Por Magaly Salazar Sanabria
En un aula de la Escuela de Letras de la UCV oíamos un poema de Percy Bysshe Shelley: “Cuando la lámpara se ha hecho pedazos / la luz yace muerta en el polvo/ cuando se disipan las nubes / se dispersa la hermosura del arco iris./ Cuando se ha roto la lira / no se recuerdan sus dulces tonos;/ cuando los labios han hablado, / pronto se olvidan los acentos del amor”(…) «Era nuestro querido profesor Gustavo Díaz Solís quien pronunciaba en perfecto inglés, el verso rítmico que anunciaba el hermoso sentido y las posibilidades que lo traspasan. En esos diálogos, entre la poesía amorosa inglesa y norteamericana, nos regaló los sonetos de Shakespeare, el East Coker de los Cuatro Cuartetos de TS.Elliot y más. En otro curso nos acercó a las propuestas narrativas del Ulises de Joyce y Faulkner. Más allá del docente, fue un privilegio tener cerca a un verdadero, académico, escritor, traductor de la poesía inglesa y norteamericana y crítico impecable. Además, hizo gala de su caballerosidad, gentileza y humanidad en el ejercicio de todos los cargos que desempeñó y entre los más cercanos, el de Secretario de la Universidad Central de Venezuela y Director de la Escuela de Letras de la misma Institución. Como alumna y como Representante de los Estudiantes ante el Consejo de la Escuela, junto con Alberto Amengual, fui testigo de su estatura humana e intelectual.
Entretanto, su biografía cuenta que nació en Güiria, el 2 de febrero de 1920 y mientras “Dios se hacía”, fue enriqueciendo su vida de muchos méritos académicos y literarios. En 1938 escribe su primer cuento “Curandero” que se publica en la Revista Elite. Desde ese momento su nombre empezó a sonar entre los cuentistas venezolanos. Después publica el libro Marejada (1940) y un año más tarde escribe “El Mosaiquito verde”. Le siguen “Llueve sobre el mar”, ganador del Primer Premio en el II Concurso de Cuentos de la Revista Fantoches (1942) y ese mismo año, “Detrás del muro está el campo”. La Asociación de Escritores de Venezuela recogió estos tres últimos cuentos en su cuaderno No. 41 de 1943. Y como dice Eliot “en ese tiempo para edificar, en el tiempo para vivir y generar”, nuestro convidado de afecto y admiración, fue a estudiar en Estados Unidos Seguridad Social, claro, trabajaba entonces en el recién creado Seguro Social Obligatorio. Se gradúa de Doctor en Ciencias políticas en la UCV. Y ese mismo año, de 1944 se marcha a Washington University a estudiar Literatura Inglesa y Norteamericana.
Un hito importante en su vida fue su matrimonio en 1945 con Hilde Gutmann, estudiante norteamericana, quien le permitió hacerse bilingüe. Por supuesto, un caballero de tan fina estampa no podía pasar desapercibido en el Norte… y tampoco en el Sur. De esta conversa entre el inglés y el castellano emergen las excelentes traducciones de los grandes escritores de habla inglesa. De regreso al país, trabajó en el campo petrolero de la Creole Petroleum Corporation. De toda esta experiencia surgió el cuento “Arco Secreto”. Luego en 1946 comienza estudios de Inglés y Literatura Inglesa en el Instituto Pedagógico de Caracas, de donde egresa con el título de Profesor y se incorpora al profesorado del Instituto. Más tarde, en 1947 escribe “Arco Secreto” y con él obtuvo un premio en el Concurso de Cuentos de El Nacional. Este torneo anual ha sido importantísimo para el descubrimiento de nuevos cuentistas.
De este modo, y para no agobiarlos con mis cuentos que no son tan buenos, sigo el arco del tiempo que coloca a nuestro homenajeado con la publicación de “Crótalo”, “Cachalo”, El punto”. En 1965, se desempeña como profesor de la Escuela de Letras de la UCV y cuando recibió el beneficio del año sabático se marchó a estudiar Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad de Chicago. Escribió entonces, once ensayos de crítica literaria traducidos al castellano y publicados en el libro: Exploraciones críticas. En ese período aparece en Monte Avila Editores once cuentos del autor con el nombre de Ofidia y otras personas.
“El alba apunta y otro día/ se dispone al calor”, dice de nuevo Eliot. Y así llegó la agitación de la Renovación Universitaria en 1969, sus fragores, reivindicaciones estudiantiles, protestas contra el sociologismo imperante en la crítica literaria, ideas academicistas conservadoras, indiferencia ante los problemas de la Escuela, oposición a las aspiraciones estudiantiles, enmascaramiento de afinidades ideológicas, dominio de algunos profesores sobre un número de cátedras, entre otros asuntos. Del Manifiesto de la Escuela de Letras de la UCV Septiembre de 1977,escojo apenas, un apartado de las preocupaciones de los alumnos que reconocían, entonces, las limitaciones de un documento de este tipo: “Estudiar Literatura es enfrentarse a problemas que, al fin no son fichables ni reductibles a planes más o menos hermosos sino que solicitan de nosotros, Profesores y Estudiantes, pruebas de fuerza ética, impregnación total; problemas que revierten sobre nosotros una carga inmensa de dudas sobre lo que estamos haciendo aquí y ahora”.
