Por Lidia Salas
La isla, ese lugar donde “…el mundo es una estación amanecida sobre corales.” fabulada en el poemario de Rafael Cadenas, Cuadernos del Destierro, a cuyas páginas intentamos aproximarnos, es sin duda la misma que refulge bajo los matices surrealistas de los cantos: Old Kingdom, Bungalow y Beloved Country del poemario: Falsas Maniobras:
«Sello, fasto, bóveda de cofres.
Nunca me has negado tu leche de virgen.
Mi reflujo, mi fuente secreta, mi anverso real.»
Y reaparece en textos de diáfana epifanía en su libro de poemas: Una Isla:
«Piélago como fruta que acerco a mi boca.»
Isla, mi respiración, el que desheredaste para que se sostuviera con su memoria, te invoca.
Demostraremos en estas páginas como un mismo tema ha sido tratado en diferentes libros, desde una visión cuya característica esencial es la turbulencia e inestabilidad en todos sus elementos, de Cuadernos del Destierro, hasta lograr mediante un ejercicio ascético de reunificación de personaje poético y naturaleza, una versión mística en donde el lenguaje está despojado de retórica, en los textos que conforman: Una Isla. Pasando antes por la enunciación surrealista del poemario: Falsas Maniobras.
Creemos oportuno hacer alianza con quienes han estudiado la obra del poeta larense y establecer un marco de teorías como la de los arquetipos de C. G. Jung y el de los paralelismos entre la física moderna y el misticismo oriental sustentado por Fritjot Capra en su libro: El Tao de la Física. Creemos que ellas pueden iluminar el tránsito de la escritura del poeta, objetivo de nuestras observaciones y reflexiones a partir de lo que Louis Hjelmslev llama: la forma del contenido y la forma de la expresión. Mediante esta metodología podremos seguir las líneas diacrónicas en la obra del autor y analizar así las reelaboraciones, en la distancia del tiempo, de su tema original: La isla de su destierro.
El poemario Los cuadernos del destierro fue publicado en 1960.
Si analizamos el título del mismo, advertimos que proviene de la experiencia del poeta: su prisión y posterior destierro a la isla de Trinidad en el período dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Es decir, el autor en simbiosis con el personaje poético escribe desde la memoria de la separación del terruño, de su destierro.
El hombre al sufrir el apartamiento, la separación intenta establecer su identidad a partir de la confrontación con su pueblo, son su raza. El poeta advierte que él era de un linaje distinto a esos: “grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer amor.” Estos versos describen la cultura de los nativos. El reconoce que pertenece a los otros, a los colonizadores que llegaron después, y esta causa explica los símbolos de sus gustos a: “alcobas sombrías”, “puertas a medio cerrar”, “sótanos guarnecidos”, “cuevas fatigantes”, los cuales también expresan elementos femeninos del inconsciente.
- C.. Jung dice que todo hombre tiene un ánima que es femenina, no que es mujer, sino femenina esto es: intuitiva, afectiva, poderosa, transformadora y creadora, elementos estos que conforman el ser de un poeta.
Tal vez la oposición de Cadenas con su entorno se inicia en esta confrontación de los elementos de su personalidad con los patriarcales de quienes detentaban el poder y lo condenaron al ostracismo. El conflicto existencial se inicia cuando al salir del país, o quizás antes, se dio cuenta que él era diferente a los de su pueblo y a los de su linaje.
El personaje poético de Cuadernos del destierro es un ángel caído: “Entonces yo oculté el rostro bajo mi ala derecha como una ciudad avergonzada.”
El lenguaje en este libro es esplendente, pero lleno de alucinaciones, ambivalentes que reflejan percepciones objetivas de carácter épico, de una realidad exterior, en amalgama confusa con intuiciones líricas de la interioridad del espíritu.
Para el lector de esa época, quien había perdido la capacidad para tener y aceptar revelaciones, enfrentarse a las imágenes deslumbrantes de Cadenas, le exigía releer varias veces el texto para entender las polisemias fascinantes de su lenguaje.
El yo habla desde la vacilación y la fragmentación:
“Sobrevivo en la indecisión.”
“Mi rostro dónde estaba? Debí admitir tras dolorosa evidencia que lo había perdido.”
“Mis restos se apilaban como los colores en una isla inerme.”
“…cruzado a lo largo por miedos irrescatables.”
Las citas anteriores evidencian la pérdida de rumbo, de valores que sustenten una seguridad que se ha hecho añicos. La conciencia de unidad no existe y el miedo conforma su clima espiritual.
