Ínferos del tiempo
Mientras las mujeres tejían la trama de la vida;
hilos verticales y horizontales
atravesados como la cruz cósmica,
lo femenino y lo masculino se entendían
así, la creación y la vida.
La respiración del ser todo lo trascendía,
también la palabra.
Circe, la bruja, se empeñaba en sus hechizos y venenos
desencadenaba borrascas y virus
y las ausencias empezaron a agrietar las casas.
De pronto,las mujeres dejaron el tejido para inventar el tapabocas.
Penélope desataba sus hilos y Circe reía.
Escribimos la historia mortificadas por la necesidad
y asustadas por la muerte.
Yo recordaba la casa de mi infancia, allí cabían todas las dichas
y todo asunto feo moría al traspasar sus puertas.
Allí aprendí a ser libre y la palabra democracia
sonaba con las campanas de la iglesia
Los amaneceres se empeñaban en reconciliarnos.
Una tórtola enseñaba a volar a su pichón desde su nido.
Mi ventana era el apeadero de los pájaros.
Pero Circe no se daba por vencida,
le grité que mi palabra sería voz
de las voces prisioneras de la desgracia.
No quiero cruzar los brazos como espectador,
la vida no es un teatro. El hombre que sufreno es actor.
Porque somos signo, símbolo, sentido,
carne y espíritu.
En la medida en que todo muere mi conciencia se ensancha.
Y el buen humor nos asiste para sobrevivir.
En estos días de aislamiento una niña de 9 años me enseñó
cómo subir un archivo a la nube
y cuando este llegó, yo estaba allí desde hace tiempo.
La tecnología se pasea por las redes,
por los espacios desquiciados,
por nuestros ojos y oídos sin rencores
Y nos une la mañana de Caracas con la tarde sevillana
Ávila y Giralda: Voces y rostros hechos querencias al teléfono.
Entretanto el agua canta como un secreto: Está ausente
Aprendemos, leemos, escribimos,cocinamos sin rendirnos.
Trato de asir las visiones de mi amor
cuando despiertan en mi mente
para olvidarnos un rato de la cuarentena.
Menos mal los pájaros no han gastado su vuelo
y los abrazos nos esperan.
A veces nos equivocamos pero estudiamos
la ruta contraria.
Yo respiro para soportar la alegría del monstruo
y el dolor del hombre. La cuarentena es un viento sucio
en un implante de exilio
El Coronavirus es una peste cierta por la muerte
La pandemia, un pretexto incierto por la vida.
Señor: Llena mi corazón de amor y libertad.
Poema publicado en la Antología El vuelo y la claridad, noviembre 2020.
#EditorialDiosaBlanca
Magaly Salazar Sanabria. Poeta, ensayista y docente. Magíster en Literatura latinoamericana. Miembro de la Junta Directiva del Círculo de Escritores de Venezuela y Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua