Una torre de Babel
El presente modifica los sueños
según el curso que toman los vientos.
Cada día emprendo la misión de mi vida
con una determinación extrema.
Al cabo, una voz me llama,
regodeándose en cada letra de mi nombre
y todo norte se me olvida
¿Quién me vive?
¿Quién toma mi lugar y pacta con los otros ?
¿ Quién es ése que entra a saquear lo más preciado de mí,
para luego ofrecerlo al mejor postor en la plaza,
como un vil tratante de esclavos?
¿Acaso sea otro yo que no conozco?
¿Será quizás ese tahúr
que acecha siempre detrás de las puertas?
¿Quién baila dentro de mí?
¿Quién toma mis horas de goce con el mundo?
¿Quién se apropia, como un vulgar ladrón,
de las huellas de un camino que aguarda
y ha aguardado siempre por mí?
¿Quién es ese que está ansioso
por tomar mi cupo en la escuela del mirar?
¿No será, acaso, una estafa ese presente
del que me creo amo y señor, que fui edificando
como una entidad ajena, fuera de mí?
Acaso haya estado viviendo
el singular presente de mi vida
como algo ajeno a ese largo hilo de tiempo
que presencia mi presencia.
Entonces, son los vientos dentro de mí,
dentro de mi fantasioso presente,
los que modifican mis sueños.
Pero la misión de mi vida no puede ser algo
diferente de la misión de cada día.
Y el singular presente de mi vida
se compone de mis días,
aún cuando mis días sean, apenas,
ínfimas partículas de ese largo hilo de tiempo
que presencia mi presencia.
Así pues, debo estar atento a las voces
que me llaman.
Debo aprender a escuchar
tanto como debo aprender a distinguir
cuál o cuándo es el momento para la entrega
a los otros o a lo otro.
Soy una torre de Babel como,
por obra y gracia de una mísera enseñanza,
cada hombre fue impelido a ser.
***
Vivir sin poesía
Porque sin ella se respira, cada mañana,
al abrir ojos y pulmones a la luz del mundo
es que, intuimos, algo ha fallecido,
no sabemos si dentro o fuera de nosotros,
si en la cama de flores que, en los años de infancia,
acogía lo que presentíamos
(pues palabras no teníamos)
como una amorosa perplejidad
prometiendo un paraíso;
o, acaso, en un resplandeciente afuera
que jamás se preguntó
en piedra o árbol, o en luna o viento
sobre el porqué de nuestras coexistencias.
Pero una voz nos murmura en el oído
que es en aquel despintado lecho de la infancia
donde se nos quedó confinada la poesía,
o donde, pudiéramos decir,
a la manera de una novela del suspenso,
nosotros mismos orquestamos la celada
para creer en la derrota de la vida.
***
(Contemplando algunos íconos de AndreiRublev y otros maestros rusos)
¿Qué lugar ha de ocupar Judas
en la mesa, con ese mar tranquilo y gris
en la mirada?
¿Qué ropaje vestirá aquel que oculta
un botín que ya aborrece?
La gran serpiente enroscada
en la cúpula del cielo
arroja su sombra sobre las copas
de los besos,
copas donde efímeramente se posan
nuestras huellas de adoración y de genuflexión,
de invocación y de libación
Alta y vasta es la entrada
del templo,
como el susurro de un mar
tranquilo y gris
que contempláramos
en soledad
***
Toma luz, toda la noche.
Y has de mi sedienta soledad,
un cuerpo ligero,
un pañuelo teñido
con los colores del día,
flotando como un ave
distraída en el aire,
gozando del soplo
de la brisa;
amando en contrapunto
todo aquello que en el mundo
respira con los ojos
de un breve, compartido
y no temido silencio.
***
Volar hacia otros cielos
A Mery Sananes
Pasan los días y todo se le queda en el tintero…
No es modorra ni ausentismo del alma,
sino como una expiación ingobernable
que se ha tendido como una vasta nube
sobre el cielo que nos cubre.
Cuando el río del tiempo pasa como una tromba
nada logra sujetar de sus aguas,
pero tampoco obtiene nada de ellas cuando,
a un paso tardo y cantado, le improvisa sus señas de minuet.
Y un susurro pasa tenue, sin hacer el menor ruido,
para decirle que todo es sempiternamente pasajero, fugaz,
en el eterno ombligo del tiempo…
Cualquier estampa contemplada en la calle
rápidamente se evapora del alma,
asciende hacia otros cielos,
sin conmiseración alguna por la desgarrada memoria;
cual el hálito esbozado en el cristal de la ventana,
cuando asoma sus ojos al mundo
como buscando una esperanza,
en la creencia -candorosa todavía-
de que ese mundo es espejo de nuestra respiración.
¿Por qué -se pregunta entonces-
se perfuma de disipación
esta tibia emanación del alma,
sin nombre, ni madre conocida?
Y, de improviso, siente en la nuca
el roce de una mariposa
o el aleteo de una polilla,
despidiéndose
en el preciso instante
en que su llama del amor
crepita más ardorosamente.
***
Nadir
El nadir rumorea y me despierta
en medio de las sombras que acechan
en los recovecos de los días.
Suele cantar desde la hondura sublime
para insinuarnos la infinitud de sombra
de que se componen nuestras claridades.
El nadir es la cara que todo lo contempla,
sin argüir discursos.
Su discurso es el silencio,
que doma nuestras voces
y embelesa corazones.
Sin ese mar profundo
subyaciendo en nuestros poros,
revelando que el reverso
es la misma cara de la vida,
¿qué sería de nuestras almas?
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Luis Alejandro Contreras Loynaz
Caracas, 1955
Datos bibliográficos
– Voces Nuevas, Antología de Talleres Literarios del Celarg de 1998-1999. Caracas, 2000.
– Antología, XVI Encuentro internacional de poetas, Zamora, Michoacán, México, 2011.
– Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes, Común Presencia Editores, Colección Los Conjurados, Bogotá, 2014.
– contracorrientes (sentencias en incertidumbre), BID&CO Editor, Caracas, 2006. Caracas, 2013,
– Cuadernario, Común Presencia Editores, Colección Los Conjurados, Bogotá, 2007
– Días de bruma. Apuntes y fragmentos de vida, amor y muerte de un amanuense griego al servicio del Imperio. BID&CO Editor. Colección Poetas del Hispanomundo. Caracas, 2013
– Ocasional colaborador de algunas revistas y periódicos digitales, tales como, Con-Fabulación, Letralia, Cañasantay el desaparecido elmeollo, entre otras.