La búsqueda de la identidad debe pasar por las circunstancias que rodean su existencia, la movilidad, el tránsito: “…relataré no sin fabulaciones mi transcurso por tierra de ignominias y dulzuras, rupturas y reuniones, esplendores y derrumbes.” Entonces unifica esos pedazos en la isla que es tiempo y espacio: “temporada magnífica” /”parajes poblados por oscuros habitadores.”
Con este poemario comienza el tratamiento de lo que sería uno de los temas esenciales en la poesía de Cadenas: la isla. La voz que emplea en este primer libro, no es iluminada ni inspirada por Dios, sino la carcajada llena de parodias, historias y experiencias personales de un ángel caído en la confusión de su propia soledad. Por lo tanto, se permitirá reunir realidades etéreas con sensuales descripciones terrenas, símbolos de la fe ortodoxa con enajenantes referencias a creencias oscuras, pinceladas diáfanas y sudores seminales, lo sagrado y lo maléfico, lo nativo y lo exótico, la claridad del alba y las nieblas del anochecer, veleros transparentes y ritos densos de materia, la escasez y el hartazgo, el amor y el odio, la vida y las ruinas, el placer y el tormento, el ayuntamiento y la soledad, la epifanía y el dolor.
Todos los elementos de este universo giran en desorden carnavalesco, por lo tanto la descripción de la isla está dada desde la visión del caos, en ella giran poeta y personaje remendados por los hilos secretos de la separación, del destierro los cuales han producido una atmósfera de neurosis y alucinaciones profundas. Las citas siguientes refuerzan las ideas aquí expuestas:
“Luz blanda…” /”sofocos de bailarinas”
“…en las profecías” /”Los brujos habían partido”
“…naranja resplandeciente” /…”baba ebria de sexo negro”
“diosas de la espuma” /”alambradas”
“monumentos de sal” /”brujos solemnes”
“silencio de oro” /”…parloteo de loros”
“las auroras débiles” /”los dados de la noche”
“Los veleros tocan las puertas /El rito de Changó…”
del aire…”
“El amor me conducía” /”el odio me fortalecía”
“Vírgenes desnudas” /”el légamo de los navíos”
“…presa de tenaces anillos” /”frotando mi cuerpo gozosamente…”
“Me sentía solo.” /”…el beso, el ayuntamiento”
“…raíces inefables” /…”cabellera cobriza”
“Isla deleitable antífona” /…” piélago muerto”
El lenguaje en estos versos deja de ser lineal para retorcerse en espirales herméticas que dan origen a nuevos torbellinos, los cuales recuerdan los esquemas de Edward Lorenz, el físico que descubrió el efecto de la mariposa o deterioro de las predicciones meteorológicas a causa de partículas insignificantes, cuya presencia produce turbulencias del tamaño de un continente, o la posibilidad del caos, en las descripciones exactas de la física.
En la multiplicidad de significaciones y referencias, la isla brilla con aires de paraíso: “flora fabulosa”, “manantiales”, “praderas”, “bordes demasiado verdes, demasiado húmedos”, “el mundo en su primera estación.” Pero su tránsito por “ciudades como sirenas de cemento que despiden sus víctimas con máscaras…” ha diligenciado su segregación y lo arrastrarían a la turbulencia de las páginas finales donde la voz del personaje poético pierde el hilo de la comunicación con los oyentes. Queda solo el ritmo mágico de la lengua para recordarnos que el canto de la poesía puede ser extravío y estremecimiento, angustia y desafío, memoria de amor desde el olvido. Abandono del yo que lo convierte en náufrago anónimo sin deudos, en playas que pueden convertirse también en camino.
Sustentamos nuestra propuesta, de la visión del caos sobre todo en la escritura de estas hojas finales, donde aparecen retales de alucinaciones que producen oscuridad y confusión.
Varias reiteraciones hablan sobre significaciones especiales: “reino de aguas”, “aguas de la memoria”, “aguas lustrales”, “aguas delirantes” hacen referencia, según C. G. Jung al inconsciente. La casa otro símbolo repetido en los cantos: “casa meridional”, “mi casa de madera”, “mi casa se asienta, “abriré mi casa” sería la expresión de su propia unidad. Por lo cual podemos concluir con Gertrudis Gaviria en su ensayo: Lectura Intertextual de Los Cuadernos del Destierro, publicado en la revista Actual Nª 30: “El espacio geográfico de la isla en el Caribe, se transforma en la interioridad del poeta, en el espacio fascinante de lo sagrado. Núcleo de irradiación en torno al cual se unifica su personalidad.”
