Palabras pronunciadas en el encuentro de narradores organizado por el Círculo de Escritores de Venezuela en la Sala Cabrujas del Centro Cultural Chacao:
Primero que todo un saludo afectuoso para los escritores que hoy me acompañan en este encuentro literario, al público presente y muy especialmente para Antonieta Madrid por coordinar este evento. Vaya mi reconocimiento también al Círculo de Escritores de Venezuela, a su junta directiva, que a pesar de todas las adversidades todavía se mantiene firme en su empeño de construir un mejor país.
Ayer en la tarde llamé a Antonieta y le pregunté cuál era el tema principal de este encuentro y me dijo: “muy sencillo, qué significa la escritura para ti”.
En ese instante la primera palabra que se me vino a la mente fue “Romance”. Es cierto, desde el 2002 la escritura y yo hemos mantenido un romance que cada vez se hace más intenso hasta el punto de que dudo mucho que alguna vez nos separemos. Nuestro primer contacto formal, es decir, de reconocernos como pareja, de tomar consciencia del amor que comenzaba a crecer entre nosotros, fue cuando sin saber por qué, siguiendo un impulso irresistible, tomé un lápiz, un cuaderno y comencé a escribir una novela, aún inédita, titulada Quién dijo que Dios no sabe de negocios. Cuando digo papel y lápiz lo digo de forma literal porque (me da un poco de pena decirlo) a los cincuenta años todavía no sabía escribir sobre un teclado. Y la culpa de esto la tienen las queridas mujeres, porque cuando estaba en la universidad siempre había una dispuesta a escribirme los trabajos a máquina, lo mismo me pasó en los diferentes trabajos que tuve a lo largo de mi vida. Así que cuando comencé mi romance con la literatura no tenía mucho que ofrecerle: papel, lápiz y, eso sí, muchas ganas de trabajar. Poco apoco nos fuimos conociendo. A medida que iba aprendiendo los secretos del teclado y era absorbido por el género breve (finalmente fue en el Cuento donde me sentí más a gusto), me fui dando cuenta de lo exigente que era mi nueva novia, y ella se fue dando cuenta también de lo obstinado que era su pretendiente, un admirador que parecía no detenerse ante las dificultades, que sería capaz de, si no de conquistarla del todo (algo imposible), sí de arrancarle una parte de su sabiduría.
Así que hemos llegado a conocernos bastante bien. Sabe de los sacrificios que he hecho por ella: renuncié medio día de trabajo en la oficina, dejé de tomar porque hacerlo me restaba creatividad (aunque a muchos se las motiva), dejé de trasnocharme porque al día siguiente no podría estar con ella, comencé a caminar todos los días porque con el ejercicio se vuelve más complaciente, comencé a dedicarle largas horas de lectura a Chéjov, a Cortázar, a Benedetti, a Hemingway, a Uslar, y me ayudó a que esto, lejos de un sacrificio, se convirtiera en un placer. Porque siempre los maestros tienen un secreto que contar; es lo que me susurra al oído cuando paso un tiempo sin leerlos.
La verdad es que nos hemos hecho inseparables: cuando duermo se va conmigo a la cama y hace que me levante para que anote algo que olvidamos escribir, y cuando hablo con alguien paso vergüenza porque no estoy allí, frente a esa persona, sino que estoy con ella en medio de un diálogo o recreando el final de un cuento.
Es un tanto posesiva mi amiga, ya lo creo. Y yo me dejo llevar por ella en un frenesí sin límites.
Así que la literatura significa casi todo para mí. Y digo “casi” porque no es la única, tiene una gran competencia que inteligente y generosamente se ha convertido en su mejor cómplice: mi esposa.
Muchas gracias
Heberto Gamero
Caracas, 11 de junio de 2016.
*Heberto Gamero Contín. Comenzó a escribir narrativa en 2002. Entre otros premios fue ganador del Concurso de Cuentos de El Nacional (2008). Cuenta con once obras publicadas: Los zapatos de mi hermano (Equinoccio, 2010), Cuentos de pareja (Casa Andrés Bello, 2010), Caracas-Ushuaia (Monte Ávila, 2012), Escritores, Pintores y Músicos inmortales (Lector Cómplice, 2014), Taller Aprende a escribir un cuento (Círculo de Escritores de Venezuela, 2015). Además de los anteriores, sus libros: La marca, Inventores, La verdadera historia de los crímenes de la calle Morgue y Dos regalos están disponibles en Amazon. Dicta talleres a beneficio de la Fundación Aprende a Escribir un Cuento (FAEC). Vive entre Caracas, Madrid y la isla de Margarita.
Gracias al Círculo de Escritores de Venezuela por la realización de este evento, especialmente a Carmen Cristina Wolf, Antonieta madrid y Edgar Vidaurre. Fue algo así como una carga de entusiasmo en época de escasez.
Me agrada mucho la aproximación del amigo Heberto Gamero, al tema «qué significa la escritura para ti». También creo, por conocer algo de sus andanzas en la Isla de Margarita,que ese enamoramiento con la narrativa es real, asunto que soporta su amada Iris con la paciencia de Job. Ella, excelente representante de la mujer, es a la vez: Eva, (la relación impulsiva), Helena, (relación afectiva), Sophia o Sabiduría (relación intelectual) y María (relación moral) y sobre todo, Paciencia de la buena porque es la mejor cómplice y colaboradora de todos los arrebatos amatorios de su marido. Iris asume la «perfidia» de su Heberto como la cordura de un escritor a tiempo completo. Y eso, le hace ganar el cielo y nuestro cariño. Abrazos, Magaly Salazar Sanabria
Bellísima y acertada nota, Magaly. Además, una clase de excelsa prosa. Abrazos de ambos.