Pedro Grases y el Surrealismo

Por Carlos Maldonado-Bourgoin

Aspecto insospechado en la vida de Don Pedro Grases, erudito académico, emérito profesor y humanista, fue su cercanía con los movimientos estéticos literarios vanguardistas europeos desde su Cataluña natal. El ilustre erudito, bibliófilo y docente catalán, venezolano por adopción, Pedro Grases, llegó al país por la guerra civil española en 1937

(Publicado por cortesía del escritor Carlos Maldonado-Burgoin y del Correo del Caroní)

Su cercanía a las vanguardias lo confirma la amarillenta edición de Los Cantos de Maldoror (arcángel del mal), del Conde de Lautreamont. Traducción del francés al español de Julio Gómez de la Serna y Prólogo Ramón Gómez de la Serna. Biblioteca Nueva, Madrid, S/F. 4 pesetas. Pertenece a la biblioteca juvenil que guardó Pedro Grases hasta el final de su vida en su casa de Montaspre (Vilafranca del Penedés); hoy, en la Biblioteca que lleva su nombre en la Universidad Metropolitana, dentro del fondo de la Fundación Pedro Grases.

La revolucionaria prosa poética simbolista del uruguayo-francés Isidoro Ducasse, Conde de Lautreamont, fue inspirada por el Manfred de Lord Byron, elKonrad de Adam Mickiewicz y el Fausto de Goethe.
Su descubrimiento se debe a León Bloy en 1890. “Sólo algunos hombres de letras conocieron esos primeros ejemplares (…) de imágenes delirantes, blasfemas, eróticas, grandiosas y horrendas, pero su estilo y lenguaje la convierten en un ejemplo sobresaliente de escritura que más adelante utilizarían los surrealistas”. (Mónica Marchesky). La genial obra atípica y sorprendente de los Cantos…, es un gran collage que usa citas, frases de otros autores y sirvió puntal estético a los Manifiestos del Surrealismo. De los Cantos de Maldoror el propio André Bretón dijo: “expresión de una revelación total que parece exceder las posibilidades humanas”.
Antes de la guerra civil, el exitoso profesor universitario, político y escritor Pedro Grases era promotor y co-redactor de la revista de vanguardia Hélix, en Vilafranca del Penedés (Provincia de Barcelona-España). Colaboraban en ella Juan Ramón Masoliver, Carlos Clavería, Guillermo Díaz Plaja (de la misma promoción de Pedro Grases). Figuran también en la revista Hélix Benjamín Jarnés. Max Aub, Julio y Ramón Gómez de la Serna, Foix, Giménez Caballero, Luis Buñuel y tiene como ilustradores a Joan Miró, Salvador Dalí, Benjamín Palencia y Ángel Planells (1929-1932).
Pedro Grases (1909-2004) mantuvo correspondencia desde su exilio venezolano con Juan Ramón Masoliver, hasta su deceso ocurrido en 1997. Masoliver fue ensayista, escritor, traductor zaragozano asimilado a la vida intelectual de Barcelona, quizás el último de los surrealistas.

Algunas fotografías permiten un viaje por la época de las vanguardias: Pedro Grases junto a Ramón Gómez de la Serna en tertulia de café, como en el cuadro de José Gutiérrez Solana La tertulia del Café Pombo. En dicha pintura está representado Pedro Emilio Coll en compañía de figuras de las letras y de las artes españolas. Pero, bastó que vieran a Don Pedro Emilio para que fueran con el chisme a Cancillería gomencista y lo removieran de su cargo en el servicio exterior en Madrid.

En el año Centenario del Nacimiento del Maestro Pedro Grases yo escribí Pedro Grases y el humor para este diario Correo del Caroní (Puerto Ordaz, 29 de septiembre del 2009, página de Cultura). Una faceta poco conocida del intelectual y docente, que por docente e intelectual no tenía necesariamente que ser aburrido, pedante y triste.
Hoy asomamos en este artículo otro aspecto de Pedro Grases, quien estuvo piel a piel con las vanguardias y la estética contemporáneas.
Pero, tuvo un cambio de su suerte y destino, a consecuencia de la tragedia nacional española, que lo trajo al Nuevo Mundo a hacer la otra América. Quizás en su inconsciente el recordado Don Pedro tuvo la máxima del Conde de Lautreamont, citada en el prefacio de sus Poesías: “Reemplazo la melancolía por el coraje, la duda por la certidumbre, la desesperación por la esperanza, la maldad por el bien, las quejas por el deber, el escepticismo por la fe, los sofismas por la frialdad de la calma y el orgullo por la modestia
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