Por Inés Muñoz Aguirre
Esta publicación es cortesía de http://www.nuevosurbanos.blogspot.com/
Un país se pierde en los pequeños detalles. Igual que como se pierden millones de litros de agua a través del bote de una tubería. Vamos perdiendo valores y casi sin darnos cuenta vamos cayendo en cometer errores que hemos criticado. Repetimos las equivocaciones, nos volvemos condescendientes y al final nos acostumbramos.
Cuando llegamos a la etapa de la costumbre creemos que el país está perdido sólo en sus grandes problemas y nos volvemos incapaces de entender que esa especie de debacle que sentimos a veces a nuestro alrededor, tiene su origen en lo que hemos ido dejando escapar.
En estos días vi una entrevista a la señora Virginia Betancourt realizada por un colega contemporáneo (hago referencia a esto para ubicar elementos de educación en un mismo contexto generacional) que trataba con todo desparpajo a su entrevistada de TU. La invitada quien estaba allí gracias a su libro “Vida en familia”, habló gran parte del programa de su papá Don Rómulo Betancourt, ex presidente de la República y poco de su reconocida trayectoria personal que como todos apreciamos va más allá de ser la hija de un ex presidente, hago referencia a esto porque son más razones para su jerarquía que merece respeto. Para completar el cuadro habló de su fecha de nacimiento lo cual nos permitió conocer de primera fuente, que la señora supera los 80 años de edad.
Sufrí de vergüenza ajena. Recordé las enseñanzas familiares que pregonaban respeto a los mayores, pero también recordé las enseñanzas universitarias que nos hablaban de la diferencia entre el periodista y el entrevistado. Preceptos que planteaban que en el proceso del trabajo debían guardarse las distancias entre el entrevistador y su invitado.
Como país deberíamos disculparnos ante la señora Betancourt. Tenemos que asumir que las teorías que buscan incentivar en la gente que todos somos iguales, no hacen más que desmerecer la trayectoria de todos los que trabajan por ser mejores y por contribuir al desarrollo de la patria. Tenemos que asumir que sí hay quienes desde sus posiciones, se hacen diferentes a la mayoría (Nos guste o no).
El país nos reclama la recuperación del respeto. Es importante asumir en la redención urgente de nuestros valores que el que haya personas que lo merezcan, de la misma forma que merecen el reconocimiento y tratamiento de usted, significa que aún tenemos ejemplos que seguir.
*Inés Muñoz Aguirre es periodista, dramaturga, poeta y narradora venezolana. Es Directora Editorial del Círculo de Escritores de Venezuela. Dirige PublicARTE, el periódico de la cultura.
De todos es sabido que la diferencia entre los seres humanos y los animales, entre otras cosas obvias de discusión, está el hecho de la racionalidad, y, en ésta, se encuentran los valores que pueden tener polaridades positivas o negativas. Pero cuando los actos personales de un ser están regidos por la irracionalidad en su mayor parte, no hay gran diferencia entre estos dos tipos de seres y aquellos se convierten en entes de pesuñas: siempre he dicho a mis alumnos, que cuando el ser humano pierde todos sus valores se convierte en un animal más, solo lo hace humano su condición de tal y el hecho de su articulación verbal.
Por otra parte, ese respeto, consideración o miramiento que se debe tener ante los mayores o personas que se lo merecen por su condición de tal, desde hace mucho tiempo se ha desarraigado, en gran parte, en las generaciones posteriores a los años 60; y en el presente se ha enquistado como cosa normal en las relaciones personales entre jóvenes y adultos, y en la que aquellos hacen del tuteo el ABC de su mal comportamiento y trato de cortesía. Ésto solo refleja la trastocación de valores y el relajamiento de la moral en el cual se encuentra inmerso nuestro país, producto de la medianía en el que ha caído nuestro sistema de enseñanza de la educación primaria en connivencia con el resquebrajamiento del núcleo familiar, y el poco o ningún apoyo de las autoridades a las instituciones mencionadas; esto es, esa falta de simbiosis, que antes existía entres esos tres núcleos y que daba fundamento a un determinado comportamiento moral positivo del ciudadano venezolano, es lo que ha dado al traste con un modelo de conducta que contribuye al logro de la excelencia en cualquier nivel.
En consecuencia, sí; hay que rescatar esos valores, pero solo con un acuerdo nacional en el que los políticos, principalmente, se asomen como ejemplo de una cruzada para hacer de este país una nación del primer mundo y sacarlo de la mediocridad y el marasmo en que se encuentra.
lo encontre demasiado bueno esto me resulto para hacer un trabajo buenisimo de religion por eso me gusto bastante y gracias a esto me saque un 10