Por Carlos Alarico Gómez
Guillermo Morón, uno de los más destacados historiadores venezolanos de todos los tiempos, ha sido designado por unanimidad Presidente Honorario del Círculo de Escritores de Venezuela. La decisión no ha sorprendido a nadie, pues es natural que uno de los escritores más talentosos del país sea el que presida el gremio que los agrupa, lo que sin duda servirá de estímulo a la actual y a las futuras generaciones de creadores. La obra de Morón es de tal magnitud que ha sido comparada con la de Gil Fortoul, González Guinand y Oviedo y Baños, tanto por su trascendencia como por el dominio del lenguaje y la profundidad de su análisis sereno. Si bien sus inicios se concentraron en el periodismo, la densidad de sus escritos hicieron ver muy pronto lo que debía esperarse de él. Se destacó a temprana edad en la escuela primaria y en el liceo, incorporándose más tarde como columnista de El Nacional y de El Universal, en cuyas páginas literarias publicaba con regularidad sus bien documentadas reflexiones juveniles. Muy pronto se fue a Europa, donde logró obtener el doctorado en España, habiendo ejercido la docencia en Alemania. Su extensa labor como historiador, filósofo y literato le ha sido reconocida internacionalmente al concedérsele el premio Juan de Castellanos (España), además del Municipal de Narrativa en Caracas y el Nacional de Literatura en Venezuela, habiendo obtenido posición de finalista en el prestigioso premio internacional Planeta. Su obra máxima de carácter histórico es sin duda la Historia de Venezuela, en la cual concentra toda su erudición historiográfica y su inmenso talento narrativo. La obra fue editada en Venezuela la primera vez (1971, 5 volúmenes) y en cinco ediciones mas (en 6 volúmenes hasta 1996) por la Editorial Enciclopedia Británica.
Guillermo Morón nació hace ochenta y dos años exactos en Cuicas. El lugar es casi una sorpresa para muchos, pues Morón es caroreño de crianza y de corazón, aunque no reniega del pueblo trujillano que lo vio nacer. Por el contrario, reparte su afecto entre ambas ciudades, ya que don Armando, su padre, tenía su residencia principal y sus negocios en Carora, mientras que doña Rosario, su madre, era una maestra caroreña que ejercía su profesión en la Escuela de esa localidad. Morón se educó en Carora y en sus vacaciones se trasladaba a Cuicas, desde donde compartía sueños juveniles con el futuro poeta Oscar Sambrano Urdaneta, con quien se encontró de nuevo en las aulas del Pedagógico de la cual egresaron ambos a fines de la década de los cuarenta.
Durante sus años juveniles desarrolló su vocación de escritor, gracias a la ayuda que le dio el padre Juan José Bernal, quien captó su habilidad literaria y lo designó para dirigir el semanario El Amigo del Hogar (1940-1943), responsabilidad que ejerció mientras publicaba artículos de carácter histórico en el Diario de Carora , en El Impulso de Barquisimeto y en El Nacional de Caracas. En este último periódico inició su columna Escrito en la Pared, la cual mantuvo durante cincuenta años. En 1944 fue electo Presidente de la Juventud Católica, pero su máximo estímulo intelectual de entonces era el periodista Chío Zubillaga, cuyas sentencias lapidarias le encantaban, tal como aquella donde calificaba a López Contreras como el Presidente del Quinquenio Socarrón.
Morón completó sus estudios de bachillerato en Barquisimeto, lugar donde logró conseguir una posición como periodista en el diario El Impulso, demostrando tanta eficiencia en su labor que al poco tiempo fue designado Jefe de Redacción y ya en diciembre de 1945 ¡a los diecinueve años de edad! alcanza la máxima posición, lo que lo convierte en el Director de periódico más joven que haya tenido el país, devengando «la inmensa» suma de ciento ochenta bolívares al mes.
Al culminar la secundaria se trasladó a Caracas para cursar estudios en el Pedagógico Nacional y mientras lostermina logra obtener trabajo en el Liceo Santa María, bajo la dirección del profesor Hugo Ruán, regentando la cátedra de Historia de Venezuela. Fue en esa época cuando se ganó el Premio anual de la Asociación Venezolana de Escritores con su biografía sobre Lisandro Alvarado (1948). El siguiente año inicia la publicación de su columna Molino para el Viento en El Universal y obtiene el Premio Francisco de Miranda por su ensayo El Rostro Emocional de la Patria.
