LA CIUDAD Y LOS ESCRITORES
Por José Pulido
Un conocido poema de Kavafis dice:
“No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas
calles. Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo”.
Cada ciudadano crea con su huella una partícula de ciudad. El ciudadano construye la ciudad; inclusive el ciudadano que jamás coloca un ladrillo, o una piedra, un cable o un tubo: todos los habitantes van haciendo la ciudad según sus intereses y sus ignorancias, sus conocimientos y sus sentimientos.
Y al mismo tiempo, la ciudad va procreando los ciudadanos que necesita para descomponerse o embellecerse, para sublimarse o envilecerse.
Hay paisajes en la ciudad que pueden marcar para siempre una vida o muchas vidas. Cada paisaje urbano contiene otro paisaje y dentro de ese otro paisaje anidan los espacios que usa el alma para ejercer la nostalgia o el ensimismamiento. He ahí los paisajes de la memoria, manifestándose en los sueños de los seres que disfrutan y padecen los laberintos de la urbe.
¿Cómo influye la ciudad en el conductor de autobús? Hace que coloque en su vehículo un enorme anuncio de su fe, la imagen de una virgen, un santo o cualquier deidad milagrera, sin que esto le impida detestar a los ancianos porque se mueven lentamente y no pagan pasaje.
Todo eso y más, hacen que la ciudad a su vez sea un caos en lo metafísico, en lo amoroso, en lo auditivo, en lo visual. Pero ese caos es lo que genera situaciones de asombro que pueden constituirse en obra de arte y en historia. En literatura, poesía, teatro, cine o danza. Creaciones que sirven en todo caso para enaltecer la espera. Porque como ya lo dijo Jorge Luis Borges hay que ensayar el futuro ¿y cómo se ensaya el futuro? Pues con la esperanza.
Escritores que vivieron en Venezuela
Algunos destacados escritores de otros países vivieron mucho o poco tiempo en Caracas y escribieron una o varias obras en este lugar. ¿Cómo influyó en ellos la ciudad? Seguramente eso equivale a hurgar más minuciosamente en sus textos, pero sin duda alguna debe haber algo en sus escritos que refleje el tiempo vivido en estas calles y en estos cuartos amparados por el Ávila.
En el año 1894 se estableció en Caracas el poeta José Asunción Silva como Secretario de la Legación de Colombia en Venezuela. Y aunque su estadía fue de pocos meses, resultaron tan intensos que se dedicó a escribir una novela titulada “Amor”, regresó antes de tiempo a Bogotá y se dio un tiro en el corazón.
José Asunción Silva decía que El Cojo Ilustrado era “Un periodicazo mensual donde escriben los mejores”. El Cojo Ilustrado, dirigido por Herrera Irigoyen, anunció que publicaría los cuentos negros de José Asunción Silva y una novela que titularía “Amor”. El poeta se encerró a escribir la novela, pero de repente sintió deseos de ir a Bogotá. Entonces su barco naufragó y después de eso, ocurrió el suicidio.
Caracas le había dado muchas alegrías. A Emilio Cuervo Márquez le confesó: “Aquí me han recibido como no merezco; no sé cómo hacer para devolver atenciones y bondades y fiestas. El país va bien, rebosa de oro, tiene el sentimiento del arte y adora la buena literatura. En Bogotá hay muchos que creen lo contrario en lo referente a los dos últimos párrafos; pues bien, están equivocados de medio a medio”.
En Venezuela vivieron y trabajaron Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Manuel Mejía Vallejo, Manuel Puig, Plinio Apuleyo Mendoza, Alfredo Pérez Alencart, José López Rueda, Tomás Eloy Martínez, Isabel Allende entre otros.
Su estancia en Venezuela le aportó más conocimientos a Carpentier sobre la lengua castellana enriquecida y divinamente atormentada por el Nuevo Mundo; le destapó más claridad respecto a las maravillas del trópico; le suministró los nombres de las cosas olvidadas, silvestres, diminutas y clandestinas; le hizo comprender al detalle la presencia del barroco en lugares que fueron puertos donde se mercadeaba la modernidad, como Ciudad Bolívar, que alguna vez vio pasar barcos de vapor similares a los que recorrían el Mississippi.
Venezuela le proporcionó a Carpentier un ambiente idóneo para desarrollar varias de sus obras. Según ha escrito el profesor Alexis Márquez Rodríguez:
“Residenciarse en Caracas, contratado para un trabajo publicitario que él dominaba como pocos, bien remunerado y en compañía de un equipo en que figuraban varios intelectuales, entre ellos jóvenes escritores y artistas en ciernes, le proporcionó a Carpentier algo que siempre había buscado afanosamente: tiempo y tranquilidad para emprender la obra literaria que, por vocación y por responsabilidad ciudadana, se sentía obligado a realizar”.
