JEROH JUAN MONTILLA, POEMAS DE LEJANÍAS

POEMAS DE LEJANÍAS

Jeroh Juan Montilla

Si entramos a la etimología de la palabra lejanía el dar sentido se vuelve un cerco de abrumante hermosura. Esta palabra es familia de otras, una tan dulcemente sonora como lontananza, vocablo italiano derivado del trajinar la perspectiva en el arte. Términos como longitud, longevo e indulgencia, suenan preciosos en nuestra boca cada vez que nos llega el perfume de esta hermandad en el lenguaje. Estos tres poemas, solitarios y únicos en sí mismos como cada vida que transita nuestro planeta, se entrenudan en cada letra y sentidos de la palabra lejanía.

Dios mío

en todo regreso está la Odisea

las olas se han cerrado

y la serenidad es un camino nunca visto

atrás es lo mismo que adelante

una puesta de sol puede ser la aurora

viajar es separarse de sí mismo

fui quien zarpó y se tragó el horizonte

también el que agitó los dedos desde el puerto

el que se quedó en todas las piedras de mi isla

para cruzar el rostro del océano

me aferro a este cascarón

mecanismos y artilugios que me dan distancia

el vivir entre aparatos

comodidades en las sendas del aire y el agua

amenazas y extravíos en las inutilidades de la sabiduría

todas las pestes y tempestades de los dioses

hay una mujer que por mí se desvela

todo mi ego vive en su corazón

mi hijo querrá mis relatos

ver esas flores que llaman cicatrices

pero sólo me reconoceré en los ojos de mi perro

tantos días esperando

asomado en sus sueños

Dios mío, devuélveme la naturaleza

el único regreso que hoy puede salvarnos.

 

* * * * * *

 

Si toda sabiduría toma distancia

la mudez del sol

es la primera lengua de lo viviente

el silencio camina conmigo

me detengo en este costado del cerro

y cualquier cosa se vuelve lejanía

los rayones de nubes al fondo

o un pedazo de tierra entre mis pies

en los pinos canta una cigarra

tres días de lluvia no la han callado

entonces Te descubro

en tus primeras palabras

hágase el horizonte

apártate de ti mismo

y el mundo será todo resplandor

la máscara del Altísimo

tiempo y espacio los frutos del bien y el mal

de ellos has llenado mi despensa

lo más difícil

es la última palabra del poema

el aislado lugar de un hambriento de lo inmedible

tu misericordia.

* * * * * *

La pureza del paisaje son sus lejanías

eso hace a Dios dueño de la verdad

soy miope

solo tengo distancia para lo verosímil

todo lo llevo encima

puedo mostrar que eso no es lluvia

apenas un poco de alma de las nubes

un caminante enciende su radio

el vallenato reblandece

las sales de mi memoria

el insecto palo que Tibisay acaricia

es otra escritura

que el capricho de Dios

traza en la hierba

basura es la firma del hombre

estos versos

los inevitables desechos

de mi presencia

en estos anónimos parajes

sin embargo

los últimos cantos de los pájaros

dejan completamente limpio

el atardecer.

 

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