Admiración y respeto nos inspira la historiadora e investigadora venezolana Nora Bustamante, quien ha escrito una obra impoetante para comprender etapas de la historia de Venezuela, como por ejemplo, su libro Isaías Medina Angarita, Aspectos Históricos de su Gobierno.
Hace más de 30 años, Nora Bustamante creó el Grupo de estudio Visión, constituido por amantes de la literatura que analizan semanalmente la narrativa, poesía y ensayística venezolana y de otras latitudes, e invitan a personalidades del mundo de las letras. El próximo título a analizar se trata de Cuentos de pareja y otros relatos, del autor venezolano Heberto Gamero Contín, quien fue ganador del Premio de Cuentos de El Nacional en el 2008.
A continuación, transcribimos el escrito de Alberto Baumeister sobre la incorporación de Nora Bustamante a la Academia de la Historia:
Un justo reconocimiento a nuestras grandes mujeres
Alberto Baumeister Toledo
«De tantas y muchas cosas se habla en nuestro país, sobre todo de política bobalicona, o de fatuidades sociales, a veces hasta de cosas sin sentido, que en la mayoría de ocasiones pasan desapercibidos ciertos acontecimientos que sí deberían tener especial significado y reconocimiento por parte de nuestros conciudadanos, que ni se publicitan ni se les da la relevancia que merecen, de tal manera que pasan casi de contrabando entre las noticias habituales que trascienden al público.
Por ello me propongo en esta columna de hoy destacar la celebración de uno muy especial, justo y sublime, poco corriente no sólo en Venezuela, sino en el entorno mundial, ello no obstante que podría pensarse he debido dedicarla al examen de otros muchos acontecimientos de toda índole ocurridos en estos pasados días en quehaceres, actos y rebullicios políticos, sociales, diplomáticos, e inclusive internacionales, pero los mismos en el actual estado de cosas, que todos los días empeoran, si son casi rutinas en nuestro entorno.
En efecto el pasado 21 de junio en el Palacio de las Academias de la ciudad Capital se realizó con todas las formalidades de rigor la incorporación a nuestra Academia de la Historia, de una muy ilustrada y culta dama, la doctora Nora Bustamante Luciani, médico, docente, investigadora e historiadora, escritora, quien además ha sido siempre una gran venezolana, luchadora por las buenas causas y con un verbo y pluma fenomenales, de estilo seco y poco rimbombante pero con mucho tino en sus opiniones y quien así, con toda justicia y merecimiento, entra a formar equipo con las otras dos únicas mujeres que integran la citada corporación académica a esta fecha.
Comenzó la oradora por destacar que con su designación, para tan honroso cargo, llenaba dos preciadas aspiraciones, una la de ocupar como mujer un puesto en la misma Academia en que años antes hubo de estar por igual, en vez primera, otra venezolana, ilustre historiadora, portentosa y humilde madre de un lote fuera de serie de venezolanos de prosapia y lustre ( los hermanos Pérez Luciani) y en segundo término, porque se le concedía la oportunidad, para con ello de alguna manera, honrar precisamente la memoria de esa gran mujer que fue doña Lucila Luciani de Pérez Díaz, su tía, y a quien lamentablemente, como suelen ocurrir esas cosas en Venezuela, ni siquiera se la recuerda con la importancia que significó su tránsito por este mundo, y en especial su importante y destacada obra historiográfica de algunos de nuestros grandes héroes patrios.
Como podemos imaginarlo, el discurso en cuestión fue dedicado en gran parte a recordar a quien fuera su tía, Doña Lucila Luciani de Pérez Díaz, destacando en especial el mérito que comportó entonces ese especial reconocimiento a tan ilustre matrona, pues en aquella época era poco frecuente reconocer méritos de ese tipo ( para no decir de casi ninguno)a las representantes del sexo débil.
Admito que a pesar de esos gratos recuerdos que me produjo la invocación de los mas resaltantes momentos de la vida de la homenajeada, me quedé en parte frustrado, pues a mi modo de ver, mi reseñada oradora dejó de destacar con la importancia que ello ameritaba, el hermoso, dulce y a la vez severo discurso que pronunciara Doña Lucila al incorporarse a la Academia , por el inicio de los años 40 y por cierto también en un mes de junio.
Ese hermoso gran discurso estuvo dirigido a examinar lo que ella llamó “Algunos conceptos sobre el feminismo” y con una perspicacia y sutilidad notable, destacaba desde entonces, los tristes malentendidos que engendra la inadecuada comprensión de esa siempre inveterada confusión que pretende considerar triunfo del feminismo, la posible equiparación absoluta entre lo femenino con lo masculino, lo que ya calificaba Doña Lucila como “…. una calamitosa revolución social, en la que su propulsora, la mujer, arriesga mucho para ganar muy poco….”.
Remataba sus espléndidas y siempre presentes ideas sobre el tema, en otro bien logrado párrafo de su discurso, destacando que : “ el feminismo aceptable y bien entendido es en realidad el que implica un progreso en todo sentido ….. intelectual y moral, del cerebro y del corazón, de la inteligencia y del buen juicio….”.
Respecto a la “ igualdad”, a la que tanto se acude como garantía de la equiparación entre hombres y mujeres, que se dice dimanar a su vez de la “ emancipación femenina”, señalaba en otro párrafo “…. la única asequible, como dijo una notable pedagoga, es la igualdad en la diferencia, y la única apetecible, es la igualdad frente al deber y a las responsabilidades de la vida…”.
Culminaba esos conceptos sobre la igualdad entre los dos sexos, bellamente, con este pensamiento: “….. Ser no la esclava, ni tampoco la rival….. sino la colaboradora , la compañera, el otro “yo” ( sic. del hombre) como Dios lo quiso, cuando dijo que < no era bueno que el hombre estuviera solo> ”.
Felicito públicamente a la Dra. Bustamante Luciani, no solo por su maravilloso y cálido discurso y el tema del mismo, tan oportuno y preciso en estos momentos, sino por su bien ganado puesto en la Academia, y al alabar su triunfo, por igual lo hago para destacar el de todas esas otras grandes, fabulosas, increíbles miles de mujeres venezolanas que de una u otra manera comparten tareas con nuestros hombres, dentro de los parámetros de esas bellas y sabias palabras de Doña Lucila.
Aún cuando no lo parezca, todavía es mucha y muy grande la diferencia que se pretende establecer entre hombres y mujeres, no solo en Venezuela, sino en el mundo entero. Resulta fútil pretender hacer desaparecer esos traumas aún vigentes, con declaraciones vacías y palabras fatuas, como las de nuestras dos actuales Constituciones, subrayando, por mera demagogia, cada vez que se lo puede en forma inelegante e impertinente, entre ciudadano y ciudadana, fiscal y fiscala, defensor y defensora, etc. mientras en los trabajos, reparto de responsabilidades y destinos, se sigue dando preferencia “al macho”.
Ya es hora de que en efecto se reconozca y logre, sin ambages de ninguna especie, esa ideal igualdad entre los sexos, no en posición de identidad absoluta, sino en la de desprendimiento para el reconocimiento de logros en idéntica forma que a los de los varones, pues como destacaba otrora la gran académica, “ Efectivamente, creados el uno para la otra, y uno y otra para Dios, su misión recíproca consiste en completarse: no pueden ni deben colidir en sus aspiraciones y muchísimo menos en sus ambiciones.”
Estoy seguro es esa también la Opinión de mis conciudadanos.»
Carmen Cristina Wolf