de seducción.
Lidia Salas.
Caracas, 21 de junio del 2023
Lidia Salas, poeta, ensayista, nació en la ciudad de Barranquilla, Colombia. Es colombo-venezolana. Licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad del Atlántico. Forma parte de la Junta Directiva del Círculo de Escritores de Venezuela. Con amplia obra poética publicada, premios y reconocimientos.