Ildemaro Torres – Círculo de Escritores de Venezuela
Hay quienes hablan de “toma de conciencia”, otros que nos instan a ello con la proposición de “mírate en ese espejo”, y hasta en abierta exhortación a “despertar”; pero como sea que se le perciba o se le entienda, equivale a aceptar como al fin llegado el momento de tomar decisiones firmes, y con aspiración de ser definitivas en base a la validez de sus alcances. Unas veces la opción escogida para llevar a la práctica la eventual respuesta a lo planteado, tiene que ver con la naturaleza de lo que nos preocupa y asimismo con la circunstancia de si se trata de algo individual, personal o colectivo, como lo es aquello que nos afecte cual ciudadanos atentos a la situación por la que atraviese una institución, un sector social, o el país como un todo.
Estamos a escasos días de la culminación de un importante proceso comicial, generador de gran expectativa, al punto de ser considerado con rango de suceso histórico de enorme trascendencia: la elección del Presidente de la República. Prestos los votantes a encarar los resultados de escoger entre un teniente coronel que con absoluto descaro y por conocido narcisismo y ambición trepadora pretende seguir en ejercicio del poder; y un joven dirigente en goce de aprecio y admiración por su lealtad al pueblo, valentía, claridad política, visión futurista racional y honestidad a toda prueba.
Al cabo de tantos años de abuso de dicho poder militarizado y a lo largo del mismo, varias veces nos preguntamos hasta dónde hemos pecado de tolerantes y cómo pudimos serlo durante tanto tiempo, si lo que siempre hemos recibido de ese personaje primario han sido agresiones represivas, ofensas y humillaciones, buscando reducirnos en términos generales a temerosos testigos de arbitrariedades, abusos y apego a una conducta delictiva, traducida entre otras manifestaciones en el saqueo de los bienes de la Nación.
De allí que la opción hace mucho escogida y en época más reciente reiterada como tal, para despejar el camino de cuanto hoy lo entorpece y libremente devolverle al país todo lo que le ha sido sustraído o alterado por el régimen actual, es la electoral, concebida con el carácter, la pulcritud y la seriedad propias de una sociedad fiel a los valores esenciales de una democracia.
Es notorio el deseo de contar con una masiva respuesta popular, entusiasta y llena de colorido y fe, como lo fue la multitudinaria marcha que acompañó al candidato demócrata Henrique Capriles Radonski en el cierre de su campaña en la avenida Bolívar. Así será.