BATTUTE D’ARRESTO de Julio Pavanetti Gutiérrez es el reciente poemario publicado en Italia por el poeta español, durante veinte años director del Liceo Poético di Benidorm, divulgador cultural, así como promotor de luchas sociales que en el signo de la poesía tienen como objetivo profundizar y despertar la conciencia crítica frente a las injusticias del presente. Es Miembro Honorario y Correspondiente del Círculo de Escritores de Venezuela. «Battute d’arresto», publicado en Italia por la editorial de Comporre Edizioni con prólogo de Claudia Piccinno, traducciones de Daniela Sannipoli, Laura Garavaglia, Carla Zancanaro y del propio autor, con imágenes de Carlos Naos Beltrán. «Aparece como una suerte de testamento espiritual del autor que realiza una autoselección de textos propios divididos en cuatro apartados. El primero está dominado por el sentimiento del duende, no es casualidad que los contratiempos tengan que ver con el latido de los ancestros, con el misterio que surge cuando se vislumbra una posibilidad de muerte. Son poemas nocturnos y magnéticos, lugares de diálogo íntimo lorquiano y goethiano.»
Ofrecemos una selección de sus poemas en español y en italiano.
HUBO UN TIEMPO
Hubo un tiempo de carne temblorosa,
sangre caliente y pieles erizadas,
de muslos prematuros,
de orgasmo apresurado.
Y dentro de esa furia disonante,
yo busqué correntadas río abajo
y navegué por pechos río arriba,
tripulando unas manos ávidas y aún torpes,
para adensarme en besos no ensayados.
Preludio de los días
latiendo protegidos
bajo cuerpos blindados,
de estrellas inflamadas
y de inocentes labios.
Cuando el tiempo dormía
con música de arroyo bajo el puente,
yo soñé atardeceres a tu lado
despojados de niebla,
y cuévanos de lluvia
resbalando en la seda de tu piel.
Y así llegaste, toda de repente,
en la noche escondida tras los pinos,
y resplandor de luna
descansando en el agua.
Con la complicidad de tres estrellas
vigilantes de todos nuestros pasos,
se rozaron las manos y los labios
con suavidad de espuma,
mientras crecía el cielo
en la honda ternura de tus ojos.
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EN UN VERSO
He querido escribir mis pensamientos,
plantear las preguntas que me inquietan,
denunciar atropellos e injusticias,
mostrar mi rebeldía ante el exceso,
mi rechazo absoluto al despotismo,
mi indignación tenaz frente al corrupto.
He querido expresar mis discrepancias,
filosofar, buscar luz en las sombras,
enfrentar las transiciones del cuerpo,
encontrarle respuestas a mis dudas.
He querido dejar sólo en un verso
–sabiendo que soy polvo y todo sobra–
un mensaje de amor para el futuro
antes de acomodarme en mi penumbra.
He querido, aguzando mi conciencia,
calcular la distancia entre la vida
y la muerte que cabe en un poeta,
pero hoy me mutilan el desánimo
y la vergüenza. Apenas tibia el sol
por detrás del cadalso de la tarde.
La aflicción es un charco que la sombra
agranda y que entorpece mi propósito
de búsqueda obstinada de un poema
que testimonie mi último deseo.
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TRÁNSITO
Alondra estremecida,
surcando túneles de ausencia,
ando en busca de los caminos
que el dolor no ha pisado.
Yo muerdo el tiempo
como hiciera el prudente Ulises,
con pasos cortos y graduales
que ya no resuenan con furia
sobre el asfalto de mi viaje a Ítaca.
Y no quiero recordar el fulgor
de las candelas apagadas
por las terribles tempestades,
yo prefiero acercarme a la luz cálida
de las que permanecen bien erguidas.
Con un pie en el infierno y otro en el paraíso,
me desplazo despacio, con el paso cansino,
entre monótonas garúas
que me resbalan por el alma,
igual que el eco en la montaña
busca su tránsito al silencio.
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VERGÜENZA
Ojalá los poetas pudiéramos cantarle siempre
a la luna, a los amaneceres románticos, a la paz,
al amor, llenando nuestros poemas
de palabras hermosas, pero…
Cuando la televisión nos devuelve imágenes
del horror de ataques impúdicos,
mientras los gobiernos asisten, impasibles,
a una nueva masacre de inocentes;
cuando entre los escombros
–que manan del corazón de los viejos muertos–
se abren las pupilas espantadas de los niños de hoy,
y brota la sangre en las mismas calles
donde antes corría la vida…
¿Cómo cantarle a la belleza?
¿Cómo escribir un poema de amor
cuando se siente vergüenza
de pertenecer al género humano?
Frente a la Primera Avenida,
a la altura de la calle 45,
los diplomáticos caminan de prisa,
nadie se atreve a mirar la obra de Karl F. Reutersward.
¿Será que al cañón del gran revólver
del calibre 45 lo han desanudado?
Los pueblos se han hecho oír
manifestándose por las calles del mundo
contra la barbarie asesina.
Los gobiernos se hacen los sordos y los mudos,
no sólo no escuchan los reclamos de su gente,
sino que delinquen con su silencio y su permisividad.