Alejo Carpentier vivió durante catorce años en Venezuela, junto con su esposa Lilia. Fue contratado inicialmente por su amigo Carlos Eduardo Frías para trabajar en la agencia pionera ARS Publicidad. También escribía en El Nacional sobre libros y música. Le gustaba caminar y se iba desde el lugar donde quedaba la agencia publicitaria hasta el periódico. Allí se encontraba con otro de sus amigos: Miguel Otero Silva.
Varias de sus novelas fueron escritas en Caracas. Después regresó a Cuba donde ejerció funciones diplomáticas para el gobierno cubano.
Mejía Vallejo
Manuel Mejía Vallejo, el narrador colombiano, trabajó en Maracaibo desde 1950 hasta 1952. Se ganó el concurso de cuentos de El Nacional de Venezuela y el concurso de cuentos de El Nacional de México. Fue el primer latinoamericano que ganó el Premio Nadal y muchos años después de eso obtuvo el Premio Rómulo Gallegos con su novela La casa de las dos palmas. Era periodista. Trabajó como redactor de planta del diario Panorama de Occidente, en Maracaibo. El gobierno de Pérez Jiménez lo expulsó por sus editoriales. En Maracaibo se sintió tan a sus anchas que escribió sus cuentos más reconocidos y premiados.
García Márquez
En 1957 Gabriel García Márquez estaba en París, sin trabajo y sin dinero. Su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, era jefe de redacción de la revista Élite de Caracas y le pidió varios trabajos para la publicación caraqueña. Luego Plinio Apuleyo Mendoza le consiguió trabajo en la revista Momento; Trabajó en Venezuela durante los últimos tiempos de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez escribiendo crónicas inolvidables.
En marzo de 1958 viajó a Barranquilla para contraer matrimonio con Mercedes Barcha. En mayo de ese mismo año apareció El coronel no tiene quien le escriba, en la revista Mito de Bogotá. El Gabo también trabajó en las revistas Élite y Venezuela Gráfica. Abandonó su colaboración en la revista Momento porque estaba escribiendo Los funerales de la Mamá Grande.
El Gabo es el más venezolano de los escritores colombianos y aunque tuvo tiempos mejores en otros lugares, nunca dejó de recordar su paso por Caracas. El otoño del patriarca su obra maestra incomprendida, revela lo que fue una marca existencial para él. En una reseña biográfica lo señalaron: “Aunque su actividad periodística en Venezuela es muy intensa, García Márquez no abandona el quehacer literario: escribiendo sólo los domingos, redactó casi todos los cuentos de Los funerales de la Mama Grande”.
Según Plinio Apuleyo Mendoza, uno de sus mejores amigos, la caída del dictador venezolano fue el germen de «El otoño del patriarca».
William Faulkner y Juan Rulfo
En una ocasión vino invitado a la hacienda de un amigo, el escritor William Faulkner. Estuvo en Caracas. Se reunió con los escritores agremiados. No sé mucho sobre esa visita, pero Faulkner es uno de mis escritores preferidos. Sí conocí a Isabel Allende, y a Manuel Puig, también a Tomás Eloy Martínez. Y tuve el privilegio de ser amigo de Manuel Mejía Vallejo, quien se quedaba en nuestra casa cuando visitaba Caracas. Manuel Puig era un ser humano extraordinario. Estuvo poco tiempo en Venezuela porque no le ofrecieron un empleo que le sirviera para escribir con tranquilidad.
Juan Rulfo vino una sola vez y no sintió ningún deseo de quedarse en Caracas. Lo atracaron por los lados de Parque Central y lo golpearon con tanta saña que al día siguiente parecía un boxeador que ha perdido la pelea.
Sobre Rulfo sí puedo decir, con toda certeza, que esta urbe intensa y atropelladora lo marcó para siempre. Fue una vergüenza para el gentilicio. Porque en vez de golpear a ese señor han debido leerlo.
José Pulido. Poeta, escritor y periodista venezolano, nació en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. Actualmente vive en Génova, ciudad de Italia. Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996.
En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.
Obtuvo el segundo premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.
¡ECCELENTE! Merecido reconocimiento al maestro y amigo poeta José Pulido. Gracias, Círculo de Autores de Venezuela.