Por Rodrigo Lares Bassa
Y las guacamayas
a sus anchas
batieron sus colores
en el paisaje vacío
Todo muy extraño:
parques sin niños
bancos sin ancianos
calles desiertas
sin almas
Aliento exangüe
como una naranja exprimida
Ciudad en ascuas
Y la tierra
vida y biología
de instinto y prodigio:
la fauna y la flora
en su hábitat danzan;
el ser humano
ya escampa, y llovían guijarros
La primavera
para unos, lo usual
para otros
se impuso
Luz
agua
y azul de seda
siembra y cosecha
Las manijas del tiempo
trajinan
en su eterna estrofa de oleaje
Vuelan
mudan sus nidos
de palmeras
a balcones vacíos
las guacamayas
A sus anchas
sobre el lienzo
semillas
espolvorean
Pues al fin tenemos buen tiempo
campo fresco
agua clara
un sol vivo
Todo es propicio:
la humildad brota
mientras ella, florece,
y en las palmeras
anida.
*Rodrigo Lares Bassa, novelista, cuentista y poeta venezolano. Sus últimos libros publicados: La urdimbre y el araguaney, novela; A fuego de jazz, poemario. Miembro del Círculo de Escritores de Venezuela.