El comentario precedente tiene su razón de ser por las críticas que los estudiantes hicimos a las diferentes cátedras. Al abordar la cátedra de Literatura Inglesa y Norteamericana se lee lo siguiente: “En estas cátedras recibimos las mejores clases; hay respeto y sentido de la Literatura. Hay también preocupación por enseñar, como lo revelan el método didáctico a partir de materiales (guías, traducciones) escrupulosamente preparados , algunas novedades en la Evaluación y la revisión crítica de trabajos y exámenes con el propósito, no de sentenciar sino de orientar.” El profesor de quien se escribía era Gustavo Díaz Solís. Entre sus alumnos de esa época mencionaremos a: María Elena Maggi, Judith Gerendas, Ivonne Rivas, Giovanna Pulitzi, Jaime López Sanz, Michelle Ascensio, Magaly Salazar Sanabria, José Sánchez, Enrique Navas, Oscar Díaz Punceles, Ángel Eduardo Acevedo, Bélgica Rodríguez,César Díaz, Sael Ibañez y Néstor Francia,Cilda Cordoliani, María Teresa Novo, Silvio Orta.Para muchos, el paso por la Escuela de Letras ha sido memorable por lo nutricio y por la apertura a la universalidad.
Todavía con las brasas y cenizas de la Renovación y a la espera de mejores tiempos, en 1971, el Profesor Díaz Solís se encarga de la Dirección de la Escuela de Letras de la UCV por solicitud de los estudiantes. En esa época y con aires renovados, tuvimos como ilustres profesores a Rafael Cadenas, María Fernanda Palacios, María Teresa Rojas, Mery Sananes, Orlando Araujo, Panayotis Roufogalis, Oscar Sambrano Urdaneta, Luis Navarrete Orta, Luciana Di Stéfano, Ida Gramko, José Balza, quien redacta en 1973, el prólogo de Arco Secreto y otros cuentos, editado por Monte Avila Editores, y también señala al Maestro en la Antología del Cuento Venezolano (1986), como “Cuentista Absoluto”. A estas alturas del calendario, el Equipo del Papel Literario de El Nacional del sábado 18 de febrero de 2012, dedica un artículo a la Vida y Obra del autor de “Llueve sobre el mar” y dice acerca de la distinción de Balza: “Acertado epíteto, por su dedicación exclusiva a la ficción breve; pero más aún por ser el más artista entre sus contemporáneos”. En esta valiosa publicación intervienen también los excelentes críticos: Antonio López Ortega, Judith Gerendas, Carlos Pacheco y Antonio López Ortega.
Ahora bien, el Maestro no sólo fue un excelente cuentista sino un crítico que supo asumir una voz en el diálogo con el otro. Palabras sencillas y apreciación sincera y aguda del tema. Así realizó un estudio crítico “Gallegos: su manera de ser cuentista”, que se publicó en el libro Multivisión, también Monte Avila (1987) le publica Baladas líricas de W. Wordsworth y S.T. Coleridge (Prólogo, selección y traducción de GDS). En ese mismo año fue nombrado Director del CELARG y Monte Avila le publica su traducción de los Cuatro Cuartetos de T.S.Eliot en 1991. Llegado el año 1995 se le confiere el merecido Premio Nacional de Literatura, distinción muy bien recibida en los medios intelectuales del país.
