Escribe un poema para mí. Selección de pormas. Segunda edición
Carmen Cristina Wolf. Poeta, ensayista y editora venezolama
Escribe una calle para mí
una calle de sol como tus manos
escríbeme una ciudad
de altos jardines luminosos
Escríbe un hombre
y habite el mundo como una llama inextinguible
Escríbeme un país,
el país que me sabía de memoria
y lo aprendí en mi infancia
No lo encuentro
Crea una palabra
que haga cesar las guerras
entremos de nuevo al paraíso
Transforma la rama seca en bosque
y la selva en un trazo de tinta azul marino
Tendré motivos para la hermosura
el resplandor primero que iluminó las cosas
hallaré la semilla en lo innombrable
escribe
un poema
para mí
´¨¨¨¨¨¨
Si pudieras contarme el secreto de los girasoles
la cayena indefensa en medio de la lluvia
si pudieras decirme el sabor rojo de los tulipanes
y el matiz verdinegro de las hojas.
Dime cómo besan en la piel
sus colores de agosto
escríbe un poema que sea ahora
no dejes que se pierdan tus versos vegetales.
&&&&&
Te escribo con urgencia
porque no puede ser de otra manera
para pedirte que me cuentes
cómo es el sonido de las constelaciones
los colores del relámpago
el galope de los caballos
en las tempestades de octubre
¨¨¨¨¨¨
Quiero escuchar el vuelo del cóndor
como se oye el torrente en el comienzo de los ríos
y mirar a las cumbres
para no ver el paso del dolor
&&&&&
Pero no, ya no puedo
abandonar esa terca costumbre
de abrazar la tierra de los míos
Y por instantes
no puedo resistir su latido indefenso
la pobreza sin ojos
la nada de las voces y el vacío
Volvamos a creer en nuestros sueños
Volvamos a creer
Creamos de nuevo ¨¨¨¨¨¨
&&&&&
Escribe para mí una armadura
no vaya a ser que me asuste la muerte
y pueda protegerme de los hombres
que no conocen el amor.
&&&&&
Ven, caminemos juntos
las ciudades y el alma de la tierra
nadie sabrá de nuestros pasos.
Somos la vida que comienza siempre.
&&&&&
Si quisieras visitar mi alma,
te pasearías por su incansable costumbre de amar
y encontrarías el camino al éxtasis.
Así es mi alma, mínima y amplia, un mar
donde el amor tiene su casa.
&&&&&
Con el atavío del amanecer
humedecidas de mar y de tiempo
tus manos siempre encuentran
el camino hacia mí.
¨¨¨¨¨¨
Mi camino es el verso
&&&&&
Te amé sin temor
sin medir el abismo del mar
y supe que toda la tierra decía que sí.
Mis pies olvidaron las calles
las dudas, la gente
y aprendieron un solo quehacer
el que lleva a tus brazos.
&&&&&
Recuerdas, amado
las aguas cortando la quilla
y las aves lejanas
llenando de sol nuestras almas.
Hicimos del barco una casa
con techos de lluvia
el mar era todos los mares
y el mundo era nuestro.
&&&&&
Qué sabíamos los dos de alegrías
antes de encontrarnos
qué sabíamos de música y vinos
de furias y éxtasis.
&&&&&
Qué derecho tuvieron los árboles
a lucir sus hojas
antes que tú y yo hubiéramos descubierto la vida.
&&&&&
Fue aquella la tarde de sol
cuando encontré el camino
no existía otra ciudad en el mundo
ni casas ni puertas
que no fueran tu casa y tu cuerpo
y tu puerta y tus besos.
&&&&&
Como en un instante de infinito
tu ser es una huella digital eterna.
Es una lanza proyectada al sueño.
&&&&&
¿Qué me pides tú?
¿Ser capaz de morir por ti?
Es demasiado poco.
Pídeme que viva para ti.
&&&&&
La noche corteja la levedad del cuerpo.
La luz cede lugar a la rosa en penumbra
y deja entrar una discreta claridad de sombra.
Como la noche voy contigo
mi lumbre es una sola estrella.
&&&&&
He naufragado en tu alma muy adentro del ser
y envío señales a los barcos para que nunca me rescaten.
Tú, dueño de la fuente
que custodia los versos nunca escritos:
te nombro capitán de mi nave.
Inventa nuevas rutas para mí.
&&&&&
Amado
no tendré sed
mientras tu vino
esté servido en mi mesa.
&&&&&
Cuando creo haber cumplido todos tus deseos
tu pasión de ser inventa otra magnífica locura
Debo hacer el equipaje para un nuevo desafío
La vida es la batalla de los deseos y las explicaciones
dibujando su juego en el diálogo del alma.
&&&&&
Cuando él me ordenó pertenecerle
la eternidad se detuvo un instante
y selló la promesa.
&&&&&
Las huellas del éxtasis
Desde mi casa he visitado el mundo
y navegué por mares como espejos de escarcha.
