Por Laura Febres
El contacto con la obra Elisa Lerner produjo en mí cierto desconcierto al principio, por no poder arribar instantáneamente a una explicación precisa sobre sus juegos verbales, conceptuales e incluso sobre sus preferencias temáticas.
¿Es una feminista convencida que rechaza el concepto de la mujer objeto en su obra? Y si esto es así, por qué presenta siempre mujeres desoladas que repiten constantemente: “Si hubiera tenido un traje de novia”.[1]
Es evidente que esta tensión en los personajes no proviene de la improvisación y el descuido en la construcción estética de su creación. Elisa Lerner no construye tipos que inmediatamente susciten en su público la aceptación o el rechazo, no pretende darnos lecciones sobre nada, y menos sobre dependencia o independencia femenina.
En su lugar, construye mujeres que, como la “Señorita Rosie Davis”, nos hacen enternecer ante su propio desamparo. Estas mujeres viven de acuerdo con los patrones establecidos por la sociedad y sin embargo poseen una vía para la rebelión que les provoca un inmenso placer: el sueño.
El símbolo como un recurso estético en la obra de Elisa Lerner
Para tratar este punto he escogido las dos obras teatrales más extensas de la autora: En el vasto silencio de Manhattan escrita en 1963 y Vida con Mamá representada en 1975 por El Nuevo Grupo. Entre estas dos obras puede muy bien estudiarse el desarrollo de una conciencia estética, sobre todo en la evolución de la metáfora y en el empleo de las técnicas dramáticas. La temática de ambas obras sigue siendo parecida: el desamparo, la sexualidad reprimida por la ausencia de matrimonio, el dominio tiránico de la madre hacia la hija y la nostalgia por el pasado. En el vasto silencio de Manhattan se observa la preocupación de la autora por hallar un lenguaje estético apropiado a las situaciones descritas. Ese lenguaje debe tener la finalidad de transgredir la vulnerabilidad personal del artista y conseguir la forma certera de expresión del arte:
Tu tarea de artista era transformar la personal vulnerabilidad, el rostro más cercano en la más distante imagen. Vida con mamá pag. 2.
La necesidad de expresarse por medio de metáforas está detrás de los parlamentos de toda la obra:
Madre, no la entiendo. Ahora parece usted estar buscando metáforas en los cielos.
Si fuéramos a caracterizar los tropos que abundan En el vasto silencio de Manhattan tendríamos que calificarlos en su gran mayoría como símiles, es decir, tropos con los dos términos de comparación expresados y con el enlace “como” uniéndolos a ambos:
…los cubiertos eran como plateados peces que jamás podrían pescar en el mantel.
Pareciera como si la autora no se atreviera a prescindir del término real de la comparación: “cubiertos”, y a expresar exclusivamente el de “plateados peces”, porque esto iría en detrimento de la claridad del texto.
A veces, cuando Elisa Lerner se atreve a suprimir el primer término de la comparación, es porque este ya ha sido especificado anteriormente y podemos captar su sentido.
En el vasto silencio de Manhattan los parlamentos son muy extensos, en contraposición con la rapidez del suceder de la acción. En Vida con Mamá encontramos, al contrario, parlamentos cortos y escuetos. Esta última obra no permite el uso tan frecuente del símil, ya que este requiere más espacio textual.
El efecto estético de Vida con Mamá hay que buscarlo en el choque conceptual y auditivo de los términos puestos en contacto. Las palabras, que a veces especifican más de lo dicho, en Vida con Mamá provienen de ámbitos conceptuales muy distintos y al ponerse en contacto producen algo así como un cortocircuito que ilumina los términos en cuestión. Como por ejemplo: Madre: ¿Cuánto pesas hoy? Hija: Lo mismo que ayer.
Madre: Estoy harta. Hasta el tope. Nunca hay variación alguna. Tus kilos son como tu vida. P. 2
Los kilos pertenecen a un sector material muy concreto y hasta frívolo del hablar cotidiano, mientras que la vida es un concepto abstracto que pertenece más bien a un ámbito espiritual. Y entre estas dos palabras, si estudiamos el diálogo completo, se sobreentiende un concepto oculto: la rutina. Esta adivinanza a que se somete el espectador o lector no existe En el vasto silencio de Manhattan donde los parlamentos fluyen como un río continuo. En cambio, en Vida con Mamá el diálogo parece precipitarse en abruptas caídas y saltos donde el espectador tiene que trabajar agregando aquello que queda inconcluso. Aunque pienso yo que es superior la riqueza temática y poética contenida En el vasto silencio de Manhattan, no es extraño que haya sido Vida con Mamá la que se representara primero con gran éxito, ya que esta presenta mayor economía en sus elementos dramáticos. Vida con Mamá es fácil de ser representada porque solo tiene dos actos, dos personajes y unas exigencias de montaje mucho más sencillas. En cambio, En el vasto silencio de Manhattan tendría que ser fragmentada para la total representación de sus doce actos, y exigiría una gran veteranía de la actriz principal para la interpretación de los largos monólogos de Rosie.