Y como se ha quedado un eslabón perdido, expresamente, quiero anotar que la contundencia de las dos palabras de Balza: “Cuentista absoluto”, la podemos acuñar con nuestra apreciación acerca de los cuentos leídos: En general, el propósito estético de su obra, el nivel de exigencia de la palabra, las expectativas creadas entre la afirmación y la negación de la vida de personajes y animales, generan cuentos de contención, donde las palabras son piezas claves, ni sobran ni faltan, lo constatamos en “Ophidia”, “El punto”,Crótalo, “Cachalo”. Según Derridá (1976): “No hay escritura fuera del texto”, o más bien: “fuera de la escritura no hay texto”. Es la maravilla de la palabra: todo lo dice o lo calla, pero en la escogencia de la palabra proteica y su juego en el espacio narrativo, residen las múltiples lecturas. Díaz Solís es Maestro de la sugerencia. La prodigiosidad de la naturaleza, el acercamiento “indirecto”, esto quiere decir que en todos sus cuentos las anécdotas, temas, el ritmo, la tensión, el lenguaje, todo gira en función de una visión estética de la obra; se tienden arcos secretos que son signos múltiples determinados por los impulsos de la sangre. El estarse adentro, la atención hacia el mundo interior de los personajes como es el caso de “Arco Secreto”es otro acierto de artista. En este cuento, el personaje David nos compromete con una reflexión acerca de sus acciones; existe una expectativa entre la afirmación de la vida y la negación de la muerte. Nervioso, de agresividad latente, David resguarda su impotencia y así la energía va acumulando presión hasta que la rebeldía pierde sus límites definibles. Su rabia es la rabia de todos dentro de él. Entre el Jefe del campamento petrolero que es el poder y él se tiempla un arco de una corriente adversa. Los planos temporales y los personajes irreales, la sombra y la cacería imprimen a este cuento, como a todos los del autor una huella novedosa. La sombra califica la soledad de David, la luz es de afuera, de las casitas rojas, blancas y verdes de la calle. La relación de David con la mujer toma cuerpo de distinta manera y empiezan a crecer las atracciones y el derecho a la vida hace habitación en los cuerpos, pero está seca de sorpresas, convencida de la no posesión, tan sólo evidencia de acercamiento. El cuento se va estructurando como una red donde cada relación se va estrechando sigilosamente con las otras hasta que el cuerpo de David recoge en maravillosa síntesis todos los verdes del lagarto para enseñarnos también la economía de los recursos literarios. Cito: “De ninguna parte apareció, suave, un gato negro lustroso (…) Así estuvo el gato durante varios segundos, tenso, vigilante. De pronto estaba sobre el lagarto (…) La cola del gato ondulaba elásticamente, viva de una certeza escondida en lo secreto de la sangre (…) Llevaba el lagarto atravesado, convulso, en la boca delicada.(Diáz Solís, 1997,pp29-30) Al final del relato aparece la segunda escena con un animal: “un cuerpo negro, alado” (Díaz Solís, 1997,p.41) que hace pensar que se trata de un murciélago. David, con su rabia alzada, desde su propia soledad, empuña una raqueta, lo derriba y después le hunde un cuchillo. La tensión de fuerzas antagónicas hace que David se convierta en el exterminador del animal, quien, en contraposición con su cazador, deja en la escritura los signos de su belleza y de su vida. De manera dramática, se desencadenan las fuerzas y rompe la tensión surgida entre él y su jefe. En la cuentística de los años anteriores sería impensable el planteamiento de Díaz Solís del dominio primario del hombre sobre la naturaleza, su fuerza expresiva, la maestría de una cuentística que es poética y aparenta ser amable, la delicadeza para construir un espacio de violencia como es el caso de el niño y el pez de Cachalo”, la recurrencia del espacio marino como en “El niño y el mar” y la recreación misteriosa del paisaje o ambiente como en “El cocuyo”. Según la escritora JudithGerendas: “Diaz Solís ha logrado crear un mundo coherente y sugestivo, único dentro de la narrativa venezolana, en la cual ocupa un lugar primordial y señero.”
Su obra obedece a la fidelidad y perfección de cada pieza escrita, por eso sus cuentos permanecerán en las mejores páginas de Venezuela, junto a la de los grandes cuentistas que surgieron a partir de los años 40 Arturio Uslar Pietri, Enrique Bernardo Núñez, Julio Garmendia, Guillermo Meneses, Antonio Márquez Salas, Humberto Rivas Mijares, Oscar Guaramato, Osvaldo Trejo y los latinoamericanos: Juan Rulfo, Juan José Arreola, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Miguel Angel Asturias, Mario Benedetti.
Para terminar quiero decirles que en los años 80 dicté un curso en la USB acerca de la Cuentística de Gustavo Díaz Solís y tuve la oportunidad de invitarlo para que los alumnos conversaran con él. Fue un rato inolvidable y una experiencia muy bien aprovechada por los alumnos. Termino, con un saludo para el querido Maestro, allá en su Arco Secreto y para todos Ustedes, por eso les leo el Soneto XVIII de Shakespeare que comentamos en clase el 29 de Mayo de 1973:
Soneto XVIII de William Shakespeare :“¿Te he de comparar con un sol de estío?/Descubro en ti más gracia y más encanto/Furiosos vientos agitan el fino/botón de mayo. Es tan breve el verano/ Quema, a veces tanto el ojo del cielo/, se opaca a menudo su tez dorada/ lo que es bello deja a veces de serlo/ Por azar o por natural mudanza/ Mas tu eterno estío no decaerá/ni ha de perder lo bello que posees /ni la muerte de ti se jactará/ Cuando en el tiempo en verso eterno creces/ Mientras respirando o viendo sigas/”.
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* Palabras pronunciadas por Magaly Salazar Sanabria en el Homenaje a Gustavo Díaz Solís, organizado por el Círculo de Escritores de Venezuela el 4 de marzo de 2012, en la Sala José Ignacio Cabrujas de la Fundación Cultural Chacao.