Al analizar la forma de la expresión en Los Cuadernos del Destierro, se aprecia que una de sus características es la sonoridad del fraseo el cual impacta por el ritmo y la calidad de imágenes que se inscriben en los cánones vanguardistas y herméticos. Se observa la tendencia a explicar estados de conciencia tales como el miedo, la angustia y la frustración a partir de las descripciones de la naturaleza.
Las sinestesias dan vida al universo Caribe en el desorden de la flora de colores y aromas desafiantes, de su fauna vocinglera, la intensidad de la luz, el destello de matices, la textura de los materiales que lo conforman. Se puede apreciar en los versos siguientes:
“La rosa al rojo vivo…”
“Huerto de las especias clamorosa…”
“Aquel alocado parloteo de loros… “
“Claridades ansiosas…”
“Anaranjados esténtores del sol…”
“…flor de blando terciopelo…”
Memorable la audacia de las comparaciones y antítesis y la tendencia de usar el sustantivo como modificador:
“Sierpes de ventura”
“Reino de raíces.”
El ritmo es otro elemento en la forma de estos poemas, como consecuencia de la combinación de los acentos, del uso de conjunciones, y de la forma cómo se imbrica el discurso: en ocasiones pausado y lento, en otras frenético y atormentado.
En Falsas maniobras el lenguaje aparece sin la reiteración abrumadora de Cuadernos del destierro. Los símbolos se aprecian con significaciones más definidas en el poema: Old Kingdom:
“…vuelo de aves playeras.” “Reino de pantanos…
“Casa de madera…”
Persiste la oposición entre lo de abajo expresado por la idea de pantanos y lo superior que es el deseo de libertad simbolizado por el vuelo de aves. En el medio la idea de la casa para significar la posibilidad de unidad.
En el poema Bungalow, el discurso expresa un antes cuando existía encuentro y reunión y el ahora conformado por las circunstancias de la huída. Beloved Country es una declaración de amor desde el título mismo, La tierra a donde regresa cuando se siente disminuido y en carencia. Otro apelativo para la isla que es su propio símbolo. En ellos se aprecia el poder de síntesis y el lenguaje está despojado del ornato del adjetivo y se centra en la significación primaria del sustantivo. En estos versos hay una atmósfera de comunión, de paz y casi de alegría.
Las imágenes se representan como un collage, como las memorias de un sueño. Existe una emoción secreta que los acerca a la corriente surrealista.
La transformación del lenguaje abigarrado de Los Cuadernos del Destierro a la voz diáfana del poemario Una Isla presupone un cambio en la interioridad del poeta, confirmado por José Balza en su libro: Lectura Transitoria sobre la poesía de Rafael Cadenas , en el cual sostiene:
Su prolongada meditación por el camino zen, el encuentro
con Krisnamurti, la asidua maceración del más antiguo pensamiento (poesía-mito) han exaltado su condición íntima para una apertura del ser: esa energía profunda que intenta cubrir el presente, la concreción de lo real, el inagotable suceder. Cadenas parece haber dejado atrás toda prisión, toda forma condicionada del sufrimiento, es decir las debilidades fundidas en el yo. El mismo poeta asevera en reportaje a El Nacional: “Tampoco basta crear las condiciones para la libertad, si se olvida que hay que iniciar liberándose uno mismo.”
- G. Jung en su libro: Recuerdos Sueños y Pensamientos dice que “El verdadero conocimiento consiste en un instinto, en una participación mística con los demás, se puede decir, que son ojos de segundo término que ven en un acto impersonal de intuición.”
En los poemas de Una Isla, observamos como la visión del paisaje se enuncia desde los elementos esenciales y en un tono de gozo reverencial:
Muelle de enormes llamas.
Navíos que viajan al sol.
música de tambores,
sales desencajadas,
niños desnudos,
marineros que descargan plátanos.
Ciudad de corazón de árbol, humedades
temblorosas, juncos que danzan.
La luz golpea mendigos,
divide el mundo en dos memorias…
Soy latido, sonrisa, adoración.
El poeta mediante un ejercicio ascético se ha despojado de todo verso superfluo, habla casi desde el silencio. Él se hace parte de la síntesis elaborada para significar la isla en su dimensión de quietud, por lo tanto su escritura expresa los síntomas del nuevo clima espiritual, de quien ha alcanzado el último escalón del proceso místico, según el principio del Tao: volver a la raíz para instalarse en la serenidad y reencontrar el orden.
Resumimos ese nuevo orden observando los elementos del poema:
Lo que lo sostiene: “Navíos que viajan al sol.”