Sería muy interesante realizar un estudio exhaustivo de los símbolos en las obras teatrales de Elisa Lerner, que pudiera ser, incluso, extendido hasta sus ensayos periodísticos. Símbolos, porque hay objetos que se repiten con una recurrencia extraordinaria dentro de una obra e incluso se repiten en su otra obra y en los ensayos. Tal es el caso de los candelabros, los collares, la costura con todos sus utensilios: agujas, hilos y el costurero; ello en referencia a las dos obras analizadas. La naftalina, las perlas, el coche y el traje de novia en Vida con Mamá. Los sombreros, espejos, anillos de bodas, peces, el asfalto En el vasto silencio de Manhattan. Como vemos, no podemos referir estos objetos a ninguna simbología estructurada por una cultura patriarcal; en todo caso, podemos hablar de un simbolismo autárquico que se basta a sí mismo dentro de su propia creación y tiene que ser explicado a partir de ella. También podríamos relacionarlo con la escritura de otras escritoras, que por ser mujeres utilizan los mismos objetos de referencia. Los objetos se animan, adquieren características nunca antes soñadas, tanto desde el punto de vista de su concreción física como de sus atributos. Existe una cierta dosis de vaguedad detrás de los símbolos de Elisa Lerner que les confiere una riqueza de la que carecerían si las palabras fueran siempre unívocas. No siempre el costurero es la memoria ni los collares simbolizan la opresión de la mujer, sino que a veces la obra se refiere al costurero y los collares atribuyéndoles la simple función que desempeñan en el acaecer diario. Uno de los símbolos más interesantes, porque tiene una cierta dosis de hermetismo, son los candelabros que aparecen claramente expresados En el vasto silencio de Manhattan y en Vida con Mamá. Los candelabros como objetos iluminan y resplandecen, y casi siempre están asociados con fuego. En las mitologías y en el psicoanálisis el fuego generalmente connota la idea de castigo y es interesante señalar que en las dos obras los candelabros son objetos temibles:
Rosie: – ¡Madre! Las luces de sus candelabros aparecen temibles: me encandilan como esos pájaros blancos que hacen más vasto el sol del otoño en las mañanas. Y es que sus palabras parecen cargar aún más de lumbre sus candelabros. Madre usted me atemoriza con esos candelabros, con esas palabras.
Objetos malignos que parecen ser el arma de exploración de la madre en los deseos más recónditos de la hija, y generalmente cuando aparecen se suscita una discusión entre ambas, donde esta última termina realizando lo que la madre quiere. El costurero, las agujas y los hilos o sedalinas, están asociados de alguna manera con el tiempo y su recuperación:
Madre: Con el tiempo, se han transformado en una insistente cinta roja, en un hilo bermellón que atraviesa mi existencia una y otra vez. Lerner, Elisa. Vida con Mamá. p. 31.
El pasado, tiempo indispensable para la definición del presente
Las obras de Elisa Lerner están ubicadas en períodos históricos muy precisos y generalmente sus personajes femeninos tienen mucha relación con la época histórica que vivieron o que está transcurriendo. En el vasto silencio de Manhattan corresponde a la crisis económica de los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1929. Rosie Davis enloquece en el momento álgido de la crisis para recuperarse cuando la nación ha salido de ella. De la misma manera, las mujeres de Vida con Mamá recorren un largo período histórico desde la época de Gómez –descrito más que todo por la madre– hasta la democracia venezolana –vivida por la hija. El pasado es un tiempo importantísimo para los personajes de la autora; si no los inmoviliza, les permite muy poca libertad de acción. Los personajes están siempre recordando, y si no existiera abundante literatura patriarcal al respecto, me atrevería a decir que fue a las mujeres a quienes correspondió, en las épocas pintadas por Elisa, la recreación continua del pasado. Las mujeres, al no estar, en épocas anteriores, totalmente integradas al conglomerado social, en sus luchas y ambiciones se dedicaban con mayor ahínco y paciencia a rescatar el pasado, tiempo que está siendo ignorado cada día más por la sociedad moderna:
Hombre o Tom: – … A uno la memoria le ha dejado hace tiempo ya, atrapado entre dos trenes.8 Suárez Radillo, Carlos. 13 Autores del Nuevo Teatro Venezolano. En el vasto silencio de Manhattan. p. 330.
El tiempo más importante para Elisa Lerner es el pasado. Es a través de él que los pueblos y los hombres pueden llegar a un intento de conocimiento de sí mismos. Y cuando hemos cortado con el recuerdo carecemos de posesiones y ningún afecto nos pertenece. Entonces estamos absolutamente solos, y entregados a la niebla infinita de lo caótico.
