Poema de Maite Ayala Brandt: Verde aire, solsticio

un lamento en la subida, huerto

la más obscura subida

el día en que lastimada,

gemía y se agitaba la tierra

un hecho rapaz

que enturbia el agudizado grito

en un cuerpo que sólo anhelaba

abastecer con pan

llevándote a los abismos

derribaron sordos

tu mansedumbre de niño

tu medida de lucero

y trasegaron tu cuerpo

a la gran casa de lo abyecto

donde pulula el levantisco hedor

de aquellos que no deseaban

perder la moneda

así derramaron lo turbio

de su ceguera

dejando al odio nacer

como una chispa

a la que el viento mueve

donde quiere

trasluciendo las más feroces intenciones,

de quienes somos

y todo lo que podemos hacer.

La colina verde, el huerto apacible

te esperan para escuchar

tu voz de azucena, que vierte

verdaderas y reales promesas

como el fulgor de un trueno,

el ala del cielo sobre él, baja

¿y quién ora?

sin devolver su oración

a ninguna parte

Cristo, el hijo del hombre

tumbado sobre sí desgrana

su plegaria:

_Abba, Padre, aparta de mí este cáliz

pero que se haga tu voluntad, no la mía_

vestida de sangre y agua

la noche de oración

mis ojos, tus ojos

los de todos, coronando el mundo

el cielo refleja ya

este huerto

medio verde, mitad negro

con sus estrellas

blancas, azules, metálicas

la agonía de las piedras

acogiendo los brazos

que se extienden sobre ellas

¿y quién habla, si todos duermen?

los ha rendido el sueño

aúlla la soledad, su hierro frío

obscura, sobre los cedros

los olivos

la grama húmeda

la túnica se descuelga

de los hombros

como se descuelga el sueño

se desvanece el calor

refulgente, tiembla

estertor de sombras

sobre el cielo

se proyecta

está sorda

la madrugada

no existen palabras aparte de las suyas

en el horizonte del cosmos

verde aire, verdes jardines

cien heridas.

Ahora hay un silencio

de noche

junto a mí cae el trigo amarillo

densamente aplastado

tu pesar me atraviesa

en el lento pasar de los siglos.

Tú, que eres la conjunción

del amor sin límites

has derramado también

tus lágrimas

para blanquear

nuestro desamparo.

Verde aire, verdes jardines

cien heridas

en el Getsemaní que está sólo.

Maite Ayala Brandt

2004/2005

Gracias a Maite Ayala, integrante del Círculo de Escritores de Venezuela

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