En este poema no hay tropos:
La luz de la luna es metralla brillante,
los amaneceres son de fuego real.
¿La paz? sólo sueño, esperanza remota
de los corazones que tiemblan de terror.
¿El amor? la desesperada búsqueda
de una madre que no encuentra a su hijo
entre los restos de una escuela bombardeada.
¿Cómo cantarle, pues, a los tópicos de la poesía?
© Julio Pavanetti
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C’ERA UN TEMPO
C’era un tempo di carne fremente,
di sangue caldo e pelle increspata,
di cosce premature,
d’orgasmo accelerato.
E all’interno di quella furia dissonante,
ho cercato corrente a valle
e ho navigato per seni a monte,
guidando mani
avide e ancora impacciate,
per addensarmi in baci mai provati.
Preludio dei giorni
che battevano protetti
sotto corpi corazzati,
di stelle infiammate
e labbra innocenti.
Quando il tempo dormiva
alla musica del fiume sotto il ponte,
Io ho sognato tramonti al tuo fianco
spogli di nebbia,
e borse di pioggia
scorrendo sulla seta della tua pelle.
E così sei arrivata, all’improvviso,
nella notte nascosta dietro i pini,
e un bagliore di luna
che riposava nell’acqua.
Con la complicità di tre stelle
che vegliavano su tutti i nostri passi,
si sfiorarono le mani e le labbra
con soffice bava,
mentre cresceva il cielo
nella profonda tenerezza dei tuoi occhi.
© Julio Pavanetti
Traduzione in lingua italiana a cura dell’autore / Rivista da Daniela Sannipoli
IN UN VERSO
Ho voluto scrivere i miei pensieri,
esporre le domande che mi inquietano,
denunciare oltraggi ed ingiustizie,
mostrare la mia disubbidienza davanti all’eccesso,
il mio rifiuto assoluto al dispotismo,
la mia indignazione tenace di fronte alla corruzione.
Ho voluto esprimere le mie divergenze,
filosofare, cercare luce nelle ombre,
affrontare le trasformazioni del corpo,
trovare risposte ai miei dubbi.
Ho voluto lasciare solo in un verso
– sapendo che sono polvere e tutto eccede –
un messaggio di amore per il futuro
prima di scomparire nella penombra.
Ho voluto, affinando la mia coscienza,
calcolare la distanza tra la vita e la morte
che è in un poeta, ma oggi
mi mutilano lo sconforto e la vergogna.
Il sole riscalda poco dietro il patibolo della sera.
L’afflizione è una pozzanghera che l’ombra ingrandisce
e che indebolisce il mio scopo
di ricerca ostinata di una poesia
che testimoni l’ultimo desiderio.
© Julio Pavanetti
Traduzione in lingua italiana a cura dell’autore
TRANSITO
Allodola scossa,
solcando tunnel di assenza,
io cammino alla ricerca delle strade
che il dolore non ha calpestato.
Mordo il tempo
come il prudente Ulisse,
con passi lenti e brevi
che non risuonano oramai con furia,
sul pavimento
del mio lungo viaggio a Itaca.
Non voglio ricordare il fulgore
delle candele spente
per le tempeste,
preferisco avvicinarmi alla luce calda
di quelle che rimangono in piedi.
Con un piede nel paradiso
ed un altro nell’inferno,
mi muovo lentamente
tra monotone pioggerelline
che scivolano per la mia anima,
come l’eco nella montagna
cerca il transito verso il silenzio.
© Julio Pavanetti
Traduzione in lingua italiana a cura dell’autore
VERGOGNA
Magari i poeti potessero cantare sempre
alla luna, alle albe romantiche,
alla pace, all’amore, riempiendo le nostre poesie
di parole belle, ma…
quando la televisione ci restituisce immagini
dell’orrore di attacchi impudichi,
mentre i governi assistono, impassibili,
ad un nuovo massacro di innocenti;
quando tra i rottami
– che sgorgano del cuore dei vecchi morti –
si aprono le pupille impaurite
dei bambini di oggi,
e germoglia il sangue nelle stesse strade
dove prima correva la vita
come cantare la bellezza?
Come scrivere una poesia di amore
quando si prova vergogna
di appartenere al genere umano?
Di fronte alla Prima Avenue,
all’altezza della strada 45,
i diplomatici camminano in fretta,
nessuno osa guardare l’opera
di Karl F. Reutersward:
Sarà che il grilletto della gran rivoltella
calibro 45 l’hanno sganciato?
I paesi si sono fatti sentire
manifestandosi per le strade del mondo
contro la barbarie assassina.
I governi si fanno sordi e muti,
non ascoltano non solo i richiami della loro gente,
ma delinquono
col silenzio ed il loro lasciapassare.
In questo poema non ci sono tropi:
La luce della luna è mitraglia brillante,
le albe sono di fuoco reale.
La pace? solo sonno, speranza remota
dei cuori che tremano di terrore.
L’amore? la disperata ricerca
di una madre che non trova suo figlio
tra i resti di una scuola bombardata.
Come inneggiare, dunque, ai luoghi comuni della poesia?
© Julio Pavanetti
Traduzione in lingua italiana a cura dell’autore