Norma y uso en la lengua española

Jerónimo Alayón

La lengua es un fenómeno dinámico y estructurado que evoluciona conforme al uso que le dan sus hablantes. En el vasto y complejo panorama de la lengua española, este dinamismo se manifiesta a través de la intrincada y, en ocasiones, tensa relación entre el uso y la norma. El uso representa la práctica lingüística real, espontánea y diversa —denominada actuación lingüística— de la comunidad de hablantes, mientras que la norma encarna el conjunto de reglas, convenciones y modelos de corrección que forman parte de la competencia lingüística y procuran regular y unificar el idioma. Lejos de ser entidades disociadas, el uso y la norma se encuentran inmersos en un diálogo constante, influyéndose mutuamente y configurando la identidad y el devenir de una de las lenguas más habladas del planeta.

Nos proponemos, por tanto, explorar la complejidad de esta interdependencia, analizando cómo el uso desafía y valida la norma, cómo la norma busca mantener la coherencia y el prestigio, y las implicaciones de tal relación para la unidad, diversidad y pervivencia del español.

En general, la codificación de la norma lingüística es tarea de las instituciones académicas. En el caso de la lengua española, ese cometido corresponde a la Real Academia Española (RAE) desde su fundación en 1713. Su lema, «Limpia, fija y da esplendor» —elegido en 1715—, da buena cuenta de ello. A tal fin, la RAE ha creado una profusa colección de diccionarios, gramáticas y manuales de ortografía que han sido esenciales en la enseñanza y el uso formal de nuestro idioma.

Esta labor prescriptiva ha resultado fundamental para dotar al español de una estructura y coherencia que faciliten la comunicación transnacional. Sin embargo, una revisión de los manuales y boletines de la RAE demuestra que la norma no es inmutable: ha debido adaptarse —en ocasiones con reticencia— a los cambios impulsados por el uso. La incorporación de americanismos, la aceptación de nuevas grafías o la flexibilización de ciertas reglas gramaticales constituyen un testimonio de ello. La norma, si bien busca estabilidad, no puede desatender la actuación lingüística.

El uso, por su parte, se erige como el verdadero motor de la evolución lingüística. Es en el habla cotidiana, en la creación literaria, en la comunicación mediática y en la adaptación a nuevas realidades sociales donde la lengua experimenta sus más profundas transformaciones. La aparición de neologismos para denominar conceptos emergentes (tales como tuitear), la adopción de préstamos de otras lenguas (como en el caso de email), la resignificación de términos existentes o la evolución de estructuras sintácticas son fenómenos que produce el uso. La migración, la globalización y, de manera muy significativa, el advenimiento de las tecnologías de la información y la comunicación han acelerado esta dinámica. Así pues, las redes sociales han propiciado un lenguaje de carácter más espontáneo, informal, abreviado y visual que frecuentemente desafía las convenciones ortográficas y gramaticales establecidas por la norma, pero que constituye un reflejo de la adaptabilidad y la creatividad propias de la lengua.

La tensión entre uso y norma es, por consiguiente, ineludible. La norma, en su afán por preservar la unidad de la lengua y su inteligibilidad, suele ser percibida como conservadora y lenta en la incorporación de los cambios que el uso ya ha consolidado, lo cual favorece todo tipo de debates acerca de la corrección de ciertas formas y la legitimidad de las innovaciones lingüísticas.

Un ejemplo de esta tensión entre uso y norma lo constituye el debate sobre la acentuación ortográfica del adverbio solo. En su Ortografía de la lengua española de 2010, la RAE había establecido, en atención al uso, que no se tildara la forma adverbial. Sin embargo, la presión conservadora de escritores como Javier Marías, Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte llevaron a que la RAE relajara la norma en 2023 volviendo a la tilde diacrítica de la Ortografía de 1999… pese a que cada vez menos hablantes la emplean.

