Por ALADAR TEMESHY
…»si convencidos de la intima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de afuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces?» Antonio Machado. Cátedra Letras Hispánicas.
Durante de los pervigilios nocturnos, mirando el techo y esperando la madrugada estuve escuchando el silencio, este fenómeno de muchos variantes. Hay largos, cortos, profundos, momentáneos. Hay de afuera y de adentro, si, de adentro de uno mismo. En estas largas horas o de paseos solitarios busqué, que es el silencio y que está detrás de él. En noches tranquilas caminando sobre la alfombra de las sombras de los árboles dibujadas por faroles, podía palpar el silencio de la ciudad. Una respuesta a la coreografía continua de la urbe, al autobús, al mercado, a la desesperación humana por el sueño, por el vacío de la inconsciencia. Es el estado cerrado de piedra redonda, impenetrable. Es el silencio de la necesidad, del cansancio. Es histórico. En su pesado volumen duermen los conquistadores de la ciudad tan citados por los cuestionados políticos urbanos. No es personal. Es el silencio de la masa conglomerante de calle, casa, pared, foro, zoológico, escuela, orden y bordelo. Es temporal, dura como los amores de una sola noche. Y detrás una otra noche sin forma sin volumen, una imposición desconocida, fuera de la aceptada, nada más. ¿Nada más o simplemente nada? Una ciudad envuelta en una inconsciencia múltiple sin personas, sin paredes.
¿Que es el silencio? Es la suspensión del tiempo y de uno mismo. Disolución de algo no disoluble, es el reflejo del otro yo en el espejo de Lacan*, visión sin forma o contorno. ¿Existe o es imaginación? Cuál es la limitación de nuestra existencia o simplemente estamos entre el tiempo y la muerte. Todo esto en la burbuja secreta del silencio que flota alto, como las aves en el misterio de la negación de la gravedad. Allá arriba no hay palabra, no hay sonido para nuestro oído. ¿Que haruspex puede traducir lo que las aves vivieron en sus vuelos por las alturas? La incógnita se cierra con la palabra silencio, como algo lógico sin razón o explicación palpable, aceptado como factor natural dentro de nuestro alcance. Acaso es una limitación, no, ni es conformación, simplemente quisiéramos poseer este intervalo de suspensión de voces y existencia, de no ser solamente estar.
El silencio independientemente que sea de la ciudad, del río o de cualquier rincón, nos llega y nos envuelve de modo impersonal en, que por deus ex machina estamos con todo de nuestro ego presente. ¿Es la paz o la inquietud? Es el encuentro subconsciente de uno mismo en la burbuja dejada antes de nacer. Es un fragmento de infinidad, sin referencias, sin rumbo, una duda libre sobre uno mismo, invisible en el espejo de Lacan. No es la comprobación de volumen y figura o de las manifestaciones del intelecto.
Es el yo, un libro cerrado.
El yo en el marco del silencio. ¿Y detrás? Voy lento sobre la alfombra de las sombras de los árboles en el silencio de la ciudad y en el mío, sin saber que a donde voy. Allá atrás no hay nada. Las aves no vuelan de noche.
*J. Lacan: El estadio del espejo- Cuando el niño pequeño ve su imagen la primera vez en el espejo.
SOBRE ALADAR TEMESHY
Nacido en Hungría, se graduó de arquitecto y realizó estudios en Budapest, Viena, Los Ángeles y Caracas. Perteneció al grupo literario del poeta venezolano Alfredo Silva Estrada y participó en los talleres del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Ha publicado los siguientes poemarios: El califato (2005); Probando el tiempo (2001; Cantata profana (1997); Líneas cortas (1995). Hierba Alta (2010). Al margen de la tarde (Diosa Blanca 2011). Cartas a Magdalena (Diosa Blanca 2011). También publicó Razones y sin razones de la ciudad (Historia del urbanismo) en 1996. Ha escrito ensayos sobre La pintura francesa desde Carlo Magno hasta el siglo XIX, y recientemente apareció su libro Estrellas fugaces en las esquinas del mundo, editado también por El pez soluble. Sus numerosos artículos han sido recogidos en los diarios El Universal y La Razón.
La voz poética de Aladar Temeshy está ligada íntimamente a su manera de comprender la existencia, las situaciones de la realidad y su pensamiento reflexivo. El trasfondo de su escritura es una recia batalla entre la belleza de lo creado y el demoledor paso del tiempo, que todo lo acaba. De sensibilidad contamplativa, tal vez por su profesión de arquitecto y por su dedicación a la docencia, conduce al lector, desde la más sublime hermosura de la naturaleza y de las ciudades, hasta el dolor y el sufrimiento de la pérdida de los afectos y de los lugares más entrañables.
Pienso que Aladar es un romántido a la manera de Rilke.No se reconcilia con la creencia en Dios y en el alma inmortal, no obstante, medita sobre estos temas con la angustia del que se asoma al abismo.
En El libro de las decepciones del mismo autor, editado en el 2008 por Diosa Blanca, el prologuista y editor, Edgar Vidaurre, escribe: ¨En el corazón de la palabra decepción, convergen tres de los aspectos más reveladores de nuestra humanidad a saber: el dolor, la desesperanza (o más bien, la esperanza herida) y la conciencia del engaño y la verdad¨… Ante la decepción, se abren dos sendas, o el hombre se sumerge ante su propio existir o trasciende el sufrimiemto a través de la transformación existencial.
Y es el camino que toma Aladar Temeshy ante tal disyuntiva. Trascender mediante la escritura, a través de estas palabras desgarradoras de sus libros, especialmente de este poemario Al margen de la tarde, que nos deja con el deseo de leerlo una y otra vez, escrito con la entereza y la precisión del oficiante que se aferra a la poesía como ¨una forma de existencia, de elevación de la existencia, de la presencia fuerte de la existencia¨, como escribió en su tiempo el maestro Alfredo Slva Estrada, amigo personal de Aladar.
Al margen de la tarde está dividido en dos partes: 40 poemas que corresponden al capítulo que lleva el título del libro, y un capítulo de 9 poemas, que lleva por título Cuentas del Tiempo. La exquisita belleza del primer poema del libro, nos lleva desde el encanto de un universo ensoñado / en un aljibe virgen / sin fondo y sin rimas:
Es una tarde larga
del encanto de Schumann
en el policromado otoño
surgido de las blanquinegras
teclas del piano grande
en la tamizada luz dorada
de una eternidad.
Hasta aparecer las amargas dudas rebeldes / sobre razones del estar / o del ser y su justa existencia. Es la espada hundida en el pecho, que hiere en las sombras de las letras, al margen de la vida del autor. La muerte es la dignidad del vencido, es la trascendencia y la liberación del ser aprisionado.
Carmen Cristina Wolf, Caracas 2011