Por Horacio Biord Castillo
Jean: doña Jean en el tiempo
Jean Aristeguieta Capella es una distinguida dama venezolana, poetisa y divulgadora de la literatura venezolana y de lengua española. Nacida en Guasipati (estado Bolívar) el 31 de julio de 1921, Jean aún se encuentra activa a sus 93 años. El 14 de julio de 2014 fue electa miembro correspondiente por su estado natal de la Academia Venezolana de la Lengua y el miércoles 26 de noviembre fue juramentada por el presidente de la corporación, don Francisco Javier Pérez, quien le hizo entrega del diploma que la acredita como tal. El acto se llevó a cabo en la residencia de Jean, en Caracas, un espacio lleno de recuerdos y vivencias. Junto a familiares, amigos y una representación de académicos, muy cerca de la habitación que fuera taller de pintura de la sublime Elvira Senior, cuyos cuadros llenaban de colorido y sonrisas el acto y el corazón de los asistentes, Jean juró cumplir y hacer cumplir los estatutos de la Academia, en especial los deberes inherentes a su cargo.
El acto no podía ser menos emocionante. Doña Jean Aristeguieta, como lo quiere el tratamiento académico, es una de las escritoras más reconocidas y de larga trayectoria en nuestro país. Sus primeros textos fueron escritos en su adolescencia, en la década de 1930, en Ciudad Bolívar, adonde se había trasladado para cursar estudios. Desde entonces, Jean ha honrado la tradición literaria venezolana con su escritura, que abreva en los clásicos helenos y españoles. Bendita esta mujer de cuyas manos han salido tantas caricias para el ama y el espíritu, en forma de poemas, aforismos o textos en prosa.
Jean, menuda y llena de una belleza que se une a los colores y formas de los cuadros que engalanan su hogar, vibra y hace vibrar en un país tan necesitado de ejemplos como el suyo. Ha dedicado toda su vida a la poesía, a la literatura, a las artes, a la meditación, a los viajes, a la divulgación y, fuerza de donde dimana todo lo anterior, al amor plácido y sereno que se inspira en los cánones de belleza y vida de la antigüedad greco-latina. Jean del Orinoco y de Venezuela, pero también Jean de América y de Grecia, de esa Grecia inmortal que somos nosotros, como han sostenido varios pensadores, porque valoramos con perspectiva histórica el legado antiguo. No en balde Jean escribió uno de sus libros fundamentales (titulado Hélade, publicado en 1980, y dedicado “a Elvira Senior, [/] en testimonio de emocionada [/] gratitud por su compañía [/] durante este itinerario helénico”) como un homenaje a esa tierra que ella, de niña casi, en Ciudad Bolívar adivinó en el alienígena nombre de una balandra que surcaba las a veces tranquilas, otras bravías, aguas del gran río. La embarcación se llamaba Safo. No era el nombre de un encanto ancestral, que poseyera como dueña las antiquísimas lajas de los raudales guayaneses, sino el de la décima musa, que desde entonces subyugó a la gran Jean, acaso la undécima de ellas.
Jean en sus libros. Jean en el retrato que de ella hizo el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Jean en el busto que le esculpió una escultora de origen libanés. Jean en los retratos y en el nombre suyo dicho mil veces, musitado junto al Ávila para que ningún pájaro se lo lleve a la orilla de la playa y, de la lengua del mar, a ningún sórdido, por lejano, rincón del mundo.
Para la Academia Venezolana de la Lengua es un honor contar entre sus miembros a doña Jean Aristeguieta Capella, quien por esta vez le permite a la institución no quedar incompleta. Para Venezuela es un acierto que la Academia la haya acogido entre sus miembros, pues nos recuerda a todos la necesidad de cortar los retoños, tan comunes en esta tierra de gracia y de desgracias, del mítico árbol de loto. Que el olvido no se lleve a nuestros valores más imperecederos. Las máscaras de la desmemoria han de lavarse en las aguas claras de los ríos, de los morichales, de la lluvia menuda o fuerte que riega las sementeras y los jardines.
Jean era ya académica correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz. Ahora, por derecho propio, lo es de la más antigua de las academias venezolanas, que con la incorporación de esta poetisa cierra, de alguna manera, pero con broche de oro, la celebración de sus 130 años.
Jean y su escritura han de perdurar como guiño amoroso, sonrisa y “palabra en el tiempo”, tal cual decía Antonio Machado de la poesía. Bienvenida sea nuestra Academia de la Lengua, correspondiente de la Real Española, a la obra y vivencias de doña Jean Aristeguieta Capella.
Horacio Biord Castillo
Horacio Biord Castillo
Investigador, escritor, profesor universitario
Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua
Individuo de número de la Academia de la Historia del Estado Miranda
Jefe del Centro de Antropología del IVIC
Me ha molado tu escrito. Hace por lo menos 6 años que
sufro lo mismo. Creo que te entiendo.