Atravesé mil puentes
recorrí los idiomas y los ritos
me asomé a los deseos de los hombres.
&&&&&
Seguí incansable las huellas del éxtasis
en los lugares y en los libros.
Subí a lo alto de las catedrales
visité templos centenarios
me adentré en viejos mapas
atravesé las estepas de América
pregunté al cóndor y al leopardo
todo cuanto miré se convirtió en memoria
¿Y la felicidad?
habitaba en los muros, las ventanas, las mesas
a veces se escondía detrás de un mueble
y sonreía al ver mi afán ingenuo
siempre esquiva, siempre más allá.
&&&&&
A veces me acompañaba un rato
y se dejaba zarandear por el fuego.
La felicidad estaba allí,
era un aroma mínimo
en el corazón de las cosas.
&&&&&
Una casa se crea
con unos cuantos libros
la mesa y unos lápices.
Si alguna vez tuviera que entregarlo todo
me será muy difícil no aferrarme a mis libros.
&&&&&
Cuando salgo de viaje
mi casa va conmigo.
Llevo también algunos versos
y amarro el corazón al equipaje
para que no se vaya repartiendo
en el corazón de los amigos
o en algún lienzo del pintor.
&&&&&
Todos los días
mi casa va abriendo sus ventanas
hacia otras maneras de mirar.
Es un camino
que conduce a todas partes
y cuando estoy en ella nunca sé
desde donde y hacia donde partir.
&&&&&
Nunca quise ver el sol
me asustaba el resplandor demasiado atrayente.
Siempre temí la ceguera del espejo
Un día asomó en la claridad de tu presencia
Cómo no amarte
fuiste tallado en luz de pensamiento
&&&&&
Cuando el mar se recoge en su concha de arena
escucho el vuelo ausente del ruiseñor
pasos lejanos anuncian tu llegada
El sol abriga un lejano roce de lluvia
&&&&&
De la piel quisiéramos ser sólo lo estrujado
esa marea circundante
nos conduce a un prado de rocío
en alocadas naves
Se aproxima el esplendor
tan igual a sí mismo y siempre diferente
Y celebra la vida
en clave de sol
&&&&&
Al filo del amanecer, los cuerpos están solos con su esencia
y la sangre recorre tranquila sus dominios.
Letanía del tiempo
el viento corteja los bambúes
y riza las faldas a los árboles.
A lo lejos unos niños juegan
en el claroscuro del alba.
Abierta la ventana
la primera conciencia de ser no será oscura
traerá su punto de celaje
mientras abrazo tu pecho levemente
con aroma de las uvas y la sal del mar.
&&&&&
_ ¿Qué haces allí, sentado en la quietud?
Todos se han ido.
¡Qué tanto piensas! tus amigos duermen
los niños cesaron ya de alborotar.
Y tú, sigues con la mirada en un lugar lejano.
_ Me lleva el alma allí
donde no alcanzan mis pies.
&&&&&
No quiere amanecer en este día
como algunas mañanas de enero en mi ciudad.
Le exigen a la rosa que regrese a sus pétalos,
Las cosas duermen
y los pájaros cantan con más fuerza
para vencer la oscuridad y el frío.
Cantan para llamar al sol
una melodía del color del horizonte.
&&&&&
Mis notas crecen en los libros
como si fuese hiedra en los peldaños
de un edificio intemporal.
En mi escritorio
la historia del mundo cabalga
sobre un caballo de madera
mientras un diccionario se enamora
de la palabra eternidad.
Entre los girasoles
el lenguaje encuentra su lugar
y los poetas dicen versos de amor
junto a los lápices.
&&&&&
Casa ardiente de palabras
Mi hogar es el poema.
Casa ardiente de palabras
aun sin pronunciar.
&&&&&
No quiero ver mis versos morir en los estantes.
Que emprendan vuelo
y la gente que lleva su pan y su periódico
lleve también mi voz en su equipaje.
&&&&&
No es imposible liberar el verbo
desatar sus lazos de costumbre
y concederle un horizonte de poesía.
Amándose, con la voluptuosidad de la sintaxis
se abrazarán sonidos y sentidos.
Seremos cuerpo y sangre en palabras.
&&&&&
¿Qué puedo decir de la poesía?
Me envuelve la presencia de las cosas
ellas reclaman su lugar en la página.
Cuando sólo quisiera refugiarme en el pétalo
cuando nada más me gustaría jugar, dormir
ellas se hacen presentes y me enredan
abrazándose fuerte a mi costado.
Pronuncia nuestros nombres.
En nosotras
encontrarás el todo en miniatura.
Somos el espacio interior universal
somos la vida en la Vida.
&&&&&
Poetas
esa constelación de gotas de rocío
Autora: Carmen Cristina Wolf. Ediciones del Círculo de Escritores de Venezuela, Caracas 2000, portada de Oswaldo Vigas, prólogo del novelista Eduardo Casanova