El extenso dominio geográfico de la lengua española añade más complejidad a esta relación. El español no es una lengua monolítica, sino que evidencia una rica diversidad de variedades geográficas, cada una con sus propios rasgos fonéticos, lexicales y gramaticales. Lo que se constituye como un uso común y aceptado en España podría no serlo en Venezuela, Argentina o México, y viceversa. Así pues, el verbo informar puede regir o no un complemento preposicional con de o sobre según se emplee en España o América: Informó de la novedad a sus superiores (España) / Informó la novedad a sus superiores (América).

La norma panhispánica, impulsada por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), precisamente pretende armonizar estas diferencias y establecer un estándar común que resulte aceptable en todo el ámbito hispanohablante, sin eclipsar la legitimidad y la riqueza de las variedades locales. Este enfoque —tanto más descriptivo que prescriptivo— intenta aproximar la norma al uso diverso y promueve una visión integradora del español.

En el ámbito educativo, la relación entre uso y norma adquiere una relevancia crítica. Las instituciones educativas son quizás el principal vehículo para la transmisión de la norma lingüística. Entre sus muchas finalidades, tienen la de ofrecer a sus estudiantes el conocimiento apropiado para una correcta y formal actuación lingüística. Sin embargo, una enseñanza rígida —excesivamente centrada en la competencia lingüística y desdeñosa del uso— producirá hablantes desconectados del habla cotidiana, tanto local como global. En este sentido, una pedagogía de la lengua enfocada por igual en la norma y en el uso favorecerá el desarrollo de hablantes críticos, conscientes de la necesidad de las reglas y del valor de la riqueza dialectal del español, así como del impacto de esta en su evolución.

Finalmente, la era digital y la inteligencia artificial están redefiniendo la interacción entre uso y norma. Los correctores automáticos, los sistemas de traducción y los modelos de lenguaje se entrenan con inmensas cantidades de datos que reflejan el uso actual del idioma. Esto, ciertamente, podría tener un efecto homogeneizador al fijar ciertas formas en detrimento de otras, pero también podría servir como una herramienta para identificar patrones de uso emergentes que pudieran influir en futuras revisiones de la norma.

De una parte, el desafío de la inteligencia artificial radicará en evitar que sus modelos de lenguaje fosilicen el idioma en un punto determinado. A tal fin, estos deben reflejar su riqueza lingüística y su capacidad de adaptación. De otra parte, el reto de la RAE estribará en no ignorar la creciente aceleración que la evolución de la lengua está teniendo bajo el impacto de las nuevas tecnologías de procesamiento, producción y distribución de la información.

En conclusión, la relación entre el uso y la norma en la lengua española es un proceso dialéctico incesante. El uso, con su constante innovación y adaptación a las necesidades comunicativas, representa la fuerza motriz de la evolución lingüística. La norma, por su parte, actúa como un ancla, proporcionando estabilidad, unidad y un marco de referencia para la inteligibilidad. Lejos de ser oposiciones irreconciliables, ambas son interdependientes y necesarias para la vitalidad del español.

Reconocer esta compleja interacción, aceptar la legitimidad de la diversidad y promover una norma que sea flexible y descriptiva, sin renunciar a su función reguladora, resulta fundamental para asegurar que el español siga siendo una herramienta de comunicación rica, vibrante y eficaz para sus más de 500 millones de hablantes en todo el mundo. La lengua no es una estructura inmutable, sino dinámica y vigorosa, que se nutre del del uso y se estabiliza en la norma, garantizando así su continua fluidez y relevancia.

 

@JeronimoAlayon

CITA CHICAGO:
Alayón, Jerónimo. «Norma y uso en la lengua española». El Nacional. 30 de mayo de 2025. https://is.gd/F21N6n

CITA APA:
Alayón, J. (2025, 30 de mayo). Norma y uso en la lengua española. El Nacional. https://is.gd/F21N6n

Editora: Carmen Cristina Wolf

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