Los habitantes: “niños desnudos…”
“marineros que cargan…”
Lo interior: “Ciudad de corazón de árbol”
Lo de arriba: “La luz golpea mendigos”
Su experiencia: “Mi frente se hunde en la
cesta del medio día”
Su deseo convertido en realidad: “Soy latido, sonrisa, adoración” El poeta ha seguido las enseñanzas del Tao, observar y abandonarse en la naturaleza en una forma espontánea e intuitiva, como una parte más del universo. La naturaleza es el camino gozoso para encontrar el Tao, la felicidad.
En otro poema Cadenas describe su viaje a San Fernando, una de las poblaciones de la isla, pero se expresa no desde la línea del camino, sino desde el esplendor.
«Luminosas bienvenidas de la tierra.
Cielo plateado, subyugadas colinas, plantaciones de coco,
tren de nubes, olor de viandas…
Tú y yo solos e inmensos levantaremos nuestra rosa a las
tinieblas
arqueadas sobre un cigarrillo.
Las tinieblas dulces.»
Observamos la unificación del poeta, la amada y la tierra que se abre a recibirlos. No existe conflicto ni dolor. Atrás han quedado los códigos herméticos y la fragmentación. El poema se constituye como una unidad de elemental belleza; palpita en cada palabra, participa su luz y su fulgor.
Leamos los siguientes versos:
«Vengo de un reino extraño,
vengo de una isla iluminada,
vengo de los ojos de una mujer.
Desciendo por el día pesadamente.
Música perdida me acompaña.»
El lenguaje en los poemas de: Una Isla se caracteriza por la ausencia de figuras retóricas, se expresa despojado de ornato, en su esencia. Las pocas comparaciones y metáforas usan palabras elementales de uso común.
“Piélago como fruta que acerco a mi boca.”
“En ti vivió, creció como un beso.”
“La cesta del medio día”
Los sonidos de las palabras son tenues, este se adelgaza, refulge y pareciera flotar. La levedad del lenguaje es uno de los mayores logros de esta escritura.
Detengámonos en las emociones que palpitan en el poema siguiente:
«Hoy hago memoria de tu reino.
Voy contigo al mercado donde mujeres de piel
cobriza venden hojas, a los muelles atestados
de frutas, a la Savannah donde los amantes
encuentran la oscuridad para verse…
estamos otra vez alegres.»
La voz que enuncia lo hace desde la reverencia, describe los lugares con sencillez, transfiriendo la belleza. Al final expresa la alegría compartida. Los personajes son parte de la memoria y los elementos conforman una plácida unidad de significado.
La esencia del misticismo como lo enseñan el taoísmo y el budismo, no es una doctrina metafísica, sino una psicoterapia que muestra el origen de las neurosis y la manera cómo vencerlas. El derrotero de la escritura del tema de la isla, en la poética de Rafael Cadenas, nos señala la versión mística de la participación y ayuntamiento del poeta con el universo, la óptica intuitiva y sensorial de la realidad, no la falsa esquematización intelectual de la mente.
Fritjof Capraen su libro: El Tao de la Física dice que “la teoría quántica nos fuerza a ver el universo no como una colección de objetos físicos sino como una complicada telaraña de relaciones entre las diversas partes de un todo unificado.”
Cuando leemos la siguiente estrofa nos estremecen las relaciones que intuimos en la unidad de la estrofa y se comprende lo que sostiene Capra:
«Nos miramos como quienes despiertan.
Estamos en un sitio que no sabemos nombrar.
Nos construimos sobre lo arrasado sin comprender
este auge.
Sólo déjame contemplarte, centro caoba del temblor.»
Al concluir la lectura de estos tres poemarios de Rafael Cadenas, nos sobrepasa la experiencia del encuentro con la poesía. Persiste el resplandor de ese universo único, de un edén, que solo la pluma inspirada de un poeta místico puede traducir en palabras y silencios.
Es el mismo autor de Los Cuadernos del Destierro, pero el espíritu que lo escribió no pertenece al joven desterrado, perseguido, de la década de los 50s. Es un ser que ha encontrado sosiego, quien mira el paisaje con ojos de amor y unido al universo que traduce en versos. Los lectores de este último poemario, tendrán la experiencia única de participar de descripciones, emociones y sentimientos de memorias llenas de esplendor. Definitivamente Rafael Cadenas, nuestro poeta mayor, ejerce en la escritura, lo que él propone en una de sus estrofas. Enseñanza que serviría como lema, a todos aquellos que aman la palabra poética. Dice así:
“Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.”
Lidia Salas.
Poeta/ Crítico / Profesora de Idiomas.
Caracas, Abril del 2022.
#RafaelCadenas
#Circuloescritoresvenezuela