Al graduarse de profesor se dirige a Barquisimeto a ejercer el cargo de Secretario Privado de Carlos Felice Cardot, Gobernador del Estado Lara, responsabilidad que comparte con su trabajo docente en el Liceo Lisandro Alvarado (1949-1950), sin abandonar su labor como columnista. Allí contrajo nupcias con la dama larense Miriam Tolosa, unión que les dio dos hijos: Guillermo (Barquisimeto, 1951; y María Eugenia, Madrid, 1953).
Su honestidad literaria puso en riesgo su posición, pues en 1950 publicó un polémico artículo llamado La Ciudad Baldía, en el cual hace severas críticas a la administración pública. No obstante, a pesar de que el Gobernador lo ratificó en el cargo, estaba claro para él que le convenía ausentarse del país por un tiempo, decisión que lo lleva a España donde se inscribe en la Universidad de Madrid para cursar el doctorado en Filosofía y Letras (1951-1954), lo que aprovechó para asistir al Curso de Filosofía de la Historia que dictaba el célebre catedrático Christopher Dawson en la Universidad de Londres (1952). Su tesis doctoral en Madrid le valió el Premio Juan de Castellanos, por su documentado análisis de Los orígenes históricos de Venezuela (1954). Sin embargo —no contento con esos logros—, su pasión por el estudio lo llevó a Hamburgo donde cursó estudios regulares en la Universidad de Gotinga (Filosofía y Lenguas Clásicas), que continúa en la Universidad de Hamburgo mientras es nombrado Asistente al Titular de Románicas, el célebre profesor Rudolph Grossman (1954-1958), al tiempo que se dedica a escribir su tesis Raíces filosóficas alemanas en José Ortega y Gasset , con el objeto de optar a titular. No obstante, por razones de tipo familiar decidió regresar a Venezuela antes de terminarla, lo que hizo en julio de 1958.
Su pasantía por España no fue únicamente de corte intelectual. Allí conoció a la joven Mary Melguizo, con quien tuvo una relación de afecto que luego convirtió en matrimonio. De esa nueva unión nacieron los morochos María Irene y Juan Carlos. Al volver a Caracas, Morón fue objeto de ataques insidiosos de enemigos gratuitos, pero la sensatez se impuso y fue designado Director del Departamento de Publicaciones de la Academia de la Historia por el Dr. Cristóbal L. Mendoza, cargo que ocupó entre 1958 y 1996. Durante ese largo lapso fue escogido como miembro correspondiente de la Academia de la Historia, sillón que recibió en 1960 disertando sobre la tesis Para una Historia de la Moral Política en Venezuela.
El futuro le depararía una vida plena de satisfacciones gracias a su constancia y a su pensamiento ordenado, lo que le permitió ocupar la Dirección de la Academia por una década, además de participar en política como líder del Movimiento Desarrollista al lado de Pedro Tinoco (1968-1973). En su larga bibliografía destacan sus trabajos de historia Tierra de gracia, Agenda histórica, Historia de América Latina, Historia de Venezuela, Historia política de José Ortega y Gasset; en filosofía su obra también es extensa: La palabra acero, Los saberes inútiles, Sobre griegos y latinos, Los borradores de un meditador; y como literato se ha anotado sonados éxitos, sobresaliendo su obra El gallo de las espuelas de oro, trabajo que le valió el Premio Municipal de Narrativa en Caracas y lo ubicó como finalista del Premio internacional de novela Planeta (1987). Su extensa obra le valió el Premio Nacional de Literatura en 1990.
Guillermo Morón es sin duda un autor esencial para comprender los diferentes procesos históricos que ha vivido el país, además de ser una referencia importante en los estudios literarios y filosóficos de Hispano-América, sin mencionar su labor gremial que lo ha llevado a ocupar la Tesorería de la Asociación Venezolana de Escritores y la Presidencia Honoraria del Círculo de Escritores de Venezuela.