Esta que parece ser una preocupación universal de la escritora, se concreta aún más cuando se trata de definir a nuestras nacientes repúblicas latinoamericanas, algunas de las cuales han tratado de destruir rápidamente el pasado. Las mujeres de Vida con Mamá recuerdan y discuten un largo período de la historia venezolana porque sintetizan en esta obra el interés personal de Elisa Lerner por ese tiempo y por la necesidad colectiva que tiene la sociedad venezolana de tener en cuenta su pasado.
Elisa Lerner la ensayista
De procedencia judía, nacida en Valencia en 1932, en sus crónicas y ensayos frecuentemente cargados de ideas también policías y democráticas, analiza irónicamente la marginación de la mujer en una sociedad de consumo que no tiene un referente especifico. Sus ensayos fundamentales se encuentran en los libros: Una sonrisa detrás de la metáfora (1969), Yo amo a Columbo (1979), Crónicas ginecológicas (1984), Carriel para la fiesta (1997) y En el entretanto (2000). Lerner es un verdadero referente sobre las presiones y obsesiones de la mujer en el siglo XX. Con Gisela Kozak Rovero en su libro Ni tan chéveres ni tan iguales (2014) construye obras en las cuales pone en la tapete la máscara que recubre la sublimación de la mujer en la cultura venezolana que oculta todo el sacrificio y autoengaño que la mantienen subyugada. La reflexión sobre el género ha enriquecido el panorama del ensayo en Venezuela porque condujo al análisis de canteras que frecuentemente han sido invisibilizadas por la percepción común de esta sociedad.
Elisa Lerner, la novelista
También es autora de la novela De muerte lenta, que centra su pesquisa en el golpe de Estado que le dieron a Rómulo Gallegos en 1948. Sin embargo, la deuda con los ancestros judíos no deja de estar presente cuando la arena de Puerto Azul, club cercano a Naiguatá, se entremezcla paródicamente con la arena del desierto del Sinaí, pisada por los judíos en su peregrinación:
“Rezagada, he de atestiguar la caminata ancestral que me corresponde. En las rayas rojas con que el sol despide su ígnea tarea al final del día, miraré las robustas líneas del mueble de roble de subido escarlata donde, en pleno desierto entre alfombras de polvo sin consuelo de ser limpiadas por las olas de un mar como éste que da tanto líquido lustre a nuestro club, se resguardan las sagradas escrituras de una sinagoga que ha perdido su nombre pero no su destino de fe. ¡Oh, espumas insidiosas que no escuchan la sed de los desiertos, que es la de todos nosotros, los que nos deslizamos en la más rotunda soledad¡” Lerner, 2006, 45.
El pasado es un tiempo importantísimo para los personajes de la autora; si no los inmoviliza, les permite muy poca libertad de acción.
Los personajes están siempre recordando, y si no existiera abundante literatura patriarcal al respecto, me atrevería a decir que fue a las mujeres a quienes correspondió, en las épocas pintadas por Elisa, la recreación continua del pasado.
Las mujeres, al no estar, en épocas anteriores, totalmente integradas al conglomerado social, en sus luchas y ambiciones se dedicaban con mayor ahínco y paciencia a rescatar el pasado, tiempo que está siendo ignorado cada día más por la sociedad actual:
– … A uno la memoria le ha dejado hace tiempo ya, atrapado entre dos trenes.
Es a través del estudio del pasado que los pueblos y los hombres pueden llegar a un intento de conocimiento de sí mismos.
Y cuando hemos cortado con el recuerdo carecemos de posesiones y ningún afecto nos pertenece. Entonces estamos absolutamente solos, y entregados a la niebla infinita de lo caótico.
Tener a Elisa como miembro honorario de la Academia Venezolana de la Lengua es para nosotros un honor, ya que compartimos con ella frecuentemente la originalidad y la riqueza de su obra.
Muchas gracias.
Discurso de Laura Febres en La Academia Venezolana de la Lengua, el Día del idioma. Con motivo del nombramiento de la narradora, dramaturga y cronista Elisa Lerner como Miembro Honorario.
Bibliografía:
Adorno, Theodor y otros. El teatro y su crisis actual. Caracas: Monte Avila, 1979. Castillo, Susana. El desarraigo en el teatro venezolano. Caracas: Editorial Ateneo, 1980. Lerner, Elisa. Yo amo a Columbo. Caracas: Monte Avila, 1979. .
…Una sonrisa detrás de la metáfora. Caracas, Monte Avila, 1979.
Vida con Mamá. Caracas: Funda-Arte, 1981.
Lerner, Elisa. (2006). De muerte lenta. Caracas, Editorial Equinoccio.
Suárez Radillo, Carlos Miguel. 13 autores del Nuevo Teatro Venezolano. Caracas: Monte Avila, 1971.
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[1] Lerner, Elisa. Vida con Mamá. p. 29.